«Reverse III» Fic de Alter Saber
Capítulo 46: Restricción
«La serpiente que no puede mudar su piel, muere. También las mentes a las que se les impide cambiar sus opiniones; dejan de serlo»
– Friedrich Nietzsche
Hace unos años atrás, había tenido la oportunidad de acompañar a Simone a una Conferencia; en la cual, la temática primordial se basaba en un libro escrito por un psicólogo social reconocido de la época, llamado: Philip Zimbardo; aquel sujeto trato la tesis que busca explicar el origen de la «Maldad»; el cómo ésta, parte de una situación y no de una disposición, es decir, que las conductas y comportamientos que nos obligan a desconectar la moralidad y catalizar el mal; no dependen de un factor genético o interno; si no de un agente ajeno al individuo.
Su libro «El Efecto Lucifer»; habla sobre las causas que llevaron a Satanás a dejar de ser un ángel para convertirse en un demonio; y en sí, la respuesta a ello trasciende el presente, para remontarse a los inicios; donde el hombre se valía por su instinto, justo como un lobo lo haría; si hay algo que el ser humano heredó de los alfas de la manada; fue su deseo insaciable, en otras palabras: Su codicia.
Esa ambición que ensordece nuestros sentidos, y nos lleva a darle rienda suelta a las conjeturas de la avaricia.
Junto a la dicotomía del «Bien y el Mal»; los expertos de aquella ocasión, mencionaron que las «Emociones», es decir, el sentir de las experiencias; pueden provocar conductas dependiendo de sí estas son positivas o negativas.
Por ejemplo, el miedo, es sólo la reacción del hombre ante su supervivencia; nuestro cuerpo es capaz de reflejar los efectos de ésta sensación en el cuerpo; ya sea por la sudoración, la taquicardia o el cambio de la respiración. Sin embargo, ninguno de esos síntomas se hizo presente en mí; percibía un frío sepulcral, mi mente estaba en blanco, el ritmo de mi corazón se encontraba sereno y mis pulsaciones tendían a descender; quizás, no era terror lo que sentía, sino resignación.
Porque ante esa figura tan imponente y demencial; no podía actuar de otra manera que no fuera esa; la simple mención de «Tom» fue lo único que éste tipo necesito para trasladarse de una actitud amenazante a un estado de euforia total.
Pero, ¿Qué demonios le había hecho Tom a ese sujeto? No, mejor aún, ¿Cómo es que Tom se vinculó con este tipo tan peligroso?
No necesitaba de un coeficiente intelectual elevado, ni de un instinto salvaje; para corroborar que en efecto, lo que tenía en frente era la encarnación del mal; este hombre no reflejaba emociones, no tenía alma, era inhumano; una bestia feroz.
Y al parecer, se encontraba hambrienta.
Por un momento, fije mi vista hasta Blake, el cual me hizo una señal de que no fuera a contestar nada; como si quisiera que confiara en él; pero, ¿Cómo podía creer en sus palabras?
Él era el hombre que había asesinado a mi madre.
Aquel que me quito al hombre que amaba.
¡No podía creerle!
Pero, debía hacerlo, aun en contra de mi voluntad.
El sujeto llamado «Karl»; me observaba con detenimiento, sus ojos viajaban a lo largo y ancho de mi rostro; y yo sólo podía rogar que ese demente no fuera a tener los gustos retorcidos de Blake; porque bastante tenía con mi acosador, como para sumarle a esa lista, a Lucifer.
– ¿No hablas hermosa? Puedes contestarme, no te haré nada, bueno, no de momento.
¿Hermosa?
¡Me cago en la puta!
¿Otro que piensa lo mismo?
A la mierda la advertencia de Blake…
– ¿Hermosa? ¿Qué estas ciego o eres estúpido rematado, imbécil? ¡SOY UN HOMBRE! H-O-M-B-R-E.
Ante mi confrontación, Blake abrió muchos los ojos, y se puso más nervioso que antes,..
Bien, parece que la había embarrado con creces; como siempre, mi orgullo y dignidad jugándome una mala pasada.
¿Y ahora?
– Jajajaja, ¿Estas de coña, no?
