Fic TWC de LadyScriptois
Ejercicio 6.1
— ¿Qué tienes allí? – preguntó curioso Gustav, retirando un poco el largo cabello negro de los hombros de Bill.
— ¿De qué hablas? – le respondió confundido, tocando su cuello en la parte señalada por el baterista. — ¿Qué tengo? – siguió cuestionando al sentir que no había algo extraño.
—Es como… – observó más cerca. — ¿Una succión? ¡Por dios Bill, tienes una succión! – exclamó sorprendido y burlesco.
— ¡¿Qué?! Cla… claro que no. Ha de ser una picada…– decía ruborizado y pasando su mano por su cuello para intentar ocultar la marca de la mirada curiosa del rubio de pelo corto.
— ¡Oye, Tom! – le llamó al guitarrista que estaba en el sofá afinando una acústica y escuchando aquella, y para él, graciosa conversación. — Alguien está marcando a Bill. – le dijo acompañado por un movimiento de cejas para molestar al cantante.
—Ya cállate Gustav. – le pidió el pelinegro más que sonrojado.
Tom miraba con una sonrisa divertida aquella escena.
Se encontraban viendo televisión en el amplio sofá de la sala, sin embargo los gemelos estaban muy cerca; sentados el uno al lado del otro, Bill con sus piernas en el regazo del de rastas y con la cabeza recostada en su hombro.
Georg y Gustav salieron, por lo que solo estaban solo ellos dos y no tenían nada que hacer. Tom le propuso a Bill que salieran por ahí, pero el menor no quería. Así que logró convencer al mayor de pasar todo el día en pijama, almorzando pizza y viendo el especial de una serie que le gustaba mucho.
A Tom realmente no le importaba mucho lo que estuvieran haciendo si estaba junto a Bill, así que como un buen hermano se dejó arrastra por sus caprichos y pucheros.
—No hagas eso… soy sensible en esa zona. – dijo entre estremecimientos el menor.
Tom se aburrió de la serie, sin embargo no quería despegarse del menor, así que decidió buscar su propia diversión en el cuello del pelinegro, acariciando el lugar con la punta de sus dedos y viendo las reacciones en el rostro de Bill.
—Lo sé, es divertido. – le dijo acomodando mejor su cuerpo y el de su hermano, para besar la zona que erizó anteriormente con su caricia.
—No… no lo hagas.− le pidió confundido por las acciones del mayor.
— ¿Por qué? − preguntó contra la piel del pelinegro, haciéndolo estremecer nuevamente por el contacto del aliento cálido de Tom en su piel.
—Es decir, – suspiró al recibir un nuevo beso en la zona de entretenimiento del mayor. — No lo debes hacer, estamos… en vacaciones y no hay necesidad de… de fingir.
—No estoy fingiendo. – detuvo lo que hacía y miró los ojos de su gemelo. — Lo hago porque me gusta. – se confesó, no recibiendo respuesta por parte del menor. — Esta bien, lo siento. No lo volveré hacer si te incomoda. – se disculpó alejándose un poco del cuerpo de Bill.
—No, no. – le detuvo sonrojado. — No me incomoda, es solo, que… Es confuso… ¿Está bien que me guste que lo hagas?… – miró directamente a los ojos de Tom buscando respuestas en ellos. Él sentía muy bien lo que le hacia el mayor, pero no sabía si estaba bien que fuera así. — ¿Aunque seamos hermanos?
—No está mal lo que te hace sentir bien. – le dijo acariciando sus mejillas teñidas.
— ¿Tú… – se dio valor antes de seguir preguntando. —…tú lo sientes bien?
—Me encanta. – le aclaró con una sonrisa y mirándolo directamente a los ojos, haciendo desfallecer de la vergüenza a Bill.
—A mi… a mí también me gusta que lo hagas…. – dijo con dificultad intentando no salir corriendo de allí.
Eso fue luz verde para Tom. Quien se entregó a la tarea de hacer derretir a Bill con inocentes besos y caricias.
