III Reverse 67

«Reverse III» Fic de Alter Saber

Capítulo 67: Caída

«La derrota en la guerra no es el mayor de los males, salvo cuando la inflige un enemigo indigno»

Esquines

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Quizás, mis palabras no lleguen hasta ustedes, pues mis pecados están tan cargados de horror y mis manos se encuentran manchadas de sangre inocente, pero, aun así, quiero que sepan que:

¡LES HE VENGADO!

Con un grito dirigido al cielo, libere aquella carga que me acompañaba desde los 4 años. La muerte de Jared había sido indolora a comparación de la tortura a la que sometió a mis padres; el fuego consumía la maldad de su alma, y lo llevaba a las llamas del infierno que estaban esperándolo.

Su suplica final, no era más que el reflejo de la debilidad de su espíritu; pues alguien que en verdad es fuerte, no se doblega, ni en el peor de los escenarios…

La temperatura en ese lugar llegó a niveles exorbitantes; con el tiempo, los lamentos de Jared, se transformaron en pequeños silencios que me indicaban la partida del hombre que me había desgraciado la vida; ultrajando lo único que significaba todo para mi…

Le dejé allí, fui hasta la puerta trasera y la abrí…

Mis ojos se enfocaron en el firmamento por unos instantes; no sabía cómo, pero la realidad era que podía sentir como la paz había llegado hasta mis padres; al fin, ellos descansarían; pues sin mi hermano mayor, las vidas de muchas personas estarían resguardadas.

De repente, mi vista se nublo, y las estrellas se escondieron tras una pantalla de humo que provenía de…

¡MIERDA!

Fije mi mirada al contexto que se estaba desarrollando frente a mí…

No podía ser cierto…

Stuttgart estaba en llamas…

¿El Rey había hecho su primera movida?

¡CABRONAZO!

Salí corriendo de la base, necesitaba ir hasta el Bar para reunirme con los subordinados a cargo de los grupos de vigilancia; mientras recorría el trayecto, observaba como los árboles de mayor altitud, se convertían en carbón…

La mayoría, por no decir, que todas las viviendas de los Barrios Bajos, fueron construidas con madera; un solo contacto con las llamas del Incendio, y el hogar de muchas personas se iría para la mismísima mierda…

Mi mente estaba en blanco; no había tardado más de una hora en el sacrificio de Jared, y él, sin previo aviso, llegó hasta mí con toda su fuerza…

¿Acaso mi gente era tan incompetente?

Pues ninguno me había entregado reporte de alguna clase de avistamiento…

No existía rastro de Tom…

¿Entonces?

¿Dónde estaba y quién demonios lo encubría?

Porque a estas alturas del partido, era más que obvio determinar que Tom recibía ayuda de alguien perteneciente a mis filas; la pregunta era:

– ¿En qué parte se encuentra el traidor?

Llegué al Bar, que de momento, no había sido alcanzado por el Incendio; al ingresar, vi como los «Dirigentes» de mis subordinados, paseaban de un lugar a otro, como si esperaran por mi llegada; al verme, se quedaron estáticos en mi presencia y uno procedió a informar:

– Jefe.

– ¿Desde qué horas empezó el Incendio?

– No menos de 30 minutos.

– ¿30 minutos?

– Sí, Señor.

En efecto, los lacayos del Rey estaban colaborando junto a él; pues ni la destreza más resaltable, sería capaz de propagar las llamas en una extensión tan adimensional…

Los estaba instruyendo…

Cómo si todavía fuera el maldito Rey de los Barrios Bajos…

– ¿Le han visto?

– A-Aun no, Señor.

– Entonces, ¿Cómo carajos es que se inició esto?

– N-No lo sabemos, Jefe.

– De hecho, me sorprendería el día que ustedes «Los Renegados» desempeñaran su labor de manera eficiente.

Lo que me provocaba horcajadas de molestia; era que, en la época de Tom; este puñado de súbditos inservibles, funcionaban con tanta eficacia, que no era necesario recalcarles nada, pues ellos se anticipaban a todo; lo cual, me permitía llegar a una conclusión en especial:

– ¡Él es mejor Líder que yo!

