«Reverse III» Fic de Alter Saber
Capítulo 66: Monstruo
«Los monstruos son reales, y los fantasmas también: Viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan»
– Stephen King
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Mientras esperaba por la salida de Sam, en aquella sala del Hospital; sentí que algo no estaba bien, era una sensación diferente, pero, se había instaurado en mi pecho y al parecer, no se iría de allí…
A lo lejos, apreciaba como Rick caminaba por el pasillo de un lado a otro, al tiempo que contestaba llamadas de alguien que parecía sacarlo de casillas…
Creí que se trataba de Tom; pero, él había sido claro en cuanto a la restricción de contacto que tendría conmigo, ¿Entonces? ¿Quién sería? Vi como Rick rodó sus ojos, y empezó a caminar en mi dirección, se sentó y soltó un suspiro demasiado largo…
Estaba frustrado, de eso no había duda.
– ¿Qué pasa hijo?
– Nada, Jörg, no te preocupes.
– Te conozco desde que tienes 11 años, no puedes engañarme, así que, cuéntame, ¿Qué ha pasado?
– Es Andreas.
– ¿Le sucedió algo? Dime que no, por favor, Rick.
– No, tranquilo Jörg, no ha pasado nada; es que, el rubio se está empezando a desesperar.
– Bueno, no es para menos, hasta donde sé, Stuttgart es una ciudad estresante y muy peligrosa.
– Lo sé, pero, me pone de nervios escucharlo quejarse y saber que no estoy allá junto a ellos.
Rick llevo una de sus manos hasta su boca, y movía con frecuencia su rostro de un lado al otro, negando con insistencia; sus ojos se llenaron de ese líquido tan peculiar y se quebró…
Entendía por completo su posición…
Habían pasado días desde la muerte de Jake; hecho que no podrá remediarse jamás; y ahora, sus únicos dos amigos restantes, están jugándose todo a lo grande para rescatar a Bill…
Él estaba tan angustiado, veía como las manos le temblaban…
Era palpable el miedo que invadía todo su cuerpo; sólo había tratado de sostener su compostura, por mi bienestar; quizás, no deseaba alterarme para que no fuera a suceder algo similar a la última vez…
Me acerqué a él, y lo abracé con fuerza; su reacción fue demasiado conmovedora, su rostro buscó refugio en mi pecho, y sus manos apretaban mis brazos, mientras desahogaba toda la tensión que llevaba acumulando por días…
– Shhh, ya, ya, todo estará bien, pequeño. No tienes nada de qué preocuparte, ellos regresaran y estarán contigo, siempre.
Su llanto sólo iba en aumento…
De hecho, me parecía que haber involucrado a Rick en esta situación, era tal vez, una decisión incorrecta; él aún no se encontraba bien, estaba consumido por su dolor, y el desasosiego de no saber qué sucedería con sus amigos, le carcomía la cabeza…
De hecho, me parecía increíble que hubiese soportado por tanto tiempo, sin mostrar signos de debilidad. En mis brazos, Rick había vuelto a ser un niño pequeño; las sensaciones que me transmitía ese frágil cuerpo, eran de desprotección, inseguridad y resignación…
Todo lo que un día Jake le ofreció, se fue, sin más…
Nadie podría reemplazar aquellas joyas que él cultivo por años en el ser de Rick; sin embargo, podía asegurar que Tom sabía exactamente como compensárselo, así tuviese que vivir junto a Rick, lo haría, con tal de brindarle al menos una parte de lo que perdió con su inigualable amigo de la infancia.
Rick se calmó, limpio el rastro de sus lágrimas y tomo aire:
– Perdóname Jörg, yo no tengo derecho a estar lamentándome, cuando tú tienes en juego mucho más…
– No digas eso; era más que justo que soltaras toda esa pena que tenías contenida.
– Se me estaba olvidando como respirar…
– Lo sé, te entiendo, así me sentí yo, cuando tuve que marcharme y dejar a Simone sola, con Bill.
