Medida publicitaria 6 (P.3)

Fic TWC de LadyScriptois

Ejercicio 6.3

—Entonces, ¿Bienvenida realidad? – preguntó Bill bostezando cuando llegaban a la puerta del apartamento, haciendo reír a el de rastas. — Quería quedarme. Mar y sol. Ya lo extraño.− decía con un puchero. — Quiero ir a la playa. Hace mucho que no vamos. – dijo mientras entraba.

—Estuvimos en la playa hace poco, Billi. – le recordó, sonriendo por lo caprichoso que estaba su hermanito.

—Sí, pero fue solo unas horas y era privada. Era algo así como que solo los cuatro a mitad de la nada.

—No hubieses disfrutado si hubiera estado llena de gente que nos reconociera.− conocía a su hermano.

—Es injusto. Quiero ir a la playa. – dijo nuevamente cruzándose de brazos. —Tom.− le llamó al ver que el de rastas se iba a su habitación dejándolo solo en la sala.

—Solo me voy a bañar, Bill.− le informó.

—Pero antes, haz algo.− Tom suspiro, su hermanito estaba teniendo un ataque de niño mimado.

Siempre sucedía cuando Tom hacia algo por su hermanito, y al parecer algo se activaba en el menor de los Kaulitz y se ponía caprichoso queriendo que lo mimaran más. Iría a él para que lo complaciera y el no dudaría en hacerlo. Sabía que era su culpa, lo consentía demasiado, pero no podía hacer nada, a él le gustaba eso.

Sin embargo, Bill ahora no tenía un ataque de esos. Solo quería la atención de Tom, aunque ya la tenía.

Luego de todo lo que vivieron en el yate, en los últimos días, las cercanías, las caricias, luego de ese casi beso que no salía de su mente, solo quería ser el foco de atención de su hermano mayor. Lo necesitaba, se sentía más dependiente del de rastas que siempre, quería estar siempre a su lado y ser para el mayor su único interés. Nadie más.

—Quiero ir a la playa.− le volvió a decir.

—Te llevaré a la playa, ¿De acuerdo? – le dijo sintiéndose orgulloso al ver la gran sonrisa en el rostro de Bill.

—Si…– se abalanzó a los brazos de su héroe rodeándole el cuello con sus brazos y fue correspondido por las manos del mayor en su espalda baja. — Eres el mejor Tomi.− le sonrió y besó su mejilla sonoramente.

—Ahora sí. Ve a alistarte para ir con Olivia. Yo haré lo mismo.

—Lo haré luego. Debes tener hambre. Iré a prepárate algo de desayuno.

—Comemos en el camino. No es por nada, pero tardas mucho arreglándote.

—Pero quiero cocinar para ti.− le miró con ojitos de cachorro. Eso siempre funcionaba cuando su hermano se ponía difícil.

—Está bien, pero que sea algo sencillo. ¿Sí? − aceptó haciendo sonreír a su hermanito.

—Sí, Tomi. – le volvió a besar y se dirigió a la puerta.

Tom lo vio salir y se dispuso a adentrar al baño, pero antes de hacerlo el cuerpo delgado de su hermanito se apegó al suyo en un repentino abrazo.

—Gracias Tomi. Te quiero mucho.− le dijo y besó nuevamente para marcharse, esta vez definitivamente, a preparar el desayuno.

Tom se sintió feliz porque su hermano lo atendiera, lo abrazara y besara. Tal vez ya no estaba disgustado por querer apoderarse de sus labios.

&

Luego que desayunaron Tom esperó a Bill que estuviera listo, quien tardó más de lo normal porque quería verse absolutamente lindo para su hermano. Tom pensaba que Bill posiblemente se vería lindo incluso sin ropa y luego se riñó mentalmente por las imágenes indebidas que su mente desarrollo.

Al salir, el pelinegro no dudó en tomar la mano de su hermano e hizo lo mismo al llegar al edificio donde estaba el consultorio de Olivia.

— ¡Qué bien se ven mis muchachos! – los saludó abrazándolos. — Parece que las vacaciones les cayeron bien.− dijo reparando en sus manos entrelazadas. Bill se sonrojó y estuvo a punto de romper el agarre, pero Tom entrelazó más sus dedos y se lo impidió.

Los gemelos le contaron como habían sido sus vacaciones obviando ciertos detalles como Daniel y su nueva forma de diversión que dejaba marcas en la pálida piel de Bill.

— Quiero que se separen. Tom tu ve allá.− le indicó una mesa esquinera que tenía una silla. — Y tu Bill siéntate aquí.− le indicó su silla y luego les tendió una hoja blanca, lápiz y un sobre a cada gemelo. — Allí escribirán tres partes del cuerpo de su contrario que les parezca interesante.− les explicó cuando ya cada chico estaban en su posición. — Y luego colocaran la hoja en el sobre. Les prometo que no las leeré. Por eso deben sellar el sobre.− finalizó. — Ya vuelvo.− salió del consultorio.

Bill pasó varios minutos mirando la blanca hoja, mientras se mordía su labio inferior pensando que escribir. Decidió mirar a Tom para ver que hacía, topándose con las orbes avellanas idénticas a las suyas que lo miraban detenidamente y se sintió desnudo ante ello, así que se ruborizó a más no poder y bajó la mirada enfocándola de nuevo en el papel a su frente.

Tom no tardó en escribir la primera parte del cuerpo de Bill que le llamaba la atención: Cuello.

