III Reverse 54

«Reverse III» Fic de Alter Saber

Capítulo 54: Pistas

«Nada podrá descubrir quien pretenda negar lo inexplicable. La realidad es un pozo de enigmas»

Carmen Martín

Al regresar a casa, después de haber dejado a Rick en su residencia; me dirigí a mi habitación, me recosté en el sillón y comencé a desenredar mis pensamientos…

El mensaje de Tom me había perturbado de sobremanera; quería rehusarme a creer que mi hijo fue capaz de escribir algo tan macabro como aquello; pero, su sentencia hacia Anna, en definitiva, me descoloco los sentidos…

¿Quién era él?

No podía tratarse del hijo al que eduque por años; no, no, Tom no es así, él siempre ha tenido un sentido de justicia inquebrantable; sin embargo, llegar hasta esas instancias por venganza; es algo que aún no logro asimilar y menos cuando, él le ofrece ese sacrificio a Rick, como una compensación por su ausencia en el incidente con Jake.

¿Acaso no es eso una completa locura?

Ahora que había presenciado tan sólo una muestra de las habilidades salvajes de mi hijo; en verdad, comenzaba a creer que su retorno estaba más que asegurado; si poseía un instinto tan nítido como ese y además, no sentía remordimientos por sus acciones; era lo único que podía hacer: Confiar en él.

No obstante, ¿Qué estaba dispuesto a ofrecer por el bienestar de Bill? Era más que claro que su vida entraba en el cuestionamiento; pero, ¿Acaso existe algo más tras eso?

De acuerdo a lo que Rick me había informado; Tom tenía una contramedida en caso tal de que su estrategia no funcionara; ¿Cómo puede planear algo hasta esa instancia sin dudar ni un solo momento de ello?

Además, si considero su estancia en Stuttgart y el estado tan demacrado en el que llego, puedo decir con facilidad; que las vivencias que soporto en ese lugar, trastornaron tanto su mente; que lo transformaron en un humano carente de alma.

Me preocupaban sus alcances; pero, lo que más me generaba incertidumbre, era lo que pasaba por su cabeza; ¿Qué demonios pensaba hacer?

Trate de reflexionar, encajar y estructurar un mapa mental que me permitiera siquiera poseer una visión cercana a lo que él pretendía lograr; pero, me fue imposible hacerlo; no pude entrar en su consciencia.

Mientras meditaba, escuche la melodía de mi móvil; observe el remitente y conteste:

¿Si?

Sr. Trümper.

Gates, ¿Qué ha sucedido?

¿Se encuentra en casa?

Si, ¿Qué pasa?

¿Podríamos vernos en éste momento? Acaba de suceder algo.

Claro, te espero aquí.

Luego de dejar a Rick en su casa; Gates me informó que tenía algunos asuntos pendientes y que debía partir de inmediato hacia un sitio determinado; le di mi consentimiento y el partió.

¿Qué quería?

Sam me aviso de la llegada de Gates; fui hasta mi despacho y una vez dentro, lo escuché:

Bueno Gates, te escucho.

Señor, acabo de recibir el informe sobre la estancia de la Señora Clarise.

¿Y?

No la encuentran.

¿QUÉ?

El guardia de seguridad explica que ella en ningún momento salió de su celda; en el cambio de turno, el vigilante reporto la desaparición.

¿Cuánto dura un cambio de turno?

Más o menos unos 15 minutos.

¿Me estás diciendo que en un periodo de tiempo tan corto, ella logró fugarse? ¡ES IMPOSIBLE!

Lo sé, Señor; ya hemos revisado las cámaras de seguridad pero no hemos encontrado nada.

¿Y la celda? Tiene que haber alguna clase de vía por la que ella pueda escaparse.

No Señor; se trata de una cárcel de máxima seguridad; sus paredes son muros de concreto de gran espesor; existen sensores de movimiento, sí ella hubiese salido, la habrían detenido de inmediato.

¿Qué me quieres decir?

Creo que alguien la ayudo a salir.

Pero, ¿Cómo? ¿No se supone que allí sólo está el personal que trabaja en esas instalaciones? O ¿Acaso ingresa alguien más?

