II Reverse 39

«Reverse II» Fic de Alter Saber

Capítulo 39: Ultraje

«Alguien que se halla en lo más bajo de la escala, humillado por todos, suele consolarse cuando encuentra a otro aún más bajo que él, y lo humilla a su vez»

Emmanuel Carrere

Siempre me había sentido atraído por los motores; no sabía con certeza que era lo que me provoca semejante fascinación, pero, lo cierto era que podía pasar horas enteras frente al televisor, viendo programas y documentales sobre la historia o evolución de la ingeniería automotriz; quizás, una de las razones que me llevaron a convertirme en un fanático de la mecánica, fue la inversión de mi padre en este campo; con el incremento de su capital, Jörg decidió postular en diferentes secciones que le aseguraran un continuo movimiento de su dinero; y entre sus propiedades, se encontraba un concesionario de «Audi», una de las marcas líder en ventas de automóviles alemanes a nivel mundial.

De pequeño, pasaba gran parte de mi tiempo en esos talleres especializados en la construcción de máquinas poderosas; y sólo eso basto, para comprender que iba a ser de mi futuro; junto a mi padre o sin él, deseaba liderar mi propia Industria automotriz; por ende, la Ing. Mecánica era el mejor camino por recorrer.

En vista de mi entusiasmo; mi padre me ofreció la posibilidad de realizar un intercambio a Stuttgart, cuando tenía tan sólo 15 años; la idea me pareció de lo más surreal, había leído en numerosos artículos sobre los avances y la innovación que proponía aquella ciudad en el campo de la mecánica; por algo se le consideraba como «El Corazón de la Industria Automotriz».

El plan era, básicamente, estudiar por un año en la Universidad Técnica de Stuttgart; en un curso avanzado para aspirantes a la carrera de Ingeniería con énfasis en la mecánica y el desarrollo automotriz; hasta donde tenía entendido, aquella Institución era pionera en prácticas relacionadas con el ámbito de interés.

Sin dudar por un sólo segundo, acepté la propuesta de mi padre, es decir, nada me retenía para declinar semejante oferta; lo único que me generaba algo de tristeza, era estar separado de mis padres y el trio de idiotas; pero, de resto, no existía nada que me detuviera.

Cuando hablé con mi padre y concrete los detalles del viaje; reuní a los chicos y les informe la situación; estábamos en casa de Andy, bebiendo unas cuantas cervezas, en compañía de buena música; fue entonces, donde les conté:

Chicos, hay algo que deseo contarles.

¡No me jodas Tom! Tienes VIH, lo sabía, tu promiscuidad te iba a joder la existencia, ¿Cuántas veces te dije que no fueras por ahí acostándote con la primera mujer que te encontraras? Pero no, tú nunca escuchas, siempre me ignoras y mira, estos son los resultados de tu irresponsabilidad, Jovencito.

¿De verdad tienes VIH?

¡Wow! Bro, nunca creí algo así de ti; pensé que tenías más cerebro.

Ni siquiera había pronunciado una condenada palabra; y Andy ya había estructurado toda una teoría que no tenía nada de cierta; y lo peor, era que el dúo dinámico le creía.

A ver idiotas, ¿Cuándo dije algo sobre el VIH?

No necesito que lo digas, puedo leerlo en tus ojos.

Ah, no sabía que tenías el don de leer mentes, Andy.

Lo sé, ¿No soy increíble? ¿Me respetas más ahora?

Mira pedazo de animal, deja de darle tanta cuerda a tu imaginación y escúchame antes de juzgarme; y ustedes dos también, ¿Por qué le creen?

Porque es Andy.

Lo que dijo Rick.

¡DIOS!

De verdad que, eran unos imbéciles.

Omitiré eso y proseguiré, ¿De acuerdo?

Tom, la muerte no es la solución; no importa si eres un portador del virus, yo, voy a quererte igual.

¡COMO UN DEMONIO ANDREAS! ¿PODRÍAS CALLARTE Y ESCUCHAR?

Está bien, pero, no me grites.

Dios…

Y bien Tom, ¿De qué se trata?

Bueno, ustedes saben que yo estoy obsesionado con…

Los autos.

Los tres respondieron al unísono; al principio me descoloco un poco su respuesta, pero, luego, no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mi rostro; ciertamente, eran un trio de idiotas, aunque, a veces se tornaban pesados; ellos, al igual que yo, conocíamos cada aspecto de nuestras vidas y soportábamos los sueños de los otros; siempre brindándonos apoyo, impulsándonos, levantándonos y superando los obstáculos del camino.

Ellos eran más de lo que pudiese pedir.

Mis amigos.

Mis hermanos.

Mi soporte.

Jajaja, ¡Exacto! Por tal razón, mi padre me dio la posibilidad de irme a Stuttgart por un Intercambio.

¿De cuánto tiempo?

1 año.

¿QUÉ?

Los tres colocaron el grito en el cielo, de antemano sabía que ellos no lo iban a asimilar tan fácil, es decir, desde los 10 años he compartido la mayor parte de mi vida junto a ese trio, era lógico que reaccionaran de esa manera; pero, luego de explicarles mis motivos, sabía que iban a apoyarme.

Lo que sucede es lo siguiente…

Nos abandonas como perros a la calle y nos reemplazaras por otros cerdos inmundos que no se comparan en nada a nosotros, pero aun así, te harás amigo de ellos y te quedaras para siempre en Stuttgart.

¿No lo dije?

Unos completos idiotas.

Aunque de los tres, Andy era el más descerebrado; de cierta forma, me dolía más la despedida con ese rubio que con Jake y Rick; aunque les amaba con el alma; mi amistad con Andreas era algo surreal, por eso, entendía que él se colocara así.

Andreas no seas imbécil, eso no va a suceder. ¿Dónde voy a conseguir a tres idiotas tan particulares y únicos como ustedes?

No sé porque, pero, me siento halagado por tu comentario.

Jajaja, ¿Me dejas hablar?

Si, si, si, ya, no interrumpo más.

