III Reverse 70

«Reverse III» Fic de Alter Saber

Capítulo 70: Final

«Nadie puede volver atrás y comenzar de nuevo, pero cualquiera puede comenzar hoy mismo y hacer un nuevo final»

María Robinson

.

En la antigüedad, la palabra de un hombre valía oro, era reconocido aquel que siempre efectuaba lo que decía; y aun cuando en estos días, es difícil conseguir a alguien capaz de colocarle un precio a lo que sale de su boca; puedo decir que, yo conté con el privilegio de dar con un individuo así.

Tom me había enseñado lo que significaba «Te doy mi palabra», él, sin excepción alguna, cumplía todo lo que decía; sin embargo, tras haber aceptado la promesa de dejarle aquí, dirigí una disculpa personal hacia Bill; porque aun en contra de su voluntad, pensaba sacarlo de Stuttgart; prefería ganarme su odio, y no romper la promesa que le había hecho a Tom, antes de llegar a esta ciudad.

Él no había revelado detalles de su plan, ni siquiera un indicio que me permitiera entender lo que su mente necesitaba estructurar; no obstante, su petición fue clara y contundente:

No mires hacia atrás, sólo, llévatelo, conmigo o sin mí, Andy.

Yo, asumí la responsabilidad de proteger el individuo más relevante en la vida de Tom; y no, nada me haría cambiar de opinión, lo sacaría de Stuttgart, así fuera lo último que tuviese por hacer. No obstante, tenía que reconocer que los eventos desencadenados a partir del punto de partida de la estrategia de Tom; me habían perturbado de sobre manera, es decir, tenía la vaga percepción de que él haría algo fuera de lugar; pero nunca, llegué a imaginar algo tan meticuloso.

Y ni qué decir del encuentro que tuvimos en medio del Incendio que tomó lugar en los Barrios Bajos; nunca, ni después de muerto, olvidaría la frialdad de esos ojos; el éxtasis de su rostro, la esencia tan oscura que desprendía su ser, la suficiencia con la que dominaba a sus súbditos; parecía la reencarnación de algún comandante de la Antigua Grecia; altivo, prepotente, confiado, poderoso, y completa e irremediablemente, indomable.

Estaba aterrado, para mí, él era un ser desconocido, alguien que jamás pensé ver en primera fila; sólo esos minutos en frente de esa bestia, fueron suficientes para temerle con todo mi ser.

La reacción de Bill había sido devastadora; él sufría, y como no; podía percibir a metros el desinterés del hombre que juro amarle, entregar su vida por su salvación; ese mismo que en medio de una cena romántica, le propuso estar juntos para siempre, aun en contra de los diseños divinos.

Él más que cualquiera de nosotros, podía entender el cambio tan abrupto en la personalidad de Tom; su esencia parecía estar fragmentada, como si su cuerpo fuera poseído por una identidad diferente; desconectando su cerebro y dándole rienda suelta a la locura con la que convivió por meses en Stuttgart.

Tras llegar a la casa de Kong, cada uno escogió su habitación, y decidimos «Descansar»; como si eso fuera posible en una situación tan compleja como esta; mis pensamientos corrían de un lado a otro, visualizando a fondo todos los escenarios vividos, y sorprendiéndome de haber salido ileso de ellos; aunque, tenía que admitir, que era gracias a Richelle, que no estuve envuelto en una circunstancia letal.

Ella, últimamente, gobernaba con descaro mi mente; como si estuviese infestada de un virus; mi subconsciente no hacia otra cosa que grabar cada uno de los gestos que tenía por ofrecerme: Cuando lloraba, cuando sonreía, cuando se sonrojaba, cuando estaba preocupaba, o cuando deseaba llamar mi atención…

Siempre, descolocándome por completo; Richelle estaba logrando su cometido, pero, no deseaba admitirlo; de cierta manera, no podía creer en sus palabras; por la manera en la que las cosas se dieron, con sus «Ataques nocturnos»; me dio la impresión de ser una chica con intereses netamente carnales; sin embargo, la estancia en Stuttgart, me había demostrado, que quizás, eso sólo era una fachada…

Que en verdad, ella no sabía cómo expresar sus sentimientos y opto por persuadirme a través de la sensualidad de su cuerpo…

Eso, me parecía algo estúpido; ella no tenía que recurrir a trucos tan baratos como esos, para captar la atención de algún hombre…

Richelle tenía una personalidad encantadora, a veces, un tanto torpe y quizás ordinaria; pero, la mayor parte del tiempo, era graciosa, entretenida y muy cariñosa; al contrario de la primera impresión que me dio, ella era sorprendentemente, inteligente, astuta, al igual que, fuerte.

