«Reverse III» Fic de Alter Saber
Capítulo 77: Deseo
«Cuando los anhelos ocultos del corazón resplandecen, la lujuria se hace presente»
Me encontraba tranquilo…
Algo en mi interior, había logrado calmarse con ímpetu…
No escuchaba voces que torturaran mi cabeza, y mi instinto estaba, aparentemente, dormido…
Estire mi mano hacia el frente, y entre en contacto con la delicadeza de su piel…
Abrí mis ojos, encontrándome con la plenitud de mi existencia…
Bill, estaba tan calmado…
Su respiración era pausada, y su rostro no reflejaba signos de preocupación; sus manos acobijando su pecho y sus piernas ligeramente dobladas; lo hacían ver como un vulnerable niño que requiere de atención…
Me acerque con lentitud para no despertarlo; hice que mis brazos lo atrajeran hasta mi torso, y empecé a acariciar sus suaves cabellos, impregnándome de un aroma tan particular…
Su esencia variaba entre flores silvestres y el oleaje del mar…
Una frescura tan embriagante que me parecía imposible apartarme de él; de pronto, sentí que sus movimientos empezaron a tornarse un tanto bruscos; su nariz se arrugo un poco, y su rostro se contrajo en un gesto de terror…
¿Iba a tener una pesadilla?
Sin aviso alguno, Bill abrió los ojos y salto de la cama, golpeándose contra el suelo…
Su reacción fue tan repentina que no me dio tiempo para sostenerlo…
– Auch.
– ¿Estás bien?
– ¿Tom?
– Emmm, si, ¿Esperabas a alguien más?
Mi pequeño, se subió de nuevo a la cama, y escondido entre las sabanas de mi habitación, se acercó a mi pecho, buscando refugio y protección; lo acobije entre mis brazos y sentí como su corazón palpitaba con fuerza…
– ¿Qué sucede?
– Tuve un sueño espantoso.
– ¿Quieres hablar de ello?
– Mi mente, no deja de repetirme una y otra vez, lo sucedido esa noche…
– ¿Esa noche?
– El disparo…
Oh…
De eso se trataba…
La imagen de mi «muerte» lo atormentaba aun…
– Hey, estoy bien, aquí, junto a ti.
– Lo sé, pero, no puedo quitarme eso de la cabeza…
– Yo puedo hacer que lo olvides.
– Tom, son las 8:00 am, no empieces.
– Pero, ¿Qué dije?
– Ahora no me salgas con el cuento que no insinuaste nada referente al sexo.
– Que tu tengas una mente depravada que todo lo maquina en sexo, es diferente.
– ¿Disculpa?
Aquí venia…
El drama del año…
– Tú eres quien anda con los sentidos alborotados a toda hora, maldita bestia desalmada.
– ¿Y quién le sigue la corriente a esta «Bestia desalmada»?
– Porque me toca.
– ¿Te toca? Jajajajajajaja, Bill, en serio, deja tanto orgullo estúpido y reconócelo, a ti te encanta cuando estás conmigo.
– Jum.
– Ok, ok, respóndeme una cosa.
– ¿Qué?
– Ayer en la tarde, cuando lo hicimos, ¿Yo te pedí que movieras tus caderas hacia mí? No lo malinterpretes, fue espectacular que lo hicieras, pero, no te lo impuse, ¿Entonces? ¿Cómo explicas eso?
Los colores inundaron su rostro por completo…
Sus ojos brillaban más que nunca, y desde mi perspectiva, él se veía condenadamente irresistible…
Me acerqué un momento, y lamí su torso desnudo, lento, sin prisa, procurando delinear hasta el espacio más diminuto…
Fui hasta su oreja, y mordí con un poco de fuerza, mientras le decía:
– ¿No respondes? Te veías muy seguro de tu afirmación hace unos minutos… ¿Qué pasa? ¿Estabas tan concentrado en el placer que te propinaba que no te diste cuenta de eso?