La Universidad Técnica de Stuttgart tiene un Programa de Ingeniería con énfasis en mecánica y desarrollo automotriz; el curso es sólo para aspirantes a la Carrera; es como una especie de preámbulo a lo que se puede ver y estudiar a lo largo de la Profesión; el Intercambio dura un año porque ese es el tiempo estipulado para aprobar el taller, pero, sí mis notas son demasiado altas, el tiempo se reduciría y mi estadía allí sería menor.

¿Hablas en serio?

Si Andy.

¿No nos estas engañando para que te dejemos ir?

¿Qué?

Lo que oíste.

¿Dejarme ir?

Jajajajaja.

¿Acaso necesitaba autorización?

Bueno, no requería permiso de ellos, pero, si deseaba tener su comprensión y por tal, su aprobación.

Su opinión era muy importante para mí.

Andreas, no te comportes como un niño; Tom habla en serio, y por tal razón, debemos ser coherentes al respecto.

Pero…

Pero nada. Mira Bro, no necesito que me expliques, si eso es lo que quieres, si es lo que te apasiona, sólo dime, ¿Qué necesitas de mí? ¿Puedo ayudarte en algo? Creo que sobra decir que cuentas con mi apoyo; estoy para ti.

Tenía que reconocer que aun cuando mi conexión con Andreas era sorprendente; en estos momentos, era Jake quien siempre hacia uso de su inmensa sabiduría y los obligaba a entrar en razón.

Para mí, Jake era como un hermano mayor.

Gracias Bro, no sabes lo mucho que me tranquiliza escucharte decir eso; y bien, ¿Qué opinan ustedes?

Ummm, no sé, bueno, me parece genial que tomes la iniciativa; no te voy a mentir, me entristece un poco que te vayas por tanto tiempo; pero, concuerdo con Jake; sí estas convencido de eso, pues ¡Hazlo! También cuentas conmigo.

Gracias Rick, y, ¿Qué dices Andy?

Te odio, muérete, rastafari inmundo.

Andreas, por favor, necesito saber tu verdadera opinión.

Esa es mi opinión.

Andy…

Andreas soltó un suspiro muy largo para mi gusto y luego de mentalizarse un poco, dijo:

Está bien, lárgate para esa ciudad del demonio.

No me sirve que me contestes así, me haces sentir como un miserable.

Es que eres un miserable.

Andreas, ya, venga, dime las cosas como son ¿Si?

¡Ah! Está bien, si, te apoyo, soy consciente de que se te va la cabeza por los autos y toda esa mierda; pero, tienes que prometerme dos cosas.

¿Cuáles?

Primero, vas a cuidarte Tom; me importa una mierda que Stuttgart esté cerca a Frankfurt; no conoces a nadie allá y todos hemos escuchado sobre la «Zona Restringida» ¿No?

Ajam, ¿Segundo?

No nos vas a hacer a un lado; quiero seguir en contacto contigo, saber todo, tus expectativas, vivencias, experiencias, todo. Además, bajo ninguna circunstancia puedes olvidar que no importa dónde te de él agua, nosotros…

Siempre van a darme la mano para evitar que me ahogue; lo sé Andy.

Bien, si entiendes esas dos cosas, por mí, te puedes largar ya mismo.

Oye, no me eches.

No te has ido y ya me siento vacío.

Deja de ser tan cursi Andreas.

No es cursilería, es afecto.

La seriedad con la que Andy soltó semejante comentario, nos provocó una risa tan estridente que casi levantamos toda la casa; amaba compartir tiempo junto a ellos, valoraba cada una de sus recomendaciones; y por nada del mundo, permitiría que un lazo tan fuerte como el que teníamos, se terminara así sin más.

Desde que había hablado con los chicos, pasaron sólo dos semanas para irme de la ciudad, en medio de ese lapso, me despedí de algunas personas conocidas y por supuesto que, compartí demasiado tiempo junto a mi familia y amigos; incluso hicimos un viaje rápido a Suiza; donde disfrutamos de la nieve y las competencias estúpidas entre nosotros, que por esta ocasión, no nos ocasiono ninguna fractura.

Llegó el día de la partida, tanto mis padres como Andreas, Jake y Rick, fueron hasta el aeropuerto a despedirme; mamá contenía sus fuerzas de llorar, al igual que mi padre; Andy no pudo retenerse y empezó a lamentarse como si no existiese un mañana, Rick lo acompaño en el proceso y Jake no hacia otra cosa que regañarlos para que se comportaran como los «Hombres Maduros» que se suponían que eran; pero, a él también se le notaba la tristeza.

Viendo ese cuadro tan conmovedor, me hizo dudar por un segundo de mi decisión; sin embargo, no había marcha a tras; esto era un paso importante para mi futuro; lo único que podía hacer, era dedicarme al 100% a los estudios y regresar cuanto antes.

Inicio el proceso de abordaje, me despedí de todos; llegue al avión y por la ventanilla aprecié por una última vez (En un período) los paisajes de Frankfurt; sentado en aquella silla, no pude evitar que se salieran una cuantas lagrimas; aun cuando Stuttgart estaba relativamente cerca; nunca había salido de casa a un lugar que no conocía, con personas nuevas y un ambiente diferente al que estaba habituado; no obstante, con el tiempo me acostumbraría a ello, o bueno, eso era lo que pensaba; pero…

¿Acaso los planes son siempre como uno los piensa?

Un solo encuentro, sería el responsable de transformar mi existencia; al punto que, me vi obligado a dejar mi humanidad para trascender a una metamorfosis donde yo, era la bestia y ellos, mis presas.

Mi llegada a Stuttgart no tuvo contratiempos; mi padre había organizado todo para que en el Aeropuerto me estuviese esperando un chófer que me llevaría hasta el apartamento que me serviría de residencia hasta mi vuelta a Frankfurt.

A lo lejos divise el cartel que llevaba mi nombre y procedí a ir con aquel conductor; me subí al auto, baje la ventana y vislumbre el aspecto de la ciudad; tenía que admitirlo, era más grande y estructural que Frankfurt; sus edificios eran enormes y dispuestos de tal manera que en conjunto formaban un paisaje armónico con la cobertura vegetal de sus alrededores.

