«Reverse I» Fic de Alter Saber
Capítulo 32: Intriga
«El tiempo lo cura todo; hasta una herida mortal»
La llamada de Andy me había descolocado por completo, es decir, ¿Qué demonios estaba sucediendo? ¿Cómo es que se van sin previo aviso y por sugerencia de Jörg?
Nada de eso tenía sentido; a menos que, las condiciones que lo llevaron a tomar esa decisión, ameritaran un plan tan repentino como ese; no conocía los motivos por los cuales, nunca habíamos sabido un detalle de la vida de Bill; Jörg no me parece un padre despreocupado, por el contrario, es un hombre que siempre ha estado presente en todas las etapas de crecimiento de Tom; lo ha corregido cuando ha sido necesario y también le ha brindado su apoyo total en todas y cada una de las decisiones que él ha querido tomar.
Ni que decir de Clarise; ella sin duda alguna es una madre ejemplar, siempre tan cariñosa y atenta a todos los detalles de la vida de Tom; nunca lo sobreprotegió, de cierta forma, ella le ofrecía la libertad de cometer sus equivocaciones para que asi formara su carácter y se convirtiera en un chico independiente.
Quizás de todos nosotros; quien contaba con los padres idóneos, era Tom; por supuesto que, no me quejo de los míos, pero, sus vidas giran en torno al capital que poseemos y es extraño compartir tiempo juntos; aun así, he contado con ellos cuando lo he necesitado; incluso, hace unos días atrás, les confesé mis preferencias sexuales, y para mi sorpresa; mamá me dijo que ella ya lo sabía y mi padre no lo tomo a mal; sólo me advirtieron que fuera muy cuidadoso, que no me entregara tan fácilmente y que mantuviese mi dignidad.
Y es que conseguir una pareja del mismo sexo, es un reto para cualquiera que se encuentre en mi posición; no es para nada sencillo dar con una persona que esté dispuesta a soportar el rechazo o la crítica de la sociedad; alguien que no tema a demostrar su cariño en público a pesar de las miradas de acusación que lancen; es casi que utópico el hallar un individuo seguro de sus convicciones.
De allí la preocupación de mis padres; lo que ellos no desean, es que, en el afán de conseguir pareja; yo, acceda a estar con cualquiera y que quizás esa relación se torné peligrosa o abusiva; porque son tantos los casos en los que, homosexuales soportan el maltrato, la humillación y la degradación de alguien, con tal de no perderle, porque tienen la perspectiva de que no encontraran a alguien más que los acepte.
Aunque entiendo que es sumamente difícil dar con una persona que nos respete y crea en nosotros; sé, que tarde que temprano, ese «Alguien» llegara para borrar las tristezas y llenara mi existencia del caleidoscopio que tanto he anhelado; por eso, la dignidad siempre tiene que estar en alto, muy presente y hacerse valer cuando sea necesario.
Ahora que mi familia conocía la verdad y no habían recriminado mi decisión; me quedaba, Jake.
Temía más por su reacción, que por la de mis padres; no me gustaría recibir ni siquiera una mínima cuota de desprecio de su parte, creo que no lo soportaría.
Sin embargo, no puedo darle más larga a esta situación; tengo que hablar con él y decirle la verdad, lo que venga después de eso, sólo lo sabe Dios
Ya que ambos estudiábamos derecho en la misma Universidad; teníamos mucho tiempo para charlar; escuché el sonido del timbre.
Era Jake.
Tome mis cosas y baje las escaleras, fui hasta la entrada y ahí estaba él, esperándome en su auto; con un gesto de su mano, me saludo y yo le correspondí:
– Hey.
– Rick, ¿Cómo estás? Tienes una cara de mierda, ¿Lo sabes, verdad?
– Si, ayer, estuve bebiendo y creo que se me fue la mano.
– ¿Fuiste a beber solo?
– Si.
– ¿Por qué? Es decir, ¿No me llamaste o sí?
– No Jake, quería estar solo.
– Ummm.
– ¿Podemos arrancar?
– Claro.
Jake se quedó observándome por un momento, y yo, gire mi rostro para que el no sospechara nada al respecto; quería decirle pero no a primera hora de la mañana…
El trayecto fue silencioso, ninguno de los dos pronunció palabra alguna; sólo nos limitamos a mantener la mirada fija en los paisajes que nos ofrecía Frankfurt.
Llegamos a la Universidad, Jake aparcó el auto; bajamos y empezamos a caminar hasta la entrada; cuando de repente, sentí un agarre en mi muñeca:
– Rick, espera.