El mantenía la cabeza agachada, entonces, me coloque encima de él, agarrando sus muñecas e impidiendo que se moviera…
– La manera en la que te penetraste a ti mismo, me puso jodidamente mal… ¿Tanto así me extrañabas? ¿Me deseabas? ¿Querías estar conmigo? Dime, Bill, ¿Pensabas en mí?
– ¿Y tú?
– Yo pregunte primero.
– No voy a responder hasta que tú lo hagas.
Me daba la ligera impresión de que, las tornas habían cambiado considerablemente…
Antes de Stuttgart; Bill no tenía ningún problema en expresar abiertamente sus sentimientos, a veces, trataba de hacerse el digno, pero, terminaba cediendo; pero, a la vuelta de esa ciudad, él parecía cohibirse de algo…
Como si hubiese formado una fortaleza enorme para impedir el acceso de alguien…
¿Por qué había levantado ese muro?
Me quite de encima, baje de la cama, y fui hasta el baño; entre a la ducha, abrí la llave y deje que el agua corriera por mi cuerpo…
Algo, en definitiva había cambiado…
Su sensibilidad estaba siendo entorpecida, quizás, por el terror que le supuso divagar en Stuttgart; como una defensa para impedir salir lastimado…
Lo último que quería era presionarlo, pero, sólo deseaba estar con él, por más ridículo que sonara, me hacia una falta enorme cuando no se encontraba a mi lado; necesitaba compartir cada espacio de mis días con él; al menos, hasta que la ansiedad de mi alma se calmara un poco…
¿Acaso no era consciente de lo mucho que tuve que contenerme para no tirar todo a la mierda e ir por él, colocando el riesgo la vida de todo el mundo?
De hecho, el día en que lo encontré en el Bar, sólo fui a cerciorarme de que se encontrara bien; porque, mi estrategia era evitar contacto con él, para poder concentrarme, pero, no pude controlarme del todo, y termine buscándolo…
Sin embargo, todos los días después de ese, fueron un calvario total…
Mi cuerpo suplicaba por un poco de su calor, requería de su atención, de su cariño, de su ternura, de su pureza…
Pero, mi mente me recordaba lo que estaba en juego; y sin lugar a duda, su vida era más trascendental que mi deseo de sentirlo, no sólo en cuerpo, sino en alma; unido a mí, como el ángel que era.
Una punzada llego a mi pecho, como una fuerte advertencia que deseche de inmediato, porque de ser real, perdería las ganas de continuar…
¿Y si él…?
No, no, no.
Eso no es posible…
No puede ser verdad.
Sentí que unas manos, considerablemente más delgadas que las mías, se postraron en mi espalda mojada, y un sinfín de besos, llegaron como un torrente que funcionaban como un tranquilizante a mi agitado corazón…
Sus brazos se extendieron para rodear mi pecho, y sus dedos comenzaron a delinear la prominencia de mis músculos…
Sus labios llegaron hasta mi cuello, dejando un rastro de seducción sobre él…
Me gire para quedar frente a él…
Hice que su espalda chocara contra la pared, y mis manos lo encerraron para que no fuera posible desviarse.
– ¿Pasa algo?
– No…
– Ummm.
– ¿Te molesté?
– ¿Por lo de ahora?
– Si.
– No, en absoluto, jamás podría incomodarme tu tacto, Bill.
– Oh…
– ¿Hay algo que te incomode de mí?
– ¿Qué? No, no, claro que no, Tom.
– ¿Entonces?
– ¿Ummm?
– ¿Por qué actúas tan raro?
– ¿Raro?
– Desde ayer estás extraño, lo puedo sentir, hay algo diferente.
– No, nada ha cambiado.
– ¿No?
– No.
– ¿Por qué estás a la defensiva? ¿Cómo si no quisieras expresarme lo que sientes?
– S-Siempre he sido así.
– Antes lo hacías jugando, pero ahora…
– ¿Ahora?
– Es como si fuera real.
