III Reverse 64

«Reverse III» Fic de Alter Saber

Capítulo 64: Plan

«Se debe ponderar y deliberar antes de hacer un movimiento. Conquistará quien haya aprendido el arte de la desviación»

¡QUIEN NO ARRIESGA, NO GANA!

Mi mente me repetía con frecuencia aquella frase que tantas veces me había sacado de las dudas e intrigas que suelen pasearse por mi cabeza, cuando estoy a punto de tomar una decisión.

Aunque, en estas circunstancias, no habían opciones viables; sólo un camino trazado que debía seguir hasta el final para recuperar lo único que tenía un valor incalculable en mi vida.

Tras escuchar las noticias de que Bill se encontraba en Stuttgart, mi reacción corporal fue más que predecible, en sí, mis pensamientos no procesaban con exactitud la vehemencia de aquellas palabras…

El miedo se instauro con firmeza en mí ser; y yo, temí por su vida…

Me sentía impotente, incapaz, inhabilitado, frustrado y completa e indiscutiblemente, derrotado; aun cuando ni siquiera había dado el primer paso, yo, presentía que nada de lo que hiciera sería suficiente para contrarrestar los daños colaterales del escenario que tomó lugar frente a mis ojos.

He mencionado, que la primera vez que escapé de Stuttgart; mi propósito no era otro que una estrategia del «No-Retorno»; por eso, aposté a lo grande y obtuve resultados remarcables; sin embargo, el jugar de una manera tan arriesgada, sin considerar las posibilidades de un regreso obligatorio; me pasan factura en estos instantes.

No sólo estaba Karl, Black y Blake; el asunto me inmiscuía con la población entera de los Barrios Bajos; los cuales, habían tenido 4 años para alimentar el odio hacia el líder que los abandono y usurpo sus ilusiones de un ambiente mejor.

Una cosa era tratar con tres Jefes; y una muy distinta, era enfrentar el rencor de un grupo de personas que supera por creces las 200.

Lo más desalentador del asunto, es que, tenía que hacer las movidas por mi cuenta; no pretendía colocar en peligro la vida de mis seres amados; además, Stuttgart no es una ciudad fácil de manejar; sus mentes tan castas y carentes de impureza, se verían trastornadas por la realidad tan impactante de las calles de mi antiguo hogar.

Nunca me había detenido a pensar con tanta escrupulosidad, una situación en la que me viese envuelto; sí usaba la lógica, la decisión más acertada era no ir; dejar que Bill encontrara la manera de regresar por su cuenta; pero, él no era yo.

Me refiero a que su verdadera esencia, sería incapaz de corromperse con tal de garantizar su supervivencia; sumado a esa terrible concepción que él posee, de que todas las personas tienen algo bueno dentro de sí; pues, no era algo que me alentara mucho a dejarlo solo.

Ahora bien, si empleaba aquella escasa parte de mi subconsciente a la que llamo: «Instinto Suicida», la solución era ir por todo, sin dejar rastro de mi presencia; finalizando lo que un día empecé; y por esta ocasión, sin opción de reconstrucción.

La pregunta real era:

¿Cómo putas lo iba a lograr?

Debía preocuparme por Bill, al mismo tiempo en que cuidaba mis espaldas; no podía estar con él, defenderle y luego, atacar; me era imposible, ¿Entonces? Si lo dejaba por su cuenta y después, corría a su auxilio; existiría el riesgo de revelar mi identidad.

Pero, si no lo cuidaba; él podría ser profanado…

¡Era una jodida mierda!

Por más que maquinaba, divagaba y estructuraba un curso de acción; no vislumbraba la luz, hasta que, el rubio me hizo caer en cuenta de algo que estaba perdiendo de vista…

No tenía por qué hacerlo solo…

Andreas era una de las tantas personas que podría colocar en el tablero, y moverla para que me garantice lo que más me desespera: La protección de Bill. Y ya que Andy no conoce Stuttgart, necesito a alguien capaz de desplazarse por los Barrios Bajos sin ser atacado; y es allí, donde Richelle toma un papel relevante en la historia.

Con ellos como «Pareja»; cuidar de Bill y extraer información de Karl, será bastante sencillo; si lograba que ellos mantuviesen asegurado el bienestar de mi pequeño, yo podría plantar los preparativos sin pensar en él.

Requería de un Grupo reducido pero especialista en el área de interés, para, elevar las apuestas del Plan y convertir los infortunios en victorias.