– ¿Qué sucede? Llegaremos tarde, Jake.
– Tú…
– ¿Qué?
– ¿Estás bien?
Sus ojos reflejaban mucha preocupación; Jake era como ese típico hermano mayor que pierde la cabeza cada vez que sospecha que algo malo le sucedió a su hermano menor…
– La verdad es que no.
– Rick…
– Pero, quiero que lo hablemos después del primer momento ¿Si?
– Está bien, pero, no vayas a tratar de escapar; me tienes que contar.
– Sí, sí, sí; ahora vamos.
Una pequeña sonrisa se asomó en el rostro de Jake; el saber que le contaría acerca de lo que me tenía mal, le daba una tranquilidad momentánea; no es como si él quisiese conocer cada aspecto de mi vida; era más como si el no deseara que yo tragara el dolor solo…
Ingresamos a la sala de Derecho penal; hoy teníamos una presentación por hacer, de la cual dependía el 40% de nuestra calificación; para nuestra fortuna, ambos poseíamos destrezas para comunicar nuestras ideas; la exposición fue todo un éxito, al igual que, la nota que recibimos.
La clase finalizó y sentí como minimizo considerablemente el estrés que tenía a causa de ello; salimos del aula y nos dirigimos hasta el comedor; llegamos a una de las mesas más alejadas del alboroto matutino y Jake no perdió un solo minuto:
– Aquí estamos, suelta la sopa.
– Siempre tan ansioso.
– Rick, sabes que me preocupas; no me gusta que te calles las cosas.
– Mira Jake, antes que nada; déjame decirte que lo que estoy por contarte es algo sumamente delicado y sí lo he guardado durante tanto tiempo, es porque, temía que tu reacción no fuera la adecuada y que quizás, decidieras dejarme.
– Aja.
– Pero, creo que ya es tiempo de que lo sepas.
– Entonces, te escucho.
– ¿Te has detenido a pensar alguna vez sobre el por qué nunca estoy con chicas?
– Si.
– ¿Si? Y, ¿Qué pensaste?
– Ummm, primero, habla tú.
¡Dios!
Me sudaban las manos, sentía que me iba a desmayar ahí mismo; mi respiración estaba acelerada, pero, mi corazón no palpitaba; o bueno, yo no lo percibía así…
– Oye Rick, cálmate ¿Si? Te va a dar un infarto.
– L-lo siento, es que, esto es difícil.
– A ver Rick, ¿Qué es lo que te preocupa?
– Que sientas asco de mí y me rechaces.
– ¿Por qué sentiría eso?
– Bueno…
– El que te gusten los hombres no cambia el hecho de que eres mi mejor amigo.
BUM, BUM, BUM, BUM, BUM.
¿El?
Dios…
– ¿Cuándo te enteraste?
– Desde que conocimos a Tom.
Al parecer, yo, era el único que creía que «Disimulaba» mis sentimientos hacia Tom…
¡Qué vergüenza!
Tanto Andy como Jake, lo descubrieron desde un comienzo…
Y quizás, Tom también lo sospeche, pero, no quiere generar incomodidad entre nosotros…
– ¿Tan evidente era?
– Oh, sí. No es como si te comportaras diferente, es más, siempre mantenías la compostura; pero…
– ¿Qué?
– Sonará estúpido, pero, el aura que te rodeaba, cambiaba radicalmente; parecía más dócil, suave, tranquila, como si te sintieras en plenitud absoluta.
– ¿Por qué no me dijiste que sabias?
– ¿Por qué no me lo contaste antes?
– Tenía miedo.
– Yo también.
– ¿Cómo?
– Bueno Rick, tú eres una persona muy sensible aunque tu personalidad te haga dar la apariencia de que eres alguien «Duro» u «Orgulloso»; la verdad es que sufres más que cualquiera, porque tus sentimientos son muy genuinos. Me asustaba que quizás mis sospechas no fueran ciertas y que si te consultaba, tú te indignarías conmigo y te alejarías.
– Nunca.
– ¿Qué?
– Jamás me apartaría de ti; ni aunque asesinaras a una persona, yo, no te dejaría Jake.
– Jajajaja, ¿Ves, Rick? Tus sentimientos son muy transparentes; eres demasiado leal, y creo que, yo me lleve la lotería al ganarme tu cariño.
Mire a Jake, y sus ojos eran demasiado sinceros; él no estaba siendo sarcástico; sus palabras eran reales; esa era la forma en la que Jake se sentía y yo no podía estar más agradecido por ello…
– Gracias «J».
