Reverse 27

«Reverse I» Fic de Alter Saber

Capítulo 27: Decisión

«Siempre habrá libertad para tomar decisiones; pero, con ello, la posibilidad de ser prisionero de las consecuencias que se deriven de estas»

Me encontraba de rodillas en el suelo, pensando en todo lo acontecido hasta el momento…

1. La confesión de mi padre.

2. El descubrimiento de Tom.

3. Su partida.

Sentía que el aire estaba dejando de llegar a mis pulmones; mi respiración estaba muy agitada; estaba por sufrir un fuerte ataque de hiperventilación; mi cabeza comenzaba a nublarse y yo pensé que iba a desmayarme; y es que, la situación ameritaba eso y mucho más; había recuperado a Tom para perderlo minutos después a causa de esa revelación que nos convierte en hermanos.

Su reacción me golpeo con tanta fuerza; sabía que Tom no se arrepentía de nada de lo que había sucedido entre nosotros y por ese motivo, se sentía tan culpable; él se hacía responsable de desencadenar todas estas sensaciones entre nosotros; y aunque en un inicio, fue el quien me persiguió a mí; ahora soy yo quien no quiere que él se aparte…

Podrá sonar estúpido, incluso carente de sentido; pero, no me afecta, simplemente no me molesta que seamos hermanos, es decir, para mí, ese es un detalle sin ningún tipo de significado, porque Tom es el hombre del que me enamoré y no podré verle de otra forma que no sea esa; sin embargo, lo que me preocupa de las circunstancias actuales, es su resignación.

Esta más que claro que él no va a continuar con esto; incluso, él desearía no haber iniciado nada; pero, creo que aun si hubiésemos sido hermanos desde un comienzo, a estas alturas la relación que tenemos ahora, se habría desencadenado…

Es un evento inevitable; un sentimiento tan fuerte que parece absurdo compararlo con el amor; es algo más, algo que quema con fuerza, que penetra hasta los lugares más escondidos de nuestras almas; una conexión que trasciende lo humano…

Lleve mis manos hasta mi rostro, pero por alguna extraña razón, no podía llorar; mis lágrimas no salían, yo, estaba sufriendo como nunca, sin embargo, no llegaban; ese líquido no se escurría por mis mejillas y yo no hallaba la forma de desahogar todas esas sensaciones que se mezclaban con las de Tom.

Podía sentir la manera en la que él se estaba torturando, la forma en la que se recriminaba a sí mismo, la culpa que cargaban sus hombros; la percibía como si fuera mía; él estaba destrozado, de eso no había ninguna duda.

Seguía postrado en el suelo y de repente, sentí como unos brazos sumamente delicados, me abrazaron con fuerza; mientras una de sus manos fue hasta mi cabello y comenzó a acariciarme; susurrando:

– Ya, ya, mi niño; todo está bien.

Era Clarise…

Sus caricias eran tan maternales, que no pude evitar corresponder su gesto y la abrace; y ella me decía:

– Tom estará bien; él es un chico muy inteligente, jamás hará algo en contra de su vida, así que, no tienes de que preocuparte mi cielo.

¿Cielo?

No pude evitar romper en un llanto profundo…

Esa era la palabra que mamá solía utilizar para llamarme; Simone me decía que le gustaba decirme «Cielo» porque ella estaba segura de que yo había descendido de allí, para convertirme en su ángel guardián…

¡Dios Mamá! No sabes lo mucho que te extraño en estos instantes…

Cuanto daría porque estuvieses aquí, abrazándome de la misma manera en la que ella lo está haciendo…

Ni siquiera me dejaste despedirme…

Ni un último adiós me permitiste…

Pero, ¿Sabes algo?

Nunca dejaré de amarte; jamás, tú fuiste, eres y seguirás siendo la mujer de mi vida…

– Bill; hijo, sé que toda esta situación es muy complicada; pero, quiero que en medio de éste dolor que sientes; entiendas que Jörg y Simone no tuvieron más opción; ellos sacrificaron todo porque ustedes pudiesen tener una vida normal.

Yo, continuaba llorando en sus brazos; me reconfortaba de cierta manera sus palabras; pero, nuevos interrogantes surgían…

¿Por qué tuvieron que separarnos?

¿Alguien los amenazo de muerte?

¿Sus familias no estaban de acuerdo con su unión marital?

¿Qué fue lo que sucedió?

Me separe de Clarise; limpié mis lágrimas y la vi directo a los ojos:

– Sra. Trümper; si yo le pregunto a mi pad…, digo, al Sr. Trümper; ¿Usted cree que el me dirá toda la verdad?

– Primero que todo; puedes decirle «Papá», porque eso es Jörg para ti, Bill. Y segundo, él está esperando por ti en el cuarto; puedes hablar todo lo que quieras con él, nadie los interrumpirá ¿De acuerdo?

– Si señora, y gracias.

– No tienes que agradecerme hijo; sólo ve, y esclarece un poco tú mente.

Asentí en afirmación; me levante y sacudí mis pantalones del polvo que adquirieron en el suelo; entré de nuevo a la casa y me dirigí hasta la segunda planta…

Mi padre seguía en el cuarto, su mirada estaba fija en los paisajes que podía percibir desde ese ventanal; sus ojos repararon en mi presencia y él sonrió; hizo un gesto con su mano para que me acercara y le obedecí; me senté de nuevo en la silla que había colocado cerca de su cama y tomando algo de aire; me animé a preguntarle…

– Hay algo que necesito saber.

– ¿Si? Y ¿De qué se trata Bill?

– Mamá nunca mencionó nada al respecto; es más, crecí creyendo que no tenía padre; en la casa, no habían fotos tuyas, nada que me permitiera siquiera imaginarme como eras; y siempre que trataba de interrogarle a Simone sobre eso; ella se enojaba y se salía por la tangente.

– Ujum.

– Entonces, si ustedes lo ocultaron durante tanto tiempo; es porque, el motivo que los obligo a hacerlo, es muy delicado, ¿Verdad?

– ¿Quieres saber por qué los separamos, verdad?

– Sí señor.

– Mira Bill; tú madre y yo vivíamos sin contratiempos en Sacramento; teníamos la aprobación de nuestras familias y nada parecía interponerse en nuestra relación.

Yo, trabaja como un ejecutivo de un Bufete de Abogados; ganaba bastante bien; motivo por el cual, tú madre se dedicaba exclusivamente a las labores del hogar; y para mí, esa era la posición que ella debía tener; porque el deber de sostener un hogar, era mío.

Vivimos cómodamente durante unos cuantos años; intentamos muchas veces tener hijos, pero, simplemente no se nos daba. Simone estaba preocupada porque pensaba que algo estaba mal con ella y eso, fue lo que desato los problemas de depresión de tu madre.

Nos hicimos estudios, y para suerte nuestra; ninguno de los dos tenía una condición que impidiera concebir; entonces, ¿Por qué Simone no quedaba embarazada?

A decir verdad, la razón es de lo más estúpida; la ansiedad que sentíamos por tener un hijo era tan desmesurada; que instintivamente interrumpíamos esa posibilidad; llámalo: «Estrés pre-natal»

Cuando investigue y analice la posibilidad de que eso era lo que nos estaba sucediendo; decidí llevar a Simone a Venecia; quería que pasáramos un fin de semana romántico, sin preocupaciones, ni interrupciones; nada que le produjera estrés o histeria.

