Este fic es General, porque el protagonista es Pumba, pero está clasificado como slash, por el romance entre sus papis, los gemelos Kaulitz
Notas de MizukyChan: Tal vez aparezcan imágenes y por eso tarde un poco en cargar el documento. Ok, no estoy muy informada de nada sobre Alex ni mucho menos, así que si lo menciono es sólo para fines de escritura. No es que lo odie, pero tampoco me cae bien. Pero lo incluyo, porque tarde o temprano usaré a sus perritos también.
“Pumba y sus amigos” Fic Twc / Toll escrito por MizukyChan
Pumba: el origen
En el principio, todo era oscuridad, hasta que el lengüetazo húmedo en su mejilla le indicó de debía tratar de abrir los ojos.
—¿Quién eres tú? —preguntó sin palabras, como solo los animales sabían hacer.
—Soy tu madre, pequeño.
Y con esa suave respuesta, el “pequeño” cerró los ojos otra vez y se dejó abrigar por el calor peludo del ser más grande, que ahora llamaba “madre”.
Algunas veces, volvía a abrir los ojos, pero no era realmente necesario, su “madre” lo alimentaba y todo estaba bien en el mundo.
Pero el tiempo siguió transcurriendo y un nuevo ser apareció “allí”.
—Él es “el humano”. —Informó su “madre” al pequeño, notando la mirada curiosa del otro.
—¿Por qué es tan grande? ¿Por qué solo camina sobre dos patas? ¿A qué viene?
—Los humanos son así de grandes, todos ellos caminan en dos patas —respondió la “madre”.
—¿Y a qué viene? —El pequeño repitió la pregunta, tras el silencio de su “madre”.
—Viene a llevarte, como a mis otros pequeños. —Los ojitos caídos de la “madre” mostraron tristeza—. Se un buen chico y ellos te cuidarán bien —dijo y dio un último lengüetazo a la cara de su hijo.
El humano lo cogió en sus manos y el pequeño se retorció incómodo, sus patitas no tocaba el piso y eso lo asustaba mucho.
—Tranquilo, chico —susurró el ser grande y luego lo sacó de “allí” para llevarlo a otro lugar, con mucha luz y que nunca antes había visto—. Aquí está, Alex —habló el humano a otro humano, incluso más grande que él. El pequeño soltó un chillido agudo, intimidado por esos seres tan diferentes, feos y altos.
—Hey. —Saludó el humano llamado Alex—. Ven conmigo, estás gordito y te ves muy tierno, estoy seguro que te amará.
—¿Me amará? ¿Quién me amará? —Los chillidos del pequeño se hicieron más audibles y el humano lo cargó con cariño hasta un monstruoso ser oscuro—. ¡Madre! —Aulló el perrito—. ¡Tengo miedo! ¡Madre, ven!
—¡Ya cállate, niñito! —Gritó en silencio una voz muy similar a la del pequeño y a la de su madre.
—¿Quién, quién eres tú? —preguntó el cachorro al otro perrito oscuro que ya estaba dentro del monstruo de metal—. ¿Ya te comió el monstruo?
—¿De qué hablas, niño? —El perrito hizo un movimiento, indicando el lugar, donde lo ubicaban también.
—Esta cosa es un monstruo —respondió.
—Esto no es nada parecido a un monstruo. Es un coche. Es muy cómodo, una vez que te acostumbras y ya no te mareas —dijo el perrito oscuro.
—Ya, mis niños, nos vamos. —Anunció el humano Alex, sentándose en la parte delantera de aquella cosa llamada “coche”.
—¿A dónde vamos? —preguntó el perrito con un ligero toque de pánico—. ¡Quiero a mi madre! —Aulló muy nervioso.
—Tranquilo, chico —repitió el humano, dando una mirada hacia atrás.
—Calma, niño —dijo el perro oscuro—. Ahora te llevarán donde Bill.
—¿Quién es Bill?
—Alguien que cuidará de ti —contestó el otro perrito—. Me das un poco de envidia. Bill es muy agradable y su hermano también. Y huelen muy rico. —Sacó la lengua, saboreándose el hocico.
—¿Por qué?
—No preguntes. Solo disfruta. Cuando lleguemos allí, te pondrás a comer todo lo que pilles. —Mandó con la voz muy seria, asustando un poco al pequeño.
—¿Por qué?
—Porque vamos a fastidiar al “favorito de Tom”.
—¿Eh?