Era una mujer con carácter firme, de decisiones instintivas, de percepciones leales, en sí, una persona de honor.

Entonces, cuando me resigné a los sentimientos que empezaron a surgir en mí; comencé a cuestionarme…

¿Qué futuro nos depararía?

¿Ella sería capaz de irse e iniciar otra faceta en su vida, por mí?

¿Podría vivir de una manera tranquila?

¿Abandonaría a su gente?

No lo sé, aun no estoy seguro de la fuerza con la que su corazón palpita por mí; y hasta no confirmarlo, no podía tomar una decisión…

Continuaba sumiéndome en mis reflexiones, cuando escuche la melodía de mi móvil; lo tome y conteste:

– ¿Bueno?

– Andy.

– ¿Rick?

– Si.

– ¿Ha sucedido algo?

– De hecho sí, pero, no me corresponde a mí decirte.

– ¿Qué? Pero, ¿Están bien?

– Si, si, no te preocupes; sólo, quiero confirmar algo…

– Dime.

– ¿Cuándo regresan?

– En 14 días

– ¿Ya inició el plan?

– Justo esta noche.

– Bien, hablamos luego.

– No, no, espera un segundo, maldito idiota.

– ¡Oye!

– ¿Me llamaste sólo para dejarme con otra intriga que va a matarme la cabeza?

– En teoría, sí.

– ¡Rick!

– Andy, en serio que, es tan delicado que no puedo decírtelo; tendrás que verlo por ti mismo.

– Me estás asustando…

– Yo, también lo estoy.

– Por favor, dime que está sucediendo…

– Andy, yo, no, no, no, perdóname, no puedo.

– ¿Cómo puede ser algo tan grave y que ustedes se encuentren bien?

– Ha aparecido alguien.

– ¿Quién?

– No puedo decir nada más.

– ¡Cómo un demonio! Si pierdo el resto de cabello que me queda por tu culpa, seré yo quien rape tu condenada cabeza.

– Andy…

– Rick.

– ¿Qué?

– Eres un idiota.

– Es…

Finalicé la llamada…

¡Ahora si estaba más que hecho!

¿Quién carajos había aparecido?

¿Saldríamos de Stuttgart para llegar a un conflicto en Frankfurt?

¡Una puta maravilla!

Los nervios estaban por los cielos, traté de cerrar mis ojos y conciliar el sueño; sólo después de unas horas, dando vueltas, fue posible caer rendido y descansar algo.

La mañana llego demasiado rápido a mi parecer; me levanté, tome una ducha, cambie mi ropa y baje a tomar algo de café; preparé una de más para Bill, me preocupaba un poco el cómo se encontraba…

Tras charlar unos minutos con él, me di cuenta que, en efecto, él estaba perturbado; se sentía vacío, y no había nada que yo pudiera hacer para disminuir su sufrimiento; admití que cumpliría la promesa, sólo para darle tranquilidad a Bill, no tenía más motivo que ese…

La interrupción de Richelle llego, y con ella, una molestia profunda en mi interior; a veces, por no decir que siempre; ella se tomaba todo como broma, y mientras yo me carcomía la cabeza para reflexionarlo con sumo cuidado, esta despiadada mujer, sólo buscaba perturbarme la existencia…

Salí de la habitación más confundido que nunca; si algo me caracterizaba es que jamás, cambiaba la perspectiva inicial que adoptaba de una persona; y Richelle estaba obligándome a variar esa percepción, pero, era difícil no contener mis sentimientos, cuando ella se comportaba de esa manera…

¡Es como si jugara conmigo!

Sobra decir que, era la primera vez en que una mujer ocupaba tanto tiempo de mi pensamiento; de hecho, nunca me sentí atraído hacia una chica, había estado con algunas, pero, nada relevante o significativo; sin embargo, Richelle estaba ganando un lugar dentro de mí, y eso, me fastidiaba…

Entre a mi cuarto, me senté en la cama y trate de retomar la calma…

Lo último que deseaba, era comprometerme con una chica que no me tomaba en serio; no poseía problemas con su carencia de experiencia en cuanto a las demostraciones de afecto; eso era algo que se podía remediar con el tiempo, pero, un engaño, era algo que no tenía reversa; y no pensaba, sacrificarme de esa manera…

Escuché como la puerta de mi habitación se abrió, dirigí mi mirada, y la vi allí; con un rostro apacible y desde mi punto de vista, arrepentido…

– ¿Puedo?