Su mirada inspiro complicidad por las palabras que acababa de expresar; él asintió en respuesta y continuamos con la conversación:
– ¿Qué tanto te dijo Andreas?
– Que soy un idiota.
– Jajajajaja, ¿Sólo eso?
– En resumen, está perdiendo la cabeza por no lograr estructurar lo que Tom tiene en mente; pero créeme cuando te digo, que ni con todas las pistas del mundo; sería capaz de hilar las perversidades que se derivan de esa mente tan prodigiosa.
– ¿Tan complejo es?
– No es sólo la dificultad, son las etapas, la consistencia, coherencia, cohesión y astucia de sus estrategias, las que me sorprenden.
– ¿Morirá alguien?
– Dalo por hecho.
– ¿Tom será el responsable?
– Indirecto, pero si, en esencia, él será quien premedite todo.
– ¿Está dispuesto a eso?
– Y a mucho más Jörg; él tiene un amor enceguecedor por Bill; de hecho, me aterra cuan real es ese sentimiento, ¡Es increíble!
– Sí Simone estuviese viva, creo que ya los habría matado.
– ¿Qué?
– Me refiero, en sentido figurado.
– ¿Por qué lo dices?
– Ella siempre tendía a exagerar las cosas; no entendía lo que decía, pero, sus acciones eran muy concisas.
– ¿Cómo Tom?
– Jajaja Sí, es cierto; Tom es el vivo espíritu de Simone; ellos se parecen demasiado, por eso pienso que, lo regañaría a él antes que a Bill.
– ¿Crees que se los impediría?
– No, pienso que ella les preguntaría si están dispuestos a soportar todo; y cuando ellos afirmen su respuesta; Simone diría algo como: «Pues quien no esté de acuerdo, se puede ir largando a la mierda»
– Jajaja, ¿Tanto así?
– Oh, sí. Ella tenía un genio muy desbocado; nunca pude ganarle una discusión verbal, Simone lograba salirse con la suya, siempre.
– ¿La extrañas?
Ese cuestionamiento tan sutil, hizo que las fibras de mi ser se removieran con fuerza…
¿Era necesario preguntarlo?
Cada día de mi existencia, sin excepción alguna; le recuerdo, desde que mis ojos contemplan los rayos del sol entrar por esa ventana, hasta que mi mirada se sumerge en las profundidades de mi mente…
Nunca mentí cuando dije que amaba a Clarise; pero ella, no fue mi primer amor.
Sonreí para mis adentros, y con una voluntad pocas veces vistas en mí; le dije:
– Lo hago.
– Disculpa, no debí…
– No hay problema; Simone es una existencia que jamás lograré borrar de mi ser, aunque muera.
– Entiendo.
– Cambiando un tanto de tema, ¿Tom no se ha contactado contigo?
– No, él fue muy claro, sólo me hablara si es necesario.
– ¿Crees que lo logre?
– No tengo más opción que depositar mi confianza en esa inteligencia desmesurada de tu hijo, Jörg.
– Ya veo.
Nos quedamos callados por un tiempo; y de repente, vimos a Sam parado frente a nosotros…
– ¡Oh, Sam! Disculpa, no te vi salir, ¿Llevas mucho ahí?
– No Sr. Trümper, acabo de llegar.
– ¿Entonces? ¿Nos vamos?
– Sí, Señor, ya no hay problema.
– ¿Alguna indicación?
– Reposo absoluto, por dos semanas.
– Perfecto, Anderson nos espera afuera.
– ¿Señor?
– ¿Si?
– Disculpe mi intromisión; sin embargo, la angustia es más fuerte que la prudencia.
– ¿Qué sucede?
– Puede decirme, ¿Cómo se encuentra el Joven Tom y el Joven Bill?
Al terminar aquel interrogante; Sam inclinó su cabeza en señal de reverencia; como si su cuestionamiento fuera una petición a solicitar…
Fui hasta él, coloque una mano en su hombro y le dije:
– Están bien, tardaran en regresar, pero, no debes preocuparte, Sam.
