III Reverse 55

«Reverse III» Fic de Alter Saber

Capítulo 55: Lucifer

«Dios no perdonó a los ángeles pecadores, sino que, precipitados en el infierno, los entregó a los prisiones tenebrosas en espera del Juicio»

2 Pedro, 2.

El lucero de la mañana quien osó retar a Dios; era sin duda alguna el ángel más sublime y majestuoso de los ejércitos celestiales. Sin embargo, su ambición era tan intensa, que creyó ser mejor que una deidad, aun cuando él era tan sólo uno de los miles de súbditos que éste poseía.

Satanás, Lucifer, el ángel caído, la perdición, el odio, el orgullo, la aberración, la lujuria, el pecado en su estado más puro…

Ese ser tan grotesco y repudiado por la humanidad, fue un día, el servidor más adorado por Dios, entonces, ¿Sólo basto un deseo para encadenarlo a la eternidad del bajo mundo?

Quizás sí, o Dios por primera vez en toda su existencia, sintió temor.

Y ahora, tras miles de años de evolución; él, ha renacido en mí…

Su cuestionamiento había sido más que claro…

¿Quién eres?

Una pregunta tan simple logró que la sangre que recorre mi ser, se helara por completo, mis manos enfurecidas por el temor a ser descubierto; no hallaron otra manera de descargar su ira que no fuera empleando la violencia para contener el pánico que inundaba mi cuerpo…

¡Iba a ser expuesto!

La mirada en su rostro reflejaba miedo; él sentía temor de mí; y no era para menos; Andreas nunca había presenciado mi verdadera naturaleza; sólo pasaron unos minutos para que él se diera cuenta de la crueldad con la que tuve que subsistir por meses en ésta ciudad.

Sus ojos no me recriminaban, él sólo quería entender, pero…

¡Eso era justo lo que no quería!

No deseaba bajo ninguna circunstancia que él comprendiera las razones que me llevaron a cometer semejantes atrocidades; yo, soy un monstruo, un ser sin alma, un cadáver errante, alguien que no merece el perdón de nadie; justo como le sucedió a Lucifer…

Yo sabía de sobra que el corazón de aquel rubio era tan enorme, que analizando las condiciones en las que viví; él concluiría que yo no tenía otra opción; y aun cuando eso era verdad; nada, absolutamente nada, podía excusar lo que hice.

Mis manos estaban manchadas con sangre de inocentes; jugué con la ilusión de cientos de personas, ofrecí como un sacrificio a aquellos que me brindaron una mano en este mundo de mierda, sustituí a un Jefe y me convertí en un Rey amado y aceptado por todos.

¿A qué costo?

Mi humanidad fue pisoteada, mi dignidad destruida y mi ingenuidad infravalorada…

Entonces, ¿De qué me servía su compasión? Si ni siquiera yo, era capaz de perdonar mis acciones.

Aun cuando me sentía culpable por todo lo que había cometido; una parte de mí, estaba en paz, pues, en un lugar lleno de caos, yo, no me opaque por la oscuridad; sólo, me hice parte de ella…

¿Acaso hay límites cuando se trata de sobrevivir?

¡NO! No existen, así de simple…

Si debes sacrificar la vida de otra persona por tu subsistencia, lo haces.

Si tienes que humillar a alguien para respirar una vez más, lo destruyes.

Si te ves obligado a mentir para conseguir tu propósito, lo cumples.

Esa es la perspectiva de una persona que ha sido llevada al borde del precipicio, donde sólo existe una ruta de salida, y esa es: ¡SALTAR!

Si quería salir de Stuttgart, lo tenía que apostar todo, jugar las piezas en el momento indicado, crucificar cuando se debía y asesinar como recurso prioritario.

¿Quién me consideraría humano si pensaba de esa manera?

Mis cuestionamientos me martillaban la cabeza con mucha fuerza; y lo sucedido con Andreas, no era más que una pequeña muestra de cuan desastroso podía llegar a ser las cosas, en caso tal de que Bill se enterara de mí pasado…

Si había sentido desfallecer ante la confusión de mi mejor amigo; no quiero siquiera imaginar cuan letal podría ser, el que mi pequeño vislumbrara las manchas de mi alma…

Bill era un ser puro y yo, un demonio sin remedio.

