«Reverse III» Fic de Alter Saber
Capítulo 79: Nosotros
«He muerto todos los días esperándote,
Cariño no tengas miedo,
Te he amado por mil años,
Y te amaré por mil más»
– Christina Perri ( A Thousand Years)
.
A lo lejos, vislumbraba la figura de Simone y Tom disiparse, mientras Bill y yo partíamos al lugar predilecto…
Podía notar su nerviosismo, como si se sintiera cohibido, como si no supiese de que tema hablar; siempre pensando demás para no generar alguna clase de molestia, y era justamente ese detalle, el que necesitaba esparcir para lograr la plenitud que deseaba.
– ¿Nervioso?
– ¿Qué? No, no, Señor.
– Entonces, ¿Por qué no has pronunciado palabra alguna?
– Ammm, bueno, no sé de qué desees hablar…
– Puedes decirme lo que sea, Bill, soy tu padre.
– Sí, Señor.
El silencio reino de nuevo, y sus ojos divagaban de un lado a otro, tratando de encontrar las palabras correctas…
– ¿Acaso preferías ir con Marcel? Puedo llevarte hasta allá.
– ¡No! Es decir, no es eso, sólo, estoy algo ansioso.
– ¿Ansioso?
– Si.
– ¿Por qué?
– Es la primera vez que salimos solo los dos.
Oh…
Así que, ¿Se encontraba emocionado?
¡Vaya abismo!
Mientras Tom expresa abiertamente cuando algo le agrada, no le gusta, se angustia o tiene miedo; Bill, parecía guardarse sus perspectivas para sí mismo…
– Me alivia escuchar eso, creí que te sentías incómodo.
– No podría hacerlo, e-eres mi padre.
Las mejillas del pequeño a mi lado, tomaron un color rosa que lo hacían verse adorable, tan frágil y tierno…
Lleve una de mis manos hasta sus cabellos, y le di pequeñas caricias sobre su cabeza, esperando que tomara algo más de confianza, y nuestra relación diera un paso más al frente.
Sobra decir que, en el caso de Tom y Simone, las cosas son mucho más abiertas, ambos demuestran su amor como si fueran un par de enamorados; incluso, el día de ayer los encontré jugando a las «Escondidas»; y cuando pregunte de quien había sido la idea, no tarde en confirmar que en efecto, se trataba de mi prometida:
– Tom lo sugirió y yo le hice caso.
– ¿Qué yo hice qué cosa?
– Tom, no tienes por qué avergonzarte de eso, es bueno comportarse como un niño de vez en cuando.
– Mamá, no seas mentirosa, tú fuiste quien me insistió para que lo hiciéramos, incluso me chantajeaste con enojarte sino jugaba.
Los ojos de Simone se centraron en los míos, y su sonrisa traviesa me perturbo por un momento…
¡Increíble!
Los años lejos de ella, no habían logrado apagar ese espíritu tan libre que me había aprisionado desde el primer instante en que la vi…
– Simone, no puedes amenazar a Tom de esa forma.
– No lo amenace.
– Si lo hiciste.
– Bueno, quizás, lo hice, pero, yo quería jugar y Bill siempre me regaña cuando le pido esta clase de cosas, por eso, lo hice con Tom.
Inclino su rostro, mostrando una expresión de frustración…
¡Muy astuta!
Ese era un juego en el que ni Bill, ni yo caeríamos, pero Tom…
Vi cómo se levantó del asiento, fue hasta donde ella, y él la abrazo de inmediato:
– Puedes pedirme lo que quieras, haré todo lo que desees, mamá.
– Gracias, mi cielo.
Mientras estaba abrazada a Tom, saco su lengua, enseñándomela como si se tratara de una niña que acaba de lograr su cometido…
Era una manipuladora por excelencia, siempre consiguiendo lo que quiere con esa cara de inocencia…
– ¿No crees que Simone se aprovecha de Tom?
– Ni que lo digas, lo tiene en su completo dominio.
– Jajajajaja, ¿Por qué será tan infantil?
– Quizás porque fui yo quien hizo de adulto.
– No, no se trata de eso, desde que fui su novio; ella siempre se ha comportado de esa manera.
– Entonces, fue tu culpa, la consentiste demasiado.
– Bill, tu madre es cosa seria cuando se enoja.
– Buen punto.
– Temía por mi vida, por eso, trataba de no hacerla enojar.
– Jajaja, comprendo.
– Dime una cosa, hijo.
– ¿Si?
– ¿Te molesta su relación?
– ¿La de ellos?
– Si.
– No, claro que no.
– Bueno, lo digo porque son muy unidos.
– Tal vez, pero, no me incomoda. De hecho me agrada saber que, ella tiene alguien que le siga la corriente en sus locuras.
– Entiendo.
– Yo podría preguntar lo mismo…
– ¿De qué?
– ¿Acaso a Tom le incomoda que tú y yo estemos aquí, sin él?
– Claro que le incomoda, pero no por las razones que crees.
– ¿A no?
– Si está carbonizándose internamente, es porque yo estoy a solas con «Su Novio», le importa muy poco que sea su padre, él es demasiado posesivo.