– ¡NO! No estoy de coña, es la verdad, ¿Qué no ves?
Su mirada viajo hasta mi entrepierna y segundos después; su mirada iba de mi zona sensible a mi rostro, intercalaba su introspección y parecía no creerlo.
– No me jodas, ¿Eres un travesti?
– ¿Qué? No, a ver, mi aspecto es afeminado pero soy un hombre, ¿No te jode?
– No de hecho, no. Tú…resultaste ser, inesperadamente, interesante.
¿Interesante?
¿Cómo se suponía que debía tomar eso?
¿Era una advertencia o un elogio?
Tenía miedo de preguntar…
– C-Claro.
– No has contestado mi pregunta…
– ¿C-Cual?
– ¿Jugamos?
– ¿A qué quieres jugar?
– Jajajaja, No me jodas Blake, éste tipo es graciosísimo.
– No le veo la gracia.
– ¿No? Yo sí.
Podía sonar completamente irracional, pero, esa forma de contestar tan sarcástica, su estilo despreocupado y su imponente estructura; me recordaba a Tom; algo en sus gestos, era similar a mi hermano; quizás, ellos compartieron más de lo que creí…
– No entiendo de que hablas…
– ¿Te explico?
– ¡Karl! Para ya, las cosas con él no funcionan así.
– Blake, no seas cabrón, déjame gozar de su ingenuidad.
– No, es mejor que dialoguemos sobre lo que haremos con él.
– ¿No es obvio? Voy a comérmelo entero.
Podía asegurar que días atrás, esa aseveración proveniente de un rastafari inmundo, con un piercing adornando su boca y esos ojos color avellana; me resultaba tremendamente excitante; pero, en este contexto, era como una especie de sentencia de muerte.
¡DIOS!
Que el cerebro de Blake funcione, porque de lo contrario, van a violarme y no sé qué sea peor; si el abuso o el suicidio.
– ¡NO! Todo perderá sentido, Karl.
– ¿A qué demonios te refieres? ¿No es una delicia de hombre? ¿Por qué cohibirme? Le quiero, Ya.
– ¿Sin qué Tom este presente para observarlo?
– ¿Qué?
– Ese chico es su pareja.
Si pudiese describir la ironía de su rostro; lo haría, pero, su asombro inicial se transformó en una estridente carcajada que no me producía ni el más mínimo deseo de reírme junto a él.
– Así que, ¿El Rey cedió a su verdadera naturaleza? Siempre supe que era un torcido de mierda.
¿El Rey?
El día de ayer, también había escuchado que Blake llamaba a Tom de esa manera…
¿Qué carajos significaba eso?
– Tuve muchos problemas para dar con Tom; y aun cuando pase años tras de él, sólo logré secuestrar a su pareja.
– Dices que, ¿El morderá la carnada?
– No hay duda de ello, está jodido por él.
– ¿Por qué debería creerte? ¿Piensas que he olvidado el detalle de la foto? Blake, no me mientas, si todo esto es una de tus tetras para refugiar a otro mocoso inocente; no lo toleraré.
– ¿La foto te llego desde Frankfurt?
– Ajam.
– El padre de Tom es alguien con muchas conexiones; sabia del conflicto que hubo en los Barrios Bajos y uso eso a su favor, para indisponerte, si es que yo decidía regresar.
– Y, ¿Por qué se tomaría tantas molestias?
– Porque yo planeaba traer a Tom de vuelta.
– No pudiste y a cambio, ¿Lo trajiste a él?
– Él es la clave.
– ¡Hey! Nenaza, ¿Es verdad lo que Blake dice?
¿Nenaza?
¡Hijo de…!
Sólo asentí en respuesta y pude ver como los pulmones de Blake soltaban el aire, en señal de alivio. Yo, sabía de antemano que todo lo que estaba diciendo era mentira, es decir, Tom estaba muerto ¿No?
¿Cómo demonios iba a regresar por mí?
De momento, no había captado la realidad en la que me encontraba, de hecho, mi mente ni siquiera procesaba el sacrificio de Tom; es como si, pensara que él está lejos de mí pero no ausente. Mi cuerpo se rehusaba a creer que esas manos no volverían a tocarle; yo, no lo aceptaba, simplemente, me resignaba a creerlo.