Claro que sabía del origen de aquella marca en el cuello del menor.
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Tom estaba callado y pensativo, lo que era extraño en él. Georg y Gustav jugaban algo en la consola y Bill estaba grabando unos audios que faltaban en el estudio. Así que sin su centro de atención en el mismo lugar que él, se entregó a pensar en él y en todo lo que estaba sucediendo.
En esas dos semanas de vacaciones donde las cosas de haber vuelto a ser normales, pasaron a ser un desastre y luego a ser mejores que antes, por que Tom así lo sentía, nunca estuvo tan bien con Bill como lo estaban ahora, a pesar de las interrogantes interiores que mantenían ambos, pero estaba seguro que estarían bien, porque los dos querían seguir así. ¿No?
Al menos todo su ser quería seguir así, y continuaba culpando a las tontas ideas de Olivia.
Fue como si todo eso hubiera estado guardado dentro de su ser y, con aquello que un principio fue fingir, se descontroló y ahora le era imposible detener.
La sobreprotección, los celos y posesividad que antes tachaba como celos y protección entre hermanos, el gusto que siempre sintió por la forma en que Bill expresaba su cariño, el sentimiento de vacío cuando el pelinegro no estaba riendo, cantando o revoloteando a su alrededor, todo, todo siempre estuvo, solo que estaba como en un estado de bloqueado de su consiente. Porque no había tenido la oportunidad de expresarlo, porque siempre estaba ese pensar inconsciente de: no está bien o no es sano, pero solo se necesitó una excusa para poder hacerlo y ya no quería parar. Tal vez de ello venia el rechazo de un principio a la terapia. Desde un principio se tuvo miedo a sí mismo. Y con razón, había veces que por más que quisiera evitarlo o controlarlo su cuerpo no le hacía caso y hablaba o actuaba sin su consentimiento.
— ¿Qué te gusta de las mañanas o lo primero de ver o hacer al abrir los ojos? – le cuestionó la periodista pelirroja a el de rastas.
—Suelo dormir hasta tarde, así que no aprovecho mucho la mañana, pero me gusta ver la cara de Bill al despertar.
—Entonces, en un futuro. ¿Tu esposa tendrá que aceptar ir a visitar a primera hora del día a Bill?
—En un futuro podríamos seguir viviendo juntos… – fue su respuesta, más para el mismo que para la entrevistadora. Solo le prestó atención a la frase “en un futuro” y él no veía su futuro sin Bill.
—Tal vez deberían casarse con gemelas que tampoco quisieran separarse. – fue la broma de la pelirroja por la confesión de Tom, ante un confundido guitarrista.
« ¿QUIÉN IBA A CASARSE?».
Tom pensaba que estaba siendo demasiado egoísta y no estaba considerando demasiado a Bill, ¿Y si su hermano no lo quería como él lo hacía? Por qué el mayor creía que las mayorías de las acciones de Bill era por tres razones, la primera: siempre habían sido muy cercanos el uno al otro y era normal que por ser el menor y el más sensible, se hubiese creado y acostumbrado a la dependencia para con Tom, además de que en su naturaleza estaba ser cariñoso y mostrar su afecto; la segunda: influenciadas por los ejercicios y terapias de Oliva; la tercera: para seguir a Tom, porque era cierto que todos los momentos fuera de lo fraternal y mientras estaban en vacaciones se daban por su iniciativa, Bill simplemente no lo rechazaba.
Debía hablar con Bill, debía saber si estaba bien continuar con ello o detenerse ahora y no arriesgar más su relación. Estaban casi pisando la raya del camino sin retorno.
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—Bill. Debemos hablar.
—Sí, Tomi. Yo también quiero hablar contigo. – dijo cerciorándose de que Tom haya cerrado bien la puerta de su habitación al entrar.—Siéntate. – propuso haciéndole un espacio a su lado.
—Habla tú primero. – le pidió interesado por lo que le tuviese que decir su hermanito.
