Medida publicitaria 7

Fic TWC de LadyScriptois

Realidad 1

Sus labios se rozaban con tanto amor, con tanta dulzura. Se querían. Tom lo quería y lo estaba besando.

—Tal vez debamos terminar con esto.− le comentó al menor contra sus labios y sonriendo

Tom se sentía tan feliz que no podía evitar sonreír.

A mitad de aquel beso el lavador sobre el que estaba sentado el pelinegro hizo acto de presencia y comenzó a moverse haciendo casi caer al menor.

Tom vio el rostro de Bill. Sus mejillas estaban a punto de estallar, sus ojos brillantes, sus labios rosas entreabierto y ligeramente hinchados y su pecho que subía y bajaba rápido contra el suyo. Sus respiraciones estaban agitadas y sus corazones palpitantes locos.

El de rastas quería probar una y otra, y otra vez aquella ambrosia que eran los labios de su hermanito. Y no se cortó en volverlo hacer siendo correspondido tímidamente por Bill.

Nuevamente el electrodoméstico se manifestó interrumpiendo el momento.

—Me quiere hacer caer.− se lamentó ante su hermano.

—No lo hará.− aseguró Tom alejándose de Bill.

Bill, con un intenso carmín en sus mejillas, se dejó cargar por el mayor para bajarlo de aquella peligrosa superficie.

—Deberías irte a cambiar. Yo me encargaré de este desastre.− le propuso, cuando reparó en que el camisón de Bill estaba mojado por la espuma que se degastó sobre la tela, y en el frío que había.

—Está bien.− murmuró Bill, sonriéndole tímido a su hermano y salió corriendo del cuarto de lavado.

Tenía tanta vergüenza, por todo, por cómo estaba vestido, por la forma en la que lo miraba Tom y por qué se habían besado. Se sentía más expuesto que nunca ante su hermano, en todos los sentidos.

Tom soltó un largo suspiro cuando quedo solo en el lugar. Quería pellizcarse para saber si era cierto lo que acaba de vivir, pero no hizo falta, las cosquillas en su vientre y el hormigueo de sus labios le aseguraban que lo vivido era cierto y tenía a Bill. Porque a diferencia de Bill, Tom sabía que su hermanito lo besó con más de la honestidad y pureza existente en el mundo.

Sentía a su hermano más suyo que nunca y haría todo lo posible para que siempre fuera así. Ser él el único que gobernara en los sentimientos del pelinegro y su tacto el único que hiciera estremecer su cuerpo.

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Bill sonreía igual o más tontamente que su hermano, mientras dejaba caer el agua de la regadera sobre su cuerpo. No podía evitar sonreír y tener que mojar directamente sus mejillas cuando recordaba la textura de los labios de su hermano sobre los suyos. Le parecía irreal, no se suponía que todo terminara así.

No le veía la lógica. Tom no podía haberse enamorado de él ¿O sí? Ni siquiera sabía si su hermano estaba enamorado de él. ¿Y si no lo estaba? Entonces, ¿Por qué lo besó? ¿Solo por curiosidad?

Luego se olvidó de todos los gestos sinceros que tuvo Tom para con él y su mente solo procesó a David explicándole la nueva medida publicitaria y a Olivia con sus ejercicios, recordó que estaban en uno de esos y se sintió inseguro como nunca antes.

— ¡¿Bill?! – escuchó como aquella voz tan conocida lo llamaba desde la habitación.

— ¡En el baño! ¡Ya salgo! – le respondió y detuvo el brote de agua.

Como sabía que posiblemente Tom quisiera ducharse luego de recoger el desastre que él hizo en la lavandería, decidió él hacerlo en su propio baño.

Se colocó su pijama aunque fueran apenas pasadas las cuatro de la tarde, de todas formas no tenían planeado salir. Cuando terminó de vestirse secó sus cabellos y fue a la habitación de su hermano.

—Te has tardado. – le comentó Tom.

—Si.− le sonrió un poco forzado.

Luego de aquellos pensamientos que lo hicieron llegar a una triste posible conclusión, Bill no se sentía tan alegre como antes.

— ¿Estas bien? – le preguntó el mayor preocupado.

¿Y si Bill había reflexionado lo sucedido? ¿Y si él precipitó todo? ¿Y si no era como pensaba y Bill no estaba tan seguro como creyó hace segundos?… ¿Y si Bill no lo quería como él lo quería y estaba arrepentido?

—Claro.− intentó sonar alegre. — Deberíamos pedir comida a domicilio. ¿No crees? Quiero pizza. – hizo un puchero que hizo sonreír a Tom.

—Sí, está bien. – aceptó, mirando aun dudoso a Bill.

—Iré a pedirla.− dijo con intenciones de salir de la habitación.

No le gustaba la forma en la que lo estaba mirando Tom. No podía fingir ante él.

— ¿Seguro que estas bien? – le preguntó nuevamente antes de que saliera.

Bill se giró y se dirigió hacia Tom besando su mejilla y regalándole una amorosa sonrisa.