De hecho sí, hay algunos miembros del Congreso que visitan la estructura, dos veces por semana.

¿Congresistas?

Sí, Señor, ¿Hay alguien que tenga conexiones con ustedes o sea amigo íntimo de la Señora?

A decir verdad, hay más de uno; casi que todos mis allegados son conocidos por Clarise. ¡Dios! Gates, esto es inaudito.

Yo no puedo hacer nada en contra de la corrupción; si alguno de los Congresistas se la llevo, es imposible hacerles frente; bien sabe usted, que aquí, la palabra del Gobierno es inviolable.

Aunque suene cruel; habría sido mejor, dejarla morir; si ella está suelta, podría estropear los planes de Tom o involucrarse en esa ciudad.

Con todo respeto, ni siquiera yo puedo deducir lo que maquina la mente de su hijo; quizás ella, busque aliados para dar con el paradero de Tom; hecho que es sumamente complicado, considerando la astucia del Joven.

¿Aliados?

Si, personas poderosas que le faciliten información o que estén dispuestos a acompañarla, si decide lanzarse al abismo que ofrece Stuttgart.

¿Crees que ella sea capaz de ir tan lejos?

No me queda la menor duda, luego de conocer su pasado y lo que pretendía hacer con sus hijos, Señor.

Ok Gates; debemos encontrarla; algo me dice, que ella ira tras Anna.

¿La Sra. Heithworth?

Sí, es la única que la apoyaría arriesgando su vida y ahora que su condición mental empeoro, eso es aún más posible.

Entendido.

Si das con ella; no lo pienses, sólo, acaba de una vez por todas con su existencia; no debes consultármelo, actúa y ya.

Como ordene, Señor.

Gates salió del despacho con una resolución impuesta; a decir verdad, me sorprendía el potencial de esa mujer; todo el tiempo que paso junto a mí, se mostró como una persona frágil, débil, introvertida; al punto que creí que debía protegerla con mi vida si fuera necesario…

Pero, ¿Qué otra cosa puedo esperar de la ex – esposa de un narcotraficante?

Algo tenía que aprender de sus años junto a Kean; era alguien temible y la prioridad en estos momentos; era despejar el camino de Tom, quizás por eso, sus anticipos a revelar la identidad de Clarise e inhabilitar a Anna; él pretendía dejarlas fuera de juego para no tener que preocuparse de ellas, una vez en Stuttgart.

¿Qué puedo decirte Simone?

Él se parece demasiado a ti…

Siempre con un haz bajo la manga; con actitud cautelosa, con precauciones, con indicios y provocaciones…

Nuestro hijo, al fin y al cabo.

Continúe unos minutos más en el despacho y cuando estaba por salir, Sam ingresó:

¿Señor?

Dime, Sam.

Un sobre ha llegado para usted.

¿De parte de quién?

No lo sé, Señor; no hay remitente.

Entiendo, gracias.

Con gusto, Señor.

Me senté de nuevo, abrí aquel sobre y mire su contenido; había sólo unas cuantas frases, pero, eran inentendibles; no se comprendía nada, o al menos, el mensaje no era coherente en lo absoluto; sin embargo, esa letra era inconfundible.

Era Tom.

Si seguían llegándome indicios o información desconocida, creo que voy a enloquecer; él actúa con demasiado cuidado, me colocaba los nervios de punta; traté de descifrar lo que fuera que él había escrito pero no pude lograrlo; mi cabeza no lo procesaba.

No tuve más opción que llamar a Rick y solicitarle algo de ayuda:

¿Jörg?

Si Rick, lamento molestarte.

No es molestia, dime, ¿Qué sucede?

Acaba de llegar un mensaje de Tom y no entiendo nada de lo que está escrito.

¿Un mensaje?

Si, en un sobre.

Ummm.

¿Podrías colaborarme?

Tardaré un poco, pero, allí estaré.

Te espero, entonces.

Si Jörg, nos vemos.

Ok.

Aunque el recado tenía muchas letras del abecedario; ninguna palabra formaba algo coherente…

¿Dónde demonios había aprendido a encriptar mensajes?

Dios…

Comienzo a sentirme como un fracaso de padre; ni siquiera conozco la mitad del potencial de mi propio hijo; entre más descubro, más me doy cuenta que tengo a un ser sumamente inteligente y que su capacidad va más allá de todo lo entendido.

