Medida publicitaria 5 (P.1)

Fic TWC de LadyScriptois

Ejercicio 5.1

Tom despertó alrededor de las seis de mañana, cuando sintió que el calor de otro cuerpo abandonaba la cama. Observó la hora en el reloj y pensó que, si tal vez convencía a Bill, podrían quedarse en la cama un rato más. Se levantó, cepilló sus dientes y lavó su cara, para luego ir en busca de esa persona que lo hacía descansar tan bien.

Pensando que tal vez fue a preparar algo para desayunar lo buscó primero en la cocina. Miró en la sala y en la biblioteca, al no encontrarlo se dirigió inmediatamente a la habitación del pelinegro.

—Aquí estabas. – dijo entrando. — ¿Por qué despertaste tan temprano?

—Olivia llamó. – dijo desde su cama, donde estaba recostado leyendo aquel libro que aún no podía terminar por pensar a toda hora en la persona que en estos momentos se sentaba a su lado.

— ¿Qué dijo? ¿Por qué lees tan temprano? – cuestionó con el ceño fruncido.

—Cambio la cita. No puede atendernos en la mañana, así que nos vera en la tarde.

—Empieza a agradarme mucho Olivia. – dijo tomando el libro de Bill y quitándoselo de las manos.

— ¿Qué haces? – preguntó el menor confundido por las acciones de su gemelos.

—Seguiremos durmiendo. – decía, mientras se acostaba en la cama del menor, nuevamente intoxicándose con el olor que desprendía la piel y cabello de Bill, mientras lo apegaba más a él.

—No tengo mucho sueño. – dijo el menor sintiendo como Tom acercaba más su pecho a su espalda y lo abrazaba por cintura.

Tom realmente no estaba muy consciente de lo que decía, ya que su atención estaba totalmente centrada en aquel blanquecino y esbelto cuello que se encontraba totalmente expuesto ante él, ante sus ojos y ante sus labios.

—Me gusta como hueles. ¿Colonia?

—No es colonia. – dijo estremeciéndose al sentir la respiración del de rastas en su cuello. — ha de ser el olor de unos de los shampoo que me compraste.

— Anota la marca. Me gusta.

— ¿A que huele? – preguntó curioso el menor.

—No lo sé… es como… – aspiró de nuevo. — Manzanas y algo más – concluyó.

—Creo que no debe ser el shampoo.

—Entonces, definitivamente eres tú.

Tom besó castamente la piel a su alcance, no bastándose con uno, si no repartiendo varios por toda la zona.

Bill respiró profundamente intentado retener un suspiro que amenazaba con romper la barrera de su garganta.

—Tom…– pudo articular con dificultad. — ¿Qué… que haces?

—Solo te beso. ¿Te molesta? – preguntó simplemente, ocultando su interés.

—No es eso… solo que no sé. ¿Te gusta hacerlo? – cuestionó tímido y ruborizado, girando en su eje y quedando frente a Tom

.

—Es solo parte de la terapia. ¿Recuerdas? – se escudó Tom, lastimando los sentimientos del menor.

—Oh, claro… – susurró cabizbajo Bill. — Creo que iré a preparar algo de comer. Puedes seguir durmiendo si lo deseas. – intentó decir con normalidad, mientras se alejaba rápidamente de los fuertes brazos de su hermano y salía de la habitación.

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— ¡Hola, Bill! – le recibió Olivia al pelinegro con un efusivo abrazo. — Que bueno que hayan podido venir a esta hora. Lo lamento, tuve un imprevisto en la mañana y tuve que posponer todo. – se explicaba dirigiéndose de nuevo a su asiento detrás del escritorio. — ¿Cómo has estado?

—No se preocupe. Y estoy muy bien gracias, ¿Y usted? – respondió con la radiante sonrisa que siempre lo caracterizaba.

—Excelente. ¿Tu hermano? – le preguntó extrañada de no ver a Tom con él. — No me digas que ya se arrepintió. ¿Tan mal fue en la cita?

—No, no, no es eso. – aclaró rápidamente. — Es que no habían plazas disponibles en el estacionamiento. Entonces, está esperando que los encargados le ubiquen una.