—Lo estoy.− dijo antes de que Tom conectaras sus labios en un tímido y casto beso que lo hizo sonreír de nuevo. Una sonrisa totalmente genuina.

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Cuando llego la pizza, llegaron los G’s junto a ella, así que compartieron la comida juntos los cuatro, entre comentarios de futbol que hacían aburrir al menor, y comentarios con respecto a su atuendo del mediodía que lo hacían sonrojar.

—No es la gran cosa. – dijo irritado Bill. – Tom siempre esta con camisetas inmensas o Georg se la mantiene sin camisa y no le dicen algo.− se defendió con un gracioso mohín de enojo y cruzándose de brazos.

—Es diferente.− dijo Gustav.

— ¿Por qué es diferente? A ver…− pidió saber un enojado vocalista.

—Eres tú, Bill. – le respondió Georg como si fuera lo más obvio y lógico del mundo.

—No entiendo. ¿Qué tiene que sea yo?

—Eres lindo, eso es todo.− dijo el de cabellos castaños ganándose una mirada por parte del guitarrista.

—De seguro es lo que te pones cuando estas con quien que te dejó la marca en el cuello.− le picó el baterista.

Bill se coloró y Tom casi se ahogó con un pedazo de pizza.

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Bill esperaba fuera de la oficina de David y no dejaba de pensar en todo lo sucedió el día anterior.

La banda estaba tomando un descanso del ensayo y el aprovechó para ir a hablar con su productor. Tenía algo que pedirle, por el bien de él, de sus sentimientos y de su relación con Tom.

No dejaba de pensar en el día anterior. En el día anterior y Tom. En Tom y aquel beso. En aquel beso y todos los que le siguieron. En lo dulce que fue con él aquella noche, en las tiernas caricias que le brindó, en los contados besos castos que le regaló sin intención de nada más, en lo considerado que fue. Sabía que Tom quería hablar respecto a lo que pasó, pero el mayor también sabía que Bill no quería tocar ese tema, aunque no supiera el porqué. Así que simplemente se dedicó a mimarlo y a disfrutar de su presencia hasta que se quedaron dormidos. O hasta que Tom se quedó dormido, porque Bill no lo podía hacer, no cuando el silencio de la habitación lo obligaban a adentrarse a sus pensamientos y a sus miedos.

Antes, antes de Olivia y antes de esta estrategia mediática, veía a Tom como un amor imposible, que siempre estaría y que nunca seria. Años atrás se planteó si lo que sentía por su hermano mayor era amor verdadero, si realmente estaba enamorado o si era solo la costumbre y confusión. Se planteaba si estaba mal interpretando todas esas atenciones y ese amor que se tenían mutuamente, que era más del que se profesaban los hermanos normales, y que por su poca edad y vivencias creía que era enamoramiento.

Por Dios que muchas veces lo pensó, que analizó sus sentimientos, que consideró su amor, pero siempre llegaba al mismo resultado: amaba a su hermano. Tal vez desde la primera vez que se vieron o desde que nacieron. Desde que estaban en el vientre o desde su primer día de gestación. Siempre fue así.

Todo su ser estaba tan extasiado de que aparentemente fuera correspondido, de que su hermano lo quisiera como él quería. Que por primera vez, desde que se sinceró y aceptó que amaba a Tom, no tuviera que contenerse ante él. Sin embargo, una débil vocecita en su mente no le dejaba disfrutar con total plenitud.

Si Bill decía uno y los demás dos, el menor se ponía a llorar, y al guitarrista no le importaba cambiar todas las leyes de la matemática o inventarse un teorema para que la respuesta fuera uno y su hermanito dejara de llorar. Si Bill quería helado y Tom jugo, el mayor tomaba un helado, podría esperar por su jugo, porque el vocalista estaba sonriente cuando comía su helado y para el rastudo eso bastaba. Siempre fue así y el menor lo sabía. Y por qué lo sabía era que esa vocecita existía. Porque Tom siempre jugaba a la felicidad de su hermanito, sin importarle si tenía que pasar sobre su propio sentir y pensar. Porque estaba consciente de ello ¿Qué le aseguraba que esta vez el de rastas no estuviera jugando a eso?

Y es que todo se lo aseguraba. La delicadeza con el que lo besaba, las palabras lindas que le susurraba entre el beso, sus consideraciones, sus acciones, todo le demostraba que Tom lo amaba igual o más que él. Sin embargo, aún estaba inseguro. Por más tonto que sonara.

Cuando David salió a recibirlo solo pudo desear que Tom realmente lo quisiera como mostraba.

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Luego del ensayo Tom se excusó con Peter y salió apenas acabó. Usualmente se reunían luego de las prácticas, pero el guitarrista no iba a quedarse, tenía cosas más importantes que hacer.

Habló con David, y luego de alegar que su plan estaba funcionando como lo esperaban, que cada vez tenían más fanes, sus discos se vendían como comida caliente, que tenían sencillos número uno por toda Europa y que estaban en todos los medios de comunicaciones, el productor aceptó darles una semana de descanso. Y lo más importante, autorizó a Tom llevar a Bill de viaje.