– No tienes nada que agradecerme, pero, hay algo que me inquieta.
– Dime.
– ¿Andreas y Tom, lo saben?
– Si, Tom sabe que soy gay pero no que él me gustaba.
– ¿Gustaba? Espera, no me digas que ayer bebiste por despecho…
– Algo así, ridículo ¿No?
– Y, ¿Por qué soportaste eso solo? Rick, pudiste haberme llamado, te habría acompañado; 9 años de un amor no correspondido, es algo muy jodido.
– No, quería estar solo y tratar de superarlo por mi cuenta.
– Ummm, y ¿Qué te hizo desistir?
– Si te diste cuenta en el Hospital; Bill y Tom, son demasiado cercanos.
– Noooooooooooooooooooooooooooooo.
– Si, Jake.
– No me jodas; ¿El jefe se nos desvió?
– Jajajaja, eso parece.
– Increíble; lo golpeare cuando lo vea.
– ¿Por qué?
– Por mantenerme ese secreto tanto tiempo.
– Jajaja, ¿No te molesta?
– Nah, hasta lo entiendo.
– ¿Lo entiendes?
– Bueno; Bill es muy afeminado, sus facciones son demasiado sutiles para un hombre.
– Si, debo admitir de cierta manera que el chico no está nada mal.
– Jajajajaja, no respires por la herida; admite que está buenísimo.
– Ay, muérete Jake.
– Jajajajaja, ya que todo está develado; la próxima vez que nos reunamos, te molestare junto a Andy.
– Dios, ustedes son un dolor en el trasero.
– Será divertido Rick, como siempre.
– Si, si, lo que digas.
– Bueno, pero, hablando en serio.
– ¿Qué?
– Gracias por decírmelo; me quitaste un peso de encima, y de cierta forma me alegra que lo pensaras tanto antes de decirme.
– Bueno, ya sabes, he compartido casi toda mi vida contigo.
– Si, has sido un acosador, nunca te me has separado.
– Idiota.
– Por cierto, ¿Qué sabes de los chicos?
– Mierda, se me olvido decirte.
– ¿Qué?
– Andreas, Tom y Bill; están de camino a Venecia.
– ¿QUÉ?
– No grites, Jake.
– Lo siento, pero, ¿Cómo es eso posible?
– Bueno, Andreas me llamo esta mañana y me informo al respecto.
– ¿Por qué tan de repente?
– Jörg se lo pidió.
– Uy, eso no me gusta nada.
– Exacto; al parecer, algo va a suceder este fin de semana y tuvo que sacarlos de Frankfurt.
– O sea que, nosotros también debemos andar con cuidado.
– Puede ser.
– Bueno, cuando ellos lleguen, tenemos que reunirnos; quiero que hablemos de todo, aparte, hace mucho no nos juntamos.
– Tienes razón.
Jake y yo, comimos algo de la cafetería y sostuvimos una conversación tranquila; haciendo bromas estúpidas como de costumbre; me sentía un tanto más calmado…
La próxima vez, nos reuniríamos y seriamos los de siempre.
Sin embargo, me hubiese encantado saber que esa reunión no iba a ser posible; alguien se interpondría y se llevaría a uno de nosotros.
&
La conversación con Andy me había permitido reconsiderar seriamente la actitud que adopté frente a la revelación de «Bella»; me sentía culpable, por haberme comportado como un completo Idiota; hasta la vergüenza se hacía presente en estos momentos dentro de mí.
Los celos eran algo lejano a mi diccionario personal; escuchaba como las personas discutían por esa «Envidia» que brotaba al ver a su pareja con alguien que no fueran ellos; en ese tiempo, creía que era ridículo llegar hasta esos extremos de enojarse por algo tan trivial como eso.
Pero ahora, lo entendía por completo.
Cuando se ama con fervor; cualquier persona es enemigo, y las sensaciones de malestar que se desatan son tan profundas que pueden llegar a nublar la percepción de alguien; justo como me había sucedido a mí.
Estoy más que seguro que en mis cinco sentidos, nunca habría hecho algo tan estúpido como eso; ¿Sentir celos de alguien que ya no está?
¡ES ABSURDO!
Sin embargo, en esos instantes en los que Tom no paraba de hablar de «Bella», sentía como las náuseas se apoderaban de todo mi ser y simplemente, no atendía a razones; estaba destrozado, incluso humillado; porque desde mi perspectiva, ella era mucho mejor que yo.