En sí, el lugar parecía tranquilo; de hecho, muy costumbrista, es decir, algo similar a la «Tradición Alemana»; muy distinto al modernismo que tenía mi ciudad por ofrecer; pero, aun con dicha diferencia, me sentía algo emocionado.

Mi apartamento estaba ubicado en la zona central de la parte alta de la ciudad; allí residían los complejos urbanísticos más costosos del lugar; por más de que le había insistido a mi padre que no abusara del dinero; al parecer, no había tomado en cuenta mi opinión, porque ese sitio donde iba a pasar un año entero; era sublime.

El conjunto era precioso, completamente inundado de vegetación por todas partes; incluso, habían espacios comunes como gimnasio, piscina y parque; al entrar a mi departamento, me quede aún más impresionado; veía lujos por todas partes…

¡Dios, Papá!

Definitivamente no debía confiar en su palabra en esta clase de asuntos, era obvio que él iba a buscar un lugar que me recordara mucho a mi hogar, para no sentir el impacto abrupto de la mudanza.

Aquel chófer coloco mis maletas en el salón, y unos cuantos minutos después, salió una mujer de unos 40 años, quien se encargaría de llevar mi equipaje hasta mi cuarto…

– Joven Trümper, es un placer conocerlo. Mi nombre es Miryam Jones, estaré a cargo de todos los deberes del apartamento; desde su comida hasta la limpieza; por favor, no dude en llamarme cada vez que me necesite.

– Oh, es un gusto conocerte; ammm, ¿Cómo debo llamarla?

– Como desee.

– Bueno, entonces, Miryam.

– Sí señor.

– Llámame Tom.

– ¿No es demasiado informal?

– No, me siento más cómodo de esa manera.

– Entendido.

Miryam salió del salón y fue hasta mi habitación; aquel cuarto era muy similar, casi que una réplica exacta de mi antiguo dormitorio; le pedí a la Sra. Jones que me dejara arreglar mis cosas, mientras ella se encargaba de preparar algo de comer, le informe sobre mis gustos en la alimentación y la manera en la que tenía que lavar mi ropa; era algo quisquilloso con esos detalles.

Mientras desempacaba y acomodaba mis cosas, recibí una llamada de casa:

– Hijo.

– Hola mamá, ¿Cómo estás?

– Bien mi cielo, ¿Y tú? ¿Cómo te encuentras?

– Bueno, ya estoy en el apartamento.

– ¿Si? ¿Es de tu agrado? ¿Te falta algo? ¿Quieres que enviemos algo de aquí? ¿Te sientes cómodo? ¿La Señora Jones te recibió bien? ¿Su comida es de tu gusto? ¿Te arreglo la ropa? ¿Desempaco tus cosas? ¿Te sientes cerca de casa en ese lugar? ¿Quieres ir a otro sitio?

Mamá estaba perdiendo la cabeza…

Sus interrogantes no iban a cesar con facilidad; ella estaba histérica por ello, cuando mi padre le informo, se enojó tanto que no le hablo por dos semanas enteras; sólo después de dialogar con ella y explicarle lo mucho que eso significaba para mí; Clarise entendió que Jörg lo hacía por mi bien y que debía aceptarlo.

– Mamá, estoy bien, todo está de maravilla. Ustedes escogieron más de lo que me imaginaba, gracias, en serio.

– ¿De verdad? ¿Te sientes bien?

– Si mamá, no te preocupes.

– ¿Y qué haces?

– Arreglo mi ropa, ya sabes que no me gusta que toquen mis cosas.

– Si Cielo, lo sé.

– ¿Y papá?

– Está en una reunión, pero dijo que en la noche se comunicaría contigo.

– Ah, estaré esperando.

– ¿Tom?

– Dime.

– Cuídate mucho mi niño.

– Si mamá, todo va a estar bien; te lo prometí, ¿Recuerdas?

– Sí, es sólo que, es tu primera vez lejos de casa, lejos de mí…

– Mamá…

– Lo siento, aun no lo asimilo.

– Oye, no te pongas asi que me haces sentir triste ¿Si? Hablaremos todos los días, les enviare fotos, estarán informados de todo, te lo prometo.

– Está bien. Bueno hijo, dejo que continúes con lo tuyo.

– Gracias mamá, te amo ¿Lo sabes?

– Si, y yo también te amo, mucho, mucho, más que tú.

– Bye.

– Adiós, mi pequeño.

De cierta forma, me sentí algo culpable, pero, en verdad quería tomar ese curso; necesitaba confirmar todas mis dudas sobre dedicar mi futuro a la Industria automotriz; por eso, no podía rendirme tan fácil; debía aprovechar al máximo esta oportunidad.

Cuando termine de organizar mis pertenencias, le pedí a Patrick (El chófer) que me llevara hasta la Universidad; quería conocer las instalaciones y aprender cuanto antes como desenvolverme en ese lugar.

En sí, la Institución no era muy grande, de hecho, parecía exclusiva, como si un número reducido de personas estudiaran allí; la estructura era hermosa y sofisticada, acompañada de una buena dosis de elemento vegetal; llegué hasta la Oficina de Información y le pedí a la secretaria que me diera todos los detalles del curso.

Aquella señorita me explico a fondo los pormenores del curso, incluso, me hizo un pequeño recorrido por las Instalaciones, me indico la forma de ubicarme y las zonas de laboratorios y practicas; terminamos luego de dos horas, agradecí su tiempo y me fui de allí.

Junto a Patrick, visité los sectores más reconocidos de la ciudad, poco a poco, me fui habituando al lugar; al menos, ya no me perdería con tanta facilidad.

Llego la noche y con ella mi reporte diario a mis amigos; hice una videollamada y en cuestión de minutos, respondieron los tres:

– ¡TOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!