– Son celos sin argumentos.
– Carentes de sentido.
– Estoy de acuerdo contigo.
– Y yo contigo.
Ambos nos miramos por un momento, y fue inevitable no romper a reír…
Ya que nuestras personalidades eran tan similares, resultaba fácil coincidir en detalles como estos; lo cual, me emocionaba de sobre manera; él saber que tenemos algo en común, me permite afianzar los lazos que nos unen.
El recorrido transcurrió en medio de anécdotas, y risas sobre las ocurrencias de Simone…
Sin pensarlo mucho, llegamos al sitio seleccionado…
Bajamos del auto, y empezamos a caminar hacia el sitio que deseaba mostrarle a Bill. Mientras nos dirigíamos hacia allá, pose mi brazo en el hombro de Bill, atrayéndolo un poco a mí; el cual, en un inicio se tensiono por mi acercamiento, pero, no tardo en colocar su brazo en mi espalda y corresponder mi gesto.
Al llegar, vi la manera en que los ojos de Bill se abrieron con emoción; sabía que su expresión seria esa, al igual que yo, mi pequeño disfrutaba de cosas sencillas como estas; escenarios donde la naturaleza se compaginaba tan bien, que lograba crear un paisaje sublime.
El lugar al que lo había llevado, era un manantial que se escondía tras una pequeña jungla de árboles; al adentrarse, se observaba una cascada que alimentaba un lago con un agua tan cristalina, que se podían apreciar los colores de las algas dispuestas bajo esa superficie.
Siempre que necesitaba reflexionar, o alejarme un poco del estrés del trabajo; venia aquí; escuchar como corría el agua, era suficiente para calmar mi torbellino personal…
Recuerdo que, en una ocasión traje a Tom, para que admirara la belleza del manantial; y en menos de nada, ya se había quitado la ropa, y se lanzó a jugar dentro del lago…
¡Era de esperarse!
De hecho, Simone haría exactamente lo mismo; pero con Bill, era diferente, él se sentó en la orilla del lago, tranquilo, apacible, observando todo a su alrededor, como si disfrutara del simple hecho de encontrarse allí…
Me senté a su lado y lo aborde:
– ¿Qué te parece?
– Es sencillamente hermoso, Papá.
– Me alegra que te guste.
– ¿Siempre vienes hasta aquí?
– No con tanta frecuencia, sólo cuando…
– ¿Necesitas un nuevo aire?
– Correcto.
– Y puedo entenderlo, si yo deseara escapar de la rutina, creo que no habría un lugar más acertado que este.
– Así me siento yo, Bill.
Sus ojos brillaron con entusiasmo, mientras su rostro asentía en respuesta; nos quedamos en silencio por un momento; contemplando la majestuosidad de esa creación divina que teníamos en frente.
De repente, Bill se giró hacia mí, y dijo:
– ¿Papá?
– Dime.
– Hay algunas cosas que quiero preguntarte.
– ¿Si? Bueno, te escucho.
– Espero que no te vayas a molestar.
– ¿Por qué lo haría?
– No lo sé.
– No lo haré, no te preocupes.
– ¿A ti te da vergüenza o te incomoda mi forma de vestir?
– ¿Cómo?
– Yo sé que es muy peculiar, incluso me maquillo; lo cual no es algo convencional para un hombre, por eso…
– Bill, escúchame con mucha atención.
– Sí, Señor.
– Podrías usar un vestido rosa y hacerte coletas en el cabello…
– No exageres.
– Jajaja, pero aun así, yo seguiría sintiéndome orgulloso, eres mi hijo, y tu estilo no es algo que defina mi opinión sobre ti.
– Entonces, ¿Qué lo hace?
– ¿Qué la define?
– Ajam.
– Tus principios, tus valores, tu personalidad.
– ¿Y qué piensas de eso?
– Que eres maravilloso, Bill.
Su mirada se convirtió en un sonido angelical tan conmovedor que cautivo mi corazón…
Es como si su alma hubiese sido liberada de un peso enorme…
– ¿En serio lo crees?
– Claro que sí, hijo.
– ¿Qué piensas de mi relación con Tom?
– ¿No he sido claro al respecto?
– Bueno, sé que nos apoyas, pero, ¿Estás de acuerdo con ello, lo apruebas?
– Bill, yo no soy nadie para mandar en sus sentimientos, ni mucho menos en impedir la forma tan particular en la que se dieron las cosas entre ustedes dos.
Me hace falta verlos por segundos, para darme cuenta del amor que se tienen; ¿Cómo atentar en contra de algo tan natural y puro como eso?
– ¿Eso crees?
– Eso creo.
– Gracias por decírmelo, ahora me siento más tranquilo.
– ¿Algo más que te preocupe?
– No, Señor.
– Ahora, ¿Puedo preguntar yo?
– Claro.
– ¿Por qué siento que te cohíbes conmigo?
– ¿Cohibir?
– Si, te noto algo distante, bueno, no te pido la cercanía de tu madre y Tom; solo que, me gustaría deshacer esa aparente pared que has construido entre los dos.