Cuando Andy se fue de aquella sala; comencé a realizar llamadas…

¡Lo veía!

Sabía que era lo que tenía que hacer…

Tome mi móvil y me contacté con él:

– ¿Tom?

– Mick, necesito de tu ayuda.

– Dime, hijo.

– ¿Puedes conseguirme los planos antiguos y recientes de Stuttgart?

– ¿Stuttgart?

– Si.

– ¿Para qué lo necesitas?

– Mick, es indispensable.

– Dios Tom, no entiendo cómo es que Jörg no se vuelve loco contigo.

– Jajaja, ya se acostumbró a mí.

– Nunca entenderé la manera en la que funciona tú cerebro.

– Créeme, es mejor así.

– En unos minutos te los enviaré al correo, pero, éste se borrara a la media hora; lo que desees ver, tienes que grabarlo, no puedes obtener copia de esos documentos, son más que confidenciales.

– No te preocupes, me basta con observarlos por un tiempo.

– Tom, lo que sea que estés planeando, por fav…

– Mick, dije que no hay nada por lo que alterarse, ¿Cierto?

– Si.

– ¿Recuerdas que te dije que dejaría a alguien por si se presentaba algo en lo que necesitara de tu ayuda?

– Lo recuerdo.

– Bueno, esa persona es Rick.

– ¿El hijo de los Sommer?

– Si, ese mismo.

– Bien.

– Él te contactará mañana, es indispensable que le cuentes todo lo sucedido con Clarise.

– ¿Estás seguro?

– Completamente.

– Entiendo.

– Tengo que irme.

– ¿Tom?

– Dime.

– ¿Volverás, verdad?

– Cuida de mi padre, Mick.

Finalice la llamada, ingrese al correo y me puse en la tarea de vislumbrar los planos que tenía en pantalla; la georreferenciación de la antigua Stuttgart, sólo reflejaba algunas de las calles de la zona restringida, ubicación de pozos y ¿Un subterráneo?

Cuando traspuse la cartografía actual con la pasada; me percate, de que en efecto, había una vía en el infrasuelo…

Ahora lo entendía…

De dónde provenía ese aroma tan putrefacto que envolvía sólo a los Barrios Bajos…

Recordaba que había sitios de la zona restringida, en las que por una extraña razón, se elevaba la temperatura y el olor era más intenso; incluso, en una ocasión, uno de los subordinados de Karl, por accidente dejo caer un mechero al suelo; como resultado, se expandió una llama enorme que cubrió el cielo por unos minutos…

Ninguno entendía lo que había sucedido; y en ese entonces, yo sólo tuve un pensamiento fugaz; pero, en estos instantes, confirmo que mis suposiciones eran acertadas.

El suelo bajo Stuttgart; tiene una capa estratosférica de Metano; en su forma gaseosa, quizás, los movimientos telúricos que se presentan cada tanto, se encargan de generar pequeños escapes del compuesto; de allí que al entrar en contacto con el calor, se produzca fuego…

¡Era justo lo que necesitaba!

Si lograba posicionar explosiones controladas en aquellos lugares donde hay una mayor concentración, sería fácil, verla arder…

La cuestión era conseguir personas capacitadas para la labor; si Anna no estuviese loca, sería una candidata formidable; pero, ese no era el caso; entonces, recordé…

Revise mi reloj, me percaté de que seguro ellos ya habían arribado, busque sus números de contacto e hice la llamada:

– ¿Si?

– Soy Tom.

– ¿Trümper?

– Si, el mismo.

– ¿Ha sucedido algo?

– De hecho si, necesito de tu ayuda.

– ¿Qué seria?

– ¿Es cierto que estudias Ing. Química?

– Correcto.

– Tengo que plantar un total de 7 bombas de explosión controlada.

– ¿Para qué?

– Incendiar una ciudad.

– ¿Stuttgart?

– Si.

– ¿Perdiste la cabeza, Tom?

– Es la única solución, te lo aseguro.

– No sé si creerte.

– ¿Cuento contigo?

– ¿Has analizado todo el contexto?

– Cada detalle.

– ¿Cuándo?

– Necesito que lleguen a Núremberg, mañana en la tarde; yo pasare por ustedes en la noche y ese mismo día; las instalaremos.

– Ojalá tengas razón.

– Así será.

– Nos vemos mañana.

– Claro y gracias.