Y eso… ¡Dios! ¡Cómo me cabreaba saber eso!

Me fastidiaba que él estuviese capacitado para enfrentar todo con tanta astucia; no le temía a nada, se lanzaba del abismo sin protección, arriesgaba todo a lo grande sin considerar los efectos secundarios; y lo peor, es que no era necesario que tomara precauciones, pues sus estrategias no dejaban cabos sueltos, por eso, la victoria le era segura…

Solté varios suspiros, reacomode las escasas ideas que me venían a la mente y dije:

– Escuchen con atención.

– ¡Si, Jefe!

– De momento, quiero que se desplieguen en los sectores más abatidos por las llamas; saquen a las personas que puedan, y traten de ayudar a aquellos que se encuentren heridos…

¿Heridos?

¡MALDICIÓN!

¡BLACK!

– ¿Jefe?

– Hagan lo que les digo, regreso enseguida.

Salí de aquel lugar, como si Lucifer estuviese reclamando mi alma…

La angustia se instauro con fuerza en mi pecho…

¿Y si había creado esa distracción para asesinar a Black y darme un golpe de gracia?

Tom nunca había ido en contra del código, pero, en esta ocasión, donde yo decidí retener lo único que parece ser significante para él; quizás, escoja violar el parlamento, y arrasar con todo.

Yo sabía que el Rey seguía en Stuttgart…

Ese fingido escape no había sido otra cosa que un truco para desviar mi atención, y la recreación de la Santa Inquisición, la oleada de terror que pretendía colocar a todos en la zona restringida, en un sobre aviso de lo que estaba por venir…

Mis pies aceleraban cada vez más el ritmo…

El trayecto hasta el Hospital se me hizo eterno; parecía que nunca iba a lograr cruzar las puertas de aquellas instalaciones; era tanta mi concentración, que ni siquiera fui capaz de percatarme del horror que se estaba desatando en mis territorios…

A unos escasos metros, vi las luces del Edificio; y corrí tan fuerte como pude, subí aquellos escalones sin esfuerzo; e ingrese, atravesé todos los pasillos con velocidad y fui hasta la habitación 302.

Faltaban centímetros para cruzar aquella puerta, cuando vi que uno de los doctores que atendían a Black; salía de allí…

¡NO, NO, NO!

Lo único que mi cabeza quería creer era que se lo había llevado…

¡El Rey lo había asesinado!

Pase por un lado del médico y entre con impaciencia…

Black, estaba sentado, con el cuello ortopédico y una mirada demasiado nostálgica…

De cierta manera, me reconfortaba saber que se encontraba vivo; sin embargo, el aura que lo rodeaba era tan miserable, que me advertía algo ineludible…

– ¿Karl? ¿Qué demonios haces aquí? ¿Dónde está Jared? ¿Qué piensas hacer con Tom?

Black estaba demasiado preocupado…

Su rostro reflejaba el dolor que le suponía encontrarse en una posición; en la cual no puede hacer mucho más que esperar a que el tiempo pase y resignarse a lo que sea que se desencadene en los próximos días…

– Black, cálmate, no puedes hacer movimientos bruscos, ¿Lo recuerdas?

– ¿Qué haces aquí?

– Vine a comprobar que estuvieses bien.

– ¿QUÉ?

– Bueno, los Barrios Bajos están cubiertos de…

– ¿Llamas?

Su interrogante quedo en el aire…

Así que de eso se trataba…

¡Había estado aquí!

– ¿Vino a verte?

– ¡Ja! A advertirme, querrás decir.

– ¿Qué fue lo que te dijo?

– En un principio me pregunto por Jared.

– Espera, ¿Cómo demonios sabe de Jared?

– No lo sé, sólo me cuestionó al respecto.

– ¿Por qué quería saberlo?

– Blake.

Olvidaba ese minúsculo detalle…

La muerte de Blake…

Tom vino en busca de venganza…

– ¿Quería tomar revancha?

– Deseaba destriparlo como un insecto insignificante.

– ¿Todavía le guarda afecto?

– ¿Cuándo alguien como nosotros, es capaz de olvidar lo que otros han hecho por protegernos?

– Ummm.

– Le conté la verdad.