– Lo lamento, tienes razón, es sólo que…
– ¿Qué?
– Cuando era pequeño, espere por ti ¿Sabes? Mamá me repetía una y otra vez que tú nunca aparecerías, y que debía resignarme a esa idea; sin embargo, ella no me hablo mal de ti, ni siquiera sentía odio por su parte, entonces, me preguntaba: ¿Por qué nos abandonó?
Claro está que, a esa edad me hubiese sido imposible entender la situación tan delicada que los llevo a tomar una decisión tan difícil. Por eso, a mis seis años, me prometí a mí mismo que, no pensaría más en ti, y que me resignaría a tu regreso.
Quizás por eso, sientes ese muro entre nosotros; pues aun después de saber que eras mi padre y lo que te llevo a eso; muy en el fondo, continuo creyendo que no estas…
Podía sentir el sufrimiento de su ser…
Me sentía culpable por ello, pero, sabía que esta era una de las consecuencias por haber sacrificado todo, con tal de garantizar su existencia.
Trate de calmar mi sentido, solté un breve suspiro y le dije:
– Lo siento, Bill.
– ¿Papá?
– Lamento no haber estado para ti, discúlpame por no defenderte cuando lo necesitaste, siento tanto el no haberte guiado, consentido, y formado tu carácter; perdón por no darte todo cuanto te merecías de mí; aun sin la compañía de tu padre, te has convertido en un hombre responsable y con cualidades incalculables; creo que, no tengo el derecho de decírtelo, pero, quiero que lo tengas presente:
Te amo, siempre te he amado, y no dejare de hacerlo.
Puedes apartarte, irte de mi lado, juzgarme, guardarme rencor, y aun así, yo continuare sintiendo lo mismo por ti; eres mi pequeño, mi hijo menor, la tranquilidad de mi hogar.
Cuando levante mi mirada, me percate que desde hace rato, sus brazos ya rodeaban mi cuerpo, y sus lágrimas caían desconsoladas sobre mi pecho; me apretaba con mucha fuerza, como si hubiese sanado una herida enorme en su corazón…
– Shhh, calma, pequeño.
– Papá…
– Todo está bien, no llores.
– Papi…mi papá…
Estaba lamentándose como un pequeño lo haría…
Tenía en mis brazos, al niño de 6 años que prometió no pensar en mí; el mismo que se resignó a mi regreso; estaba reconsiderando su idea, y dándome vía libre para brindarle todo el amor que no tuvo durante 19 años.
Tras un rato de consentirlo, Bill se levantó y empezó a retirar el rastro de lágrimas en sus ojos…
– ¿Mejor?
– Si.
– ¿Regresamos?
– De acuerdo.
Nos encaminamos hasta el auto, subimos y a diferencia del recorrido inicial…
Bill no paraba de hablar…
Me contaba emocionado detalles sobre su infancia, incluso, algunas maldades que le había hecho a Simone, de las cuales, ella nunca se enteró; es como si deseara convertirme en su cómplice…
Mi corazón ardía de felicidad…
Había recuperado a mi otro hijo, y está vez, para siempre.
El resto del día, no la pasamos de un lugar a otro, comiendo cuanta cosa Bill deseara, recorriendo algunas tiendas, paseando en el parque; conociéndonos…
Llegamos a casa sobre las 6:00 pm…
Al entrar, nos dimos cuenta de que, Simone y Tom aun no llegaban; por eso, fuimos hasta el salón, y continuamos nuestras conversaciones triviales; cuando escuchamos la puerta abrirse…
Ellos venían tomados de las manos, y al vernos abrazados a nosotros; ambos saltaron de inmediato:
– Papá, ¿Por qué estás tan pegado a Bill?
– Bill, ¿Qué haces recostando tu cabeza en el hombro de Jörg?
Ambos soltamos a reír por esos celos tan carentes de fundamentos que tenían nuestras respectivas parejas…
¡Eran en definitiva, una copia del otro!
Simone llego y se sentó en mis piernas, abrazándome para que me alejara de Bill; y Tom cargo a Bill para que se sentara en sus piernas, tomándolo con fuerza por la cintura…
– ¡No sean infantiles!
– ¿Quién te dijo que podías andar así de meloso con otro hombre, ah?
– Es nuestro padre.
– No me interesa.
– Sí, estoy de acuerdo con Tom, tú sólo deberías pegarte a tu hermano, no a Jörg.
– Simone, es tu hijo.
– Pero, tú eres mío, ¡No te comparto con nadie!
Me pareció escuchar a alguien decir exactamente lo mismo…
¡Tal para cual!
Viéndonos así, tan unidos, me hacía pensar en que el sufrimiento vivido, no era más que un puente para la felicidad que nos inunda ahora…
&
El anuncio de compromiso de nuestros padres, fue algo que nos tomó por sorpresa a todos.
La verdad era que, me emocionaba saber que ellos habían tomado la decisión de unir en compromiso, sus vidas por segunda vez; reafirmando el amor que se tienen, pero…
¡Los preparativos eran un dolor de cabeza!
