«Reverse II» Fic de Alter Saber
Capítulo 42: Reencuentro
«Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras»
– Tito Livio
La pregunta real, que invade nuestro ser en estos instantes donde lo único que podemos divisar es un final letal, es:
– ¿Qué demonios vamos a hacer?
Sentado en aquella sala del Hospital, esperando por la revisión de Gustav, luego del golpe propiciado por Blake; me cuestionaba con insistencia, el ¿Cómo? pero sobre todo el ¿Quién?, fue capaz de develar la ubicación de Bill; es decir, en Sacramento sólo el rubio y yo conocíamos su paradero; soportamos todo tipo de insultos y amenazas por parte de Blake, bajo la premisa de que el bienestar y la seguridad de nuestro amigo, era lo más primordial.
Entonces, ¿Qué otra persona pudo hacerlo?
Lo poco que habíamos logrado conversar con Bill, no me daba muchas pistas sobre el sujeto en cuestión, pero, de lo que si estaba seguro, es que el delator sabia de sobra la relación que Blake tenía con él y la uso a su favor para dañar o destruir a Bill.
Llamé incontables veces al móvil de Bill, pero, no obtuve ninguna respuesta; le envié mensajes y correos por doquier, dándole esa señal de alerta para que fuera precavido y no permitiera que el lobo se lo tragase; sin embargo, me fue imposible obtener una respuesta, lo cual añadía una carga extra de preocupación; de sólo imaginar que Blake lograría su cometido, en verdad, me ponía los nervios de punta.
Aquel aterrador hombre había mencionado la posibilidad de regresar a su ciudad en compañía de Bill…
¿Bill en Stuttgart?
¡DIOS!
Eso era como lanzar un pedazo de carne fresca a una jauría de bestias salvajes deseosas de devorar todo a su paso; no importaba la perspectiva desde la cual lo analizara, ninguna de las rutas o caminos que trazara para conseguir un resultado a nuestro favor, me servía. Por más que pensaba y estructuraba un plan en el que Blake no obtuviera lo que deseaba; no lograba encontrar la respuesta; porque simplemente, esta no existía.
Había varios aspectos que jugaban en nuestra contra:
1. Tiempo:
Blake ya estaba de camino a Frankfurt; por más que nosotros lográramos alcanzar el vuelo más rápido; él nos llevaría horas de diferencia; lapso suficiente para encontrar a Bill y llevárselo consigo.
2. Debilidad:
A pesar de que Gustav y yo gozábamos de una figura escultural; no éramos oponentes para el salvajismo de Blake, es decir, hablábamos del mismísimo Lucifer ¿No?
¿Cómo se supone que enfrentas a alguien que te supera con creces?
Sí alcanzábamos a llegar hasta el lugar donde Bill se encontraba y Blake estaba junto a él; lo único que nos esperaba después de ese contacto, era una muerte certera.
3. Sacrificio:
No necesitaba que él me lo dijera para creer con todas mis fuerzas, que si nosotros alcanzábamos a Blake e intentábamos impedir su huida con Bill; él no iba a detenerse a pensar en nada, y sería capaz de suplicarle a Blake que no nos asesinara y se iría con él por voluntad propia.
Teníamos que llegar a Frankfurt antes que Blake, ubicar a Bill, sacarlo de allí sin exponernos y llevarlo a un lugar más seguro; quizás, un sitio donde la Interpol este en cada esquina de las calles de la ciudad; para que así, Blake no sea capaz de acercarse.
Pero, ¿Cómo putas vamos a hacer eso, cuando ni siquiera se en que parte de Frankfurt vive?
Si mal no recuerdo, el apellido de la familia que acogería a Bill, era: Trümper. Me dispuse a investigar un número de contacto que me permitiera comunicarme con esa residencia, para que al menos me informaran el paradero de mi amigo; tras unos cuantos minutos, logré encontrar el dato:
– Residencia de la Familia Trümper, habla con Sam, dígame, ¿En qué puedo servirle?
¡WOW! De verdad que si eran una familia con mucho dinero…
– Ah, sí; disculpe, ¿Bill se encuentra allí?
– Por el momento, el Joven Bill se encuentra por fuera de la residencia, ¿Es de suma urgencia su asunto?
– Sí señor, necesito comunicarme con él cuanto antes.
