Reverse 22

«Reverse I» Fic de Alter Saber

Capítulo 22: Incertidumbre

«Me pierdo en el tiempo, Pensando en tu cara,

Sólo Dios sabe, Porque me está llevando tanto tiempo,

Despejar mis dudas, Tú eres el único al que yo quiero»

Adele (One and only)

Luego de que Andy se fuera de la casa, ese mismo día en que Tom encontró a Bill; Clarise y yo, nos quedamos un tiempo más sentados en el sillón, sin pronunciar palabra alguna.

Sí lo que Andreas había dicho era verdad; tenía muchas cosas de que preocuparme:

1. Cometieron un pecado que es aborrecido por Dios.

2. Cuando se enteren de la verdad, ambos me odiaran.

3. Simone no me va a perdonar semejante barbaridad.

4. Tom se auto-destruirá.

5. Bill se irá y jamás volveré a verle

En conclusión, ninguno de los caminos me permitirá permanecer en la posición en la que me encuentro ahora; sin embargo, lo que más me desconcierta, es que, yo tampoco necesito escuchar nada de sus labios, para saber que ellos en verdad se aman; la manera en la que se ven, es más que suficiente para comprender la forma en la que cada uno se siente con respecto al otro.

Al separarlos, jamás pensé que su conexión fuera tan fuerte como para desencadenar sentimientos que van más allá de un cariño fraternal; hubo momentos en los que escuché de algunas personas, que los gemelos podían desarrollar emociones incluso más complejas que el amor en sí; esto es resultado, de su convivencia en el vientre de la madre.

Un hecho científico explica, que los gemelos empiezan a interactuar entre sí a las 14 semanas de gestación y a las 18, comienzan a tocarse; incluso hay casos tan sorprendentes como la «Criptofasia», algunos hermanos, estructuran su propio lenguaje, el cual solo puede ser entendido por ellos; de allí que se crea que la comunicación o el lazo que une a esta clase de individuos es tan fuerte que parece irreal.

En cuanto a generar emociones de tipo «Romántico», el soporte de esa teoría se basa en que, a diferencia de los otros individuos que nacen sin compañía; para los gemelos, las primeras experiencias, movimientos o tactos, han sido compartidos; todo lo han vivido junto a alguien más.

No obstante, si los gemelos se criaran juntos; los padres serían los encargados de evitar que esos lazos y sensaciones que los unen, se conviertan en algo que no es un afecto fraternal; pero, cuando son separados, es muy natural, que se sientan atraídos el uno al otro; porque pueden sentir la conexión que hay entre ambos; y al desconocer su situación como «Hermanos», es normal que ellos crean que han encontrado a una persona especial; lo cual es completamente cierto, es decir, se trata de su pieza faltante ¿No?

Las razones que nos condujeron a esta desastrosa situación son tan delicadas, que no son conocidas por nadie más que Clarise, Simone y yo; pero, puedo asegurar que la opción más acertada era esta. Si nosotros hubiésemos decidido continuar, quizás, para este momento, ni Tom ni Bill estaría junto a nosotros.

Cuando partí de Sacramento hacia Frankfurt, llevando a Tom en mis brazos con tan sólo 3 meses de edad; le prometí a Simone, que me establecería pronto en esa ciudad y que respondería por todos, a fin de cuentas quien más arriesgaba en esta situación, era ella.

Sin embargo, Simone se negó a aceptar mi ayuda; ella sugirió que para evitar el peligro, debíamos cambiar nuestros apellidos para despistar a quien nos acechaba; Si, mi verdadero nombre es:

Jörg Kaulitz; mi ex – esposa, se llamaba Simone Trümper.

La persona que nos redujo la vida a cenizas; era un individuo muy peligroso y cuando se enteró de que mi esposa había tenido gemelos; él amenazo con asesinarlos; completamente desesperados, decidimos cambiar nuestras vidas, separarnos y al menos, permitirles, tener una oportunidad aunque no fuera juntos.

Fue una elección letal; arriesgábamos mucho, quizás nuestros hijos al enterarse de la verdad, nos odiarían; pero, más que su odio, nos interesaba que vivieran y por lograrlo, soportaríamos cualquier cosa.

Así que, en estos momentos en los que me encuentro sentado en este sillón junto a Clarise; pienso en que debo llamar a Simone para comentarle la situación, aunque reparo en el hecho que Bill aun no me ha comentado la razón por la cual se fue de Sacramento…

Hace años, Simone y yo decidimos, comprar ese tiquete sin fecha de vencimiento, junto al dinero y mi número de contacto; se suponía que Bill sólo lo usaría cuando fuera necesario.

Ahora que lo pienso con más detenimiento, ni siquiera Simone me ha llamado para saber cómo se encuentra Bill…

Me levanté apresurado del sillón, fui hasta mi despacho y marqué ese número que en incontables veces me había permitido escuchar la voz de mi amada ex – esposa.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco y nada.

Simone no contestaba, lo cual se me hacía supremamente extraño; ella ya no trabajaba porque acepto mi subsidio, pero, ¿Por qué no contestaba? ¿Acaso no se encontraba en casa?

Salí del estudio y fui de nuevo con Clarise; la cual me esperaba en el mismo sillón; ella también se veía muy afectada por el escenario actual; es decir, ella acogió a Tom cuando este tenía solo unos meses de nacido, es prácticamente su hijo; ¿Cómo no iba a amarlo? Ella fue quien le enseño todo, como comportarse, como responder, como vestirse, como respetar; todos y cada uno de esos detalles que sólo una madre puede dar a su pequeño.

Sabía que Clarise sufría tanto como yo y que le destrozaba por completo siquiera pensar que Tom podría llegar a odiarla; ella no tenía más hijos, simplemente porque su condición no se lo permitía; era estéril. Motivo por el cual, Tom no tuvo más hermanos y se convirtió en el heredero de todo; bueno, de casi todo, porque a Bill le correspondía la mitad; jamás lo desampararía; aún recuerdo el día en que recibí su llamada…

Me encontraba en el despacho, revisando el estado de las cuentas y el progreso de la Empresa en general; cuando el teléfono comenzó a sonar; no pude ignorar la llamada y contesté:

– ¿Si?