Él un ángel celestial y yo, un ser pútrido.

Él la calma y yo, un martirio irremediable.

Y aun asi, yo, me rehusaba a dejarle libre…

No quería apartarme de mi existencia; porque eso es él, mi vida entera. Bill era mi última oportunidad; sí lo perdía a él, todo se iba a acabar; ya nada tendría sentido; no habrían razones para continuar…

Mientras caminaba por las calles de la zona alta, con el perfil bajo y la capucha puesta; sentí que algo no iba del todo bien…

A unos metros, divise un número considerable de personas que recorrían locales como si estuviesen buscando a alguien; en medio de esas filas, reconocí un rostro…

Si mi memoria no fallaba, era Lucy.

Aquella chica que acompaño mis noches de descontrol en Stuttgart; se encontraba vigilando en uno de los tantos depósitos que pertenecía a Karl; hablaba con alguien y parecía darle instrucciones sobre algo…

¿A qué se debía ese despliegue de personal en los Barrios Altos?

No…

Esperen…

¿Bill?

No deje que ese pensamiento se quedara por mucho tiempo en mi cabeza; comencé a analizar la situación de acuerdo a lo que Richelle me había comentado; si mis deducciones eran correctas; Karl había ordenado a un cuarto de su gente inspeccionar cada rincón de la ciudad, para encontrarla a ella.

Y si eso era verdad, otro aspecto también era cierto.

Bill estaba con Karl.

La pregunta es: ¿Se encuentra junto a Blake o completamente solo?

En el tiempo que conviví junto a Blake; nunca fui testigo de un incumplimiento por su parte; sin embargo, las excepciones pueden presentarse y quizás, él había roto la promesa que hizo de mantenerle a salvo.

¡MALDICIÓN!

Si mi pequeño estaba en garras de ese infeliz, las posibilidades de rescatarle sin traumas, eran nulas; me bastaba basarme en mi propia experiencia para saber que Karl era capaz de todo; si pudo ultrajar a alguien como yo; era más que lógico que se vería atraído por Bill…

Aceleré mi paso, sin perder la cordura; poco lograba con desatar mi desesperación. Digamos que la búsqueda de los habitantes de los Barrios Bajos, me abría el camino para llegar hasta la cueva de Lucifer sin tantos contratiempos.

La manera más rápida para ingresar al Bar, era por la ventana trasera del cuarto de control del establecimiento, donde suele permanecer Karl y Black en compañía de algunas chicas; pero, como es miércoles, la movida en el lugar no es mucha; motivo por el cual, quizás el Jefe y su lacayo se encontraban por fuera de esa zona restringida…

Empecé a adentrarme en los Barrios Bajos y aun cuando creí que no me afectaría en lo más mínimo; sentí como mi instinto entro en un estado de alerta inmediato, mis ojos perdieron su visión caleidoscópica para convertirse en un tono monocromático, las fibras de mi cuerpo estaban tensas; yo, había regresado a ser el mismo de antes…

Caminaba por ese hedor tan distinguible y vislumbre como un hombre golpeaba con fuerza a una chica indefensa…

Pude haberla ayudado, pero, esto es Stuttgart; vives por tu cuenta o mueres en manos de otro; a parte, ¿Cuándo un Rey se ha arrodillado ante un ser inferior?

¡NUNCA!

Veía las casas, los postes de luz, los residuos dispersos, los animales moribundos, los indigentes y en sí, el panorama de los Barrios Bajos; y yo, me sentí en mi hogar.

¿Por qué tuve que salir del lugar que me creó?

Era una bestia y esa sin duda alguna, había sido la selva que me engendró…

Faltaban unas cuantas calles para llegar hasta el Bar; levante la mirada por un instante y me encontré con un grupo de vanguardia que estaba dispuesto a una esquina del lugar al que tenía que ingresar…

Si ellos estaban allí, eso sólo podía significar una cosa:

«Esperan por mi»

Karl sabía que yo estaba en Stuttgart; y aunque eso precipitaba un poco las cosas; no está por fuera de mis predicciones, tarde que temprano él se iba a enterar de mi presencia; lo que en realidad necesito, es que el Jefe actual no sea consciente de mi vínculo con Andreas, porque de ser así, no tenía muchas contra medidas en las que los dos saliéramos ilesos de eso…

Pasé cerca de esos hombres sin hacer contacto con ellos; pero, fui testigo de cómo su atmósfera cambio…

Ellos se habían percatado de mi esencia…

Camine con un paso más acelerado, y cuando me encontré en la parte trasera del cuarto de control, apunto de entrar por la ventana; escuché unos pasos tras de mi…

¡MIERDA!

