«Reverse II» Fic de Alter Saber
Capítulo 41: Escape
«A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es sólo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad»
– Patrick Rothfuss
Muchas personas especifican que la violación es un acto sexual en contra de la voluntad de un individuo que se resiste al abuso; sin embargo, dicha aseveración es incorrecta.
El «Forzamiento» no es más que una conducta agresiva, que tiene como objetivo primordial, demostrar el control que posee el individuo sobre otra persona; en sí, las razones que incitan a un ser a cometer semejante atrocidad, está ligado, básicamente, a la necesidad de enfatizar en la superioridad, es decir, que la fuerza bruta, le permite declarar quien tiene el poderío.
Por lo general, la persona que lleva a cabo esta clase de episodios; ha sufrido de abusos deshonestos, que la han convertido en un animal, al igual que sus opresores.
Los expertos han tratado de estipular las causas que llevan a una persona a cometer un hecho tan despectivo como este; sin embargo, poco se ha indagado sobre los efectos que se desencadenan en la victima, tanto a corto como a largo plazo.
Un psicólogo español de la Universidad del País de Vasco, conocido como Enrique Echeburua; explica las fases en las que se divide el estrés postraumático que sufre la victima después de la violación:
1. Fase aguda: Es el impacto contra la realidad vivida; se presentan síntomas atípicos que pueden variar desde los ámbitos emocionales hasta los psicosomáticos; es decir, que el individuo en cuestión, evidenciara una desorganización de su estilo de vida, la ansiedad y depresión se harán presentes; pero a su vez, la victima podría desarrollar problemas de salud como: Infecciones, falta de apetito, alteraciones del sueño y disfunciones sexuales.
2. Fase de pseudoadaptación: El sujeto cree haber superado el suceso en cuestión; retoma su estilo de vida, pero, es invadido por sentimientos profundos de ira y frustración; es normal que en esta etapa, la persona sufra de un descenso remarcable de su autoestima; además, se pueden identificar conductas evasivas como: El aislamiento y el sentido de persecución.
3. Fase de resolución: Los sentimientos de humillación, culpabilidad y venganza se hacen presentes; en este punto, el individuo acepta lo sucedido y decide con cuál de los tres comportamientos se va enfrentar.
Y ni siquiera todos los estudios e investigaciones existentes a lo largo y ancho del Planeta, serán suficientes para remediar el sentimiento que se provoca después de un escenario tan repudiable como este.
Luego de conocer a Karl, y sufrir en carne propia la humillación más grande mi vida; entre en un estado de «Limbo-emocional» en el que no podía diferenciar lo bueno de lo malo; no sentía, era como si mi alma se hubiese extinto; ese demonio succionó la pureza de mi ser y le dio paso a un individuo carente de emociones; un inhumano, simplemente, un cadáver errante.
No recordaba los detalles de lo sucedido; sabía que había sufrido un abuso por el dolor físico que tuve que soportar por días, pero, en sí, mi mente no rememoraba los fragmentos de esa noche; al parecer, mi subconsciente empleó un mecanismo de defensa capaz de bloquear la capacidad de evocar algo relacionado con la violación; lo único que tenía presente de ese día, era el rostro de Blake.
Cuando vi sus ojos, supe de inmediato que el sufrimiento había llegado a su fin; a pesar de que su mirada no era transparente o clara; si pude vislumbrar un efímero rayo de esperanza que me generaba una paz momentánea; me desplomé en sus brazos, y no recuerdo más, hasta el instante que desperté de mi letargo.
Llevaba dos días, inconsciente; mi cuerpo se sentía pesado, era como si estuviese en lo profundo del mar con cientos de ladrillos que me impedían moverme; mi mente pedía con desespero auxilio; pero nadie acudió a mí, y me hundí.
Por alguna extraña razón, mi panorama había variado de una manera abrupta; ya no podía observar las cosas en gamas de colores brillantes; ahora, todo se reducía a un triste y oscuro gris; mi firmamento permanecía lluvioso y mis pensamientos divagaban sin control entre la ira y la venganza; no había espacio para la humillación; lo único que mi cabeza procesaba era la ruta que me llevaría hasta el individuo que decidió profanarme y mancharme de su pecado.