– Disculpe, ¿Hablo con el Sr. Jörg Trümper?

– Sí, soy yo. ¿Con quién hablo?

– Soy Bill Kaulitz, Sr. Trümper.

Mi corazón se contrajo de inmediato; sentí como mi pulso se aceleraba, empecé a sudar como nunca; mi mente sólo me gritaba:

ES BILL, TÚ HIJO, EL PEQUEÑO BILL.

De repente y sin previo aviso, mis ojos se tiñeron de ese líquido acuoso que se derramo por mis mejillas; lleve mi mano hasta la boca para evitar que algún sollozo saliera, y le respondí como pude:

– Oh, Bill. ¿Cómo vas pequeño? ¿Estás bien?

– Ammm, esto, si Sr. Trümper.

– Y, ¿Puedo saber el motivo de tu llamada?

– Bueno, la verdad no entiendo mucho la relación que usted tiene con mi madre, pero ella, me explico que cuando lo necesitara, lo llamara y me fuera hacia Frankfurt.

– Sí, sí, eso es correcto Bill. ¿Te sucedió algo?

– Nada grave Sr. Trümper, digamos que, deseo probar nuevos aires.

– Oh, ya veo. Pues dime, ¿Qué necesitas?

– Quiero viajar hoy mismo hacia Frankfurt y estudiar allí.

– Claro, ¿Necesitas dinero?

– No, de momento, tengo lo que mamá ahorró.

– ¿Qué carrera y en qué Universidad aplicaste?

– Psicología en la Johann Wolfgang Goethe; ya fui aceptado.

– ¿Ya? Wow, lo tenías todo planeado.

– Algo así, sé que usted y yo no nos conocemos, pero, no tengo nadie a quien más recurrir.

– No te preocupes por eso pequeño; le prometí a tu madre que velaría por ti cuando lo necesitaras.

– ¿Puedo preguntarle algo?

– Dime.

– ¿Qué relación tiene con mi madre?

– Ummm, digamos que, somos muy buenos amigos y le debo la vida a ella.

– Oh, ya veo.

– Bueno Bill, no tienes nada por lo que apenarte; si viajas hoy, llegaras mañana en la mañana ¿Verdad?

– Sí señor, más o menos a las 9 o 10 am.

– Ok, a esa hora, Anderson ira a recogerte.

– ¿Anderson?

– El chofer, Bill.

– Oh, sí.

– Cuando llegues, nosotros estaremos esperándote ¿Si?

– Si señor y gracias por ser leal a mi madre; lo valoro mucho.

– No, no hay nada que agradecer.

– Bien.

– ¿Bill?

– Si.

– Te espero con muchas ansias, ¿Si?

– Ammm si, hasta luego Sr. Trümper.

– Cuídate pequeño.

Colgué y un sentimiento de euforia me invadió todo el cuerpo; iba a conocer a Bill, mi hijo menor (Tom nació 10 minutos antes que él); mi pequeño vendría a vivir conmigo, podría compartir junto a mis dos bebes.

¡Dios! Gracias, gracias.

Me levante con prisa, fui hasta la cocina donde se encontraba Clarise y le dije:

– Clarise…

– Cielo, ¿Qué sucede? Estas un poco exaltado, ¿Todo está bien?

– Si, esta excelente; Dios Clarise, ¿Sabes quién me llamo?

– No, ¿Qué pasa? Me estas asustando.

– Bill.

No tuve que decir nada más; Clarise abrió sus ojos, se llevó las manos a la boca para contener un grito de emoción y se lanzó a mí; me abrazo con mucha fuerza y me dijo:

– Jörg, ¿Bill vendrá? ¿Lo podremos conocer?

– Si, si, si, al fin, podré verle.

– Oh, Dios.

– Esto es increíble, debemos informarle a Tom.

– ¿Le dirás la verdad?

– De momento no, quiero que primero se conozcan y ver como se llevan; para luego decirles cuál es su situación.

– Bien, entonces, le diremos que recibiremos a un estudiante de intercambio, el cual tiene una vida complicada y que hemos decidido acogerlo en nuestro hogar para ayudarlo ¿Si?

– Sí, me parece bien.

– Oh Cielo, al fin podremos ver a la otra mitad de nuestro adorado Tom.

– Si Clarise.

– Pero Cielo, ¿Por qué Simone no llamo a informar?

– No lo sé, la llamaré luego para saber lo que sucedió.

Y olvide por completo realizar esa llamada; sí lo hubiese hecho, habría conocido de antemano las verdaderas razones por las que Bill tuvo que huir de Sacramento…

Sin embargo, en ese momento, no podía pensar en otra cosa que no fuera Bill; lo conocería en unas cuantas horas…

Mientras salíamos de la cocina, completamente felices; Tom llegaba de la Universidad junto con Andy, ambos venían riéndose de algo; entonces, lo abordamos de inmediato.

– Tom, Andy, Bienvenidos, ¿Qué tal estuvo todo?

– Oh, aquí están. Bueno, el tour por la Universidad fue interesante, parece el lugar idóneo para formarse como un profesional.

– ¿Y tú Andy, qué dices?

– Pues la mía tampoco está nada mal, fue divertido.

– Bien, entonces, Tom, hay algo que deseamos decirte.

– Si Papá, ¿Qué sucede?

– Mañana llegara un chico de Sacramento- California; el cual se quedara con nosotros por un tiempo.

– ¿QUÉ?

– Si Cielo, veras, él ha tenido una vida muy difícil y dado que posee un IQ muy alto; quisimos apoyarlo, pagando su carrera y sostenimiento.

– Esperen, ¿CÓMO?

– Tom, por favor, necesitamos que entiendas esto; no todas las personas cuentan con una familia como la que tú tienes.

– Me importa una mierda, ese es su problema, no el nuestro.