Subí a la cocina, tomé un poco de café y espere por Rick; pasada la hora, él chico llego; bajamos de nuevo al despacho y le enseñé el mensaje:

¿Lo entiendes?

No.

¿En serio?

Sí, es decir, la forma en la que están dispuestas las letras me recuerdan a algo de lo que él me hablo, pero, no logro ubicar el que.

¿Y si llamamos a Andreas?

¿Cómo?

Bueno, Andy lo conoce más ¿No?

¡DIOS!

¿Qué?

Tom, ¡Maldito!

Oye, ¿Qué sucede?

¿No te lo dijo?

¿El qué?

Andreas se fue con él.

¿QUÉ?

Creí que lo sabias Jörg.

Bien.

Ahora si me iba a dar…

¿Cómo que Andreas también estaba allá?

Cada vez entendía menos…

Espera, Tom no se lo llevaría.

Bueno, Andy le dijo que no lo dejaría ir solo y Tom tuvo que acceder.

Estos chicos…

Lo siento, Jörg; pensé que estabas enterado.

No, no sabía nada, pero, no te preocupes. Tendré que confiar en su criterio, porque o sino, perderé el juicio.

Juicio…

¿Ummm?

¡LO TENGO!

¿Qué cosa?

Sé cómo descifrarlo…

¿Si?

Busca «Método del Cesar»

Ok.

Fui hasta mi ordenador y coloque el nombre predispuesto; abrí uno de los portales y comencé a leer:

Julio Cesar fue uno de los Emperadores más déspotas que se ha conocido en la historia; sin embargo, sus estrategias de combate y las innumerables batallas de las que salió victorioso; le otorgaron la confianza absoluta de su pueblo. Una de las formas en las que él se comunicaba con sus soldados, era a través de un cifrado bastante elemental que, obedecía una sola norma:

«La letra que lees no es la que es en realidad, sino tres antes a esta, como en un círculo vicioso»

Es decir que, si la letra que aparecía en el mensaje encriptado era la «D»; en realidad, la letra que demostraba era la «A».

No sólo este emperador hizo uso de este método tan arcaico; incluso la Reina María lo empleo para conspirar en contra de su prima la Reina Isabel de Inglaterra.

Y ahora que sabíamos cómo descifrarlo, nos colocamos en la tarea de verificar letra por letra; hasta que logramos traducir su mensaje; el cual decía:

«La vía más segura para atacar la zona restringida, es aquella que colinda con el puerto; mantenlo presente»

Ese cifrado fue más que contundente; el mensaje de Tom no era más que una pista sobre el cómo debía abordar los Barrios Bajos de Stuttgart en caso que su plan fracasara y yo decidiera atacar la ciudad, justo como él lo había descrito en la carta.

¿Cuánto tiempo le tomo crear un plan tan estructurado?

¡Me parecía humanamente imposible!

Tom había vislumbrado hasta el menor de los detalles; abarcando el sinfín de posibilidades que podían generarse y todo en unas cuantas horas…

¡Simplemente, carente de sentido!

Ahora estaba más que seguro, que los que debían preocuparse eran los habitantes de Stuttgart; y no nosotros, pues ellos, no están preparados para lo que les estaba por caer…

Rick, ¿Cómo es posible todo esto?

Hasta yo estoy sorprendido, te lo aseguro.

Es que, Tom no tuvo más de un día…

Lo sé, y dejo tantas cosas a la mano que es increíble que lo planeara todo él solo.

¿Crees que seguirán llegando instrucciones?

Si, quizás, una por día, hasta llegar al mes.

Tú piensas que él…

Yo tengo la plena convicción de que regresaran; quien debe andar con paso de plomo, son los tipos que gobiernan los Barrios Bajos; nadie podría predecir sus movimientos, ni siquiera Andreas, que es un maestro para leer las intenciones de Tom.

No resta más que esperar.

Si.

Hijo.

Dime.

¿Cómo vas con lo de Jake?

Ummm.

¿No deseas hablarlo?