¿Y qué crees?

– Ustedes…

– Si, ese escape, fue el instante en el que los concebimos; cuando recibimos la noticia; nos sentíamos en la dicha, fue sencillamente maravilloso, ver el rostro de tu madre; se la paso una semana entera, cantando por toda la casa, que iba a ser mamá…

– Jajajaja, Mamá era algo loca, ¿No crees?

– Oh, sí. Pero, era un ser maravilloso.

– ¿La amabas?

– Aun la amo Bill.

– Pero, ¿Y Clarise?

– No te preocupes, soy serio al respecto. ¿Cómo te lo explico? Ummm, tú madre fue la mujer de mi vida; ella fue mi primer anhelo, me tenía loco con su personalidad, me dominaba con esos gestos, ella para mí, lo era todo. Cuando nos casamos y los concebimos a ustedes; yo estaba seguro de que, ella era la mujer indicada; pero, luego de ese evento; tuve que separarme de ella; conocí a Clarise y me enamoré, pero no por eso, deje de amar a tu madre; su existencia era tan relevante para mí que era imposible hacerlo; ver a Tom, era como tenerla cerca de mí; ustedes se parecen muchísimo a su madre…

Jajaja, deberían agradecer eso.

– Ammm, a mí no me parece que seas poco atractivo…

– ¿Ah no? Jajaja, pues muchas gracias pequeño.

– Sr. Trümper.

– Bill, por favor, dime «Papá» ¿Si?

Me resultaba difícil llamarlo de esa manera; él no me caía mal, es más, no sentía rencor por todos estos años en los que me aparto de Tom y de él; pero, no podía hacerlo…

– No quiero que malinterpretes lo que estoy por decirte; pero, la verdad, de momento me es un poco difícil llamarte de esa manera; requiero de algo de tiempo…

– Oh, te entiendo; entonces, ¿Por qué no me dices Jörg?

– Ammm…

– Es que me haces sentir un poco cohibido cuando me dices «Sr. Trümper»

– Está bien, Ummm…entonces, Jörg.

– Si, así esta muchísimo mejor.

– ¿Por qué tuvieron que separarnos?

– ¿Te dije que trabajé en un Bufete de abogados, no?

– Si.

– Bueno, en una ocasión, uno de los abogados de la firma tuvo que defender a un Señor que se llamaba «Kean Nightly»; digamos que, ese sujeto era como el padrino de la mafia americana.

Tenía el control entero de Sacramento y por ende, de todo el país. Era un hombre sumamente adinerado, con mucho poder y también muchos enemigos que pagaban sumas exorbitantes por su cabeza.

La razón por la que Kean solicitó un abogado de nuestro Bufete, fue porque lo incriminaron en la muerte de uno de los traficantes de droga más reconocidos en Colombia.

– Pero, si era tan poderoso como dices, ¿Por qué contrataría un abogado?

– Porque si se comprobaba que Kean había sido el responsable de la muerte de ese traficante; tanto los productores como los traficantes de Colombia, se iban a revelar en su contra; y él perdería un aliado vital para su negocio; de allí, que era tan importante que no lo involucraran en la muerte de ese colombiano.

– Y, ¿Qué tienes que ver tú con todo esto?

– Para desgracia nuestra; el abogado del Bufete, perdió el caso. Al parecer, el demandante tenía todas las pruebas que demostraban que Kean era el asesino; y lo peor de todo, es que era verdad. Él mató a ese traficante por un error que había cometido al momento de enviar una carga a Alemania; razón por la cual, lo castigo con la muerte.

Se suponía que nadie se enteraría de dicho evento; pero, como lo dije antes; Kean tenía muchos enemigos, y al parecer dentro de su «Gente» había un «Infiltrado»; el cual fue el encargado de regar el rumor sobre la conexión entre la muerte del traficante y Kean.

Al día siguiente de haber perdido el caso, el abogado encargado apareció desangrado en la bañera de su apartamento; esa era una amenaza directa hacia todos los que estuvimos encargados de aquel caso.

– Pero, tú no eras abogado, entonces, ¿Por qué te involucraste?

– Como ejecutivo, revisaba que los procedimientos que se llevaban a cabo, fueran completamente legales; digamos que, era el encargado de certificar la veracidad de las «Pruebas»; y como siempre he sido alguien honesto, yo, no mentí sobre la evidencia que tenía la parte demandante; aprobé todas y cada una de las pistas del otro abogado.

En conclusión, la responsabilidad de que a Kean lo hubiesen incriminado, de manera indirecta, fue mi culpa; y él, no tardó en reparar en ese pequeño detalle.

Al comienzo, me llegaban cartas amenazantes a la Oficina, en las cuales aseguraban que en cualquier momento iba a morir; pero, hubo un día en que me exalte demasiado…

En el escritorio, reposaba un sobre con fotos de tu madre, saliendo de diferentes lugares; Kean había ordenado que siguieran a Simone y tampoco se perdió el detalle de que ella llevaba un coche doble, en el que se encontraban ustedes.

Junto a esas imágenes, había una nota que decía…

«Mataste a tú familia»

Enloquecí Bill; ese hombre era capaz de asesinarnos a todos y nadie se haría responsable por ello…

En un momento de desesperación total, busqué entre los documentos que abarcaban el caso de Kean y encontré su número de celular; lo llamé y cometí el estúpido error de amenazarle; le dije que si les hacía algo a ustedes, yo lo iba a matar.

Aquel hombre me dijo, que en dos días, todos y cada uno de nosotros íbamos a morir; al escucharlo, colgué el teléfono; Salí corriendo de la oficina y fui hasta la casa; le conté toda la situación a Simone y ella rompió en llanto de inmediato…

– Ok, de momento entiendo algunas cosas, pero, ¿Por qué no escaparon juntos?

– Bill, ese hombre tenía contactos en todas partes del mundo; sólo le bastaba dar algunas características de nosotros para que alguien nos encontrara y nos matara. Además, ustedes eran gemelos; ¿Tú crees que él no se enteraría de eso y aprovecharía al máximo ese particular detalle? Es decir, no todas las parejas tienen gemelos.

– Entiendo.

– Entonces, tú madre y yo empezamos a idear soluciones que nos permitieran permanecer juntos; y nos dimos cuenta de que nada serviría; la única opción viable era cambiar nuestras identidades, modificar nuestra apariencia y separarlos a ustedes; nadie podía saber que eran gemelos y para evitarlo, no podían permanecer juntos.

Gracias a que trabajaba en ese Bufete; el cambio de apellidos fue supremamente rápido; tú madre se tinturo el cabello, uso lentes de contacto y altero su forma de vestir; no salió de Sacramento para no levantar sospechas, y se cambió de casa.

Mientras tanto, yo, emigré a Frankfurt.

– ¿Y por qué aquí?

– Alemania era el país en el que Kean, aun no había fijado territorio; o sea que las probabilidades de encontrarme eran nulas; además, el Director del Bufete, le informó a Kean, de que mi esposa y yo habíamos cometido suicidio; porque su amenaza nos había enloquecido a ambos.

Era obvio que Kean no iba a caer tan fácil en ello; por esa razón, se reconstruyo una escena del crimen con unos cadáveres que tenían los rostros desfigurados y él, al observarlos, colgados en nuestra antigua casa, se cercioró de que eso, era real.