– Pues aunque no quieras, él ya viene de camino.

– Ah, ok. O sea que, ni siquiera puedo opinar al respecto.

– No.

– Bien, entonces, que disfruten a su nuevo hijo adoptivo; Andreas, vámonos.

– Pero Tom…

– Nos vamos ya, Andreas.

– Ah, Dios. Jörg, Clare, nos vemos después.

– Cuídense Andy.

– Si señora.

La verdad era que no esperaba una reacción tan negativa por parte de Tom, pero, no podía decirle que era su hermano el que venía de camino; Sin embargo, no debería sorprenderme, a fin de cuentas, después de lo que le sucedió con Bella; él aprendió a preocuparse sólo por sí mismo, se volvió insensible, nada lo alegraba y todo le fastidiaba; al parecer, sólo sus amigos lograban alejarlo un poco de su tormento personal.

En esos momentos, pensé que su convivencia seria desastrosa, pero, las cosas resultaron mejor de lo que esperaba o bueno, peor, dependiendo desde el punto de vista en que se observe.

Dado que Simone no contestó, decidí intentar llamarla en la tarde. Clarise y yo, almorzamos y mientras ella se disponía a arreglar su jardín; yo, me dirigí nuevamente al estudio; insistí tanto como pude y luego de la quinta llamada, alguien contesto al teléfono…

¿Bueno?

Perdón, ¿Es esa la casa de Simone Kaulitz?

¿Para qué quiere a la «Perra» esa?

¿DISCULPE? ¿QUIÉN DEMONIOS ES USTED Y POR QUE HABLA DE ESA MANERA?

Mire viejo, me importa una puta mierda quien sea usted; yo hablo de la manera en la que a mí se me dé la regalada gana. Esa vieja es una cualquiera, ella me quito a Bill.

¿De qué habla? ¿Usted quién es?

Poco importa eso.

Páseme con Simone.

Eso es imposible.

¿Por qué?

Bueno, a menos que en el infierno tengan celulares, dudo que ella pueda contestarle.

¿C-c-cómo?

Lo que escucho; la vieja esa se suicidó.

Olvidé respirar, mis sentidos estaban aturdidos, me dolía la cabeza, el corazón me apretaba muy fuerte; sentí como mi brazo izquierdo comenzaba a adormecerse; colgué el teléfono y salí como pude del estudio; fui hasta la sala y al ver a Sam; el cual parecía decirme algo, empecé a ver todo oscuro y perdí el sentido.

Me había dado un infarto.

Así de chocante fue esa confesión…

¡Dios!

¿Simone estaba muerta?

¿Esa era la razón por la que Bill decidió venir a Frankfurt?

¿Acaso Bill vio a su madre en ese estado?

Santo Dios, mi pequeño…

Pobre Bill.

Pero, ¿Por qué Simone haría eso? Ella amaba a Bill, jamás lo dejaría solo.

Si lograba salir de esto, hablaría con Bill y descubriría la verdad tras de todo.

&

Andy estaba tardando mucho, ¿Cuánto tiempo había pasado desde que dijo que iba a revisar a Bill?

Vi como Rick caminaba a paso apresurado, parecía estar un poco pálido, sus ojos hicieron contacto con los míos y el de inmediato, evito mi mirada; llego y sentó junto a Jake, el cual le pregunto si se encontraba bien; el sólo asintió y se quedó allí, callado, sumido en sus pensamientos.

Sabía que tenía que hablar con él, a fin de cuentas, él es como un hermano; les explicaría las cosas a fondo y esperaría que lo entendieran (Esperaba que fuera de esa forma), mientras pensaba, alce mi rostro y me di cuenta que Andy venia caminando tranquilo y tras de él, estaba mi pequeño; no pude evitar sonreír, es decir, verle es un deleite; él se percató de ello y se sonrojo un poco.

¡Siempre tan adorable y apetecible!

Andy se sentó junto a Jake y Rick; Bill saludo a mamá y llego hasta mí; él estaba un poco pálido, parecía débil y cansado; motivo por el cual, lo tome por la muñeca y le susurre:

– Hey, ¿Estas bien pequeño? Te veo algo pálido.

– Ammm si, e-estoy bien.

– ¿Seguro?

– Si.

– Oye, Bill…

– ¿Ummm?

– Gracias.

Entonces, deposité un pequeño beso en su mejilla, la cual fue tomando color poco a poco; su mirada se adentró en la mía; sus ojos brillaban con un resplandor propio, pero, al verle, supe de inmediato, lo que estaba por venir…

– ¿Tom?

– Dime.

– Por favor, no lo tomes a mal, pero, ¿Podrías evitar ese tipo de gestos? Al menos por el momento.

– ¿Qué pasa? ¿No quieres que nadie en el mundo se entere o qué?

– No, no es eso; creo que por las circunstancias en las que estamos y por respeto a tú madre; además, dos de tus amigos no saben nada ¿No? ¿Por qué no esperamos a demostrar las cosas cuando ya les hayamos contado, si?

– Ummm.

– Por favor, ¿Si?

– Está bien, pero, prométeme algo.

– ¿Qué?

La verdad , yo, era consciente de la situación en la que estábamos y por eso opté por darle un beso en la mejilla y no comerme su boca; al menos debería valorar mi auto-control. Pero, ya que el hizo una solicitud como esa, pues debía aprovecharme de ello ¿No?

Entonces, para colocarlo nervioso, acerque mis labios a su oído y le susurre de una forma supremamente sensual y provocativa:

– Me compensaras por esto.

Bill enmudeció; algo me decía que, él había comprendido por completo mi sentencia; era más que obvio, que me debía una sesión de sexo desenfrenado y por esta vez (Al igual que las otras), él debía hacer todo lo que yo le pidiera.

Estaba contemplando el rostro de mi pequeño, cuando de repente, él se volteo y dijo:

– Oye Tom, puedo preguntarte algo.

– No.

– ¿Por qué no?

– Porque debes pagarme.