Abrí mis ojos y la realidad me golpeo con fuerza; todas esas sensaciones eran reales, no se trataba de una simple pesadilla; la verdad era que por más que tratara de negarlo; yo, había sido objeto de abuso y no existía nada que pudiese hacer para evitar dicha eventualidad.
Las lágrimas empezaron a caer sin control por mi rostro y de mi garganta salían gritos desgarradores que me reafirmaban la gravedad de la situación; aun cuando me era imposible recapitular lo sucedido; la manera en la que veía mi cuerpo me dejaba más que claro que todo fue verídico; mi piel tenía un aspecto rojizo, habían salpicaduras a lo largo de mi ser; todas pigmentadas en un negro sulfurante; mi perspectiva no veía nada que no fuera oscuridad; incluso, ese contacto cálido que me brindaba Richelle en esos momentos, a través de sus brazos, me resultaba incomodo; no deseaba ser tocado por nadie, me repudiaba la idea de que alguien se manchara de mi pecado.
Es en momentos así, donde me pregunto:
¿Y DIOS?
¿Dónde estabas cuando te necesite?
¿Por qué permitiste que me ultrajaran de esta forma?
¿Acaso no eres un ser omnipotente?
¿Qué te detuvo?
¿No soy lo suficiente como para merecer algo de tu atención?
No obstante, el contexto que tenía frente a mis ojos aunque desfavorable, poseía un sólo aspecto a resaltar:
– Yo, estaba vivo.
Independientemente de lo ocurrido, alguien me brindo la posibilidad de continuar una vez más.
Conocí a Blake en esa camilla del Hospital, rodeado de paredes blancas y enfermeras por doquier; mientras conversábamos, logre divisar una posibilidad. Si de algo estaba seguro, era que por ningún motivo iba a quedarme en esta ciudad; sabía que mi relación con Richelle tuvo el peor de los finales; pero, eso no era motivo para permanecer sentado a esperar que alguien llegara por mí.
Es más, no podía permitir que mi familia o amigos se enteraran de esto; porque conociendo la inmensidad de sus corazones, sabia de sobra que no sólo vendrían, sino que serían capaces de vincularse a la zona restringida con tal de obtener venganza.
Pero…
– ¿Quién era yo para arrebatarles la oportunidad de vivir?
Antes, merecía su atención, pues aún quedaba algo de valor en mí; pero, ahora, no era más que un ser inservible, carente de vitalidad; un recipiente vacío y superficial.
No era digno de sus sentimientos, ni preocupación y mucho menos, de su sacrificio; ya no. Si quería volver a verles debía hacer uso de mi astucia para salir bien librado sin comprometer la vida de Blake; si, en estos momentos, la existencia de Richelle representa una enorme molestia para mí; sí ella no hubiese ocultado semejante secreto, quizás, sólo quizás, yo, podría haber conservado mi humanidad.
¿Cómo se supone que un ser humano recupere la esencia con la que llego al mundo, si esta le fue arrebatada de una manera tan baja y repudiable?
Luego de finalizar la charla con Blake sobre las andanzas o regimientos de los «Barrios Bajos»; me quede acostado en mi cama, con la mirada fija en el techo, mientras mi cabeza no hacía otra cosa que no fuera procesar la información develada; debía trazar una ruta de escape, y para ello necesitaba conseguir algunas cosas:
1. Respeto
Si de algo me pude percatar al hablar con Blake; fue de ese sentido tan relevante que tienen las Jerarquías en la zona restringida; sí eres el líder o la mano derecha del mismo; mereces respeto, no precisamente admiración; pero si, algo muy similar al reconocimiento. Tus dominios son inexplorables para todos aquellos que no tienen ese privilegio; sólo los que se hacen de un nombre, tienen permitido avanzar y gobernar.
2. Reconocimiento
No importaba la manera, pero, debía crear una «Reputación»; tenía que volverme famoso en medio de la escoria de la sociedad, pero a diferencia de Karl o de Blake; no iba a infundir miedo, necesitaba que mis súbditos fueran fieles, por lo tanto, lo que requería de ellos era: Lealtad.
¿Cómo conseguirla?
Ofreciendo todo aquello que no poseen; si logro establecer mi figura y genero revuelo en medio de ellos; tendré la autoridad para decretar, y si mis designios son cumplidos; los resultados llegaran por si solos.
3. Discernimiento
Debía aprender a desenvolverme sin ayuda de Blake en los Barrios Bajos; no podía ser el blanco de las miradas, tenía que mantener un perfil bajo; permanecer en las sombras hasta conseguir el momento de atacar.