– No me digas que se resignó tan fácil…

– Bueno, quieras o no admitirlo; sabes muy bien que Tom respeta el código.

– Claro.

– ¿Qué ha sucedido con Jared?

– Se ha ido.

– ¿Cómo?

– Me refiero a que, le hice pagar.

– ¿Lo hiciste?

– Si.

Algo, del estrés que se disponía en los hombros de Black, menguo un poco; tal vez, el que Jared no estuviese, le daba una tranquilidad temporal.

– ¿Te sientes mejor?

– Por supuesto.

– ¿Y el contraataque?

Sabía a qué venia esa pregunta; textualmente, estaba diciéndome:

¿Qué harás con Tom?

Quería tener una respuesta certera a ello, pero, era sencillamente imposible.

– No lo sé, Black.

– ¿Disculpa?

– No tengo ni la menor idea.

– ¿No has pensado en nada?

– No.

– Karl, no juegues conmigo, tú no eres así.

– Sería diferente, si no se tratara de él; pero, cada vez que analizo las cosas que suceden, el cómo son planificadas, la exactitud y precisión de los detalles; siento que, es más sencillo sentarme a esperar que venga por mí.

– Karl…

– Lo sé, es un pensamiento patético, pero aunque no desee aceptarlo; me siento inferior a él; no sólo en intelecto, sino en destreza física.

– Pero, eso no lo puedes saber.

– Black, aquel día en que deje someterme, pude percibirlo…

– ¿El qué?

– Tom no usaba el 100% de su fuerza, estaba probándome, sólo eso.

– ¿Qué? ¿Has perdido el juicio? Te fracturó los dedos de las manos, ¿Cuánta fuerza crees que se necesita para eso, ah?

– Suena ridículo, pero, es la verdad. Sé que Tom vendrá con toda su furia, y quizás, me queme en el proceso.

– ¡Karl!

– ¿Qué?

– Esa actitud débil me está sacando de casillas, ¿Qué coño te pasa?

– No es debilidad; es resignación.

– O sea que, ¿Dejaras que te asesine?

– Yo no dije eso.

– ¿Entonces? ¿Qué putas harás?

– Ya que no puedo anticiparme, sólo, esperaré los golpes y responderé de acuerdo a sus movimientos.

– Eso no va a funcionar.

– ¿De qué me sirve comerme la cabeza pensando en lo que hará, si ni siquiera tengo claro lo que planea? ¡Es desgastar energía!

– Karl, sino se establece una contra medida, te vas a quedar sin gente, ¿Lo sabes, verdad?

– No puedo hacer nada más.

– ¿Qué detalles tienes claros?

– Hay un infiltrado.

– ¿Quién?

– No lo sé, pero, Tom está recibiendo ayuda de mis filas; de lo contrario, ya tendría una señal de sus movimientos.

– ¿Qué otra cosa?

– No vino solo.

– No me digas que…

– Si, WereWolf está aquí.

– Dios, eso sólo empeora las cosas; ¿Otro detalle?

– Su plan abarca 14 días.

– ¿Sólo eso?

– Créeme, es tiempo suficiente para que no deje vestigios de esta ciudad.

– Si sus subordinados están aquí; encontrarlo será aún más difícil.

– Lo sé.

– Por eso, tienes una cosa por hacer.

– ¿Qué?

– Oblígalo a salir.

– ¿Y cómo pretendes…?

– Exacto.

Lo que Black sugería era una locura, pero no del todo incoherente…

Podría acabar los movimientos del Rey en una sola jugada; colocando en peligro todo; no obstante, si logro ganarle esa partida, aseguro una victoria surrealista.

– Llamaré a Richelle.

– Debes hacerlo a lo grande, que él entienda lo que está en riesgo.

– Si, tienes razón.

– ¿Karl?

– Dime.

No puedes irte antes que yo, mi hermano.

Asentí en respuesta y salí de esa habitación, con una resolución impuesta…

Esconder a Bill, era una posibilidad alarmante, si lo que buscaba era contraatacar el plan de Tom; pero, si lo que necesitaba era evadirlo; debía exponerlo…

¡Amenazarle!