– ¿Cómo estás? ¿Te gusto el departamento? ¿Viste chicas lindas? ¿Ya te ligaste a una? ¿Estás cómodo en tu cama? ¿Fuiste a la Universidad? ¿Recorriste la calle? ¿Te contagiaste de VIH?

– Hola Bro.

Era claro identificar sus saludos; Rick desesperado porque no los había llamado antes; Andreas inundándome de interrogantes justo como mi mamá y Jake, pues es Jake ¿No? Siempre tan escaso de palabras.

– Bueno, bueno, uno por uno. ¡DIOS! Que no les entiendo una mierda si hablan a la vez.

– Voy yo primero.

– Sí, Andreas, dime.

– Cuéntanos todo.

– Pues llegué sobre las 10 am, me recogieron en el Aeropuerto, de allí conocí mi departamento.

– ¿Y cómo es?

– Esperen.

Me levante y empecé a recorrer mi cuarto, y asi, con todas las partes del Departamento; les presente a Patrick y Myriam; regresé a mi habitación y seguí con mi narración:

– Fui a la Universidad, conocí las instalaciones y luego, recorrí los sectores más visitados de Stuttgart; por lo menos, tengo una idea general de todo.

– ¿Y la zona restringida?

– Ammm, no lo sé, hasta donde Patrick me dijo, la sección donde yo vivo, está retirada de ese sitio.

– Tom, por nada del mundo te vayas a ir por allá, ni por chiste.

– Si Rick, no soy idiota.

– Es porque eres un imbécil que te lo dice.

– Gracias Andreas, tu como siempre tan honesto.

– Dejen de molestarlo tanto, Tom no es un niño.

– Bro en definitiva, sólo tú me entiendes.

– Jajajaja, sabes que sí.

– Bueno, creo que es hora de despedirnos, mañana inicio, asi que, deseo descansar.

– Cuídate Tom, hablamos mañana.

– Bro, suerte mañana.

– Tú rastafari asqueroso, será mejor que te cuides porque si te pasa algo, soy capaz de suicidarme y buscarte en el infierno para impedir que reencarnes ¿Entendiste?

– Si, si, si, hasta mañana chicos.

– Bye.

Finalicé la videollamada, tomé una ducha, cambie mi ropa por una más ligera y me dispuse a descansar; mañana iniciaría a las 9 am y quería estar con algo de tiempo para no tropezar con los estudiantes habituales de la Universidad.

La alarma sonó a la hora establecida; abrí mis ojos despacio y por un momento, salté de la cama con asombro; al parecer, me costaría un poco acostumbrarme a despertar en un lugar diferente a mi casa.

Me levanté, tomé una ducha; escogí un atuendo casual, es decir, lo mismo de siempre: Pantalón ancho, camisa extra grande, zapatillas deportivas, banda, gorra y listo.

Salí de mi habitación con las cosas necesarias para tomar apuntes si lo necesitaba; llegué al comedor, donde Myriam ya tenía lista la mesa para el desayuno; como sin contratiempos, debía admitir que ella era buena cocinando, quizás, no tanto como mamá, pero, era mejor de lo que esperaba.

Mire mi reloj, estaba a tiempo de llamar a casa e informar que me iría a la Universidad.

Luego del contacto con mis padres, Patrick me llevo hasta la Institución; ingresé con seguridad, sabia de sobra el lugar donde se iniciaría el curso; divise el aula, entre y tome asiento; pude escuchar claramente detrás mío, unas voces femeninas que iniciaban rumores:

– ¿Lo viste?

– Demonios, ¿De dónde salió esa preciosidad?

– Tiene pinta de ser un salvaje total.

– Santo Dios, que no sea gay.

– Ni de coña, a leguas se nota que es todo un alfa.

No pude evitar reír para mis adentros; ni siquiera en esta ciudad las chicas eran recatadas, quizás, el lugar era muy tradicionalista, pero, su gente era modernista y liberal como en Frankfurt.

Quise jugar un poco y me giré hacia ellas; cuando mi visión entro en contacto con sus miradas; las chicas se sonrojaron un poco, su reacción me hizo gracia y decidí burlarme un poco más; les guiñé un ojo y todas soltaron pequeños grititos de sus bocas.

Dirigí mi vista de nuevo al frente; la primera hora era una Introducción a la Ingeniería, en sí; tenía mi mirada fija en cualquier punto del salón, cuando vi que un chico se acercó hasta mi asiento y dijo:

– ¿Tom Trümper?

– Depende.

– Jajajaja, hombre, no cambias, ¿No te acuerdas de mí, verdad?

– No.

– Soy Jonas Smith.

Jonas…

Jonas…

¿Jonas?

¿En dónde había visto este chico?

– Ammm, yo fui a quien tu venciste en las pruebas nacionales de Matemática avanzada.

¡JONAS SMITH!

Claro, el chico que me felicito aun cuando había perdido contra mí.

– Oh, sí, sí, ya te recuerdo, Jajaja, lo siento, soy un desastre recordando personas.

– Tranquilo, aunque, me sorprende verte aquí.

– ¿Por qué?

– Bueno, en Frankfurt hay mejores oportunidades ¿No?

– Sí, pero, no en el campo automotriz.

– Ummm.

– ¿Estarás en este curso?

– Pero como monitor, la verdad estudio mecánica clásica.

– Oh, genial.

– Sí, pero, el docente que va a dictar este curso, es mi instructor en las prácticas; me pidió que lo ayudara y aquí estoy; aunque, si hubiese sabido que estarías aquí, te habría sugerido.

– Jajaja, ¡NO! Esas cosas no me van a mí, de verdad.

– Entiendo.

– Me alegra tener un rostro conocido.

– Jajajaja, si tienes dudas de algo, puedes consultarme.

– Gracias Jonas.

– Claro.

Nuestra conversación fue interrumpida por el Profesor; era un hombre sumamente alto, con un cuerpo muy esculpido, calvo, y con una barba desarreglada…

¡Eso no me lo esperaba!

El tipo parecía un rebelde sin causa.

– Tomen asiento Jóvenes. Bien, antes que nada, me presentare. Soy Edward Cook, y estaré a cargo de este curso de inicio a fin.