De no ser por la ayuda del Director; en estos momentos, seguiríamos huyendo de las garras de Kean; además, agradezco de sobremanera que ustedes sean semejantes a su madre y no a mí; porque, al ser gemelos junto con mi apariencia; sería suficiente para poner en alerta a Kean.

Cuando llegue aquí, ustedes apenas tenían 3 meses de edad; logré establecerme con rapidez en Frankfurt y trabajando fuertemente, cree mi propia empresa y así mismo, el Imperio que tengo hoy en día.

Las condiciones de tu madre eran diferentes; pero, ella me prohibió que le ayudara; sentía miedo de que al recibir transacciones constantemente; Kean se alertara, y fuera por ustedes; sólo hasta que cumplieron 6 años, fue que ella acepto mi ayuda y gracias a Dios, nada fue revelado o descubierto.

Hijo; sé que esto es mucha información para digerir; pero, quiero que tengas presente, que todo lo que hicimos fue por ustedes; sabíamos que sacrificábamos un precio muy grande; pero, al menos, garantizamos que ustedes pudiesen tener una vida, aunque fuera separados; tendrían la posibilidad de vivir; y eso, era motivo suficiente para tomar aquella decisión, ¿Lo entiendes?

– Claro que sí, es decir, no voy a negarte que me frustra mucho el hecho de saber que tuve la posibilidad de crecer junto a un padre amoroso y un hermano como Tom; pero, no soy nadie para recriminar el que hayan puesto nuestras vidas por encima de todo.

– Simone tenía razón.

– ¿Sobre qué?

– Eres muy noble y considerado.

Sentí que mis mejillas enrojecieron, agache la mirada y jugué nerviosamente con mis dedos; era la primera vez, que él hombre que me había dado la vida; me decía algo tan afectuoso como aquello…

En esos instantes, me sentí como un niño otra vez.

– G-gracias, Jörg.

– No hay nada que agradecer; dime Bill, ¿Hay algo más que desees saber?

– Sí señor.

– Entonces, dime.

– ¿Qué paso con Kean? ¿Sigue vivo?

– No; él murió hace dos años; al parecer un número elevado de enemigos se aliaron para asesinarlo.

– ¿Y, cómo lo sabes?

– Bueno, dejé a un investigador a cargo de ese asunto en Sacramento; tenía que vigilar sus pasos.

– Ah, menos mal.

– Si, ¿Algo más?

– ¿Hablabas mucho con mamá?

– Si claro, al menos, una vez por semana; estaba al tanto de tu vida, como ella de la de Tom; lo sabíamos todo de ustedes.

– Ummm; creo que, eso es todo.

– Bien, ahora que tú preguntaste y yo respondí; necesito que tú me contestes algo…

– ¿Señor?

– ¿Por qué viajaste a Frankfurt?

¡Santo Dios! ¿Cómo iba a decirle los motivos por los cuales tuve que huir de Sacramento? Y peor aún…

¿Cómo le diría lo de mamá?

– ¿Tiene que ver algo con Simone?

Mierda, Mierda, Mierda.

¿Qué hago?

El acaba de tener un infarto; y si le suelto todo esto, de seguro se pondrá mal de nuevo.

No, no quiero eso…

– Jörg, yo creo que sería mejor si habláramos después de eso.

– ¿Por qué?

– El tema es un tanto delicado y tú apenas te estas recuperando; no quiero que algo malo suceda de nuevo.

– ¿Sabes por qué tuve un paro cardíaco?

– No Señor.

– Ya sé lo que le sucedió a tú mamá, Bill.

Bum, bum, bum, bum.

Se me acelero un ritmo al máximo; ¿Cómo se había enterado de un suceso tan lejano como ese?

No, no, no,

¿Quién se lo había informado?

– T-t-tú, ¿Cómo te enteraste?

– El día en que ustedes se fueron para la Universidad luego de tu desaparición; llamé a Simone y me contestó un chico muy grosero; con una forma de expresarse un tanto tosca…

¿Tosca?

Dios, que no sea quien yo creo…

– ¿Te dijo quién era?

– No, sólo me dijo que tú madre se había …

– Sí; pues, ammm…eso es verdad.

– Bill, hay algo que me preocupa mucho.

– ¿El qué?

– ¿Tú la viste?

– Si.

– Dios mío, Bill, lo siento; lo lamento tanto.

– No tienes por qué disculparte; tú no eres el responsable de la decisión que ella tomó…

– ¿Me puedes decir, que la llevo a eso?

– Pues, a decir verdad, ni yo lo sé. Mamá parecía manejar un poco mejor los ataques de depresión; pero, el día en que la encontré así; ella, sólo me pidió que te buscara…

– ¿Eso hizo?

– Sí; desde mis 6 años, sabía que esa caja que se encontraba en el estudio; era sólo para un caso extremo de emergencia.

– Dime algo pequeño; ¿Quién era el chico que contesto el teléfono de Simone?

¿Se lo tenía que decir?

Se suponía que Blake, era algo que estaba tratando de dejar a un lado…

¿Qué sentido tenia decirle que fui acosado por el mismísimo Lucifer?

– No quiero entrar en muchos detalles; pero, como te has podido dar cuenta; mi personalidad es algo introvertida…

– Si, eres todo lo que Tom no es.

– Jajaja, algo así.

– Y, ¿Qué con eso?

– Bueno, no sé si mamá te informaba todo; pero, si lo hizo; sabrás que mi vida escolar no fue muy entretenida.

– Si, lo sé; y si no deseas hablar de ello, lo entenderé.

– Gracias; es sólo que, digamos que la razón principal por la que me fui; fue en gran parte por lo de Simone; pero, por otro lado; ese chico que te contesto el teléfono, también es responsable.

– ¿Es un acosador?

– Y uno muy peligroso; es un chico de muchísimo cuidado.

– ¿Cómo se llama?

– Blake Straw; vivió en Stuttgart.

– ¿Stuttgart?

– Si, en los barrios bajos.

– Dios Santo; Bill, ¿Ese chico te hizo algo?

– Bueno, ammm, intento hacerlo; pero, gracias a Dios, no paso a mayores.

– ¿Cómo así?

– Mira, no quiero profundizar en eso; lo importante es que, él no sabe que estoy aquí; dejé a mis mejores amigos en Sacramento y escapé de él; por eso, decidí venir aquí; deseaba empezar de nuevo.

– Y eso harás, hijo. Te lo aseguro

– Pero…Tom…

– Mira Bill; nadie tiene el derecho de criticarles nada; ustedes no tenían conocimiento y enamorarse no es un pecado ¿O sí?

– Pues no, pero, él es mi hermano.

– Si, lo sé. Te propongo algo ¿Si?

– Dime.

– Cuando Tom llegué, vamos a sentarnos a charlar los cuatro; quiero que todo quede más que claro y ustedes tomaran una decisión.

– Pero…

– Lo sé; sin embargo, ¿Quiénes cargaran las consecuencias de sus decisiones?

– Nosotros.

– Entonces, no se diga más.

– Jörg, ¿Acaso no te da repulsión esto?

– Bueno, no puedo mentirte; cuando me entere, me perturbo muchísimo; pero, mi preocupación no era porque la situación me produjera repugnancia.

– ¿No?

– No, claro que no. Lo que me preocupaba eran sus reacciones; él como se iban a sentir, si se iban a odiar o peor aún; si iban a irse de nuestro lado por no haberles dicho.

