II Reverse 35

«Reverse II» Fic de Alter Saber

Capítulo 35: Información

«La posibilidad de hacerle pagar a alguien por el daño que causó en el pasado seduce a mucha gente»

Izzat Haykal

Conocido como el creador de todo cuanto se ve; Dios, es considerado un ser supremo que busca redimir el pecado que mancho la pureza de la humanidad; Él pretende lograrlo a través del perdón y el arrepentimiento; los individuos que son devotos a sus parámetros de comportamiento, aseguran que una deidad así, merece entera rendición, pues su poderío es tan desmesurado, que si su furia es desatada, no existe nada que pueda apaciguarla.

¿Cómo un ser lleno de un amor que trasciende los límites de la explicación humana, puede sentir ira?

Siempre me he cuestionado al respecto; sí Él es quien dice ser, no tendría por qué haber acabado con la tercera parte de los seres humanos, en aquel evento conocido como «El gran diluvio», al igual que, un ente celestial de su calibre no pudo haber exterminado a la población tanto pecaminosa como libertina de Sodoma y Gomorra.

Entonces, ¿Sí Él es ese Dios al que todos respetan, cómo es que sus acciones demuestran justo lo contrario?

La respuesta a ello es quizás algo contradictoria, pero, desde mi perspectiva, Dios, es más humano que divino.

Si su poderío fuera tan inquebrantable como se piensa; ¿Qué es lo que ocasiona que estos sucesos tomen lugar?:

1. Asesinato.

2. Violación.

3. Robo.

4. Tortura.

5. Trafico.

6. Maltrato.

7. Degradación.

¿Sí es Dios, por qué permite que estas «Atrocidades» acaben con la vida de una persona?

Muchos defienden su postura, estableciendo que «El libre albedrío» es lo que conlleva a un ser humano a cometer actos tan deplorables como esos; sin embargo, hay algo que no tiene sentido, ¿Si la humanidad proviene de Dios, cómo puede ser mala?

La contestación lógica a ello, sería que sí las personas albergan maldad en su corazón, es porque su creador, también la posee.

Pero, ¿Cómo un ser celestial puede tener una sensación tan impúdica como esa? No, peor aún, ¿Si es omnipotente, por qué tiene emociones? ¿Acaso no es eso lo que demuestra su lado humano?

Pasaran los años y las contradicciones seguirán en marcha; discutir contra aquellos que han sido criados como soldados del Imperio romano, es una finalidad que no tiene propósito; ellos están cegados, tienen la venda en sus ojos y no desean vislumbrar las maravillas que la verdad puede ofrecerles.

Por tal razón, jamás he perdido mi tiempo creyendo en la sublimidad de una deidad; entendí a mis escasos 5 años que la justicia no existe y que lo único que tiene lugar en la cotidianidad, es la venganza; y es en ese preciso aspecto, que concuerdo con el hecho que Dios tiene un buen sentido del humor.

La situación en la que me encontraba me lo demostraba.

Los minutos transcurridos en aquella llamada, me revelaron dos acontecimientos que en mi vida creí poder reunir por mi cuenta; no sólo había logrado dar con el paradero de mi perro faldero, sino que, sabía la ubicación de mi última esperanza.

¿Acaso no era cómica la realidad en la que estaba?

La chica que me hablaba por medio de ese teléfono, me transmitía una sensación con la cual estoy familiarizado:

Revancha.

Aquella mujer estaba desquiciándose por algún motivo en particular; la frialdad del tono de su voz me parecía semejante al de las chicas que viven en mi ciudad; pero, por alguna extraña razón, no podía concretarla del todo…

Mientras me descojonaba internamente, la chica pronunció:

¿Te suena ese nombre?

¿Por qué quieres saber eso? Es más, ¿Qué pretendes conseguir con todo esto?

Cooperación.

¿Cooperación?

Si, veras, tengo que arreglar cuentas con esos dos y pensé, que no existía mejor forma para hacerlo, que contactando a su persona favorita.

Jajajajaja, ¿Qué tanto sabes de la relación que guardo con ellos?

Lo suficiente como para entender que tú eres justo lo que busco.

Bien, ¿Qué deseas?

Nada complejo, la verdad, sólo quiero que vengas y tengas un reencuentro con ellos.