Abrí mis ojos con mucha sorpresa…

¿EDWARD COOK?

¿Es en serio?

¿Mi maestro va a ser el 7 veces campeón de las Olimpiadas nacionales de robótica e innovación?

¡DIOS!

¡Qué puto honor!

– Bueno, quiero dejar algunas cosas claras. Poco importa mi trayectoria a lo largo de los años, siempre puedo aprender más de lo que ya se y por ello, los incito a que reten mi conocimiento y con ello, construyamos algo mejor y revolucionario ¿Entendido?

– Sí señor.

– Las normas son sencillas; no soy tanto de hacer evaluaciones y exámenes complicados. Me gusta interactuar y descubrir la perspectiva de los estudiantes frente un escenario en particular; si les pregunto algo, contesten sin temor alguno, no los voy a sacrificar, ni nada por el estilo. Ustedes nunca van a saber cuándo los estoy examinando, puede que sólo al observar su comportamiento o desempeño, decida darles una calificación. ¿Comprenden?

– Si.

– Ok, no le demos más larga y empecemos. ¿Quién fue Nikola Tesla?

La clase se sumió en un silencio sepulcral, nadie contestaba y yo no iba a ser el primero en alzar la mano y responder, ni de coña.

– Empezamos mal, si ustedes no contestan a voluntad, yo, debo elegir por obligación; que me responda, el Joven Trümper.

¡Mierda!

De todos los putos nombres de la lista, tenía que ser yo el primero.

Inhale despacio y conteste:

– Fue un inventor, ingeniero mecánico y físico del siglo pasado que baso sus estudios al progreso del electromagnetismo; muchos lo acusan de robar sus ideas a su archienemigo Thomas Edison.

– ¿Y tú que piensas de eso?

– Lo considero una mentira; Edison estaba celoso del talento de Tesla; pues este último logro extender el saber de Thomas en cuestión de años y no requirió de 1000 bombillas para alcanzarlo.

– Jajajaja, Así es que se contesta señores. Bienvenido a bordo, Tom.

Las chicas soltaban suspiros sin cesar y los hombres me miraban con asombro; me parecía sobre-actuada su reacción, es decir, sólo fue una respuesta normal ¿No?

La clase finalizo, estaba por salir del salón, cuando el Sr. Cook me detuvo:

– Tom, ¿Me permites?

– Sí, señor.

– Déjame ver tus apuntes.

– ¿Cómo?

– Si, déjame ver lo que has anotado.

– Ammm, yo…

– ¿Qué pasa?

– Es que no tome apuntes.

– ¿No? Y eso, ¿Por qué?

– Bueno, no lo considere necesario.

– ¿No?

– No, señor.

– ¿Recuerdas todo lo que explique?

– Sí, señor.

– ¿Puedo preguntarte?

– Claro.

El Sr. Cook inicio con su interrogatorio, respondí a cada una de sus preguntas sin problemas; él sólo reía ante mis respuestas y dijo:

– Vaya, creí que nunca encontraría a alguien como tú. Tienes una mente prodigiosa, no voy a desperdiciar tu potencial; quiero que vayas de la mano con mi clase avanzada, tienes todo el talento para hacerlo, ¿Te le mides?

– ¿Cambiara mi horario?

– Si, se reducirán las horas teóricas y se aumentaran las practicas; tu tiempo se ocuparía sobre todo en las mañanas, ¿Estás de acuerdo?

– Claro.

– Con eso, tu curso sólo durara 5 meses.

– ¿Tan poco tiempo?

– Tom, no necesitas la teoría, requieres la experiencia.

– Está bien.

– Bueno hijo, te enviare los detalles de tu nuevo horario al correo. Ansió trabajar contigo.

– Gracias señor, yo igual.

– Claro.

Salimos del aula, de cierta forma, me sentía feliz, había pasado la primera prueba y con creces; ahora, podría pasar el curso en un tiempo inferior al propuesto; cuando crucé la entrada de la Universidad, vi que Jonas me estaba esperando:

– Te ganaste a Cook, eso es un milagro.

– Jajaja, ¿De verdad?

– Claro que sí, ¿Sabes cuantas personas han pasado ese curso en los últimos dos años que el lleva dictándolo?

– ¿Cuántas?

– 10.

– ¡Wow!

– Exacto, sí él te reconoció, prácticamente tienes ganado ese curso.

– Jajaja, eso espero.

– ¿Quieres ir a tomar algo y charlar?

– Ammm, si, vamos.

Le indique a Patrick que regresaría por mi cuenta; nos dirigimos a un Centro comercial, subimos a la tercera planta y nos disponíamos a ir a una cafetería; cuando Jonas se encontró con unos compañeros y empezaron a dialogar; me los presento y les comento sobre «Mi hazaña»; ellos no se lo podían creer y de un momento a otro, ya me había integrado a su grupo.

Mientras charlábamos, me di cuenta de que había una mirada fija en nuestra dirección; giré y me encontré con ella.

Era una mujer alta, con un cuerpo muy bien definido, su cabello era rubio y sus ojos azul claro, sus labios eran rosados y parecían suaves al tacto; su estilo era algo descomplicado, jeans rotos, una blusa con cuello en «V», converse y nada más…

Había algo en ella que me intrigaba y aprovechando su atención, me acerque:

– ¿Estás perdida?

– ¿Qué? No, ¿Cómo?

– ¿Qué si estas perdida?

– ¿Por qué preguntas eso?

– Bueno, llevas más de 10 minutos mirando en mi dirección; al principio creí que observabas algo detrás, pero, eso no parece ser el caso; entonces, de seguro estas perdida y mantuviste tu mirada en mi porque quieres preguntarme hacia donde ir ¿Verdad?

Ella se sonrojo y soltó una ligera sonrisa…

– Te ves hermosa cuando sonríes.

Ante mi comentario, aquella mujer, se tensó por completo; sentí como su corazón empezó a latir con fuerza…

– ¿Te incomodo mi comentario?