El cuello de Bill y él se llevaban muy bien así que independientemente de que se tratara el ejercicio de Olivia, si estaban relacionados no disgustaba al mayor.

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—Ahora entréguenme los sobres.− les pidió la doctora luego que entró a la sala y los gemelos estaban de nuevo sentados en el sofá.

— ¿Qué? No, dijo que no los leería.− dijo alarmado el menor. No quería que alguien leyera lo que escribió.

—No los leeré. Volverán a ustedes cuando termine la cita.− les dijo con una sonrisa que no le daba mucha confianza al pelinegro, pero aun así entregó su sobre y luego lo hizo Tom.

—Ya para finalizar. ¿Qué tal van con dormir juntos?

—Bueno… Es…

—Lo estamos haciendo.− dijo Tom.

—Me alegro. Veo que estas más receptivo a los ejercicios. ¿No es así? – le preguntó Olivia al mayor.

—Sí, bueno. Es divertido.

—Seguro.− dijo Olivia con una pícara sonrisa. Estaba segura de que no era solo por eso. — Como sabemos lo que escribieron es lo que más les llama la atención, les interesa o les produce curiosidad del otro. Así que ahora depende de ustedes quitarse las dudas entre sí con respecto a sus cuerpos.

— ¿Cómo haremos eso? – preguntó curioso el menor.

—Eso se los encargare a ustedes. No los obligare, ni limitaré.

Luego de otros minutos más, la cita finalizó, siendo entregados a cada uno un sobre.

&

— ¿Por qué le mentiste a Olivia? – le preguntó cuándo veían televisión en el cuarto del mayor.

Gustav y Georg salieron a algún club de la ciudad y ellos prefirieron quedarse juntos.

Aburridos” les dijeron.

— ¿En qué mentí?

— Dijiste que estábamos durmiendo juntos.

— Y lo hacemos.

—La última vez fue cuando tuviste fiebre.− le dijo Bill.

—Parece que tienes razón… – dijo haciendo memoria.

—Tonto.− le insultó regalándole un empujón.

— ¿Por qué haces eso? – le dijo el mayor cuando recobró la posición.

—No te acordabas.− dijo cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

—Sabes que tengo mala memoria. – intentó defenderse.

—Eres un tonto.− volvió a decirle. — No te importa si duermo contigo o no.− dijo acusándolo infantilmente.

—Claro que me importa.− le siguió el mayor. Bill se veía muy dulce.

—No, no te importa. – se levantó dispuesto a marcharse.

— ¿En serio te vas a ir? – le preguntó intentando no demostrar lo que le divertía ver así a su hermanito.

—Si… y me llevo esto.− tomó a Tomi el león. — Buenas noches, Thomas Kaulitz.

El mayor frunció el ceño al escuchar su nombre completo salir de los labios de su hermanito y lo dejó ir. Esperó que pasaran alrededor de treinta minutos, cuando Bill estuviese ardiendo de la rabia por que Tom no había ido por él.

Acomodó su cama, cepilló sus dientes, apagó el televisor y se fue en busca de lo único que le faltaba.

No se molestó en tocar la puerta o en encender la luz. Se dirigió al bulto de la cama de aquella habitación y tomó el cuerpo en sus brazos como si se tratara de una novia.

— ¡Bájame! ¡Estoy enojado contigo! – iba pataleando el menor e intentando golpear el pecho del mayor, mientras Tom lo cargaba en dirección a su habitación, pero como estaba prácticamente aun envuelto en las sabanas no podía moverse mucho.

—Ya cállate. Sabes que no estás enojado. – le dijo soltándolo.

—Bruto, animal.− le dijo cuando cayó sobre la blanda superficie que era la cama de Tom. — Si lo estoy. Quiero irme. – le decía al mayor mirándolo fijamente y con el semblante serio.

—No lo estas y tampoco quieres irte. Solo eres un niño caprichoso. – dijo luego de correr las sabanas y acostarse al lado de su gemelo.

—No soy caprichoso. No quiero dormir hoy contigo.

—Pues vete nuevamente a tu habitación.− le propuso.

—Eso haré – iba a levantarse, pero fue retenido.

—No lo harás.− le sostuvo de la muñeca y atrajo su cuerpo al suyo, abrazándolo.

—Suéltame.− le pidió sin verdaderas ganas.

—No. Hace tiempo que no estábamos juntos en la cama. – dijo, haciéndole hervir las mejillas a Bill — ¿No lo extrañabas?

— No.− mintió.

—Que lastima, porque yo te quiero mucho.− le besó en la punta de la nariz y aun así no recibió respuesta — ¿En serio no me quieres? – besó ahora en su frente.

—Te quiero… – murmuró. Y Tom sonrió contra la piel del menor.

— ¿Si? − siguió preguntando, ahora más entretenido por que Bill estaba cediendo. — ¿Qué tanto me quieres?

—No te diré.− le dijo jugando con las rastas del mayor y estremeciéndose cuando Tom coló una mano bajo su camiseta y acariciaba su cintura.

—Está bien. Al menos acepta que si extrañabas estar así conmigo.

—Tal vez… – dijo sonriendo y dejándose atraer más al fibroso cuerpo contrario.

—Sé que lo haces. – afirmó. — Ahora durmamos.

—No tengo sueño.− dijo trazando dibujitos imaginarios en el pecho de su hermano.

—Luego dices que no eres caprichoso.

Continúa…

Gracias por leer.

Publico y rescato para el fandom TH

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