«Reverse II» Fic de Alter Saber
Capítulo 40: Rey
«Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder»
– Abraham Lincoln
El amor nunca había sido un tema de mi interés, es decir, ¿Quién piensa en temas tan triviales como esos, cuando debe sobrevivir en un lugar tan catastrófico como Stuttgart?
Cosas como «Enamorarse» o «Tener Pareja» eran casi que inconcebibles; las personas de mi ciudad tenían en mente su supervivencia; el cómo lograrían despertar al día siguiente, la manera en la que conseguirían dinero, la forma en la que escaparían de alguna clase de abuso o maltrato por parte de aquellos individuos que disfrutan con el dolor ajeno; simplemente, no había cabida para algo tan fantasioso como eso.
No obstante, no estaba renuente a la idea; salía con chicas, gozaba del sexo y experimentaba las distintas formas de conseguir el placer al lado de una mujer, pero, no les dedicaba el tiempo suficiente como para establecer algo «Serio». De momento, no había encontrado a la primera persona que lograra robarme el aliento, que me obligara a pensarle a cada instante del día, alguien que fuera capaz de mejorar hasta los peores momentos sólo con su presencia; no tuve ese privilegio, bueno, no de momento.
De hecho, los pocos individuos que tenían un hogar fijo, eran aquellos que migraban de otras zonas del país hacia Stuttgart, buscando, una forma de vida más «Sencilla»; claro está que, dichas personas viajaban bajo la perspectiva de la parte alta de la ciudad; sólo Karl y compañía llegaron a la zona restringida por voluntad propia.
Si yo hubiese tenido la posibilidad de elegir; jamás habría escogido permanecer en ese sitio; la vida en esta ciudad era caótica, nada tenía sentido, incluso la existencia parecía algo insignificante frente a la maldad y el despotismo que tenía por ofrecer este lugar.
Si lo pienso con un mayor detenimiento, tanto Karl como Black y Richelle, poseían la misma perspectiva que yo referente al «Amor»; es más, el líder de la camada siempre decía que aquellos que se enamoraban abandonaban la posibilidad de sobrevivir; su afirmación se basaba en el hecho que, los individuos que pierden su razón por otros, son capaces de arriesgar su propia vida, si con ello, logran salvar la del otro.
De cierta manera, le encontraba lógica a su argumento; pero, me parecía maravilloso tener la posibilidad de vivir por alguien más, esa sensación en definitiva podría colorear el firmamento gris al que estábamos sometidos, en esa realidad tan tajante con la que convivíamos desde pequeños.
Quizás, ese sea el motivo principal por el que ninguno de nosotros ha sido capaz de enfrentar como se debe a otra persona que profesa tener sentimientos románticos; pensamos que estamos incapacitados para amar, porque desde siempre, el amor es algo que no hemos tenido ni recibido de nadie, ni siquiera de los seres que nos trajeron al mundo; es por eso, que creo con una profunda convicción que sí algún día conociera a alguien merecedor de mi atención y devoción; sin lugar a duda, me colocaría a su entera disposición.
Aunque también debía aclarar algo; no siempre cuando se habla de amor, se hace referencia a un individuo al que se le ansia en un sentido «Apasionado»; no, en ocasiones, ese afecto podría despertarse hacía alguien que se le considere amigo; no necesariamente se está enamorado, pero, las sensaciones son lo suficientemente fuertes como para arriesgarse por esa persona.
Y eso, fue justo lo que viví con él.
No solía pasearme con mucha frecuencia por los Barrios Altos, es decir, me incomodaba un poco las miradas de las personas cuando me veían pasar frente a ellos; algunos reaccionaban de una manera discreta, lo cual agradecía enormemente; pero, existían otros, que me observaban con detenimiento como si se tratara de un animal de circo; sabia de sobra que su introspección se debía en gran medida a la esencia que desprendía mi ser; algo tan oscuro y pútrido como mi alma, captaría la atención de cualquiera ¿No?
Sin embargo, uno de nuestros «Socios» residía en ese sector; nadie entendía porque prefería vivir en la zona alta de la ciudad, siendo él uno de nosotros; no obstante, él argumentaba que le gustaba la tranquilidad de ese sector, que así, podía concentrarse en su labor; y es que «Kong» (Como lo apodamos), era el encargado de hacer el conteo de la mercancía que ingresaba al puerto; razón por la cual, alegaba que los ambientes pasivos eran idóneos para llevar a cabo su función.
Uno de esos tantos días en los que fui hasta su depósito para supervisar que todo fuera de acuerdo a lo establecido; divise a lo lejos una escena muy particular; podía identificar con claridad a Richelle, pero, al lado suyo, iba un chico que no había visto nunca en mi vida.
Su aspecto era extraño; me refiero a que el aura que lo rodeaba era demasiado transparente; tanto así que, mi ser entero se estremeció por tanta pureza; no era una sensación de molestia, sino de alivio; como si haberle visto, me diera a entender que en medio de tanta corrupción; al menos, existía alguien capaz de disipar mis dudas y darme algo de optimismo.
Me atraían sus gestos; la manera en la que movía sus manos, como sus ojos se hacían pequeños al sonreír; estaba hipnotizado; él desprendía inocencia por donde fuera que lo viera, incluso, me atrevería a decir que era justo, no sabía de donde provenía aquel pensamiento, pero, algo me indicaba que él sin lugar a duda era un ser recto y casto.
En conclusión, una utopía para alguien que viene de lo bajo como yo.
Lo que no entendía era, ¿Qué demonios hacia Richelle con aquel chico? Hasta donde sabia, ella permanecía en los Barrios Altos porque le «Colaboraba» a Kong con las labores del depósito; pero, de momento no la había visto ni una sola vez en la bodega; de hecho, le pregunte al sujeto en cuestión por la presencia de la rubia en el trabajo y dijo, con toda sinceridad, que ella solo se pasaba una vez por semana; entonces, ¿Por qué siempre venia los lunes, miércoles y viernes?
¡DIOS!
Si Karl se enteraba de esto, fijo la quema y de paso, asesina a ese chico. Si había algo que enfurecía de sobre manera a mi líder, era que alguien de la «Escoria» (Como nosotros) se involucrara con una persona que no había tenido la misma suerte que todos los que residíamos en Stuttgart; él estaba renuente a esa idea, de hecho, en una ocasión, observó como uno de mis subordinados salía con una chica de la zona alta; y él, sin consultarlo ni detenerse por un momento a considerarlo; lo asesino a quemarropa; sin pudor.
Yo comprendía hasta cierto punto el razonamiento de Karl, pero, me parecía absurdo su comportamiento; es decir, ¿Qué culpa tenía una persona de nacer en cuna de oro? ¿Acaso ellos eran responsables de nuestra miseria?
