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“Niños Psíquicos” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Capítulo 19
Por fin el gran día había llegado: su primer día de clases en la nueva escuela. Para ninguno de ellos había sido una buena experiencia antes. Siempre temerosos de cómo los trataría el resto de los alumnos, sin poder explicar por qué palidecían de repente tras ver un espíritu o, en el caso de Bill, incapaz de acercarse a alguien por temor a que la sombra lo maltratara luego. En resumen, la escuela siempre fue un lugar solitario para los chicos.
A pesar de las protestas de las madres de los jóvenes, accedieron a que llegaran solos ahí. “Ya no tenemos seis años”, argumentaron juntos y tras la preocupación, ellas los dejaron, esta vez… no estaban solos, se tenían el uno al otro y ninguno permitiría que dañaran a su compañero.
Aún era temprano y Bill salió de la cama, quería ponerse guapo, no quería causar una mala impresión, fuera de lo extraño que ellos pudieran parecer, por una parte él: maquillado y el cabello rebelde y Tom con sus ropas anchas y las rastas.
—¿A dónde vas, amor? —preguntó Tom abriendo un ojo apenas.
—Quiero arreglar mi cabello —contestó simplemente.
—Tú siempre estás hermoso, bebé —Le sonrió picarón, el pelinegro le devolvió la sonrisa y fue a darse una ducha.
Tom era mucho más práctico y terminó antes, pero estaba embobado mirando a su amado. Finalmente bajaron y desayunaron contundentemente, ya que Nana se empeñaba en sobre-alimentar a Bill.
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Tomaron sus mochilas, se subieron al pequeño auto del pelinegro y condujeron al colegio. Al llegar, se besaron levemente en los labios y se dispusieron a entrar.
El edificio era enorme para un colegio de pueblo. Ambos sintieron un frío recorrerles la espalda y se miraron sabiendo que estaba lleno de presencias. Un poco intimidado, Bill instintivamente cogió la mano a Tom y emprendieron su camino.
Un chico vio sus manos entrelazadas desde atrás y se adelantó con una mueca de asco.
—¡Estúpidos maricas! —Les gritó y siguió su camino.
—Discúlpenlo —Pidió un chico un poco más bajo—. Soy Gregory y él es Steve —Se presentó amablemente extendiendo su mano, los chicos correspondieron con una sonrisa.
—Soy Tom y él es Bill, somos…
—Los nuevos… ya todos lo saben, es una escuela pequeña —Les sonrió— ¿Qué clase les toca? —preguntó amablemente.
—Álgebra —respondió el moreno mirando un horario en sus manos—. Genial —dijo con ironía.
—No te preocupes, el profesor Mandiola es muy bueno explicando y muy paciente Re-explicando —Sonrió—. Vamos, los acompaño, tengo la misma clase.
Los chicos se sonrieron, era la primera vez que alguien les hablaba tan normalmente. Bill estaba feliz de poder charlar con alguien y Tom estaba feliz de no enfrentarse a sus temores solo.
El profesor les hizo presentarse frente a la clase y sus compañeros les sonrieron, las chicas les coquetearon, pero al ver que continuamente unían sus manos, pues comprendieron el mensaje. Lamentablemente, Steve también estaba con ellos y no dejaba de taladrarlos con la mirada, era incómodo.
Estaban en un primer piso y de pronto, la sala se puso más fría de lo que ya estaba, los chicos miraron por la ventana y un fantasma les observaba. Tom no podía verlo, sólo sentirlo, pero Bill estaba petrificado, apretó la mano del rastudo y tembló. Tom, usando la conexión le calmó, pero aquel fantasma no desapareció, estuvo allí toda la clase. Cuando el timbre sonó, los chicos se miraron.
—Aún está ahí, ¿cierto? —indagó el rastudo en voz baja.
—No ha dejado de mirarnos, tengo miedo… ¿y si es violento? —miró a su novio y sus ojos se llenaron de lágrimas. Tom no pudo aguantarlo y lo abrazó.
—Oh, por favor, no den espectáculos aquí —Les espetó Steve mirándolos lleno de odio.
—Calma Steve —Le pidió Gregory—. Vamos, tenemos que llegar pronto a Inglés, la profesora se molesta si llegamos tarde —habló el chico a todos los que le oían.
—Vamos Bill. Lo perderemos ahora —Tom le dijo al oído. El moreno asintió y tomaron sus cosas, saliendo de allí.
La siguiente clase fue en el segundo piso y lamentablemente, el fantasma se posó nuevamente en la ventana mirando a los chicos, Bill trataba de concentrarse, pero sus manos temblaban, Tom sudaba helado, sentía que aquel espíritu quería contactarlos.