– ¿Qué?

– Yo no resuelvo consultas gratis, ni siquiera a ti pequeño.

– Ah, Dios. ¿Qué quieres?

Jajaja, al parecer, hoy es mi día; Bill estaba por adquirir una nueva deuda conmigo y por supuesto que se la haría pagar con creces…

– Por cada pregunta que hagas y yo conteste; tú me deberás un beso.

– ¿Cómo?

– Lo que escuchaste; anotaré en mi celular, los besos que me debes y haré que me los pagues uno a uno y claro está que, no son besitos pequeños; no, no, nada de eso; tienes que saborear cada rincón de mi boca con tu lengua en cada uno de ellos, ¿Entendiste?

– Eres un idiota muy exigente.

– ¿Exigente yo? ¿Quién es el que me pone condiciones para que no lo toque en frente de otros aun sabiendo que me pertenece, ah?

– Está bien, lo haré.

– Así me gusta; entonces, dime, ¿Qué deseas saber?

– ¿Por qué tu amigo Rick no me quita la mirada de encima?

Esa pregunta me descoloco por completo; giré de inmediato mi rostro y me fijé en Rick; el cual reparo en mi intensa mirada y no aparto su vista sino que se concentró en mí…

¿Me estaba desafiando?

Pero, ¡Qué Cabrón!

Continúe viéndolo, aumente mi intensidad y junto a ello le di una amenaza; sí él le decía o hacia algo para incomodar a Bill, se ganaría una puta cita con el mismísimo Lucifer; la ventaja de que me conociera de tantos años, es que él sabía que yo no bromeaba, que si me provocaba, él cargaría con las consecuencias de su insolencia; a mí nadie me retaba, ni siquiera Rick; yo soy el alfa, el líder de la manada, yo decido quien sigue y quien se va, así de simple.

Él optó por agachar la cabeza e integrarse en la conversación de Jake y Andy…

Bien, ¡Así me gusta Rick!

Dirigí mi mirada nuevamente hacia Bill y el cual dijo:

– Tom…

– No te preocupes, no te dirá nada.

– ¿No crees que esto es un poco injusto para ellos?

– ¿Por qué?

– Bueno, yo llegué hace sólo un mes y ellos llevan una vida contigo; me parece un poco incorrecto que tú los hagas a un lado por mí.

– Primero, no los hago a un lado y segundo, no se trata del tiempo Bill; no he pasado años junto a ti, pero tú, me has dado mucho más que cualquier otra persona que conozca; has logrado que éste miserable demonio, vuelva a ver la luz del día.

En esta ocasión, no le había dicho esas palabras para provocarle o por jugar un poco con sus reacciones (Que tanto me encantaban); era la verdad; él me había hecho renacer y yo me sentía pleno a su lado.

Pude ver, como Bill se empezaba a acercar de una manera muy peligrosa…

¿Iba a besarme? Pero, ¿Quién demonios lo entiende?

Primero me dice que no lo toque porque mis amigos se pueden sentir mal al respecto; y aquí está el, incitándome a darle duro contra todo.

Lo he dicho antes, es un ángel muy travieso y juguetón.

Pero, antes de que esos hermosos labios llegaran hasta los míos; empezó a sonar el celular de Bill y en la pantalla decía que un tal «Georg Listing» era el responsable de interrumpir el impulso de mi pequeño; no me incomodo la llamada en sí, fue la reacción de Bill, se puso eufórico por ello.

O sea, ¿Estaba feliz porque otro hombre que no era yo lo llamaba?

Bien, Georg Listing, ahora encabeza mi Lista Negra.

Me importa una mierda quien sea el infeliz ese; nadie que no sea yo, puede producir esas reacciones en él.

Bill se levantó de allí, se alejó un poco y se puso de espaldas con el propósito de que yo no escuchara o viera sus gestos mientras hablaba con mi próxima víctima; pero, de repente, escuche lo que parecía ser ¿Su risa?

Esperen…

¿Bill se estaba riendo?

Me va a dar…

Por Dios Santo que me va a dar un ataque de furia que ni en 100 años conseguiré apagar…

¿Cómo puede estar riéndose con alguien más?

Ese malnacido sabía que yo le estaba viendo, que podía escucharlo y aun así, ¿Le valía madres?

No, por supuesto que no.

Eso no se lo iba a permitir.

A ver Tom, empieza a enumerar las razones por las que no puedes matar a Bill:

1. Lo amas

2. Es un puto ángel.

3. Es precioso.

4. Te encanta su sonrisa, si lo asesinas, no la podrás ver.

5. Adoras sus reacciones (Siempre y cuando las dirija sólo a mi)

¡A LA MIERDA!

Eso no me bastaba; los celos me estaban encegueciendo; yo, era consciente de que mi forma de actuar era ridícula, pero, ¿Cómo lo controlaba?

Nadie nunca me había producido este sentimiento tan frustrante y es que los celos que crecían cada vez más, eran un fuerte reflejo del miedo que tenía; me aterraba que Bill conociera a alguien mejor que yo y se fuera de mi lado.

Entonces, ¿Qué opciones tenia para evitar eso?

1. Encerrarlo en el sótano de la Mansión.

2. Obligarlo a convertirse en mi «Esposo» y que se quedara en la casa.

3. Llevarlo a una cabaña exiliada.

4. Secuestrarlo e irme junto a él otro país donde nadie nos conozca (Me gusta ésta posibilidad)

5. Asesinar a todos los rivales potenciales que aparecieran en el camino.

Y lo peor de todo, es que para mí, no importaba si eran mujeres u hombres; todos y cada uno de los que se acercaban a Bill, eran una alerta de peligro; excepto Andy; de él si me podía fiar, pero de resto, no debía confiar en nadie.

Bill finalizó su llamada, camino hasta mí, se sentó y espero como quien sabe lo que se le viene a cuestas y yo, obviamente, no iba a retener mi ira…

– Tienes un puto segundo para lamentarte y explicarme, ¿Quién demonios es Georg Listing y de que carajos hablabas con él? ¿Por qué te reías de lo que te decía, ah? ¿Qué pasa, el cabrón ese es muy gracioso o qué?