– ¡Es un alivio! De verdad, me ha quitado un peso de encima, Señor.
– Si, por ahora, concentrémonos en tu recuperación, para que cuando ellos lleguen; tú puedas recibirles. ¿De acuerdo?
– Sí Señor.
Los ojos de Sam habían retomado el brillo de siempre; al parecer, aun en su estado tan crítico; él no dejaba de pensar en mis hijos…
Sabía que sentía angustia por Bill; pero, era Tom quien le tenía el corazón en un hilo…
Sam le adoraba como si fuera su pequeño; no obstante, sus sentimientos eran tan transparentes que jamás los considere malintencionados…
¡Él en verdad, le amaba como si fuera su padre!
Salimos del Hospital, subimos al vehículo y le pedí a Anderson que nos llevara a la Cabaña que se ubica en las fronteras de Frankfurt; necesitábamos con urgencia, un lugar que nos ayudara a mantener la tranquilidad.
El trayecto fue sin contratiempos; sin embargo, a mitad del recorrido, vi que el auto de Gates se nos unió en el proceso; lo cual sólo podía significar algo…
¡Nuevo mensaje de Tom!
Llegamos al sitio dispuesto, bajamos de los vehículos e ingresamos de inmediato; pues la temperatura del lugar, estaba por debajo de los 10ºC; era mejor no exponerse lo suficiente…
– Sam.
– ¿Si, Señor?
– Ve a descansar.
– ¿Cómo?
– Tienes que recuperarte, ve a una de las habitaciones, instálate y duerme todo lo que desees.
– Señor…
– Es una orden.
– Si Sr. Trümper.
Sam subió las escaleras, y nosotros tres nos quedamos en la sala; junto a una taza de café, debatimos el motivo de la visita en cuestión…
– ¿Gates?
– Sólo vengo a entregarle otro recado de parte de su hijo.
– Me lo imaginaba.
– Tome, Sr. Trümper.
Otro sobre…
Abrí el contenido, y leí en voz alta:
– «La figura de un Rey, no es un simbolismo; es la posibilidad de proteger tu existencia»
¿Rey?
¿Simbolismo?
¿Otro acertijo?
¿No era más sencillo escribir justo lo que desea transmitir?
¡Dios!
Simone, tenía que ser tu hijo…
– ¿Y bien? ¿Quién entiende algo?
– Yo no lo comprendo.
– Yo tampoco, Señor, mis disculpas.
– ¿Por qué tiene que hacerlo tan complicado?
– Es Tom, hay que interpretarlo…
Sí el Rey no es un simbolismo; significa que es una figura poderosa que logra doblegar a los súbditos; además, protege mi existencia…
– ¿Algo?
– Rick, ¿Acaso Tom tiene un apodo?
– Además de «Rastafari Inmundo», la verdad, no creo que tenga otro.
– Creo que en Stuttgart le conocen como «El Rey»; si llego a esa ciudad y le mencionó, nadie se ¿Involucrara conmigo?
– ¿Piensa que se trata de eso?
– Bueno, no lo sé, pero, si tengo que ir, ¡Lo comprobaré!
La forma de proceder de Tom, era todo, menos coherente…
No entendía que iba a hacer para unir todos los fragmentos de su estrategia, pero, sólo restaba esperar a que lo consiguiera…
La tarde paso sin más, Rick y Gates decidieron acostarse temprano, para estar alertas al día siguiente; y yo, volvía a mi ciclo natural de insomnio; me era imposible conciliar el sueño, simplemente, no podía.
De hecho, no pensaba en nada particular, pero, aquella extraña sensación de mi pecho, persistía en su lugar y yo no sabía cómo sentirme al respecto; en la mañana, la percepción era algo angustiosa, pero ahora, en la oscuridad de la noche, esa emoción variaba entre calidez y ansiedad.
¿De qué se trataba?
Salí por un instante de mi habitación, baje las escaleras y tomé uno de los abrigos de la recepción; abrí la puerta y decidí sentarme en los escalones dispuestos en la entrada de la cabaña.