Que sienta el terror de perder lo único que tiene sentido en su vida…

Iba a usarlo de carnada; y allí, en ese preciso instante, aprovecharía su desventaja; superándolo en número, lograría vencerle…

Cruce las puertas del Hospital que me conectaban con la desastrosa realidad de los Barrios Bajos…

Escuchaba los gritos por todas partes, veía como las personas corrían despavoridas por las calles, sin nadie que les brindara un auxilio; porque así, como las autoridades no accedían a la zona restringida para sonsacar a la «Escoria»; tampoco eran capaces de brindarles ayuda cuando lo necesitaban.

Es decir que, al igual que siempre, ¡Estábamos solos!

Fui por uno de los atajos que me permitían conectar con rapidez al epicentro de la situación; sin embargo, mi traspaso resulto imposible…

Tras llegar a ese callejón, sentí que en medio de esas sombras, se escondía un peligro latente; sólo tuve que esperar, escasos segundos para corroborar mi presentimiento…

Uno a uno, fueron mostrándose, hasta quedar en una hilera completamente simétrica, justo en frente de mí…

En sus manos, residían las armas de torturas más crueles de la historia; quizás para muchos, sus herramientas de combate, no eran más que artilugios que empleaban para atemorizar; sin embargo, la verdad era distinta a eso…

Albert llevaba consigo un látigo que simbolizaba la autoridad para dirigir el «Ganado»; era él quien decidía el curso de acción.

Adam cargaba un martillo que se encargaba de quebrantar la voluntad de cualquiera; su trabajo era doblegar a los enemigos.

Derek tenía una sierra que representaba la tortura; él era quien sacaba la información de los traidores.

Charles empuñaba un machete que ilustraba el salvajismo de su esencia

Tech sostenía una escopeta que aludía la precisión de sus movimientos; su labor era garantizar la seguridad de sus compañeros.

Rake poseía un bate recubierto de alambre, ejemplificando a los Verdugos de la antigua Roma; él, era quien daba el golpe de gracia en los asesinatos.

Y ahora debía lidiar con ellos…

Él los había mandado, de eso, no cabía duda alguna…

– ¿A qué debo el honor, Señores?

Ninguno emitió respuesta…

¡Eso no era una buena señal!

La única manera posible en que ellos no hablaran, era porque se encontraban en presencia de su Rey; sólo hasta recibir la orden, procedían a contestar cualquier cuestionamiento…

Su obediencia y rendición a los designios de su Majestad, eran cosa de admirar.

Pero, ¿En dónde estaba?

Una melodía en particular comenzó a llenar el lugar; Albert tomó su móvil y dijo:

– ¿Señor?

Sí, Señor.

De inmediato.

Un honor.

Bien.

Por las escasas respuestas otorgadas, era más que evidente que ellos no iban a atacarme; tal vez, sólo enviaban un «Recado Soberano»

– Escucha bien.

– ¡Ohhhhh! Espera un condenado minuto, a mí no me hables…

– Sólo merece rendición aquel que lleva la corona. El Jefe le envía sus saludos más calurosos, y desea que tenga presente algo.

– ¿QUÉ CARAJOS QUIERE TU PÚTRIDO REY?

¡ERROR! ¡PELIGRO! ¡EQUIVOCACIÓN LETAL!

Cuando abrí mis ojos, sentí que el látigo cubría mi cuerpo, el martillo residía en mis pies, la sierra en mi cuello, el machete en mi abdomen, la escopeta en mi frente y el bate sobre mi espalda…

Sus movimientos eran tan milimétricos y veloces, que era imposible anticiparse…

– Una ofensa en contra de nuestro Líder, y poco va a importar el castigo que él nos dé por desobedecerle.

– Ya va, ya va, cálmense muchachos.

Ellos guardaron sus armas, y regresaron a su posición inicial.

– El mensaje.

– Escucho.

«Querrás tomar ventaja, pero, ni siquiera tu resolución será suficiente para detenerme; mi plan está en marcha y no habrá nadie que se salve de la expiación que estoy por desatar»

¿Resolución?

¿Lo había previsto?

¡Lógico!