Todo había pasado demasiado rápido como para asimilarlo de golpe; aun cuando no me había sentado a analizar lo que sucedió; estaba más que seguro, de que llegaría el momento en que por fin entendería que él no iba a regresar, y que quizás, la única manera de reunirme con él, seria abandonando mi vida. Sin embargo, Tom renuncio a su existencia, con tal de que yo siguiera en pie, no podía manchar esa muestra de amor tan genuina ¿Verdad?
Debía soportar lo que pasara de aquí en más; incluso, me adaptaría a la vida de este lugar; sólo con la premisa, de que algún día, me marcharía y no volvería a poner un pie en esa ciudad.
– Entonces, ¿Qué propones, Blake?
– Esperemos.
– No es mi fuerte.
– Lo sé, pero, Tom no va a tardar en venir; él llegara y cuando eso suceda, vamos a recibirle en grande, ¿No cree, Jefe?
– Está bien, te daré dos semanas.
– ¿Sólo eso?
– Bueno, si este muñeco es tan importante como dices, Tom no tardara más de dos días en llegar; de lo contrario, y te lo advierto, haré lo que me plazca con él ¿Entendido?
– Si.
Karl volvió a inclinarse hacia mí; una de sus manos acaricio mi cabello y yo no podía sentirme más fastidiado por ese gesto tan repentino; su rostro se acercó demasiado, y en un instante, absorbió mi aroma, como si se tratase de flores silvestres…
– A decir verdad, prefiero que tú novio no venga; así, podré disfrutar todo lo que me plazca contigo.
Tras dejar esa afirmación en el aire; Karl se marchó y Blake recobro sus sentidos; era más que evidente, el temor que le tenía a ese hombre…
– ¿Sabes que me va a matar, verdad?
– No lo hará.
– ¿No? ¿Crees que no me doy cuenta de que le tienes pánico? ¿Cómo le vas a enfrentar?
– Te sacare de aquí.
– ¿Si?
– Te regresare a Sacramento; huiremos hasta allí.
– ¿Y cómo carajos vamos a hacer eso?
– Déjamelo a mí, Bill ¿Si?
– No, no puedo «Dejártelo a ti»; no confió en tus palabras.
– No dejare que nada malo te suceda.
– ¿Y si te mata primero, qué? ¿Acaso crees que seré capaz de oponerme a él?
– Tom lo hizo.
Su confesión me tomó desprevenido…
¿Había escuchado bien?
¿Cómo se supone que era eso siquiera posible?
¿Tom contra el mismísimo Lucifer?
– ¿Me estás diciendo que Tom le hizo frente y salió bien librado?
– Si.
– ¡Imposible! ¿Cómo es eso?
– ¿Él nunca te hablo de su tiempo aquí? ¿Cierto?
– No.
– Bueno, creo que tiene sus razones, de cierta manera, lo entiendo.
– ¿Acaso es tan horrible?
– No me conciernen esos detalles; mejor vamos.
– ¿A dónde?
– Tienes que conocer la zona y que te vean conmigo para que sepan que no pueden tocarte.
– ¿Ahora tú me otorgas inmunidad?
– Exacto, es justo eso, Bill; y te recomiendo que lo aproveches.
Ya que había rechazado el alimento que Blake me ofreció; lo único que quedaba en mi estómago, fue esa taza de café que tome en la cocina, mientras hablaba con Jörg.
No quería ni imaginarme como estarían los padres de Tom o Sam, ni que decir de Rick, pero sobre todo, Andreas…
Debían estar destrozados por la muerte de su hijo y amigo, quizás, hasta me odiaban por ser el causante de su sacrificio; y lo entiendo, hasta yo me siento inconforme con su comportamiento; no merezco su vida, simplemente, no era necesario; pero:
¿Cuándo pude oponerme a la transparencia de esos ojos avellana que brillaban sólo para mí?
¡NUNCA!
No pude hacerle frente…
Siempre cedi a sus deseos…
Era Tom ¿No?
¿Qué otra reacción podía mostrar que no fuera la rendición a sus designios divinos?