Me detuve pero no gire mi rostro, hasta que escuche:

– Tienes un minuto para decir quién eres y que pretendes.

Lo sabía…

Ellos no me pasaron desapercibido…

– ¿No sabes hablar? O ¿Quieres que te lo saque a la fuerza?

– Jajajajajajajajaja…

Fue inevitable no romper a reír…

¿Él me estaba amenazando?

¿A mí?

¡Pobre iluso!

Levanté mi cabeza y me quite la capucha, lo vi a los ojos:

– ¿Decías?

Aquel hombre palideció al instante, veía como el sudor corría por su rostro, la manera en la que sus ojos divisaban todas las posibles rutas de escape; pero, para su desdicha y mi suerte, estábamos en un callejón…

– Ahora, ¿No respondes? ¿Qué pasa? ¿A dónde se fue toda la seguridad que tenías hace unos instantes, eh?

– Tú…

– Oh, así que, me conoces.

– ¿No se suponía…?

– No, y de hecho, vine a tomar mi legado, pero me encuentro con la desagradable sorpresa, de que un niño que juega a creerse un gánster, me amenaza a mí; ¿No crees que es irrespetuoso?

– T-T-Tom…

– ¿Quién dijo que podías pronunciar mi nombre?

– Y-Yo…

– Tú lo has escuchado ¿Verdad?

– Ummm…

– Sí, yo sé que sí.

– Por fav…

– ¡Shhh! Tranquilo, sólo, quiero que lo digas. Venga, ¿Qué es lo que el Rey de los Barrios Bajos le hace a aquellos que lo amenazan? ¡Vamos, hombre! ¡DILO!

– No…

– ¿Qué?

No deja rastro de ellos.

– ¡BINGO! ¿Ves? No era tan difícil decir eso. Ahora, responderás una simple pregunta: ¿Qué hacen ustedes aguardando cerca del Bar?

– Pues…

– Oye, es mi parecer, o tú estás jugando con mi paciencia ¿Ah?

– No señor, tenemos ordenes de Karl de mantener vigilada ésta zona.

– ¿Por qué?

– El Jefe nos informó de tu posible llegada.

– ¿Posible?

– Si, aun no sabíamos el día en el que llegarías, sólo que vendrías.

– ¿Por qué estaban tan seguros de ello?

– Porque Karl tiene a algo valioso para usted.

– ¿Qué sería?

– Bill.

No demostré ninguna reacción que revelara el horror que me supuso escuchar semejante declaración…

¿Karl sabia mi relación con Bill?

Esperen, pero, ¿Cómo?

Sólo alguien…

¡DIOS!

¡QUÉ PUTO BASTARDO!

¿Eso era lo mejor que Blake podía hacer? ¿En serio?

– Oh, ya veo.

– Señor, por favor.

– ¿Naciste aquí?

– Sí, señor.

– ¿En verdad?

– Yo…

– ¿Cuándo alguien de Stuttgart suplica, ah?

– To…

No le deje terminar, corrí hasta él y con un solo impulso, repose el peso de mi cuerpo a su cuello y lo fracturé.

¡CRACK!

Ese sonido inundo aquel callejón de una euforia que en años no había sentido…

¡Ahhh!

Pero, ¡Qué deleite!

Separe su cabeza del cuerpo, y lo lleve hasta uno de los contenedores de basura; por lo menos, los insectos tendrían de que alimentarse en estos días…

Me ubiqué de nuevo en la ventana; la forcé y entre con mucha lentitud; debía cerciorarme de que nadie se encontraba en ese lugar, porque de lo contrario; no saldría vivo de ese recinto.

La parte que conectaba con el cuarto de control estaba despejado; atravesé el pasillo y abrí la puerta…

En un rincón del suelo, se encontraba el cuerpo de Blake en un estado precario y justo en frente de mis narices, estaba él.