Él sabía de sobra que mi ofensiva sería amenazarle; o sea que Bill, ya no estaba bajo el cuidado de Richelle, o por lo menos, de momento, aún continuaba con ella, pero, no será asi, por mucho tiempo más.

¿Y ahora?

Los WereWolf giraron, y cuando estaban por emprender su camino, me dirigí a ellos:

– ¡HEY!

– ¿Qué quieres?

– Dile a Tom que por mí, puede reclamar el Infierno cuando lo desee.

Ellos ignoraron mi pronunciamiento, pero, sabía que esa frase llegaría hasta sus oídos…

Mi propósito no era otro que hacerle entender, que mis lazos con Stuttgart, estaban rotos; no hay nada que me aferre a esta ciudad…

Perdí de vista a los súbditos reales, y proseguí mi trayecto; empecé a correr para llegar hasta el centro del desastre…

Cuando estuve allí, mis hombres aguardaban para avisarme algo…

– ¡Jefe! Por fin llega.

– ¿Qué ha sucedido?

– Usted, debe presenciar esto.

Seguí sin refutar a mis subordinados; los cuales, se infiltraban entre los callejones de la zona, hasta dar con lo que parecía ser el puerto…

Cuando nos adentramos, pude observar algo similar a la rendición de la humanidad…

Niños, ancianos, hombres y mujeres, saltaban desde la frontera hasta al mar…

¿Estaban huyendo?

¿Pensaban darnos la espalda?

Mi gente ha dado su vida por proteger a los miembros que conforman los Barrios Bajos…

¿Es así como nos pagan?

Me abrí paso entre la multitud que corría desesperada, y justo en el límite de la plataforma y el abismal océano; grite:

¡USTEDES, MALDITOS COBARDES DESAGRADECIDOS!

Todas las personas que se encontraban frente a mí, se quedaron estáticas de inmediato; y ya que tenía su atención, iba a repartir mi designio.

¡ERA AHORA O NUNCA!

No me excusaré más…

Es verdad.

No tengo su intelecto.

No poseo su destreza.

No soy un Líder.

No me comparo con él.

No soy digno.

Pero, yo, soy todo lo que ellos tienen en estos momentos…

Así que, si vienes por mí, ¡Mátame, hermano! Y llévate mi alma de este sufrimiento que se hace llamar: Hogar.

– Si creen que con escapar de la realidad que tienen enfrente, solucionaran la inmundicia de sus vidas; ¡SE EQUIVOCAN!

Pues no interesa si es aquí, o en otra ciudad; todos y cada uno de nosotros fuimos, somos y seremos el relego de la Sociedad.

Los malos del cuento.

Los Villanos.

Los Renegados.

Los injustificados.

No merecemos el perdón de nadie, pues nuestras acciones nos han llevado a sentirnos cómodos en el Infierno que nos ofrece Stuttgart.

Pero, ¿Qué otra cosa podíais hacer?

Si jamás nos han dado la oportunidad, ¿Cómo íbamos a superarnos?

Por eso, mis hermanos de espada, más que su colaboración; os ruego por su orgullo…

Quien jugo con nuestras ilusiones ha pisado fuerte nuevamente…

¿Y dejarán que se vaya?

¿Se marcharan sin perjudicarlo?

¿Le permitirán que los humille justo como la última vez?

Díganme, ¿Dónde está su honor?

Sí, es cierto, no somos nadie, no merecemos nada, no somos dignos de la redención, pero, si hay algo que nadie puede arrebatarnos es nuestra esencia. Somos alfa, estamos en la cima de la cadena alimenticia; nos pueden considerar bestias; y no nos avergonzamos.

Podía sentir como sus espíritus indomables tomaban posesión de sus cuerpos…

¡Ahí estaba mi Ejército!

Mis palabras calaban dentro de sí…

Sonreí, y con un fuerte grito de esperanza, les dije:

¡ASÍ QUE, SI VAMOS A MORIR, QUE SEA DE PIE, SEÑORES!