—Debemos decirle a David —comentó Tom saliendo a la hora del almuerzo—. Siento que ese chico quiere hablarnos o algo —afirmó sosteniendo su bandeja.
—Tengo miedo, su rostro está terriblemente ensangrentado, que apenas puedo distinguir sus ojos —explicó caminado hacia una mesa vacía, esta vez serían sólo ellos dos.
—No lo mires, bebé, sólo ignóralo —Sugirió sentándose y apretando su mano.
—Él está aquí, pero no se acerca —Miró su comida sin apetito.
—Puedo sentirlo, pero… come algo, Bill —De repente vio que su moreno fijaba la vista en Steve—. ¿Qué pasa?
—El fantasma lo abraza —respondió en un susurro, sin poderlo creer.
—Esa es una pista —Ambos chicos se miraron un poco más tranquilos y comieron.
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El colegio estuvo bien, a excepción de los espíritus que se paseaban por allí. Al llegar a casa, esperaron a que llegara David y le pidieron realizar una “hora muerta” para contactar a este fantasma en especial, pero el adulto se negó por estar comenzando la semana. “Estarán agotadísimos mañana”, les dijo, “tendrán que esperar hasta noche del viernes”. Los chicos sonrieron y aceptaron la propuesta.
Los días siguientes transcurrieron muy bien, los chicos unidos, habían podido controlar sus miedos y vivir normalmente, hasta el jueves.
El jueves por la mañana, durante la clase de Historia, el pelinegro sintió unas ganas enormes de ir al baño, pidió permiso y salió de la sala. Tom sintió que la presencia del fantasma desapareció de la ventana e inmediatamente encendió la conexión. Si ese fantasma se acercaba a su Bill, él saldría corriendo sin dudarlo, aunque lo tildaran de loco, su apacible vida se iría a la mierda, pero Bill era mucho más importante que todo.
Se concentró en Bill y prácticamente pudo sentir el agua lavándole las manos, dio un gran suspiro… su bebé estaba bien… hasta que sintió el bello de la nuca erizarse, Bill tenía miedo y luego… se tranquilizó. A los pocos minutos el pelinegro regresó y se sentó a su lado, luciendo pálido.
—¿Estás bien? —cuestionó entre susurros, acercándose todo lo que podía.
—Debo entregar un mensaje —dijo mirando su cuaderno—. Hoy mismo —Tom asintió.
Apenas terminó la clase, todos se apresuraron a guardar sus cosas para regresar a casa. Bill se puso de pie y se acercó rápidamente a Steve.
—Debo decirte algo —Bill comentó suavemente. El rastudo se puso a su lado y tomó su mano fría.
—No tengo nada que hablar contigo —Le espetó el chico.
—Patrick dice que no fue tu culpa —expresó mirándolo de frente y luego todo pasó en cámara lenta.
Steve palideció y luego su rostro se llenó de ira. Empuñando su mano derecha, le dio un tremendo golpe a Bill, directo en ojo. Tom se sorprendió y luego se arrojó sobre Steve, dándole una paliza. Estaban en plena pelea cuando ambos fueron jalados por dos profesores.
—A la dirección. ¡Ahora! —Les reprendieron. Los tres apretaron los dientes y caminaron hacia la oficina.
—¿Qué ha pasado? —preguntó impaciente el hombre moreno.
—Steve golpeó a Bill —Comenzó Tom, molesto al ver como el ojo de su pequeño se hinchaba.
—¿Steve? —cuestionó el director, el otro chico agachó la cabeza—. Ya veo… Ustedes —dijo dirigiéndose a los chicos— pueden retirarse—. Los dos salieron y se preguntaron qué pasaría con Steve.
—Hay que ponerte hielo —advirtió Tom, sentándose al volante para regresar a casa.
—Lo siento —Si disculpó el pelinegro, bajando la mirada.
—Claro que no… nada de esto es tu culpa, quisiste ayudarlo y míralo, es un animal —dijo el rastudo apretando el volante sin dejar de conducir.
—Tu labio está sangrando —comentó tristemente el moreno.
—Lo sé… y tu ojo estará morado mañana y todo por culpa de ese maldito —Al llegar entraron de inmediato a la cocina en busca de hielo.
—¡Oh Dios mío! —exclamó Nana al verlos a ambos heridos—. Ya han peleado, por lo menos duraron más que David jejeje.
—Los fantasmas nos metieron en problemas, Nana, no fue nuestra culpa —Se justificó Bill.
—¿Hay un espíritu violento? —indagó Ann entrando a la cocina y escuchando lo último que se dijo.
—No… no exactamente —Quiso explicar el pelinegro, mientras le ponía hielo en el labio a Tom.