No, es sólo que, aun no asimilo del todo su partida ¿Sabes? A veces, tomo mi móvil y marco su número, creyendo que contestara; estoy demasiado habituado al contacto con él y sólo minutos después caigo en cuenta que por más que marque, él simplemente, no atenderá.

Lo siento, no debí preguntar.

No, no te preocupes, de alguna forma tengo que enfrentarlo; aunque, luego de escuchar lo que dejo escrito, me sentí más aliviado; al menos, logramos despedirnos ¿No?

Si hijo, tienes razón.

Bueno Jörg, si necesitas algo más, puedes llamarme, no interesa la hora.

Gracias Rick, eres muy amable.

Tranquilo, sólo estamos tú y yo para solucionar las cosas desde aquí.

Eso es correcto.

Que estés bien.

Tu igual, cuídate.

Rick partió hacia su casa, y mientras lo despedía en la entrada de mi propiedad; vi como el vehículo de Gates se estacionaba; quizás, traía noticias…

Cuando lo vi bajarse de ese auto, con el uniforme lleno de sangre; pensé que su tarea se había cumplido, sin embargo…

Gates, ¿Te encuentras bien?

Sí Señor, son sólo residuos de lo sucedido.

¿Cumpliste tú tarea?

No exactamente.

¿A qué te refieres?

Primero, ¿Puedo tomar un baño? Me siento algo incómodo.

Claro hombre, entra.

Sam lo llevó a una de las habitaciones de los huéspedes; y luego de 20 minutos, bajo por las escaleras para sentarse junto a mí en la sala de estar; le ofrecí una taza de café y espere su reporte:

¿Y bien?

Llegué al lugar, escuche los reportes, revise la celda por tercera vez; no encontré nada que me indicara la forma en la que ella pudo haber escapado; hasta que, uno de los guardias de seguridad me informo que alguien necesitaba hablar conmigo.

Fui a la sala de interrogación, y encontré al Congresista Fritz; él fue quien le dio paso a la Señora Clarise.

¿Fritz? Pero, él es uno de los hombres más influyentes de Alemania, ¿Cómo pudo sucumbir tan fácil?

Al parecer, la Señora Clarise tenía conocimiento sobre un evento turbio del pasado del Congresista; con el cual lo amenazo.

Dios, ¡Increíble!

Si señor; el Congresista me dijo que en efecto, la Señora Clarise se dirigía hacia la Clínica en la que se encuentra la Joven Anna; sin embargo, ella iba caminando hasta esas instalaciones, porque no deseaba levantar sospechas; coordine el operativo, y seguimos su rastro, para encontrarla a menos de un kilómetro del Centro medico.

Cuando me vio, se resignó de inmediato y en el momento en que la iba a esposar para ejecutarla en un lugar menos expuesto; ella tomó una de mis armas y se suicidó.

Por eso las manchas de mi uniforme, lo hizo demasiado cerca.

¿Qué hiciste con el cuerpo?

Lo enterré señor; me cerciore de que en efecto se encontraba muerta y la deje bajo tierra.

Bien.

Lo siento, Señor.

¿Por?

Bueno, no llevé a cabo su orden.

Ella lo decidió así; además, el suicidio sólo es un acto de cobardía, no deberías pensarlo demás.

Entiendo, Señor.

Puedes retirarte Gates, si algo nuevo se presenta, te llamaré.

Lo hará más pronto de lo que cree.

¿Disculpa?

Bueno, si pienso en su hijo, algo me dice que me necesitara más que nunca.

Ya veo.

Me despido, Señor.

Claro, que te vaya bien.

Gracias, Señor.

Las palabras de Gates me colocaron en sobre aviso, quizás, él tenía razón y las cosas estaban por descontrolarse aún más…

Y no pude estar más en lo cierto…

&

Al ver esa figura imponente, con esa aura de tranquilidad y ese sigilo al caminar; no pude evitar sentirme aliviado…

¡Al FIN!

Había llegado el encargado de sacarnos de esta…

– ¿Estás muy asustado Andy?

– Por mí, puedes morirte, Rastafari.

No, esperen, ¿Por qué lo veía diferente? Algo en su imagen no me cuadraba en lo absoluto…

¿Dónde demonios estaban las serpientes de medusa que solían colgar de sus hombros?