Y cuando me entere de que estaba muerta; aunque no quisiera reconocerlo, sentí un ligero alivio por ello; ella no estaría para quitarme a Tom, y eso, me daba mucha paz.
¿Cómo enfrentaría a una mujer como esa?
Claramente, no tendría como hacerle frente.
Bella era demasiado importante para Tom; tanto así que, él se rehusaba a enterrar sus sentimientos por ella; eso era una clara muestra del amor que le tenía; aunque fuera en un tópico más fraternal que romántico; él se resignaba a dejarla del todo.
Ahora estaba ese pequeño secreto que ni siquiera Andreas conocía…
Algo me decía que esa época; fue tan determinante para Tom, que cambio por completo su perspectiva sobre el mundo; si mal no recuerdo, el día en el que Rick estuvo por soltar la verdad; Tom mencionó algo sobre Stuttgart…
O sea que, ¿Tom había estado en esa ciudad?
¡Dios!
¿Será que estuvo en los barrios bajos?
Bueno, eso lo explicaría todo; con la referencia que tenia de Blake; ya sabía de sobra que ese lugar era el infierno terrenal; pero, ¿Qué demonios hacia Tom allí?
Me gustaría preguntarle, pero, la advertencia de Andy era seria y no podía contrariarle; a menos que, sea Tom quien me diga las cosas…
Yo tampoco le estoy siendo del todo honesto, es decir, le estoy ocultando el incidente de Blake…
Me perturba un poco que Tom se entere de eso y se enfurezca hasta el punto de ir a buscarle; eso sería desastroso, él podría terminar muerto…
Por eso, no importaba si se lo ocultaba; preferiría mil veces no decirle eso, a que el colocara su vida en riesgo.
Sentí como algo me sacudía; Andreas estaba tocándome para que me despertara, al parecer, habíamos llegado; divise desde la ventana el espectáculo nocturno…
– ¡Venecia es hermosa!
El avión arribo, salimos de él y procedimos a encaminarnos hacia el auto que estaba esperándonos; cuando entramos en el carro, Tom se sentó a mi lado y me abrazo durante todo el trayecto; estaba pegado como un Koala a mí; me parecía de lo más infantil su actitud, pero, no me incomodaba.
Llegamos al Hotel donde nos quedaríamos; por supuesto, tratándose de los Trümper; el lugar era demasiado lujoso; mínimo tenía que ser un cuatro estrellas; los empleados tomaron nuestro equipaje y nos registramos en la recepción; solicitamos dos suites; una la compartiríamos Tom y yo; y la otra era solo para Andy.
Estábamos por subirnos al ascensor, cuando, vimos que Tom se quedó estático en el centro del vestíbulo; el no reaccionaba, estaba petrificado allí; dirigí mi vista a lo que él tenía en frente y repare en esa chica.
Era alta, con una piel tersa, unos ojos azules y un cabello rubio, bastante largo; ella estaba usando uniforme, al parecer trabajaba en el Hotel; lo extraño, es que aquella mujer, se quedó observando por unos minutos a Tom y luego, procedió a correr hasta él; y lo abrazo…
Escuché que Tom la llamo:
– ¿Richelle?
– Tommy, eres tú, por Dios, eres tú.
¿TOMMY?
Esperen, esperen, esperen…
¿Qué putas?
Esta vieja estaba actuando muy confianzuda ¿No?
¡Dios! Pero, ¿Qué demonios hace Tom parado como un estúpido?
¿Cuánto tiempo más piensa dejarse abrazar por esa rubia atrevida?
Sentí como Andreas colocaba su mano en mi hombro:
– Oye, ¿Por qué no subimos?
– ¿Perdiste la cabeza Andreas? Yo de aquí no me voy a mover.
– Bill, es más que obvio que ellos necesitan hablar.
– ¿Y? Por eso debo soportar que ella se le tire encima ¿O qué?
– Dios, hasta en los putos celos se parecen.
– Andreas, sube tú.
– Nah, no voy a permitir que armes un show, me quedare contigo.
– Pues bien.
Seguía esperando el momento en que Tom saliera de ese entorpecimiento en el que se encontraba y reparara en mi maldita presencia; pero, lo que hizo después, me desconcertó por completo…
Él le dijo algo a la tal «Richelle» y se giró, me vio y pronuncio:
– Suban ustedes, los alcanzo en un momento.
¿QUÉ?
¿Había escuchado bien?
El cabrón pretendía quedarse a charlar con esa chica…
Increíble; jodidamente increíble.
– Yo te esperare.