La red de narcotráfico era el centro de fluencia de todas las actividades que se desarrollaban en los barrios bajos de Stuttgart; en resumen, quien manejaba el sistema, controlaba la ciudad. Era más que necesario, vivir 24/7 al lado de Blake, aprendiendo, contabilizando, vislumbrando y demarcando de a poco, la vía libre para el retorno a mi hogar.
4. Confusión
Los rumores serían la estrategia a seguir; si los tres ítems anteriores eran un éxito; se empezarían a crear conspiraciones sobre ¿Quién debería ser el verdadero líder? Seria ese momento, donde debía hacer uso de la manipulación para colocar todas las cartas a mi favor; no sólo jugaría con la necesidad de esas personas, sino que, tendría que brindarles una ilusión falsa de «Tranquilidad»; porque, una vez yo partiera hacia Frankfurt; la furia de Lucifer se desataría sin precedentes, y yo, no estaría para contenerla.
5. Derrocamiento
Una vez los disturbios empezaran; mi oportunidad de tomar el control llegaría de la mano del único e indiscutible «Rey actual». Karl se sentirá amenazado por mi presencia, él sabrá que no puede darles lo que yo les ofrezco, porque el desconoce una forma distinta de someter a las personas, que no sea a través del temor; Lucifer disfruta de disfrazar su «Despotismo» con una falsa percepción de compasión, en la cual, recompensa a quien le sigue y castiga a quien lo ofende.
Sin embargo, él está perdiendo de vista algo importante…
«El débil puede soportar hasta límites inimaginables, pero, sí su cansancio o resignación toman lugar; no existe nada ni nadie que impida que acabe con el más fuerte de los predadores»
De allí que, las multitudes deben ser controladas a base de fidelidad, para evitar que se vuelvan en contra; por el contrario, si están dirigidas por «El terror»; llegara el momento en que decidan que sus vidas son insignificantes y que no pierden nada con arriesgar su existencia, si con eso derrumban el régimen opresor.
Por ende, comparto aquel dicho que establece:
– «El valiente vive hasta que el cobarde quiere»
6. Posicionamiento
Con la destrucción del gobierno anterior; se abre la puerta al «Nuevo mundo»; uno capaz de remover la inmundicia tan característica de Stuttgart y reemplazarla por un ambiente armonioso.
Mis leyes serian nobles, y cooperativas; no permitiría que mis seguidores fueran un ente externo a mi mandato; de hecho, haría de sus ideas mi designio y así, otorgándoles «Poder», aseguraría su apoyo incondicional.
7. Huida
El mejor momento para escapar sería justo después de restablecer el orden de los Barrios Bajos; todos tendrían la guardia baja, nadie pensaría ni siquiera por un momento, que yo, sería capaz de abandonar todo lo que construí a base de salvajismo; los pobladores de la zona restringida, incluyendo a los grandes (Blake, Karl, Richelle, Black, Johannes) creerán que mis «Esfuerzos» estaban enfocados a obtener el liderazgo del lugar; no se generaría sospecha, nadie podría ver mis intenciones, yo, no lo permitiría.
Iba a involucrarme con la podredumbre, entonces, tenía que actuar como tal; mi alma ya no existía, lo cual me facilitaba de sobre manera mi cometido; puede que mi presencia no fuera de valor en estos instantes, pero, sí había recibido una segunda oportunidad, de seguro, no sería para convertirme en el General de un ejército de marionetas inservibles; quizás, todo este mal rato tendría una recompensa enorme, y si con ello, lograba regresar a mis principios, apostaría todo lo que tengo para conseguirlo.
¡No había modo de dar reversa!
¡Era ahora o nunca!
La noche en «La Jaula» me facilitó las dos primeras etapas de mi plan; en el recorrido, Blake me informo sobre los aspectos que tenía que considerar si por algún motivo, Karl me pedía que peleara; al parecer, ese lugar no era más que una adaptación a la práctica romana del «Coliseo de los Gladiadores», ese sitio en el que el Emperador disfrutaba del desmembramiento de los luchadores; una acción tan mundana que buscaba saciar la depravación de su ser.