Me baje de la plataforma, camine entre las filas, y llegue al centro; los divise por un momento más…

Ya no había rastro de temor…

Habían recordado su humillación…

Querían sangre…

Y eso era justo lo que iba a darles…

Empecé a caminar, acelere el paso, y sin previo aviso, comencé a correr; ellos me seguían, y en cuestión de minutos, plagamos la zona restringida…

Algunos sacaban los heridos, otros trataban de resarcir la expansión del fuego y mi grupo más selecto, buscaba signos de Tom…

Sin embargo, no dábamos con él, aun.

Fue una noche ajetreada…

Murieron más de 50 personas, sin contar con lo que habían alcanzado a huir; nuestros números se habían reducido demasiado…

Lo peor, era que, su ataque apenas comenzaba.

A la mañana siguiente, más de la mitad de los restantes hablaban de como el agua se había convertido en sangre; y no fue hasta que lo vi con mis ojos, que me percaté de que era real…

Muchos comenzaron a especular sobre la posibilidad del advenimiento; aquel suceso registrado en la Biblia, donde el Apocalipsis toma lugar, dando cabida a las 7 Plagas de Egipto, el Ejercito Celestial, y en sí, el rapto.

Nunca había creído en esas estupideces, pero, ¿Sangre en vez de agua? Eso era algo difícil de explicar…

Las tensiones estaban por los aires, y a manera de compensación; decidí dar rienda suelta a los depósitos de alcohol que se albergaban en el Bar; si quería que se concentraran, necesitaba que libraran las cargas, alejaran la superstición y se enfocaran en la labor.

No obstante, cuando llegamos hasta el sótano del Bar; los barriles estaban derramados en el suelo, y su contenido había sido extraído…

¿Las reservas estaban vacías?

¡Cómo un demonio!

– Tú.

– ¿Si, Jefe?

– Tráeme a Kong.

– Señor, llevamos días sin saber de él.

– ¿Cómo dices?

– Me refiero a que, le buscamos para hablar sobre la distribución de la droga del jueves, pero, no lo encontramos.

– ¿Ni en su casa?

– No, Señor.

– ¿Por qué putas no me lo habían dicho?

– Lo lamento, Jefe.

– Esperen, ¡MAÑANA ES JUEVES!

– Sí, Señor.

Maldición, maldición, maldición.

Sin alcohol, ni la droga, ¡Esto iba a ser peor que la caída de Babilonia!

Kong…

No, no, no.

Él no es capaz de hacerme esto; sabe muy bien lo que está en juego; además, Kong es de las pocas personas que me guarda eterna fidelidad, lo he podido comprobar…

¿Entonces?

¿Dónde carajos estaba?

¿Por qué no se había reportado?

Ahora que lo pienso con detenimiento, lleva días sin aparecerse por el Bar…

¡NO!

No puedo pensar en eso…

Pero…

Si él fuera el infiltrado, muchas cosas adquirirían sentido…

– Quiero que lo busquen en todos los rincones de la ciudad; y cuando den con él, ¡Tráiganmelo!

– Sí, Señor.

Mientras ellos partían, otro grupo llego:

– ¡Jefe!

– ¿Y ahora qué?

– Han habido 20 muertes más.

– ¿Qué?

– Hemos divisado 20 suicidios, Señor.

– ¡Me lleva!

Estaban desesperándose…

Y yo, comenzaba a impacientarme…

Nada tenía sentido, no había un patrón…

No podía especular nada…

Parecían ataques simultáneos…

Trucos baratos…

Distracciones…

– ¿Jefe?

– Hay un problema mayor.

– ¿Cuál?

– No hay alcohol, y la droga no será distribuida.

– ¡Dios!

– La gente se va a enloquecer.

Subimos las escaleras, pasamos el salón y salimos para encontrarnos con aquellos que esperaban ansiosos contrarrestar los efectos de los eventos recientes…

– Hey Karl, trae esas cervezas, ¡Las necesitamos!

– Sí, venga ya, estamos sedientos.

¡Mierda!

Esto iba a irse para el carajo…

– No hay reservas.

– ¿Qué?

– No hay alcohol, y por lo que preveo, tampoco droga.

El silencio reino en aquel instante…

Vi, como uno a uno, se levantó de su posición y se fueron despidiendo…

Vaciaron las calles en cuestión de nada…

Para muchos, podría significar una situación absurda; pero, asi como la insulina tranquiliza al diabético; el alcohol y las drogas, no eran más que somníferos para nosotros…

Nos ayudaban a enfrentar la realidad que vivíamos…

¿Qué carajos iba a hacer?