– No Bill, necesito hablar con ella.
– Pues habla.
– Bill, por una vez, has lo que te digo ¿Si?
– Pue…
– ¡Cómo un demonio! Solo hazlo y ya.
El grito de Tom resonó por todo el hotel; pude ver como los empleados se dirigían hasta nosotros para cerciorarse que no se iba a desatar alguna pelea; le di la espalda y me dirigí al ascensor junto a Andreas…
Me sentía muy mal; ¿Por qué Tom actuaba así?
Primero, no toleraba que nadie se me acercara, pero luego, es como si yo no le interesara; me exigía respeto, pero él no me lo estaba dando, entonces, ¿Qué se supone que puedo esperar de él?
Me parecía injusto casi que desequilibrado, ¿Quién era esa chica? ¿De dónde la conocía? ¿Por qué necesitaba hablar con ella? ¿Por qué ella era tan amigable con él? ¿Acaso fueron pareja? ¿A él le seguía gustando ella?
Los interrogantes continuaban saliendo; no paraba de pensar, estaba desquiciándome de a pocos…
– Bill, trata de tomarlo con calma ¿Si? Tom no te va a ser infiel, de eso estoy seguro.
– No Andreas, ni mierda. Esto es demasiado injusto, Tom es un idiota.
– ¿Injusto?
– ¿Qué? ¿Tú no piensas lo mismo? Él se pone como una bestia cuando alguien se me quiere acercar, pero, si es al contrario; yo debo quedarme como un imbécil y no reaccionar.
– Tienes un punto.
– Si, y muy válido Andy; ¿Qué hubiese pasado si las cosas fueran al revés?
– Tom habría matado a la chica.
– Por eso; ¿Por qué yo tengo que soportarlo? Y tras de todo me grita…
– Yo te dije que quizás él no era el hombre indicado; la conexión que tenemos nosotros es más fuerte, créeme.
– Andreas, estoy furioso.
– Ya, ya, está bien; no haré bromas estúpidas.
– Gracias.
– Sin embargo, te sugiero que hables con él en la mañana.
– ¿Qué? No, lo haré de inmediato.
– Bill, te lo digo en serio; por la postura que Tom adoptó con esa chica, es más que obvio, que está enojado.
– ¿Cuál postura? ¿De qué hablas? No lo defiendas, Andreas.
– No lo hago; Tom se tensiono mucho cuando la vio; es más que obvio que está charlando con ella para advertirla o algo así.
– No te creo.
– Pues no lo hagas, pero, si discuten como dos bestias feroces, no me vayas a decir que no te lo advertí ¿Ok?
– Jum.
Llegamos hasta nuestro piso; las habitaciones eran contiguas, de manera que, cada quien ingreso a la correspondiente; entré y encendí las luces…
La decoración era preciosa, con un estilo victoriano-moderno; todos los objetos tenían detalles hermosos; era un cuarto enorme, con sillones grandes y ni que decir de la cama, era un sueño completo; pero, lo que más me gustó, fue ese balcón que conectaba con la vista más amplia que se podía tener de Venecia; ésta ciudad era demasiado romántica como para desperdiciarla.
Según lo que Andy había dicho; sólo estaríamos el sábado y parte del domingo; por eso, quería conocer la mayor cantidad de lugares que fuera posible; tomar fotografías y disfrutar de ese lugar que desbordaba magia por todos lados.
Tomé mi maleta y la lleve hasta la cama; el equipaje tenia prendas muy similares a las que estoy acostumbrado a utilizar, todo lo habían acomodado acorde a los gustos de cada quien; aliste una vestimenta para descansar, guarde el resto y procedí a tomar una ducha.
Salí del baño, me vestí y sequé mi cabello; me fijé en el reloj y al parecer, Tom llevaba más de una hora «Hablando» con la rubia esa; no quería gastar mis energías en eso, pero, me era inevitable.
¿Por qué tardaba tanto?
¿Qué estaba haciendo con ella?
Las dudas volvían a mí y en cantidades exorbitantes; de repente, escuché como el seguro de la puerta se quitaba…
Tom entró y ni siquiera me dirigió la palabra; tomo su maleta, saco ropa y se fue al baño…
¿Me estaba evitando?
¡Esto es el colmo!
¿Ahora que le hice?
Me sentía indignado; y en una muestra de desacuerdo con esa actitud que él había adoptado; tomé una almohada y una cobija, me dirigí a ese enorme sofá y decidí que pasaría la noche ahí; si él no me quería cerca, pues, yo tampoco se lo pediría.