– Lamento tanto el ser inoportuno; sin embargo, será difícil poder establecer una conexión con el Joven Bill…
– ¿Por qué?
– En estos instantes, se encuentra en el entierro de uno de los amigos del Joven Tom.
– Dios…
– Si Joven.
– Bueno Sam, ¿Podría darle un recado de mi parte en cuanto se comunique con él?
– Claro Joven, con todo gusto.
– Dígale que: «La pesadilla se ha vuelto real y que por ende, la precaución es su mejor arma»
– Es un recado peculiar, pero no se preocupe, se lo haré saber textualmente.
– Se lo agradezco.
– Perdone la intromisión…
– ¿Si?
– ¿Cuál es su nombre?
– Oh, sí, que vergüenza el no haberme presentado; dígale que lo llamo: Georg Listing.
– Claro, Joven Listing, eso haré.
– Se lo agradezco inmensamente, Sam.
– Que te buen día, Joven.
– Igualmente.
Por lo menos había conseguido enviarle un sobre – aviso; lo único que podía esperar, era que Sam le diera el recado antes de que Blake pueda hacer algo; no era cuestión de si era o no posible; debía mantenerme optimista y dar por hecho que Bill se enteraría del acecho de Lucifer y podría escapar de ello.
El doctor encargado de revisar a Gustav, salió de su habitación y me hizo señas para que me acercara:
– ¿Usted es familiar del Joven Schäfer?
– No señor, soy su amigo, fui quien lo trajo hasta aquí.
– ¿Y los padres del paciente?
– Se encuentran por fuera de la ciudad; yo, soy el único disponible, dígame, ¿Está bien?
– El impacto recibido le provoco una hemorragia imparable; perdió bastante sangre; no obstante, el golpe no logró penetrarle ningún hueso; motivo por el cual, se siente débil, pero, no es necesario realizar una cirugía.
– Gracias a Dios; Doctor, fue usted muy amable.
– No se preocupe, es mi trabajo.
– ¿Puedo verle?
– Si, de hecho, sí el paciente se siente capaz, podemos darle de alta.
– ¿De verdad?
– Si Joven; infórmeme su decisión.
– Sí señor, y de nuevo, gracias.
– Claro.
Ingresé a la habitación de Gustav, cerré la puerta y me encontré con una escena que potencio todas las sensaciones que estaba intentando reprimir para no darle paso a la desesperación…
Las lágrimas caían por los costados del rostro de Gustav, sin detenerse por ningún momento; sus manos tapaban su cara, y yo sabía que su aflicción era causada sólo por el terror que le provocaba imaginarse a Bill en manos de Blake.
Me acerqué, lo rodee con mis brazos y me uní a su dolor:
– Gus, no podemos perder la cabeza en estos momentos…
– ¿Tú estás loco? ¿Cómo carajos pretendes que guarde la compostura si Bill está en riesgo, Georg?
– Lo sé, te entiendo, pero dime, ¿Preocuparnos lo traerá de vuelta? ¿Eso impedirá que Blake le haga algo?
– No…
– ¿Entonces? Es mejor que mantengamos la compostura; debemos pensar en una solución eficaz cuanto antes y para ello, requerimos que nuestros cerebros funcionen basados en la razón y no en la emoción ¿Si?
– Si, si, si, perdona, es que …
– Lo sé.
– Georg, se lo prometimos a Simone…
Esa última frase me golpeo con una fuerza desorbitante; la preocupación de aquel momento, me había hecho perder de vista ese detalle tan relevante…
Recuerdo el día en que conocí a Simone; cuando Bill termino de presentarnos, ella fue hasta nosotros y nos acogió en sus brazos; me pareció que su reacción era demasiado conmovedora; sus ojos brillaban con un toque especial; su rostro reflejaba un alivio enorme y mientras nos observaba, dijo:
– No saben el placer que es para mí, conocerles al fin.
– Oh señora, para nosotros también es un gusto.
– ¡NO! Nada de «Señora», díganme Simone.
– Pero…
– Pero nada, ustedes son más que bienvenidos aquí y si mi pequeño los ha traído, es porque valora el lazo que tienen.
– Gracias, Simone.
– Eso está mejor; Bill, cariño, ¿Puedes preparar la mesa?