Salimos de aquel lugar que parecía caerse y puse mis pies en contacto con las calles de Stuttgart…
Basura, desechos, pestilencia, jeringas, vagabundos, gritos, lamentos…
Todo se apodero de mi ser en cuestión de segundos; las personas nos observaban con lentitud, pero, no se atrevían a acercarse, es como si «Temieran» a que Blake les hiciera algo; sin embargo, el estado de esa gente era deplorable; desde que salimos y lo que llevamos del trayecto; no había dado con un solo individuo que tuviese un aspecto «Decente»; todos, sin excepción alguna, parecían estar muertos en vida…
El olor que les rodeaba era putrefacto; tanto así que, tuve que contener las ganas de vomitar…
Y no se trataba de los desechos que se encontraban dispersos en las calles; era algo más, en sí, los Barrios Bajos desprendían ese aroma tan característico; como si fuera alguna especie de amenaza silenciosa que advierte con tragarse todo lo que se oponga en su camino.
Aun me resultaba increíble que Tom hubiese vivido por meses en éste lugar; yo, llevaba horas y ya quería largarme de allí…
Mientras caminábamos, vi en cámara lenta una escena que me descoloco por completo…
Un hombre robusto y con una apariencia asquerosa, se encontraba sentado sobre una joven que tenía su vestimenta rasgada; aquel tipo, la amenazaba con una navaja, y la chica no hacía otra cosa que no fuera forcejear para lograr zafarse de él; pero, éste animal desalmado, le clavo su filo en una de sus manos, evocando un grito tan fuerte que me ensordeció de inmediato; él se acercaba hasta ella y comenzaba a besarla con insistencia; no pude, simplemente no lo soporte…
Empecé a correr en esa dirección, de ninguna condenada manera iba a permitir que eso sucediera, no en frente de mis narices…
¡ESO NUNCA!
Cuando acelere mi paso, sentí como unos brazos me cargaban y me alejaban de ese lugar; comencé a golpearle la espalda para que me bajara y completamente ofuscado, le grite:
– ¿Por qué hiciste eso? ¿No lo viste, Blake? ¡LA IBA A VIOLAR POR TODOS LOS SANTOS!
– Si Bill, y si quieres sobrevivir, será mejor que aprendas a hacerte el ciego.
– ¿QUÉ?
– Aquí nadie defiende a nadie, si eres objeto de abuso, es tu problema; si alguien te roba, es porque eres débil; si no quieres morir, debes subsistir a base de los más frágiles.
– ¿Me estás diciendo que me haga el de la vista gorda? ¿Qué ignore la mierda de vida que llevan estas personas?
– Sí, eso te pido.
– ¡ABSURDO! Yo no puedo hacer algo como eso.
– Entonces, perecerás.
– Tom…
– Él lo hizo, y no te imaginas de qué forma.
– Ya deja de mencionar cosas que desconozco.
– Sólo te advierto que, si deseas salir de aquí, primero, tienes que conocer el territorio en el que te mueves.
Solté un suspiro, trate de reorganizar mis ideas…
No obstante, me resultaba imposible siquiera considerar el hecho de ignorar a la fuerza, todos los actos deplorables que tomaban lugar en esa zona; como si yo no sintiese, como si mi alma no existiese, como si fuese un cadáver, un ser inanimado, sin vida, ni razones para continuar.
Retomamos nuestro camino; llegamos a un sector que marcaba una diferencia abismal con el sitio del que habíamos salido minutos atrás; quizás, esa era la zona alta de la ciudad.
Los edificios, las calles, las personas, y en sí, el ambiente; eran muy distintos; incluso podría decir que se asemejaba de alguna manera a Sacramento; algo tradicionalista, pero con un toque moderno que la hacían sencillamente encantadora.
Ese sector era armonioso y vivible; de repente me surgió una inquietud que quise disipar de inmediato:
– Oye, Blake.
– ¿Si?
– Si tienes dinero, ¿Por qué nunca has vivido en esta zona? Creo que te puedes dar el lujo ¿No?
Su rostro se ensombreció de inmediato; sin embargo, una pequeña sonrisa se asomó…
Al ver sus ojos, pude entenderlo.