El pequeño quería preguntar muchas cosas, pero al parecer ya habían llegado, porque el gran monstruo dejó de moverse. El humano Alex volvió a abrir la puerta y lo tomó en sus manos y dando un silbido, el perrito negro siguió a su amo.
.
Tan solo en un día, el pequeño había visto miles de cosas y lugares que nunca en su corta vida había visto. Le costaba entender el porqué de las cosas, pero se dejó guiar por los más grandes, bueno, la verdad es que tampoco tenía muchas opciones.
Algo sonó muy fuerte y soltó un chillido de susto—. Tranquilo, niño, solo es un timbre. Así es como los humanos avisan su llegada. —Explicó el perrito oscuro—. Y recuerda, apenas entremos, me sigues y nos comemos todo. —El pequeño podía ver la cara de travieso del otro y simplemente asintió. Supuso que debía “estar en la buena” con el ser que era igual a él o de su misma especie, así que decidió que comería.
La puerta se abrió y un aroma delicioso rodeó sus fosas nasales, pasó la lengua por su hocico y pensó que no sería tan malo comer una cosa o dos en aquel lugar.
—Hola, Tom. —Saludó el humano Alex.
—Hola, Alex, pasa, Bill viene en un segundo. ¿Y este campeón? —El humano Tom pasó sus manos por la cabeza del cachorro y una sensación muy rica se instaló en el corazón del perrito.
—Es el regalo para tu hermano, el que te prometí.
—Oh, ya veo. Dámelo. —Lo cogió en sus brazos y el pequeño decidió que le gustaban mucho más los abrazos del humano Tom y además, olía delicioso. Se acurrucó y acarició con su cabeza el pecho del ser más grande—. Eres un dulce, pequeño.
—Sí, ese soy yo, “el pequeño”. —El cachorrito abrió los ojos contento, por fin alguien le llamaba por su nombre.
—Ven, te llevaré a comer algo.
—Sí. —Gritó el perrito oscuro, que iba a los pies del humano Tom y que de vez en cuando daba saltitos de gusto.
—Allí tienes.
El humano Tom bajó al pequeño y procedió a llenar la fuente del alimento y además puso unas galletas deliciosas allí.
—¡COME! —Gritó el perrito oscuro y el pequeño enterró su hocico en la fuente.
Bill se quedó de pie en el marco de la puerta, viendo como el cachorro disfrutaba de la comida, mientras Tom reía de sus patitas que casi entraban en el plato.
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De pronto, el pequeño se sintió muy lleno y algo muy raro le pasó a su estómago, se alejó del plato que ya no tenía comida y arrugó mucho más su frente, dejando salir aquello que lo molestaba y fue muuuy sonoro.
—¡Joder! —Tom estalló en carcajadas.
—¡Que pedo tan hediondo! —Exclamó Bill, uniéndose a las carcajadas de Tom.
El pequeño los miró sin entender nada y se sintió un poco avergonzado porque el perrito oscuro le dio un empujón, diciendo que apestaba.
—Tu regalo no dejó una buena impresión —dijo el humano Alex entrando a la cocina.
—¿Mi regalo? ¿Es el que me prometiste? —preguntó Bill a su gemelo, sintiéndose emocionado. El otro asintió y entonces, el rubio cogió al pequeño en sus brazos y le besó la cabecita—. Hola pequeño.
El perrito se sintió casi tan feliz como cuando el humano Tom lo cogió en sus brazos, quiso saludarlo y lo hizo tan fuerte como pudo—. GUAU
—Aaaww, que cosita tan mona. —Casi se derritió ante su nueva mascota.
—Necesitará un nombre. —Afirmó el humano Tom.
—Por la forma en que comió y por los efectos de sonido posteriores, creo que te pondremos “Pumba” —dijo el humano Bill—. ¿Te gusta tu nombre? Tú serás Pumba, nuestro pequeño Pumba.
—Guau —Sí, al pequeño le encantaba su nuevo nombre—. Escucha amigo, me llamo Pumba, ya no soy más “el pequeño”, ahora soy Pumba —dijo con orgullo.
& Continuará &
¿Gustó? ¿Quieren más? Me encantan las mascotas. Mi perrito Axel ya es grande y es un gruñón, pero cuando estaba cachorro era una cosa igual de dulce.
Muy hermosa la historia me esta gustando
Pumba siempre me causó mucha ternura, por eso nació esta serie.
Espero te siga gustando. Besos