– Si, mamá.
– Cenaran con nosotros.
– ¡Dios!, qué vergüenza, es decir…
– No se preocupen, es la primera vez que Bill y yo, tenemos visita. Me siento emocionada.
La sinceridad de sus palabras me demostraba que en verdad, ella era una mujer deslumbrante; de cierta forma, y aunque sonara extraño; me daba la impresión de que Simone seria como una segunda madre para nosotros; y no me equivoque en lo absoluto.
Mientras compartíamos con Bill, conocíamos a fondo su situación familiar; incluso éramos conscientes de la condición depresiva de Simone; por ende, tratábamos de sacarla de su zona de confort cada que pudiésemos; era una tradición llevarla al Parque Central de Sacramento los fines de semana, ya fuera a sentarnos y charlar un poco o sólo a observar la gente pasar…
Le queríamos…
Dios, cómo adorábamos a esa mujer…
Cuando Bill llego a mi casa, completamente blanco, sin ser capaz de pronunciar una palabra; supuse de inmediato que algo andaba mal; llamé a Gustav y él llego en contados minutos; no quise presionarlo para que me dijera que era lo que estaba sucediendo; pero, su silencio era tan ensordecedor que me helaba la sangre…
Gus y yo nos mirábamos con frecuencia, esperando o tratando de idear la manera de abordar el tema; pero, Bill no parecía estar preparado para decirlo; entonces, tome la iniciativa:
– Y bien Bill, ¿Qué sucede? ¿Paso algo en el viaje? ¿Te hicieron algo?
El sólo negó con su cabeza en respuesta, si ese no era el caso, me quedaban dos opciones por abordar:
– ¿Blake?
De nuevo, el repitió la acción anterior y fue cuando entendí lo que estaba pasando; rogaba que mi mente no estuviese en lo cierto…
– ¿S-Simone?
Bill abrió los ojos con asombro, su rostro se puso más blanco (Si era posible), sus manos empezaron a moverse con insistencia; él se levantó del sillón y fue hasta la pared de mi cuarto; vi como su puño impacto contra esa superficie, una y otra vez, hasta que la sangre corrió por si sola…
Su reacción nos consterno tanto que, no pude evitar que se hiciera daño; Gustav se puso de pie y corrió hasta él; lo sostuvo por la espalda, impidiendo que continuara con su cometido:
– ¡SUÉLTAME! ¡SUÉLTAME, GUSTAV! Maldición, todo es mi culpa, es mi culpa, yo la deje sola.
– Bill…
– La mate, Yo, la mate.
Su aseveración calo en cada una de las fibras de mí ser; ¿Bill acababa de decir que Simone estaba muerta?
– Bill no te entiendo, ¿C-Cómo que la mataste?
– ¿NO ESCUCHASTE? YO LA MATE; LA DEJE SOLA Y ELLA…ELLA…
– Bill…
– Se suicidó.
Suicidio…
Suicidio…
¿Simone?
Ella…
Estaba…
¡NO!
No, no, no, no, no…
Eso no puede ser…
Ayer la vi, ella estaba bien, ella se veía bien…
Simone…
¿Por qué?
Cuando alce mi vista; Gustav y Bill se encontraban sentados en el suelo, aferrados el uno al otro; ambos lloraban inconsolables, y Bill gritaba con mucha fuerza; sentía que su garganta se iba a desgarrar…
No pude evitarlo…
Me acerque hasta ellos y dejamos que nuestro sufrimiento corriera…
Tan sólo unos días antes del suicidio de Simone; ella nos había citado a una cafetería que quedaba cerca de nuestra casa; dijo que deseaba conversar un poco con nosotros y accedimos de inmediato.
Cuando llegamos al lugar acordado, ella se encontraba en una de las mesas del final del pasillo; nos hizo señas y fuimos en su dirección:
– Hola guapos, ¿Me acompañan?
– Jajaja, claro que sí, Madame.
– Tomen asiento mis niños.
– Y bien, ¿Qué sucede Simone?
– ¿Qué? Nada, no pasa nada. ¿Acaso no puede una madre dialogar con sus hijos adoptivos?
– Jajaja, claro que puedes, y cada vez que quieras.
– Gracias, pero, la verdad es que si hay algo de lo que deseo discutir con ustedes.