– Jajaja, ¿Por qué me miras así?

– ¿Te quitaste las rastas?

– ¿No es obvio?

– No, no, eso es imposible; tú amabas esas asquerosas mechas de trapeador.

– Oye, más respeto, idiota.

– ¿Perdiste la cabeza?

– No, tenía que hacerlo.

– ¿Renunciaste a tu desmañado cabello?

– Andreas, me estas empezando a fastidiar.

– Desde que te conozco, tienes esas rastas contigo; decías que primero te matabas antes que cortártelas; ninguna de mis persuasiones funciono para que te las quitaras.

– ¡ANDY!

– ¿Por qué lo hiciste?

– No debo llamar la atención.

– ¿Y por eso tomaste una medida tan drástica? ¿Qué pasara después? ¿Te cambiaras el sexo? ¡Dios, el mundo está al revés! Es que tú sin rastas, es como Bill sin maquillaje: NO TIENE SENTIDO.

– Si vas a seguir con tus dudas existenciales, mejor te largas, rubio estúpido.

– Tus rastas…

– Andreaaaaaaaas…

– Hasta les había cogido un poco de cariño; ya casi ni me molestaban.

– ¡ANDREAS!

– Y justo cuando les tomo un poco de aprecio, me las quitas, ¡Qué infeliz!

– Si no te callas, voy a golpearte tan fuerte que te haré visualizar mis rastas, ¿Entendiste?

– Claro, Capitán.

Cuando Tom se enojaba, en definitiva, era mejor no provocarlo; sus sentencias se cumplían al pie de la letra; y a decir verdad, no me entusiasmaba mucho la idea de que me golpeara como un salvaje.

Richelle, ignoró mi cuestionamiento estilista y procedió:

– Suelta la sopa.

– ¿Qué quieres saber?

– ¿Kong?

– Ah, sí. Kong, ¿Quieres contarles?

– Yo…

– ¿No? Lo haré, yo, entonces.

– Bien.

– Hace 4 años, mi amigo Kong, se le ocurrió la brillante idea de manipular el cargamento, creyendo que yo no me daría cuenta de la droga faltante; cuando lo descubrí, él me pidió compasión y se la di. No le comente nada a Karl e incluso, yo, no tome ninguna represalia en contra suyo; sólo lo sentencie y le dije, que si en algún momento, llegaba a necesitar un favor suyo; debía colaborarme sin objetar; porque de lo contrario, le provocaría una muerte más dolorosa que un simple empalamiento como suele hacerlo Karl.

Si observaba con detenimiento a Kong; podía decir con mucha facilidad que en efecto, éste hombre le teme a Tom, y no es sólo él; Richelle también ha cambiado su aura, se ve algo nerviosa; como si, estuviesen en frente de su antiguo «Rey».

Y eso, era algo que me provocaba un desasosiego incontrolable…

¿Cómo debía lidiar con ese Tom?

– ¿Cómo estás tan seguro de que Kong no te traicionara, Tom?

– Tengo un seguro, ¿Verdad, Kong?

– Si.

– ¿Y cuál es ese?

– Su hija.

– Oh.

¿Lo había escuchado bien?

¿Su hija?

¡POR DIOS!

¿La tenía secuestrada o algo así?

NO, NO, NO.

Él no era Tom…

Ese ser que tiene esa sonrisa tan macabra en su rostro que se siente extasiado por el sufrimiento ajeno, no puede ser Tom…

– Éste será mi escondite temporal; estaré intercambiando mi posición cada tanto y ustedes desconocerán esa información.

– ¿Qué piensas hacer?

– No es necesario que lo sepan; ahora, díganme, ¿Dónde está Bill?

Richelle enmudeció, no podía articular palabra alguna…

¿Tenía miedo?

– Le ordene a Kong que los siguiera a ustedes para que confirmara la posición de Bill; al regresar, me dijo que ustedes estaban con él; si eso es verdad, ¿Dónde se encuentra?

– Él…

– No me hagas perder el tiempo, mujer. ¡HABLA!

– Blake lanzo una granada y se lo llevo.

Lo sentí…

Por primera vez en mi vida, experimenté algo peor que el miedo…

Aquel hombre que ahora guardaba un aspecto más recatado; apretó sus puños con fuerza, las venas de sus brazos se marcaban claramente; su respiración se agito y sus ojos se oscurecieron como nunca…

Richelle agacho su mirada; ella temblaba, todo su ser estaba inquieto; incluso yo, no podía moverme de mi posición…

¡Estaba aterrado!

Tom corrió hasta ella y con una de sus manos, la sostuvo por el cuello y tomando impulso, la aventó contra el suelo…

– ¿QUÉ DIJISTE?

– N-No puedo…

– Si no hablas, voy a matarte, por Dios, que lo hago.

– T-Tom…

No lo podía creer.

¿Quién era ese hombre?

Reaccioné algo tarde, pero, me acerque a él y en un acto de valentía, lo confronté:

– Suéltala.

– No te metas; tú no quieres terminar como ella.

– ¡Hazlo, Tom!

– ¡CÁLLATE!

– Bill está bien.

Ante esa confesión, Tom giro su rostro, soltó a Richelle y fue tras Kong; lo puso contra una pared y le exigió que le soltara la verdad:

– Luego de que Richelle se llevó a Bill; entré por Blake, lo lleve hasta una clínica y el me pidió esa granada…

– ¿Me estás diciendo que tú eres el responsable de que Bill no este con ellos dos?

– Si.

Tú hija está muerta, Kong. Tú acabas de matarla.

– Tom, por favor.

– No te atrevas a suplicar, sí a Bill le sucedió algo, no sólo será tú hija, sino ¡TODA TÚ PUTA FAMILIA!

Tom lo soltó, y aquel hombre cayó derrotado al suelo; me parecía estar viendo a un desconocido…

– ¿Quién eres?

– Andreas, no estoy para tus idioteces.

– Hablo en serio, ¿Quién carajos eres tú?

– Éste soy yo, ¿No te gusta? Pues en esto me convertí cuando esta ciudad me trago y si quieres sobrevivir, será mejor que no me provoques, no tienes ni idea de lo que soy capaz.

– ¿Me estás amenazando?

– Sólo te advierto, Andreas.

– No te reconozco.

– Ese es tú problema; no me importa nada más que sacar a Bill de aquí, lo que tu pienses, me tiene sin cuidado.

– Oh…

Eso fue todo lo que pude pronunciar; la frialdad con la que hablaba, lo que decía y como actuaba, me demostraban porque él había procurado no revelar su pasado…

No quería que nos enteráramos de que había perdido su humanidad…

Era un cadáver…

Un demonio…

Un desalmado…

No era él.

Ayude a Richelle, mientras ella recuperaba el aliento, su piel estaba demasiado fría; él de verdad, estuvo a punto de asfixiarla con una sola mano…

¡SANTO DIOS!

¿Quién hacía algo como eso?

– Iré a buscarlo.

– ¿Estás demente?

– No seré descubierto, Richelle.

– Si te encuentras con Karl, es el fin.

– No pasara nada.

– Tom…

Ese hombre salió del depósito con completa confianza; no entendía porque se escondía, si parecía importarle una mierda el que lo encontraran…

¿Entonces?

– ¿Te asustaste?

– Ni que lo digas.

– ¿Él nunca se comportó así contigo?

– Nunca, Richelle; le desconozco.

– ¿Ahora lo entiendes?

– Creo que sí.

– Tom tuvo que hacerlo, no tenía más opción.

– Pero, él dijo que…

– Es inevitable; en su esencia quedo impregnada la miseria de Stuttgart; no puede resistirse, es el Rey, a fin de cuentas.

– Richelle…

– ¿Ummm?

– ¿Qué fue lo que le sucedió?

– Andreas, te dije que…

– ¡POR FAVOR!

– Andreas…

– Necesito saberlo, si no, no podré entenderlo, y lo terminaré perdiendo.

– No es nada bueno.

– No interesa, lo escucharé.

– ¿Seguro?

– Si.

– Lo primero que debo decirte es que él cambió por un suceso atroz que tuvo que soportar.

– ¿Cuál?

– Un ultraje.

– ¿De qué tipo?

Fue abusado por Karl.

Continúa…

Gracias por la visita.

Publico y rescato para el fandom TH

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