I need you 9

«I need you» Fic de Millah

Capítulo 9: A escondidas

Bill llegó quince minutos antes sólo para ver a Tom antes de irse y comprobar que todo lo que había vivido el día anterior no había sido un sueño. Y pudo comprobarlo al toparse con él justo antes de entrar a la cocina, le miró fijamente y esperó su reacción, la cual fue un beso mudo lanzado al aire y un «te amo» dicho con la mirada. Recién entonces el pelinegro sonrió y con esa sonrisa entró a la cocina encontrándose con una sorprendida Marla, quien le miraba molesta por el buen humor que traía pues ya estaba acostumbrada a verle triste.

-Me sorprendes por fin llegas a tiempo… y te ves sonriente -observó con malicia -debiste pasar una noche encantadora con algún tipo- intentó molestarlo.

-Quince minutos antes -alardeó apuntando el reloj de pared, haciendo caso omiso al resto del comentario.

-¡Hola Billy!- le saludó Charlize al entrar abrazándose a su cintura -¡hoy no has llegado tarde!- la pequeña estaba feliz, su madre no tendría motivo para regañarlo.

-Si abejita, de ahora en más no más atrasos- le acarició la mejilla.

-Hora de irnos- canturreó Tom, le dio un beso a Nicholas y pasó el beso de Marla, quien resopló indignada pero no dijo nada, esperaría que Tom se marchara.

-Nos vemos en la noche -se despidió mirando más a Bill.

-Nos vemos Billy -la niña le dio un beso en la mejilla.

-¡Chao mamá! -se despidió la niña.

-Nos vemos Marla – dijo Tom andando ya a la salida.

-Hasta la noche cariño- le lanzó un beso que Tom no recibió, pues ya se había marchado.

Al escuchar la puerta cerrarse se levantó aun más molesta, Bill le estaba quitando el cariño de sus hijos, la estaba desplazando y por alguna razón o motivo en especial Tom había pasado de ella, de hecho lo había hecho desde la noche anterior.

-Tom es el único que le pude decir abeja a Charlize- le encaró la mujer alterada.

-Es abejita -le corrigió manteniéndose calmo.

-Lo que sea… tu tienes que llamarla por su nombre.

-¿Por qué se molesta tanto por algo tan…

-¡Tu eres el que me molesta!- le gritó – ¡me molesta tu sola presencia! ¡el que mis hijos te prefieran a ti y pasen de mí me molesta!- seguía gritando haciendo llorar al pequeño.

-Si sus hijos la ignoran, será por algo- le dijo dándole la espalda para salir y coger Nicholas.

Pero Marla le detuvo tomándolo del brazo bruscamente- ¿crees que no me doy cuenta de lo que sientes por Tom?, eres un estúpido ¿crees que él te daría una oportunidad marica asqueroso?

Bill solo la miraba, escuchando sus palabras y riendo por dentro.

-No lo has negado, sabes que tengo razón – le dijo después de perder toda su «paciencia» – te irás de aquí y será el mismo Tom el que te eche… te lo juro -se colgó el bolso al hombro y salió dando un portazo.

El resto del día transcurrió con normalidad, fue por Charlize a la escuela y como no lo hacían hace tiempo, pasaron al parque a jugar un rato. Luego de eso regresaron a casa, era viernes así que le permitió  a la niña ver la tele, ya al día siguiente haría sus tareas.

Como durante la siesta de Nicholas tenía tiempo libre aprovechó de terminar un favor que Charlize le había pedido hace días. Una vez terminado salieron al jardín a jugar para aprovechar la hermosa y tibia tarde.

-Dos meses después-

 Marla no era tonta y en todo este tiempo la desconfianza que tenía hacia Bill caía también sobre Tom. Los notaba cada vez más cercanos, su complicidad era difícil de ignorar y eso comenzaba a lastimarle, si, sin darse cuenta nuevos sentimientos fueron creciendo en su interior y eso comenzaba a desesperarla, habían días en lo que no iba a la universidad inventando cualquier excusa para quedarse en casa y poder vigilarlos de cerca, la sola idea de verlos sonreírse la asqueaba y hacía que su odio creciera cada vez más.

.

Cada vez que el día libre de Tom llegaba este se lo ocultaba a Marla, así tendría tiempo para estar junto a Bill sin que ella les estuviese vigilando.

El día había transcurrido entre risas cómplices y jueguitos entre Bill y Tom. Bill detenía a Tom cada vez que este intentaba besarle o simplemente abrazarle alegando que Charlize lo podría notar y molestarse, sabiendo que quizás ella sería muy feliz si se unieran.

-No Tom -dijo esquivando el beso que vio venir- dijimos que dejaríamos las cosas así…

-Pero era solo un beso y en tu mejilla… ni siquiera en tus labios- alegó el rubio.

-No es correcto, ya sabes que…

-Si si si -rodó los ojos- ya se como son las cosas, no necesito que me lo repitas- se molestó y salió de la sala.