– ¿Qué quieres?

– Q-Quiero que hablemos…

– ¿Sobre qué?

– Por lo menos, déjame entrar ¿Si?

Me quede observándola por un momento, y luego, asentí en aprobación; ella cerró la puerta, se sentó a mi lado; veía como sus manos temblaban, quizás por el nerviosismo…

Escuchaba lo acelerado que estaba su corazón…

¡Estaba muriendo de los nervios!

– ¿Y? ¿De qué quieres hablar?

– ¿Estás enojado?

– ¿Tú que crees?

– Y-Yo no pretendía…

– ¿Molestarme?

– Andreas, yo…

– ¿Qué? ¿Tú qué? Habla claro, me estás exasperando con tus jueguitos a toda hora ¿Sabes?

– N-No estoy jugando, te lo pro…

– No prometas nada, sino eres capaz de cumplir con tu palabra; detesto la gente falsa, la repudio, Richelle.

Entonces, al ver su rostro, abatido por la frialdad de mis comentarios; me di cuenta que, mis inseguridades la habían lastimado; me había pasado con ella…

Sin embargo; me incomodaba que anduviese con tantos rodeos, sí yo le gustaba, sólo tenía que decírmelo; ser directa y esclarecer las incógnitas que divagaban en mi cabeza…

– ¿Qué tengo que hacer para que me creas?

– ¿Ah?

– Dime, y yo, lo haré, Andy.

– ¿Hacer qué?

– Convencerte.

– ¿De qué?

– De que no estoy jugando, que en verdad, yo…yo…

Su cabello cubrió parte de su rostro, aquellos mechones dorados adornaban con sutileza la finura de sus facciones; sus ojos, brillaban tan fuerte, y sus mejillas parecían dos pequeños algodones pintados de un rosa suave…

Esas manos que jugaban inquietas entre ellas…

Esos labios que apretaban con fuerza, como si temieran obtener una respuesta que no desean escuchar…

Ella se veía sublime a mis ojos…

Frágil…

Delicada…

Sencillamente, hermosa…

Era esa ingenuidad, esa inexperiencia, esa torpeza, esa belleza natural; la que me nublaba los sentidos, era ella; sólo ella…

Me acerqué a unos centímetros de su rostro; y su mirada se posó en la mía, la luz que emanaba de esas perlas azules, me cautivaron con tanta fuerza; que fue imposible resistirme a la tentación…

Posé mis manos en sus mejillas, y sin pensarlo, fui por sus labios…

El roce fue casi imperceptible…

Quería saborear con sumo detenimiento la esencia de esa boca tan atractiva para mí; le daba pequeños besos, una y otra vez, hasta que, la temperatura de mi cuerpo fue en aumento, era mi esencia la que comenzaba a reclamar un tanto más de fogosidad…

Entonces, mordí su labio inferior y escuché la manera en la que Richelle se estremeció…

Sus manos apretaban mis brazos, y yo, dirigí las mías hasta los muslos de sus piernas; dejaba caricias circulares en esa zona; la levanté con fuerza y en un instante de descontrol, la pegué contra la pared…

Sus piernas se sostenían de mis caderas, y sus manos reposaban en mi cuello; hacía rato que nuestras lenguas luchaban con ímpetu; y por más que lo intento, no dejé que dominara…

Inicié un recorrido por su fino cuello, caricias pequeñas, incitándola, provocándola, amándola…

Mi lengua se acercó a su oído, y generando un espasmo en todo su cuerpo, le susurre:

– ¿Crees que no te deseo?

– Andy…

– No pierdas de vista que, por más caballeroso que sea contigo; soy un hombre, y la sangre también me arde de lujuria, Linda.

Regresé hasta su boca, y deje un beso suave en sus labios; la bajé, y tras sonreírle, salí de la habitación; dejándola completamente aturdida; ese era su castigo por inducirme de esa manera…

Llegué a la primera planta, vi a Kong algo intranquilo, y me senté en frente de él…

– ¿Todo bien?

– Ummm.

– Lo siento, si no quieres mencionarlo, no hay problema.

– Karl me está buscando.

– ¿Cómo?