– Dinos.
– Bueno, con lo del incidente de Blake; ustedes saben de sobra que Bill quedo destrozado…
– Si…
– Yo, no tengo seguro nada; es decir, puede que mañana este aquí, pero, quizás suceda algo.
– Oye Simone, no digas cosas como esas; nos asustas, ¿Acaso sucede algo?
– No, no hay nada de qué preocuparse. Sólo que, la muerte es algo que llega sin avisar, por eso, antes de que tome lugar; yo quiero que ustedes, me prometan algo.
– ¿Si?
– Yo no soy nadie para pedirles lo que estoy a punto de decirles, pero…
– Espera un momento, ¿Cómo que no eres nadie, ah? Simone, no nos entristezcas; eres como una madre para Gus y para mí; tú has sido una de las personas más maravillosas que se ha cruzado por nuestro camino, así que, no te denigres de esa manera o me enojare contigo.
Ella quedo impactada por mi confesión, pero, al parecer, mi sinceridad ocasiono que su rostro se armonizara en una hermosa sonrisa…
– Ya lo sabía, sólo quería que me lo dijeras.
Aunque, ella era algo traviesa…
Muy juguetona, diría yo.
Siempre me pregunte, ¿Por qué Bill no era así?
A ella le encantaba poner a prueba las reacciones de nosotros, a veces, haciéndose la seria y en otras, burlándose de nuestros actos…
Sin duda alguna, su existencia represento mucho para nosotros.
Nunca te olvidaremos, ni aunque quisiéramos…
Mamá…
– Jajajaja, a ver Simone, ilústranos.
– Bueno, sólo quiero que me digan, que si algún día llego a faltar, ustedes serán el escudo de mi pequeño; al menos, hasta que él logre hacerse fuerte por sí mismo.
– No necesitas mencionarlo, lo haríamos aunque no nos lo pidieras.
– Quiero escucharlo, chicos.
– Simone, te prometo que estaré para Bill en cada momento de su vida; aun cuando él se vuelva independiente, yo, seguiré cuidando de él.
– ¿Gustav?
– Yo también Simone; seguiré de cerca los pasos de Bill y no le dejare; si llegáramos a discutir, haría hasta lo imposible para reconciliarme con él y hacer que nuestra fraternidad, perdure por siempre.
– Gracias mis niños, no saben el alivio que me suponen sus palabras.
– Gracias a ti, por permitirnos conocer a alguien tan increíble como él.
La tarde no pasó a más, comimos y bromeamos sobre algunas experiencias de Bill; a Simone le encantaba reírse de la torpeza de su hijo, y nosotros nos sentíamos extasiados por saber esos detalles que desconocíamos de él…
Y sólo días después de esa charla sin motivos ocultos; Simone partió de nuestro lado…
Ahora que Gustav me había recordado el acuerdo que habíamos hecho con Simone; sentí como si una fuerza descomunal se apoderara de mí; algo me decía, que las cosas iban a salir bien, quizás, era Simone quien nos estaba soportando en esos momentos…
– Gus, hay que hacerlo.
– ¿Qué?
– ¿No es obvio?
– Así que, ¿Frankfurt?
– Si.
– No se diga más, traigamos de vuelta a Bill.
– Eso es justo lo que haremos.
&
Me levante sobre las 4:00 am, divise mi alrededor y me percaté de que alguien faltaba…
Conté con detenimiento, y en efecto, éramos tres, cuando la verdad fue que llegamos cuatro; la pregunta era, ¿Quién se había ido?
Me puse de pie, y me acerque hasta los lugares donde deberían estar; Johannes dormía en el sillón…
Richelle estaba sentada a fuera de la Bodega…
¿Y Tom?
Salí del depósito, tome lugar al lado de Richelle y observé algo que nunca creí ver por mis propios ojos…
¿Eso eran lágrimas?
¡MIERDA!
No, que no sea lo que estoy pensando…
¡Qué cabrón! Jodido, hijo de puta…
¡Nos jodió!
Estamos muertos…
– ¿Dónde está?
Su llanto incremento y su rostro se escondió en sus piernas…
¡MALDICIÓN!
No debí fiarme de ese maldito infeliz.
Pero…
¿Cuándo planeo todo esto?