Trajes, flores, vajilla, música, arreglos, discursos, cenas de ensayo…
Todo era muy estresante, y eso que, yo no era quien andaba volteando con todos los detalles; la verdad era que, Marcel había llegado con su familia para ser la dama de honor de mi madre; ella y Bill, se encargaban de todo, y era ese pequeño y diminuto motivo, el que me tenía tan frustrado…
Llevábamos semanas sin hacerlo…
Él llegaba muy cansado a la casa, y yo trataba de ser comprensivo, pero, mi paciencia tiene un límite, ¿Cuánto más me va hacer esperar?
¿Acaso no le basto con todo el tiempo en el que tuvimos que restringirnos por su propia seguridad en Stuttgart?
La puerta de mi habitación sonó, fui hasta ella, y la abrí…
– ¿Mamá?
– ¿Estás ocupado?
– No, para nada, ¿Necesitas algo?
– ¿Puedo pedirte un favor?
– Claro.
– ¿Me acompañas a hacer la primera revisión de mi vestido?
– ¿Estás segura? No soy muy bueno con las opiniones de moda, y esas cosas.
– No, es que, ya lo seleccioné; solo quiero que me veas con él.
Sus ojos brillaban emocionados…
Su sonrisa me cautivaba con tanta fuerza…
– Está bien, ¿Cuándo nos vamos?
– Ya mismo.
– ¿Ya?
– Sí, tenemos que estar allí en unos 30 minutos.
– Ok.
Salimos de casa, subimos al auto y nos dirigimos hasta la Boutique que Simone había escogido para la confección de su vestido; en todo el camino, no paraba de hablar sobre todas las cosas que había escogido para su gran día…
– Las flores serán tulipanes blancos, es mi flor favorita.
– ¿Estás contenta?
– ¡Claro que sí! Cuando tu padre y yo nos casamos por primera vez, la ceremonia fue muy sencilla.
– ¿Y eso?
– Bueno, apenas comenzábamos, y no podíamos darnos esos lujos.
– Oh, entiendo.
– Pero, aun así, fue hermosa ¿Sabes? Estábamos los dos, no faltaba nada más.
– Eres muy tierna, mamá.
– Soy todo un encanto, ¿Verdad?
– Si, linda.
– Coqueto.
– Jajajajaja, sólo te consiento, no es más.
– Es ahí, Tom.
– Vale.
Estacioné el auto, bajamos, y nos encaminamos a la tienda estipulada…
Cuando ingresamos, vi a Marcel y a Bill, observando su reloj con desespero…
Parecían estresados…
– Hasta que por fin llegas, Simone.
– Lo siento, me tarde un poco.
– ¿Tom?
– El mismo.
– ¿Verás a mamá?
– Bueno, ella me lo pidió.
– Ok, no importa, ven conmigo.
– Ya regreso.
Bill se la llevo a una habitación, y la escuche dar un grito que me exalto por completo; empecé a caminar con rapidez, pero Marcel me detuvo:
– Tranquilo, sólo grito por la emoción de ver el vestido.
– ¿Segura?
– Si, si, no te preocupes, tu madre grita por todo.
– Vale.
– ¿Te sientes bien? Pareces incomodo…
– No estoy acostumbrado a estos lugares.
– Oh, ya veo.
– Me siento fuera de mi zona de confort.
– Jajaja, no te preocupes por eso.
– ¡Vengan!
A lo lejos, Bill nos hizo señas para que nos aproximáramos hasta la sala donde se encontraba Simone…
Marcel se adelantó, y cuando la vio, se quedó estática en su lugar; llevo sus manos hasta su rostro, llorando…
Me puse nervioso de inmediato…
Verla así, con un vestido de novia, en contraste con su hermosa piel y su rostro tan celestial…
Me detuve frente al salón…
Mis ojos no creían lo que estaban observando…
El vestido se ceñía por su cuerpo con mucha sutileza, pero, la falda en forma de «Princesa», la hacían verse como un ángel…
– ¿Qué te parece Tom?
No podía pronunciar palabra alguna…
Me costaba decirle que era la mujer más hermosa que había visto en toda mi vida…
Que mi padre era un hombre afortunado al tener a su lado, a un ser celestial como esposa…
Que mi corazón no paraba de retumbar en mi pecho…
Incline mi rostro por un momento, tratando de impedir lo inevitable…
Mis lágrimas descendieron con suma facilidad por mi rostro, acallando por completo los pensamientos de mi alma…
Y entonces, sentí como los brazos de mi pequeño llegaron hasta mí; reconfortándome…
– Shhh, calma, ¿Se ve hermosa, verdad?
– Si…
– Ve, dile lo que piensas, ella está esperando por tu aprobación, amor.
Sus manos tan delicadas, quitaron el rastro de mi felicidad…
Me encamine hasta ella, y tome una de sus manos…
Bese su dorso, y me aproxime a su rostro…
Deje un suave roce en su frente y susurre:
– No existen palabras que puedan definir cuan perfecta te ves en estos momentos, mamá.
– ¿Si te gustó?
– Podrías colocarte un costal, y aun así, te verías radiante.
– Jajajajajaja.
– Te amo, ¿Lo sabes?
– Sí, mi cielo.
– Por mí, no dejaba que nadie más te viera en ese vestido.
– ¿Cómo?
– No permitiré que nadie se te acerque en esa fiesta, eres mi mamá, de nadie más.
– Y de Bill.
– Ummm.
– Tom.
– Si, si, sólo te comparto con él, a veces…
– Jajaja, que sea un secreto.
– Nuestro secreto.
La deje allí para que se cambiara nuevamente, y sin aviso, mi móvil comenzó a sonar:
– ¿Si?
– Oye, yo sé que debes andar muy ocupado con las cosas de la Boda, y eso, pero, ¿PUEDO SABER POR QUE DEMONIOS NO HAS TENIDO LA DECENCIA DE LLAMARME?
– Andy.
– Tu abuela, ¿No te jode?
– Lo siento, se me ha pasado.
– ¿Disculpa?
– Lo olvide.
– ¿Te olvidaste que tienes un amigo que arriesgo su vida para ayudarte en tu macabro plan?
– Emmm.
– No dejas de ser un completo idiota, rastafari asqueroso.
– ¿Para qué me llamas?
– Ah, ahora resulta que, ¿Tampoco puedo llamarte?
– ¡Andreas!
– Está bien, dejaré mi dosis de drama para otro momento.
– Gracias.
– ¿Qué harás en la noche?
– Ummm, creo que nada.
– Iremos a «The Kinly» con Geo, Gus, Rick, Richelle y yo, ¿Te apuntas?
– Si.
– No te oyes muy feliz…quizás, ¿Será por qué no has podido someter a tu muñeco personal?
– Andy, en cuanto te vea voy a golpearte tan fuerte que no recordaras ni tu nombre.
– Cálmate, animal, tranquilízate ¿Si?
– Jum.
– Bill dijo que vendría.
– ¿Qué?
– Ya lo invite, y dijo que vendría contigo.
– ¿Eso dijo?
– Si.
¿Dios había escuchado mis suplicas?
¡Por fin tendríamos tiempo!
– ¿A qué horas?
– A las 8:00 pm, igual, sólo serán unas copas, porque mañana es la boda, todos debemos descansar.
– Ok.
– Nos vemos al rato, cuídate.
– Sí, mami, lo que digas.
– Seré yo quien te rompa la cara, sucio animal.
– Jajaja, como sea.
– Bye.
Me acerque a Bill, mientras esperábamos a Marcel y Simone…
– ¿Es cierto lo que dijo Andreas?
– Ah, sí, está noche no tenemos pendientes.
– Ummm.
– Te advierto que, sólo iremos a beber.
– Sí, eso haremos…en el bar.
– Tom.
– ¿Eres consciente de todo el tiempo que llevo sin tocarte?
– Nos besamos todos los días.
– ¡No es suficiente!
– Tú dijiste que la intimidad no era sólo sexo.
– ¡Bill!
– Ya, ya Jajaja, lo siento, pero, tendrás que esperar a que la Boda se acabe.
– ¿Estás de coña, no?
– No, hablo en serio.
– No puede ser, tú no puedes hacerme esto, me voy a morir.
– Deja de ser tan exagerado.
– Hablas como si no te hiciera falta.
– No me hace falta.
¿Qué?
¡JA!
Eso no se lo podía creer…
– No sirve que me mientas.
– No lo hago.
– ¿Bill? ¿Acaso ya no me amas?
– Jajajaja, no digas estupideces.
– Dios, odio que tengas que encargarte de todo.
– Si tú hubieses ayudado un poco, habría terminado antes.
– Sabes que no sirvo para estas cosas.
– Entonces, no te quejes.
– ¡Ah! Bien, dejemos así.
– Ok.
Simone salió de la habitación en compañía de Marcel…
Su mano tomó la mía, y salimos de aquella Tienda…
Los llevo de regreso a casa; mientras ellos, cuadraban los últimos detalles; yo subí a mi cuarto, y tome una ducha.
Al cambiarme, fui hasta el cuarto de Bill…
– Un segundo.
– Se nos hace tarde.
– Ya voy.
– ¿A dónde van?
– A un Bar con los chicos.
– Tom, no se vayan a emborrachar.
– No, mamá, tranquila, estaremos aquí, antes de la media noche.
– Confió en ti.
– Sí, no te preocupes.
Bill salió de la habitación y nos encaminamos hacia el auto, para llegar en el tiempo establecido.
Justo cuando salimos de la propiedad, e iniciábamos el recorrido que cubría parte de la Selva Negra, aparqué el auto.
– ¿Tom?
La oscuridad de la noche, favorecía mis intenciones…
Le quite el cinturón de seguridad de un tirón, tomando sus muslos, y cargándolo hasta que quedara sentado sobre mí.
– A no, no, no, ¡Tom!
No lo escuchaba…
Estaba muy cerca de mí, como para ignorarlo…
Estaba devorando su boca, comiéndome su cuello y apretando con fuerza sus caderas sobre mi pelvis…
– T-Tom, espera, por favor.
– No puedo, Bill, ¡Te necesito! Estoy desesperado.
– Llegaremos tarde.
– No me importa.
– Si quieres…que sea de regreso ¿Si? De momento, sólo vamos hasta el Bar.
– Ummm.
– ¿Por favor?
– Está bien.
Deje que se acomodara de nuevo en su asiento, y retomamos el camino…
La tensión sexual inundaba la atmósfera de mi auto…
Mi mente no dejaba de jugarme una mala pasada; trayendo a colación, todas las veces en las que he tomado a Bill…
Divise el Bar a unas cuantas calles, y agradecí que ya casi estuviésemos ahí.
Aparque el auto, bajamos de él y nos adentramos en el Bar…
En la mesa del fondo, se encontraban los chicos, pero, había algo sumamente inusual…
¿Richelle no estaba muy pegada a Andy?
¡OH!
¡NO ME JODAS!
Cuando nos vieron, todos se levantaron y comenzaron a saludarnos, tomamos asiento, junto a Geo y Gus; trate de ignorar lo meloso de «La nueva Pareja», pero…
¡ERA UNA OPORTUNIDAD ÚNICA!
– Así que…
– Tom.
– ¿Qué?
– Por favor.
– Bill, sólo quiero conversar.
– ¡Dios!
– Dime Richelle, ¿Cómo fue?
– ¿Qué cosa?
– ¿Cómo se confesó? O ¿Tuviste que hacerlo tú?
– ¡TOM!
– Jajaja, Andy, me sorprende que hayas tomado la iniciativa, te veías siempre tan tímido, pero, el que menos corre, vuela, eh.
– ¡Púdrete!
– ¿Por qué te enojas? Me alegra saber que mi amigo, se ha convertido en hombre.
– ¡Me cago en la puta! Si no dejas de fastidiarme, voy a golpearte, ¿ENTENDISTE?
– Si, si, ya, cálmate. Pero, te felicito, eh.
– ¡TOM!
En ese momento, todos los presentes me regañaron…
Me quede callado, pero, sólo por un instante…
– Dejando de un lado la estupidez del que dice ser tu novio…
– Soy su novio.
– Estoy hablando con Bill.
– ¿Ya no me quieres Andy? ¿Acaso no juraste saltar conmigo de un puente si era necesario?
– ¡Túuuuuuuuuuuuuuuuuu!
– Jajaja, ya, me callo, continua.
– ¡Dios! ¿Cómo van los preparativos?
– Ya está todo listo, mañana debo despertarme a las 4:00 am, para ir con mamá al Salón, llevar todos los vestidos, preparar a la dama de honor…
– Pobre de ti, sino tuvieses un hermano tan holgazán, no tendrías que sufrir tanto.
– Es cierto.
– ¡Oye!
– ¿Estarán mañana?
– Claro que sí, no lo dudes, jamás nos perderíamos la posibilidad de ver a Tom en traje formal.
– Lo sabía, sólo por eso van.
– Jajaja, ¿Sabías que Tom detesta la ropa ajustada?
– Ummm, no es difícil de intuir.
– ¡Te verás hermoso, mi cielo!
– Andreas, no juegues con eso, sólo mi madre me llama así.
– Entendido, Capitán.
Conversamos por lo menos dos horas más y decidimos retirarnos para descansar…
– Andy.
– Si vas a joderme…
– Ven, no pelees tanto.
– ¿Qué pasa?
Lo abracé, diciéndole:
– Me alegra saber que al fin encontraste a alguien a quien amar.
– Lo sé.
– A veces, las cosas serán tediosas, pero, cuando te sientas asfixiado, habla conmigo, al menos, te serviré de apoyo.
– Gracias.
Nos despedimos, y retomamos nuestra ruta de camino a casa…
El silencio reinaba en el vehículo…
Los ojos de Bill comenzaban a cerrarse, se veía muy agotado…
¡Ni modo!
Sería esperar a que recuperara algo de energía, un poco de abstinencia, no me vendría mal…eso creo…
Detuve el auto, y comencé a acariciar su mejilla…
– ¿Ummm?
– Pequeño, ¿Te sientes bien?
– Sólo un poco cansado.
– Ok, sigue durmiendo, pronto estaremos en casa.
De repente, sus ojos se abrieron y me observo:
– ¿No vas a atacarme?
– Bill, mejor ni lo menciones porque termino reconsiderándolo.
– ¿No quie…?
– Lo que no quiero, es que mañana, en el día más importante de la vida de nuestros padres, tú, te sientas enfermo o algo, sabiendo que te necesitan.
Una sonrisa se asomó en su rostro…
Captó mis labios por un momento, y dijo:
– Te amo.
– Y yo a ti, ahora, descansa, amor.
Bill volvió a acomodarse en su sitio, y yo emprendí la marcha a casa. Cuando llegamos, lo cargue y lo lleve hasta su habitación, le quite la ropa, coloque su cobija, le di un beso en la frente, y lo deje allí…
Me cerciore de que su alarma estuviese programada para las 4:00 am, y salí de su cuarto.
Fui hasta el mío, pero, antes de ingresar, vi una silueta delgada sentarse en las escaleras…
Me acerque, y al verme, sonrió:
– Cielo.
– Mamá, ¿Qué haces? Deberías estar durmiendo.
– Estoy tan emocionada que no puedo dormir.
– Jajaja, deberías, ¿Quieres ojeras el día de tu boda?
– ¡Oh, no!
– Entonces, ve a dormir.
– Es que…
– ¿Si?
– No puedo dormir con tu padre.
– ¿Por qué no?
– Es tradición, no dormir con el novio, la noche antes de la boda.
– ¿Te inquieta dormir sola?
– Si…
– Ven conmigo.
– ¿En serio?
– Si, vamos.
Entramos al cuarto, y ella se dispersó por toda la cama de inmediato…
– Déjame algo de espacio.
– Aburrido.
– Jajaja, vamos, quiero dormir.
– Bien.
Se acomodó, y cuando la vi, se estaba acercando mucho a mí; su rostro quedo sobre mi pecho y sus brazos rodeaban mi cuerpo…
– Así me siento tranquila.
– Entonces, descansa, Linda.
– Coqueto.
– Jajaja, sólo duérmete, mañana hay mucho por hacer.
– Si, Cielo.
No tardó mucho en quedarse completamente dormida…
En la madrugada, escuche como salía del cuarto; observe el reloj y eran exactamente, las 4:00 am…
Yo, de lo único que debía cerciorarme, era que mi Padre llegara a las 11:00 am a la iglesia; por eso, continúe durmiendo; pero, un beso en mis labios, me despertó de inmediato.
– ¿Bill?
– Sólo venía a despedirme, ya debemos irnos.
– Vale, ojala todo te salga bien, amor.
– Gracias, Tom. Nos vemos allá.
– Si.
– Te amo.
Su voz sonaba distante…
Estaba quedándome dormido…
De repente, un fuerte sacudón hizo que mis sentidos recobraran vida…
– ¿Sam?
– Joven Tom, debe levantarse ya mismo.
– ¿Qué horas son?
– Las 9:00 am
– ¡Mierda!
Salte de la cama, corrí hasta el baño; tome la ducha más veloz de mi existencia, empecé a colocarme todas las prendas del traje, recogí mi cabello, y me coloque la cadena que mamá nos había regalado de cumpleaños.
Salí de la habitación, baje las escaleras, y encontré a mi padre en la puerta; listo para emprender el camino…
¡Se veía imponente!
Su figura encajaba a la perfección en cada parte de su traje; era de color negro con una camisa blanca tres puntos; sus zapatos elegantes, y su rostro impecable…
Al verme, sonrió, y dijo:
– ¿Qué tal?
– Viejo, te ves increíble.
– ¿De verdad?
– Si, mamá se morirá cuando te vea.
– Gracias, hijo.
– ¿Me ayudas?
– Claro.
Jörg acomodo mi corbata, me abrazo y dijo:
– Vamos, la novia no puede esperar.
– Claro.
Salimos de casa justo a tiempo…
En el recorrido, papá no trazo palabra alguna, pero, por la manera en la que movía sus pies, podía decir que se encontraba muy nervioso; por eso, apreté su hombro y le dije:
– Hey, todo va a salir bien.
– Si, lo sé.
– ¿Entonces?
– Estoy emocionado, es todo.
– Ok, pero, no te dejes llevar mucho, pareces más nervioso que ansioso.
– De acuerdo, gracias, pequeño.
Llegamos a la Iglesia que se encontraba realmente hermosa…
Toda la entrada estaba adornada con flores y pétalos en el recorrido…
Las sillas vestidas de blanco…
Los familiares en sus asientos y nuestros amigos en la parte de al frente…
Mi padre ingreso, tomando lugar en el altar; y yo, me quede afuera, debía esperarla para entrar a su lado.
Observe el reloj, faltaban 10 minutos para iniciar la ceremonia, y ellos aún no aparecían; tome mi móvil, y llame a Bill.
– ¿Dónde están?
– Estamos a dos cuadras, ya casi.
– Bien, los espero afuera.
– Sí, sí.
Al fondo, escuchaba la voz de mi madre, diciendo que se iba a caer mientras caminaba hacia el altar…
No me extrañaría, era demasiado torpe…
Minutos después, vi la limusina llegar, la puerta se abrió y ante ella; el ángel más hermoso del Planeta…
Bill, venía en un perfecto traje blanco, que contrastaba con el mío, de color negro…
Sus ojos se delineaban a la perfección tras esas sombras de color ahumadas…
Y su cabello perfectamente liso a sus costados…
¡Me quito el aliento!
Él salió apurado y le brindo la mano para que saliera ella…
Quede estupefacto ante la sublimidad de esa mujer…
Decir que se veía hermosa, no era suficiente para describir esa pieza de arte que habían creado…
Su sonrisa nerviosa inundaba su rostro y al verme, pareció calmarse un poco…
– Cielo, ¿Me veo bien? ¿Piensas que estoy gorda? ¡Voy a caerme!
Me acerque, la tome de la mano, y le dije:
– No te dejaré caer, eso nunca.
– ¿De verdad?
– De verdad, mamá.
– Ok, entonces, ¡Hagamos esto!
– Jajaja, ese es el espíritu.
Marcel salió disparada hacia las sillas donde se encontraba su familia y Bill se acomodó al lado derecho de mi madre…
¡La entregaríamos los dos!
Las notas musicales que anunciaban su llegada, comenzaron a sonar…
Ella se aferró a nuestros brazos, mientras daba pequeños pasas hacia el altar; donde mi padre, no pudo contener la emoción, y soltó unas cuantas lagrimas…
Mick, lo reconforto, brindándole un pañuelo para que no ensuciara su traje…
Y las miradas se centraban en ella…
Todas veían ese rastro celestial que estaba dejando…
La manera en la que su vestido barría cada parte del salón, llenando de felicidad aquella iglesia, fue, sencillamente sublime…
Cedimos a nuestra madre…
Jörg la tomo de la mano, se observaron por un momento; y se dio inicio a la ceremonia…
Bill y yo, teníamos la tarea de entregar las argollas…
Nos acercamos y se las pasamos a cada uno; escuchando como juraban amarse aun incluso, después de la muerte…
La nota final tomó lugar y ellos, salieron corriendo de la Iglesia, mientras todos, arrojábamos pequeñas flores en su camino…
– Parece que todo salió bien.
– Al menos, la parte más importante.
– ¿Te dije que te ves hermoso?
– No, no lo habías hecho.
– Pues, te ves precioso, pequeño.
– Gracias, tú también.
– Dejen el coqueteo para después, ¡Tenemos una fiesta que celebrar!
– Ya vamos, Andy.
Salimos de la Iglesia, y nos dirigimos al Hotel donde sería la fiesta…
El salón principal tenía una decoración muy sencilla, las mesas tenían manteles azul marino, y los arreglos florales llevaban tulipanes blancos, junto a una vajilla correctamente dispuesta, vino, banquete, y un enorme pastel…
Las felicitaciones venían de todas partes…
Mamá corría de un lado a otro, apareciendo en cada foto que tomaban por el lugar…
Estaba perdiendo la cuenta de las veces que me había hecho posar para tener un recuerdo memorable de su boda…
La pista estaba llena de parejas, que disfrutaban al son de la música…
Yo, sólo observaba todo el panorama, y agradecía el privilegio de ser parte de un evento tan remarcable como este…
Sin embargo, una mano halo de mí hasta sacarme del salón…
Lo seguí en medio de la multitud, hasta llegar a un balcón que permitía la asombrosa vista al mar…
– ¿Piensas secuestrarme?
– Ya lo hice.
Lo abrace por la espalda, y empecé a darle pequeños besos en sus mejillas…
Estábamos solos…
Éramos, solo, nosotros.
– ¿Te divertiste?
– Con mamá como loca durante la fiesta, ¿Quién no lo haría?
– Jajaja, tienes razón.
– ¿Y tú?
– Estoy feliz, por ella, por papá, por nosotros.
– ¿Ah, sí?
Bill se giró hacia mí, y coloco sus manos en mi rostro…
Se quedó allí, observándome sin más…
– ¿Qué sucede?
– En verdad, te amo, ¿Lo sabes?
– Si, desde el primer momento en que te vi.
– Ay, no inventes, discutimos a los dos minutos.
– Sí, pero, quedaste enganchado de inmediato.
– Porque tú usaste magia.
– ¿Magia? Jajaja, ¿De dónde sacas eso?
– Con sólo verme, me encadenaste a ti.
Sus ojos decían la verdad…
Era esa la manera en la que se había sentido en ese entonces…
Bese sus labios, con pequeños roces y mucha suavidad…
– Soy yo quien fue aprisionado por tus ojos, no al revés.
– Pero, me confundiste con una mujer.
– Emmm, ¿No olvidaras eso?
– No, nunca.
– Bueno, pero, deje todo a un lado por tenerte.
– Sólo porque te parezco afeminado.
– Ummm.
– ¿De verdad te lo parezco?
– Pues…
– ¡Tom!
– Jajaja, Eres hermoso, no te acomplejes por ello.
– Dime algo.
– ¿Si?
– ¿Crees que esto se acabe algún día?
– No lo sé.
– ¿Cómo?
– Me encantaría decirte que las cosas no serán diferentes, que quizás, nuestra separación será algo imposible; pero, nadie tiene la certeza de que así sea.
– ¿Entonces?
– Iremos a nuestro ritmo, forjaremos nuestra relación, caminaremos siempre de la mano, esperando lo que nos traen los días que están por venir.
– ¿Y cuánto crees que durara ese recorrido?
Sonreí frente a él…
Acerqué mi rostro a su oreja…
Inhalando su aroma celestial, susurrando con una vehemencia palpable:
– ¡TODA LA VIDA!
F I N
N/A: Prometí un final lleno de alegría, y justo como lo dije, lo cumplí; por eso, este capítulo final va dedicado a todas las lectoras que han sido constantes en el proceso, mostrándome su amor, leyendo y comentando.
Las quiero. ♥ Con Amor, AS♥♥