– Anoche vinieron algunos de sus súbditos; tocaron por horas las puertas, y si no fuera por el sistema de seguridad que tiene mi puerta; nos habrían encontrado.

– Mierda.

– Exacto.

– ¿Eso es lo que te preocupa?

– La verdad no, si Karl se entera, créeme que es el menor de mis problemas.

– ¿Entonces?

– Mi hija…

De inmediato, me ubique en los acontecimientos, y recordé la amenaza que Tom le había hecho a Kong…

– Oye, sé que mi palabra no vale nada para ti, pero, estoy seguro que Tom no le haría algo así a tu hija.

– Quisiera creerte, pero, con el debido respeto; tu no conoces su despotismo, en cambio, yo si he sido testigo de muchas de las atrocidades que hizo.

– Comprendo.

– ¿Puedo preguntarte algo?

– Sí, claro.

– ¿Cómo es Tom en Frankfurt?

– Humano.

– ¿Humano? ¿En serio?

– Bueno, cuando recién llego de Stuttgart; si parecía un cadáver, un muerto en vida; pero, con el tiempo se recuperó, y al menos, ya no se comportaba como un animal.

– ¿Era feliz?

– Se podría decir que si, aunque, la llegada de Bill fue lo que lleno su vida de alegría.

– ¿Tanto así?

– Oh, sí; Tom adora a ese chico.

– Ya veo.

Algo similar a una sonrisa cargada de nostalgia, se instauro en el rostro de Kong, parecía haber recordado algo que le provocaba esa sensación…

– ¿Pasa algo?

– Es sólo que…

– ¿Si?

– Él me lo dijo una vez.

– ¿Qué cosa?

– Mi relación con él no era muy buena, y menos después de haberlo traicionado; pero, de vez en cuando, tomábamos algunas cervezas y él en ocasiones, hablaba de su vida en Frankfurt…

– ¿Lo hacía?

– Sí, me mencionó que tenía tres amigos, que uno era un creído, el otro un imbécil, y el ultimo parecía su segunda mamá.

– Emmm…

– Jajaja, ya sé que eres el último de ellos; lo regañas como si se tratara de tu hijo.

– En mi defensa, sólo me queda por decir que, él es tan estúpido que tengo que contenerlo para que no cometa locuras.

– ¿Y acaso venir aquí no clasifica como locura?

– Cuando no puedo retenerle, me uno a él.

– Entiendo, de hecho, él también mencionó algo de eso…

– ¿Dijo más?

– Él creía con mucha firmeza que, si algún día volvía con su familia y amigos; no tendría motivos para preocuparse, porque sabía que ninguno de ustedes, descansaría hasta regresarle algo de la humanidad que había perdido aquí.

– ¿Tú lo sabias?

– ¿Qué iba a escapar? Si, desde un inicio.

– Ya veo.

– ¿Te preguntas por qué no lo aventé?

– Bueno, sí.

– ¿No es obvio? ¿Cómo puede un simple subordinado oponerse a un Rey? Veras, mi relación con Karl era diplomática, pero, yo jamás le reconocí como mi Líder; no obstante, cuando conocí a Tom y me di cuenta de sus capacidades; no dude un segundo, en darle mi lealtad.

– Entonces, ¿Por qué le robaste?

– Bueno, resulta que mi madre estaba al borde de la muerte y debía obtener mucho dinero en poco tiempo para pagar su tratamiento y alargar su vida…

– Comprendo.

– Fue una jugada estúpida; pero, aun cuando Tom me amonestó; tiempo después de que él se fuera, me di cuenta de que las cuentas del Hospital habían sido canceladas, y cuando pregunté quien lo había hecho; la enfermera sólo pudo decirme que, no sabía su nombre, sin embargo, el sujeto llevaba rastas en su cabello.

Como siempre, haciendo las de Héroe…

– Oh…

– Por eso, desde que me contacto y dijo lo que tenía en mente; sabía que lo haría, pues él, es la única persona capaz de llegar e irse de esta ciudad, sin complicaciones mayores…

– ¿Lo aprecias?

– Creo que es más una cuestión de respeto.

– Claro.

– Una cosa más…

– ¿Si?

– Tom también me dijo que, su mejor amigo, era quizás, la persona a la que más respeto le tenía.

– ¿Cómo?

– Dijo que él era capaz de dar la vida por ti, sin pensarlo dos veces; pues tú, le habías enseñado lo que significaba la «Hermandad»; incluso menciono que, estaba seguro de que tú no lo juzgarías, que por el contrario, estarías dispuesto a cargar con sus pecados; al final, sólo soltó una última confesión:

¿Cómo no entregarse en cuerpo y alma; a una persona tan singular como él?