– Richelle, ¿Dónde carajos esta Tom?
– No esta.
– ¿Cómo que no está?
– Se fue.
¡BUM!
La ira estalló como nunca en años; sentía que iba a quemarme por la temperatura ascendente de mi cuerpo; cientos de recuerdos vinieron a mí; yo, me había jugado la vida por él, ¿Y esto era lo que conseguía?
¿Así me respondía?
Se lo di todo, ¡TODO!
El dominio.
El Poder.
La seguridad.
Mi confianza.
Mi vida.
¿Acaso no le fue suficiente?
¿Siempre quiso irse de mi lado?
¡PUTO DE MIERDA!
Tomé a Richelle por los brazos y empecé a sacudirla con fuerza, demasiada, diría yo:
– ¿A dónde se fue?
– N-No lo sé; Blake, que me estas lastimando.
– ¿Acaso no lo entiendes mujer estúpida? Estamos jodidos, Richelle.
– Lo sé…
– No, espera, un condenado segundo…
– ¿Qué?
– ¿Cómo sabes que se fue? ¿Lo viste irse?
– Si.
Me iba a dar…
Por todos los griegos que me iba a dar…
Richelle resulto ser más estúpida de lo que creía…
¿Cómo le permitió largarse?
¿Por qué putas no lo detuvo?
– ¿Y me respondes así sin más?
– Si.
– Te estas ganando una paliza Richelle, que me va a valer madres que seas mujer.
– Hazlo.
– ¿Qué?
– Si me vas a golpear, adelante; no me importa lo que hagas, puedes asesinarme si lo deseas, igual, nada lo traerá de vuelta conmigo.
Al percatarme de esos ojos azules, me di cuenta que, ella había perdido más que yo…
Su primer amor se fue de su lado, sin siquiera despedirse, como si no le importara lo que le pasara…
Dándole la espalda…
Como a mí.
– ¿Por qué no lo detuviste?
– El no miro hacia atrás.
– ¿Ni una sola vez?
– Ni una sola vez.
– ¿Te despertaste al igual que él o…?
– Escuche un ruido extraño proveniente del baño; creí que era algún enemigo y me puse en marcha, salí por la parte trasera de la bodega y lo vi alejarse a unos cuantos metros de mi…
Espere a que sus ojos voltearan y se encontraran con los míos; para implorarle que no se marchara…
Pero, él no giro.
La vista de su espalda, y todo su ser corriendo como si la vida se le fuera en ello; me hizo entender que nada de lo vivido fue real; él decidió desde el primer instante, sacrificarnos con tal de salvarse.
¡Qué cruel!
Y aun así, no puedo dejar de pensar ni por un instante, que él sigue siendo el ser más hermoso que existe en el Planeta.
Si él lo planeo, era lógico que las cosas salieran a su modo; por algo, es el Rey ¿No?
Pocas personas en mi vida, lograban inspirarme algo similar al respeto; y por esta ocasión, creo que eso es justo lo que percibo de Richelle; la manera en la que decidió solucionar su enigma, fue simplemente, honorable.
Sus sentimientos eran puros aun cuando su alma estaba manchada…
¿Acaso los pecadores no podemos sentir amor?
Si, por supuesto que sí.
Ella era un claro ejemplo de ello…
– ¿Qué harás?
– ¿Qué crees? Regresar.
– ¿Está segura?
– ¿Tengo otra alternativa?
– Si.
– Aunque mi vida no valga nada, al menos, deseo aferrarme a mi existencia; asi que no, no me voy a suicidar.
– Yo no dije eso.
– ¿Entonces?
– Te enviare a otro lugar.
– ¿Cómo? ¿De qué hablas?
– Tengo un conocido en Venecia que es dueño de un Hotel muy lujoso.
– ¿Y? ¿Qué demonios tiene que ver eso conmigo?
– Veras, él, me debe un favor. Lo contactare y le pediré que te aloje allí.
– ¿Estás de coña, verdad?
– No Richelle, hablo en serio.
– ¿Por qué haces esto?
– Porque tú, a diferencia de mí, has recuperado tu humanidad.
Sus ojos se abrieron con sorpresa ante mi aseveración; y la verdad era que, su mirada ya no era sombría, sus movimientos no parecían los de un cadáver errante, Richelle estaba viva, y su sensibilidad había vuelto.
