«Un pirata no se enamora»
Cap 18: Un rey más
Salí corriendo de la florería…tal vez me había equivocado de lugar ¡ese bar tenía que existir! Recorrí Dublín por todos lados y no encontraba ese bar. Fui hacia el puerto y habían barcos que sabía que eran piratas pero ninguno tan imponente como el de Thomas. No encontraba ni un rastro de él…nadie sabía de su barco del cual ya ni el nombre recordaba…es como si…no hubiera existido.
Afligido y sudado llegue al castillo de mi padre…estaba muy exhausto. Al entrar mi padre estaba por salir.
-¡Qué bueno que llegas Bill!- me dio un abrazo eufórico – arréglate un poco que llego el conde de España.
-Si- conteste y me mire al espejo del vestíbulo. Me arregle mi largo cabello y la vestimenta y me pare al lado de mi padre de forma elegante.
Nos quedamos allí hasta que se abrieron las puertas y allí entro el criado con un hombre.
Mis ojos se abrieron como un par de platos al ver a ese hombre. Una punzada atravesó mi cabeza haciéndome gemir del dolor.
-¿Bill estas bien?- pregunto mi padre preocupado.
-¿Sucede algo?- dijo con su gruesa y elegante vos.
-Oh ¡Moxica! Un placer volver a verte- Moxica hizo una reverencia.
-El placer es mío mi rey- le beso la mano.
-Él es mi hijo Bill – dijo orgulloso- el menor.
-Placer…- no pude quedarme allí. Salí corriendo hacia mi cuarto…me dolía la cabeza al intentar recordar a ese Moxica. Sabía que lo había visto que tenía que ver con Thomas pero no lo recordaba.
Me desprendí de mis ropas lentamente…en verdad estaba cansado…quería cerrar los ojos y ver que todo estaría bien…nada me preocuparía.
-Señor despierte- escuche la vos de la mucama- su padre lo necesita.
Sin decir nada camine como un fantasma hasta la ducha y me arregle. Esta mañana me sentía vacío…como una estructura perfecta y bella por fuera pero vacía por dentro. Mi vida era monótona…sabía que había algo del cual tenía que averiguar pero no recordaba que era.
Fui al despacho de mi padre y allí estaba él, con el conde de España.
-Buenos días- dije. Mi padre me sonrió y Moxica me hizo una pequeña reverencia. Me senté junto a Moxica, frente a mi padre.
-Bueno Bill te llamaba porque te tengo excelentes noticias- me dijo. Yo solo asentí con la cabeza- la hermana de Moxica acaba de cumplir los 18 años y busca marido- no entendía a donde quería llegar- si te casas con ella uniríamos tratos con España-
-¿Casarme con alguien que no conozco?- pregunto mosqueado.
-Tendrás un mes para conocerla – me dijo sonriendo- es un gran negocio.
«Negocio» Me repetí en mi mente. Pero… ¿Por qué no? Al fin y al cabo para esto estaba criado. Ser alguien de la grandeza, comer y vivir como cerdo mientras otros mueren. Esa era mi vida.
Al pensar así una punzada en mi cabeza me hizo llegar la imagen de un chico…un chico con rastas estaba dándome la espalda ¿Quién era? ¿Quién era ese chico? Otra punzada en mi cabeza. Me la agarre y gemí un poco por el dolor.
-Bill esas reacciones ya me preocupan. Llamare al médico- dijo saliendo del despacho.
Sin si quiera mirar a Moxica, salí del despacho y fui hacia la cocina. Tal vez tenía hambre si eso era.
El tiempo fue pasando. Yo cada día me sentía más vacío…los dolores de cabeza habían cesado.
Conocí a la hermana de Moxica, Andrea. Ella era bastante agradable. Tenía el cabello negro y ondulado, unos ojos cafés oscuros y de piel canela. Habíamos estado saliendo por un mes. Un mes en el que yo mantenía la mente en la nada…todo me daba igual me sentía…es más ni sentía. Nada tenía sentido.
Mi boda se acercaba ya. Andrea era perfecta según mi padre así que… ¿para qué llevarle la contraria? Solo faltaba un día. Esa noche había tenido un sueño bastante extraño.
Iba de la mano de Andrea en nuestro paseo matutino por la playa. Íbamos hablando de los planes que tendríamos a futuro…bueno ella era la que habla de eso. Entonces gire mi cabeza aburrido hacia el mar y allí había un barco.
Un barco de velas negras con bordes rojos…se me había conocido pero no lograba reconocerlo…entonces de repente aparecía solo dentro de aquel barco.
Estaba totalmente deshabitado…no había nadie. Camine hacia la cubierta y allí había un chico…miraba hacia el mar ya que me daba la espalda. Traía rastas monas y negras…era alto y delgado pero con músculos definidos… ¿Quién era él?
Quería caminar hacia aquel misterioso hombre pero jamás llegaba. Me mantenía caminando pero jamás podía acercar es más…parecía que me alejaba más.
Me parecía curioso aquel sueño pero ya le restaba importancia. A casi todo le restaba importancia ya, no me importaba nada. Me aliste por última vez mi traje de novio, según mi padre la embajada española y el mismo estarían presentes así que tendría que estar lo mejor posible.
Yo ya solo hacía caso como un perrito obediente. No protestaba me decían Bill has esto…Bill ponte lo otro y yo simplemente lo hacía.
Me subí al carruaje que me llevaría donde mi futura esposa…no fue más que 10 minutos para llegar a uno de los jardines de mi padre. Había bastante gente, muchos no conocía podría asegurar que la gran mayoría.
La música irlandesa tradicional del matrimonio empezó a sonar. Me di la vuelta y allí había llegado mi prometida. Veía todo como en un tercer plano. Este era el fin lo presentía…el fin de Bill para convertirse en la viva imagen de William. Un rey más. Un cerdo. No había más historia.
Continúa…
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