Apagué las luces, me acomodé en el sofá que era sumamente cómodo y cerré mis ojos; podía escuchar el sonido de la regadera; Tom continuaba en el baño; espere y espere, pero, él no salió rápido; mis ojos comenzaron a pesarme y no pude evitar quedarme dormido.
Sentí como unos brazos me levantaban de mi sitio; no sabía si era una sensación o si de verdad estaba sucediendo; comencé a abrir mis ojos muy despacio y repare en esas rastas tan características…
Era Tom.
¿Y ahora que quería? Ni siquiera podía dormir tranquilo ¿O qué?
Me empecé a remover, inquieto por su tacto.
– Hey, Hey, Bill, quédate quieto, nos vamos a caer.
– Suéltame.
– No.
– Que lo hagas, pero ya.
– ¡Dios!
Tom me bajo y quede en frente de él; cruce mis brazos en el pecho completamente furioso; no solamente me había despertado de mi siesta, sino que, ahora si quería estar a mi lado.
¡JA!
Patético.
– ¿Se puede saber por qué puta razón me despertaste?
– Yo te tengo una mejor, ¿Por qué demonios estabas en el sofá, ah? ¿Para qué crees que esta la cama?
– No quería dormir contigo, eso es todo.
– ¿Perdón?
– Lo que escuchaste; ahora no te vengas a hacer el digno conmigo Tom. Primero, te quedas con una rubia quien sabe haciendo que y luego, entras al cuarto, no me determinas y ahora, ¿Me quieres contigo? No seas idiota.
– Hablé con Richelle, no paso absolutamente nada.
– Me vale, has lo que quieras; yo me voy a dormir.
– Pues hazlo en la cama.
– No, ya te lo dije, quiero dormir en el sofá.
– ¿Tengo que amarrarte a la cama o qué?
– No me amenaces, no tienes derecho de elegir por mí.
Los ojos de Tom se abrieron mucho; su rostro se descompuso en un instante, el apretó sus puños; parecía resignado…
– Tienes razón, no soy nadie para pedírtelo.
¿Qué?
¿Se estaba victimizando?
¡Absurdo!
– Pero, ¿Qué demonios te pasa Tom? ¿Tanto te afecto ver a esa rubia o qué?
– Sí, me jodió la existencia.
Observé su rostro, su mirada estaba en el suelo y él estaba diciendo la verdad; no había rastro de falsedad en sus palabras…
Bien, ahora si me estaba alterando; y quise, tentar a mi suerte.
– ¿Es una amiga de Stuttgart?
Colocar en palabras el estado de shock en el que Tom se encontraba; me fue imposible; él no se movía en ninguna dirección, su cabeza estaba inclinada y todo el cuerpo parecía como si fuera a desvanecerse en cualquier momento; él estaba actuando muy extraño.
Me acerqué hasta él, lleve mi mano a su mejilla para que el alzara la mirada, pero, su reacción, me impresionó:
– ¡No me toques!
Él estaba muy perturbado; se veía indefenso; es como si un trauma del pasado lo estuviese asfixiando en el presente; cuando se dio cuenta de que había golpeado mi mano; sus ojos se humedecieron un poco y de inmediato, la tomo entre sus manos y empezó a darle pequeños besos…
– Lo siento, perdóname, lo lamento, Dios, lo siento Bill.
Tom estaba desesperado; no era él; su cabeza estaba hecha un lío y yo no sabía que hacer; podía sentir toda esa tormenta de emociones como si fuera mía…
Lo abracé y empecé a sobar su cabeza…
– Shhh, tranquilo, ¿Vamos a dormir, quieres?
Tom me correspondió el abrazo y asintió en afirmación; destendimos la cama, nos metimos debajo de esas cobijas y procedimos a descansar…
El teléfono de la habitación empezó a sonar; sentía ese ruido molesto en los tímpanos, pero, se me dificultaba moverme; entonces vi, que la cabeza de Tom estaba apoyada en mi pecho y que él me estaba abrazando.
¡Oh, pero que tierno!
Sin moverme demasiado, alcance el teléfono de la mesa y atendí:
– ¿Bueno?
– Bill, querido, ¿Cómo amaneces? ¿Tom si te dejo dormir? O ¿Estuvieron complaciéndose el uno al otro hasta el amanecer?
– Andreas, ¿Qué demonios?
– Tenemos que bajar a desayunar en 30 minutos, así que, será mejor que levanten sus perezosos traseros y se alisten.
– ¿Por qué?