No, por supuesto que no.
Entonces, ¿Qué sentido tenia odiarlos a muerte como si fueran una aberración?
Estaba más que claro que para Karl, no había ninguna duda de que la «Pureza» en un individuo era algo carente de sentido, porque no importaba cuales fueran las condiciones en las que se encontrara, siempre existiría algo que lo llevaría a pecar y una vez manchado, ¿Cómo podría considerársele genuino?
Por eso, no perdía su tiempo «Buscando» a ese alguien que cambiara su perspectiva; para él, todos quienes residían en este mundo de mierda, eran pecadores; sólo que, algunos lo aceptaban sin remordimientos y otros se escondían bajo los paradigmas de la sociedad.
En una ocasión, mientras discutía con Black sobre algunos asuntos referentes al negocio; decidí ceder ante mi curiosidad y le pregunté, si Karl había tenido un motivo que lo llevara a construir una concepción tan cerrada como esa, o si por el contrario, él siempre había pensado de esa manera.
Para mi sorpresa, si existía una «Razón» y lo peor de todo, es que ese algo, en realidad, fue un «Alguien».
Black no fue muy explícito, él decía que no le gustaba entrar en los pormenores de la vida de otra persona; pero, por lo que me comento, hace unos años atrás, Karl salió con una chica llamada «Audrey»; al parecer, aquella mujer gozaba de todos los lujos que se pudieran desear, pertenecía a una familia poderosa de New York; tenía 16 años y le encantaba salir de fiesta cada fin de semana; fue en una de estas ocasiones donde conoció a Karl; y esa misma noche, luego de bailar, beber y coquetear; ellos tuvieron sexo.
Para ella no significo nada, es decir, sólo fue un desfogue trivial ¿No? Sin embargo, Karl sintió cierta conexión con aquella mujer y sin miramientos, se interesó en ella.
Tuvo que enfrentar muchas humillaciones para permanecer a su lado; ambos formalizaron su relación y estuvieron juntos por un año; todo iba sin inconvenientes, hasta que el padre de Audrey descubrió su relación con Karl; aquel pudiente señor, se sintió ofendido por el descaro de su hija, pero, sin temor a equivocarme, diría que lo que en verdad lo enfureció, fue el hecho de que mi líder era del bajo mundo.
Audrey discutió innumerables veces con su padre, alegando a su favor, que el amor no media estratos sociales, que sólo surgía y ya; Karl en verdad, se sentía en las nubes por la manera en la que ella defendía aquello que tenían; pero, la realidad era muy distinta a la que el concebía.
La verdad era que, Audrey había aceptado ser la pareja de Karl sólo porque sus amigas la retaron; esas estúpidas mujeres la provocaron, diciendo que ella no sería capaz de ligarse a un alfa como él; quizás, el orgullo pútrido de esa chica era tan prepotente, que decidió aceptar y les demostró, que logro que él se enamorara de ella.
Desconozco el cómo Karl se enteró de la mentira de su «Novia»; pero, de lo que si estoy seguro, es que el padre de Audrey envió a un asesino profesional para que se encargara de «Eliminar» cualquier evidencia que involucrara a su hija con alguien del Bronx; la reputación, algo que un rico no puede manchar, surrealista, simplemente, carente de sentido.
La disputa con aquel asesino a sueldo fue brutal, de allí que Karl tenga esa enorme cicatriz en el lado derecho de su rostro; ese hombre logro hacerle frente y aun cuando no gano el conflicto, al menos, causo un daño irreparable.
Como botín de guerra, ese sujeto se llevó el ojo derecho de Karl; lo cual representaba más de lo que se podía pensar; los rumores por el Bronx se extendieron, y hubo cientos de personas que se armaron de valor para enfrentar al «Nuevo e Indefenso Karl»; pero, nadie contaba con que ese suceso desataría la verdadera esencia de mi Líder; si antes le temían, ahora no existían palabras para describir el terror dirigido hacia su persona.
Karl perdió la poca humanidad que tenía, y a partir de allí; su vida dio un vuelco enorme; él creo la concepción de que en el mundo, nadie es casto, todos sin excepción alguna, éramos pecadores y por ende, era cien veces mejor, admitirlo que esconderlo por miedo a ser juzgado.
Por lo que Black mencionó; Karl nunca se vengó de Audrey; lo cual me demostró, que en verdad, esa chica represento el mundo entero para él; y es así, como se vuelve a un ser en alguien roto.
Luego de aquella charla, comprendía mejor el punto de vista de Karl; tenía razones de sobra para desconfiar de todos…
Ahora lo que me carcomía la cabeza era la diminuta posibilidad de que él se enterara de lo que Richelle estaba haciendo; si no quería que la asesinaran y de paso acabaran con ese chico, debía hablar con ella.
Una noche de junio, caminaba con Richelle hacía la bodega de Kong, hablábamos como solíamos hacerlo y sin darle muchas vueltas más, la aborde:
– Richelle.
– ¿Qué?
– ¿Cómo se llama?
– ¿Quién?
– El chico con el que te estás viendo tres veces por semana en éste sector.
Richelle freno en seco, sus ojos se abrieron ante mi cuestionamiento; vi como sus manos se movían; empezó a sudar como nunca, y su rostro en sí, irradiaba pánico…
– Mira, si piensas que le diré a alguien sobre esto, te equivocas. Tú decides que hacer con tu vida ¿No?
– Pero…
– ¿Qué?
– Si me encubres, tú también llevaras del bulto.
– Jajajaja, ¿Acaso mi realidad puede ser peor de lo que ya es?
– Ummm.
– Déjate de tontadas; si no me equivoco y mi juicio no me falla, ese chico es alguien genuino ¿Verdad?
– S-Sí.
– Cuéntame sobre él.
– ¿Por qué quieres saber?
– ¿Cómo no me va a intrigar el hombre que logro que tú cayeras de rodillas ante él?
Ella reaccionó de una forma que no me esperaba…
Agacho su cabeza, apretó un poco los puños de sus manos y su rostro se sonrojo por completo…
Podía escuchar como su corazón latía con fuerza…
¡MALDICIÓN!
El chico la tenía jodida.
Ella, de verdad, sentía algo fuerte por él.
No pude evitar que una carcajada se me saliera; la situación me resultaba muy cómica, es que ver a Richelle como una adolescente enamorada, era para reírse sin control por días…
Así, de esa manera, ella se veía condenadamente tierna.
¿Quién iba a pensar que existiría alguien capaz de provocar semejante cambio en una mujer tan insensible como ella?