—Cuéntame, pueden confiar en mí —pidió la mujer.
—Un fantasma, Patrick, nos ha estado acosando desde que entramos a la escuela —Continuó Bill.
—¿Es un chico como de su edad? —preguntó Ann.
—Sí… él me pidió que entregara un mensaje y al hacerlo, recibí esto —contestó señalando su ojo—. Tom se molestó y peleó con el chico que me agredió.
—Ya veo. ¿Y cuál era el mensaje?
—Que “no fue su culpa”. Creo que Patrick no podrá cruzar si Steve no lo deja ir —afirmó pensativo.
—Tienes razón, Bill. ¿Pero cómo haremos que el estúpido de Steve comprenda eso?
—Hay que hacer la hora muerta con él —sentenció seguro el pelinegro. Tom lo miró dudoso, pero asintió, había que ayudar a ese espíritu a cruzar y de paso sacarse de encima a Steve. Ahora sólo había que encontrar la forma de engañarlo y hacer que participara con ellos en el ritual.
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La mañana siguiente fue dolorosa para los chicos. Bill por su ojo amoratado, que ni siquiera el maquillaje podía ocultar, y Tom por el dolor en su labio partido.
—Steve me contó todo —Le habló Gregory en la entrada de la escuela—. Tenemos que hablar —Pidió seriamente, pero con una mirada suplicante.
—Bien… aún tenemos tiempo —Acordó Tom, guiando a los chicos al patio de la escuela.
—¿Quién es Patrick? —cuestionó Bill apenas se hubieron sentado.
—Pensé que lo sabían y estaban burlándose de Steve —respondió sorprendido el chico.
—Somos nuevos, ¿recuerdas? No sabemos nada de este pueblo —aclaró Tom mirándolos a ambos.
—Es una triste historia —Comenzó Gregory—. Patrick era el mejor amigo de Steve, eran inseparables, hasta que…
—Murió —Concluyó Tom en un susurro.
—¿Cómo sabes eso? Creí no lo conocías —Se molestó el chico.
—Y no lo conocemos… es sólo que… —Se rascó la cabeza—. Cómo decirlo sin que parezca muy raro…
—Podemos ver fantasmas —Soltó Bill de repente. Tom lo miró con los ojos grandes y Gregory se ahogó.
—¡¿Me estás tomando el pelo?! —dijo el chico furioso y poniéndose de pie.
—No —contestaron al mismo tiempo.
—¿Están locos? —El chico estaba cada vez más molesto.
—Escúchanos, por favor —Pidió Bill—. Tú eres el único que escuchará esto, ¿sí? —Gregory asintió—. Tom y yo somos “niños psíquicos”, podemos sentir y a veces ver: espíritus o fantasmas.
—¿Como David Jost? —indagó sorprendiendo a los novios.
—¿Conoces a David? —preguntó Tom—. Él nos enseña a usar nuestros poderes.
—Debieron empezar por ahí —agregó Gregory respirando profundamente—. David es como una especie de héroe aquí.
—No sabíamos eso —comentó el pelinegro.
—Entonces de verdad pudieron hablar con Patrick —Asumió al fin el chico.
—Y debo entregarle un mensaje a Steve, de lo contrario… jamás podrá irse de aquí —expresó tristemente el pelinegro, bajando la mirada.
—Él debe entrar al paraíso —Completó el rastudo.
—Comprendo. ¿Y qué hay que hacer? —indagó Gregory con muchas ganas de ayudar.
—Debemos hacer un ritual con Steve, mañana a las 3 am. ¿Podrías ayudarnos a convencerlo? —Pidió Bill, mirándolo fijamente.
—Lo haré. Lo prometo.
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Reluctante, Steve llegó junto con Gregory a la medianoche del viernes. Rápidamente y sin ahondar en detalles, David les explicó a los chicos que Bill y Tom harían contacto con Patrick para entregar el mensaje y luego ellos podrían hacer lo que quisieran, creer o no, era su decisión.
Salieron afuera, había luna llena que junto a unas velas, proporcionaban luz. No hacía frío, pues aún no acababa el verano. Se sentaron en círculo y esperaron en silencio. A las 3:00 am en punto. Todos cerraron los ojos y tanto Tom como Bill comenzaron a respirar pausadamente. De pronto el ambiente se puso frío y la conexión se encendió. Sujetos de las manos, Bill habló.
—Patrick está aquí —dijo mirando a Steve—, está a tu lado, está muy triste, aunque no puedo ver con claridad su rostro —El aludido, volteó en todas direcciones y no veía nada.
—No puedes verlo, pero puedes sentirlo —explicó Tom—, está muy frío —Sólo entonces Steve lo comprendió, él varias veces había podido sentir ese frío a su alrededor, incluso en pleno verano.