Cerré la puerta con mucho cuidado, bajé el interruptor de la luz y me acerqué de a poco hasta dar con esa figura tan esbelta que irradiaba pureza en todas las direcciones…

Ubique mis manos en sus finas caderas y con mucho aplomo, le susurre:

– Tranquilo mi pequeño; tu amo, ya está aquí.

Pude sentir como el pulso de Bill dio un vuelco descontrolado; escuchaba las palpitaciones de su corazón, su respiración estaba demasiado agitada y un pequeño sollozo emano de su boca…

¡Oh, pero, qué ternura!

Lo abracé con mucha fuerza para que me sintiera; quería que se tranquilizara, no pensé en lo que había que tenido que vivir en estos días, sólo, deseaba que se calmara, que se diera cuenta de que yo, aún estaba allí para él; justo como se lo prometí.

Él puso sus manos sobre las mías y las apretó con mucha fuerza, como si quisiera percatarse que en efecto, se trataba de mí.

¡Me iba a matar!

En verdad, mi mente no recordaba lo sucedido minutos atrás. La bestia desapareció y allí, sólo yacía el hombre que se encontraba profunda e irremediablemente enamorado de ese ángel tan sublime.

Mientras me impregnaba de su aroma tan particular; sin movernos un solo centímetro; escuché:

­ ¿Tom?

Él en verdad, podía conmigo.

Solté mi agarre y lo gire para que quedara frente a mí; puse mis manos en su rostro y con mucho cuidado, acerque el mío hasta escasos centímetros…

Aun en la oscuridad; podía vislumbrar con suma exactitud cada una de las facciones de Bill; sus ojos estaban cerrados, y sus labios ligeramente abiertos, esperando, aguardando, deseando…

Hice que mi lengua recorriera su quijada, la lleva hasta su cuello y subí a su oreja; mordiendo con quietud, para susurrarle:

– Te extrañé.

Los sollozos de Bill se hicieron más frecuentes, sus brazos rodearon todo mi torso y su rostro se escondió en mi pecho; yo, sólo podía acariciar su cabello, quería que se calmara; no deseaba verle así, aunque tenía que admitir que me fascinaba saber que él estaba tan dolido por mi ausencia…

Quizás, no era el único que no podía vivir sin el otro…

Tome el rostro de Bill en mis manos, retire las lágrimas que recorrían sus mejillas rosadas y sin preámbulos; lo bese.

Ese efímero contacto con esos labios que tanto placer me habían ocasionado, era sencillamente, excepcional.

Comencé con roces pequeños y cortos; pero, nosotros no estábamos acostumbrados a ello; no, le faltaba fogosidad a ese tacto; entonces, lleve mis manos hasta su trasero y lo apreté con fuerza; provocando que él abriera su boca por el asombro y me facilitara la interrupción en su húmeda cavidad.

Mi lengua domino desde el inicio, le penetraba, mordía, y succionaba todo lo que esa boca tenía por ofrecerme…

¡Maldición, como lo deseaba!

Mis manos se posicionaron en sus caderas, y enterré mis uñas; sentía que la cordura abandonaba mi mente…

Él comenzó a gemir en respuesta y yo estaba delirando…

Quería tomarle allí mismo; pero, mi esencia animal me lo recordó; sí le quería vivo, no podía hacer algo como eso. Con una fuerza de voluntad tremenda; fui reduciendo la velocidad y pasión del beso, hasta que quedo en una caricia tierna, muy sutil.

Bill volvió a abrazarme; al parecer, el sentirse en mis brazos, lo hacía tranquilizar; yo, lo apreté y deje muchos besos en su frente; quería transmitirle la seguridad que él necesitaba

Sin embargo, no tenía mucho tiempo.

Me acerque a su oído, y le dije:

– Pequeño, no tengo mucho tiempo, así que, necesito que me escuches con mucha atención.

– ¿A qué te refieres? ¿No viniste por mí?

– Bill, ahora, lo único que requiero es mucha comprensión de tu parte, ¿Lo entiendes?

– Pero…

– Por favor, mi amor, escúchame ¿Si?

– Está bien.