En definitiva, éste escenario me demostraba con creces que la manera en la que yo pensaba no era incorrecta; si ese «Alguien» llegaba, no importa el trayecto recorrido, ni el pasado infundido, ni mucho menos el presente sufrido; si esa persona se presentaba, todo, tenía reversa; era posible comenzar de nuevo.
Para sacarme de mi letargo, Richelle me dio un golpe en el brazo; bueno, quizás, no se cambiaba del todo…
– Estoy segurísimo que no te comportas así frente a ese chico ¿Verdad?
– Si vas a molestarme cada que puedas con Tom, mejor te parto la cara aquí mismo y solucionamos el problema. No voy a permitir que te burles de esto.
– Así que se llama Tom, ¿Cuál es su apellido?
– Trümper.
– Ummm, ¿Su edad?
– Emmm…
– ¡No me jodas! Te pueden demandar por eso ¿Lo sabias?
– Sí, pero, él no aparenta ser tan pequeño…
– ¿Cuántos años tiene?
– Ammm.
– Está bien, adivinaré ¿15?
Richelle asintió en respuesta y yo estaba por tener un ataque de risa que en mi vida sería capaz de detener…
¡Jajajajaja!
¿Perdió la cabeza por un bebé?
¡Dios Santo!
Quizás por eso me parecía tan inocente, aún era un niño…
Contuve como pude mi risa, no quería hacerla sentir incomoda; la verdad era que tras lo irreal que me parecía la situación; tenía un poco de envidia…
Sí, eso era.
Ella había encontrado lo que yo deseaba percibir por mi cuenta…
Pero, ¿Qué podía hacer?
No a todos nos llega lo que queremos, si no, lo que necesitamos ¿Cierto?
– Ok Richelle, omitiré el hecho que eres una abusadora de niños y te preguntare…
– ¿Qué?
– ¿Tom sabe quién eres y de dónde vienes?
– No.
– ¿Y qué piensas hacer si se entera?
– No lo hará.
– ¿Por qué estás tan segura?
– No se lo diré.
– Pero, ¿Has pensado en la remota posibilidad de que un día, Karl y tú estén por aquí y se lo encuentren? Dime, ¿Qué pasaría?
– Lo ignoraría para que Karl no sospechara.
– Bueno, déjame decirte que tu forma de pensar no es para nada acertada:
1. Si haces eso, Tom va a sentirse ofendido y quizás no te disculpe por eso.
2. Karl no es idiota, tú lo conoces más que yo; sabes de sobra que él se entera de todo sin necesidad de mover un dedo; es más que obvio que si te ve a los ojos, se va a dar cuenta de lo que pasa con Tom, porque él lo vivió en carne propia ¿No?
– Si, espera… ¿Cómo lo sabes?
– Ammm, se lo pregunte a Black; sólo me comento por encima, nada detallado.
– Ummm, y entonces, ¿Qué debo hacer?
– Es una situación muy compleja, es decir, Tom puede tomárselo bien y continuar contigo; pero, también puede sentirse ofendido y dejarte.
– Lo sé, ¡Dios! Claro que lo sé.
– Sin embargo, lo peor de este contexto no es lo que pase con Tom…
– Sino, lo que sucedería si Karl se enterara.
– Exacto; Richelle, no puedes exponerte tanto, ¿Qué hubieses hecho si ese día no fuera yo el que te vio, sino Black o Karl, ah?
– Si, perdón, es que…
– Sé más prudente. Si se van a ver, que sea en su departamento o en un sitio alejado de los lugares que a veces frecuentamos ¿Si?
– Si.
– ¿Y te gusta mucho? Awnnn, que ya te sonrojas y todo por él.
Como lo esperaba, Richelle me dio una fuerte patada en mis partes nobles y me insulto hasta el cansancio; era mi culpa, sólo a mí se me ocurría provocar a una bestia como ella…
Tras recuperar un poco el aliento, me levante y Richelle empezó a comentarme todo lo referente a Tom; el cómo se conocieron, lo hábil que era ese chico para tratar con mujeres, lo inteligente, divertido, romántico y puro que era.
Veía como los ojos de Richelle brillaban con luz propia, quizás ahora, desde su panorama, la realidad es más llevadera, de pronto, todo cobró sentido y el sufrimiento soportado hasta este momento, era más que merecido, sólo si con eso, lograba alcanzar a un ser sublime como Tom.
Pienso que, esa era la manera en la que Richelle se sentía.
Y por más que me generaba algo de molestia su suerte; también percibía empatía por ella, al menos, uno de nosotros consiguió felicidad.
– Aunque, eso no duraría mucho.
Richelle siguió en contacto con Tom por tres meses, ahora, sus encuentros eran más prudentes; por lo menos, no volví a encontrármela por los lugares que solíamos andar con Karl.
Eso me tranquilizo, de momento, todo estaba en orden; ni Karl o Black se percataron de lo que estaba sucediendo; Richelle lograba mantener la misma personalidad de siempre, ella no reflejaba entusiasmo o deseos de vivir, razón por la cual, esos dos no percibían cambio alguno; y agradecía que fuera de esa forma.
Unos días después de la confesión de Richelle; me entere que Karl, Black y ella irían a un Centro Comercial a conseguir algunos elementos para remodelar la bodega de Kong, ya que el negocio iba en aumento, era más que necesario reestructurar el deposito, para ampliarlo y abarcar una mayor cantidad de mercancía.
No me pareció necesario sugerirle a Richelle que colocara en sobre aviso a Tom; suponía que ella tenía cubierto todos esos aspectos; además, si le daba esa clase de consejos, quizás pensaría que me estaba entrometiendo en su vida y no quería liarla con ella.
Pero, si hay algo de lo que me arrepiento con todas mis fuerzas, fue de no haberle dicho a Richelle que lo llamara y le pidiera que no se apareciera por ese lugar…
¡No saben cuento me aflige el no haberlo hecho!
Estaba con Johannes empacando la mercancía que iría hasta China; cuando de repente, Richelle entro como si Lucifer la estuviese persiguiendo y dijo:
– ¡BLAKE!
– ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan alterada?
– ¡TOM!
No necesite escuchar otra palabra más de su boca; sabia a lo que se refería, Karl lo había descubierto; le dije a Johannes que se encargara de todos los aspectos que quedaban por organizar y salí corriendo de allí hasta nuestra base.
En el camino, Richelle me explico que Black lo había drogado y se lo había llevado a Karl y que ella se había enterado porque alcanzó a ver como metían a Tom en el auto; también me menciono, que ellos lo descubrieron, porque se encontró con él en el Centro Comercial.
¡MIERDA!