¿Sólo eso?

¿Acaso necesitas algo más?

¿A cambio de qué me darás la información?

No te estoy pidiendo nada en particular, sólo, salúdalos de mi parte.

¿Y quién eres?

Lo sabrás cuando llegues aquí.

¿Aquí?

Frankfurt.

¿ALEMANIA?

Si.

Bien, aunque su propuesta era muy tentadora; el regreso a Alemania era algo que no tenía previsto en mis planes, es decir, se suponía que volvería a mi país natal, sólo cuando mi autoridad en el Continente americano, fuera un hecho.

Sin embargo, esta oferta no iba a repetirse, puede que ellos partan a algún lugar y podría perderles para siempre; así que, sin pensarlo mucho más, le dije:

Acepto.

Perfecto. Mañana en la mañana, te llegara un sobre con el dinero y el pasaje programado para el viernes en la noche, quiere decir que estarías llegando aquí el sábado a primera hora; cuando estés en el aeropuerto, mi chófer te llevara hasta nuestro lugar de encuentro y allí te diré toda la información que necesites.

¿Por qué te tomas tantas molestias?

Tengo mis razones, entonces, ¿Te queda todo claro?

¿Cómo me contacto contigo si algo se presenta?

Remarca este número, no importa si la llamada es por cobro anticipado, ¿Estamos?

Estamos.

Bien, que tengas buen viaje, Blake.

Lo único que era seguro, es que, aquella mujer no se encontraba en todos sus cinco sentidos; su sed de venganza era tan notoria, que aun a kilómetros de distancia, podía observar esa llama que recorría todo su ser.

Me parecía extraño que alguien quisiese tomar venganza en contra de Bill, hasta donde tengo entendido, él nunca se involucra con nadie.

De Tom me lo podía esperar todo, es decir, no por nada le es conocido como «El Rey de los Barrios Bajos»; su reputación en Stuttgart es respetada, y aun cuando su estancia fue corta; la marca que dejo en cada uno de los que tuvimos el privilegio de conocerlo, fue muy notoria.

De cierta forma, me resultaba gracioso que estuviesen juntos; bueno, cuando conocí a Bill, tuve el ligero pensamiento que él se asemejaba mucho a Tom en sus inicios; incluso, las facciones de su rostro eran similares. A estas alturas del partido, no sabía a ciencia cierta cuál iba a ser mi verdadera reacción cuando les tuviese en frente, pero, si de algo estaba seguro era que aun si Tom se oponía; nada me iba a impedir que me llevara a Bill de su lado; no me importaba si tenía que recurrir a la violencia para obtenerlo.

Aun cuando Tom representó una diferencia palpable en mi existencia; nada se comparaba a lo que sentía por Bill.

Para ser un poco más claro, nunca estuve enamorado de Tom; en un comienzo me sentí atraído por su inocencia y ese sentido de «Justicia» que poseía, pero, mis ojos no lo veían en un carácter romántico.

No obstante, la situación de Bill era distinta; para mí, esa esencia tan genuina y pura era una dosis exquisita de heroína; deseaba volverme adicto a su presencia; aunque mi manera de demostrarlo no fuera la adecuada, yo, de verdad, le amaba; era tan fuerte la sensación, que podía percibir el calor que recorría mi cuerpo, cada vez, que pensaba en tenerle.

Y ahora, el destino se había encargado de juntarlos y colocarlos en una bandeja de plata para permitirme decidir qué hacer.

Empaqué mi ropa, y lo que fuera que necesitara para el tiempo que iba a estar en Frankfurt; aquella ciudad aún no estaba en mis dominios, pero, si tenía contactos que la usaban como medio para traspasar la droga hasta las fronteras. Nunca había ido a aquel lugar, sin embargo, no me emocionaba el hecho de conocer el sitio como tal; lo que me tenía eufórico, era que, había encontrado a mi ángel.

Salí de la casa y fui hasta el Supermercado para comprar algunos utensilios; llevaba bastantes cosas para mi gusto, pero, era mejor prevenir; de momento, no me decidía a llevar alguna arma conmigo, es decir, Tom no practicaba el estilo de vida de Stuttgart; motivo por el cual, era más que seguro que no tenía algo con que defenderse.