– ¿Sabes lo que te va a pasar, verdad?
– De eso me ocupo yo.
– Blake…
– No digas nada que harás que me arrepienta; ¿Entonces? ¿Qué dices?
– Y-Yo…
– Richelle, ya es hora de que comiences a vivir.
Su rostro se petrifico para segundos después, convertirse en una sonrisa demasiado angelical…
En efecto, ella ya no era la misma.
Bueno, al menos, algo había salido de todo esto…
Uno de nosotros logró escapar del Infierno…
Y si ella era humana, merecía vivir.
¡Así de simple!
Contacté a Phill; a quien en una ocasión le salve la vida; de allí que, él hubiese ofrecido su ayuda cuando fuera que lo necesitara. Le informe la situación y el me aseguro, que Richelle tendría todo lo que necesitara, que la iba a acoger y le permitiría trabajar en el Hotel para que tuviera su propio dinero; pero, él se haría cargo de sus gastos…
Le di dinero a Richelle para que comprara lo que necesitara; la lleve hasta el aeropuerto y la deje ir…
En estos momentos, su vida, valía más que la de cualquiera de nosotros…
Quien iba a pensar que se podría recuperar algo de pureza, sólo con enamorarse de alguien…
Aun cuando la situación de Richelle se había solucionado; mi panorama no había cambiado nada, seguía hundido y sin una mano que me sacara de aquel pozo…
Con la ausencia de Tom, las cosas en los Barrios Bajos volverían a su estado inicial; incluso, me atrevería a decir que el contexto seria aun peor…
Aunque Karl era un jodido hijo de perra; tenía que reconocerle que su despotismo sólo se hacía presente cuando alguien lo ofendía, es decir, que si nadie se metía con él, las cosas podían permanecer tranquilas por un tiempo.
Sin embargo, la llegada de Tom le pisoteo el orgullo; algo que nadie en la vida habría logrado; sólo un condenado como él sería capaz de acabar de una manera tan brillante al villano de la historia.
Es que la hazaña de Tom era algo de admirar, ¿Quién putas monta semejante escenario para luego desmantelarlo e irse?
Y eso que cuando lo vi en esa camilla del Hospital, me pareció un ser inofensivo…
¡QUE EQUIVOCADO ESTABA!
Nos usó a su gusto; como si fuéramos piezas de ajedrez que se mueven a su gusto; todo para derrocar al rey y quedarse con la reina.
Nunca se me paso por la cabeza que sus verdaderas intenciones eran huir de Stuttgart; su comportamiento tan inhumano me hacía creer que después de haber perdido su pureza; lo único que él deseaba era algo que le diera un tanto de sentido a su vida…
Su venganza contra Karl era lo que lo mantenía en pie…
O bueno, eso fue lo que nos hizo creer.
Aquel día, luego de ver como inmovilizo y torturo al Jefe Mayor; por primera vez en mi vida, sentí un alivio enorme, como si la vida estuviese diciendo que el sufrimiento vivido era indispensable para llegar a esta paz que tan aclamada había sido durante tantos años.
Si Tom continuaba reinando, la posibilidad de que los Barrios Bajos de Stuttgart dejaran de ser una zona restringida; seria altísima, porque un líder compasivo y justo, era lo único que se necesitaba para hacer de ese lugar un sitio vivible.
Sin embargo, que alguien lograra lo que Tom, era casi impensable años atrás; se requería de fuerza sobrehumana y un cerebro prodigioso para alcanzar esa utopía y convertirla en algo real.
Me sentía feliz por saber que al menos los pobladores de Stuttgart gozarían de algo mejor, pero, al parecer; nosotros, la escoria de la sociedad, no dejaremos de serlo nunca.
¡Qué ingenioso!
Tom nos había utilizado a su antojo porque sabía que estábamos acostumbrados a la miseria; como quien dice que, no valíamos lo suficiente como para propiciarnos la salvación.
Fuimos el sacrificio de un Rey que inicio siendo leal y termino convirtiéndose en un dictador, más feroz que el opresor que un día nos sometió con su barbarismo…
Regresé a la bodega; Johannes estaba despierto y sumamente alterado, su instinto lo colocaba en alerta cuando las cosas no salían bien…
– ¡JEFE!