– N-No, es que, ammm, no estoy acostumbrada a ese tipo de apreciaciones, es todo.

– No te creo.

– ¿Qué?

– ¿Me estás diciendo que los hombres no vivan tras de ti? ¡Ja! Eso no te lo crees ni tú.

– Pero, es la verdad.

– ¿Cómo una mujer tan perfectamente esculpida no puede ser el delirio de los hombres, ah?

– ¿Y tú qué me dices?

– ¿De qué?

– ¿Acaso no percibes como todas las miradas se depositan en ti?

– Bueno, si lo hago; pero, en estos momentos, estoy concentrado en ti.

No estaba particularmente interesado en ella, pero, por alguna extraña razón, no quería apartarme, sus ojos, lograban capturarme.

– ¿Cuántos años tienes?

– 15.

– ¿QUÉ?

– Jajajaja, ¿Por qué te sorprendes? ¿Luzco mayor?

– Bueno, no creí que fueras tan pequeño.

– ¿Cuántos tienes tú?

– Ammm.

– ¿Si?

– ¿Seguro quieres saber?

– Si.

– 21.

– ¿En serio? Creí que tenías unos 18 como máximo.

– Bueno, creo que será mejor que me vaya.

– ¿Por qué? ¿Tienes algo por hacer?

– No, es sólo que, bueno, es decir, eres un nene.

– Wow, esta es la primera vez que me siento tan humillado.

– Perdón, yo…

– Nada, me has insultado y no voy a disculparte.

– Pero…

Me acerque y la bese como todo un animal; mi lengua reclamaba cada parte de su cavidad; ella me siguió el ritmo en un inicio, pero, luego le fue imposible; al menos, parecía que tenía más experiencia que ella.

Me separe, me posicione en su oreja, le di una pequeña lamida, bese y mordí su cuello, para luego decirle:

Los niños también sabemos jugar.

Ella se quedó atónita ante mi comentario, la dejé allí, y regrese con Jonas; no quise pedirle su información de contacto; si nos íbamos a encontrar de nuevo, que asi fuera.

La tarde pasó con rapidez, llegué a mi apartamento; tome la cena y me dispuse a revisar las notificaciones de mi celular:

10 llamadas de Mamá.

25 llamadas de Andy.

20 Mensajes de Andy.

3 Llamadas de Rick.

2 Mensajes de Rick.

1 Mensaje de Jake.

Me parecía increíble que Andreas llamara más que mi propia madre…

Decidí contactarme primero con mis padres, les hable de mi día, de lo que el Sr. Cook me propuso; ambos se pusieron eufóricos más que por el reconocimiento que me hicieron, fue por el hecho que iba a regresar antes.

Al finalizar con esa llamada, inicie una conversación grupal con los chicos; y las respuestas no tardaron en llegar:

– Pero miren quien se acordó de que tenía amigos…

– Uno puede morirse y el señor no se da cuenta, te llame y escribí mensajes; no fuiste capaz de contestar, eres un desalmado.

– Hola Bro.

Como siempre, los dos Ardidos vs. El rebuscador de palabras Jake.

– Dios, dejen de reclamarme por todo, ni que estuviéramos comprometidos.

– ¡OH! Pero, ¿Qué dijiste? ¿No se suponía que jamás nos íbamos a separar? ¿Acaso eso no significa que estamos comprometidos?

– Jódete Andy, no empieces con tus dramas.

– Te odio.

– Si, si, si, ¿Puedo contarles o no?

– Prosigue.

Les comente lo sucedido en la Universidad con el Sr. Cook y sobre la chica con la que me había encontrado; todos estaban felices porque mi estancia sería más corta y al igual, me pidieron que fuera cuidadoso con esa mujer; si era mayor, de pronto, tenía sus mañas.

Me despedí de ellos, tome una ducha y reiniciaría el ciclo de nuevo.

Los días pasaron sin contratiempos, ni dificultades; mi desempeño en el curso era increíble, estaba contento por poder aplicar el conocimiento previamente obtenido; el Sr. Cook vivía delirando sobre mi talento y lo mucho que podría lograr si yo continuaba con la carrera de Ingeniería.

De momento, ya sabía cómo moverme en la ciudad, incluso había salido los fines de semana, claro que, tuve sexo con algunas chicas, pero, no vi de nuevo a esa mujer del centro comercial, hasta que, un día sin previo aviso, apareció.

Iba de camino a mi apartamento, divisando el horizonte y el firmamento, estaba concentrado en mí alrededor, sin pensar mucho en lo que tenía en frente, cuando, choque con alguien:

– ¡Au! Mierda, ¿Qué no te fijas por dónde demonios andas o que, pedazo de estúpido?

Al fijarme con más detenimiento, me di cuenta de que era la misma chica; sonreí ante la ironía del momento, la ayude a levantarse y cuando ella me vio, se sonrojo al instante; parecía apenada por la manera en la que me había contestado.

– Vaya, pero, ¡Qué vocabulario! Eres algo serio cuando te enojas ¿No?

– Yo…

– ¿Lo sientes?

– Si.

– No hay problema, la verdad, fue mi culpa. Estaba pensando en idioteces, ¿Te hice daño?

– No, no, estoy bien.

– La última vez, lo olvide, ¿Cómo te llamas?

– Ammm, R-Richelle ¿Y Tú?

– Tom.

– Un gusto, Tom.

– Lo mismo digo, Richelle.

– Y, ¿Qué haces por aquí?

– Vivo cerca.

– ¿Ah, sí?

– Si, ¿Quieres venir?

– No, de hecho, tengo otras cosas por hacer.

– Jajaja, si no quieres venir no tienes por qué recurrir a las excusas. No importa, nos veremos después.

Iba a salir de allí y continuar con mi recorrido; si ella no tenía interés, yo tampoco debía demostrarle algo.

Sentí como una mano más pequeña y delicada me tomaba de la muñeca.

– No, espera, es que, de verdad si tengo algo que hacer, pero, no demoro, ¿Puedes decirme dónde vives? Iré.