Tras haber concretado ese detalle; pase a contactar a Rick; le explique la situación, ofrecí las instrucciones e hice una advertencia; él asimilo todo con algo de angustia, pero termino por aceptar.

Y mientras todos conciliaban el sueño; yo, me encontraba encerrado en mi habitación, estructurando la estrategia y calculando las posibilidades de éxito, los contratiempos y las diferentes medidas de contraataque, por si las cosas no salían de acuerdo a lo estipulado.

El plan contenía un total de 2 pre-fases, categorizadas como:

Ø Despeje:

El único foco de atención tenía que ser Stuttgart, es decir, que Frankfurt debía estar libre de amenazas; razón por la cual, tanto Mick como Rick, tenían instrucciones precisas de cómo actuar en el caso de Clarise; de Anna, me encargaba yo; gracias a que conocía su estancia en Rusia, sabía cómo provocar un estado parcial de perdida de la cordura, empujándola al abismo e impidiendo su retorno.

En caso tal, de que alguna de ellas lograra contrarrestar el escenario diseñado para su final; Gates tenía órdenes precisas de proceder y acabar con sus vidas si era necesario.

La muerte no era la opción; prefería que se pudrieran en la locura y su sufrimiento no acabara jamás.

Ø Contacto:

Si algo había colocado en práctica en mi estancia en Stuttgart, era, la compasión; me refiero a que, sólo cuando veía la opción de obtener un beneficio mayor, optaba por perdonar las faltas de algunos subordinados, con la condición de que ellos seguirían mis órdenes sin replicar, si yo lo llegaba a necesitar.

Un ejemplo claro de ello, era Kong.

Lo había atrapado haciendo uno de sus trucos con la mercancía; y al descubrirlo, le advertí que no lo asesinaría, pero, la deuda estaría viva hasta el día de mi muerte.

Kong sería, por así decirlo, «El infiltrado»; nadie sospecharía de él, puesto que se desconoce la traición que hizo a la manada, yo era la única persona que sabía las movidas del administrador del Depósito; por ende, me beneficiaba con creces de ello.

– ¿Qué?

– Vaya, no creo que esa sea forma de saludar a un viejo amigo, Kong.

Escuché como pasaba saliva con dificultad…

– ¿T-Tom?

– El mismo, ¿Cómo estás? ¿Qué tal Stuttgart sin mí, eh?

– ¿P-Por qué estas llamando?

– Sabes, si mi memoria no me falla, creo que tú me debes algo.

– Yo…

– ¿Cierto?

– Si.

– Pues eso, necesito que me pagues.

– ¿Qué sería?

– En dos días llego a Stuttgart, será en la noche, por eso, necesito despejado el Depósito y allí, tú y yo nos vamos a sentar a charlar.

– Entendido.

– ¿De verdad? ¿Lo comprendes? Nadie puede saber esto, si me entero de que tú andas regando información, no me voy a olvidar de visitar a tu pequeña, que por cierto, ya tiene que estar grande, ¿Cómo se llamaba? Ah, sí, ¿Sara?

– No diré nada.

– Cuento con ello.

Ya que tenía una fuente de información fiable; necesitaba el terror…

En esta ocasión no requería la admiración; debía someter a una población entera; y no hay mejor manera de hacerlo, que a través del pánico…

Quizás, si les hablaba, ellos estarían dispuestos a hacerlo por mí.

En Stuttgart, sin necesidad de pedirlo, tuve un grupo de 6 personas que me seguían el ritmo; en un inicio, lo considere molesto, pero con el tiempo, ellos se hicieron de un nombre, al igual que yo…

«Los Lacayos del Rey»

«El Hexágono Real»

«Los Hombres Lobo»

Los «WereWolf» fueron una organización comandada por los altos cuarteles de Adolf Hitler; ellos, eran los estrategas y asesinos más temibles de la época, su mera mención hacía que pueblos enteros migraran a otras ciudades; no tenían comparación.

Y aun, cuando el grupo de seguidores que estaba bajo mi mando, no poseía destrezas intelectuales representativas; sí que tenían un instinto salvaje desarrollado…

Sus habilidades para destripar, decapitar y aniquilar enemigos; era formidable, a la altura de la figura que construí en Stuttgart…

Tiempo después de huir de la ciudad, recibí una carta por parte de ellos; en la cual, decían que sin mi existencia, aquel sitio no tenía valor; pero, especificaban, que si en algún momento, el Rey retornaba a su trono; sus lacayos, lo harían junto a él…

¡Era tiempo de darles una última instrucción!