– Calma Johannes.
– ¿Qué ha pasado? ¿D-Donde esta Tom? Sus cosas, no las veo… ¿Y Richelle?
– Siéntate, tenemos que hablar.
– Jefe…
– Tom nos abandonó.
– ¿QUÉ?
– Si Johannes, y no hay nada que podamos hacer.
– P-Pero… ¿Cómo?
– Bueno, al parecer, todo resulto justo como él lo planeo.
– ¿Y Richelle?
– La deje ir.
– ¿Qué demonios está pasando aquí?
– Mira, Richelle merecía algo mejor; la envié a un lugar donde va a poder vivir con tranquilidad, lejos de Karl.
– ¿Por qué?
– Su humanidad.
– ¿Volvió?
– Si.
– Entiendo. ¿Y Tom?
– Él es otro asunto, no sé a dónde se fue, y tampoco puedo traerlo de regreso; me mataría. Si no soy oponente para Karl, mucho menos para Tom.
– ¿Qué haremos?
– Bueno, si yo quiero vivir, no puedo regresar.
– ¿Por qué?
– A ver Johannes, ¿Quién crees que es el responsable de que el plan de Tom fuera un éxito?
– Ummm.
– Exacto, cuando Karl se entere de la verdad; me hará responsable, me acusara de traición y me asesinara.
– ¿Entonces?
– Las cosas en Stuttgart volverán a lo de antes; o se pondrán peor, es decir, ahora que no hay líder; Karl retomara el mandato, y esta vez, no será compasivo; usara su despotismo para mantenernos sometidos; nos echara en cara el que lo hayamos desplazado; empleara a favor la huida de Tom para afianzar su posición como Rey legítimo.
– ¿Por qué…Tom?
– Porque desde un inicio ese fue su objetivo; él nunca quiso gobernar, sólo busco conocer el territorio enemigo para crear una ruta de escape.
– Pues se tomó muchas precauciones para alcanzarlo…
– ¿Precauciones? ¡JA! Tom abandono su propia vida, lo aposto todo, renuncio a su humanidad, sólo para conseguir escapar; por eso, no puedo odiarle, fue una movida digna de un Rey.
– ¿Qué hará Jefe?
– Todo depende de ti.
– ¿De mí?
– Si, veras, si tú le informas a Karl la situación; puedes convencerlo de que yo, salí en su búsqueda y que no pienso regresar a Stuttgart hasta que lo encuentre.
– ¿Funcionara?
– Claro que sí, Karl no puede salir de Stuttgart porque tiene demasiados enemigos, no sólo en Alemania, sino también en E.U; él no se ira de allí y al creer que estoy cobrando venganza, se quedara tranquilo.
– ¿Y a donde irá usted?
– ¿No es obvio? Estados Unidos.
– ¿Sacramento?
– Exacto; aprovechare esta oportunidad para establecerme en esa ciudad; si logro gobernar ese sitio, la red de Stuttgart ya no me serviría porque tendría un negocio más grande y poderoso.
– Ajam.
– Claro está que, a penas lo logre, tú te vendrías conmigo, Johannes. Por eso pienso, que el único que tiene algo que perder eres tú; serias un sacrificio para mi salvación. No soy nadie para ordenarte, escoge por ti mismo.
– Usted es el jefe, yo sólo, sigo su mandato.
– Sin lugar a duda, tú, eres el servidor más fiel que he tenido.
– Y ha sido un honor, Jefe.
– Claro.
Colocamos en marcha nuestro plan; Johannes regresaría con la mercancía a Stuttgart; informaría a Karl y a Black de lo sucedido; diciéndole que yo iba tras Tom y que Richelle se había suicidado por la pena moral que le supuso el abandono de Tom.
Si quería que ellos se desentendieran de la vida de Richelle; debía hacerles creer que estaba muerta para que así, ella en verdad, pudiera comenzar de nuevo.
No dudaba de la credibilidad de mi subordinado; Johannes lograría convencer a Karl de todo; y si yo decidía regresar alguna vez, por lo menos, no me matarían por traidor.