Justo lo que imaginé…
Mientras ella hablaba y gritaba como una loca; yo, procesaba la información y trataba de buscar algo, lo que fuera que me permitiera evitar el asesinato de ese chico; ciertamente no le conocía, pero, su vida valía más que la de cualquiera ¿No?
Él no merecía morir como un animal, era un niño, por Dios…
Un pequeño que se perdió en medio de tanta oscuridad…
Una presa inofensiva y vulnerable…
¡Tan inocente!
Bien Blake, si esto es lo último que harás en tu vida; maldición, no permitas que maten a ese niño.
Aplome mi paso, mire a Richelle y le dije:
– Escúchame con mucha atención.
– Blake, no podemos detenernos, ¿Y si esta por matarlo?
– Mira Richelle, tú vas a seguirme la corriente en todo, ¿Me entendiste?
– ¿Qué?
– Creo que sé cómo sacar a Tom de esto.
– ¿Cómo?
– Sólo has lo que te digo, mujer. Ten un poco de fe en mí.
– Si, si, si, lo que sea que lo salve.
– Bien, primero, entraremos con calma, nada de vernos desesperados; tú no dirás nada, tendrás que resistir, porque no estoy seguro que será lo que veremos una vez estemos ahí, ¿Entiendes?
– Ok.
– Hazte la fuerte, piensa en lo que sea, menos en Tom ¿Si?
– Si.
– De resto, déjamelo a mí.
Richelle calmo su respiración; ambos soltamos unos cuantos suspiros y entramos.
¡No había marcha atrás!
Si no salíamos vivos, por lo menos, dejaríamos a Tom libre de éste infierno; por nada del mundo, permitiría que él quedara a merced de Lucifer.
¡Eso nunca!
Ingresamos, pasamos a través del pasillo y antes de entrar al cuarto en el que se encontraban; escuchamos los gritos desgarradores de Tom…
Su voz estaba lastimada, podía percibirlo…
¡Cielo santo!
¿Qué le estarían haciendo?
Con paso firme y disimulando el temor que me invadió, entramos.
La escena era mucho peor de lo que yo imaginé…
Tom estaba completamente desnudo, tenía sus manos atadas con un alambre de púas que al mínimo forcejeo, le generaba un desangre inmediato de sus muñecas…
Black lo sostenía por la espalda para inmovilizarlo; lo mantenía en pie, mientras Karl empleaba un «Fierro quemador» para marcar sus muslos; a simple vista, podía contar como mínimo cuatro quemaduras…
¿Cómo era que aún seguía en pie?
Tendría que haberse desmayado después del segundo impacto con esa marca…
¡DIOS!
Karl lo estaba tratando como ganado…
– ¿Qué pasa? ¿No vas a admitir que te gusto sentirme dentro de ti? ¿Qué sucede? ¿Quieres probar con Black? Así de pronto, quizás, aceptes que la humillación es necesaria sí se desea sobrevivir, ya deberías resignarte y no aferrarte a ese estúpido orgullo que te mandas, niñato.
Tom no respondía, de sus ojos salían innumerables lágrimas, estaba muy pálido; iba a desplomarse en cualquier momento…
Pero paso algo que me dio a entender porque se esforzaba tanto en permanecer despierto…
Cada que sus ojos se cerraban; Karl acercaba un vibrador a sus partes nobles; lo amenazaba con penetrarlo si no despertaba…
¡Qué método de tortura tan deplorable!
Si prestaba más atención a mi alrededor, podía hacerme una idea de lo que había pasado minutos atrás…
Yacía un cinturón, un látigo, sangre y semen en el suelo…
Karl de verdad lo violó.
¿Cuán enfermo se tiene que estar para cometer un acto tan pútrido como ese con una persona tan inocente como él?
Si había tenido mis dudas, esto me lo confirmaba por completo…
– Karl no era humano.
Nadie que se considerara en esa categoría, haría algo tan atroz como esto; ni siquiera yo, que he ejecutado acciones lamentables, llegaría tan lejos como para romper a una persona de esta manera tan humillante.
El cuerpo de Tom estaba repleto de moretones, veía las marcas del látigo, incluso los cortes que derramaban gotas de sangre…
¿Qué tan fuerte lo había golpeado como para rajar su piel con un cinturón?
Dirigí mi mirada hacia Richelle y su postura me relajo; estaba con los brazos cruzados en el pecho y las piernas ligeramente abiertas; sus ojos eran oscuros, llenos de odio y rencor, pero, su esencia estaba serena; eso me serviría para darle fuerza a la mentira que estaba por soltar.
– Karl.
Aquella bestia feroz giro para darse cuenta de nuestra presencia y al observarnos, ensancho su sonrisa, mientras pronunciaba:
– Blake, que bueno que llegas. Hoy te tengo un regalo enorme, no importa como lo conseguí, éste chico de aquí está más que dispuesto a cumplir todas tus fantasías; no te preocupes por su agujero, ya lo deje más que abierto para que disfrutes, venga hombre, tómalo.
Le ordene a Black que lo soltara, comencé a quitarle el alambre de púas, y ante mi movimiento, Tom me miro a los ojos y como si sintiera alivio, se desplomo de inmediato, me sorprendía lo mucho que había resistido toda esa tortura.
Me despoje de mi chaqueta, y se la puse, mientras disponía su cuerpo en el suelo para que no se lastimara (Aun más) y me pare frente a Karl; el cual me observaba con sumo detenimiento; sus ojos me estaban analizando, él quería saber ¿Qué demonios estaba haciendo? Y me la jugué, tenía que hacerlo:
– Se puede saber, ¿Qué coño estás haciendo Blake?
– Es mi primo, Karl.
– Jajajajajajaja, venga, ya, en serio, ¿Qué putas haces?
– Es mi primo, ya te dije. Tom es de mi familia.
– ¿Ah, sí? Y, ¿Cómo es eso que tienes un familiar tan adinerado y vives en la mierda, ah? Vaya primito tienes.
– En primer lugar, yo lo saque de aquí; una familia adinerada lo adoptó y él se fue.
– ¿Y a que volvió?
– A estudiar.
– Jajajajaja, Dios, no te creo una mierda.
– Pregúntame lo que quieras, te lo responderé.
La seguridad con la que le contestaba a pesar del terror que me invadía por la reacción que Karl fuera a tener; ayudo a que él se replanteara la situación.
– ¿Por qué no me lo habías dicho?
– ¿Acaso yo te he preguntado por tu familia o pasado?
– Bien, entonces, ¿Por qué no me lo presentaste?
– Porque Tom no es mi subordinado, él no está involucrado en mi red; lo saque de aquí para que tuviera una vida digna.