– Las cosas aquí son muy diferentes; no puedo sólo tomarte y llevarte asi sin más; si lo hiciera, moriríamos antes de dar dos pasos al frente ¿Comprendes?

– Si…

– Por eso, quiero que hagas algo por mi ¿Está bien?

– Ok.

– A partir de hoy, cuenta 14 días; no volverás a saber de mí en ese tiempo, sólo tendrás contacto con Andreas y Richelle.

– ¿Cómo así?

– Bill, no cuestiones, sólo grábate lo que te estoy diciendo ¿Estamos?

– Estamos.

– En algún punto de esos 14 días, Andreas va a llevarte a un lugar; debes grabarte el recorrido por ti mismo; pero, sólo tendrás una oportunidad para hacerlo, me refiero a que, veras ese trayecto y deberás memorizarlo al instante.

– Bien.

– Al termino del día 14, iras hasta ese lugar y esperaras, exactamente dos horas; si en ese tiempo, no hemos llegado; me refiero a Andreas y a mí; tú te iras con Rick, ¿Quedo claro?

– No, Tom.

– Bill…

– Dije: ¡NO! ¿Quieres que me vaya sin ti? ¡Estas demente!

– ¿Y quién dijo que no me iría contigo?

– Pues…

– Bill, vamos a salir de aquí, juntos.

– ¿Lo prometes?

– Lo prometo, pequeño.

– Tom, confió en ti.

– Y yo en ti.

– ¿Por qué debes irte?

– Tengo que preparar el escenario para la función.

– ¿Cómo?

– Por precaución; ahora, actúa como siempre, finge que no sabes nada de Andreas o Richelle, sopórtalo sólo por 14 días más; de allí en adelante, tendremos todo el tiempo que queramos para compartir.

– Tom…

– Dime.

Te amo.

Había escuchado esas palabras salir de su boca en repetidas ocasiones; pero, por algún motivo, hoy, calaron con tanta fuerza en mí ser que no pude evitar, devorar con ansiedad su boca por segunda vez.

¡Estaba perdido!

Él era mi perdición.

Pero, Bill valía ese riesgo.

Él lo era todo.

Antes de irme, le pregunte:

– ¿Por qué Blake termino así?

– Karl lo golpeo.

– ¿La razón?

– Un tal Johannes, al parecer Karl lo asesino.

– Ummm. ¿Qué sabe Karl sobre nosotros?

– Que somos novios.

– ¿No sabe que somos hermanos?

– No, pero, Blake descubrió lo de Richelle.

– ¿Si?

– Si…

– Bien, no te preocupes, él me supone un problema menor. ¿Recuerdas todo lo que te dije, verdad?

– Si.

– ¿Me amas?

– Con todo mi ser, ¿Y tú?

– No tanto.

– Eres un idiota.

– Pero, me amas.

– Tom…

– Dime.

– Por favor, cuídate.

– Jajaja, no debes preocuparte por eso. Mejor tú, no permitas que nadie te toque, eh.

– Celoso.

– Eres mío, ¿Qué esperabas?

– ¿Me amas?

– Nah.

– ¡Tom!

Por última vez, acerque mi rostro al suyo, dejando un beso casto en sus labios y al susurrarle, sentí como su ser entero cobro calor:

– Con cada palpitar de mi corazón.

Inhalé su fragancia para tenerla presente en mí; y salí de allí.

Sólo era cuestión de mover las fichas adecuadas…

El tiempo estaba a mi favor…

Y aunque no fuera asi,

Lo obligaría a hacerlo.

Porque en éste juego macabro…

Yo, iba a ser el único vencedor.

&

Tras evidenciar su aura en el estado más puro…

Andreas sintió en carne propia, el miedo que nos invade, tener frente a nosotros al Rey de los Barrios Bajos.

Su petición era lógica, pero, no deseaba amargarle la existencia con todas y cada una de las atrocidades que Tom cometió; ni mucho menos el abuso al que fue sometido…

Pero, su insistencia era tan preocupante que, tuve que hacerlo:

¿A-A-A qué te refieres c-c-con a-abuso?

Andreas, mejor, paremos; esto no va a ser agradable.

¡NO! Richelle tengo que saberlo, lo necesito ¿Entiendes?

Ok.