– Puedo acompañarte si quieres y de ahí, nos vamos a mi apartamento.

– ¿En serio?

– Sí, claro.

– Gracias, Tom.

– No hay por qué.

Acompañé a Richelle a una tienda un poco extraña; ella hablaba con unos tipos con pintas demasiado peculiares; pronto término y nos dirigimos a mi apartamento.

Myriam nos sirvió la cena, charlamos de temas triviales y luego, fuimos hasta la terraza que colindaba con la vista nocturna de Stuttgart.

– Así que, ¿Eres un niño rico?

– Jajaja, mis padres lo son, no yo.

– Eso sólo lo dicen los niños ricos.

– Jajaja, bueno, ¿Y tú? ¿En dónde vives?

– Ummm, prefiero no hablar de eso.

– Oh, claro. Entonces, ¿Tu familia?

– De eso tampoco.

– Ammm, ¿De qué quieres hablar?

– De ti.

– Jajaja, ¿Qué quieres saber?

– ¿Tienes novia?

Oh, oh, oh…

Ya sabía hacia donde iba esta conversación…

– No, de hecho, nunca he tenido una.

– ¿Qué? No te creo, ni de coña eres virgen, eh.

– Jajajaja, yo no dije que lo fuera. Es sólo que de momento, no he salido con alguien seriamente, ¿Me entiendes?

– ¿Por qué no?

– Ummm, no lo sé, la mayoría de las chicas son muy superficiales y vacías, no me llaman la atención.

– Oh, así que, te gusta que una mujer tenga algo para ofrecerte más que su cuerpo.

– Si, se podría decir que eso es lo que pienso.

– Pues, me parece increíble que pienses de esa manera.

– ¿Si?

– Si, por lo general, los hombres no procesan otra cosa que no sea «Sexo», quizás por eso, las mujeres también buscan sólo eso.

– Te equivocas; cada quien decide que obtener de la otra persona, sí esta quiere sexo y la otra no busca eso; no tiene por qué seguirle la corriente ¿O sí?

– No necesariamente.

– ¿Ves? Cada persona decide que hacer, no hay porque ocultarlo tras definiciones complicadas; las cosas como son.

– Jajajaja.

– ¿Qué pasa?

– Es que, tú, te pareces a alguien que conozco.

– Y, ¿Eso es bueno o malo?

– Depende de la perspectiva en que lo mire.

– ¿Y cómo quieres verlo?

Me plante a escasos centímetros de su rostro, observé sus ojos y descubrí que tras de esa «Seguridad», había una pequeña niña que gritaba desesperadamente que alguien la tratara con cariño y ternura.

Y por esta noche, eso era justo lo que iba a ofrecerle.

Me acerque a su oído, y con mucha lentitud, puse mis manos en su cintura y la aproxime a mi cuerpo, bese su frente y le susurre:

– ¿Me deseas?

Su cuerpo comenzó a temblar; siendo ella 6 años mayor que yo, por algún motivo, estaba muy nerviosa; reaccionaba ante mí como una niña inocente e ingenua.

¡Me gustaba!

Richelle no contestó, sólo, asintió en respuesta.

La tome de la mano, y la llevé hasta mi habitación; cerré con seguro y me senté en la cama, mientras ella mantenía de pie entre el espacio que le había dejado en medio de mis piernas.

Llevé mis manos hasta sus muslos, y comencé a acariciarlos con pequeños movimientos circulares, mientras que repartía besos en su abdomen. Levanté mi vista y me di cuenta de que ella estaba muy avergonzada por la forma en la que la estaba tocando, quizás, esta era la primera vez que alguien se tomaba el tiempo de acariciarla y apreciar su belleza.

Me puse de pie, la abracé y le dije:

– ¿No quieres hacerlo?

Escuché con fuerza como su corazón se enloqueció; Richelle rodeo mi cintura con sus brazos y escondió su rostro en mi pecho, y dijo:

– Si quiero.

– Entonces, ¿Por qué pareces incomoda?

– N-No estoy incomoda, es sólo que, tu estas siendo muy tierno y…

– ¿No te gusta?

– Es decir, nunca me habían tratado así.

– ¿Quieres que continúe  o…?

– No, por favor, hazlo así.

La bese con lentitud, despacio, sin prisa, recorriendo cada parte de su boca; mordía su comisura, lamia su cuello, succionaba cada parte que tenía visible al instante y ella, gemía en respuesta.

Su voz excitada, era, sencillamente encantadora.

Algo en ella, me provocaba de sobremanera.

Comencé a quitarle las prendas de vestir, primero sus zapatos, luego sus pantalones y por último, su blusa; la acomode en la cama para que se relajara y empecé a depositar besos en la longitud de su cuerpo; a veces, la mordía con suavidad y en otras, succionaba un poco, a lo que ella, se retorcía de placer.

Me saque la camisa, ya empezaba a sentir que la temperatura subía…

Hice que Richelle se sentara encima de mí, mientras yo rodeaba su cintura con mis brazos; desabroche su sostén y ella, giro su rostro por la vergüenza que le supuso revelar parte de su desnudez; yo, sólo, disfrute de la vista y sin preámbulos, lleve una de mis manos hasta su seno derecho; le di suaves masajes que aumentaban su excitación; de repente, pase mi lengua alrededor de su pezón y la mordí:

– ¡Oh! Tom…

Richelle estaba sintiendo cada una de mis caricias como si fuera la última vez que pudiera disfrutar de ellas; hice lo mismo con su seno izquierdo; cuando la estimulé lo suficiente, la recargue de nuevo en la cama, me quite los pantalones y quede en boxers.

No era un fanático del sexo oral, pero, quería hacerla disfrutar de esa manera; le baje su ropa interior, y completamente expuesta ante mí, la observe con detenimiento y le susurre:

– Eres preciosa, Richelle.

