“Polvo de estrellas”
Drabble 2: Pacto
El pequeño Tom se quedó un rato más en el prado, siendo acariciado por aquella tibia brisa que le decía cosas que no podía entender, pero sí sentir.
—Estoy muy feliz —Logró susurrar el chico de rastas, al sentir como su mejilla era tiernamente acariciada como su fuera por una pluma.
—Gracias —Pareció decir el viento—. Debes volver a casa.
—Lo sé, pero regresaré.
—Te esperaré Tom… te quiero.
—Lo sé… porque yo —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Te extrañaba tanto.
La brisa se hizo más cálida a su alrededor, era un verdadero abrazo etéreo, el pequeño se dejó hacer y luego arregló la gorra de su cabeza y miró al cielo, sólo para ver un destello luminoso alejarse a alta velocidad.
—Hasta pronto —gritó todo lo que sus pulmones le permitieron y corrió de regreso a la entrada del bosque, esperando no perderse en el proceso.
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Desde su cumpleaños número once, Tom Kaulitz, volvió al bosque cada tarde, sólo para sentir aquella mágica presencia que le hacía sentir especial, sin embargo, aquel ser místico no volvió.
Varias veces, al estar recostado mirando el cielo, le llamaba, esperando alguna respuesta, pero no llegaba, el viento ya no le acariciaba. Cada día volvía a casa derrotado, angustiado… solo.
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El primero de septiembre del año siguiente, no fue excepción alguna, y Tom corrió a toda velocidad al bosque, esperando que tal vez, por ser un día especial, podría volver a sentir al ser, su amigo del bosque.
Su corazón latía con fuerza, tal como hacía un año atrás. «Está aquí» Se dijo así mismo, y corrió con más ánimos hacia su encuentro.
—Hola… —llamó apenas llegó al prado verde.
—Tom… has vuelto.
—Claro que he vuelto —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Fuiste tú quien no volvió —Se limpió los ojos con la manga de su playera, no comprendía el por qué, pero su alma de niño, se hallaba presa de las emociones—. He vuelto cada día y tú no estabas… te extrañé… tanto —Cayó al suelo llorando.
—Lo siento —La brisa cálida se arremolinó a su alrededor, para abrazarlo y acunarlo—. No podía venir, está prohibido, incluso hoy, no debería, pero hoy es…
—Mi cumpleaños.
—Nuestro… —respondió la voz, más cerca de su oído y sintió como si un tibio beso fuera depositado en su mejilla.
—Felicidades —dijo el rastudo con una pequeña sonrisa.
—Te quiero Tom.
—Lo sé.
—No podré volver siempre.
—¿Cuándo?
—Cada año, en esta fecha —respondió la brisa.
—¿Lo prometes?
—Es nuestro pacto.
Aquella tarde, las rastas del pequeño Tom flotaban, acariciadas por una entidad invisible que las levantaba con ternura, haciendo reír al niño.
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Las horas pasaban, y el azul del cielo se tiñó de colores rojizos, ninguno de los seres que se hallaban en el prado deseaba despedirse, pero ambos debían regresar, por razones diferentes, pero igualmente importantes. Tom, para no recibir una reprimenda de su madre y el otro ser, porque el permanecer allí, ponía en riesgo su vida.
—Debo irme —susurró con pesar la voz dentro del viento.
—Lo sé, yo también, pero… es tanto tiempo.
—El tiempo es relativo Tom.
—No quiero que me dejes.
—No puedo dejarte, somos uno Tom. Yo soy tú y tú eres yo.
—No entiendo.
—No es necesario que lo hagas.
—Será hasta dentro de un año entonces.
—Adiós Tom.
—Hasta pronto.
La tibia brisa volvió a cubrir el cuerpo del niño y sus rastas flotaron, causándole una leve sonrisa. Al desaparecer, Tom sintió frío y soledad, tal vez aquella voz tenía razón, eran uno y por eso al verle partir, se sentía solo, porque una parte de él se iba, lo dejaba “incompleto”.
Miró al cielo, que ya estaba oscuro y vio la hermosa luz brillante que voló a toda velocidad, cruzando el firmamento y que regresaría dentro de un año, tal como estaba pactado.
Continuará…
¿Qué pasará en los siguientes encuentros? A medida que Tom crezca, ¿cambiará su opinión de la presencia del bosque? ¿Se mostrará ante un Tom más grande? No se pierda la continuación. Y no olvides hacerme feliz con un comentario.