Partí a Sacramento el día después de la huida de Tom; nunca me prepare para encontrar lo que el destino tenia por ofrecerme…
Si hubiese sabido que en ese lugar, vería a un ángel en persona; habría dejado Stuttgart desde hace mucho…
Sin embargo, aquellos que están predestinados a encontrarse, serán reunidos cuantas veces sea necesario, sólo porque así lo establece el destino.
Por eso, ahora que estoy en frente de él; me doy cuenta que nuestros caminos fueron hechos para juntarse…
– Es bueno verte de nuevo, Tom.
Allí en la privacidad de lo que parecía ser su habitación; pude ver de nuevo, esa figura diminuta que gobernó con descaro mi territorio…
El Rey…
Tom.
La forma en la que su cuerpo se tensiono al escucharme; me hizo caer en cuenta de que, su esencia salvaje estaba guardada en un cofre profundo; que él no pretendía abrir, a menos que fuera necesario…
¿Acaso Bill le había regresado su humanidad a Tom?
De nuevo, el amor…
– ¿Blake?
– Hombre, no pongas esa cara de muerto, ¿No te alegras de verme?
– ¿Q-Que haces aquí?
– ¿Tartamudeas? ¿Tú? ¿De verdad, eres Tom? ¿Qué paso con la postura intimidante del Rey? ¿Acaso ya no eres un cadáver errante?
– ¿Qué quieres?
La postura de Tom cambio de inmediato; sus brazos cruzados en el pecho y sus piernas ligeramente abiertas…
¡Oh!
Ahí estaba…
Él único e indiscutible…
Rey de los Barrios Bajos.
– Eso está mejor, ahora si siento que hablo contigo; dime, ¿Disfrutaste el abandonarme? ¿Lo gozaste? ¿Cuánto tiempo te costó planear semejante hazaña?
– No lo volveré a repetir, ¿Qué putas quieres, Blake?
– Veras Tom, cierta persona me informo que tú tienes algo que es mío.
– ¿Si?
– Si.
– ¿Y qué seria eso?
– Ummm, ¿Cómo te lo explico?
– Si no quieres salir medio de éste lugar, será mejor que te apresures, sabes de lo que soy capaz.
– Soy consciente de lo que eras capaz de hacer; no sé si seas igual de temible que antes.
– ¡JA! ¿Me estas retando?
Lo sentí.
El cambio en la atmósfera fue inmediato; todos los vellos de mi cuerpo se erizaron; mis pies parecían pegados al suelo, mi mente estaba en blanco, es como si estuviese poseído por algo…
¡Mierda!
Tom no perdía el toque…
– Será mejor que reconsideres tus palabras porque terminar contigo, sería como aplastar una mosca con un dedo.
– Jajajaja, al parecer, sigues siendo una bestia.
– ¿Qué quieres?
– ¿No lo dije ya? Tienes algo que es mío, lo quiero de vuelta.
– No sé de qué putas hablas, no tengo nada que te pertenezca.
– Bueno, no es propiamente un «Algo»; es más bien un «Alguien».
– ¿Alguien?
– ¿Bill Kaulitz?
El rostro de Tom se ensombreció por completo; su figura permanecía estática y el no reaccionaba; se había quedado en shock…
¡Maldición!
Bill lo tenía jodido.
– Oh, parece que si le conoces ¿Verdad? La información era real, ustedes son novios ¿No? Wow, quien iba a creer que un mujeriego como tú, se volvería marica ¿Verdad?
Lancé ese último insulto para provocarle; pero, él no reaccionaba; sus ojos estaban muy abiertos, parecía no creerse nada; su mente quizás, estaba tratando de dar con la razón por la cual yo conocía a Bill
O quizás, estaba invadido por el terror de que Bill se enterara de su pasado.
– ¿Y bien Tom, donde esta Bill? Quiero verle.
Tom inclinó su cabeza, apretó sus puños y no articulaba palabras…
Los remordimientos de su pasado estaban pasándole factura; sin embargo, su presente también se consterno…
La puerta de aquel cuarto se abrió y tras ella, estaba él…
Su esencia celestial invadió mi ser por completo; esos ojos color miel que parecían salirse de sus órbitas; me inspeccionaban con detenimiento, como si quisieran comprobar que en efecto, era yo quien estaba frente a él…
Lo ayude un poco a salir de su letargo, diciéndole:
– Al fin nos volvemos a encontrar, Bill.
Continúa…
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