Kong salió de la sala, y me dejo allí…

Con el corazón en un hilo…

¿Eso era lo que él pensaba de mí?

¿Eran esos sus verdaderos sentimientos?

Quería aprovecharme de esa confesión, para molestarlo por semejante «Cursilería»; pero la verdad era que, esas palabras me habían conmovido demasiado como para bromear al respecto…

Aunque era un rastafari inmundo; él, sin lugar a duda, lograba inspirar cariño a mi alma…

¡Yo, también daría la vida, Tom!

Me percaté de que Bill bajaba las escaleras, en compañía de Richelle; ambos conversaban con fluidez, y se unieron a mí, en una charla trivial.

Los eventos que acontecieron días después, convirtieron a Stuttgart en una ciudad fantasma…

No se veían personas, era casi que imposible escuchar algún ruido…

Tan calmado…

Como si la expiación hubiese tomado lugar…

A finales del día 13, Richelle mencionó que iría a visitar a Black; me ofrecí a acompañarla, pero, me dijo que era mejor que me quedara con Bill; ella llego sólo hasta la madrugada del día 14; cuando la vi entrar por aquella puerta, me di cuenta de que algo no andaba bien…

Sus lágrimas caían con descontrol de sus ojos…

¿Qué habrá sucedido?

Al verme, corrió hasta mí y me abrazo con mucha fuerza…

Correspondí el gesto, y empecé a acariciar sus cabellos; quería que se tranquilizara, pero, ella seguía desconsolada…

Lleve mis manos a su rostro, y quite el rastro de su llanto; la mire y le dije:

– ¿Qué sucedió?

– Karl, lo sabe.

¡Joder!

Ahora sí que estábamos fritos…

No, esperen, ¿Desde cuándo lo sabe?

¿Por qué no hizo nada al respecto?

– ¿Cómo?

– Él me lo dijo, lo supo desde el día en que casi te avientas por ese puente.

– ¿Tanto?

– Si.

– ¿Por qué no hizo nada?

– Dijo que no era nadie para hacerlo.

– ¿En serio?

– Él…se…ha…despedido…

– Oh…

Ya comprendía de donde provenían esas lágrimas…

Tenía que darle el mérito…

Se requiere de una enorme valentía para decirle adiós a alguien a quien aprecias; con la certeza de que morirás…

O sea que, ¿Él estaba resignado?

– Yo me siento mal, yo no…

– ¿Le pediste perdón?

– Lo hice, pero…

– ¿Te disculpo?

– Dijo que no tenía nada que perdonarme…

¡Increíble!

Al parecer, la quería más de lo que me imaginaba…

Me parecía que su conducta era digna de admiración…

Caminar hacia un campo de batalla del cual no saldrás victorioso, es de temerarios…

Sin embargo, sabía que Tom no iba a contenerse…

Él vino a acabar con todo, sin dejar cabos sueltos, y eso era justo lo que haría…

Tras lograr consolar a Richelle; Kong se despidió de nosotros y partió desde el comienzo de la mañana, mientras tanto, nosotros tres resguardábamos en casa; sabíamos que la acción iniciaría al finalizar la tarde…

Por ende, tratamos de descansar, conservando energías, por si algo se salía de control y tendríamos que extralimitarnos…

La puesta de sol tomó lugar, y el escenario parecía adaptarse al evento que iba a desencadenarse horas después…

La noche arribo, y llego acompañada de explosiones sucesivas que generaban ruidos estruendosos por todo el lugar; mire a Bill y a Richelle, para decirles:

– ¿Listos?

– Si.

– Claro.

– Entonces, en marcha.

Abrí la puerta, y justo cuando estábamos por cruzar; un olor pútrido llego hasta nuestras fosas nasales; cerré de inmediato y contuve la respiración por un tiempo…

Sentí como mi garganta comenzaba a arder…

¡Maldición!

Tenía que tratarse de alguna clase de químico; la cuestión era: ¿Qué tipo de sustancia?

Si nos exponíamos a alguna clase de radiación, no viviríamos para contarlo…

¿Cómo demonios íbamos a salir de allí?