El teléfono timbro más de cinco veces y no recibí respuesta…

Intenté una segunda vez y escuche:

– Tienes muchas agallas para llamarme a la madrugada, aun sabiendo quien soy; no posees más de un minuto para explicar quién eres y que putas es lo que quieres.

Una contestación brillante…

– ¿Hans?

– ¿JEFE?

– ¿Sorprendido?

– ¡Por Dios Santo! Jefe, como lo siento, fue una insolencia total.

– Te lo pasare, sólo por esta ocasión.

– Sí, Señor.

– Verás, planeo regresar.

– ¿Stuttgart?

– Correcto.

– ¿Cuándo?

– En dos días.

– Ahí estaremos.

– De hecho, quiero que hagan una sola cosa…

– Usted diga.

– ¿Recuerdas cuando te hable sobre la Inquisición?

– El periodo oscurantista de la Iglesia Católica, Señor.

– Exacto.

– ¿Y qué con eso?

– La zona desértica ubicada al noreste de los Barrios Bajos.

– Sí, señor.

– Allí, necesito que recreen 7 de las torturas empleadas por los inquisidores y en un cartel grande; quiero que escriban: ¡14 días para la expiación!

– Hecho.

– Es mi última orden, Hans.

– ¿Ultima?

– Espero como siempre, óptimos resultados.

Con el terror infundido, abriría un preludio a la catástrofe que se iba a desatar sobre Stuttgart…

¡Iba a manipular sus mentes!

Si lograba aterrarlos al punto de promover su desplazamiento, me quitaría enemigos de encima, sin mucho esfuerzo.

Ahora restaba trazar la línea que guiaría el desarrollo de los 14 días de sometimiento; no se requiere más de dos semanas para sugestionar a una persona, por eso, había establecido ese tiempo en especial; ellos creerían que la hora final estaba tomando lugar y escaparían, o esperarían por su muerte.

¿De qué manera se producía paranoia en un grupo de 200 personas?

Simple, perturbando sus sentidos más relevantes…

La vista y audición.

Con la alteración de esos dos contextos; podría disminuir los atacantes a una fracción inferior al cuarto de personas; un número, más sencillo de eliminar por mi cuenta.

Mi lapso de 14 días se distribuiría así:

1. Día Nº1:

«Pero el fuego de la tierra ha sido creado por Dios para beneficio del hombre, para mantener en él la centella de la vida y para ayudarle en las artes útiles; mientras que el fuego del infierno es de otra calidad y ha sido creado por Dios para torturar y castigar al impertinente pecador» – James Joyce

¿Qué mejor forma de alertar el advenimiento que el fuego en todo su esplendor?

Alemania se caracteriza por ser un país con una densa vegetación que recubre más de la mitad del territorio nacional; aprovechando aquella cantidad, expondría a un número elevado de especies naturales al fuego; provocando así, un incendio en masa que los suma en la desesperación.

2. Día Nº2:

La planta de tratamiento de agua potable que se encargaba de suministrar el recurso a la zona restringida; se encontraba cerca del puerto de embarque. Aquella estructura era vigilada por tan solo dos personas, que asumían la responsabilidad de mantener en funcionamiento la maquinaria; sin embargo, al haber sólo dos guardias; el ingreso a las instalaciones era casi que un asunto sin importancia.

Aprovechando sus espacios de receso; me introduciría y en la canaleta (Conducto en el que se mezclan los químicos para purificar el agua), depositaría 10 litros de sangre animal.

Quizás, aquel cambio abrupto no abarcaría a todas las viviendas, pero con que se expandieran rumores de lo sucedido, me bastaba; así, el miedo seguiría calándose en sus cuerpos y se bajarían sus defensas.

¡El arte de la superstición!

3. Día Nº3:

¿En qué se ahogan las penas?

El alcohol.

Amigo inseparable de las personas que buscan olvidar la realidad en la que viven; su efecto, perdura por horas, pero, siempre se puede reiniciar el ciclo…

¿Qué pasaría si les quitaba de repente lo único que les permitía soportar el contexto en el que viven?

Iba a sabotear las reservas de alcohol de los Barrios Bajos; casi que el 90% de sus depósitos se encontraban bajo el Bar que se encuentra en los predios de Karl; no obstante, sólo requería una copia de la llave para ingresar y vaciar los barriles que contienen la sustancia.

Kong tenía una, por eso, el desabastecimiento estaba asegurado.