– Es uno de mis mejores amigos en Sacramento, estudiamos juntos y llevábamos más de un mes sin hablar. Claro que es gracioso, de hecho, se parece un poco a Andy.

¿Andy le parece gracioso? 

Vea pues, uno se descuida un momento y el pequeño ya empieza a formar lazos con otras personas; pero, ¿Quién demonios le dio permiso para hacer algo como eso, ah?

– ¿Ah sí? Pues de puta madre, ¿Por qué no te cuadras con Andy para que te haga reír, ya que te aburres tanto conmigo?

Pude ver como Bill soltó una pequeña risita…

¿Se estaba burlando de mí?

Voy a estallar…

Lo juro por Dios que lo voy a matar…

Tom respira, repite:

Lo amas, Bill es tu todo, él te pertenece, él dijo que era tuyo, hicimos el amor, él te ama, te ama, sólo a ti, a nadie más…Pero quizás termina amando a ese tal «Georg» o se enamora de «Andy», como es súper gracioso el infeliz rubio inmundo ese.

– ¿Te parece gracioso?

– Si.

– ¿Disfrutas de verme así?

– Ammm no, disfruto de lo infantil y tierno que te ves haciendo reclamos sin sentido.

¿Infantil? ¿Tierno?

¡JA!

Le mostraré lo tierno que soy, clavándosela hasta el fondo, como soy taaaaaaan infantil; pues jugaremos así…

– ¿Sin sentido?

– Si.

– Ah, o sea, ¿Te vale madres?

– Jajaja no, no es eso.

– ¿Entonces, qué putas es?

– Me parece que no entendiste muy bien lo que te dije la última vez…

– ¿Qué cosa?

– Te amo Tom; eres tú, sólo tú; no puedo ver a nadie más, estoy encadenado a ti.

Bien, ésta era la primera vez en que Bill me ganaba; no había forma de contradecirle esas palabras; no cuando sus ojos me lo gritaban, era más que claro, que él decía la verdad.

Respira Tom, te dijo que te ama, tú eres lo único para él.

Tranquilízate, no lo mates…

– Me gusta que lo tengas así de claro. Me perteneces, jamás te dejaré ir de mi lado, eres mío.

– Como digas, Amo.

Nos quedamos mirando fijamente; nuestros rostros estaban aproximándose, hasta que alguien nos interrumpió por segunda vez en el día…

– Familiares del Sr. Trümper.

– Aquí.

– Bien, deseaba informarles que el paciente acaba de despertar.

– Oh, Dios santo, gracias.

– Si, se encuentra estable y fuera de peligro.

– ¿En serio? ¿Podemos verlo?

– No, aun no. Debemos practicarle otros exámenes y por el momento, eso no es posible. Las visitas serán a partir de mañana a las 5 pm.

– ¿Tan tarde?

– Sí, tenemos que cerciorarnos de que está completamente bien y darle de alta.

– ¿Podrá irse?

– Claro, luego de finalizar los estudios, se lo pueden llevar.

– Dios, muchísimas gracias, no sabremos como agradecerle lo suficiente.

– No hay de qué; es nuestra labor.

– Bien.

– Entonces, pueden ir a descansar, llamaremos en caso de que se necesite algo, pero, de momento, no se requiere nada.

– ¿No debería quedarse alguien?

– No, las enfermeras lo acompañaran en todo momento y como les digo, él ya está fuera de peligro, sólo falta que descanse y se recupere.

– Ammm, está bien.

– Si señores, los espero mañana en la tarde.

– Gracias Doctor.

Bill y yo nos abrazamos por unos cortos segundos; luego, fui hasta donde mamá y la apreté con fuerza; era un milagro que papá estuviese bien; vi a mis amigos y les agradecí por su apoyo, nos despedimos y procedimos a regresar a casa.

Cuando llegamos, los empleados estaban todos en la entrada, expectantes por nuestra llegada; al vernos, se formaron en una hilera y Sam dijo:

– Señora Clarise, Joven Tom, Joven Bill, Bienvenidos a casa. Disculpen nuestro atrevimiento, pero, ¿Cuál es la condición del Señor?

– Oh Sam, no hay nada de qué preocuparse. En estos momentos se encuentra estable y mañana en la tarde le dan la salida.

Todos se aliviaron, como si les hubiesen quitado un peso enorme de encima.

– No sabe la alegría que nos da escuchar eso; ahora bien, ¿Desean comer algo?

– Si, por favor, prepara una cena liviana.

– Si señora.

Cuando todos se fueron, mamá nos habló:

– Chicos, hoy ha sido un día muy largo, si desean, tomen una ducha y bajen a cenar.

De camino a casa, había pensado en darle una sorpresa a Bill; razón por la cual, le dije:

– De hecho mamá, Bill y yo, cenaremos en otro lugar.

– ¿Ah sí?

– Si, ¿Tienes problemas con eso?

– Ammm no, claro que no. Pero, quiero que sepan algo.

– ¿Si?

– Una vez su padre se recupere y pasen algunos días de descanso; nosotros los 4 debemos tener una charla bastante seria.

– ¿Paso algo grave?

– De momento no puedo decirles nada; sólo, no se preocupen, es algo que tenemos que compartir con ustedes ¿Si?

– Ummm.

– Tranquilo hijo, no pasa nada ¿Si? Vayan y relájense un poco.

– Está bien.

Mamá se fue; subimos las escaleras y cuando llegamos a nuestro piso; mire a Bill y pronuncié:

– Son las 6 pm, necesito que estés listo para las 8 pm. Ponte algo lindo, provócame.

– ¿A dónde vamos?

– Es un secreto, no te lo puedo decir.

– Dios…

– Tranquilo, no es un cuarto rojo como el de Christian Grey.

– Muérete ¿Si?

– Jajaja, A las 8 pm.

– A las 8 pm.