—Pudo haber dejado a los valet parking a cargo.

—Sí, pero ya sabe cómo es él con su auto.

—Bueno, pero que importa. Ahora dime ¿Cómo les fue en la cita? – preguntó Olivia curiosa, mientras Bill se ruborizaba al recordar.

—Estuvo bien. – contestó con una sonrisa.

— ¿Bien? ¿Solo eso? ¿Cómo se portó Tom? Quiero detalles – pidió.

—Ehm… bueno. Él se portó muy lindo. – dijo sintiendo más temperatura en su rostro. — Fuimos al cine y a comer… Y luego, fuimos por unos helados. Nunca había tenido una cita, pero creo sentí todo lo que debería sentir en mi primera cita. – dijo con emoción y un poco de vergüenza. —Y me regalo un peluche. Este… – le pasó el peluche que traía. Lo llevó por si Olivia pedía alguna prueba de la cita o algo así. — Me dijo que cuando lo viera lo recordara… Se llama Tomi. – decía tímido.

—Me alegro escuchar eso. – opinó con una sonrisa. — Pensé que sería más difícil. Él no se muestra muy abierto con todo esto.

—Lo sé, pero se está esforzando. Desde que comenzamos con las terapias es más unido a mí y más cariñoso. Últimamente hemos dormido un par de veces juntos y eso hace mucho tiempo que no lo hacíamos. – decía sonriente. — Está cumpliendo muy bien con lo que le pide. – finalizó intentando que su sonrisa no decayera, pero Olivia lo notó.

Olivia siempre tuvo ese extraño presentimiento de que tal vez su pequeño paciente sentía algo más allá de cariño fraternal hacia su gemelo.

No es que fuera malo, todo lo contrario, pero le llamó la atención desde el principio que el pelinegro se mostrara tan abierto y receptivo a todo lo que ella les pedía. Lo hacía como si realmente lo quisiera, como si falsificar un romance con Tom no fuera un deber más de su trabajo.

En las últimas sesiones y ahora luego de que contara todo lo vivido junto al de rastas con tanta emoción, y desilusión al pensar que Tom lo hacía como un trabajo más, confirmó algo: el menor estaba enamorado hasta los huesos de su gemelo.

Pero, ¿Qué tan obligado estaba Tom? Se preguntaba Olivia. Tal vez él no se mostrara tan receptivo como el pelinegro, pero se atrevía a ratificar que, tal y como lo dijo Bill, era él que más avanzaba. Habían ciertos detalles que valían más que decirle un te quiero a Bill cuando ella se lo pedía, o un abrazo diario asignado.

Olivia notó que Tom observaba constantemente a Bill, bien sea de reojo o directamente, la cosa es que siempre buscaba una oportunidad para observarlo, permanentemente intentaba leer las reacciones de su hermanito, para saber si estaba cómodo, disgustado, triste o feliz, y la felicidad en su gemelo era por lo que Tom siempre velaba, sin importar que o quien. Sabía que solía enviarle más de un mensaje por hora si no estaban juntos para saber cómo estaba. En algunas oportunidades, cuando los veía llegar o marchar desde el ventanal de su consultorio, se fijó en algo que no estaba en el principio, Tom le abría la puerta del auto a Bill en toda ocasión asegurándose de que se colocara bien el cinturón de seguridad, principalmente desde aquel pequeño accidente, además de que solía caminar tras de Bill y le abría las puertas a su paso como si fuera la seguridad privada del pelinegro.

Otras conductas que le sorprendió bastante era el hecho de que Tom seguían con esas actitudes aun en sesión, cuando se suponían que podían dejar de fingir, pero no era así. Cuando estaban en terapia se fijó en que Tom siembre buscaba contacto físico con Bill, un roce superficial de manos o sencillamente estando hombro con hombro. Y sobre todo, aquellas sonrisas y miradas que sabía que eran exclusivas para su gemelo, pero que sin embargo estaban inocentemente fuera del contexto fraternal.

Pequeños detalles que no estaban y otros que habían cobrado intensidad, detalles que daban a considerar la magnitud del efecto de las terapias en Tom.