Al llegar, comencé a inspeccionar a los posibles «Contrincantes»; todos sin excepción alguna, me ganaban en estructura; sus cuerpos estaban completamente esculpidos, lo cual me permitía demarcar sus habilidades en un ranking específico:
– Fuerza: ABSOLUTA
– Velocidad: DEPENDIENTE
– Agilidad: DEPENDIENTE
– Destreza: ABSOLUTA
– Flexibilidad: DEPENDIENTE
– Astucia: AUSENTE
– Predicción: AUSENTE
– Instinto: ABSOLUTO
Las categorías de clasificación indicaban factores simples:
1. Absoluto= 100% de la habilidad descrita.
2. Dependiente= 50/50 ligada al peso corporal del individuo.
3. Ausente: 0% inexistente.
– «Si quieres vencer a tu enemigo, no le subestimes»
Mi introspección me permitió comprender dos aspectos relevantes: Primero, ninguno de los gladiadores emplearía su capacidad cognitiva para enfrentar a los contrincantes, es decir, que sus acciones están basadas en su instinto y no en las condiciones del contexto en el que se encuentran. Segundo, la fuerza es sin duda alguna, su habilidad maestra, todos la poseen y en cantidades exorbitantes; el dilema era, ¿Cómo contrarrestarlas?
Sí sus números eran altos en fuerza e instinto; mis cifras en velocidad, agilidad, destreza, flexibilidad, astucia y predicción, estaban por los cielos; puede que su potencial no se compare al mío, pero, mi escaso peso corporal, me permitirá fatigarlos hasta lograr que en medio del cansancio, abran una rendija de esperanza, para atravesarla y obtener la victoria.
En ese instante, donde me era imposible sentir o colocarle un nombre a lo que fuera que estuviese percibiendo; me encontré con la posibilidad de enviar una advertencia al Jefe mayor…
Karl no tardo en mofarse del incidente que nos había reunido en este infierno terrenal; pero, sus provocaciones baratas, no eran competencia para mi ingenio y sarcasmo; si quería tener un «Nombre» debía enfrentar al «Hombre», así de simple.
Sin importar las consecuencias, debía hacerle entender a Karl, que sus hilos no movían mi voluntad, que yo, no era su muñeco, ni mucho menos un juguete con el que él pudiese satisfacer sus deseos carnales.
La clave para infundir el «Terror» en alguien como Karl, era: El abandono.
¿Cómo puedes controlar a alguien que no tiene nada que perder, ni siquiera un motivo por el cual vivir?
Él mismo, había sido el causante de mi inhumanidad, su conciencia aunque sucia y retorcida, le recordaba a cada momento, que el error más grande que pudo haber cometido, fue el degradar mi pureza; su ser entero, se estremeció cuando hizo contacto con mis ojos, yo sabía lo que observaba: NADA.
Eso era justo lo que su vista le permitía vislumbrar, nada, absolutamente nada. La forma en la que su postura cambio de una relajada a una defensiva, me hizo entender que mi esencia banal estaba surgiendo efecto y si yo, lograba atemorizar al Jefe Mayor; los demás, no merecían ni mi tiempo.
Los encuentros comenzaron, y con ello, se desencadeno aquella parte que reside en cada hombre y mujer que habita en el mundo; algunos poseen el privilegio de jamás develarla, pero, otros, como yo, nos vimos obligados a alimentar esa naturaleza que nos separa de lo celestial y nos hace descender a lo profundo de las tinieblas que dan la bienvenida al purgatorio; todo, por el deseo insaciable de aferrarnos a la vida.
Mi primer oponente era justo como lo había descrito, fuerza bruta e instinto salvaje; su postura de alerta, me dio a entender que el percibía mi sustancia bestial; para hacerle frente, debía robarle todas las posibilidades de atacarme; y la única manera de alcanzarlo, seria arrebatarle su centro de control.
Cuando su cabeza reposo en mis manos y su sangre se mezcló con el negro de mi piel; me sentí extasiado, deseaba más de ese líquido rojizo, era como si su sufrimiento retribuyera el mío.
Sí, eso era, sus muertes eran un tributo a mi castidad manchada.
Y si su sangre derramada era mi consuelo, ¿Por qué debía limitarte a unos cuantos?
¿No sería mejor asesinarlos a todos?
Quizás así, su deuda de sangre sea pagada y mi humanidad aunque ausente, volvería a cobrar vida.