Los ojos de Bill se abrieron en asombro por mi respuesta, pero quizás, era la desolada expresión de mi rostro, la que provoco esa sorpresa en su ser…
¡Me lastimaba!
Su indiferencia, dolía…
Se había entregado a mí, e incluso me reclamo como suyo, pero, él estaba distante…
Era imposible no darse cuenta de eso…
Salí de la ducha, enrolle una toalla en mi cintura, fui hasta el armario, tome algo de ropa y me cambie; a los minutos, Bill llevaba una bata y estaba de pie, observándome…
Lo menos que deseaba era discutir con él.
Deberíamos estar recuperando el tiempo que perdimos…
¿No se supone que eso era lo más relevante?
Me encamine hacia la puerta, llegue hasta la manija, cuando su cabeza apoyada en mi espalda, lo impidió…
– ¿Bill?
– Lo siento.
– ¿Por qué?
– Por hacerte pensar eso.
– Mira, yo no deseo pelear, dejemos así.
– No, por favor, escúchame ¿Si?
– Si.
– Mi tiempo lejos de ti, fue sin duda, el peor de toda mi existencia…Sabia que tú me habías prometido nunca alejarte de mi lado, pero, el panorama de Stuttgart era tan desalentador, que sin querer; algo en mi tomó forma.
Como si tratara de protegerme…
Empecé a construir una barrera que me sirviera de apoyo en caso de que tú…
– ¿Muriera?
– S-Si…
– ¿Por eso te comportas así?
– Aun no lo asimilo del todo.
– ¿Cómo?
– No me parece real que te encuentres aquí…
Sentirte no fue suficiente…
Me pareces irreal…
Descubro tus besos y caricias, pero mi alma aun no lo entiende…
Tengo miedo, Tom. Aún sigo asustado, la idea de no tenerte calcino por completo mi ser, no quise resignarme, pero, los eventos que presencie me llevaron a pensar que tú en verdad, te habías marchado…
Me da pánico, despertar y darme cuenta de que todo fue un sueño, que tú no regresaste y que todo fue producto de mi imaginación…
Lo lamento tanto, pero, es porque te amo así, que me resulta insoportable…
Las lágrimas acompañaban el susurro de sus palabras…
Sus manos tapaban su rostro y él, volvía a verse indefenso…
Tome aire, abrazándolo, dije:
– Tú miedo, no se compara al mío…
Deje mi vida, mis principios, mis promesas, todo, lo tire al suelo, para revivir la única posibilidad que tenía para sacarte de Stuttgart.
Vendí mi alma, me abandone a mi instinto, hice cosas terribles porque no deseaba perderte…
Y te entiendo, en serio, lo comprendo, pero, ¿No te das cuenta que tu distanciamiento me quema?
Me lastima, Bill.
Me hace pensar que ya no me am…
Y antes de que terminara, sus labios ya habían sellado los míos…
¡Qué manera tan sutil de callarme!
Sus manos sostenían mi rostro, y ese beso, era quizás, el más apasionante que Bill me había dado…
Me estaba dominando con mucha fuerza…
No me opuse, sólo por esta vez, no lo hice…
Lleve mis manos hasta sus caderas, haciendo que su cuerpo se pegara por completo al mío…
Así, era así que deseaba tenerlo…
Entregado a mí, sólo a mí…
Sus ojos atravesaron mi mirada, y con una resolución pocas veces vista en él, dijo:
– Te amo.
Ahí estaba de nuevo mi corazón saltando de un lado a otro por dos simples palabras…
¡Seguía siendo un pequeño muy juguetón!
Provocándome la felicidad con tan sólo dos palabras…
Me tenía…
Él…
Era suyo, sólo suyo.
– Ummm.
– ¿Eso es todo lo que dirás?
– Ummm.
– Tom…
– Ummm.
– ¡TOM!
– Jajaja, ya, ya, tranquilízate, sólo procesaba la información.
– Te cargas todos los momentos, ¡Todos!