Tengo miedo de que los señalen y los rechacen; pero, jamás sentiría asco de mis pequeños tesoros; eso nunca.

– ¿Tú crees que mamá estaría de acuerdo?

– Jajajaja, bueno, creo que primero los regañaría mucho porque cuando ella se preocupa, siempre se enoja; pero, a la vez, estoy más que seguro, que hubiese apoyado sus decisiones hasta la muerte.

El tono de voz que mi padre había usado para revelarme semejante secreto; me dejaba más que claro que ambos, tanto Jörg como Simone; nos amaban con una profunda locura.

Por esa razón, creía todo lo que este hombre me decía.

– ¿Crees que Tom me odia?

– No Bill; no es eso, creo que no me corresponde a mí decírtelo; pero, hubo un tiempo en el que Tom se enamoró de una chica…

– ¿Si? Wow, eso no me lo esperaba.

– Lo sé; pero, aun cuando él la quiso muchísimo; creo que eso no se compara con el amor que siente por ti.

Mi respiración se detuvo por un momento; hasta Jörg pensaba eso…

– ¿Por qué lo dices?

– El día que desapareciste; y el bajo por esas escaleras decidido a encontrarte; lo detuve, le dije que le prohibía ir, es decir, me preocupaba que ambos se extraviaran; pero, me basto ver sus ojos para saber, que nada ni nadie le iba impedir que te buscara.

Esa mirada me grito con muchísima fuerza: Lo amo.

¡Santo Dios!

Escuchar eso en estos momentos, no me ayudaba de a mucho; me hacía sentir aun peor…

Lo nuestro era tan real que cualquiera que nos viera juntos, repararía en el hecho de que lo que nos rodea, se pinta de un aura diferente…

Nos amamos.

¿Qué sentido tiene ocultarlo?

Esa es la realidad.

– ¿Qué piensa Clarise de todo esto?

– Ella tampoco los culpa; antes se encuentra un tanto atemorizada porque ustedes la odien o algo así.

– ¿Qué? ¿Por qué haríamos eso?

– Bueno, por ocultarles la verdad.

– No, Dios, claro que no pienso eso.

– Y te lo agradezco; pero, Tom es una historia diferente; él no se lo tomara tan bien como tú.

– Iré a buscarle.

– Bill, creo que es mejor que lo dejes solo.

– No, esto debemos solucionarlo juntos.

– Pero…

– Por favor Jörg, quiero discutir esto con él.

– Ummm, está bien; pero, lleva tú celular para que estemos informados.

– Sí señor.

– Bill, ten mucho cuidado.

– Si papá, lo haré.

El rostro de Jörg mostraba un asombro tenaz; y sólo segundos después de haberle dicho eso, me di cuenta de que le había dicho «Papá».

Mis mejillas enrojecieron al mil…

Dios, pero, ¡Qué pena!

– Yo…esto…perdón.

– Jajajaja, no te disculpes hijo. Tranquilo ¿Si? Dejaré que te acostumbres.

– G-gracias.

– Por cierto, ¿Sabes conducir? O ¿Le pedirás a Anderson que te lleve?

– Sé conducir, pero, no tengo papeles.

– No hay problema; dile a Anderson que te preste un auto, si sucede algo; pagaré la multa; sólo, maneja con responsabilidad.

– Sí señor.

– ¿Bill?

– ¿Si?

– ¿Puedo pedirte algo?

– Dime.

– Dame un abrazo.

Me ponía muy nervioso el contacto íntimo con este hombre; aunque fuera mi padre, para mí, era alguien que conocía de unos cuantos días atrás; pero, aun así, no se lo negué…

Me acerque hasta él y lo abrace; lo cual, el agradeció con vehemencia.

Luego de unos minutos; me levante de allí y procedí a ir hasta el parqueadero para ir en busca de Tom.

Baje las escaleras y Sam me intercepto…

– Oh, Joven Bill; estaba por ir a buscarlo.

– ¿Qué sucede Sam? ¿Tom volvió?

– No, no se trata de eso; una señorita lo está buscando.

– ¿Quién?

– Se llama: Anna Heithworth

Pero es que no iba a tener un solo minuto de descanso…

¿Qué querría esta mujer?

– ¿Dónde está?

– En el estudio Joven.

– Gracias.

Fui hasta allí; entre y aquella chica se encontraba sentada en el sillón, como si se encontrara en su casa…

Al verme, sonrió y dijo:

– Justo el chico que necesitaba.

– Disculpa, no quiero ser grosero, pero, no tengo mucho tiempo.

– ¿Estas ocupado?

– Si, necesito salir.

– Oh, entonces, no te quitare mucho tiempo.

– Ok, dime, ¿Qué asuntos tienes conmigo?

– Bueno Bill, creo que nuestro primer encuentro no fue muy agradable ¿Verdad?

– Ummm sí.

– Tom se comportó de una manera muy grosera y no tuve la oportunidad de presentarme.

– Aja.

– Soy Anna Heithworth; una de las tantas mujeres con las que tú hermano ha jugado.

– Claro.

Esperen…

¿QUÉ?

Dios, ¿ESCUCHÉ MAL?

Esa mujer había dicho, ¿HERMANO?

Me cago en la puta de todos sus muertos…

– Así que lo confirmas; ¿Son hermanos no?

– ¿Disculpa?

– No trates de salirte por la tangente; sé de muy buena fuente que ustedes son hermanos.

– ¿Y quién te dijo semejante estupidez?

– Rick.

¿OTRA VEZ ESTE HIJO DE PUTA?

¿Nos quería quemar en una puta hoguera o qué?

¿Cómo se le ocurre andar soltando eso así como así?

– ¿Rick? ¿Cuál Rick?

– Uno de los colegas de Tom; estaba súper borracho y creo que no se percató de lo que me dijo.

– En fin, no me interesa Anna; si eso era todo lo que necesitabas decir, pues, hasta luego.

– Ay Bill, no tienes por qué imitar esa actitud arrogante de tu hermano; veras, quiero proponerte un trato.

– ¿Trato?

– Si, un trato.

– Me da igual.

– Mira, una cosa es que a ustedes los tachen de «Homosexuales» y una muy distinta es que ustedes cometan «Incesto»; eso es ilegal; los pueden echar a la cárcel.

– ¿Por qué estás tan segura de que somos hermanos?

– Porque Rick lo dijo.

– ¿Sólo por eso?

– No necesito más pruebas.

– ¿Pruebas? Jajaja, siquiera te has detenido a pensar que ni él ni yo tenemos los mismos apellidos; vengo de Sacramento-California; la familia Trümper me acogió porque soy un chico de escasos recursos, pero, mi coeficiente intelectual es muy alto; motivo por el cual, me brindaron una carrera universitaria y sostenimiento.

– Pero…

– ¡Dios! Pero qué barbaridad, te podría demandar por calumnia ¿Sabes?

– No…yo…

– Rick de seguro te soltó eso porque estaba despechado.

Anna trago saliva…

Había dado en el clavo y no iba a perder esta oportunidad.

– ¿Estoy en lo cierto verdad? Rick se enteró que Tom y yo salíamos, entonces, se fue hecho una furia de aquí y te dijo esa mentira para intentar manchar nuestra reputación y separarnos; súper infantil, ¿No lo crees?

– Ummm.

– Por cierto, le diré a Tom que pasaste por aquí y que tienes intenciones de soltar ese rumor tan perturbador.