Me acerqué a él, le di un beso en la frente, revolví su cabello y me fui a mi habitación.

Entré, fui hasta el baño, abrí la llave y espere a que la tina comenzara a llenarse; mientras tanto, me dirigí al armario y seleccioné el atuendo que usaría; a decir verdad, me daba igual lo que me colocara, es decir, siempre me veía bien con lo que fuera; pero, por esta vez, decidí un look más recatado, me moría de ganas de ver la reacción de Bill, de seguro se iba a morir.

Entonces, escogí unos pantalones de tela negros, con una camisa de lino blanca, una chaqueta de cuero negra y unas vans; junto a mis rastas sueltas; eso, era más que suficiente por el momento.

Regresé al baño y descansé por casi una hora, me vestí, use mi colonia favorita; mire mi aspecto una vez más y fui por Bill.

Toqué su puerta y al verle, no pude evitar pensar mandar todo a la mierda y desvestirlo ahí mismo para embestirlo con fuerza; pero, hice uso del carente auto-control que poseía y aprecié esa deliciosa vista que tenía en frente:

Un pantalón ajustado, una camisa punto blanco, un blazer y mocasines; sumado a su excitante maquillaje y su cabello liso; él se veía simplemente armonioso; todas sus prendas combinaban a la perfección y a mis ojos, él no podía ser más perfecto.

– Te dije que te colocaras algo lindo, no que personificaras a un puto ángel.

Bill estaba nervioso, eso era seguro; provoqué en él, la reacción que buscaba…

– Lo que digas, ¿Nos vamos?

– ¿No me vas a decir nada?

– ¿Sobre qué?

– Mi atuendo, ¿No es obvio?

– Ah, sí. Te queda bien.

De cierta manera, me gustaba que Bill fuera tan orgulloso; no cedía con facilidad; lo mejor era que esa terquedad me abría la posibilidad de enredarlo en mis trampas; de las cuales, siempre salía victorioso…

– Jajajaja, Santo Dios, eres un digno.

– ¿Qué?

– A ver Bill, ¿Acaso crees que no me di cuenta de cómo tus mejillas se inflaron y se tiñeron de rojo? O ¿Cómo tus rodillas se doblaron, casi a punto de caerse? o ¿De la forma en la que tus ojos empezaron a bailar como locos? Sé más honesto.

– Pues de seguro es tu imaginación.

– ¿Si? ¿Lo comprobamos?

Lo agarré e la muñeca, tomé su cintura, lo acerque a mí y empecé a lamer su oreja con detenimiento, mientras le susurraba:

– Quiero estar dentro tuyo, ya mismo pequeño.

Bill se puso nervioso al instante; su corazón latía como loco y para tenerlo justo donde lo quería; descendí un poco y empecé a repartir besos y mordiscos en su cuello; acariciaba su espalda y lo sostenía porque sabía que sus rodillas fallarían en cualquier momento…

– ¿Me deseas?

– Si Tom.

– ¿Qué tanto?

– Más que a nada en el mundo.

– ¿Cómo puedo creerte?

– ¿Qué quieres que haga?

– Muérdeme el labio.

Mi pequeño, acato la orden, se aproximó y lamía mi comisura con ansiedad, hasta que su boca se acercó y mordió con rudeza mi labio inferior…

– Ohhh…

Bill se apartó y se quedó quieto, como si dijera: ¿Qué estas esperando? ¡Ven por mí! Él quería que se lo comiera el lobo y yo estaba deseoso de hacerlo, pero, hoy debía hacer algo especial y me retracté al instante…

– ¿Lo ves Bill? Te mueres por mí, unos cuantos roces, una que otra palabra en un tono seductor y tú te entregas a mí.

– Eres un desgraciado.

– Jajaja, mejor vámonos, se nos hace tarde, pero, al rato, continuamos con esto. Quiero que me muerdas en otras partes.

– Ni porque me lo suplicaras.

– Eso ya lo veremos.

Salimos del cuarto, bajamos las escaleras, nos despedimos de Sam, fuimos hasta mi auto y comenzamos el trayecto. La verdad, todo transcurrió sin problemas, aproveché la oportunidad para preguntarle a Bill por sus gustos, hobbies y todos esos detalles que me moría por saber.

De repente, llegamos hasta ese lugar que sólo había visitado en compañía de mis padres; nunca, ni siquiera a Bella, la había llevado a ese sitio; es decir, en mi familia era una tradición ir a ese restaurante y deseaba mantenerlo de esa manera; sin embargo, quería compartir eso con Bill; aún seguía sin entender la rareza de la situación, pero, todas las inhibiciones, todas las cosas que nunca le permití a nadie; con él era una maravilla vivirlas.

Gire mi rostro y vi como sus ojos se paseaban por todo el lugar; él estaba emocionado, lo tome de la mano y le dije:

– ¿Te gusta?

– ¿Estas bromeando? Es precioso Tom.

– Ah, sí. Este lugar es lindo, pero, no cenaremos aquí.

– ¿No?

– Entonces, ¿En dónde?

– Allá.

Cuando estaba en mi cuarto alistando todo, llamé a Freder (Dueño del restaurante) y le comente que deseaba disponer del barco para una cena a las 8:00 pm; el cual accedió de inmediato y dijo que todo estaría listo para cuando llegáramos.

Guié a Bill hasta el barco, el cual estaba realmente hermoso, brillaba de una manera celestial o ¿Acaso se veía así a mis ojos por que él estaba a mi lado?

Nos sentamos, ordenamos la cena y mientras esperábamos, seguíamos charlando de todo y de nada; no existían barreras entre nosotros, estar con él era como respirar, algo que sin necesidad de esfuerzo, se daba.

La cena paso supremamente rápido y nos dirigimos hasta la segunda planta, donde Bill admiraba el paisaje nocturno que nos ofrecía ese escenario tan irreal…

– Bill… ¿Te divertiste? Es decir, ¿Estas a gusto?

– Claro que sí, ¿Por qué no debería estarlo?