Se soltó de mi agarre, encaminándose a la puerta y antes de que colocara un pie afuera; pegue mi pecho a su espalda…
Dejando que mi lengua sedujera su ser…
Susurrando…
– No tanto, como yo a ti.
Bill se giró de inmediato, algo en su mirada no me transmitía confianza, y cuando su pierna impacto por…ya perdí la cuenta de las veces que me ha golpeado en mis partes nobles; salió de la habitación, sin antes decir:
– Sigues siendo un idiota.
¡Dios!
Un día de estos, me iba a romper la herramienta…
Debería cuidarla más, sabiendo que es objeto de su placer…
Trate de recuperar el aliento, luego de esa certera patada; me levante con cierto dolor en mi entrepierna, baje las escaleras, y entre al comedor…
Mamá se encontraba en la mesa, jugando con ¿Palos?
¡DIOS!
Está mujer sí que es una caja de sorpresas…
Cuando me vio, empezó a llamarme de inmediato:
– Cielo, Cielo, ven, ven.
Fui hasta ella, y le di un ligero beso en sus cabellos, me senté a su lado y la abordé:
– ¿Qué haces?
– ¿No es obvio? ¡Un castillo!
– ¿Con palitos? ¿De dónde los has sacado?
– Le dije a Jörg que me trajera.
– ¿Es en serio?
– Si.
– Increíble.
– ¿Verdad? Me está quedando genial.
– Me refería a mi padre.
– Ah, eso, él no puede negarse a una petición mía.
– Te consiente demasiado…
– Porque me ama.
Simone era tan espontanea…
No reprimía nada, sólo soltaba la verdad sin pensar en los efectos que causara…
Era asombrosa.
Simplemente, una madre sin igual.
¿Quién estaría tan loca como para andar jugando con palitos a estas alturas de la vida?
– ¡Listo! ¿Qué te parece?
– Quedo genial, Simone.
– Espera un segundo.
– ¿Qué?
– ¿Por qué me llamas por mi nombre?
– Ammm, bueno, así te llamas ¿No?
– Pero, tú me dices mamá, no Simone.
– ¿Te molesta?
– A Bill no pude quitarle esa manía de llamarme por mi nombre, pero, no quiero que lo hagas tú también.
– Está bien, no lo haré.
– ¿Lo prometes?
– Claro que sí, mamá.
– Ok, ahora, tómame una foto con mi hermoso castillo.
– Jajaja, ya va.
Se levantó de la silla, y se acomodó al lado de su mini-maqueta…
Su cabello caía por sus hombros como un suave y sutil susurro del viento…
Sus ojos azules capturaban los colores de la naturaleza
Y su sonrisa inundaba mi vida de felicidad…
Me acerque a ella, y tome la foto.
Al verla, me fije del enorme parecido que tenía con ella, en efecto, mis rasgos eran más notorios que los de Bill…
– ¡Muéstrame!
– Ahí la tienes.
– Quede hermosa.
– ¿Y yo qué?
– Ah, sí, tú, te ves…bien.
– Oye, eso es cruel.
– Jajajaja, te ves perfecto, mi cielo.
– Eso está mejor.
Simone me dio un beso en la mejilla, y me abrazo con fuerza; yo correspondí su gesto y empecé a consentirla…
Cualquiera diría que parecíamos enamorados, pero, ambos deseábamos recuperar esos 19 años de separación…
Anhelaba demostrarle todo el tiempo, la falta que me había hecho, lo mucho que quería escucharla, y saber de ella…
Porque al enterarme de que Clarise no era mi verdadera madre; sentí como la ansiedad se instauraba en mi corazón; ese deseo ferviente de conocer a la mujer que me trajo a la vida.
Fuimos hasta la sala, y nos sentamos a charlar un rato…
En medio de aquella conversación, mamá revelo un detalle que yo desconocía por completo:
– Tom.
– Dime.
– ¿Recuerdas que a tus 6 años, tu padre te pasó a una tía para que hablaras con ella?
– Si, él me dijo que…
Me quede observándola por un momento…
Su sonrisa se había convertido en una expresión de entera nostalgia…
¿Acaso…?
– ¿Grabaste sus palabras?
– Mamá…
– Oh, no, no, no llores.
¿Había escuchado a mi madre desde los 6 años?
Con razón su voz me pareció tan tranquila…
Sus palabras cobraron sentido para mí…
Me abrace a ella con más fuerza…
– No te lo dije para que lloraras, es sólo que, quería que supieras que siempre estuve pendiente de ti, sé cada detalle de tu vida, incluso cuando enfermaste, o al ganar tus competencias en deporte y matemáticas, yo, sabía todo de ti.
Ella…
Por mi…
Sus manos apartaron las lágrimas de mi rostro…
Y sus labios no dejaban de besar mi frente…
Como si deseara protegerme…
– ¡Dios! Tú me has convertido en un llorón.
– No es eso, tú eres muy sensible.
– No lo soy.
– Lo eres.
– Contigo.
– ¿Sólo conmigo?
– Bill…
– Jajajajaja, Por cierto, hay algo que deseo preguntarte.
– Que no sea otra de tus «Curiosidades», Por favor.
– Eres un aburrido.
– Me siento incomodo, diciéndote algo al respecto.
– ¿Quién domina?
– ¿Disculpa?
– Si, ¿Cuál de los dos es el activo?
– ¡Mamá!
– Así que eres tú, Jajajaja, ¡Pobre Bill!
– ¡Oye! Yo soy muy delicado con él.
– Eso no te lo crees ni tú.
– M-A-M-Á.
– Ya, me callo.
– Dios…
– ¿Cómo fue su primera vez?
– ¡Simone!
– Jajajaja, está bien, ya no diré nada más.
– Un día de estos vas a matarme.
– No seas exagerado.
– Oye.
– ¿Ummm?
– ¿Me amas?
– Emmm, más o menos.
– ¿CÓMO?
– Te amo, cielo, mucho.
– No sé si creerte.
– No te mate por haberte acostado con tu hermano, ¿No es suficiente?
– Buen punto.
– Gracias.
– ¿De qué tanto hablan ustedes dos?
Bill llego hasta la sala, vestido como el ángel precioso que era…
¡Se veía muy bien con esa ropa!
Me quede observándolo hasta que sus mejillas se sonrojaron, pero…
Olvidé al detector de peligro que se encontraba a mi lado…
– Bill, ¿Te pone nervioso que Tom te observe?
– Aquí vamos…
– O sea que, en efecto, Tom es el activo.
– ¡MUJER!
– ¿Señor?
– ¿Podrías ser más prudente?
– Podría, pero, no quiero.
– Jajajaja, Bill, no tenemos por qué ocultarlo.
– Tú no hables, animal.
– Oye, esa no es manera de tratar a la persona que amas.
– Tú no eres nadie para hablar.
– Jamás he tratado así a Jörg.
– ¿No?
– N-O.
– Entonces, ¿Qué es eso de ser un sucio perro arrastrado?
Simone se quedó estática en su sitio…
Volteo a verme y luego se dirigió a Bill…
– ¡Se lo merecía! Él no quería traerme mis palitos.
– ¿No se suponía que no podía negarse a tus peticiones?
– Él no quería.
– ¿Cuáles palitos?
– Mamá hizo un castillo.
– Simone, ¿Aun no dejas ese vicio de andar armando cosas con los palos?
– Me divierto así.
– ¿Cuántos años tienes?
– Lo olvide.
– 40, señorita, ¡TIENES 40!
– ¿Y qué con eso?
– Sería bueno que te comportaras como tal.
– Es muy aburrido, ¿Cierto, Tom?
– Es correcto, déjala en paz, Bill.
– Claro, tú la defiendes porque eres idéntico a ella.
– No soy infantil.
– Yo tampoco.
– Ambos lo son.
Simone y yo soltamos a reír, mientras Bill se ponía en su pose de indignación total…
Entonces, quise ser un poco travieso…
– ¿Bill?
– ¿Qué quieres?
– ¿Por qué eres tan agresivo?
– Porque eres un imbécil.
– Ya veo.
– ¿Algo más?
– Mamá es mía.
– ¿Perdón?
– Lo que escuchaste, ella es mía, no la compartiré contigo.
La abrace por completo, mientras ella se reía por la manera en la que Bill comenzaba a desesperarse…
– Es nuestra madre.
– Pues ya no, tú la tuviste mucho tiempo para ti.
– ¡Compórtate!
– Hablo en serio.
– Bien.
– La amo, más que tú.
En ese instante, Bill salió hecho una furia de la sala y yo, me preocupe; bueno, sólo un poco…
– Ahora todo tiene sentido.
– ¿Qué cosa?
– Bill en definitiva tiene el corazón de tu padre.
– ¿Ah, sí?
– Sí, porque si tuviera el mío, sería como tú, y no te soportaría, Jajaja.
– Quizás, tengas razón, iré por él.
– Reconciliación.
– Sí, sí.
– ¿Vas a someterlo?
– ¡MAMÁ!
– Jajaja, que te vaya bien en tu «Reconciliación»
– Si, si, tú sigue jugando con tus palitos.
– Ok.
Salí de la sala, y subí hasta su habitación…
Toque la puerta pero nadie me abrió…
– Bill, sé que estás ahí, ábreme.
– Muérete.
– Pequeño.
– Lánzate de la terraza.
– Amor.
– ¡PÚDRETE!
Ni modo.
De nuevo, arriesgare mi vida para pasar por el balcón hasta su ventana…
Los nervios se disiparon en cuanto vi el marco de la ventana; entre y él se encontraba acostado en la cama…
– ¡Tom!
– No grites, ni que fuera un acosador.
– ¿Por qué no te vas?
– Oye, no seas grosero, acabo de pasar el balcón.
– Yo no te lo pedí.
– Andas muy mal humorado.
– Por tu culpa.
– Bill sólo bromeaba.
– Lo que digas.
– Espero, no querrás decirme que… ¿Te pusiste celoso?
– ¿AH?
– Bill, es tu madre, no puedes sentir celos de eso.
– Eres un retrasado.
– Jajaja, Bill, ya deja de estar así.
– Déjame solo.
– No.
– Entonces, no me hables.
Me subí a la cama, y pegue mi cuerpo a su espalda, colocando mi brazo sobre su cintura, acercando mi rostro a su cuello, inhalando su aroma tan embriagante…
– Bill.
– ¿Qué?
– Mírame.
– No.
– Ven.
– No.
Use la fuerza para que su cuerpo girara y quedar frente a él…
– ¿Qué pasa?
– Nada.
– ¿Entonces?
– ¿No puedo tener un espacio para mí o qué?
¡Auch!
Eso había dolido…
Cerré los ojos, me senté en la cama, y me coloque en pie.
– Bien, sólo, disculpa por entrometerme.
– Tom…
Su mano llego hasta mí, por segunda vez en el día…
¿Qué era lo que le estaba pasando?
¿Por qué parecía tan preocupado?
¿Qué le angustiaba?
– Bill, estoy comenzando a encabronarme, andas muy raro, y no me dices la verdadera razón.
– Yo…
– Si no me lo dices, ¿Cómo carajos voy a saberlo?
– Si, si, perdón.
– ¿Vas a contarme?
– Sólo si prometes no burlarte.
– ¿Por qué haría eso?
– No lo sé…
Me senté en la cama, y el hizo lo mismo…
– Te escucho.
– Tú…
– ¿Si?
– Eres increíble, Tom.
– ¿Ah?
– Me refiero a que…tú hiciste todo eso, apostando cuanto tenías, protegiendo la vida de tus seres amados, con tanta destreza, siendo reconocido por todos, y yo…sólo causando problemas, siendo defendido…
¡No me jodas!
¿De eso se trataba?
– No me digas que te sientes «Inferior»
– No es sólo eso.
– ¿Entonces?
– No me siento suficiente.
– ¿Perdón?
– No creo ser…
¡Boom!
Mi paciencia llego al puto límite.
– ¿Te estas escuchando? ¿Sabes lo imbécil que te oyes al decir un disparate como ese? ¿Qué no me mereces? Dime algo, ¿Has asesinado a alguien, Bill? ¿Has torturado? ¿Has sometido? ¿Has humillado o pisoteado el orgullo de alguien? ¿Has abusado del poder? ¿Has lastimado? ¿Has degradado? ¿Has abandonado tu humanidad?
– N-No…
– Pues yo sí, he hecho más que eso, si alguien que no es digno de ti, soy yo, quien no te merece, quien no debería, quien no tiene derecho, quien se aprovecha, quien se cuestiona, quien se siente inferior, ¡Soy yo!
¿Cómo podía sentirse así?
Él era puro, demasiado inocente para mí, y aun así, me amaba, a alguien como yo.
No le merecía, pero, era incapaz de dejarle ir.
– Tom.
– Nada Bill, me has sacado de casillas con tus estupideces.
– No son estupideces, sólo que…
– Nada, no lo discutiré más.
– Quédate.
– ¿No querías tu espacio?
– Tom, por favor.
Volví a sentarme, sintiéndome como la basura más grande del Planeta; sus cuestionamientos me hacían consciente de su ingenuidad, y golpeaban con fuerza mi orgullo…
Él me descolocaba como se le daba la gana.
– Tom…
– ¿Ahora qué?
– ¿De verdad piensas que no eres suficiente?
– ¿No fui claro?
– Pero, sí eres más de lo que podría pedir.
Gire mi rostro y me encontré con sus ojos…
¡Maldita fuera esa capacidad de hacerme rendir con sólo verme!
Bill se levantó, y se arrodillo frente a mí…
Se acercó tanto, que sentí como sus brazos rodeaban mi torso y su cabeza estaba sobre mi pecho…
¿No lo dije? ¡Jugaba conmigo! Me hace enfurecer, me desarma, y luego, me provoca y termina convenciéndome…
¿Y decía que era él quien estaba condenado a mí?
¡Ja! Que mentira más grande.
– Tom, te amo, ¿Lo sabes?
– Si.
– Di que me amas.
– Ummm.
– Por favor…
– Lo hago.
– No, no, debes decírmelo, no responder…
– Dios…
– Te escucho.
– Te amo.
– Gracias, amor.
Sus labios llegaron a mi boca antes de poder reclamarle algo…
Estaba ansioso…
Sentí como sus manos desabrochaban mi jean…
¡Oh, oh, oh!
Alguien andaba desatado…
Su mano tomo mi miembro y comenzó a moverse sobre él, con mucha lentitud…
Las descargas de placer comenzaban a llegar, y se intensificaron cuando su lengua entro en contacto con la punta de mi virilidad…
Bill succionaba con tanta fuerza, que pensé seriamente en que no resistiría mucho…
Era demasiado éxtasis como para evitarlo…
Su boca acaparo toda mi erección, y sus movimientos eran tan seductores que me resultaba imposible no gemir en respuesta.
– Ahhh, ¡Dios! Me estás comiendo con muchas ganas, Bill.
Alcanzo a morder parte de mi miembro, y grite en respuesta.
¿Qué carajos estaba pasando por la cabeza de Bill?
Iba a enloquecerme…
Él seguía en su labor, y yo necesitaba más que eso…
Retire su boca de mi miembro, baje sus pantalones junto a sus boxers e hice que se colocara encima de mi…
– Vas a moverte para mí.
– Tom…
– No puedes escapar.
La primera embestida fue brutal…
Su interior me apretó con mucha fuerza, y su calidez incendiaba todo mi ser…
Las caderas de Bill empezaron a coger ritmo, y yo sentía la sensación tan exquisita de tenerlo encima de mí, montándome con tanto descaro…
Azote su trasero, y él sólo gemía con más fuerza…
– Dime que te gusta.