La manera en la que se formaban pequeños ríos de linfa a lo largo de la arena; hacia que mi cuerpo sintiera placer en su estado más puro, gozaba del sufrimiento, me hundía en el pecado y me regocijaba en su descenso.
A fin de cuentas, algún día ellos me recibirían en el infierno que me esperaba después de mi muerte; porque, ni siquiera la salvación de un inocente sería suficiente para soportar mis acciones.
Aquella noche, logre un indiscutible 10 a 0; nadie pudo oponerse, todos fueron testigos de mi esencia real; no sentían temor; ellos, al igual que yo, estaban eufóricos; vieron en mí, la posibilidad de librarse de su opresor; ese que llego con ofrendas de compasión y los sometió a sus designios como si se tratara de cerdos infravalorados.
Las ganancias de los encuentros fueron representativas, en sí, el dinero no era una prioridad; podía largarme de Stuttgart con menos de 300 €; pero, debía guardar las apariencias y dar la impresión, de que lo que movía mi ser entero, era la ambición de poder. Sin embargo, el mayor logro de ese día, fue haber conseguido un seudónimo; todos y cada uno de los habitantes de esa ciudad, me reconocerían como el indiscutible: REY DE LOS BARRIOS BAJOS.
El tiempo paso y con ello, se llevaron a cabo las fases 3 y 4 de la ruta de escape diseñada; vivía día y noche junto a Blake, conocía su negocio, sabia de sus contactos, movilizaba su mercancía e incluso, optimice su sistema, demostrando ante sus subordinados, la capacidad de mi mente y lo mucho que podrían lograr si decidían servirme.
Mientras profundizaba en el manejo de la red de tráfico, más entendía la forma en la que tenía que provocar el derrocamiento de Karl; debía lograr mi objetivo sin verme directamente involucrado.
Para ello, empecé a entablar una comunicación directa con la gente de la zona restringida; prestaba atención a sus problemas y miedos más grandes, dedicaba mi tiempo entero a fortalecer un «Lazo» entre ellos y yo; así, de esa manera, todos tendrían en su cabeza la convicción de que mis intenciones eran inofensivas; y que de mi lado, su contexto cambiaría.
Los rumores corrieron a gran velocidad, sobre todo por parte de las chicas con las que tenía sexo; ni siquiera sabía sus nombres, sólo escogía a mi gusto y me deleitaba en la lujuria desbordante que emanaba de sus cuerpos; los encuentros sexuales de la mano de estas mujeres del «Bajo mundo» fueron reconfortantes; su salvajismo era palpable, pero, ninguna logró su cometido; no les permitiría hacerse a la idea de que tenían un trato especial de mi parte, ni siquiera a Richelle.
Luego del incidente con Karl, ella trato de dialogar conmigo en innumerables ocasiones; resguardando la teoría de que su conducta había sido necesaria, que si no hubiese ocultado su procedencia, mi vida estaría en peligro.
– Tom, por favor, hablemos, ¿Si?
– ¿Y ahora qué es lo que quieres? ¿Qué pasa te está haciendo falta unos cuantos azotes o que putas?
– Tom…
– Tienes un minuto de mi tiempo, aprovéchalo.
– Lo siento.
– ¿Disculpa?
– Perdón.
– ¿Qué?
– Tom, yo…es decir, tú no sabes cuánto me arrepiento de lo que sucedió.
– Dime algo, ¿Tu arrepentimiento me servirá?
– No, pero…
– Nada, por tu culpa, yo estoy metido hasta el fondo en tú mundo de mierda.
– Yo no quería…
– ¿Hundirme? Pero si ya lo hiciste mujer, ¿No te das cuenta? Pudiste evitarme el sufrimiento, y preferiste ser egoísta.
– ¿Egoísta?
– Si, cuando decidiste no decirme de tu procedencia, pensaste en ti antes que en mí; sabias que tú vida correría peligro si Karl se enteraba ¿No?
– En un inicio fue así, pero, después…
– Después de conocerme, ¿Te lo pensaste con más detenimiento? ¡BASURA, RICHELLE! Todo lo que salga de tu pútrida boca es traducido a mí como un desecho inservible.
– Y-Yo…
– No existe nada que puedas hacer para que yo cambie de opinión, ¿Entendiste?
– Entonces, ¿Tú y yo?