– Me alegra.

– ¿Y tú? ¿Te sientes bien?

– No podría estar mejor.

– Bien.

Estábamos en silencio y sentí que era el momento indicado para decirle el motivo real por el que lo había traído hasta aquí; hice que girara para que esas perlas de color miel, me vieran:

– La verdad es que, la cena tiene otro motivo.

– ¿Ah sí? Y ¿Qué es?

– Cabe recalcar que jamás había hecho algo tan cursi por alguien.

– Ajam.

– Pero, creo que tú lo vales; esto y mucho más.

– ¿A qué te refieres?

Bien Tom, llego el momento de decírselo; de nada sirve que sólo el demuestre lo que siente ¿Verdad? Somos una unidad y como tal, tenemos que poner de parte y parte; aunque aún no pueda pronunciar esas dos palabras que él ya me ha repetido varias veces; al menos, tenía que formalizar nuestra relación ¿No?

– Yo no podré ser tan expresivo como tú, pero, puedo asegurarte que voy en serio contigo. No me avergüenzo de nada, ni siquiera me arrepiento de esto; me alegra haberte conocido; a tú lado siento como todo cobra vida a mi alrededor; no quiero que esto se acabe nunca Bill.

– Tom…

– Por eso, yo, ammm, quiero pedirte algo.

– ¿Si?

– Bill, tu…

– Dime.

– ¿Quieres ser mi novio?

Él abrió sus ojos y no pronunciaba ni una sola palabra; me iba a morir ahí mismo; me sudaban las manos, mi corazón parecía que se iba a salir en cualquier momento; empezaba a sentir náuseas y él seguía sin responder.

¡Dios!

Me estaba impacientando, esos segundos parecían una jodida eternidad y lo peor era que él no reaccionaba, como si él estuviese pensando en mil cosas al mismo tiempo.

Si el no accedía, ¿Qué iba a pasar?

No, él dijo que me amaba y yo le creo; por eso, él no se puede negar ¿Cierto?

Sin soportarlo más, dije:

– Oye Bill, te agradecería que me dijeras algo…

– Yo…

– ¿Si?

– Tom, ¿Tú estás seguro?

– Claro que sí, ¿Por qué dudar de eso? Es decir, sé que he sido muy fanfarrón, pero, te he dicho que contigo es distinto; tú eres mi más grande excepción a todo.

– Entonces, prométeme una cosa ¿Si?

– Dime.

– No me dejaras, aunque pasen cosas terribles, tú no te apartaras y seguirás siendo mi dueño.

– Bill…

– Recuérdalo: Estoy encadenado por siempre a Ti.

– No necesito prometerte eso; no hay nada en el mundo que me haga separar de ti.

– No me interesa, no sabemos que pueda suceder; sólo, prométemelo.

– Bien, te lo prometo.

– Entonces, acepto.

– Muy bien; ya que eres oficialmente mi novio; ahí te va mi primera demanda.

– ¿QUÉ?

– Bésame.

Cerré mis ojos y me quede quieto; esperé a que Bill se acercara y empezara a besarme; pude sentir como sus labios se acercaban a mí; de repente, sus dedos comenzaron a tocar mi boca; su roce era tranquilo, muy suave y dulce; su lengua se asomó y entro sin aviso; lo que en un inicio fue algo tan delicado, se había convertido en una batalla campal.

Las manos de Bill estaban sobre mi cabeza y yo lo apretaba con fuerza; sentía como nuestros miembros empezaban a despertarse y sin pensarlo, comencé a restregarme contra su pelvis; el gemía pero no se separaba; entonces, lo tomé por los muslos y lo cargué hasta la habitación que le tenía preparada…

Abrí la puerta y lo baje, hice que se volteara para que apreciara la decoración del lugar…

Para mí, un cuarto lleno de velas, con pétalos en la cama y una iluminación baja; era algo jodidamente cursi, pero, sabía de antemano, que a Bill le encantaba eso; era un romántico empedernido y su reacción me lo confirmo.

Bill soltó unos cuantos sollozos y en medio de su llanto; se llevó las manos hasta el rostro y repetía sin descanso:

– Te amo, te amo, te amo, te amo Tom.

Lo abracé por la espalda y me acerqué a su oído, susurrando:

– Lo sé, eres mío Bill.

– Solo tuyo.

– Sólo mío.

Él se aventó contra mí y desencadeno su pasión reprimida; empezó a desvestirme y yo pensaba que había activado algún interruptor, porque Bill estaba descontrolado.

Sin embargo, hoy quería ir más despacio…

– Hey, calma, tranquilo, no hay prisa. Tenemos todo el tiempo del mundo ¿Si?

– Si.

– Entonces, ¿Qué te parece si nos divertimos de una forma diferente?

Fui hasta uno de los cajones y saque un antifaz junto a una corbata que me serviría para atarlo; cuando Bill vio eso, me miro y dijo:

– No, ni loco, ni se te ocurra, demente.

– Bill, ¿Sabes? Yo no olvido nada y resulta que tú me debes muchas cosas…

– ¿Qué?

– ¿Recuerdas tu castigo por intentar de huir?

– Pero…

– Nada, te dije que te sometería y tú no tienes más opción que rendirte; o que, ¿Te vas a tirar por la borda?

– Pues no es mala idea…

– Jajaja, déjate de tontadas. Ven aquí.

– Ummm…

– Dije: VEN.

Mi tono demandante era suficiente para que Bill obedeciera; se acercó y le coloque el antifaz, entonces, lo lleve hasta la cama y até sus manos al barandal…

¡Lo tenía todo para mí!

Él no me podía detener…

– Tom, júrame, prométeme que no me vas a azotar con un látigo porque no te vuelvo a hablar en mi vida.

– Jajaja, es mi problema si lo hago.

– No, no, no, por favor, te lo suplico, no hagas eso. Me da mucho miedo Tom.

– Ummm, ya veré si corresponder o no a tu petición.