Te escucho…

Cuando conocí a Tom, mantuve mi procedencia en secreto, aspecto que ya te mencioné antes; sin embargo, mi gente no sabía que yo estaba saliendo con un chico de los Barrios Altos.

Ajam.

Un día, nos encontramos con Tom en un Centro comercial y Karl lo supo de inmediato; motivo por el cual, le ordeno a Black que lo secuestrara y lo llevara hasta la pocilga donde estuvimos.

Ummm.

Yo me di cuenta de eso y corrí hasta Blake; él me acompaño y juntos llegamos hasta él, pero, no estábamos preparados para lo que veríamos.

¿Q-Que vieron?

Tom estaba completamente desnudo, tenía cortes en su cuerpo, y quemaduras…

Dios…

Karl lo violó.

Los ojos de Andreas se abrieron con asombro ante semejante confesión; y vi como esas hermosas cuencas azul marino, se inundaron de lágrimas que empezaron a salir sin control de él…

Sus sollozos eran muy notables y podía sentir como ahogaba los gritos para evitar armar un escándalo…

¿Lo entiendes, Andy? Tom fue ultrajado de una manera brutal; él no lo decidió, pero, tampoco tuvo otra opción.

Su llanto era cada vez más fuerte…

Estaba sufriendo mucho; sentía su dolor calar por las venas de mi cuerpo…

Cuando Blake mintió diciendo que era su primo; Karl le permitió vivir, y así, Tom recibió la oportunidad de subsistir en ésta ciudad; pero…

Andreas, como pudo, respondió:

¿Q-Qué?

Su reacción al cambio fue sorprendente; en un solo día, él se transformó en un ser lúgubre; sus ojos no irradiaban vida, su atmósfera era demasiado oscura y sus movimientos parecían los de un muerto…

Blake lo instruyó, le enseño cómo comportarse y todo lo relacionado con el negocio de las drogas. Para su beneficio, Tom hizo uso de su inteligencia para hacerse de un nombre.

¿Por qué «Rey»?

Su palabra es designio, y su deseo, un hecho; justo como un Rey digno de admiración. Tom se ganó a la gente de los Barrios Bajos; más que temerle, lo respetaban con creces.

Ummm.

Él parecía interesarse por los demás, pero, todo era parte de su plan; él sólo quería usurpar la posición de Karl para escapar de aquí, sin tener que perecer en el intento.

¿Él…mato…?

Si, a muchos Andreas; tuvo que hacerlo.

Las manos de Andreas viajaron hasta su cabello; vi cómo empezó a agarrarlo con fuerza, su cabeza negaba con mucha insistencia…

¡Él no lo quería creer!

¿Cómo crees que se ganó ese respeto? Es cierto que su audacia ayudo; pero sólo cuando observaron de lo que él era capaz, creyeron en Tom.

¿Mato inocentes?

Andreas…

¿Lo hizo?

Si.

¡Dios mío!

Andreas, él abandono su humanidad a cambio de…

¿De qué? Dime Richelle, ¿A cambio de que carajos?

Tú no lo entiendes.

¡QUIERO COMPRENDERLO!

Lo sé.

Yo deseo entenderle…es mi amigo…yo…

Andreas, sólo piensa en que las circunstancias lo llevaron a eso.

¿Crees que lo estoy juzgando?

Bueno, no sé…

¿Cómo podría señalarle? ¿Acaso no es evidente? Fue forzado a hacerlo; quizás, en mis zapatos, yo, habría decidido suicidarme; pero él no quiso ocasionarnos ese dolor y le vendió el alma al mismísimo diablo para permitirnos verlo una vez más.

¿Entonces?

¡Me juzgo a mí! Yo le recrimine muchas veces cuando él regreso de Stuttgart; lo regañe e insulte infinidad de ocasiones, pero, ¡Que equivocado estaba! Pensaba que todo era parte de un absurdo cuestionamiento existencial…

Andreas.

Pero no, él vivió un infierno y yo, sólo lo critique.

Hey, no te culpes, tú no sabías…

¿Y? ¿Eso lo justifica? Lo que Tom perdió no va a poder recuperarlo nunca; él no será el mismo, quizás, actuaba como antes, pero la verdad es que su pasado lo continúa atormentando.