Olivia pensaba en que podía hacer para saber que tanto fingía Tom, y luego, recordando la información que le dio anteriormente David, la idea llegó a su mente.

—Bill… necesito pedirte algo. – le habló con total seriedad Olivia.

—Diga. – dijo dudoso Bill.

—En el próximo ejercicio debes seguir paso a paso las indicaciones. Solo iras contra ellas si Tom también lo hace, pero Tom debe ser el de la iniciativa. ¿Entendido?

—Sí, pero…

—Solo prométeme que harás lo que te pedí.

—Está bien, pero ¿De qué se…

— ¡Tom! Te has tardado – lo saludó Olivia efusivamente, cortando a Bill y dándole una mirada para que no hiciera ningún comentario de lo que hablaban anteriormente.

—Tuve problemas al estacionar – se disculpó. Estaba a punto de sentarse en su respectivo lugar de aquel conocido pequeño sofá, al lado de Bill, cuando la doctora lo detuvo.

—Hoy haremos algunas modificaciones. Ayúdame – le pidió sonriente.

Bill se levantó del mueble para moverlo un poco más a la derecha.

—Ahora, trae aquella silla y colócala a un lado. – refiriéndose al mueble. A Tom le extrañaba lo que le pedía Olivia, pero de igual forma lo hizo. — Ahora sí. Bill toma asiento en el sofá, y tu Tom en la silla. – les pidió.

— ¿Por qué? Siempre me he sentado al lado de Bill. – se negaba el rastudo.

—Pero ahora está ocupado. – tomó el peluche de Bill y lo colocó en el lugar que le correspondía al gemelo mayor, quedando ambos gemelos separados por el animal esponjoso. — ¿Ves? Ahora hay otro Tom – le señalo al leoncito al lado de Bill —Vamos, Tom. Al principio era así, ¿No lo recuerdas? Toma asiento en la silla.

Tom, un poco confundido, aceptó.

—David me ha hecho llegar una copia de la agenda de su próxima semana. Y he pensado que tal vez deberían de tomar un descanso ¿Qué les parece? – les anunció entusiasta Olivia. —En los próximos días no tienen entrevistas o presentaciones en público, así que no tienen que fingir, pueden volver a ser hermanos. Nada de romances, de abrazos, besos, o caricias, unos simples hermanos, como antes. ¿Qué me dices Bill?

—Eh… bueno… – Bill miró un momento a Tom y luego a Olivia. Dio un largo suspiro y continúo. —Yo creo que está bien. Sí, sí. Me parece genial. – dijo con una sonrisa forzada.

No entendía por qué Olivia quería que él estuviera de acuerdo en ello, pero si sabía que él no estaba de acuerdo. Sin embargo, estaba Tom, tal vez a él si le gustaría volver todo a la normalidad.

— ¿Y tú, Tom? – le preguntó la mujer.

La reacción que había tenido Tom era una que esperaba Olivia. Tal vez Bill no lo notó, pero el de rastas cambió a un semblante totalmente serio, pensativo y dudoso.

—Me parece excelente. Merezco un descanso ya – mintió bajo la triste mirada de Bill.

El mayor pensaba que estaba haciendo lo que quería Bill.

—Entonces, estas son las indicaciones: no abrazos, no besos, no consentimientos, no sobreprotección, no interacciones más allá de las que son normales para los hermanos. ¿Alguna duda?

—Eh… yo siempre he sido bastante cariñoso con Tom. – dijo apenado Bill. — Incluso antes de que comenzáramos con las terapias. ¿Qué debo hacer?

— ¿Has visto a otra pareja de hermanos o gemelos, dado el caso, que sean cariñosos como tú lo eres con Tom? – le preguntó Olivia.

—No. – respondió tímido.

—Pues, entonces repito: No interacciones más allá de las que son normales para los hermanos.

Tom veía casi con rabiar la escena. ¿Qué mierda le sucedía a Olivia? Primero lo vuelve adicto a Bill, y ahora se lo quita sin más.

Aunque quisiera, Tom no sabía si podía estar con Bill como lo desea. No sin la fachada y excusa que le daba fingir aquel romance.

Continúa…

Gracias por leer.

Publico y rescato para el fandom TH

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