No se trataba de que no quisiera, simplemente, no se lo tenía permitido; fue allí que me di cuenta, la manera en la que las personas lo observaban; era imposible no vislumbrar esa aura que rodeaba a Blake; como si desde lejos, su esencia gritara:
– ¡CUIDADO! No se acerquen, pueden resultar contaminados.
No sentía compasión, ni mucho menos excusaba su forma de actuar; pero, creo que las circunstancias que lo llevaron a ser quien es en el presente; de seguro fueron demasiado severas como para convertirlo en el animal que era.
Recordé que mi madre lo menciono en una ocasión; ella no castigaba a Blake, sino a las causas que ocasionaron que él abandonara su humanidad…
Ingresamos a una cafetería, tomamos asiento y Blake dijo:
– ¿Si es comida preparada, aceptaras alimentarte?
Aunque quería sostener mi postura altruista; la verdad era que moría de hambre, no sabía cómo había soportado tanto tiempo sin ingerir alimento alguno; Tom solía reírse de mí, diciendo que no entendía como era posible de que mantuviese mi esbelta figura, si comía más que él…
Bueno, eso sólo fue posible, días después de que el me encontró en aquella cabaña; desde mi confesión, hasta su propuesta; todos esos hermosos recuerdos, hicieron que mi apetito se disparara.
¡Era algo loco!
Y aun con lo desfavorable del asunto, no podía pensar en otra cosa que no fuera un café caliente y unos panecillos tiernos…
– Pues sí.
– Deja de ser tan testarudo, pide lo que desees.
– Bien.
Hicimos nuestros respectivos pedidos, y mientras esperábamos; sentía como los penetrantes ojos de Blake se clavaban en mi rostro; en un principio trate de no prestarle mucha atención, pero la verdad era que, comenzaba a molestarme su insistencia:
– ¿Qué demonios quieres? ¿Tengo algo en la cara o qué?
– Jajajaja, No Bill, sólo que, eres en verdad hermoso.
Me iba a dar…
¡Por Zeus que me iba a dar!
Sentía que la adrenalina recorría mi ser; estaba furioso.
¿El hijo de puta este quien se cree, ah?
– ¿Tu cerebro no te funciona?
– ¿Cómo?
– ¿Qué si eres idiota?
– No te entiendo.
– ¿Por qué te encuentras irremediablemente atraído hacia mí, cuando yo, te detesto, ah?
– Porque no hacerlo, es decir, nada puede cambiar el hecho que me gustas.
Era imbécil rematado.
Nada de lo que había hecho o dicho, provocaron un cambio de perspectiva en él; y empezaba a plantearme seriamente, si el de verdad me «Amaba» o sólo era una obsesión banal con mi «Pureza».
Llegó nuestra orden, ambos procedimos a comer; el rato paso sin más, ninguno de los dos dijo nada; sólo nos limitamos a nuestra labor. Blake pago, y salimos de allí.
Sentía que había recobrado mis fuerzas, por lo menos, estaba muy lleno.
Procedimos a caminar, ninguno de los dos pronunciaba palabra, hasta que recordé algo que necesitaba saber:
– ¿Blake?
– Dime.
– ¿Qué es eso de «El Rey?
– ¿Disculpa?
– Es que Karl y tú lo dijeron, se refirieron de esa manera para hacer mención a Tom.
– Oh.
– ¿De qué se trata?
– Bill, ya te lo dije, no pienso hablar de eso. Sí Tom no lo hizo, yo no tengo porque develarlo, respeto eso.
– Ok, entonces, ¿Cómo se conocieron?
– ¿No dejaras de preguntar, verdad?
– Bueno, necesito saberlo.
– No fue nada del otro mundo; a decir verdad, él salía con una chica de los Barrios Bajos…
– ¿QUÉ?
No, no, no…
O sea, Tom no era tan estúpido ¿Cierto?
¿Por qué se involucraría con alguien así?
Esperen, ¿Una chica de la zona restringida?
¡NO ME JODAS!
– Si, el punto es que ella nunca le confeso a Tom de donde provenía y eso conllevo a una disputa; ahí nos conocimos.
– ¿Richelle?