Nadie puede escapar de eso…

No merezco estar a su lado.

¿Andreas?

Lo siento.

Lo que sucedió después, fue demasiado rápido como para reaccionar.

Él salió corriendo del depósito, y yo, sólo minutos después, me levante y lo perseguí; no sabía de dónde demonios sacaba tanta fuerza para tomar tanta distancia entre nosotros, pero, lo que me angustiaba era que la dirección a la que iba, lo llevaría a uno de los territorios de Karl…

Aceleré mi paso y empecé a llamarlo:

¡Andy! Espera, por favor.

Él no giraba, sólo, corría cada vez más rápido, como si deseara acabar con su vida…

¡DIOS!

Tenía que alcanzarlo cuanto antes, debía hacerlo…

Pero…

Divise aquella estructura que se encontraba justo en frente de él…

¡Maldición!

Andreas, no cruces por ese puente, te vas a matar.

El parecía no escucharme, sólo seguía su camino, estaba en un trance; completamente, absortó…

¡Se encontraba destruido!

Vi que su paso no se reducía, me desespere:

¡ANDREAS! ¡NO! DIOS… ¡NOOOOO!

Me detuve, cerré mis ojos; y espere lo peor…

Porque aunque quisiera, no llegaría a tiempo para salvarle de esa caída…

¡Lo había perdido!

No obstante, un grito ensordecedor me saco de mi ensimismamiento:

¡ANDYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY!

Tom corrió como un animal salvaje y logró alcanzarlo antes de que colocara un pie sobre ese viejo puente; la distancia que separaba esa estructura del suelo, era de unos 15 metros; habría muerto por el impacto contra el concreto…

Comencé a correr de nuevo hasta llegar a ellos…

Tom seguía encima de Andreas, y él mantenía sus ojos cerrados; ambos respiraban con agitación; hasta que:

¿En qué carajos estabas pensando, ah? ¿Querías matarte?

Yo…

¡NADA! Andreas, ¿Cómo se te ocurre hacer algo así en frente de mí?

No…

Nunca vuelvas a hacer eso; ¡JAMAS!

Tom.

¿Qué?

Lo lamento.

¿Ah?

Como lo siento, yo, no…

¿De qué hablas?

No lo merezco.

¿El qué?

Ser tu amigo.

Espera, Richelle…

Si, se lo conté.

¿Con permiso de quién?

Yo se lo pedí Tom, necesitaba saberlo.

¡NO! Tú ni nadie debe saber eso.

¿Por qué no?

¡NO QUIERO SU COMPASIÓN!

¿Compasión? ¿Crees que siento lastima por ti?

¿A no? ¿Entonces?

Siento lastima por mí.

¿Ves, Richelle? Esto era justo lo que no quería.

Tom, no puedo imaginarte aquí, sólo, lamento no haber estado para ti.

Tú no tienes la culpa de nada, Andreas.

Sí, no debí recriminarte; yo, no sabía nada. ¡Perdón!

Ummm.

Tom, sabes lo mucho que te aprecio ¿Verdad?

Intentaste matarte, tengo que creerte.

¡Hablo en serio!

Yo también; primero, me suicido yo, antes de que te suceda algo a ti.

Sus palabras eran sinceras…

Su cariño más que mutuo…

Y su fidelidad: Eterna.

Andreas abrazó a Tom, y lloró en su hombro, le pedía perdón cada dos minutos y él sólo se limitaba a corresponder el gesto…

En verdad, la amistad de Andy valía oro.

Allí, viéndolo así, Tom me recordó a aquel niño de 15 años que me robo el aliento…

¡Tan genuino!

Me sentía conmovida por la situación…

Sin embargo, los momentos llenos de alegría, casi siempre, se ven opacados por el terror de la oscuridad; porque cuando lo vi aproximarse, entendí, que nuestra vida estaba más que sentenciada…

¡No podíamos huir de él!

A tan sólo unos metros de distancia; él venía con paso aplomado…

Su cicatriz en el rostro y el tabaco en su boca, me lo confirmo…

¡Estamos muertos! 

Continúa…

A partir de éste momento, se viene lo más duro del Fic, así que, ¡PREPARANSE! 

Con Amor, AS ♥♥

Publico y rescato para el fandom TH

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