Acerqué mis labios a los suyos y lo mordí con fuerza; me separe y empecé a desvestirlo; él se removía inquieto, estaba muy nervioso, pero más que por la excitación, parecía atemorizado…

– Hey, yo nunca te haría daño; ¿Por qué rompería a un ángel tan precioso como tú?

– Porque eres Lucifer, por eso.

– Jajaja, Venga ya, cálmate ¿Si? No haré nada que no quieras, ¿Cuándo te he hecho sentir mal, ah?

– Ummm.

– Bill…

– ¿Si?

– Deja que me embriague de ti.

Él se relajó; terminé de quitarle sus prendas y con mucho cuidado empecé a dejar besos en toda su longitud; lamia, succionaba y mordía cada parte que podía; vi como su erección comenzaba a crecer y entonces, quise sorprenderlo un poco y puse mi boca en su punta…

– MIERDA TOM.

Bill dio semejante grito que hizo que todo mi cuerpo temblara de placer; sin poder controlarlo mucho más, me levanté y saqué toda mi ropa; me tire encima de él y comencé a devorarle con locura…

Puse mi mano en su miembro y lo sacudí insistentemente, mientras besaba y mordía sus pezones; Bill sólo gemía y gritaba, estaba sumamente receptivo…

– ¿No decías que el sadomasoquismo no te iba?

– Ahhh…

– Oh, ni siquiera puedes replicarme, ¡Qué niño tan lujurioso!

– T-tom…

– Si, ya sé.

Humedecí mis dedos, y empecé a introducirlos en ese lugar que tanto me hacía disfrutar; primero uno, luego dos y por ultimo tres. Movía uniformemente los dedos, mientras el gritaba que no me detuviera; su cavidad se lubrico en un instante; al parecer, él estaba demasiado excitado como para juegos previos; sin más preámbulos, decidí entrar sin avisarle; como siempre, con mucha fuerza y en una sola estocada; a lo que el respondió:

– Ohhh, si, si, si, Tom, muévete ya.

– Estas muy ansioso.

– Dios, hazlo ya.

No repare en nada y lo embestí con fuerza desde el comienzo, con una velocidad desconocida en mí; lo estaba destrozando como un animal y él lo estaba disfrutando; sus piernas me rodeaban y me empujaban de una forma brutal contra su entrada…

¡DIOS! Estábamos perdiendo la cabeza…

– Tom…

– Dime.

– Desátame.

– No.

– Por favor.

– No, así se acaba el juego.

– No es por eso.

– ¿Entonces?

– Es que…

– ¿Qué?

– Así no puedo aferrarme a ti…

Bum, bum, bum, bum, bum…

Mi pulso se aceleró a 200 en un momento fugaz; ¿El había dicho algo condenadamente tierno?

Mierda.

Me las iba a pagar.

– Pues te jodes.

– Pero…

– Qué no.

– Tom…

– No quería hacerlo, pero, será mejor que te prepares, porque estoy por darte tan duro que quizás mañana no podrás sentarte.

Salí de Bill, y con mis manos hice que volteara para que quedara de espaldas a mí; obligue a levantar sus caderas para que quedara justo en la posición que quería…

– No, no, Tom, así no me gusta; esta pose es vergonzosa.

– No te escucho.

– Por favor, no lo hagas así.

– No escucho ni una maldita palabra.

Volví a entrar y pude sentirlo más a fondo si eso era posible; lo embestía con salvajismo y él gemía como un loco…

– ¿No que no querías? Te estas deshaciendo en gemidos…

– Ahhh…Tom…ya.

– No, aun no.

– Pero, yo quiero…

– Te aguantas.

– Tom, por favor.

Entonces Bill giró su rostro y como pudo, acerco su boca a mi barbilla y empezó a darle pequeñas lamidas…

MALDITO INFELIZ…

Lo azote con fuerza y le dije:

– Sino dejas de provocarme, voy a terminar reventándote; quédate quieto, maldición.

– Ummm…

Bill se quedó estático y yo continúe con la penetración; la cual iba sólo en ascenso; estaba perdiendo los sentidos y me acerque a su oído y le dije:

– Di que me amas…

– Te amo Tom.

– ¿Qué tanto?

– Más que a mí mismo.

– Oh Dios, Bill…ya…

– Hazlo.

– Sí, sí, sí.

Le di una fuerte embestida; y ambos culminamos como nunca…

Veía ese hermoso firmamento que sólo compartía junto a Bill.

Éramos uno,

Éramos nosotros.

Tras terminar, desate a Bill y le quite el antifaz; me hice a su lado y él se acomodó justo debajo de mi cuello; escondiendo su hermoso rostro; yo lo abracé y empecé a acariciarlo, como si se tratara de un bebé pequeño; el sólo sonreía y yo sabía que él se sentía en las nubes, al igual que yo.

Mientras disfrutábamos de nuestra compañía; recordé que había algo que debía preguntarle a Bill…

– ¿Pequeño?

– ¿Ummm?

– La señora con la que apareces en esa foto, ¿Es tu mamá?

– ¿Qué? ¿Cuál foto? ¿Mamá?

– Si, la foto que tienes de fondo de pantalla de tú celular.

Bill se levantó de un brinco y fue hasta su pantalón para ver su celular; él se puso muy nervioso, podía escuchar como su corazón latía…

– ¿Por qué dices que es mi mamá?

– Bueno, se parecen ¿No?

– Ajam, ¿Y? ¿Por qué preguntas por eso?

– La verdad hay algo que me genera incertidumbre…

– ¿Qué cosa?

– ¿No te parece que yo tengo rasgos muy similares a tu mamá? Sé que suena muy loco, pero, cuando vi esa foto, me sentí muy feliz; como si me sintiera en paz y …

Cuando me detuve; vi como Bill palideció por completo, sus ojos empezaron a cerrarse y sus rodillas le fallaron…

No me jodas…

¿Bill se había desmayado?

Continúa…

Gracias por la visita. Te invitamos a continuar con la lectura.

Publico y rescato para el fandom TH

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