Los ojos de Blake se abrieron con sorpresa, parecía preguntarse el cómo lo había descubierto; así que, sí se trataba de ella…
– ¿C-Cómo?
– La conocí en Venecia.
– Oh.
– Así que, ¿Ella lo engaño y se lo llevo a tus amiguitos?
– No precisamente; sólo que, Richelle y Karl son amigos de la infancia; se conocen de toda la vida y cuando Karl se enteró de su relación con un chico de los Barrios Altos, enfureció.
– ¿Q-Qué le hizo a Tom?
– Eso no te lo puedo decir.
– ¿Y tú que tienes que ver en eso? ¿Apreciabas mucho a Richelle?
– Jajaja no, nada de eso. Es sólo que cuando conocí a Tom; él en verdad me pareció un buen chico, alguien por quien valía la pena arriesgar la vida, es decir, era inocente ¿No?
– ¿Era?
– Bill, sólo limítate a escuchar ¿Si?
– Ummm.
– Yo le di refugio, lo acobije bajo mi protección para que nadie le hiciera daño.
– ¿Piensas que voy a creerte esa basura?
– No lo hagas, no interesa. El punto es que él se convirtió en mi mano derecha y en cierto punto de la historia, fue reconocido como: El Rey; un líder innato, justo, honesto y compasivo; que buscaba el bienestar de su gente, no imponía, sólo decretaba y sus deseos eran cumplidos.
– Espera, bájale un poco al ritmo, ¿Estás diciendo que Tom manejo los Barrios Bajos?
– Algo así.
– P-Pero, ¿Cómo? ¿No se supone que Karl…?
– Te dije que lo confrontó y gano ¿No?
– Pero…
– No te comas la cabeza con eso, sólo sucedió.
– ¿Por qué se fue? Es decir, ¿Si logro tanto, qué lo motivo a irse?
– Bueno, la verdad fue que, él nunca deseo quedarse. Siempre tuvo en mente el escape, y su plan fue todo un éxito; nadie descubrió sus verdaderas intenciones, tengo que reconocerle eso; el condenado era endemoniadamente astuto, demasiado inteligente y perspicaz.
– ¿Era muy fuerte?
– Oh, sí. Le temían mucho, tenía mucha destreza en combate.
– Tom, ¿Hizo cosas malas?
– Bill, eso, lo dejaré a tú imaginación.
– No respondes mi pregunta.
– No deseo hacerlo.
– ¿Cómo vamos a salir de aquí?
– Con ayuda de alguien.
– ¿Quién?
– Ya lo conocerás.
Seguimos el camino, y llegamos hasta una bodega enorme que contenía un sinfín de cajas acomodadas de manera simétrica; de repente, un hombre robusto se acercó y saludo a Blake de forma muy amigable; me miro y comenzó a indagarse lo mismo que todos…
– Kong, él es Bill, mi nuevo colega.
– ¿Es hombre?
– Lo es.
– ¿Te van los chicos, niño?
– ¿Qué? No, claro que no.
– ¡Qué lástima! Me gustaría darte una probada.
– ¡KONG!
– Ya, Jefe, cálmese, ¿Qué sucede?
– ¿Dónde se encuentra Johannes?
– ¿Qué?
– Bueno, aun no lo encuentro y no he logrado contactarme con él últimamente.
– ¿Acaso no lo sabe?
– ¿Qué cosa?
– Luego de que esa foto llegara, Karl enloqueció y creyó que ustedes habían cometido traición, así que…
– ¡NO! Tú no puedes estar hablando en serio…
– Jefe, lo siento, pero, creí que le habían informado.
– ¿Cómo fue?
– Jefe…
– ¿Qué le hicieron? Habla, ¡Maldición!
– Fue empalado.
La cara de Blake se sumió en una oscuridad profunda; una de sus manos fue hasta su boca y negaba constantemente; él parecía ¿Dolido?
¿Acaso Johannes era su amigo o algo así?
Sentí como una corriente ascendente trepaba por toda mi columna, los vellos de mi piel se erizaron, mi corazón se aceleró; tenía miedo; su esencia se había desatado con creces…
Su sed de sangre se hizo presente, soltando una resolución impuesta:
– Voy a matarle.