-Tomy ¿a dónde vas?- preguntó al verlo salir de carrera.

-Por ahí- respondió sin ánimos.

Bill se quedó mirándole desde la puerta, mientras sentía que debía tragarse las ganas de ir tras de él para besarle como tanto lo deseaba.

El paseo de Tom tomó unas cuantas horas en las que pensó en muchas cosas, en sus verdaderos deseos, los cuales la mayoría tenían que ver con Bill. Siempre pensaba primero en los demás, en como se sentirían si él hiciera algo que no estuviera bien, siempre reprimiendo sus sentimientos y siempre haciendo lo «correcto» para no lastimarlos. Pero ya estaba harto de eso, estaba harto de la vida junto a Marla, no la quería y debía demostrar lo contrario ¿para qué? ¿por qué?¿con que fin?… para que supuestamente su familia no sufriera, porque veía que ella estaba cambiando y su fin era, al igual que su madre, tener una familia unida y feliz. -¿feliz?- se preguntaba a si mismo – ¿podría tener una familia feliz si siento que mi lugar no está con ella, sino con Bill?… por supuesto que no- se respondió -solo lograría vivir en un infierno. Mis hijos serán felices siempre que estén a mi lado, pero esta vez debo pensar en mi, amo a Bill y quiero estar junto a él… aunque me duele mucho lastimar a Marla pues ella a cambiado tanto y…-se masajeaba las sienes con desesperación -no se lo merece. Sin embargo me importa mucho más no lastimar Bill y es junto a él con quien quiero envejecer… al diablo lo que digan Marla y mi madre, yo quiero estar con él, con mi ángel- por primera vez pensó en lo que realmente él quería.

Corrió de vuelta a casa pensando en como decirle al pelinegro que ya había tomado una decisión con respecto a su «relación» y no aceptaría negativas ni rechazos por parte de él. Cerró la puerta despacito y caminó sigilosamente a la sala en donde seguramente se encontraba Bill viendo la hora en su reloj, Nicholas ya estaría durmiendo la siesta y esperaba que Charlize estuviera arriba jugando con sus muñecas. Escuchó la tele, pero ninguna risa… ese era un buen indicio.

En silencio siguió su camino, se paró detrás del sofá y vio a Bill suspirar mientras unas lágrimas bajaban por sus mejillas. Se acercó y se sentó junto a él sorprendiéndolo. Le abrazó y dejó que sacara todo su llanto afuera sin preguntar nada porque ya sabía de sobra la razón de su pena. Solo quería que estuviera tranquilo cuando le dijera lo que había decidido.

-¿Ya estás más calmado?- preguntó tiernamente, recibiendo un asentimiento como respuesta -ok Bill, quiero decirte algo.

-¿Qué cosa? -preguntó secando sus negras lagrimas.

-He tomado una decisión…

-¿Sobre qué? – se incorporó Bill al momento que sorbía su nariz.

-Sobre lo nuestro.

-¿Lo nuestro?… eso no existe Tom. 

-No aun.

-No comprendo.

-Decidí que tu y yo estemos juntos -explicó Tom ruborizado, sonriente y muy nervioso.

-¿Cómo? ¿acaso estás loco?- exclamó el pelinegro saltando del sofá.

-Si no amamos no es justo que nos prohibamos estar juntos – dijo Tom levantándose también.

-No es justo, pero es imposible – insistió Bill.

-Es posible, solo…

-¿Solo qué?…si te dijera que si ¿de donde sacaríamos el tiempo para nosotros? ¿o quieres que te espere fuera de tu trabajo en mis días libres?… que son solo cinco días al mes, ¿cinco míseros días para nosotros?

-Es mejor que nada ¿no crees?

Bill se quedó en silencio por unos instantes – no quiero ser tu amante, tu plato de segunda mesa y al que le harás el amor después de habérselo hecho a ella.

-Jamás estarás en segundo lugar Bill, si me dices que si… tú serás el primero en todo y se acabaría todo «eso» con Marla…

-Si, solo compartirías la cama con ella ¿no? -le atacó incrédulo.

-Dormir es dormir, cerrar los ojos y soñar con el ángel que cambió mi vida- se acercó para tomar el rostro del pelinegro con sus manos -¿qué dices?

-Tom ¿de verdad quieres?… eso sería muy peligroso.

-Quisiera que todo fuera más fácil… pero ni modo, tendremos que estar juntos a escondidas y aprovechar cada momento que tengamos a solas. No podemos prohibirnos esto ahora que sabemos que nos amamos, no sería justo.

-Quiero estar contigo, no me importa si solo serán unos pocos minutos o solo unos cuantos días… te amo Tomy -el pelinegro se lanzó a los brazos de Tom y lloró de felicidad.

Ambos se abrazaron dejando caer más lágrimas, sabían que sería arriesgado estar juntos, pero su amor valía la pena.