4. Día Nº4:

¿Y sí el alcohol desaparecía, en que se refugiarían?

Las drogas.

La distribución de sustancias alucinógenas tomaba lugar, los días jueves y domingos; sólo tenía que advertir a Kong de que no suministrara la mercancía esos dos días, durante las dos semanas y no habría posibilidad de que consiguieran su descanso.

En este punto, las esperanzas comienzan a parecer inexistentes; y al no tener consuelo, ni en el alcohol, ni en las drogas, sólo queda un camino que escoger…

5. Día Nº5:

La Jaula, era el único lugar restante que se encargaría de descargar todas las energías acumuladas durante los otros 4 días; sin embargo, para que este sitio estuviese abierto, se requería de la supervisión de Karl; situación que era imposible, porque, los sucesos a su alrededor lo obligarían a centrarse en mi «Posible aparición»; él no tendría tiempo para organizar eventos de lucha, ni mucho menos, inspeccionarlos.

Así que, su última posibilidad de desfogue, sería cerrada.

¡Estarían acorralados!

6. Día Nº6, 7 y 8:

«Quienes andan en tinieblas, le temen a la oscuridad»

Sumiría a Stuttgart en una oscuridad profunda durante tres días; no sólo cortaría el servicio de la electricidad en la Planta; sino que, haría uso de la época invernal para inyectar yoduro de plata a la superficie y así, por medio de la expansión del gas; provocar lluvia artificial.

Con ello, los rayos del sol no ingresarían, y el pánico alcanzaría niveles indescriptibles.

7. Día Nº9:

Al restaurar las condiciones de luz; distribuiría panfletos por todas las viviendas en las que se muestren fotografías de víctimas asesinadas de maneras brutales; advirtiendo que, si se quedaban, ese sería su destino.

En este punto, la cordura ya no estaría presente.

¡Iniciaría el desplazamiento!

8. Día Nº10:

Las personas incapaces de controlar sus pensamientos; empacarían cuanto antes y se irían a ciudades cercanas; todo, por el advenimiento; el miedo a ser juzgados por sus pecados en la Tierra.

Con la migración en su auge, sólo, bastaría contar los individuos restantes.

9. Día Nº11:

Para aquellos que tuvieron el valor de quedarse y no permitir que el miedo infundiera terror en sus vidas; enfrentarían un total de 24 horas, en las que soportarían un ruido de 82 db (Decibel=Medida del ruido) constante y permanente; su audición se vería tan trastornada que les sería difícil diferenciar la realidad de la ilusión.

Pues el ruido excesivo, nubla la razón.

10. Día Nº 12 y 13:

Cesaría toda muestra de tortura; les daría la sensación de una falsa tranquilidad, un tiempo fuera, un espacio de calma, antes de desatar la tormenta sobre ellos.

¡Bajarían la Guardia!

¡Estarían incapacitados para pelear!

Y yo, les vencería sin necesidad de mover un dedo.

11. Día Nº14:

La destrucción final.

Activaría las bombas en horas de la tarde, al liberarse el metano; no sólo se generarían explosiones e incendios simultáneos; el metano escaparía a la superficie y al ser inhalado; adormecería a todo quien lo ingiriera.

¡Mis oponentes no tendrían posibilidad de contraatacar!

Y sólo, debía encargarme de los Jefes Finales…

Si contaba con la suerte de que alguno de ellos inhalara metano; podría concentrar mis energías en los enemigos faltantes; pero, si ese no es el caso; tendré que recurrir a mi gente; yo, me encargaría de Karl; sin embargo, los otros dos eran bestias a considerar, no podía exterminarlas por mí mismo.

Sin excepción alguna, día tras día, llenaría a Karl de notas amenazantes, de pistas incoherentes, de sospechas infundamentadas; lo perturbaría para inhabilitarlo, aunque fuera mentalmente para el combate.

¡Eso me daría algo de ventaja!

Y mientras yo desataba el caos, Bill estaría junto a Andreas y Richelle; lejos de aquí…

¡Completamente a salvo!

Era su bienestar lo que me importaba; si ellos, estaban bien; yo podría librar la batalla final sin distracciones…

Sólo me restaba, salir ileso de ello.

¡JA!

Eso no me lo podía creer…

Karl iría con todo; su furia se desataría como nunca; no sería como la última vez en la que logre someterlo…

¡Él estaba hambriento por mí!