– Vamos a recorrer Venecia.
– Ummm.
– Bill, o te levantas o voy hasta tu cuarto y te echo un baldado de agua fría encima.
– Está bien, ya vamos.
– Así me gusta, los veo allá.
– Ok.
Trate de estirarme un poco y lleve mi mano hasta la cabeza de Tom; debía despertarlo:
– ¿Tom? Despierta, tenemos que alistarnos.
– Ummm.
– Nada de eso, vamos.
El abrió sus hermosos ojos y levanto su mirada hasta mí; se acercó con delicadeza y deposito un beso en mis labios:
– Buenos días.
– Buenos días, ¿Descansaste?
– Si, tenía una buena almohada.
– La mejor de todas.
– Jajaja, ¿Por qué nos levantamos tan temprano?
– Andreas nos llamó, nos espera en 30 minutos.
– Dios, levántate rápido y arréglate cuanto antes.
– ¿Por qué la prisa?
– No sabes de lo que es capaz Andy; si no llegamos en los 30 minutos, algo malo nos podría pasar.
– Que exagerado.
– Una vez, me quede dormido y no baje cuando él me lo pidió, ¿Sabes qué hizo?
– No, ¿Qué hizo?
– Llevo una serpiente pequeña que se había encontrado en el patio del hotel y me la puso en la espalda; acto seguido, derramo agua fría en todo mi cuerpo; me levante de inmediato y al girar, lo primero que vi fue esa horrible serpiente, me dio miedo.
– Jajajajajajajajaja, que ingenioso.
– Oye, no te rías. Ese día entendí que cuando Andy dice algo, es mejor llevarle la corriente; él se impacienta con facilidad; adora la puntualidad, así que, apresurémonos.
– Vale.
Alistamos nuestros atuendos del día, cada uno tomo su respectiva ducha; nos vestimos y bajamos en el tiempo establecido por el rubio.
Llegamos al restaurante, y Andy ya estaba sentado en una mesa, tomando café; al vernos, nos saludó y le correspondimos con un gesto de nuestras manos:
– Vaya, vaya, llegaron dentro de los 30 minutos.
– Si, Tom estaba asustado.
– ¡BILL!
– Jajajaja, ¿Te contó lo de la serpiente?
– Si, muy ingenioso por cierto.
– Gracias, gracias; él sabe que odio que me hagan esperar.
– ¿Podemos desayunar?
– Si Tom, ya viene la mesera, cálmate.
– ¿Y qué haremos hoy Andreas?
– Te llevaré a los lugares más populares de Venecia.
– ¿Cómo que lo llevaras? ¿Se te olvido que yo también voy?
– Está bien; te llevare a ti y a tu estúpida bestia domesticada a recorrer Venecia.
– ¿Domesticada?
– Si, y no trates de negarlo.
– ¡JA! No sabes de lo que hablas.
– Claro que lo sé, fui testigo de ello.
– Mejor muérete rubio.
La mesera llego, tomo nuestra orden y en contados minutos; estábamos tomando nuestro desayuno; subimos al cuarto para tomar nuestros celulares, la cámara, las gafas y estábamos listos para partir.
Me emocionaba mucho la idea de caminar por las calles de una Ciudad tan majestuosa como Venecia; nunca en mi vida creí, que podría llegar a visitar un sitio tan espectacular como ese.
Bajamos al vestíbulo, encontramos a Andy y salimos del Hotel.
– ¿Cuál es la primera parada?
– Oh, se llama «El Palacio de Ducal»; es una estructura arquitectónica gótica que resguarda las pinturas de artistas famosos del siglo pasado; ese monumento está a unas cuantas calles de aquí; así que, iremos caminando.
Sonreí de inmediato; me encontraba muy emocionado, quería ver lo que más pudiese; de repente, sentí como la mano de Tom tomaba la mía y él se acercó para susurrarme:
– No te sueltes, me moriría si te pierdes.
Su confesión tan repentina, produjo un sonrojo inmediato…
Me sentía muy nervioso.
Él me ponía así.
Llegamos al Palacio y me quede sin palabras; decir que era precioso, no era suficiente; parecía una estructura hecha por dioses, su color era blanco pero había destellos que le daban un aspecto brillante; como si su material de construcción fuera la plata.
Ingresamos y vimos las pinturas que residían en aquel lugar; todo el arte del Palacio era muy abstracto; pero, por alguna extraña razón, me resultaba perfecto.