Llegaba sonriente al departamento de la banda luego de haber hecho una magnifica parada en una agencia de viajes. Gustav y Georg jugaban ping pong y les aceptó jugar una partida luego de hacer algo.

Quería sorprender a Bill.

Cerciorándose de que su hermanito no estaba en su habitación, entró rápidamente y colocó en el centro de la cama del pelinegro una bombonera con un listón rojo y junto a ella un sobre. Salió sonriente de la estancia, porque sabía que su gemelo se emocionaría y alegraría.

Cuando llegó a su habitación el único sorprendido fue él.

Bill recogía todos los objetos que tenía en la peinadora de su hermano y lo colocaba en una pequeña cesta, también notó en ella sus shampoos y cosas de aseo, dirigió su mirada a la cama y el peluche que él le regaló a su hermanito tampoco estaba.

— ¿Qué haces? – preguntó confundido, haciendo sobre saltar a Bill.

—Recojo mis cosas.− le contestó sin atreverse a mirarlo.

—Ya lo veo. ¿Por qué lo haces?

Bill detuvo lo que hacía y decidió mirar a su hermano.

—Hable con David.− le informó.

— ¿Y? – Tom no entendía.

—Pues… Todo esto… Olivia y todo… Volvemos a la normalidad.

— ¿De nuevo ese tonto ejercicio?

—No… No es un ejercicio o algo así. Es… Se acabó. No más Olivia. Ni terapias, o fingir para practicar. David está de acuerdo en que ya podemos demostrar lo que se busca por cuenta propia, así que ya no tenemos que comportarnos diferente mientras no estemos bajo las cámaras. – explicó Bill con la voz casi ahogada y Tom entendió, y no supo si era por qué sintió algo similar a un puñal atravesarle o porque estaba shockeado, pero no supo que decir.

—Bueno… – logró decir aun un poco aturdido. — ¿Tú lo pediste?

—Si… – murmuró, bajando la mirada.

—Esta… está bien.− dijo, tragando para intentar desvanecer aquel nudo que se formó en su garganta. — Iré con los chicos. ¿Necesitas ayuda?

—No… ve, no te preocupes. – y Tom agradeció ello.

Salió de la habitación y pasó de largo a los G’s alegando que olvidó hacer algo, y de igual forma salió del departamento.

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Bill escuchó el sonido seco de la puerta del departamento cerrarse y no pudo evitar terminar de recoger sus cosas entre lágrimas silenciosas.

Cuando llegó a su habitación ordenó todo en su antiguo lugar y se sintió tan extraño al ver todo como antes cuando en su corazón nada era lo de antes. Su vista se fijó en una cajita en su cama acompañada por un sobre y supo que fue Tom, por lo que no dudó en acercarse a revisar el contenido.

¿Recuerdas cuando mamá nos quiso dar una habitación propia a cada uno? Lloraste todo el día. Le temías a la oscuridad y tenías pesadillas. Cada noche fuiste a mi habitación, hasta que mamá lo descubrió y te prohibió que lo hicieras. Durante ese tiempo sabía que estabas solo y que temías, y yo no podía hacer algo.

A esa edad me hice una promesa, nunca te abandonaría, siempre te daría lo que quisieras, sin importar que o su precio. Siempre velaría porque en tu rostro no faltara una sonrisa y que tú alrededor fuera tal y como tú lo sueñas. Siempre te complacería en todo y te ayudaría a cumplir todos tus sueños. Siempre. Porque es muy sencillo. Tu felicidad es mi felicidad. Solo eso.

¿Recuerdas nuestra primera cita con Olivia? Estabas tan enojado por mis respuestas. Me preguntaron qué pensaba de ti y hoy tampoco puedo responder esa pregunta, creo que tendría que inventar palabras para explicarlo o aprender algún idioma para hacerlo. También me pediste que te dijera que te quería. Tampoco puedo decirte que te quiero, porque puede que no basté.

¿Recuerdas que prometí llevarte a la playa? Pues creo que lo único que no he podido cumplir es que mamá no nos diera una habitación a cada uno, pero eso hoy no importar, porque prometo velar tu sueño y estar a tu lado cada noche.

Posdata: Te estarás preguntando si realmente escribí esta carta, y si, lo hice.

Te diría que la condición con la que la escribí es la destruirás apenas la leas, pero sé que no lo harás, así que ocúltala bien. ”

Los ojos de Bill estaban húmedos al igual que sus mejillas por las palabras de Tom. Sus dedos temblaron mientras sacaba el resto del contenido del sobre. Dos boletos para las Islas Maldivas.

Tom no rompía ninguna promesa y Bill solo esperaba que Tom entendiera.

Él quería que se amaran, si es que Tom también lo amaba, sin pretextos de por medio, sin estar atados u obligados a algo, que sus acciones no se pudieran justificar por algo más que no fuera por voluntad y deseo propio. Eso era lo que quería. Todo sincero y verídico. No por una medida publicitaria.

Continúa…

Gracias por leer.

Publico y rescato para el fandom TH

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