– Ahhh…
– Di que te encanta sentirme, Bill…
– No…
– Dilo.
– M-me gusta…
– ¿Qué más?
– Te quiero más profundo.
Me quede observándolo con asombro…
¿Eso era una demanda?
– Bill, Bill, Bill, ¿Cuándo vas a entenderlo?
– ¿Tom?
– Luego te quejas de mi salvajismo, pero, tú eres quien me provoca. Ahora, ¡Te jodes!
Me levante, cargándolo en el proceso, lo baje e hice que sus manos se apoyaran al barandal de la cama…
– Si te sueltas de allí, por tan sólo un momento, voy a castigarte.
– Ohhh…
– ¿Entendido?
– Si…
Sus manos agarraban con fuerza el barandal de la cama, y yo, lo penetre de nuevo; las embestidas tenían un ritmo increíble, más veloz, más certero, más cerca de su punto de perdición…
– Tom, Tom…
– Agárrate bien, si te sueltas…
– Ahhh…
Tome entre mi mano sus cabellos y consiguiendo mayor estabilidad; lo penetre hasta el fondo, con mucha firmeza…
– ¡JODER!
Bill perdió el control de sí mismo…
Me gritaba que lo hiciera con más fuerza…
Estaba sumergido en el placer que yo tenía por ofrecerle…
Aumente las embestidas a niveles incalculables…
– Demonios, maldición.
– ¿Qué pasa? ¿No puedes pensar en nada? ¿Tan mal te pongo?
– Sí, sí, me pones muy mal, Tom.
Su sinceridad sólo conseguía excitarme aún más…
Sonreí satisfecho por su respuesta y lo pegue contra el barandal, para que quedara casi erguido sobre mí…
¡Esto iba a ser intenso!
Tome sus caderas para impedir que se moviera, y lo embestí con mucha rapidez; mordí su cuello, mientras lo escuchaba suplicar…
– Tom, ya, ya, por favor.
– Aún no.
– Por favor.
– Dije: No.
– Te lo suplico, no aguanto más…
– No es mi problema.
– Ahhh…
Hice que mi mano fuera hasta su miembro, y al ritmo de mi penetración, lo masturbe con tanta fuerza, que no aguantamos mucho más…
Los gritos inundaban su habitación…
Nuestras respiraciones agitadas…
El palpitar alocado de nuestros corazones…
Nuestro firmamento…
La pasión de los cuerpos…
Y en sí, la conexión de nuestras almas…
Tan mío…
Tan suyo…
Le amaba…
Con una locura palpable…
Nos recostamos sobre la cama, tratando de recuperar el aliento…
– Te pasaste…
– ¿Disculpa?
– Fuiste muy rudo.
– Tú lo pediste.
– Ummm.
– No te quejes, lo disfrutaste, además, llevaba mucho tiempo queriendo ser rudo contigo.
– Espera, espera…
– ¿Qué?
– ¿Acaso tienes más niveles?
– ¿Niveles? Jajajajajajaja, No me trates como una máquina.
– Pues eso pareces.
– No, nada de eso, tonto. Es sólo que, hay muchas formas de hacer el amor.
– Ummm…
– Sin embargo…
– ¿Qué?
– No es necesario probarlo todo.
– ¿No?
– No.
– ¿Por qué?
– Me basta con la intimidad que me ofrece tu cariño.
– ¿Tan poco?
– Para mí, lo es todo.
– ¿Me amas?
– Más que a mí mismo, más que a la vida, más que a cualquier cosa.
– No, yo, te amo así.
– Quizás, pero, no como yo a ti.
– ¿Y cómo me amas?
– Como si cada día fuera el último, como si fueras el café de las mañanas, el sonido del viento en invierno, y la calidez del verano, como si fueras la razón para respirar, yendo al cielo y al infierno, con tal de tenerte, ¡Así te amo, mi pequeño!
Continúa…
Gracias por la visita.