– No hay un «Tu & Yo»; lo único que obtendrás de mi es sexo; y eso, sólo porque tu destreza en la cama es superior a la de las otras prostitutas; de lo contrario, ni siquiera te dirigiría la palabra.
Richelle estaba a punto de llorar, pero, su reacción no me perturbo en nada; la verdad era que la hacía responsable de mi suerte; sí ella hubiese sido sincera conmigo, yo no la habría juzgado y de antemano, entendería que debía ser más prudente en mi relación con ella; pero no, esta mujer se limitó a demarcar su perspectiva y me sacrifico.
El negocio de Blake iba en ascenso; un día decidimos celebrar los frutos de mi astucia, y nos reunimos en el único Bar decente de la zona restringida; bebíamos, reíamos de cualquier estupidez y compartíamos nuestra desdicha.
A lo lejos, completamente aislado, se encontraba Karl; ya había bebido más de 10 cervezas, parecía un relegado; y la verdad era que, ese era justo el caso; todos me rodeaban a mí y esperaban mis intervenciones como si de un mandato divino de tratase; al parecer, la quinta faceta estaba por tomar lugar…
Karl estaba frustrado por la situación en la que se encontraba; por eso, no tardó mucho en demostrar su molestia; sin reparos, me reto a un encuentro en el que estaba en juego el mando de los Barrios Bajos…
¡BINGO!
Escuché su juramento y me plante frente a él; todos los presentes se mantenían expectantes a lo que fuera a suceder; y no era para menos, los dos pesos pesados de Stuttgart estaban por desatar su furia…
Predije su primer movimiento, las pocas veces en que lo vi luchar, me di cuenta de que siempre empezaba con un gancho derecho; quizás, para inmovilizar al contrincante por la fuerza de su mano dominante; entonces, apreté su puño y le provoque llamándolo sarcásticamente: Señor Empalador.
La presión de Karl cedió e inicio el contraataque; sus golpes venían con fuerza pero no acertaba; yo podía anticiparme a sus movimientos y evitar sus golpes; cuando de repente, se abrió una puerta…
Karl me dio espacio para sostener su brazo y retorcérselo hasta el punto de quebrárselo.
– ¡AHHH!
Ese sonido calo con fuerza en todo mi ser, me sentía extasiado por el placer de escuchar su queja…
Entonces, procedí a una de sus piernas y aprovechando que estaban ligeramente flexionadas; clave todo mi peso sobre una de ellas y de nuevo, la fracturé.
– DETENTE.
Su suplica no me altero, mi esencia reclamaba más, yo, quería más de su sufrimiento…
Me pare frente a él, y le dije:
– ¿Cuál de tus cinco dedos quieres conservar?
– ¿Cómo?
– Yo diría que el pulgar, porque es el más importante, ¿Tu qué crees, Karl?
– Suéltame.
– No creo haberte dado permiso para dirigirme la palabra, sólo, debías responder mi pregunta…
Impacte mi puño en su rostro y no sólo le reventé la boca, su nariz también salió lastimada…
La sangre recorría su rostro, y yo, solo podía pensar en que el rojo le sentaba bien…
¿Por qué no inundarlo de ese color?
Me acerque y tome uno por uno los dedos de su mano, y a base de bestialidad, se los quebré todos…
¡Karl estaba inmovilizado!
Era mi oportunidad de acabar con mi cometido; saque mi navaja, y estaba por clavarla incontables veces en su cuerpo; cuando sentí como una mano se apoyaba en mi hombro…
Era Blake.
– Déjalo, Tom.
– ¿Qué dices?
– Que lo dejes; él perdió, tu eres quien lidera ahora; muestra algo de respeto al Jefe antiguo.
– Claro.
Si Blake no me hubiese detenido en esos momentos, habría mandado al caño todo el plan estructurado; a mí me convenía gobernar pero no asesinar a Karl; porque, aunque mi multitud era enorme, existían unos renuentes, escondidos en las sombras, esperando el momento de atacar.
Si ellos se enteraban de la muerte de Karl, vendrían por mí, y quizás, superándome en número, no podría oponer resistencia.
Black tomo a Karl y se lo llevo de aquel lugar; cuando fije mi vista en el rostro de los demás; todos, sin excepción alguna me veían con asombro, no podían creer que alguien como yo, fuera capaz de humillar de esa manera a un ser tan poderoso y temido como él.
Sin embargo, era el momento de tomar posesión:
– ¡MI LEGADO HA INICIADO!