El paisaje nocturno era demasiado tranquilo como para considerarlo real…
El cielo estaba plagado de estrellas y los vientos eran tan dóciles, que parecían ser pequeños susurros; acariciaban con tanta delicadeza las facciones de mi rostro, que por un instante, casi pierdo el conocimiento…
No obstante, mantuve la vista al frente y sólo me limite a observar…
Veía todo cuanto sucedía a mí alrededor y de una manera poco lógica; pensé que por lo menos, mis hijos y yo, compartíamos el mismo firmamento; aquello nos conectaba…
Me encantaría hacer algo más que sentarme a esperar, pero, en esta instancia; 19 años después de haber nacido, ellos, desean arreglar sus asuntos por su propia cuenta; y me sentiría orgulloso, si la situación fuera diferente a la actual…
Cerré mis ojos por un momento, me detuve a deleitarme en el placer de sentir la brisa golpear contra mi cuerpo…
Las preocupaciones iban descendiendo…
El dolor corporal parecía inexistente…
Mi pecho ardía con furor…
¿Eran los efectos de la comodidad de la noche?
Por un instante, fije mi mirada a uno de los tantos árboles que rodeaban la propiedad…
Mi imaginación me estaba jugando en contra…
O bueno, eso quería creer; porque, sólo en ese preciso momento; me pareció ver a alguien salir tras esa monumental cobertura vegetal…
Su figura era muy delicada, sus cabellos se movían al compás de los vientos y su rostro, estaba ligeramente agachado…
Pero, ¿De quién se trataba?
Aquella sensación se desato con vehemencia e inundo todo mi ser…
El ritmo se me acelero y al levantarme, y verle con más detenimiento; mi mente dejo de funcionar…
Mis pulmones no querían aceptar el oxígeno entrante…
¿Cómo era siquiera eso posible?
¿Acaso ella…?
– ¿No estaba muerta?
&
Tuve un sueño demasiado peculiar…
Volvía a tener 5 años, y Simone se encontraba en la cocina, bailando de un lado a otro mientras preparaba la comida; yo, estaba en el quicio de la puerta, ligeramente asomado y deleitándome en la simplicidad de sus movimientos…
Parecía tan tranquila…
Cuando ella se percataba de mi presencia; hacia una reverencia, estiraba su mano y me invitaba a unirme en medio de su locura…
Mamá y yo, danzábamos sin orden aparente; pero, esos momentos eran los que llenaban nuestras vidas de felicidad…
Recuerdo que una de esas ocasiones, quisimos llevar nuestra experiencia a otro nivel y fuimos hasta uno de los Parques infantiles que quedaban cerca de la zona; dado que nuestra diferencia en estatura era demasiado notoria; Simone me cargaba sobre sus pies y se movía al compás de una música imaginaria…
Una melodía que emanaba del sentir de nuestras almas…
Las personas nos observaban con diversión e incluso algunas, apoyaban nuestra osadía con aplausos; impulsándonos a no detener ese vaivén tan simple, pero, cargado de un lazo irrompible.
Luego de haber danzado por más de una hora; regresamos tomados de las manos y mamá dijo:
– ¿Te ha gustado?
– ¿Bailar como locos en medio de la gente?
– Si, ¿Te has divertido?
– Como nunca, mami.
– Quiero que siempre tengas algo presente, Bill.
– Dime.
– A veces, querrás hacer cosas que a los ojos de los demás parecen estúpidas o incoherentes; pero, no por ello debes frenarte en seco y reprimir tu deseo.
– ¿Reprimir?
– Me refiero a que no debes abandonar los anhelos que surgen en ti con cada amanecer.
– ¿Quieres decir que si se me antoja tirarme de un edificio, debo hacerlo?
– Si… ¡No! Espera, ¿Qué? ¿Cuándo has pensado hacer algo como eso, Jovencito?
La cara de mi madre se contrajo en un gesto de preocupación; y yo, sólo liberé la risa que estaba tratando de contener con todas mis fuerzas; cuando ella comprendió mis motivos ocultos, se limitó a acompañarme en el proceso.