– ¡NO! No lo hagas, sí él lo sabe, fijo me mata.

– Vaya, vaya, vaya, ¿Ahora tú estás en una posición desfavorable?

– Oye, no lo hagas.

– Ummm, no lo sé, eso depende un poco de cómo te comportes Anna.

– No diré nada, lo juro.

– Pues eso espero; porque al mínimo rumor extraño, te acusaré con Tom y quizás él si sepa algo de ti que es verdad ¿No?

Anna enmudeció por completo; su mirada me suplicaba que no fuera a hacer algo tan cruel como eso…

Esa actitud tan perversa era algo nuevo en mí; pero, por el bien de ambos; mientras menos personas conocieran el secreto, mejor.

No podía arriesgarme a que esa bomba fuera desatada; una cosa era tratar de lidiar con eso siendo los únicos conocedores del tema; y algo muy distinto, es que media ciudad se enterara de ello.

Tendríamos que exiliarnos de Frankfurt; y quizás, de Alemania.

– ¿Lo entiendes Anna? No quiero una sola palabra de esto; y ya hablaré con Rick.

– ¿Qué? No, no, no, yo lo hago; yo le diré las cosas.

– No, lo soluciono yo.

– Pero…

– Pero nada; mejor, vete de una vez, tengo prisa.

Ni siquiera se despidió; ella salió corriendo del estudio, se subió a su auto y se marchó de inmediato.

Por poco y casi que no salgo de esta.

Gracias a Dios, éramos pocos los que conocíamos la realidad de nuestras condiciones; de cierta manera, el que tuviésemos apellidos diferentes era una ventaja enorme…

Mamá, Papá, gracias, en serio, sin quererlo, nos han salvado por segunda vez de una grande.

Salí del estudio y le pedí a Anderson que alistara el auto; de repente, mi celular comenzó a sonar…

– ¿Bill?

– ¿Andy? ¿Cómo tienes mi número?

– Eso es lo de menos.

– Dímelo.

– Se lo robé a Tom.

– ¿No valoras tu vida, verdad?

– Jajajaja, si él no se entera, no tengo porque preocuparme.

– Claaaaaro, ¿Qué sucede?

– Tom viene para mi casa y por cómo me contesto; está muy mal…

– Bueno Andy; Tom ya lo sabe.

– ¿EN SERIOOOOOOOOOOOOOOOOOO?

– Dios Andreas, no grites.

– Lo siento, ¿De verdad?

– Si, él ya lo sabe. Mientras Jörg hablaba conmigo al respecto, Tom escucho la conversación y se enteró de que somos hermanos gemelos.

– Dios…

– Si, de hecho, estoy a punto de salir a buscarlo.

– Ummm.

– ¿No crees que sea buena idea?

– Pues no sé Bill; yo tratare de hablarle y darle los detalles de todo; pero, su reacción es algo que no puedo establecer.

– Lo sé; por eso, quiero hablar con él.

– Está bien; te diré como llegar.

– Gracias Andy.

De inmediato me llego la dirección y la programe en el GPS del auto para ir cuanto antes; de cierta forma, la casa de Andreas estaba un tanto retirada; y en ese tiempo que transcurría; me detuve a pensar, en lo dramático que había sido todo desde el comienzo…

Mis padres habían sacrificado mucho por nuestro bienestar, y eso, de alguna manera, me hacía inmensamente feliz. Ahora sabía que mi padre si me amaba y que incluso Clarise, me consideraba un hijo más.

Era aceptado en una familia muy acogedora; aunque, mamá no hiciera parte de ella; sí fue el motivo por el que esta unión fue posible.

La verdad era que las palabras de mi padre me habían tranquilizado mucho; él no nos juzgaba y al parecer Clarise tampoco; en cuanto a Andy, era más que seguro que él no se interponía a esto; el problema real era Rick.

Él no había metido la pata una, sino dos veces y en el mismo día…

Tenía que hablar con él; porque si él llegaba a soltar eso, no solo me iba a arruinar a mí; sino que Tom también saldría perjudicado; y si se supone que lo aprecia de alguna forma; él no querría eso para Tom.

Faltaban unos escasos metros para llegar a la casa de Andy; cuando de repente lo vi parado en la puerta viendo hacia el horizonte; aparque el auto, me bajé y le dije:

– ¿Andy? ¿Qué haces aquí?

– Oh, Por Dios Santo Bill; súbete ya mismo al carro y sigue derecho hasta alcanzar a Tom, por favor.

– ¿Qué? ¿Por qué estás tan alterado?

– Maldición Bill, solo hazlo. Tom va a cometer una estupidez.

Mis sentidos reaccionaron a esa sentencia; me subí al auto y acelere como nunca; sí Andy estaba así de alterado es porque no era ninguna broma…

Quizás Tom estaba peor de lo que yo me imaginaba…

Y esas nuevas sensaciones que estaban empezando a brotar, me lo confirmaron…

Mi pecho se inundó de un dolor inmenso; se me dificultaba respirar…

Acelere más si era posible y no veía el carro de Tom por ninguna parte; baje la cabeza y volví a levantarla; estaba desesperado por encontrarle…

Cuando de repente, a lo lejos, vi como un auto se detenía cerca de un puente, y lo vi.

Dios, ese era el auto de Tom.

Apreté con fuerza y me dirigí hasta allí…

Me faltaba poco para llegar; pero, no estaría preparado por lo que estaba por suceder…

Tom salió del auto y empezó a caminar hacia lo que parecía ser ¿Un acantilado?

¡Por todos los dioses!

¿Acaso él…?

¡NO! ¡NO! ¡NO!

Imposible, el no haría algo tan estúpido como eso…

No otra vez, por favor.

No enfrente de mis ojos…

Llegué al puente, apagué el auto y salí corriendo de allí; mientras me acercaba a ese acantilado, pude ver, como Tom cerraba sus ojos y comenzaba a llorar…

¡MALDICIÓN!

Él pensaba saltar…

Estaba corriendo con todas mis fuerzas para alcanzarlo y evitar que hiciera algo como eso…

Pero…

Mis esfuerzos no fueron suficientes…

Lo vi, en cámara lenta, como esa figura tan celestial descendía por ese abismo; mi mente no funcionaba muy bien en esos momentos; pero, mi voz se hizo sentir con fuerza:

– ¡TOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!

Grité con tanta fuerza que creí que me desgarraría la garganta; sin embargo, él no reaccionó; su cuerpo seguía cayendo y yo no podía detenerlo…

¿Cómo demonios iba a llegar hasta abajo para sacar a Tom del mar?

En esos momentos, ni siquiera considere la posibilidad de que el muriera por esa caída…

ME REHUSABA A CREER ESO.

Tenía que bajar de inmediato para impedir que él se ahogara, pero, ¿Cómo?

¿Tendría que saltar también?

Bill, vas a tener que lanzarte…

Giré en todas las direcciones y pude reparar en el hecho que, en frente de mí; había lo que parecía ser un camino en forma de espiral que daba con la parte baja del acantilado…

¡BINGO!

Empecé a correr hasta allí, bajé muy rápido; estuve a punto de tropezar, pero, por motivos fortuitos del destino, no lo hice.

Mientras descendía, mi mente trataba de tranquilizarme, recordándome datos sobre los casos de suicidios en acantilados…

Casi el 70% de las veces, la victima muere por asfixia y no por el impacto de la caída; a no ser de que la persona tropiece con alguna roca que le golpee la cabeza y muera desangrado.