Los presentes alzaron sus cervezas y brindaron con complacencia; nos alcoholizamos hasta no poder más y regresamos a nuestros escondites personales.
Al llegar a mi apartamento, plantee lo que debía hacer en los próximos dos días…
El miércoles, recibiríamos un cargamento proveniente de China; teníamos que revisar con sumo detenimiento que la mercancía no sólo viniera completa sino que su calidad fuera de la más alta; dicho proceso sólo era posible llevarlo a cabo en Núremberg, una ciudad cercana a Frankfurt; para esa operación, Blake, Johannes, Richelle y yo, nos desplazaríamos hasta la bodega que teníamos allí con la droga; en el reconteo y comprobación, se nos irían más o menos dos días; cuando ese lapso acabara, yo, aprovecharía la oportunidad y me escabulliría para ir hasta el aeropuerto y escapar.
No podía comprar un pasaje en Stuttgart e irme; era obvio que mis movidas estaban vigiladas por todos, además, ¿Si supuestamente yo tenía todo? ¿Por qué razón me iría de la ciudad?
Hacer algo como eso, sólo me pondría en riesgo, por eso, debía actuar como siempre lo hacía y cuando todos menos se lo esperaran; atacaría y nadie podría contrariarme.
Llego el día del desplazamiento, fuimos con el cargamento hasta Núremberg; allí nos esperaban los encargados de ese depósito; iniciamos el proceso y trabajamos sin descanso, hasta que cayó la noche…
Yo, propuse que no partiéramos de inmediato a Stuttgart, sino que, pasáramos la noche en aquella ciudad y en la madrugada, aprovecháramos el momento para irnos sin despertar tantas sospechas; era obvio que teníamos enemigos en todo el sur de Alemania, por eso, debíamos andar con cuidado.
Además, el rumor de que yo era el «Nuevo Rey» sólo se había extendido en Stuttgart; yo, me había encargado que fuera de esa manera; con ello, evitaría poner en sobre aviso a aquellos que buscaban hacerse con el mandato de los Barrios Bajos y por ende, de la red de tráfico.
Eran las 11:00 pm; todos dormían, me cerciore de que ninguno estuviese despierto; tomé el único bolso que había llevado, en el cual cargaba dos mudas de ropa, mi móvil, dinero y papeles de identificación; eso, era lo que necesitaba para poder viajar.
Mi estado era deplorable, mi salud estaba por los suelos, dado que pase 6 meses enteros moviéndome en los Barrios Bajos; mi alimentación era muy mala, me enfermaba con facilidad, pero, no podía darle rienda suelta a eso; tenía que soportarlo, así me estuviese convirtiendo en un esqueleto podrido. Evitaba regresar al apartamento, para no revelar el lugar donde vivía, y no exponer la vida de Myriam y Patrick.
De cierta manera, me preocupaba la reacción de mis seres amados, al ver las condiciones en las que llegaría, pero, por lo menos, estaba con vida ¿No?
Me levanté del suelo, tomé mi mochila, llegué al baño de la bodega y por una ventanilla, tire el bolso, y salí de allí; no gire ni una sola vez, corrí con fuerza y no me detuve a pensar en nada; sin embargo, algo muy dentro de mí, me decía que unos ojos azules se habían percatado de mi huida…
Y aun así, no me detuvo; quizás, por el cargo de conciencia o sólo porque no deseaba esa vida para mí.
Llegué al terminal, compre el tiquete, aborde el avión y envié un mensaje a mamá, informándole que iba a regresar…
Apagué mi móvil y sólo cuando me percaté de que el avión ya había tomado vuelo; solté un suspiro de alivio; había logrado soportar 9 meses de extenuante miseria para regresar con los míos…
Ahora, que me había librado de ese purgatorio; entraría en otro…
Mi familia y amigos reclamarían por la verdad; pero, prefería morir antes de develar las cosas que tuve que hacer para escapar de ese infierno.
Sin embargo, siempre hay un cabo suelto que se encarga de tomar venganza…
Ahora, en frente de él, luego de cuatro años de no verle; entendí, que el error de Karl fue no asesinarme cuando pudo y el mío, fue no acabar con Blake.
Pues él, tomaría lo más valioso de mi vida y se lo llevaría de mi lado…
– Provocándome la muerte.
Continúa…
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