– ¿Lo has entendido?
– Si, mami.
– ¿Lo aplicaras?
– Siempre que pueda.
– No desperdicies ni un solo minuto de tu vida en complacer a otros; ni siquiera a mí, sólo, dale rienda suelta a tus sentidos y alcanza todo cuanto desees, pues mereces, la felicidad que el mundo tiene por ofrecerte.
– ¿Más felicidad que tenerte como mamá?
Ella abrió sus ojos con mucha sorpresa, pero, sólo bastaron segundos para presenciar esa enorme sonrisa que tan brillante y cálida me parecía…
Simone me tomo en brazos y me llevo hasta casa…
Aquel día, quizás, ella no deseaba bailar en medio de un parque; pero, su propósito y en sí, la razón tras de semejante locura, no era otra cosa más que una Lección de vida…
Ella nunca me enseño las cosas de acuerdo al contexto; siempre buscaba maneras complejas de explicarme las situaciones, no le gustaba darme todo en bandeja de plata; Simone deseaba que el proceso de crianza fuera compartido y no unilateral.
Estaba por despertarme, cuando sentí como una mano sacudía mi brazo; abrí mis ojos y me percate de su presencia:
– ¿Kong?
– Si, Andreas y Richelle están abajo, necesitan charlar contigo.
– Bien.
Me levante, y seguí a Kong, hasta la sala; el motivo de su visita no era más que la revelación del ataque planeado por el Rey; Andreas cuestionaba los movimientos de Tom y yo sólo entendí que, estos no debían ser conocidos por nadie…
Lo único que Tom necesitaba en estos momentos era recorrer Stuttgart sin que nadie se atravesara en su camino; así, sus medidas de contención tomarían lugar y el plan sería un éxito.
Ya que las dudas habían sido resarcidas; decidimos dirigirnos a aquel lugar que me serviría como vía de escape; pero, un fuerte estallido nos detuvo. Salimos de la casa y apreciamos como los arboles de los Barrios Bajos se teñían de rojo…
¡Ardían!
El fuego consumía todo a su paso y los gritos de aquellas personas retumbaban con fuerza en mis oídos…
Ninguno de los presentes pronunció palabra, hasta que, Richelle tomo la iniciativa:
– Bien, es mejor que nos apuremos.
– ¿Qué? ¿Piensas que crucemos ese incendio en medio de la zona restringida?
– No, esa pantalla de humo nos servirá de distracción; así, Bill podrá hacer el recorrido sin ser vistos por los vigilantes o por Karl.
– No me vayas a salir con el cuento que esto también estaba dentro de los cálculos macabros de Tom, porque me tiro de ese puente, Richelle.
– ¿Y qué quieres que haga? No tengo la culpa de que su pensamiento sea preciso, carente de errores.
– ¿Te has dado cuenta que él planeo esto en cuestión de horas? ¡HORAS! ¡POR EL AMOR DE DIOS!
– Si, Andreas, ya lo sé, pero, no perdamos el tiempo.
– ¿Sera que es descendiente de una deidad griega, súper inteligente como Afrodita?
– Afrodita era la diosa de la Belleza, Andy.
– ¿Si? Entonces, ¿Artemisa?
– La del combate.
– ¿Cuál era la de la sabiduría?
– Atenea.
– ¡Esa misma! Es que todas inician por A, es fácil confundirse.
– No excuses tu falta de conocimiento en algo tan absurdo como eso.
– Oye, estar tanto tiempo junto a Tom, te ha jodido ¿No?
– ¿Qué? ¿Por qué?
– Respondes con el mismo nivel de sarcasmo que él, de hecho, me estoy cabreando.
– Andy, no seas idiota.
– Él también me dice idiota…
– ¡Por qué lo eres!
– ¿Ves? Me insultas igual que Tom; ahora, tendré que soportar el resto de mis días, con dos imbéciles fastidiosos.
– ¡Andreas!
– Ya, ya, no pierdas la cabeza, Bill.
– En fin, ¿Nos vamos?