Bien; rogaba a Dios que Tom no se hubiese golpeado la cabeza y que pudiese sacarlo cuanto antes del mar, para impedir que se ahogara…

Logré llegar a la parte baja de aquel acantilado y fui hasta el punto donde posiblemente había impactado el cuerpo de Tom; eran poco más de las 5:00 pm; el cielo se estaba oscureciendo y eso no favorecía mucho mi búsqueda…

Me adentré en el mar y empecé a caminar hacia la parte más profunda; voltee mi rostro y vi como algo estaba flotando a unos inexistentes metros de distancia…

Nadé hasta allí y lo vi.

Gracias, gracias, gracias.

Por Dios Santo, era mi Tom.

Él no estaba respirando, entonces, me apresuré a sacarlo hasta la orilla; puse su cuerpo boca arriba y revise que su corazón estuviese latiendo; acerque mi oído a su pecho y escuché un palpitar muy débil…

Pero, no me importaba…

Él aún seguía vivo.

Revise que no tuviese ningún golpe o herida grave en el cuerpo; al parecer, no había nada de qué preocuparse; pero, si él no estaba respirando, era porque había alcanzado a tragar algo de agua…

Acerqué mis labios y empecé darle respiración boca a boca…

Repetí innumerables veces el mismo proceso:

Le pasaba aire, le hacía contracciones en el pecho; pero, Tom no reaccionaba…

– Por favor Tom, te lo suplico, despierta ¿Si?

Lo intenté tantas veces como me fue posible, pero, él no respondía a nada; entonces, me frustré…

Y como un loco, comencé a golpearle el pecho, reclamándole:

– Tú eres un maldito mentiroso; me dijiste que no me abandonarías, lo prometiste Tom; entonces, ¿Por qué te lanzaste, ah? ¿No se suponía que no me dejarías nunca? ¿No pensaste en cómo me sentiría yo? Eres un farsante, te odio, te odio, te odio…

Lo seguía golpeando, pero, él no despertaba…

Me sentía tan impotente…

¿Acaso en verdad, lo había perdido?

Primero mamá y ahora él…

¿Por qué me hacían esto?

¿Tan difícil era decirme que no me querían cerca de ellos?

¿Por qué preferían acabar con sus vidas?

Coloqué mi rostro sobre su pecho y empecé a llorar; me sentía débil, no tenía fuerzas para hacer nada…

Quería permanecer asi y no levantarme nunca de allí…

Comencé a cerrar mis ojos, estaba por ceder ante la presión; cuando, sentí como una mano me acariciaba el cabello…

Me levanté de inmediato y Tom, abrió los ojos y comenzó a toser de una manera alocada; su respiración estaba muy agitada, parecía que se iba a ahogar…

Empecé a darle palmadas en la espalda para ayudarlo; cuando, sus ojos giraron y me vieron allí.

Él se apartó de mí…

– ¿B-Bill? ¿Q-qué? Tú…

– ¿Eres idiota o te haces?

Su rostro era indescifrable; el solo me miraba como si dudara de que fuera yo quien estuviese ahí en frente de él; parecía preguntarse, si estaba muerto o si lo que sus ojos veían era real.

Me acerqué y con mucha fuerza, le di una cachetada en la mejilla…

Su rostro giro por completo y el llevo su mano hasta la mejilla, la cual se tiño de rojo de inmediato…

– ¿Bill?

– Claro que soy Bill, idiota.

– ¿Qué haces aquí?

– La pregunta es: ¿Qué haces tú aquí?

– Ammm…

– Creí que tenías más cerebro Tom.

– ¿Cómo?

– Eres un maldito infeliz que no piensa en otra cosa que no sea en él; ¿Cómo pudiste?

– ¿Disculpa? ¿Quién te crees para venir a reprocharme algo, ah?

– Soy tú novio, sólo eso, ¿Qué pasa te golpeaste tan duro que se te olvido o qué?

– ¿Novio? Pero…tú y yo…

– ¿Qué? Hasta donde yo tengo entendido, no hemos terminado ¿O sí? ¿Me estas siendo infiel?

– ¿QUÉ? No, no, no, por supuesto que no; espera un segundo, ¿Perdiste la cabeza?

– No me cambies el tema rastafari asqueroso.

– Mucho cuidado con la forma en la que me estás hablando.

– Yo veré como te hablo, ese es mi maldito problema.

– Oye, pero, ¿Qué demonios pasa contigo? ¿Por qué me hablas así?

– Mi novio intento suicidarse, eso me pasa. ¿No te parece estúpido? Ni siquiera me diste la maldita oportunidad de decir algo, no lo hablaste conmigo, no me preguntaste como me sentía al respecto; saliste corriendo como un cobarde y me abandonaste a la suerte.

– Yo…

– Tú nada Tom; es inaudito lo que hiciste, imperdonable.

– Bill…

– Bill nada; ¿Sabes una cosa? Mátate, ve, tírate otra vez del acantilado y ahógate en ese puto mar; pero, por lo menos, no lo hagas en frente de mis ojos…

– Yo no sabía que tu…

– Pero me escuchaste ¿O no? Tuviste tiempo de reaccionar, abrir tus ojos y salir del mar…

– Ummm…

– ¿Ves? Querías morir.

– Bill, yo…

– No hay excusas para esto; ¿Tan repudiable soy para ti que prefieres morir antes que regresar a mi lado?

– ¡No! Bill, no es eso.

– ¿Entonces qué es? Dímelo, porque no entiendo una puta mierda Tom.

Estaba furioso; ahora que sabía que él estaba vivo; mi frustración se desencadeno por completo; me daba rabia saber que el había hecho algo tan egoísta como eso…

Si él no quería soportar la realidad…

¿Por qué no me pidió que saltara con él?

Yo lo habría hecho; no me hubiese importado; si Tom no estaba, mi existencia era inútil…

Mientras trataba de apaciguar la calma; escuché algo que me parecía familiar; era un sonido encantador y venia de ¿Tom?

Esperen un condenado segundo…

No, esto no puede ser verdad…

¿EL INFELIZ SE ESTABA RIENDO?

Puto de mierda.

– ¿Se puede saber de qué carajos te ríes?

– Jajajajajajajajaja, me muero…

– ¡TOOOOM!

– Te ves muy gracioso cuando te enojas ¿Sabes?

Me iba a dar…

Por las barbas de Zeus que me iba a dar…

No lo iba a soportar un momento más…

Corrí hasta él y me lancé ; ambos caímos y yo quede sentado sobre su abdomen…

– ¡Au! Bill, no seas bestia.

– Tú eres la bestia.

– Oye, ¿Siempre que te enojas mueves tus manos muy rápido y empiezas a decir groserías cada dos segundos?

– Tuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.

– Jajajajaja, encantador.

– Muérete, eres un imbécil.

– Lo sé.

– ¿Lo sabes? Y entonces, ¿Por qué lo hiciste?

– Si me dejas sentar, te puedo explicar.

– No te lo estoy impidiendo.

– Si no te levantas y yo me siento; tú quedaras justo sobre mi pelvis y pues, no creo que sea conveniente en estos momentos.

– ¿Por qué no?

– Sabes el por qué…

– Eres un bebé.

– ¿QUÉ?