Tal vez, terminara por devorarme…

&

La cabeza me pesaba más de lo normal…

Tenía un dolor encalado en la parte lateral…

Abrí mis ojos y me percaté de que estaba en el suelo…

Trate de levantarme, pero, tenía tanto mareo que se me dificulto colocarme en pie…

¿Qué carajos había sucedido?

Mi mente no sincronizaba sus pensamientos; recordaba fracciones de lo sucedido…

Había escuchado una voz…

Entre y lo vi…

¿Discutimos?

Bill…

¿Alguien me había noqueado?

No recordaba la voz que me amenazó para que no tocara a Bill; sólo sentí el impacto de su patada y luego, todo se volvió oscuro…

¿Cuántas horas llevaba inconsciente?

Divise el lugar y me di cuenta de que no había rastro alguno de Bill…

¿A dónde se había ido?

Salí de aquella casa, camine por las calles y extrañamente, no había ruido alguno; todo parecía estar quieto, o ¿Era sólo yo?

La ciudad parecía haberse vaciado, no habían personas deambulando, quizás era, porque se acercaba la noche…

¡Estaban esperando el momento de salir!

Seguí mi trayecto sin ningún fin aparente y comencé a reflexionar sobre un montón de cosas que había hecho a lo largo de mi vida…

Aunque eran actos atroces, no guardaba arrepentimiento; ni siquiera la muerte de mis padres era motivo suficiente para estancar en mi ser una sensación similar al dolor…

¡No!

Cada una de mis conductas tenía una justificación; que esta se considere moral, es otra cuestión diferente; no obstante, mi comportamiento siempre estuvo enfocado al beneficio propio.

¡He vivido, por y para, mí!

¿Qué más podría necesitar?

Una sonrisa apareció en mi rostro…

Por alguna razón ajena a mi conocimiento; sentía nostalgia, como si, mis días estuviesen contados; y es que, desde que había llegado a Stuttgart; algo muy en el fondo de mi macabra cabeza; me advertía que, sino escapaba de esta ciudad, lo único que conseguiría, sería la muerte.

Tenía 37 años, una edad promedio, entre la vitalidad y la defunción; poseía mis destrezas en combate, pero, no me apetecía dar rienda suelta a mis deseos carnales; prácticamente, la lujuria ya no era algo que despertara en mí, las ganas de satisfacer mujeres…

Mis reflejos continuaban intactos, pero, la vida no tenía sentido; los días pasaban sin eventualidades, y yo, sentía que mi camino estaba por alcanzar la meta; tal vez, esa era la verdadera razón por la que había viajado hasta Stuttgart; si mi tiempo estaba cerca, quería acabar con su vida; eso, me llevaría al Infierno, pero, estaría en paz.

Veía la ciudad, los subordinados de Karl, a Elle y Black; y meditaba sobre todo lo que él siempre tuvo, y lo que yo jamás conseguí…

Su aura era similar a la mía, pero, la diferencia radicaba en qué; él, siempre estaba rodeado de personas, para bien o para mal; él nunca estuvo solo…

No conoció lo que era sentirse en un pozo sin salida…

No supo que era tragarse las frustraciones…

No tenía idea de lo que significaba que nadie llorara su muerte…

A veces me pregunto, ¿Qué habría pasado si ellos no lo hubiesen tenido?

¿Mi vida sería la misma?

¿Algún otro aspecto me habría llevado a su asesinato?

¿Me hubiese convertido en basura?

No, quizás, mis estudios estarían finalizados y yo, tendría un excelente empleo; mis padres las comodidades que se merecían; seriamos ¿Felices?

Tal vez, no lo puedo comprobar…

Lo único de lo que estoy seguro, es que, el que él haya aparecido, lo cambio todo; y eso, es motivo suficiente para desearlo muerto.

Nunca ni siquiera por un instante; experimente algo parecido al «Aprecio» por mi hermano; él era el ser más detestable de mi existencia, le odiaba con fuerza, no lo toleraba; me hubiese encantado ahogarlo mientras lloraba como un desesperado cuando era sólo un bebé, pero…

Fue mamá quien lo impidió…

Durante cuatro años, soporte todo, por ella.

Mi madre creía en mí, pensaba que yo lo lograría; sin embargo, yo no tenía por qué hacerme cargo de la vida de alguien más y estalle…

La había defraudado, pero, ella no podía gobernar mi futuro, ni mucho menos, definir mi curso de acción.

¡Eran mis decisiones!

¡Mi vida!

¡Mi existencia!

Si ella pretendía que yo sacara a Karl de la oscuridad, pues, estaba muy equivocada; él tenía que aprender a hacer las cosas por sí solo, justo como me tocó a mí.

¡Si yo no lo tuve, él tampoco!

¡Así de simple!

Mis pensamientos iban de un lugar a otro, mi vista se fijó en lo que tenía en frente y lo vi…

Su postura era tranquila…

Sus brazos apoyados en el pecho…

Sus piernas ligeramente abiertas y él…

Apacible…

Sereno…

En calma…

¿Qué tramaba?

¿No fui claro?

¿Disculpa?

Creo haberte dicho que la «Próxima sería la definitiva»

Exacto.

¿Acaso él pretendía…?

¿Tan rápido?

Eso no es común en ti, ¿Qué pasa? ¿Debes deshacerte de mí?

A toda costa.

¿Ah, sí? ¿El motivo?

Tengo un enemigo en el cual concentrarme…

¿Enemigo?

Esperen…

No, no, no…

¿Había escuchado bien?

¿Él dijo: concentrarse?

¿Qué era yo?

¿Una amenaza menor?

¡Hijo de perra!

Si me estas subestimando…

No lo hago; el problema es que, sé de lo que eres capaz; pero, me es imposible, predecir el ataque de mi verdadero oponente.

Y entonces, recordé…

«Conozco unos ojos que logran helarme la sangre»

«Hay alguien más temible»

«Su mera presencia es suficiente para inmovilizarme»

¿Era el mismo tipo del que Bill hablaba?

¿Cómo se llama?

Eso no te importa.

¿Quién es?

No es de tu incumbencia…

Karl ingresó a su base, y yo, fui tras de él…

¡Me estaba encabronando su actitud desinteresada!

Había pasado más de la mitad de mi existencia esperando por él,

¿Y Karl no me consideraba amenaza?

¡IMPERDONABLE!

La puerta se cerró y el salón estaba completamente oscuro; de repente, vi que unas cuantas llamas fueron encendidas…

Fuego…

Mi ritmo se aceleró un poco; pues la sensación de tener algo llameante cerca, me producía escalofríos…

Karl se sentó en una de las sillas dispuestas en medio del salón, saco un cigarrillo y comenzó a fumar; hasta que dijo:

¿Sabes? Creo que mamá era alguien increíble.

¡Ja!

¿Quieres saber por qué?

No me interesa.

Justo un día antes de su muerte; ella me contó una anécdota tuya.

¿Anécdota?

Si.

Por la manera en la que sus ojos cambiaron de brillo tras pronunciar esa frase; podía determinar que no se venía nada bueno…

Debía estar alerta…

Cuando tenías 5 años, mamá te pidió que apagaras la estufa para que la olla no fuera a quemarse; pero, tú, en vez, de bajar la candela; la subiste, y provocaste una especie de explosión, que incendió la cocina.

Las cortinas se quemaron y propagaron el fuego y tú fuiste incapaz de moverte…

Estabas tan asustado…

¿Y qué con eso?

Nuestra madre me lo contó, porque no deseaba que por equivocación fuera a asustarte; sus palabras textuales fueron: «Jared, no tolera el fuego, por eso, nunca vayas a jugar con eso; no quiero que él se perturbe»

Tragué saliva con mucha dificultad…

¿Ella había dicho eso?

¿En verdad?

Lo creas o no, mamá no hacía otra cosa que no fuera hablar de ti; siempre me relataba todos los logros que habías alcanzado; decía que en ocasiones olvidaba algunos detalles, pero, ella mantenía siempre el orgullo puesto en ti.

Día tras día, me recordaba que debía ser como tú.

¡MENTIRA! ¡ELLA NO TENIA TIEMPO PARA MÍ! ¡NUNCA LO TUVO!

Dime una cosa, ¿Quién crees que acomodaba el desorden que tu hacías siempre que llegabas a la madrugada, borracho?

¿Quién dormía menos por estar pendiente de tu llegada?

¿Quién cuidaba de tu ropa o tu alimentación?

¿Quién vivía hablando con sus vecinas del excelente hijo que tenía?

¿Quién mantenía feliz por la satisfacción de tener a alguien como tú en su familia?

Dime Jared, ¿Quién?

No podía ser verdad…

Era inconcebible…

Ella me odiaba…

Yo lo sabía, siempre, estuve consciente…

¿Entonces?