– ¿Y tú te sacrificaste?
– Él era demasiado pequeño y no quería que enfrentara la realidad de esta ciudad; cuando hubo la posibilidad de que lo adoptaran, lo entregue sin pensarlo dos veces.
– ¿Richelle lo sabía?
– Sí, yo se lo presente.
– ¿Cuándo?
– Hace tres meses, él llego a la Universidad Técnica de Stuttgart a estudiar en un curso de Ing. Mecánica; me encontré con Tom mientras regresaba del Depósito de Kong con Richelle, y ahí los presente.
– ¿Por qué lo ocultaron?
– ¿Por qué teníamos que informarte si él no está vinculado a la red?
– ¿Él sabe lo que haces?
– No, no tiene ni idea.
– ¿Alguna vez ha recibido algo de tu dinero?
– Nunca, Tom lo tiene todo con sus padres adoptivos.
– Richelle, ¿Eso es verdad?
– Si, de hecho, puedes preguntarle a Kong; él nos vio dialogar con Tom.
– Ummm. O sea que, ¿Le putee la vida a alguien que no lo merecía?
El Silencio reinaba en ese lugar; me moría de ganas de gritarle:
– SI CABRÓN DE MIERDA, ERES UN PUTO DESALMADO.
Pero me contuve con todas mis fuerzas, ese no era el momento de mostrar favoritismos; tenía que actuar convincente porque o si no, las cosas saldrían mal, y podríamos morir junto a Tom.
– Y, ¿Qué vas a hacer Blake?
– ¿De qué?
– Acabo de humillarlo, ¿No harás nada?
– ¿Tengo por qué hacerlo?
– Ya veo; ese chico me va a repudiar, se volverá en contra mía.
– No, no lo hará.
– ¿Por qué piensas eso?
– Porque yo no lo voy a permitir.
– Mucho cuidado con lo que vas a soltar.
– Acojo a Tom bajo mi protección, mi dominio es su poderío, él será mi mano derecha y yo su Jefe.
– Blake, te daré una oportunidad de retractarte.
– No lo haré.
No me pare a pensarlo, aquello que reafirmaría mi confesión, sería la proclamación del juramento:
– «Te doy mi palabra, y si esta te falla, que el Rey haga justicia sobre mi»
– Supongo que sabes a conciencia lo que significa aquello que acabas de hacer ¿No?
– Si, lo sé, Karl.
– Bien, tu primo puede divagar por aquí, no le haré nada. Si él está en tu dominio, también se encuentra en el mío.
– Si.
Cargué a Tom, Richelle y yo lo sacamos de aquel lugar; lo llevamos a un hospital para que trataran sus heridas; al parecer, el salvajismo de Karl casi le provoca un desgarre anal; los cortes pudieron infectarse por la suciedad del lugar donde él se encontraba, pero, por suerte, ese no fue el caso.
Tom estuvo inconsciente por dos días; al tercero, despertó y le conocí; él se levantó gritando, era obvio; el trauma que tendría en esos momentos seria adimensional; Richelle acudió hasta él y lo abrazo; él comenzó a llorar y yo seguía pensando que en verdad, su alma era pura.
Richelle le hablo sobre mí y él al verme, me tendió su mano y me dijo: «Gracias por salvarme».
Sus palabras fueron tan sinceras que sentí como su ingenuidad se calaba por todo mi ser; percibí que podía amarle pero no enamorarme; era algo contradictorio; quería protegerle y resguardarlo del peligro, o quizás, lo que en verdad deseaba era mantener su pureza junto a mí, para admirar esa inocencia de cerca y seguir reafirmando mi teoría sobre la importancia de «Un alguien» en tu vida.
Me sentía atraído y completamente domado por esa luz tan transparente que desprendían sus ojos; él era realmente hermoso, tan genuino, tan sublime, tan cierto.
Mientras el doctor le hacia las últimas revisiones; Richelle y yo conversamos por un rato en la sala de espera:
– Oye Blake.
– No digas nada.
– Pero…
– No necesito tu gratitud; no lo hice por ti.
– ¿Entonces?
– Lo hice por mí.
– ¿Por ti?
– Si, él es puro; al menos, puedo remediar un poco las cosas si salvo a alguien como él ¿No?
– ¿Eso piensas?
– Creo que Tom no tenía que morir, al menos, no así.
– Pero, está muy jodido. Karl lo destrozó.
– Sí, pero, mal que bien, le di una nueva oportunidad; él verá si se levanta y pelea por su supervivencia, o se deja morir.
– Ummm.
– ¿Qué pasa?
– Aunque no quieras escucharlo, de verdad, gracias. Yo, jamás habría ideado algo así, no se me paso por la cabeza. Tú salvaste al ser más hermoso que he conocido; te debo una enorme, Blake.
– Bien, eso sí lo puedo aceptar; te tomo la palabra.
– Que así sea, Jefe.
– Jajajaja, sin formalidades, Richelle.
– Está bien, Blake.
El doctor nos informó que Tom podía retirarse de allí, nos dio los medicamentos correspondientes y nos advirtió que si él llegaba a tener fiebre; debíamos llevarlo de inmediato al Hospital.
Dado que Richelle conocía el lugar donde vivía Tom, se ofreció a traerle algo de ropa y utensilios para que tomara un baño; en su ausencia, él y yo, charlamos un poco:
– ¿Por qué lo hiciste?
– ¿El qué?
– Ayudarme.
– Veras Tom, yo, estoy acostumbrado a vivir en la miseria y no me quejo; tampoco envidio a las personas como tú que lo tienen todo; pero, si hay algo que respeto mucho, es la pureza de un individuo.
– ¿Pureza?
– Si, la ingenuidad; esa inocencia que demuestra que una persona aún no se ha manchado de vileza; ese brillo tan particular que revela la esencia casta con la que llegamos a éste mundo.
– ¿Piensas que soy así?
– Sé que lo eres.
– Ummm.
– Mira, tú no tienes ni idea de quién es el tipo con el que te encontraste hace unos días.
– ¿Es el jefe mayor, no?
– Si, exacto, y yo soy su mano derecha.
– ¿Va a matarte?
Sus ojos vislumbraban algo similar a la «Preocupación».
Venga, ya.
¡Qué ternura, hombre!
Éste chico era en verdad, un ser resplandeciente.
– ¿Te preocupa?
– Claro, es decir, no quiero que te pase algo por mi culpa.
– Puedes estar tranquilo, eso no va a suceder.
– ¿No?
– No, le dije a Karl que eras mi primo.
– ¿Cómo?
– Fue lo único que se me ocurrió.