En cuanto dejaron de llorar unieron sus labios en un profundo beso, mientras Tom guiaba a Bill a la habitación en donde hacía sus maquetas. Allí siguió besándole mientras encendía la luz de una lámpara y se dejaban caer en un viejo pero cómodo sofá en donde ya las manos recorrían por debajo de las ropas, los besos iban profundizando y las respiraciones aumentaban. Sin poderse resistir Bill dejó que Tom le quitara la camiseta y luego quitara la suya, siguiendo sin perder el tiempo con los pantalones de ambos. Sin darse cuenta ya estaban semi desnudos besándose y acariciándose sin dejar de decirse cuanto se amaban.

Tom recostó a Bill y se arrodilló para posarse sobre él y volver a besarle, bajando poco a poco por su cuello, el que chupó y degustó con ansias. Continuó un poco más abajo hasta sus rozados pezones, los cuales se pusieron duros con el solo contacto de su lengua. Al oírle gemir ya no pudo más, dejó de lamerle y bajó rápidamente sus boxer, dejando en evidencia su pálido y delgado miembro en ascendencia. Al principio se sonrojó, pues era la primera vez que tenía un miembro tan cerca y de verdad dudó mucho acerca de si llevarlo a su boca o no, no sabía si hacer eso le gustaría pues no poseía experiencia en aquello, podría ser que le resultara asqueroso y si así fuera, arruinaría el momento y se odiaría por eso.

-No es necesario que lo hagas si no quieres- dijo el pelinegro al verlo dudoso y pensativo.

Tom dirigió su mirada a Bill y sintió como sus mejillas ardían por la vergüenza.

El pelinegro se sentó y tomó la mano de su contrario para atraerle y hacer que quedara sobre él, capturó sus labios y le pidió que le hiciera el amor. No hubo mucho que esperar, pues el rubio chupó dos de sus dedos y los bajó lentamente hasta llegar a la entrada del pelinegro, jugó un poco allí y luego comenzó a introducirlos suavemente sintiendo al entrar como Bill se tensaba y soltaba pequeños gemidos, los que hacían a Tom avanzar más introduciendo un tercero hasta que Bill le hizo saber que estaba listo. Separó más sus piernas para que Tom pudiera acomodarse mejor entre ellas, tomó su duro y doliente miembro y lo puso en esa entrada húmeda comenzando a deslizarlo pausadamente aunque el pelinegro no diera indicio alguno de dolor, al contrario, rodeaba sus piernas en las caderas del rubio obligándole a apegarse más a su cuerpo y así penetrarle de una buena vez, Bill le deseaba y lo dejaba demostrar. Ambos estaban excitados al máximo, no pensaban en ir despacio solo querían hacer el amor, entregarse por completo y disfrutar de lo que tanto anhelaban sin culpas y sin remordimientos, así que lo hicieron sin parar  llenando la habitación de sonidos húmedos y ese dulce y delicioso olor a sexo. Tom le envestía casi salvajemente y Bill lo recibía gustoso, le encantaba sentirlo dentro, escuchar su respiración entrecortada y sentirla en su cuello, mientras él cerraba sus ojos y se aferraba aun más a su cuerpo, rodeándolo con sus brazos y alzando las caderas para conseguir una penetración más profunda, ya sentía que el orgasmo se acercaba y no quería esperar más.

-Tomy… ya viene… nnhh- le susurró sensualmente al oído.

Tom besó sus labios y los lamió antes de dar sus ultimas y más profundas envestidas derramándose dentro de Bill quien a su vez derramó su esencia sobre su estomago, ambos dejaron escapar unos fuertes gemidos y después de eso el rubio se dejó caer sobre el agitado y sudado cuerpo de su amante. Ambos jadeaban, pero eso no impidió que volvieran a juntar su labios y se besaran como si estuvieran listos para hacer el amor nuevamente.

Descansaron unos minutos antes de levantarse de aquel viejo sofá y comenzaron a vestirse rápidamente pues habían dejado a los niños solos por mucho rato.

-Deberíamos darnos una ducha – dijo Tom pasando su mano por la espalda sudada del pelinegro.

-Juntos no -negó sabiendo lo que el rubio pensaba.

Tom chasqueó su lengua y le dio una mirada picara- me has pillado.

-¿No ha sido suficiente lo que acabamos de hacer?- preguntó Bill poniéndose su pantalón.

-Nunca será suficiente, contigo siempre querré más -dijo tomándolo en sus brazos para besarle apasionadamente- te amo.

-Y yo a ti.

Salieron de la habitación tomados de la mano y caminaron hacia las escaleras, soltándose en el mismo momento en el vieron  a Simone, quien por suerte no se había dado cuenta porque les daba la espalda.

Ambos la saludaron creyendo haber pasado desapercibidos, pero ella era perspicaz y se fijó de inmediato en el cabello despeinado de Bill, en los labios rojos he hinchados y en el tenue sudor que aun brillaba en el rostro de ambos.

Continúa…

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