—Puedes hablar con él… te escucha —Ofreció el pelinegro.
—Yo… lo siento tanto —dijo Steve repentinamente, llorando como un niño—. Debí ir contigo, debí acompañarte, debí protegerte, debí estar ahí —Balbuceó entre sollozos.
—Su rostro se está limpiando —explicó el moreno—. Es muy guapo y sonríe, pero…
—Dice que estés tranquilo —habló Tom—. Él estaba tan asustado como tú, pero se arrepiente de no haberte dicho antes cuanto te amaba —explicó con los ojos cerrados.
—Yo… aún te amo Patrick y te extraño tanto —Soltó Steve sorprendiendo a todos—. No debí decirte nada… si tan sólo me hubiera quedado callado, no habrías salido huyendo y aún estarías aquí —Confesó al fin.
—Dice que todavía siente en sus labios el beso que le diste y que es su recuerdo más feliz… que lamenta mucho haber sido un cobarde —Siguió Tom.
—También dice que no estés más enojado, que las personas que le atacaron estaban drogadas, que no sabían lo que hacían, que ya dejes de sufrir —Continuó Bill.
—Lo siento… lo siento tanto —Volvió a llorar Steve.
—Debes perdonar y dejar que se vaya —explicó David.
—Pero yo… no quiero que se vaya, lo necesito tanto. ¡Patrick! —Gritó—. No me dejes, por favor.
—Él dice que siempre cuidará de ti, pero no quiere que continúes castigándote —habló el pelinegro mientras una lágrima bajaba por su mejilla.
—Cuanto te ama —agregó Tom secándose también una lágrima.
—¿Qué fue lo que pasó esa noche Steve? —preguntó David para tratar de liberar al chico de su culpa.
—Patrick y yo éramos los mejores amigos, pero en mi corazón yo sentía mucho más que una simple amistad, entonces ese maldito viernes después de la fiesta, caminamos de regreso y yo le tomé la mano, él me dejó, pues en secreto siempre lo hacíamos, pero eso no fue todo, le confesé mi amor y aprovechándome de su asombro… lo besé —Lloraba al relatar los hechos—. Entonces salió corriendo, huyó de mí… yo pensé que necesitaba tiempo para asimilar la noticia y me fui a mi casa… si tan sólo lo hubiera seguido, jamás… —Su llanto no le dejaba hablar.
—Al día siguiente encontraron su cuerpo —Continuó Gregory—. Una pandilla de drogadictos lo atacó y lo golpearon hasta morir —Él tampoco pudo reprimir una lágrima.
—Pero no fue tu culpa, Steve —Sollozó Bill—. Él está desesperado ahora al verte así.
—Debes dejarlo descansar —Volvió a insistir David.
—Tom… ayúdame —pidió Bill—. Necesito tu energía.
—Te entiendo —Se apretaron las manos y se concentraron en Patrick, usaron todo su poder y el fantasma habló directamente al oído de Steve.
—No fue tu culpa… y lo siento… yo te amo también, siempre te amé, pero tenía mucho miedo, éramos amigos y “hombres”, nunca pensé que sentirías lo mismo que yo.
—Los chicos se debilitaron y sus rostros palidecieron, sólo entonces Steve lo comprendió, sonrió y asintió.
—Está bien Patrick, ya no estaré más triste, pero nunca te olvidaré —Una luz llenó el lugar y la temperatura volvió a la normalidad.
—Se ha ido… —susurró David mirando a Steve—, pero no para siempre… ha dejado de ser un alma en pena, para convertirse en un ángel de luz que te cuidará hasta el fin de tus días.
—Gracias… Gracias a todos —dijo el chico notoriamente más calmado.
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Las visitas se fueron, y Bill y Tom a duras penas llegaron a la habitación. Se quitaron la ropa y se metieron bajo las sábanas.
—Estoy muerto —comentó el de rastas, abrazando a su pequeño.
—Igual yo… pero ha valido la pena.
—Lo sé… Creo que ahora tenemos un amigo más —dijo besando la frente del moreno.
—Nos estamos acercando a la normalidad, ¿no crees? Somos novios y tenemos amigos, ¿qué más se puede pedir?
—A mi no me importaría no tener absolutamente nada, siempre y cuando tú estuvieras conmigo.
—Tomi, Tomi, Tomi, sin duda estamos conectados, yo pienso exactamente igual.
Y tras un suave beso, se durmieron.
& Continuará &
Gracias por leer el especial y como les dije, queda uno más, que será como un epílogo, para que sepan qué ocurrirá con los chicos de ahora en adelante. Me harán feliz si comentan. Besos y hasta siempre.