– Pero, tú no me conoces…
– No, pero, Richelle me hablo de ti; sabia tu nombre, edad, y por qué estás aquí en Stuttgart. Use eso a mi favor, para hacer creíble mi historia.
– ¿Qué le dijiste exactamente?
– Que tú naciste aquí, pero, que yo te saque; deje que una familia adinerada te adoptara para que tuvieras una vida digna.
– ¿Y se lo creyó?
– Si, de momento.
– ¿Paso algo más?
– Las cosas en Stuttgart se manejan por jerarquías ¿Sabes?, hablo de los barrios bajos, claro está.
– Ajam.
– Yo le dije a Karl que te acogía bajo mi protección.
– Y, ¿Eso qué significa?
– Que de ahora en adelante, tú, serás mi mano derecha, mi dominio que es a la vez, el poderío de Karl, ahora, también es tuyo; eso indica algo muy simple; nadie puede tocarte porque si lo hacen, haremos justicia.
– Y, ¿Yo que tengo que hacer?
– Karl y yo somos dueños de una red de narcotráfico muy exitosa a lo largo de Alemania y otros países ¿Si?
– Ummm.
– Manejamos todo el negocio, y custodiamos la autoridad en la zona restringida. Has de saber que, allí, se ve de todo ¿No? Desde violadores hasta asesinos; nosotros nos encargamos de equilibrar la balanza, hacemos que el lugar sea «Vivible».
– Aun no entiendo.
– Es sencillo Tom, si no quieres que Karl te mate; tendrás que trabajar para mí, involucrarte con nosotros y hacer creíble mí historia, porque de lo contrario, ni tú, ni Richelle, ni yo, saldremos vivos de esto.
– P-Pero…
– Lo sé, ni de coña voy a decir que te entiendo; pero, te involucraste con una mujer del bajo mundo y digamos que su casi hermano, es el líder de los renegados, es decir, todos los habitantes de los Barrios Bajos.
– ¿Cómo demonios voy a sobrevivir en un ambiente al que no estoy acostumbrado?
– Estas bajo mi cuidado, yo, te enseñare a moverte.
– No lo sé.
– Lo tomas o lo dejas, así de simple. Tú tienes la vida de Richelle y la mía en tus manos; si decides que no quieres hacer esto, pues, fue un placer conocerte.
El rostro de Tom estaba consternado, de seguro, lo único que pasaba por su cabeza era: ¿A qué horas cambio todo?
Cerró sus ojos por un momento, me vio y dijo:
– Está bien, lo haré.
– Bien, entonces, estaremos en contacto.
– ¿Podré terminar mi curso?
– Claro hombre, y seguirás viviendo en tu apartamento, sólo que, cuando requiera de ti o Karl desee verte; tendrás que presentarte, ¿Entiendes?
– Si.
En ese instante, Richelle llegó con el cambio de ropa de Tom; él se levantó como pudo y se puso el atuendo, lo llevamos hasta su apartamento; intercambiamos números de celular y lo dejamos allí.
Antes de irme, le explique a Tom las normas que regían en los Barrios Bajos, le conté quien era Karl y porque era de cuidado; le sugerí que si no deseaba morir; no intentara escapar.
Era obvio que Karl lo iba a mantener vigilado hasta corroborar que en efecto, Tom si era mi primo.
Lo dejamos allí y nos fuimos.
Pasaron dos semanas de ese incidente, cuando Karl lanzó su primera prueba:
– Blake.
– ¿Qué?
– Quiero que hoy tu primo vaya a la Jaula.
– Está bien.
¡Mierda!
Eso sí que iba a ser un puto problema.
Por lo que vi aquella noche, donde Tom fue ultrajado de una manera brutal; era más que obvio que no sabía cómo defenderse y la Jaula era el lugar de los «Gladiadores», allí se peleaban para solucionar disputas o por el simple placer de ver sangre por doquier.
¡Era un espectáculo enfermizo!
Sin embargo, no teníamos opción; él debía ir y demostrar que tenía algo de hombría en su ser, quizás, esa era una de las rutas más sencillas para corroborar que en efecto, éramos familia.
Sí existía un lazo que nos unía, debíamos tener habilidad en el combate; Tom tenía que demostrar que era así.
Unas horas después, lo llamé, le explique lo que iba a pasar y para mi sorpresa, él no se mostró alterado, simplemente, acepto y dijo que me esperaba para que lo llevara hasta ese lugar.
Cuando me encontré con él, lo sentí de inmediato.
Esa aura tan particular, ese sentimiento abrupto, ese escalofrió dorsal capaz de erizarme el cuerpo entero…
Ese, en definitiva, no era el Tom que conocí.
En el trayecto, le explique la única regla que debía tener en cuenta si quería sobrevivir en un combate:
– «Puedes hacer todo cuanto quieras, pero, si pierdes, aceptaras las consecuencias sin replicar»
Aquello significaba que, se tenía permitido cualquier cosa, incluso hacer trampa; se podían usar utensilios cortantes, pero no armas; si el contrincante se daba por vencido, el ganador decidía si moría o vivía y el opositor debía resignarse a su designio.
Tom no me respondía, sólo, asentía en respuesta y no levantaba su cabeza, su mirada estaba fija en el suelo, pero, por alguna extraña razón, yo, no deseaba ver sus ojos; algo me decía que, no me iba a gustar la vista desde su panorama actual.
Llegamos al sitio, «La Jaula» en sí, era sólo un terreno baldío cubierto por arena; nada del otro mundo; las personas llegaban para ver los encuentros y apostaban por el ganador o perdedor; cuando estuvimos cerca, divise a lo lejos a Karl y Black, me acerqué y temí que la reacción de Tom fuera desbocada, pero, para mi asombro, su comportamiento fue indescriptible:
– Buenas noches, creo que la última vez, no tuve el placer de conocerles debidamente, soy Tom Trümper, primo de Blake, un gusto.
Tom estiro su mano hacia Black y luego hasta Karl; ambos lo observaban con cuidado; ellos también podían sentirlo, su carácter salvaje estaba presente y yo no entendía de donde había sacado semejante esencia, si hasta hace unos días, parecía un ser vulnerable.
– Claro Tom, aunque nos conocimos de una forma muy íntima para mi agrado, quiero, que por hoy, afiancemos un poco nuestro lazo, ¿Qué te parece?
– ¿Qué hay que hacer?
– Veras, aquí, en «La Jaula» se llevan a cabo peleas callejeras para nutrir nuestros placeres banales.
– Ajam.
– Quiero que pelees.
– ¿Contra?
– Él.
Karl señaló en dirección a Pete.
¡Esto no iba a terminar bien!