Sólo habían pasado 3 de los 14 días; y ya, no parecía haber esperanza…

El cuarto y quinto día, pasaron a mayores…

No hubo un solo gramo de droga para repartir; motivo por el cual, tuve que clausurar «La Jaula»; no podía darle rienda suelta a eventos nocturnos; mi mente debía estar centrada en lo que estaba sucediendo en estos momentos…

Los ánimos estaban por los suelos, y no había manera de restaurarlos; pues la única persona capaz de solucionar este inconveniente, estaba desaparecida.

Kong manejaba la mercancía, la red de tráfico era casi que suya…

Sí no daba con él pronto, iba a perder el control…

Me encontraba en el Bar, esperando noticias de alguno de mis informantes; pero, nadie traía datos, ni de Tom, ni de Kong; Richelle y Andreas no se reportaban, y ya no estaba tan seguro de que Bill estuviese con ellos…

¿Los habrán asesinado?

Ella no se perdería por tanto tiempo y menos en una situación tan crítica como esta…

¡Dios!

Me dirigí al interruptor de la sala de control, necesitaba pensar a fondo…

Lo pulse en repetidas ocasiones, pero, la luz ¿No encendía?

Salí del Bar, y al abrir la puerta, no pude ver nada…

No se vislumbraba ni siquiera un poste de luz…

Fije mi mirada al cielo, y este estaba tan oscuro, que parecía ser de noche…

Me pare en el centro de la calle, y sentí como empezaron a caer gotas de agua…

¿Iba a llover?

Era imposible saber algo a estas instancias…

Parecía que el sol se había desvanecido…

¿Qué horas eran?

¿Era de día? O ¿Acaso ya había llegado la noche y no me percate de eso?

Regrese al Bar y me senté en el suelo; espere por mucho tiempo, o bueno, al menos así parecía ser, pero, no había rastros de luz…

¡Stuttgart estaba sumida en una profunda oscuridad!

No escuchaba ni veía nada…

Era un paisaje tan desolador que, conciliaba el sueño, me despertaba y al ver que nada cambiaba; volvía a ceder…

Llevaba un tiempo sin consumir agua o comida…

¡Estaba empezando a sentir la fatiga!

El cansancio llegaba a mí…

Mis ojos se sentían más pesados de lo normal…

Mi cuerpo no respondía a mis movimientos…

Cuando de repente, vi que un rayo del sol se coló entre la ventana de la puerta; completamente extasiado, corrí hasta allí y me di cuenta, que en efecto, había amanecido…

Mire mi reloj y eran las 6:00 am…

Entré al Bar y revise la pantalla del ordenador…

¿Martes 06 de agosto?

¿Habían pasado 3 días?

¡Dios!

Corrí de nuevo hasta la puerta, salí y empecé a caminar en dirección a la casa de Black; tenía que tomar una ducha, comer y descansar un poco; pues en estas condiciones, cualquiera podría asesinarme…

Justo cuando estaba por doblar en la esquina, e ir directo a su residencia; vi un enorme cartel que decía:

– ¡La muerte os espera, a todos aquellos, que osen desafiar al Rey!

Giré mi rostro y me di cuenta, que no era sólo eso…

Las calles estaban llenas de papeles…

¿Qué era esto?

¿Tortura psicológica?

Fui hasta el centro de la avenida, recogí uno de los panfletos que contenía, imágenes de los métodos de tortura de la antigua Grecia…

Arrugue el papel y lo lance al frente; espere a que aquel panfleto golpeara el piso, pero, no fue así…

Alcé mi mirada y vi, como una mano empuñada sostenía aquel papel…

Su rostro se levantó ligeramente, y vi su sonrisa…

Era esa esencia la que me recordaba…

Lo que era el miedo.

Sus ojos no me vieron, pero su voz, lanzó un dardo envenenado:

¿Lo disfrutas? Este es el paraíso que he creado para ti, Ángel de la muerte.

Continúa…

Gracias por la visita.

Publico y rescato para el fandom TH

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