– Lo que oíste, ¿No puedes afrontar la realidad cuando se pone un poco dura, verdad? ¡Qué consentido!

– Oye, espera un maldito momento; a mí no me insultes…

Tom se levantó y quedamos a escasos centímetros uno del otro; sus manos se posaron en mis caderas, y él, empezó a mover su lengua de una manera muy sensual; me estaba provocando…

– Eres un ansioso; deja de ver mis labios…

– A ver Tom, ¿Ni siquiera luego de un suicidio fallido vas a dejar de creerte un puto dios?

– No; sigo siendo irresistible.

– Como sea, me vas a explicar las cosas ¿O no?

– Si, si, lo voy a hacer.

– Te escucho.

– Bill, ¿Acaso no te jode esto?

– Yo pregunté primero, así que quiero saber tus motivos y lo que sientes…

– Ummm.

– Sigo esperando Tom.

– Está bien; me frustré; yo, me sentí miserable. No me puedo perdonar el haberte llevado a esto; yo fui quien insistió desde un principio.

– Ok, pero, ¿Tu sabias que éramos hermanos?

– No, claro que no.

– ¿Entonces? ¿Por qué la culpa?

– Porque aunque escuché de nuestros lazos fraternales; nada cambio.

– ¿Nada?

– No, nada.

¿Él estaba admitiendo que me seguía viendo de la misma manera que antes?

– ¿No sientes asco de mí?

– Por enésima vez, ¡NO! Bill, ¿Cómo podría sentir algo así? Tú deberías pensar eso de mí; a fin de cuentas, yo te arrastre a esto.

– Pero, yo decidí seguirte ¿No? Tú no me obligaste, de cierta forma, me diste opciones; fui yo quien se rindió ante ti.

Los ojos de Tom se abrieron; su mirada me inspeccionaba, él quería asegurarse de que había escuchado bien, que yo le había confesado que en verdad me había resignado a ser sólo suyo.

– ¿No me odias?

– Claro que no Tom, ni tú ni yo somos responsables por esto; sólo sucedió.

– ¿Y qué haremos? Nadie va a aceptar esto.

– Mientras tú te fuiste, yo hable con tú padre…

– Y el tuyo.

– Ummm si, y quedamos en que íbamos a charlar los cuatro; dijo que, lo que decidiéramos, estaba bien, a fin de cuentas, sólo nosotros cargaremos las consecuencias.

– ¿Y tú quieres seguir?

– ¿No es obvio? Veras, yo tampoco te veo como un hermano; lo nuestro va más allá de algo fraternal.

– Yo pienso lo mismo.

– ¿Entonces?

– A la mierda todo; yo quiero estar contigo.

Tom corrió hasta mí y me abrazo con mucha fuerza, su rostro se escondía en mi cuello y yo sólo pude acariciar su cabeza…

No había reversa…

Nada que lamentar…

No había marcha atrás…

– Yo también Tom.

– Si algo sucede, prometo que te protegeré; no dejare que nadie te dañe.

– Lo sé, no necesitas decírmelo; sé que lo harás.

– Estaba muy preocupado.

– ¿Por qué?

– Después de tener sexo contigo; iba a ser muy difícil conseguir a alguien que me excitara como tú.

Retiro lo dicho.

Claro que puedo dar reversa…

Este imbécil no piensa en otra cosa que no sea sexo.

Malnacido.

– ¿En serio? ¿De verdad Tom?

– Claro, ¿Quién dejaría que lo domine a mi gusto?

– Eres un infeliz.

– No, no ahora; ya no; te tengo conmigo y siempre será así.

Me retracto de nuevo.

El imbécil es un encanto total.

¿Cómo no amarlo?

– Oye Tom, no malinterpretes esto, pero, ¿No deberías quitarte esa ropa toda mojada? Puedes resfriarte.

– Bill, no es necesario que recurras a un pretexto como ese; di que me quieres ver desnudo y ya; te hago un baile privado y todo, si quieres.

– Púdrete, bestia asquerosa.

Giré y empecé a caminar en dirección al trayecto que nos llevaría hasta la parte superior del acantilado; cuando lo escuché:

– ¡BILL!

– ¿Qué quieres?

– Juguemos.

– ¿Qué?

– Ven, nademos un rato ¿Si?

– No, nos vamos ya para la casa.

– ¿Por qué? Eres un aburrido, casi me muero ¿Y es así como me tratas?

– Tú casi te matas; y no es mi culpa que me hayas hecho enojar.

– ¿Sigues molesto?

– Pues obvio, idiota.

– ¿Qué quieres que haga?

– ¿Cómo?

– ¿Qué tengo que hacer para que ya no estés enojado conmigo?

Tom agacho la cabeza y vi lo que parecía ser un pequeño puchero asomándose en esos labios…

Estaba actuando como un niño muy consentido.

Así de adorable es él…

Un momento me hace descender al infierno y en el otro, de un solo me impulso, me sube hasta el cielo…

A fin de cuentas, se trataba de un demonio ¿No?

– No lo sé, convénceme.

– Pero, ¿Y cómo?

– Usa tu imaginación, casanova.

Él se quitó la gorra; soltó sus rastas, saco su camiseta, bajo sus pantalones y quedo sólo con sus boxers; se adentró al agua y empezó a caminar en mi dirección…

La forma en la que se movían sus rastas, balanceándose de un lado a otro; la manera en la que su cuerpo se resistía al contacto del agua; su mirada penetrante que no dejo de observarme ni por un instante; todos y cada uno de sus gestos eran provocativos; incitaban al pecado.

Llego hasta mí y puso sus manos en mi cintura; me acerco a él y empezó a darme besos pequeños sobre los labios…

– ¿Me perdonas?

– No.

– ¿No?

– Aún no.

Hizo que su lengua me diera pequeñas lamidas en los labios; sentí como poco a poco, ese musculo húmedo se adentraba a mí; recorrió cada centímetro de mi boca; lento, sin prisa…

Sentí como de un momento a otro; el apretó mi trasero e hizo que su pelvis chocara con la mía; ambos, estábamos más que despiertos…

La temperatura estaba subiendo y yo, sentía que mis rodillas me iban a fallar; Tom, empezó a mover su lengua dentro de mi boca, como si estuviese penetrándola…

¡Por Dios!

Me va a enloquecer con eso…

Sus movimientos eran salvajes; nunca me había besado de esa manera tan bestial; sentía que iba a llegar al clímax sólo con eso…

Él se apartó y me miro divertido:

– ¿Es suficiente con eso? O ¿Quieres más?

No le respondí; me abalance de nuevo sobre él; quería seguir saboreando los labios de ese hombre que tan sublime me parecía…

El me tomo de la mano y me llevo hasta el mar; pero antes, me quito la ropa y quedamos en las mismas condiciones…

– Ven aquí.

– No quiero.

– No seas terco; ven.

– No, no voy a meterme hasta la parte profunda.

– Yo estoy contigo, no te va a pasar nada.

– Cárgame.

– ¿Qué?

– Si me cargas, no me dará miedo.

– Bill, mides casi dos metros; el agua te llegara hasta la cintura.

– Me da miedo igual, llévame ¿Si?

– Dios, pero, que cajita de sorpresas eres ¿No?

– Así me amas.

– Si.

– ¿CÓMOOOOOOOOOOOOOOOO?

– Nada.

– Repítelo, tienes que decirlo.

– ¿Decir qué?