Pete media dos putos metros, pesaba casi 110 Kg, sus músculos eran de acero puro; era un gladiador imbatible en la Jaula…
¿Cómo carajos un enclenque, que no pesaba ni 70 Kg iba a hacerle frente a ese animal feroz?
Yo estaba pensando la manera de evitar ese encuentro, cuando de repente, Tom habló:
– Y, ¿Yo que gano con eso?
– ¿Disculpa?
– Lo que oíste, ¿Qué sentido tiene que pelee a muerte con ese tipo?
– Tú haces lo que yo digo.
– ¿Por qué?
MIERDA, MIERDA, MIERDA, MIERDA, MIERDA.
Pero, ¿QUÉ PUTAS ESTÁ PASANDO POR LA CABEZA DE ESE RASTAFARI, AH?
¿Cómo se le ocurría enfrentar a Karl de esa manera?
– Creí que tu primo te explico las cosas.
– Sí, yo le sirvo a él, no a ti.
Bien, ya podíamos despedirnos de éste mundo.
Karl, nos iba a asesinar de eso no había ninguna duda.
Sin embargo, paso algo extraordinario…
– Bien, entonces, ¿Qué te parece si las ganancias de la apuesta la repartimos en partes iguales?
– ¿Iguales? No estoy de acuerdo, yo soy quien va a masacrarse allá; si gano, el dinero es mío, punto.
Lo que estaba pasando era tan irreal que me pellizque con fuerza para comprobar que en efecto, eso estaba tomando lugar frente a mis narices.
¿Tom estaba desafiando a Karl?
No, peor aún,
¿Karl estaba escuchando a Tom sin asesinarlo por su insolencia?
Sólo minutos después, de esos interrogantes sin respuesta lo entendí…
Tom se giró por escasos segundos e hizo contacto visual conmigo…
Describir el pánico que me supuso ver la frialdad de sus ojos, no tiene comparación con nada, ni siquiera el día que había visto a Karl por primera vez; esto era de un nivel diferente; Tom estaba muerto en vida, su mirada no reflejaba nada, estaba en blanco, como si no tuviese alma.
Y momentos después, lo comprobé.
El encuentro entre Tom y Pete empezó; ambos se miraban con detenimiento, como si se estuvieran analizando; lo sorprendente del asunto, era que Pete había adoptado una posición de alerta, como si sus instintos le informaran que lo que tenía en frente, era una bestia de cuidado.
Tom permanecía inmóvil, no hacia ningún gesto o acción que demostrara lo que tenía planeado…
Pete tampoco hacia movidas en falso, él estaba esperando a que lo atacaran, y así sucedió.
En cuestión de segundos, Tom corrió hasta Pete, tomó un fuerte impulso y se subió a su espalda, de manera que sus brazos apretaran su cuello y sin miramientos, ni esperas baratas; todos los presentes, escuchamos ese fuerte y ensordecedor sonido:
– ¡CRACK!
¿Le había roto el cuello a base de fuerza bruta?
¡DIOS!
El cuerpo de Pete cayó de inmediato y Tom se levantó del suelo, tomó una de las hachas que yacían en él (Siempre había utensilios sobre la arena por si alguno deseaba emplearlo) y se aproximó hasta aquel cadáver; cuando alzo su mano; no podía creer lo que estaba por hacer; él clavo con tanto desdén ese filo que cortó de raíz su cabeza, la sangre le salpico la cara y el torso; Tom tomo esa cabeza entre sus manos, la levanto y dijo:
– ¿Alguien más?
La escena era imposible de creer, ese chico que días atrás parecía un ser angelical impregnado de un aroma celestial; ahora, reía como un maniático porque le había cortado la cabeza a otra persona…
Lo más impactante fue ver la reacción de Karl; él que siempre se mostraba tan apacible y confiado ante todo; comenzó a sudar y pude ver como tragaba saliva con pesadez…
¡MIERDA!
Esto sí que no tenía precedentes…
Desde mi perspectiva, ¿Karl parecía asustado?
Cuando Tom soltó la cabeza, vio como otra persona se paró en frente de él, retándolo; él no dudo por un segundo y ataco de nuevo…
La agilidad, fuerza, rudeza, destreza, flexibilidad, ingenio, potencia; todo, absolutamente todo lo que creí que él no tenía, estaba saliendo a flote, era increíble la manera en la que se enfrentaba a los demás como si no sintiera dolor; recibió golpes fuertes e incluso una puñalada en la pierna izquierda, pero, él al ver como la sangre fluía, sonrió desquiciadamente y dijo:
– Pagarás por esto.
De un solo impacto, cargo a aquel hombre y lo asfixio hasta matarlo…
En esa noche, Tom había cobrado la vida de las 10 víctimas que se atrevieron a retarlo; ni siquiera Karl, que era el campeón invicto en «La Jaula» había reclamado por ello; el solo los derrotaba y se marchaba; le bastaba con que las personas supieran que él tenía poder; sin embargo, en el caso de Tom, las circunstancias eran catastróficas.
Es como si su cuerpo le pidiera «Sangre», se veía extasiado por la manera en la que sus contrincantes se retorcían de dolor y no conseguía apaciguar esa sed; quería más…
Al término de ese evento, Tom se detuvo ante Karl y dijo:
– Ojalá un día, te pares frente a mí y me des el placer de sacarte los ojos con mis propias uñas.
Esa aseveración me heló la sangre; pensé que hasta ahí llegaría la suerte de Tom; pero no, Karl no le respondió, sólo dio la vuelta y se marchó.
Aquel día presencie lo imposible; un ángel transformándose en demonio y Lucifer sintiendo miedo de aquella trascendencia…
Fue entonces, cuando los miembros de los Barrios Bajos apodaron a Tom como: «El Rey»; nadie se oponía ante su palabra, le guardaban respeto, incluso admiración.
Con el tiempo, Tom aprendió a moverse en mi territorio, su habilidad para solucionar problemas era sorprendente; definitivamente poseía una mente prodigiosa; se empapo del negocio, y optimizo el sistema a tal punto que redujo nuestro trabajo y aumento las ganancias.
Más y más individuos empezaron a reconocer a Tom; no desprendían el miedo que sentían hacia Karl; era algo más…
¿Lealtad?
Si, de eso se trataba.
Las acciones de Tom, la forma en la que se desenvolvía, el cómo convertía el fracaso en suerte; lo hacía aclamado entre los del bajo mundo; hubo algunos cuantos que quisieron oponerse, pero, su poderío se hizo presente y el demostró con creces porque no era buena idea desafiar a un Rey.