– Si, sólo, síganme y no se detengan.
Kong iba al frente, seguido de Richelle, Andy y por último, estaba yo. Comenzamos a adentrarnos en un montón de callejones que iban en distintas direcciones; recordarlo con exactitud sería muy complicado…
Caminamos hasta llegar a una zona desolada, que tenía un muelle distante entre el mar y los Buques de descarga…
El puerto era bastante grande y justo como ellos lo habían mencionado; en las noches, no existía rastro de alguna persona…
Kong se acercó a una plataforma cerca del mar y dijo:
– Bill, si te ubicas aquí, puedes ver los escalones pegados a la pared, ¿Verdad?
– Si.
– Bueno, al finalizar el día 14, vendrás aquí, bajaras estos escalones y esperaras hasta que el Barco aparezca.
– ¿Cómo así?
– ¿Qué pasa?
– ¿No vendremos todos al mismo tiempo?
– No, lo importante es asegurar tu posición; si sabemos que estas aquí, sin ser expuesto; podremos encargarnos de otros asuntos.
No me gustaba para nada como sonaba eso…
Sabía que el encuentro entre Tom y Karl era más que inevitable, pero, ¿Qué tan lejos iba a llegar?
¿Cómo pensaba contrarrestar a los súbditos del Líder actual?
¿Tom quería librarme de Stuttgart y quedarse como recompensa?
Deshice esos pensamientos de inmediato; él no iba a arriesgar tanto, sólo para garantizar mi subsistencia…
Tom tenía que venir conmigo, de lo contrario, ¿Qué sentido habría en los días que estuviesen por llegar?
– ¿Kong?
– ¿Qué?
– ¿Acaso Tom piensa quedarse en Stuttgart?
– No puedo decir nada referente a las movidas del Jefe.
– ¡A mí me importa una mierda eso! Yo no soy un súbdito; soy su pareja, necesito saber que el vendrá junto a mí.
– Lo siento, niño, pero, si revelo algo, será mi muerte la que esté asegurada.
– Bill; Kong tiene razón, no puedes desquiciarte en estos momentos, Tom tiene todo bajo control.
– Entonces, ¿Por qué me envía primero a mí? ¿El no piensa salir de esta ciudad a mi lado?
– Porque tú eres su máxima prioridad.
– ¿Andy?
– A ver Bill, no me decepciones a estas alturas.
– ¿Qué?
– ¿No se supone que conoces demasiado bien a tu novio? ¿Crees que él podría centrarse en su conflicto, si estuviese pensando en que tú te encuentras en medio de todo?
– Bueno…
– ¡Nada! Has las cosas como se te han informado y deja de angustiarte por esos pormenores.
– Perdón, es sólo que…
– Sí, yo me siento igual, pero, no es momento de perder la cabeza; son sólo dos semanas.
– Está bien.
– ¿Más tranquilo?
– Si.
– ¿Seguro?
– Ajam.
– Bien, regresemos…
Al girar, vimos que un grupo de personas se aproximaban a nosotros…
Su forma de caminar era extraña…
Parecía que estaban empleando demasiada fuerza en sostener todo su peso…
Un pequeño niño, salió de aquella multitud y corrió hasta nosotros…
Cuando lo vi con más detenimiento; percibí que su piel estaba demasiado sucia, sus facciones parecían amorfas y la sangre hacia caminos por todo su cuerpo; aquel niño, se desplomo en el suelo y Andreas corrió a auxiliarlo; lo tomo en sus brazos, verifico sus signos vitales y sólo cerro sus ojos por la frustración de no poder hacer nada…
El niño, quien tomaba su último aliento, pronuncio con suma dificultad:
– Él está aquí…
Y tras emitir su mensaje, partió…
Las personas que venían tras de él, se encontraban en condiciones similares a las del pequeño…
Mi mente no juzgo de manera correcta el proceder, pero, cuando reaccioné; me di cuenta que, estaba corriendo en dirección a los Barrios Bajos…
No importaba hacia donde mirara, las personas estaban siendo pulverizadas por la furia desmantelada del fuego que se estaba propagando…
¡Era el maldito infierno!