&
Empiezo a creer que el destino en verdad es una broma de Dios; de seguro se aburre de ver como todos vivimos, y empieza a cruzar caminos para revivir sentimientos…
Mi encuentro con Tom en Venecia era algo para morirse de la risa; nunca pensé, ni siquiera por un instante, que volvería a ver a aquel niño que me había robado el aliento, con su inocencia e ingenuidad.
No sólo había crecido aún más, su cuerpo estaba más formado, sus rastas eran más largas, pero, sus ojos eran igual de hermosos que aquella vez que lo vi en el Centro Comercial; sus labios eran provocativos, en sí, él seguía siendo esa deidad que me sometió a sus designios.
Aunque me había emocionado de sobremanera el verle; me dolió la forma en la que fui tratada…
Su despotismo, esa insensibilidad, ese carácter tan prepotente se hizo presente…
Nuestra conversación no fue más que una advertencia del antiguo Rey que gobernó la Zona restringida por meses, derrocando al Jefe Mayor, Karl.
Cuando Blake me ofreció una segunda oportunidad, de verdad, creí que era la mejor opción que podía tomar. Si regresaba a Stuttgart, lo único que me esperaba era la muerte; a Karl no le importaba nuestro tiempo juntos, para él, una ofensa era algo irremediable, y jamás me pasaría por alto algo como eso.
De seguro me recriminaría por fijarme en alguien como Tom; y no sólo me echaría en cara eso, sino que, me refutaría el apoyo que le di a él; ciertamente, me dedique de lleno a construir la imagen o el nombre de Tom en los Barrios Bajos; quería que el liderara, no sólo porque me encontraba enamorada; cuando lo veía dialogar con las personas de la zona, cuando fui testigo de su destreza en los negocios, cuando vi la forma en la que derribaba a todo cuanto se oponía a su palabra; creí por primera vez, que era posible vivir en un lugar más armonioso.
Sin embargo, nadie nos prepararía para su hazaña, porque, no podía llamarse de otra manera…
Tom abandono su pureza, desato su salvajismo, se adueñó de la red, afianzo el lazo con los ciudadanos y derribo el régimen impuesto por Karl; todo en un periodo de 6 meses…
¡Era increíble!
Sólo alguien con su potencial podría lograr algo tan trascendental como eso; pero, sus intenciones no eran puras…
Él nos utilizó a su gusto, todo para salvarse a sí mismo; en sí, su comportamiento fue egoísta, pero, le entendía; en verdad que, comprendía su conducta.
Alguien que fue obligado a saltar del precipicio y sumirse en el Infierno; es capaz de devolver la jugada por cien.
Luego de verle, después de 4 años, corrobore que en efecto, yo, aun no le había superado; me fue imposible contener la emoción que me ocasionó, encontrarme de nuevo con él; ese abrazo significó mucho para mí, pero, para Tom; sólo fue una molestia.
Su reacción quemaba mis entrañas, pero, no se lo refutaba. Él tenía derecho de tratarme asi, a fin de cuentas, yo, fui la causante de su desdicha; si hubiese sido valiente, le habría evitado todo ese sufrimiento y quizás, sólo quizás, él y yo, seguiríamos juntos.
Es difícil imaginar el futuro, pero, a veces, nuestro presente nos advierte, y hacemos caso omiso de nuestro pasado y sufrimos las consecuencias de nuestros actos cargados de cobardía.
Continúe con mis labores diarias, limpiaba uno de los cuartos de los huéspedes; cuando de repente, escuché la melodía inconfundible de mi móvil.
Deje a un lado los utensilios de aseo, y me dispuse a contestar…
– ¿Bueno?
– ¿Richelle?
¡No era real!
Simplemente no era posible…
¿Por qué él estaba llamando?
Esa voz…
Su tono demandante…
Aquí venia…
Sin duda alguna, el cobro de mis actos…
Su petición iba a ser atendida, aun en contra de mi voluntad…
A fin de cuentas, se trataba de él ¿No?
Solté un largo suspiro, preparándome para lo que fuera que iba a decir y con un poco de nerviosismo, le respondí:
– ¿Tom?
Continúa…
Gracias por la visita.