¿Qué es esta extraña sensación que aprieta mi pecho?

Quieras o no; para nuestra madre tú eras la esperanza en medio de tanta oscuridad; representabas su felicidad y plenitud; sino deseas creerlo ese es tu problema; pero, ella no merecía que la asesinaras de la manera en la que lo hiciste…

Basura…

Si, quizás se trate de eso, pero, hoy, no es tiempo para remordimientos.

¿Remordimiento?

No, no podía ser eso…

¡Yo nunca me he arrepentido por nada!

¡Jamás!

Verás Jared, contigo conocí el odio, en verdad, pude sentir como la ira emanaba por mi cuerpo cada vez que recordaba la atrocidad que habías cometido en contra de mis padres; pero, jamás, ni por un instante percibí temor…

¿Ah, sí?

Si, él único que ha logrado helar mi sangre con tan solo una mirada, ha regresado, viene por mí y no me dejara en paz hasta conseguir lo que quiere; por eso, no puedo perder mi tiempo contigo.

¿Helarle la sangre?

¿Él también?

¿Dices que vas a acabarme? ¿Así de fácil?

Exacto y lo que es peor, sin necesidad de enfrentarte.

Jajajaja, ¡No seas imbécil!

Tu muerte está sentenciada desde el instante en que pisaste ese suelo.

Karl se levantó de aquella silla, y encendió las luces; cuando observé el alrededor, había un líquido esparcido por todo el piso y justo debajo de la suela de mis pies; una sustancia viscosa se disponía…

¿Pegamento?

¡Mierda!

Intente moverme, pero, fue imposible hacerlo.

¿Ahora lo ves?

¡Cabrón! Eres un cobarde, puto infeliz, ¿Por qué no me enfrentas?

Porque aunque emplee todas mis fuerzas, no lograré ganarte.

¿Lo reconoces y aun así…?

Sí, no puedo enfocarme en ti; por eso, es mejor que desaparezcas sin invertir energías en ti.

¡Jodidamente increíble!

¿Este iba ser mi fin?

Tan patético…

¡Esto es ridículo! ¡Záfame, ya mismo, Karl! ¡AHORA!

Llámalo cobardía; para mí, no es otra cosa que: Estrategia.

¿Estrategia? ¡Patrañas! Eres un maldito.

Lo soy, y al igual que tú, iré al infierno; solo que, me tardare un poco más en llegar.

Karl, tomó una de las velas en sus manos…

¡Dios!

No podía ser cierto…

¡Era fuego, maldición!

¿Algunas palabras que quieras decir?

Karl, ¡Detén esto!

¿Tú lo hiciste cuando ella te lo pidió?

Karl, no, no, ¡No sueltes esa vela!

Escuché cada una de sus suplicas, pero tú, sólo las ignoraste; así como yo, en estos momentos…

¡KARL! ¡Cómo un demonio! ¡No incendies esto! Por favor.

¿Estás suplicando? ¿Tú? ¿El caníbal que arrastra con todo a su paso? Wow, no me decepciones tanto, hermano mayor.

Vi como esa llama caía en cámara lenta contra el suelo…

Y al contactar con ese líquido…

Las llamas inundaron el lugar…

Era cuestión de tiempo para que llegaran hasta mí…

Lo sentí…

Por primera vez…

El miedo real.

Karl, sácame de aquí.

¿Por qué debería hacerlo? ¿No te gusta la compañía tan cálida que te estoy brindando?

No quiero morir así.

Ellos tampoco lo deseaban, y aun así, tú, tomaste sus vidas.

Me percaté de una soga que daba con la posición de mis pies…

¡JODER, JODER, JODER!

Karl lo había planeado todo…

El fuego se dirigía hacia mí…

Consumía con fuerza esa tira de hilo e impacto en mis pies…

Las llamas ascendieron por todo mi cuerpo y no pude hacer otra cosa que no fuera desgarrar mi garganta por el dolor…

Mis días se sentenciaron, en el instante en que le arrebate su humanidad…

¡Él era el verdugo que acabaría con mi vida!

A lo lejos, le escuché decir…

Pudiste ser grande, pero, decidiste vivir en las sombras como un cobarde.

¡Nos veremos pronto, Jared!

Con la poca energía que me quedaba…

Vi como la puerta trasera se abrió y detrás de ella…

¿Stuttgart estaba en llamas?

Continúa…

Gracias por la visita.

Publico y rescato para el fandom TH

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