Mientras caminaba en dirección a la caja registradora, me di cuenta de que Georg y Gustav estaban en uno de los estantes, escogiendo algo de alcohol para consumir; por un instante, pensé en dejarlos ir sin más; pero, la ansiedad me ganó la batalla y fui hasta ellos:

¿Qué hacen el par de novios en este lugar? ¿Qué celebramos? ¿Su aniversario?

Ambos giraron sus rostros y al verme, una sensación de pánico se instauro en ellos:

B-Blake.

El mismo de siempre, ¿Qué me cuentan chicos?

Ammm, nada nuevo.

¿Aún no saben nada de mi Bill?

No…

¿No? ¡Qué extraño! Se supone que ustedes son sus amigos inseparables, ¿Cómo es que él no los ha contactado aun?

No lo sé.

Y ustedes, ¿No han hecho algo por saber de él?

Claro que sí, pero…

¿Pero?

Aún no hemos dado con él.

¡Qué lástima! Pero, ¿Saben? Ustedes no me caen tan mal, así que, como una muestra de mi agrado, les diré un secreto.

¿Q-Q-Qué sería?

Yo lo encontré.

Poner en palabras la forma en la que los rostros de esos chicos se desfiguro por completo; me fue imposible. Sus ojos se abrieron con sorpresa, y sus labios estaban morados; se iban a desmayar en cualquier instante…

¿No les parece increíble?

¿Dónde está Bill?

Eso no lo puedo decir, pero, mañana viajare para verle, ¿Quieren que le diga algo? ¿Desean enviarle alguna cosa? Hoy estoy amable, aprovechen mi oferta.

Nada, ni Georg ni Gustav articulaban palabra, su reacción era entendible; temían por el bienestar de Bill, pero, mientras él no opusiera resistencia, yo no tenía motivos para atacarlo; sólo debía obedecerme.

Venga chicos, ¿Nada que quieran mandarle?

¿Qué piensas hacer?

¿Yo? Nada, sólo, reclamaré lo que me pertenece.

Bill no es tuyo.

La afirmación de ese rubio, me descoloco un poco; no quería reventarlo, pero, su insolencia no tenía por qué soportarla:

Repite lo que dijiste.

Q-Que él no es tuyo.

Le di una oportunidad para redimirse, pero, él no la aprovecho. Solté las cosas que tenía en las manos y en un movimiento rápido e impredecible; lleve mi puño hasta su nariz.

Se la rompí, así sin más.

Se lo merecía, a mi nadie, me contradecía.

El guardia de seguridad del local, se aproximó y yo no tuve otra opción que no fuera salir corriendo con todos los productos sin pagar; bueno, no era la primera vez que robaba algo, así que, no me importaba del todo.

Minimice el paso, y comencé a caminar tranquilo; me preguntaba una y otra vez, como sería el verle de nuevo; anhelaba tanto perderme en esos ojos color miel tan hermosos y expresivos que sólo él podía ofrecerme; añoraba que Bill me diera el aval para amarlo, sin condiciones ni pretextos.

Llegué hasta mi casa, terminé de acomodar las cosas que había conseguido; tomé una ducha y me dispuse a descansar.

Estaba durmiendo, cuando, de repente, mi móvil comenzó a sonar; al principio lo ignore, pero, luego recordé a la chica y me dispuse a contestar:

¿Bueno?

¿Blake Straw?

Depende.

Bien, no importa si decides identificarte o no; pero, te sugiero que por tu bienestar, te retractes del viaje que tienes programado.

La firmeza y seguridad con la que ese señor me hablaba; me dio una sacudida feroz; habían pasado años desde la última vez que alguien me amenazaba; lo que me preocupaba, era, la tranquilidad con la que la otra persona estaba conversando, es decir, ¿No me tenía miedo?

¿Usted quién es?

Te he vigilado por mucho tiempo, luego de enterarme que fuiste el responsable de la muerte de Simone.

¡BUM!

Ese órgano casi muerto, se despertó con fuerza en mi pecho; sentí esa palpitación en todo mí ser; su afirmación me había descolocado de sobre manera, pero:

¿Quién demonios era este tipo?

¿Qué quieres?

Ya te lo dije, no viajes.

¿Y si lo hago?

No respondo.

La seguridad y el aplomo de sus afirmaciones, me estaban llevando a percibir aquel sentimiento que era ajeno a mí; no quería admitirlo, pero, tenía miedo.

El miedo te hace débil.

Yo, por ningún motivo,

Podía tener una sensación cercana al pánico.

¿Qué le hace pensar que voy a obedecerle?

Bill no está aquí; lo mande lejos de tu alcance.

Bum, bum, bum, bum…

Si antes había alcanzado a sentir esa palpitación; ahora no entendía el ritmo alocado que tenía mi corazón; estaba por venir…

La ira en su estado más puro.

Mire viejo, me importa una mierda quién demonios sea; lo único que le advierto, es que si usted es el responsable de que yo no encuentre a Bill; le juro, que así sea lo último que haga, lo voy a matar.

Finalicé la llamada, observé el reloj y me di cuenta de que apenas era la media noche; procedí a olvidar aquella advertencia y espere a que el sueño llegara nuevamente.

La mañana se presentó y con ella; aquel sobre que albergaba mi pasaje y dinero para volar hasta Frankfurt; no había marcha atrás, yo, estaba decidido a encontrarme de nuevo con él; y si por eso, debía arriesgar mi vida, pues, es un costo que estoy dispuesto a asumir.

&

Luego de aquella confrontación por parte de aquel chico con aspecto afeminado; salí corriendo de la casa de Tom, y me sentí como una completa estúpida. Rick había mentido, todas sus «Confesiones» eran excusas fútiles que él dijo por despecho, es que, aún sigo sin entender porque confié en la palabra de un borracho.

Subí a mi auto y comencé a conducir a toda velocidad en dirección a mi casa; en el trayecto trataba de reacomodar mis pensamientos, necesitaba algo que me permitiera acabar de una vez por todas con estos molestos sentimientos que amenazaban con hacerme perder la cordura; porque, por más que deseaba con todas mis fuerzas, alejar esa perspectiva amorosa que tenia de Tom, no lograba hacerlo.

Le quería.

Esa era la verdad.

Estaba impregnada de su esencia.

Aquella sesión de sexo significo el mundo para mí; sentí una conexión más allá del entendimiento común, estaba extasiada por el placer y la lujuria; pero sobre todo, por la pasión del momento.

Yo, no tuve que decirle o insinuarle algo; él, con todo el descaro y atrevimiento del caso, hizo justo lo que yo estaba esperando; sus movimientos, sus gestos, los sonidos que salían de su boca, las frases seductoras que lanzaba de vez en cuando; todos y cada uno de esos pequeños detalles, me encerraron en la cárcel de esos ojos bestiales que reclamaban mi cooperación.

Quizás, desde la óptica de aquel hombre; yo, no fui más que un descargue de fin de semana; una más de la lista, otra de las tantas presas que cayeron a los pies de semejante deidad…

Una, del montón interminable de mujeres que hacían parte del repertorio del cruel Tom Trümper.

Eso había sido, y por más de que trataba de convencerme a mí misma, que él significaba lo mismo; mi mente y corazón se burlaban de esos intentos inútiles de olvidarle; es que, no fue sólo sexo, al menos para mí, fue un tanto más que eso.

Aquel día que le vi besar a ese chico; me sentí destrozada, humillada, desechada, reemplazada, olvidada.

¿Cómo era siquiera posible que aquel ser tan varonil y salvaje cayera a los pies de esa pequeña oveja indefensa?

¿Qué tenía ese chico?

¿Qué lo hacía especial?

¿Qué lo convertía en alguien mejor que yo?

Por más que trate de disimular mi dolor, fue imposible no demostrarle un poco de rencor a Tom; le amenacé con soltar la bomba, de decirle al mundo que el «Alfa de la camada» se había torcido; pero, él era astuto.

Demasiado, diría yo.

La jugada me salió mal, de hecho, cuando Tom mencionó las palabras «Billboard Records»; mi mente no lograba procesar el cómo, él se había enterado de ese sucio secreto que guardaba desde los 15 años de edad…

Conocí a Ashley en una fiesta de Conmemoración de la empresa de mi padre; recuerdo que estaba tomando una copa de champaña, y sentí que los vellos de mi cuerpo se erizaron de inmediato; fije la mirada a mi alrededor, quería saber que había causado semejante reacción; y al voltear, me encontré con esos ojos color verde esmeralda, que estaban acompañados por una hermosa sonrisa.

Ella se acercó a conversar conmigo; sus gestos me parecían insinuantes, pero, descarte de inmediato esa posibilidad, porque creía que mi imaginación me estaba traicionando; sin embargo, Ashley inclino un poco su rostro y me susurro:

¿Te vienes conmigo?

El tono de su voz, envió una descarga eléctrica por toda mi columna vertebral; esa mujer estaba pisando terreno peligroso, y por más que mi conciencia me gritaba que huyera; la curiosidad me pudo.

Fui tras ella y en uno de los baños de aquel enorme salón de fiesta; Ashley me mostró las maravillas del sexo entre mujeres; la entereza y dedicación que ella se había tomado para revelarme niveles distintos de placer, me habían arrastrado hasta el borde del abismo; pero, no me importo.

Desde aquel día, tenía dos encuentros semanales con ella; disfrutaba junto a aquella mujer, la lujuria en su estado más carnal; me fascinaban los escalones que me hacía subir con sus destrezas en la cama; nunca surgió un sentimiento parecido al «Amor», pero, nuestros cuerpos se entendían a la perfección.

Mi pequeña travesura no podía ser conocida por nadie; ni siquiera por mis amigos más cercanos; Ashley era mi más grande secreto; si alguien se enteraba de eso, las consecuencias serían catastróficas.

Y es aquí, cuando me pregunto:

¿Por qué demonios tenía que ser él?

No recordaba muy bien el momento exacto en el que le había confesado aquel pecado a Tom; por más que me esforzaba en rememorar el suceso, nada me venía a la mente; todo era muy confuso.

Cuando Tom pronunció esas dos palabras, no me quedo de otra que aceptar mi derrota e irme de aquel lugar; lo de Rick, había sido un golpe de suerte; decidí ingresar a ese bar por mera casualidad y sus confesiones me tomaron por sorpresa…

Yo sabía que a Tom ahora le iban los hombres, pero, ¿Incesto?

¡Wow!

Eso es algo a considerar…

Rick soltó aquel misterio y cayó rendido al instante en la mesa; tuve que levantarlo, conducir su auto y llevarlo hasta su casa; claramente, no lo iba a dejar en un estado tan miserable como en el que se encontraba; además, me sentía identificada con él; Rick sufría por Tom, al igual que yo.

Luego de esa revelación; sabía que tenía que aprovecharme de esa oferta, entonces, creí que si intimidaba a Bill, él dejaría a Tom y bueno, quizás, yo podría tomar su lugar. Pero, aquel chico que se veía tan indefenso y vulnerable; tenía un carácter tremendo, incluso, me recordó a lo despiadado que era su novio.

Había perdido el gancho para recuperarlo, y si no lo recobraba, tendría que destruirlo; así de simple.

Los complejos de un alfa…

Siempre encarnizándonos contra todos aquellos que amenazan con quitarnos lo que consideramos nuestro.

Llegué a mi casa, entre y me dirigí al despacho de mi padre; por fortuna, los contactos que mi familia había logrado establecer a través de los años, me permitía encontrar todo el tipo de información que deseara; no importaba si se trataba de datos personales, si lo requería, podía obtener eso y mucho más.

Busque en la agenda de mi padre, el hombre que necesitaba; cuando lo encontré, no perdí el tiempo y le llamé:

– Sr. Heithworth, pláceme saludarlo, ¿Requiere de mis servicios?

– Habla con Anna, Drake.

– Jovencita, ¿En qué le puedo colaborar?

– Necesito toda la información que pueda encontrar de Tom Trümper y Bill Kaulitz.

– ¿Para cuándo?

– Hoy en la noche.

– Entendido.

No era necesario dar más instrucciones que esas; sabía que en unas cuantas horas, a mi correo llegaría un informe detallado de la vida de esos dos. Rogaba que algo de lo que leyera, me facilitara una oportunidad de hacerles frente, cualquier cosa que contrarrestara mi error de haber confesado lo inmoral.

Salí del despacho, salude a algunos de los empleados que divagaban por la casa; subí las escaleras y me dirigí a mi cuarto.

Una vez en mi habitación, me dispuse a tomar un baño relajante, escuche música y salí de la tina; escogí ropa para el descanso y comencé a revisar mi celular; cuando de repente, entro una llamada:

– ¿Si?

– An, ¿Cómo estás?

– ¡Nat! ¿Bien y tú?

– Impactada.

– ¿Qué? ¿Por qué?

– ¿Es cierto que Tom está saliendo con un chico?

Preciso en estos momentos donde lo último que quería era hablar de Bill; ella lo traía a colación:

– Sí, es verdad.

– ¡Dios! No me lo puedo creer, es que, Tom siempre ha sido todo un animal, ¿Cómo es esto es siquiera posible?

– ¿Has visto al chico?

– No, pero, todo mundo dice que es una jodida preciosidad.

Y si, por más que intentara negarlo, no podía. Cuando mire a Bill más de cerca, su rostro me resulto encantador, además, la delicadeza y fragilidad de su cuerpo, me parecían demasiado atractivas; sí él era el interés de la mujeres, de seguro, sería la perdición de muchos hombres.

Entre ellos, Tom.

– Pues lo es.

– ¿Qué te pasa? Te oyes algo decaída, ¿Te dio duro la noticia?

– Bueno, sí, o sea, hablamos de un hombre Nat; me siento humillada ¿Sabes?

– Si, puedo entenderte.

– Como sea, ¿Qué planes hay?

– El viernes tenemos full fiesta en la casa de Casandra.

– ¿Y sus padres?

– Están de viaje.

– Oh, entonces, ahí nos vemos.

– Claro que si cariño y ánimo, hay muchos hombres que quieren un poco de tu atención.

– Jajaja, espero no defraudarlos.

– Esa es mi chica.

– Bye, Nat.

– Bye – Bye.

La llamada con aquella rubia que decía ser «Mi mejor amiga» finalizo, y sin tener mucho por hacer; tomé una pequeña siesta.

Desperté en la noche, abrí mis ojos y lo primero que hice fue inspeccionar mi bandeja de entrada; para mi suerte, el informe ya había llegado; descargué el archivo y procedí a observar todos los detalles.

El documento tenía un total de 4 paginas; dos pertenecían a Tom y las restantes eran de Bill; me sorprendió de sobre manera que aquellos chicos tuvieran la misma fecha de nacimiento, incluso sus horas de parto se diferenciaban sólo por 10 minutos. Aunque era extraño, ese tipo de coincidencias se podían presentar; a fin de cuentas, Bill provenía de Sacramento; una ciudad perteneciente a un Continente distinto al nuestro.

Comencé a inspeccionar con detenimiento el informe de Tom; había datos sobre su educación, los gustos que tenía, los logros académicos alcanzados, pero, nada relevante o representativo, hasta que, llegué a los párrafos finales:

«El sujeto en cuestión paso un periodo oscuro en la zona restringida de Stuttgart, al parecer, se involucró con gente peligrosa que pondría en riesgo su vida si no acataba las ordenes que le eran impuestas. Su jefe, Blake Straw, es conocido como uno de los traficantes más importantes del país; hasta el momento, el joven Trümper no ha vuelto a tener contacto con él»

¿Stuttgart?

¿Jefe?

¿Traficante?

Esos detalles eran desconocidos por mí, es decir, sabía muchas de las cosas que aparecían en aquel documento, pero, su estadía en los Barrios bajos de esa ciudad no era familiar para muchos.

¿Cómo era eso de que estuvo al servicio de un Jefe de la Mafia?

Me era imposible creer que Tom había estado un periodo de tiempo en aquella ciudad, o sea, es Stuttgart ¿No?

¿Qué lo había empujado a permanecer en ese infierno terrenal?

¿Quién era ese tal Blake Straw?

Pase al archivo de Bill y no vi nada que me interesara; cuando de repente, leí por segunda vez ese nombre…

¡DIOS!

No me lo podía creer.

¿Esto también era una coincidencia?

¿Cuántos «Blake Straw» existen?

Al parecer, había una orden de restricción impuesta por Simone, la madre de Bill; en contra de Blake por intento de violación…

Vaya, vaya, vaya…

– ¿Había encontrado mi golpe de suerte?

Quien fuera ese tal Blake, de seguro, era la pesadilla de esos dos; entonces, ¿Por qué no reunirlos de nuevo?

Mi mente no lo proceso, decidida, contacté de inmediato a Drake y le pedí el número de contacto de Blake Straw; en contados minutos, tenía su información telefónica y lo llame de una vez.

Mi plan era simple, le diría todo lo que necesitaba saber sobre ellos; le informaría sobre la Familia Trümper, el lugar donde vivían, donde estudiaban, quienes eran sus amigos; absolutamente todo lo que el requiriera para encontrarlos.

Yo, no tendría que ensuciarme las manos, ni siquiera me vería afectada por ello; sólo necesitaba entregárselos en bandeja de plata para que el hiciera lo que deseara, es decir, sí Blake intento violar a Bill, es porque tiene una obsesión con él ¿No?

De sólo pensar que Tom iba a sentir algo similar al dolor que él me había provocado; me corrían espasmos por todo el cuerpo.

Era el sabor de la venganza.

La satisfacción.

Ahora, sólo me quedaba esperar por el dueño y señor de los miedos más profundos de aquellos hombres que se burlaron de mí.

&

Mientras esperábamos a que fueran las 10:00 pm, Clarise, Andy y yo, permanecíamos en el vestíbulo; estábamos callados, de cierta forma, la preocupación nos inundaba.

De un momento a otro, mi celular comenzó a sonar; creí que era Bill quien me avisaba que había encontrado a Tom, pero, no fue así.

– ¿Bueno?

– Sr. Trümper.

– ¿Gates?

– Sí, señor.

– ¿Qué ha sucedido?

– Tengo que informarle un acontecimiento que no será de su agrado.

– ¿Si?

– Alguien se puso en contacto con el sujeto en cuestión.

– ¿Y, qué paso?

– Por lo que escuche de la conversación; esta persona le paso información al sujeto sobre el paradero de Bill.

Sentí como mi corazón se estrujo por completo…

Ni siquiera las medidas de precaución que había tomado al contratar a un Detective, fueron suficientes para mantener alejado a ese monstruo de mi hijo.

– ¿Cómo así?

– Sí, señor. La verdad, pienso que, este chico ira para allá.

– Gates, necesito que confirmes eso.

– Sí, señor.

La conversación finalizo y yo trate con todas mis fuerzas de ocultar la desesperación que sentía en esos momentos; me separe de Clarise y Andy; comencé a hacer llamadas y trate de cuadrar todos los aspectos por si era necesario sacar a mis hijos de la ciudad por unos días.

Cuando todo estuvo listo; Tom y Bill entraron por la puerta, parecían estar bien; sentí como el alma me volvió al cuerpo; me aliviaba que estuviesen sanos, pero, ahora lo que interesaba era la confirmación por parte de Gates; sí Blake iba a llegar, necesitaba distanciar a mis hijos cuanto antes de él.

Andreas, se lanzó encima de ellos, comenzó a regañarlos como lo había prometido; Clarise se veía más tranquila y en un tercio de segundo, Tom y Andy salieron corriendo de la casa.

Aproveche el momento para informarle a Bill lo que había descubierto sobre Simone; al principio, él estaba un poco renuente a la idea del «Asesinato» de su madre, pero, conforme avanzaba la conversación; él parecía asimilarlo un poco mejor.

Dimos por finalizada la charla y yo, me quede en aquel despacho; esperando por la llamada de Gates; pero, esta no llego pronto.

Encendí mi computador y trate de buscar alguna información sobre Blake; sin embargo, mi consulta no fue fructífera; seguía indagando por todos los sitios posibles, hasta que, un sonido de la puerta me saco de mi introspección:

­ ¿Sr. Trümper?

– Sigue, Sam.

Sam ingresó y en sus manos reposaba un sobre pequeño…

– Dime.

– Este sobre llego para usted.

– Gracias.

– ¿Necesita algo Señor?

– No Sam, puedes irte.

– Con permiso.

Sam salió del despacho y yo procedí a abrir aquel sobre; el papel estaba prácticamente vacío, a excepción de esa frase que logró que las fibras de mi cuerpo se helaran por completo; ya no necesitaba la confirmación de Gates; esto me lo había dejado más que claro:

El cazador está hambriento.

Continúa…

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Publico y rescato para el fandom TH

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