Sus gritos, tan fuertes que parecían ocasionar dolor a aquellos que los desgarraban…
Las casas que seguían en pie eran contadas, pero, la mayoría de las estructuras se encontraban bañadas por las llamas de la expiación…
– ¡BILL!
– ¡Como un demonio niñato, detente!
– Bill, regresa aquí, ahora mismo.
Los tres me perseguían con insistencia, sin embargo, no podía detenerme; quería huir de ese lugar, no deseaba ver como las personas se carcomían enteras por la crueldad del Incendio…
La respiración comenzaba a fallarme; mis pulmones están ingiriendo demasiado vapor…
El acceso de tos llego y con él, mi detención temporal.
Me quede quieto, justo en medio de la calle…
Richelle, Andreas y Kong, llegaron hasta mí…
– ¿En qué carajos andas pensando Bill? ¿Quieres que nos maten?
– Vuelves hacer algo como eso, y juro que te mato yo, niño estúpido.
– Bill, ni de coña, intentes algo como eso de nuevo ¿Entendiste?
Sus reclamos no eran más que ruido a mis oídos; pues en estos momentos, el escenario que tenía en frente, era lo único que captaba mi atención…
Las personas empezaron a moverse en nuestra dirección; corrían como desesperados, y ni siquiera se percataban de nuestra presencia; algunos gritaban por ayuda y otros se lamentaban por no ser capaces de huir…
Sólo hasta que vi lo que escondía aquella manta de llamas, entendí…
Seis hombres de un porte impecable, caminaban hacia nosotros con suma tranquilidad…
Uno de ellos llevaba un látigo…
El otro un martillo…
Su acompañante la sierra…
El siguiente un machete…
El penúltimo una escopeta…
Y el restante, un bate cubierto de alambre de púas…
Ellos daban pasos sincronizados, ninguno observaba su alrededor, sólo vigilaban el frente, como si no tuviesen que preocuparse de nada más…
La esencia, y en sí, el aura que los acobijaba era tan oscura que me generaban arcadas de terror por todo el cuerpo; al girar y ver a mis acompañantes, me di cuenta que no era el único que se encontraba consternado…
Todos permanecíamos estáticos ante semejante espectáculo…
Cuando de repente, un hombre salió de uno de los edificios con un cuchillo en mano, corriendo hasta ellos y gritando con fuerza:
– ¡Por Karl! ¡El líder indiscutible de la escoria humana!
Sin embargo, su rugido fue acallado por el movimiento sagaz de aquel látigo, que lo enrollo y levanto en el aire…
Al caer, el machete lo recibió con fuerza y clavo el cuerpo hasta el fondo; otro de los tipos, apunto con la escopeta y le dejo inmóvil…
No sabía que era más impactante: Haber presenciado un asesinato, o la destreza y sincronización con la que se movían…
Parecía que las palabras no eran necesarias; la forma en la que cada uno predecía el desplazamiento del otro, era sublime…
¡Cómo una manada en medio de la cacería!
Ellos, dejaron el cuerpo, y continuaron su caminata, aproximándose a nosotros; cuando de repente, y sin aviso; una voz gruesa salió detrás de ellos:
– ¡Bien hecho!
– Es siempre un placer complacerlo, Jefe.
Pues tan sólo unos minutos después de ese acto tan cruel; vi, como su figura se ubicaba en la mitad de estos hombres; las llamas que lo cernían atrás, y esa aura tan demoníaca que lo rodeaba, me dejaba sin habla…
Él, se quitó la capucha, y su cabello tapo parte de su rostro; pero, fue esa sonrisa cargada de satisfacción la que produjo un escalofrió en mi ser…
Su mirada se levantó…
Y esos ojos, carbonizaron hasta el último de mis sentidos…
Aquel que estaba a metros de mí…
Era sin lugar a duda…
Nada más que,
– La reencarnación de un monstruo.
Continúa…
Gracias por la visita.