Sus ojos brillaron en respuesta, pude ver como se formaba una sonrisa en su rostro; yo, procedí a ubicarme en medio de sus piernas; bese muy cerca de su abdomen bajo, cada vez más y más, descendí y pasee mi lengua por su sexo; primero, con pequeñas lamidas y luego, succionando por completo su cavidad…

Richelle gritaba del placer; sus manos agarraban las sabanas con fuerza y sus piernas querían cerrarse, pero, se lo impedí; la tome de ambas piernas y la obligue a que las mantuviera abiertas.

– Nena, ¿No crees que va siendo hora de algo mejor?

– S-Si…

– ¿Me quieres?

– Si, Tom.

– ¿Cuándo?

– Ya mismo, te necesito.

– Entonces, quítame los boxers, hermosa.

Richelle llevo sus manos hasta mis boxers, me los quito y se quedó observándome con detenimiento…

– ¿Qué sucede? ¿Te gusta la vista?

Ella no respondió, sólo me miro a los ojos, y se lanzó por mis labios; volví a besarla, pero, no le permití un movimiento desenfrenado; quería ir con calma, para que ella, alcanzara el clímax como nunca.

Me puse encima de ella, la penetré con cuidado, entre dé a pocos hasta que conseguí llegar al fondo.

– T-Tom…

– Shhh, calma, vamos despacio ¿Si?

– Si…

Acomode mis brazos a lado y lado de su cabeza, y mientras la observaba, empecé a penetrarla; el ritmo iba en escalas, de una menor a una mayor; el vaivén era suave pero conciso; Richelle llevo sus manos hasta mi pecho y comenzó a arañarme…

¡Se estaba volviendo loca!

Mis movimientos empezaron a ascender; y ella se estremecía por completo…

– ¿Te gusta?

– Ahhh…

– ¿Quieres más?

– Tom…

– Si no me respondes, no puedo continuar.

– Si…

– ¿Si qué?

– Quiero que sigas.

– Entendido.

Cambié las tornas, hice que se girara para que quedara de espaldas; deposite mi peso sobre ella, y con las manos en sus caderas, empecé a penetrarla con más fuerza.

La intensidad llego a niveles inexplorados; en algún punto del encuentro, Richelle abandono la vergüenza, y empezó a desinhibirse; ella se penetraba a si misma mientras yo me empujaba contra su entrada; eran unas embestidas brutales, que me hacían desear que esa sesión se repitiera incontables veces; y así fue.

Luego de esa primera vez, Richelle y yo nos encontrábamos tres veces por semana; salíamos a cine o a cenar, íbamos a ferias, nos sentábamos en el parque a conversar; hacíamos cosas de parejas, pero, no oficializamos nada.

Nuestra «Relación» llevaba tres meses, de momento, no había tenido ninguna discusión con ella; hasta que, un día, la vi en compañía de otros sujetos sumamente extraños; me acerque a hablarle, pero ella, me trato de una manera muy indiferente, como si no me conociera.

Su actitud me molesto un poco, no entendía a que se debía su comportamiento y sólo después, vine a comprender, que no debí acercarme a hablarle, al menos no, en presencia de él.

Una noche, luego de haber bebido unas cuantas copas con Jonas y sus colegas; me dispuse a regresar a mi apartamento, tomé un taxi, indique la dirección y bajé en el complejo donde residía; estaba por entrar, cuando, sentí un olor muy penetrante y perdí la conciencia.

Al despertar, sentía como mi cabeza daba vueltas, abrí mis ojos y por más que mi mirada viajaba en todas direcciones, no lograba dar con mi paradero; el suelo estaba muy sucio, había botellas por todas partes, condones usados, restos de marihuana…

El lugar era una completa pocilga y yo, me encontraba amarrado a una silla.

Estaba inmovilizado.

No entendía la razón por la que me encontraba allí, pero, algo me decía, que los tipos que estaban frente a mí, eran de los Barrios Bajos; de eso no cabía duda.

– Vaya, hasta que por fin despierta nuestra bella durmiente.

– ¿Quiénes son ustedes?

– Oh, un momento, ¿Quién te dio permiso para hablar?

No lo vi venir, cuando me di cuenta, mi rostro estaba girado hacia un lado y corría sangre de mi labio…

¡Dios!

El dolor lo sentí luego del impacto de su puño contra mi boca…

– Dime niño, ¿Quién te dijo que podías involucrarte con Richelle? No, no, mejor aún, ¿Qué te hace pensar que tienes permitido jugar con ella?

– ¿Jugar?

– Si, jugar; ¿O es que un niño rico como tú se enamoró de una mujer del bajo mundo?

¿Bajo mundo?

No estaba entendiendo ni una mierda del asunto.

Richelle se abstuvo de decirme del lugar donde vivía, y ahora, las cosas parecían encajar. Ella era de la zona restringida y quizás, el imbécil que tenía en frente era su hermano o algo así.

– No tenía una puta idea de que ella era de aquí.

– ¿Aquí?

– Si.

– ¿Estás despreciando éste lugar? ¿Te crees superior?

– ¿Qué? No…

De nuevo, otro golpe, pero esta vez, en el abdomen…

Me quede sin aire por un tiempo.

Pero, ¿De dónde demonios había salido este tipo?

– Ya que tienes un complejo de superioridad; voy a enseñarte lo que es ser en verdad un alfa.

– Qué demonios…

– ¿Sabes suplicar?

– Y-Yo…

– ¿No? Lo supuse, los de tu clase no necesitan rogar por nada porque lo tienen todo, pero, ¿Sabes? Hay ocasiones donde el orgullo tiene que hacerse a un lado, y hay que darle paso a la humillación.

– ¿De qué hablas?

Y esta es una de esas ocasiones, siéntete complacido, porque, estoy por mostrarte lo placentero que puede ser el sexo con otro hombre. 

Continúa…

Hallo!!! Éste es el inicio del arco de Tom en Stuttgart; de antemano quiero mencionar el hecho que hay algunas cosas un poco duras referentes al pasado del personaje; trataré de no ser tan explicita para no generar tanto sufrimiento :'( 

No siendo más, espero que les guste. Un beso :3

Con Amor, AS ♥♥

Publico y rescato para el fandom TH

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