Entonces, la puerta sonó y al abrirla; vi a dos hombres, con trajes de protección que llevaban mascaras de aire…

Ellos cerraron la puerta, descargaron lo que parecían ser otros atuendos para nosotros, nos hicieron señas para que no los colocáramos; dudábamos de seguir sus órdenes…

No obstante, parecían tener prisa; el tiempo se estaba agotando.

Calzamos los trajes de acuerdo a sus recomendaciones; y cuando estábamos listos, uno de ellos dijo:

– ¡Salgamos de esta puta ciudad!

&

Cuando vi como su cuerpo se alineo a la perfección con el borde de aquella línea que ocultaba la caída del acantilado; comprendí que Karl buscaba morir por su cuenta…

Quizás, no soportaba la idea de ser asesinado por una de mis artimañas; porque en efecto, la cuerda que residía en el suelo, era una prevención que yo había preparado en caso tal de que tuviera que lanzarme con él, hacia el precipicio…

Al estudiar los planos propiciados por Mick, me percaté de ese sector que nunca visite cuando tenía 15 años; por eso, al regresar, vine a inspeccionar y me di cuenta del acantilado que se encontraba del otro lado…

Entonces, supuse que si la pelea se desarrollaba de acuerdo a lo esperado; tal vez, él al verse acorralado, correría hasta aquí para decidirlo todo…

Al pronunciar esas palabras de arrepentimiento; percibí sinceridad en su ser, por más que me costara admitirlo; sentí que sus lamentaciones, lograron resarcir esa enorme herida que se abrió el día en el que Karl profano mi alma…

Observé su descenso…

Él se veía tranquilo…

Al menos, partiría en paz…

No obstante, cuando su cuerpo impactó con el duro concreto; vi, como 6 enormes sombras salieron de la oscuridad, y una a una, clavaron sus herramientas en él…

Había ordenado su salida…

Pero ellos, no sólo desobedecieron mi mandato; sino que deseaban estar seguros de la muerte de mi enemigo…

¡Su lealtad trascendía todo límite humano!

Al finalizar con su tarea, sólo hicieron una reverencia y se fueron de aquel lugar…

Por fin, después de casi un mes en medio de la zozobra, la desesperación, la frustración y el ingenio; había logrado darle fin a la pesadilla en Stuttgart; y dado que, no existían cabos sueltos, podría unirme a Bill de nuevo…

Una sonrisa se instauró en mi rostro al saber que en efecto, regresaría a sus brazos…

Había cumplido la promesa de no dejarle…

No tuve que recurrir a mi propio sacrificio para alcanzar el objetivo…

Vería a mi padre, a Sam, a Rick, otra vez…

Sin embargo; lo que inundaba mi corazón de una enorme euforia; era el reencuentro con mi pequeño; como extrañaba tenerlo cerca de mí, me hacía tanta falta…

¡Lo anhelaba con desenfreno!

No tenía asuntos pendientes…

Sólo, dirigirme hasta el puerto e ir directo a casa…

A estas alturas, Bill y los demás ya estarían cerca del Puerto; yo, debía apresurarme para alcanzarlos, sólo eso…

¿Verdad?

Unos metros de distancia y estaría con ellos, ¿Cierto?

Gire, y emprendí mi camino, extasiado por la ansiedad de verles de nuevo…

Pero, ¿Cuando un oponente se va victorioso?

Justo al final, había perdido de vista un detalle que no considere relevante…

Estaba a metros de ellos, pero, al parecer, no podría unirme…

Su imponente figura yacía frente a mí; aquella pistola que apuntaba a mi cabeza, no iba a fallar…

Él estaba más que dispuesto a arrebatarme la vida…

Te lo llevaste, tú, me lo quitaste…

Sin cartas bajo la manga…

Sin trucos que ejecutar…

Sin nada más por hacer…

Me resigné a lo que estaba por venir…

Fui testigo de cómo ellos pasaban cerca de mi encuentro con el destino…

Bill se quitó la máscara y su rostro estaba cundido por el pánico…

No quería que lo viera, pero, antes de decir cualquier cosa…

Sólo pude pronunciar:

Cumple con tu promesa, Andy.

El gatillo fue accionado, y con él…

Mi vida se desvaneció en un instante…

Estuve tan cerca…

Pero, sólo los que hemos conocido la oscuridad, sabemos que los finales felices, son algo que no se nos tiene permitido…

Pues tras nuestros pecados…

Sólo nos esperan…

Las puertas del Infierno.

Continúa…

Gracias por la visita.

Publico y rescato para el fandom TH

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *