Fic TWC de LadyScriptois
Realidad 7
Un evento organizado por el año más de una revista de la cual habían sido portada aniversario. Evento a los cuales asistían empresarios famosos con hijas que morían por ellos, chicas lindas, modelos, fanes y demás. El tipo de eventos donde ser famosos era una ventaja porque les ofrecían bebidas aun siendo menores de edad, el tipo de eventos en los cuales Tom ligaba y se perdía por algunos minutos para hacer algo y aparecer sonriente, donde Gustav y Georg hacían tontas competencias de quien bebía más shots en menos tiempo y donde luego Bill se reía hasta la muerte junto al baterista porque Georg era jodidamente torpe e incoherente bajo los efectos del alcohol, mientras intentaba ligar con una chica.
Si, el tipo de situaciones donde Bill también solía morirse de celos por el comportamiento de su hermano. Ese tipo de fiestas que generaban que el pelinegro de pronto se enojara con el guitarrista y el último lo mimara buscando una disculpa que aún no entendía porque pedía.
Ese sería el pronóstico para cualquiera que conociera a la banda y a los Kaulitz, pero como siempre algo cambia, tal vez no sería como se esperaba.
—Habrán periodistas. Incluso de revistas invitadas. – les informaba Jost a los chicos.
—Eso siempre pasa. – comentó Georg sin mucho interés. — ¿Podemos bajar ya? Quiero ver a las nenas. – dijo divertido haciendo un extraño movimiento de hombros.
La fiesta era en un salón de hotel, así que los miembros de la banda tenían reservaciones en el mismo para marcharse del evento cuando lo desearan.
—Deben estar juntos. Tom, no quiero que te separes de Bill. Ya sabes. – le aclaró.
— ¡Oh! Cierto. – exclamó Georg como si de pronto recordara de algo muy importante. — El player no está en juego. – dijo malicioso. — Supongo que te toca quedarte en la banca con tu amorcito. – dijo burlón.
Bill estaba nervioso y ansioso. Esto era un reto para ambos.
—Me gusta estar con mi amorcito. – imitó la voz de Georg abrazando más a Bill. — La pasaremos bien. – y le dio un cálido beso en la mejilla.
—Eso está bien, sigan ensayando. – dijo Jost ignorando lo verídico de las palabras y acciones de Tom y el rubor genuino de Bill.
La ventaja de todo era que los G’s, pensando en la medida publicitaria, no se molestaban por las constantes muestras de cariños de los gemelos, y David pensaba que lo estaban obedeciendo. Todos felices.
&
—Ya saben…– decía Jost entrando en su rol paternal, al llegar al destino.
—Cuidadosos, educados y sin beber mucho. – completaron a unisón los cuatro miembros.
—Exacto.
David, a los minutos abandonó la mesa y fue a trabajar cerrando y creando nuevos proyectos que involucraran a Tokio Hotel. Georg y Gustav comenzaron con la ronda de shots y Bill ya tenía su bebida a base de fresas con poco alcohol. Solo faltaba la típica actividad de Tom. Sin embargo, parecía que no sucedería ya que él se encontraba cómodo en el mullido sofá que compartía con el cantante, con su brazo en el espaldar del espacio de Bill y entretenido con su vodka, acariciando algunos cabellos del pelinegro.
Las horas pasaron charlando con la gente que Jost le presentaba y sonriéndoles con mucha amabilidad.
—Voy por otro trago. ¿Quieres algo? – le preguntó a Bill.
Por el sonido de la música tuvo que hablarle muy cerca y el pelinegro se sintió desfallecer ante el aliento alcoholizado, pero extrañamente agradable, de su hermano y por como sus labios fríos rozaban su piel.
—Estoy bien. Te espero aquí.
Los G’s fueron a bailar con algunas chicas así que se quedó solo en el área VIP esperando que volviera su hermano, quien segundos después apareció, siendo más rápido de lo que presumía.
—Se ha ido mucha gente. – le informó al cantante sentándose a su lado. — ¿Quieres irte?
— ¿Tú? ¿Estas aburrido? – le preguntó con la misma necesaria cercanía con la que antes le habló su hermano.
—No, pero me gustaría estar contigo en un sitio más privado. – le confesó. — Apuesto a que todavía tus labios saben a fresa. – dijo con esa sonrisa seductora que nunca fallaba.
—Y yo a que los tuyos saben a vodka. – le continuó con un matiz de timidez.
—Si tú quieres… –miró a ambos lados antes de aproximarse peligrosamente a los labios de Bill — Podemos irnos y hacer un coctel. – el pelinegro se ruborizó y rio ante la ocurrencia de su hermano, pero no le dio tiempo a decir algo cuando el rastudo terminaba su bebida en un solo trago, arrugando un poco la cara y lo tomó de la mano para sacarlo del lugar.
&
— ¿Habrán cámaras en el ascensor? – preguntó ansioso, viendo cómo se tardaban en ascender de piso.
—Posiblemente. – rio ante la desesperación de su hermano.
— ¿Tendré que esperar a que lleguemos a la habitación?
—Si…– dijo divertido el pelinegro.
La puerta fue cerrada por el cuerpo del menor que fue apoyado sobre esta apenas tuvieron la privacidad. Las luces aún estaban apagadas y Tom ni siquiera se molestó en encenderlas.
Tomando con posesividad las caderas de su hermanito lo atrajo más hacia él, apegando sus cuerpos lo suficiente para que no pasara siquiera el aire entre ellos.
Se besaban con intensidad, no sabían si era por el alcohol o por la tensión que había entre ellos, pero sabían que se tenían muchas ganas.
La chaqueta que traía Bill fue dejada en algún lugar de la oscura sala junto a la de Tom, dándole mayor libertad al rubio para introducir sus manos bajo la camiseta del pelinegro y acariciar sus costados.
—Au…– se quejó Bill cuando, sin querer, tropezó con el bar del lugar.
— ¿Estas bien? – preguntó con voz asombrosamente ronca.
—Si… uhm…– gimió agudo cuando Tom tomó sus piernas y las envolvió en su cintura.
A tientas se dirigió hasta el sofá donde se dejó caer con Bill a horcadas sobre él. Sus labios no se despegaron en ningún momento y sus respiraciones estaban muy agitadas.
El cantante sentía algo que desconocía y le agradaba. El nerviosismo que solía tener estaba siendo superado por aquello incógnito y solo sabía que la gran camisa de Tom estaba sobrando. Separó sus labios irguiéndose para poder buscar los bordes de la vestimenta superior de Tom, los encontró y, aprovechando la seguridad que le brindaba la oscuridad, los tomó y alzó; el rastudo no se negó en colaborar y terminó de sacarse él la prenda, para luego ir de nuevo por los labios de su hermano.
Bill se estaba deshaciendo en suspiro contra los labios de su gemelo y eso solo lograba provocar más a Tom, quien tentado desde hace días y movido por la intensidad de la situación, subió sus manos por los muslos de Bill y acarició su trasero antes de ejercer una ligera presión en él.
—Tom…– suspiró al sentir aquellas manos, y moviéndose un poco para acomodarse mejor sobre las piernas de su gemelo.
El mayor bajó sus labios a la mandíbula del menor y este, estremecido, se aferró a los hombros dorados contrarios. Cuando los labios de Tom llegaron a su cuello Bill no pudo evitar removerse inquieto sobre el regazo del mayor.
Tom sentía la calidez arremolinándose en su bajo vientre y las altas temperaturas que surgían de los rincones más íntimos de su hermano y que traspasaban sus ropas, por instinto tomó las delgadas coderas de Bill apegándolo más a él, mientras se apoderaba de sus labios. Bill se abrazó a Tom ante la profundidad del beso, elevando un poco las caderas, y luego dejándolas caer sin intención ante la dureza de Tom
— Uhm…– gimoteó entre impresionado y excitado cuando apreció el miembro despierto de su hermano.
Tom tragó grueso y tensó su mandíbula, intentando controlar un gemido ante la sensación del trasero de Bill apoyado en su erección.
— ¿Tom, tú… tú estas…– dijo Bill, con la respiración agitada a causa del beso y enfocando su mirada en el pecho desnudo de Tom, sin atreverse a alzar su mirada, y menos a moverse, por lo que seguía sintiendo la dura hombría de su mayor justo debajo de él.
El mayor estuvo a punto de decir algo cuando su teléfono empezó a sonar y ante esa imprevista melodía, que fue como una aguja reventando una burbuja, la sangre concentrada en el sur de Tom empezó a dispersarse por su anatomía.
—Es David. – dijo el cantante cohibido por lo que hacían, cuando reconoció la melodía asignada de su hermano para su productor.
Esto hizo que el Bill apasionado abandonara su cuerpo dejándolo notablemente abochornado y sentado sobre la entrepierna de su hermano.
—Yo respondo.
Tom movió su brazo hasta alcanzar su chaqueta, sacó su celular y aclaró un poco su garganta antes de responder.
— David… Nos ha dado sueño… Si, bueno, lamento no haberte informado… ¿Bill?… – miró a su hermano, quien negó inmediatamente.
El menor sabía que su voz saldría más aguda que nunca, así que no quiso arriesgarse.
— Está durmiendo. – le cubrió. — Esta bien… Buenas noches, hasta mañana.
— ¿Qué quería? – se atrevió a preguntar armándose de valor.
—Se dio cuenta que nos hemos marchado.
— ¿Se enojó?
—No, pero parecía que llamaba desde hace rato a tu celular.
—Oh, eso… No sé dónde está mi chaqueta. – dijo ruborizado.
Tom reparó en Bill. Pelo revoltoso, labios hinchados, camisa medio alzada, ojos brillosos, mejillas sonrojadas y casi desfalleciendo de vergüenza. Sonrió ante la vista y consideró que había sido un gran paso, pero tal vez demasiado para su hermanito.
— ¿Quieres ir a dormir ahora? – le ofreció colocando algunos cabellos de Bill tras su oreja.
—Hoy tienes habitación propia. – comentó enfocando su vista en el dedo con el que trazaba dibujos imaginarios en el pecho de su hermano. — ¿Dormirás conmigo?
— ¿Es lo que quieres? – siguió acariciando sus mejillas y buscando la mirada que su hermano negaba regalarle.
—Si…– asintió ligeramente.
&
Dos días pasaron desde la fiesta y desde que Bill descubrió que producía mucho en su hermano. Y aunque aún sentía vergüenza por la forma en la que actuó no se arrepentía.
—Incluso gemí cuando lo sentí…– susurró para sí y automáticamente cubrió su rostro con sus manos.
No podía negar que su hermano también le producía sensaciones en el bajo vientre y muchas veces, como aquella vez cuando masajeó su espalda, imaginó como sería hacer el amor con Tom.
Cuando Jost le propuso aquella estrategia y le dijo que había páginas de internet como prueba, su curiosidad lo llevó a entrar a unas tantas. En varias se encontraban fotos reales que tenían comentarios con referencia a tensión sexual, al principio a Bill le pareció una locura por que el no creía sentir deseo sexual por su hermano, el solo sentía el más puro y hermoso amor, pero luego vinieron los ejercicios que los llevaban a tocarse de forma diferente y ahí despertó todo.
Lo que comenzó por tomadas de manos terminó en un Bill acariciando los abdominales de Tom, y los dulces suspiros que se le escapaban cuando el guitarrista lo besaba empezaban a transformarse en tímidos gemidos.
Años atrás tal vez se hubiese asustado al reaccionar de esa manera ante los toques de alguien, de su aspiración por querer hacer sentir bien a Tom y por el deseo carnal. Ahora, creía entender que era un proceso normal cuando se amaba de esa forma, que es el acto físicamente más placentero para el ser humano, y cuando se ama a alguien se busca hacerlo sentir bien en todo los sentidos.
Aunque no por entender y aceptar el hecho de que tanto su cuerpo como su corazón querían unirse de esa forma con su alma gemela, dejaba de sentirse avergonzado al pensar en eso y en como actuaba en los momentos de intimidad.
Era como si su cuerpo supiera lo que quería y se intentara poner de acuerdo con el de Tom.
Continúa…
Gracias por leer.