Perdí la cuenta de las personas que fueron asesinadas por él, algunas a base de fuerza bruta y otras sometidas a una tortura tan profunda que me resultaba repugnante.
En una ocasión, uno de mis subordinados cometió la brutalidad de robarse dos kilos de cocaína pura; él pretendía venderlas a un traficante de la zona por un precio mayor al nuestro; fácilmente obtendría unos 6.000 € por ello; pero, la suerte de ese chico fue desastrosa.
Cuando Tom lo descubrió, lo ató a un poste, le arranco la ropa y pidió que le lanzaran un baldado de agua hirviendo; se podía apreciar como su piel se desmantelaba; mientras se escuchaban sus gritos; Tom se acercó y con una navaja, empezó a escribir letra por letra sobre su torso:
– TRAIDOR.
Si alguien pasaba y leía esa palabra; literalmente, podía hacer lo que quisiera; el ser marcado como «Traidor» le daba vía libre a quien fuera que cobrara venganza; por eso, lo amarraban a un poste, para que no escapara de su sufrimiento y muriera días después.
No obstante, Tom hizo algo peor, tomo carroña de una esquina de la calle y untó a ese hombre de pies a cabeza…
Al parecer, los chulos tendrían un buen aperitivo para la mañana…
Nunca en mi vida, creí que alguien fuera capaz de algo tan desastroso; yo, había hecho cosas terribles que me tachaban de inhumano, al igual que Karl, pero esto…
¡DIOS!
No había punto de comparación.
No podía marcar un paralelo…
La diferencia era abismal, Tom nos sobrepasaba con creces…
Su potencial para la maldad era incalculable…
No entendía de donde salían tantas ideas para torturar a las personas…
El tiempo paso y con ello, vinieron cambios drásticos…
Ni siquiera en mis sueños más locos, pensé en esa remota posibilidad…
Tom siguió descolocándome por completo; sus acciones eran cada vez más atroces; su relación con Richelle se centró exclusivamente en el «Sexo», aunque ella no era la única que gozaba de ese privilegio.
Yo, estaba más que seguro, que Tom murió y lo que fuera que tuviera en frente, era una entidad que se había apoderado de su ser. Reconocía que gracias a él, había logrado lo que deseaba hace años; no trabajar tanto, pero, ganar mucho.
Y él lo consiguió a base de astucia y perspicacia.
Mi tiempo a su lado era agradable, él y yo permanecíamos juntos a toda hora, luego de que Tom termino y aprobó su curso; se enfocó exclusivamente en las tareas de los Barrios Bajos; la gente lo aclamaba, lo seguían y no replicaban ninguna de sus órdenes.
La estancia de Tom logró lo impensable, no habían disputas, no existían conflictos, se redujo el índice de muertes y violaciones; todo, por respeto a la voluntad del Rey.
Lo que hizo eso posible, fue que, Karl no se opuso ante él; muchos rumoreaban que le tenía miedo a Tom, y yo, estaba empezando a creer en esa probabilidad.
Recuerdo sólo una ocasión, en la que logre vislumbrar algo del antiguo Tom; él hablo con su madre y se puso histérico, le dio una especie de ataque nervioso, y lloraba sin control; le imploraba que no fuera a buscarlo, que él se mantendría en contacto, pero que le jurara, que no iría hasta Stuttgart.
Cuando esa llamada finalizo, él se secó las lágrimas, cerró sus ojos y entro nuevamente a su esencia…
¡Qué cambio más drástico!
Nunca dialogamos sobre la posibilidad de que él se fuera de Stuttgart; sí era mi perro faldero, tenía que seguirme a todos lados; pero, perdí de vista, el pequeño detalle de que él, era mucho más listo que yo.
Pasaron cuatro meses y el ambiente de la zona restringida dio un vuelco impensable; parecía incluso, un lugar agradable…
Las personas vivían en una paz ilusoria o por lo menos, momentánea; si, no todo termina justo como uno desea, siempre debe haber algo que manche el progreso y nos lleve al retroceso en contados minutos.
Una noche en el bar, mientras bebíamos y reíamos de las estupideces que a veces hacíamos; Karl, un poco entonado, soltó sin gracia alguna un comentario increíble:
– Oye Tom.
– ¿Qué quieres?
– ¿Te apetece luchar?
– ¿Contigo? No, gracias; paso.
– Bueno, hagámoslo más interesante.
– ¿Qué?
– Si me ganas en éste uno a uno, te cedo el control total de los Barrios Bajos.
¡ESTO ERA INAUDITO!
¿Cómo habíamos llegado hasta aquí?
¿Karl cediendo ante la presión de un oponente feroz como Tom?
Porque si, desde la llegada de Tom a la zona restringida; las cosas habían cambiado demasiado, y sólo por esta vez, las personas prefirieron no temer, y seguir a un líder (Aun no proclamado) antes que a Karl.
De momento, no se había hecho un derrocamiento como tal, pero, más de uno deseaba que se presentara esta oportunidad para servir al verdadero Rey.
En éste lapso, Karl se limitaba a dar su aprobación para todo, pero, ya casi no se le tenía en cuenta; lo que más importaba era la opinión de Tom; lo que él dijera se hacía y lo que él reclamara como suyo, le pertenecía.
¡Así de simple!
– ¿Estás seguro?
– Claro.
– Si dices el juramento, accederé.
– «Te doy mi palabra, y si esta te falla, que el Rey haga justicia sobre mi»
Tom se levantó de su silla y se plantó frente a Karl…
No tenía motivos para sentirme de esta manera, pero, por alguna extraña razón, me encontraba emocionado.
¡Que era un puto duelo de titanes!
Sabia de primera mano la ferocidad que tenía Karl, pero, tampoco desconocía el salvajismo de Tom.
¿Quién demonios iba a ganar esa maldita disputa?
Ambos se observaban con lentitud, Karl giro su rostro, soltó un suspiro…
¡Ahí venia!
Sin embargo, y con una rapidez absoluta, Tom detuvo el puño de Karl antes que le impactara en su rostro; lo presionó con tanta fuerza que pude ver por un instante una mueca de lo que parecía ser dolor.
– ¿Eso es todo lo que tiene, «Señor Empalador»?
Los ojos de Karl se abrieron por completo, nadie, nunca en toda su vida, se había burlado de esa forma tan cínica de él…
Karl se soltó del agarre y lanzó una ráfaga de puños tremendos, pero, ninguno acertó. Tom los esquivaba con suma facilidad y sin espera, tomó uno de sus brazos y lo retorció hasta fracturarlo.
Esperen…
No, no, no, no…
Esto no era posible…
Es decir, él de verdad…
– ¿Había inmovilizado a Karl?
Continúa…
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