—Es sobre… Uhm… ya sabes… la marca. – decía tomando la mano del mayor y jugando con ella, estaba nervioso y le avergonzaba pedirle lo que tenía que pedirle a su hermano.—La cosa es… Tal vez… Tal vez la próxima vez deberíamos ser más cuidadosos. – le dijo sonriendo tontamente, pero aun sin mirar al mayor y concentrándose en la simple tirita negra amarrada en la muñeca de Tom que estos momentos le parecía un verdadera obra de arte digna de admirar.
El corazón del mayor se aceleró al escucharla próxima vez. Bill estaba dispuesto a seguir con esas caricias y con esos actos que no deberían estar. Tal vez habría alguna esperanza de que su hermano también sintiera lo que sentía él.
—Ya no me mires así…– le pidió sintiendo la mirada de Tom en él. — Esto es vergonzoso. – dijo bajito.
— ¿Por qué es vergonzoso? – le preguntó con una sonrisa y enternecido por las mejillas carmesís de su hermano.
—Porque me miras así…– le acusó.
—Está bien, ya no te mirare más. – le ofreció riéndose.
—Solo… fue divertido… – murmuró de pronto.
— ¿Qué cosa?
—La marquita… se sintió como si te perteneciera… – se confesó amarrando y desamarrando la tirita negra de la muñeca de Tom e intentando no sufrir de una combustión espontánea.
—Mírame… – le pidió.
—No… – se negó.—Me da pena.
—Por favor. – pidió nuevamente. — ¿Estuvo bien para ti, sentirte así? – preguntó esperanzado.
Luego de varios segundos Bill asintió.
— ¿Qué piensas cuando te sientes así, cuando estamos juntos de esa forma, o de esta forma? ¿Tú finges? ¿Tú lo haces? – le preguntó directo y ansioso a Bill.
Él nunca fue paciente ni hacía gala de ello, y lo estaba demostrando. Siempre iba al grano y Bill lo sabía, y no se sorprendió por eso, lo que le sorprendió fueron las preguntas, no sabía que Tom estuviera interesado en lo verídico de las acciones de él. Se sintió feliz.
—Yo… – no sabía que responder, pero quería hacerlo. La mirada suplicante de Tom y su necesidad de expresarle lo mucho que le gustaba y disfrutaba de su simple presencia.
—Chicos. – les llamaron a través de la puerta.—Una tal Olivia les llama.
El momento fue interrumpido y Tom la odió. Olivia avanzaba y retrocedía en sus niveles de agrado.
—Pasare la llamada a la línea de Bill. – les informó.
— ¡Olivia!… – contestó emocionado Bill al teléfono luego de recibir una mirada de aprobación y resignación por parte del de rastas.
—Hola Bill. – le saludó con igual emoción.— ponme en altavoz, quiero hablar con ambos. –le pidió y el menor lo hizo.
—Listo. Tom, saluda.
—¿Cómo estás? – preguntó obedeciendo a su hermanito.
—Bien. ¿Ustedes? ¿Cómo van sus vacaciones?
—Geniales. – respondió el rubio.
—Me alegro, pero lamento decirles que han llegado a su fin. Ya se alargaron demasiado. Seré breve, es que tengo que tomar un avión.– seguía hablando sin parar.—Llegare a Alemania en dos días, así que los quiero en mi consultorio dentro de tres. Hemos perdido mucho tiempo y los necesito preparados para el nuevo ejercicio. Entraran en calentamiento mientras tanto.– los gemelos se miraron confundidos. —Tengo que ser breve, mi avión ya saldrá. Indicaciones: Harán un repaso de lo visto, besos, abrazos, cuidado, atención, mimos…Otra cosa, Bill me contó que han dormido en la misma cama. Vuelvan a hacerlo.
— ¿Eso es todo? – preguntaba con una sonrisa el mayor.
—No, piensen en algo que les sea curioso del cuerpo del otro.– añadió.
— ¿Puedo preguntar de que se tratara? – cuestionó el menor.
—Digamos que será un ejercicio anatómico.
Continúa…
Gracias por leer.