Salimos de aquel sitio y fuimos hasta «La Plaza de San Marcos»; su estructura era similar al Palacio; pero su tamaño era mucho mayor a comparación del otro; habían pinturas de Da’Vinci y Miguel Ángel en todo el recinto; eran obras alusivas a la existencia de Dios; que en su conjunto, le daban un aspecto celestial al lugar.
Tomamos fotos, unas haciendo poses sofisticadas y en otras como si fuéramos unos completos estúpidos; al parecer, Tom se acostumbró a que Andreas se acercara a mí, o por lo menos, ya no peleaba por ello; estábamos disfrutando al máximo.
Paramos en un puesto de helados, compramos algunos y nos dirigimos hasta el sitio que más ansiaba conocer: El puente de los suspiros…
La historia tras este paisaje era demasiado romántica; al parecer, las vistas que ofrecía el recorrido a través de ese hermoso canal que conectaba a toda Venecia, eran tan sublimes, que era inevitable no suspirar por ello; este sitio era la casa de las confesiones; casi todas las personas aprovechaban la oportunidad para revelar sus sentimientos ante el individuo que les gustaba.
¡Parecía una fantasía!
Llegamos allí, nos subimos en una «Góndola» (Canoa extra larga), y empezamos el recorrido; Tom iba a mi lado y Andreas en frente nuestro; mientras cruzábamos ese hermoso canal, comentábamos sobre las estructuras que íbamos observando.
De un momento a otro y sin previo aviso, Andreas se arrodillo en frente de mí; tomó mi mano y muy seriamente dijo:
– Bill, no puedo evitarlo más, necesito que lo sepas; me gustas mucho.
Lo que sucedió después de ello, fue demasiado rápido.
Tom agarró la mano de Andy, lo levanto y lo empujo directo al agua, Andreas emergió y tomo el tobillo de Tom para que este se cayera junto con el…
¡Dios! Pero, que niños.
Me asomé a verlos y Tom estaba apretando a Andreas y el solo le rogaba piedad, excusándose en que estaba bromeando, que no era en serio; pero, a Tom no parecía importarle…
– Ustedes dos, dejen de comportarse como unos idiotas y suban de inmediato.
Ambos me observaron, se acercaron hasta la Góndola y subieron; en esta ocasión, Tom y Andy se sentaron juntos y mantenían sus cabezas agachadas, mientras yo los regañaba por ese comportamiento tan infantil.
– Bill, lo siento, sólo quería bromear un rato.
– ¿Y te tienes que comportar como un idiota para hacerlo?
– Pero…
– Nada, Andreas; y tu Tom, ¿Cómo se te ocurre tirarlo?
– Él te toco y te dijo eso…
– No me interesa; ¿Cuántos años tienen, ah?
En unísono, ambos respondieron:
– 10.
Increíble; hasta en eso estaban sincronizados; ellos comenzaron a reír por su respuesta coordinada y yo no tuve otra opción que resignarme.
Tuvimos que entrar a una tienda para comprar ropa seca al par de idiotas; salimos de la Boutique, buscamos un restaurante y continuamos con nuestro recorrido por la ciudad.
Llegamos pasadas las seis de la tarde al Hotel; subimos hasta nuestras habitaciones y procedimos a cambiar nuestro atuendo por uno nocturno; iríamos a «Burano»; una isla semi-sumergida en agua, en la que se podía apreciar paisajes fantásticos; este sitio contaba con las discotecas más sofisticadas de toda Venecia; era más que obvio, que nos relajaríamos en una de ellas.
Tom y yo estábamos listos; tocamos la puerta y Andy nos abrió de inmediato; él estaba hablando con alguien por celular; caminaba de un lado a otro y por el rostro que tenía, no se trataba de nada bueno.
Andreas colgó y con un gesto de preocupación absoluta, dijo:
– Chicos, lo siento, pero; debemos regresar de inmediato a Frankfurt.
– ¿Qué sucedió Andreas?
– Aun no sé todos los detalles, pero…
– ¿Qué?
– Dios Santo…
– Andreas, no me asustes, ¿Qué paso?
– No estoy seguro Tom, pero, alguien nos jugó una mala pasada.
– ¿A qué te refieres?
– Hubo una disputa en la que Rick y Jake se vieron implicados.
– No me digas, ¿Ellos están bien?
Andreas enmudeció, parecía que no iba a soltar una palabra más; y Tom se desesperó; se acercó a él, lo tomo de los brazos y comenzó a sacudirlo:
– Habla, maldición.
– Tom, yo…
– Andreas, ya, dilo ya.
– Lastimaron a Jake.
Continúa…
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