– Dijiste que me amabas.

– ¿Qué? Yo no dije eso.

– Pero lo afirmaste.

– No lo hice, déjate de niñadas.

– Lo hiciste, Jajaja, ¿Así que me amas?

No me contesto; me tomo de la mano y en un empujón enorme, me metió de cabeza al mar; cuando salí, ya estaba en la parte más honda y completamente mojado…

– Eres un estúpido.

– Te ves lindo así con tu cabello todo mojado.

– Si, lo que digas.

Tom se acercó de nuevo; me cargo en sus brazos de manera en que mis piernas se enredaran en sus caderas y me dijo:

– ¿Hay algún problema si te hago el amor aquí mismo?

La pregunta no había sido nada del otro mundo; el problema en realidad fue la esencia que se desprendió de ella…

Era una atmósfera ardiente; un deseo que me quemaba al tacto…

Él estaba hirviendo de ganas de tenerme…

Ya lo veía venir…

Su desenfreno animal.

No espero a que le contestara; sus labios se fueron directo a mis pezones y como era de esperarse; él jugo con ellos, los mordía y luego succionaba; ese intervalo entre el dolor y el placer que tanto me hacía perder la cabeza; mis manos apretaban su cabeza para que profundizara más sus movimientos en mi torso…

Su lengua me recorría a gusto; se detuvo en mi cuello y repartió besos en todas partes subió a mi oreja y la mordió con fuerza…

– Tom…

– Te quiero ya mismo.

– Pero aun…

– No hay tiempo; voy a explotar Bill.

Me saco los boxers y volvió a cargarme; aproximo su miembro hasta mi entrada y estaba más que decidido a penetrarme; yo, estaba muy asustado; eso iba a doler bastante…

Sentí como sus brazos me apretaban con fuerza y él fue adentrándose de una manera sumamente despaciosa, con delicadeza, como si temiera romperme.

Y susurro:

– Shhh, tranquilo nene; no voy a lastimarte, iré despacio ¿Si?

– Si.

– Dime si te duele.

– Ok.

Su miembro continuaba su trayecto y a mí se me saltaban las lágrimas por sentirlo rozar contra mis paredes internas de una manera tan ruda como esa; toco mi fondo y se quedó allí, esperando…

– ¿Tom?

– ¿Te duele?

– Un poco.

– Me moveré hasta cuando tú te sientas listo.

– ¿Lo harás?

– Si, por ti.

Yo sabía que eso representaba un esfuerzo sobrehumano para Tom; en nuestros encuentros pasados; su auto-control era nulo y el que ahora se estuviese comportando de esta manera; como si deseara complacerme en todo; lo convertían, simplemente, en un ser irresistible.

– Hazlo.

– ¿Seguro?

– Si.

– Iré lento.

– Confió en ti.

Su rostro esbozo una sonrisa hermosa y sus labios entraron en contacto con los míos; su penetración iba muy lento, pero, su profundidad era mayor; lo sentía en toda su longitud; ese vaivén tan delicado, me permitía palpar la hombría de Tom en todo su esplendor…

– Bill…

El empezó a gemir; su rostro se contraía en muecas de placer; al parecer, no era el único que estaba disfrutando de ese movimiento tan armónico; sus manos llegaron hasta mi trasero y me apretaron con fuerza…

– Dios Tom…

– Bill.

– ¿Ummm?

– Quiero que saltes.

¿Se había enloquecido?

Si empezaba a moverme, nos íbamos a caer directo al agua…

Podíamos lastimarnos.

– Nos vamos a caer.

– Yo te sostengo; no pasa nada.

– Pero…

– Quiero que te muevas sobre mi nene; hazlo.

Ni modo; como siempre yo, satisfaciendo las necesidades de esta bestia en celo…

Comencé el movimiento y él se coordinó en perfecta sincronía con mis pequeños saltos; la embestida era despaciosa y muy profunda; lo cual, hacía que mis sentidos se nublaran por completo…

Y la reacción de Tom a esa nueva sensación, fue increíble.

Me tomó de las caderas para que no pudiese apartarme y dijo:

– Muévete así.

– ¿Estás loco? No puedo.

– Si puedes, vamos, sabes que estoy a punto de enloquecer; hazlo ya.

Como no podía apartarme de su miembro sino moverme sobre él; lo sentía en la parte más honda de mi cavidad y él se estremecía por completo…

– Maldición; de ahora en adelante, lo haremos así.

Era un sentimiento demasiado placentero; el ritmo incremento, y con ello, las oleadas de lujuria; Tom no se contuvo por mucho más, y comenzó a morderme y besarme por todas partes…

El gemía y yo gritaba en respuesta…

Dios, podía sentirla por completo.

Sus manos seguían apretándome y él solo pedía más…

– Vamos nene, sé que puedes moverte más rápido, vamos.

Incremente el ritmo (Si era eso posible) y conforme aumentaba; el gemía aún más; estábamos demasiado excitados como para detenernos…

Presentía que íbamos a acabar en cualquier instante.

– Tom…

– Si amor, ya, hazlo ya.

Era el colmo de la lujuria; hice un movimiento más; tan profundo que sentí como mis paredes se humedecían de él…

Lo veíamos, de nuevo, nuestro cielo en común.

Las estrellas que sólo brillan para nosotros.

Abrace a Tom y el comenzó a salir muy lento de mí; me bajo y tomo mi rostro entre sus manos:

– Pequeño, ¿Estas bien?

– Si, ¿Y tú?

– De maravilla.

Nos tomamos de la mano y salimos del mar, fuimos hasta la orilla, tomamos nuestra ropa mojada y decidimos subir hasta donde se encontraban nuestros autos…

– Así que manejas…

– Si, ¿Por qué?

– Por nada; sólo que no lo sabía.

– Ummm.

– Bien, algo más que anotar a la lista.

– ¿Lista?

– Si, de las cosas que te gustan y de las que no.

– ¿Por qué tienes algo como eso?

– Porque quiero complacerte siempre.

No lo dije antes; Tom era todo un encanto, aunque, a veces un tanto manipulador, pero, a fin de cuentas, un ser etéreo y perfecto.

– Eres un charlatán.

– Lo sé, me funciona un 99% de las veces.

– Yo diría que un 100%.

– No quería ser tan prepotente, pero, ya que tú lo dices.

– Bien, vámonos ya.

– ¿Por qué debemos ir separados?

– Porque tenemos dos autos, imbécil.

– Dejemos uno aquí.

– No, eso sí que no; tú padre me lo presto, debo regresarlo.

– Mi padre y el tuyo.

– Ammm, sí.

– Está bien; iremos separados, pero cuando lleguemos a casa, dormiremos juntos ¿Si?

– Pero, ¿Qué te pasa?

– Nada, sólo quiero estar contigo Bill.

– Ummm, ya no sé si creerte, ¿Estas tramando algo?

– ¿Yo? Nunca, jamás, sería incapaz.

– No te creo.

– No lo hagas; igual, es la verdad.

– Como sea, entra ya en el auto y vámonos.

– Sí, sí, sí. Como órdenes, primor.

– No me digas así.

– ¿Por qué no? Es tierno.

– No me gusta.

– Bien, entonces, Bill.

– Mejor.

– Bill.

– Dime.

TE AMO.

Continúa…

Gracias por la visita. Te invitamos a continuar con la lectura.

Publico y rescato para el fandom TH

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