FIN

«Reverse I» Fic de Alter Saber

Capítulo 33: Despedida

«Tal vez hay hambre en mi sangre, Gritando en voz alta por lo que quiero,

Viéndome correr a toda velocidad, Rompiendo y chocando,

Llámalo post- traumático, Ahora es hacer o morir,

Después de pequeñas fracturas»

Illenium (Fractures)

No importa lo mucho que trate de apartarme del pasado que sacudió con tanta fuerza mi existencia…

No interesan las veces en las que he intentado enterrar los recuerdos de mi vida a los 15 años…

Nada podrá cambiar el hecho de que fui parte de ese infierno…

La repentina aparición de Richelle en aquel vestíbulo del Hotel a cientos de kilómetros de Stuttgart; era una prueba de ello; sentí que mi respiración descendió de inmediato, un destello de imágenes y vivencias empezaron a pasar por mi mente como cintas cinematográficas; sacudiendo todo mi ser; rememorando el pecado cometido; manchando mis manos de sangre…

Pocos minutos después de estar en un estado de shock; reparé en el hecho que Richelle me estaba abrazando y que a mis espaldas se encontraba Bill observando; procedí a retirar el contacto de aquella chica y le susurre que me diera algo de su tiempo para aclarar algunos aspectos; entonces, giré y dije:

– Suban ustedes, los alcanzo en un momento.

El rostro de desconcierto de Bill, me permitió comprender de inmediato; que se encontraba sumamente furioso por mi actitud; pero, no podía arriesgarme a que el descubriera detalles que no tenían por qué ser revelados; su respuesta fue más que clara:

– Yo te esperare.

– No Bill, necesito hablar con ella.

– Pues habla.

– Bill, por una vez, has lo que te digo ¿Si?

– Pue…

– ¡Cómo un demonio! Solo hazlo y ya.

No quería gritarle, no deseaba tratarle de esa manera; sin embargo, lo que tenía que proteger era su integridad; por nada en el mundo, permitiría que Bill conociera esa parte de mí que me llevaría directo al purgatorio; merecía el dolor.

Lleve a Richelle hasta un lugar aislado para conversar con tranquilidad:

– ¿Qué haces aquí, Richelle?

– Trabajo, Tom.

– ¿Cómo es que escapaste de Stuttgart?

– El jefe se fue.

Mi cuerpo entero tembló de inmediato; los escalofríos ascendieron por las fibras de todo mí ser; creí que vomitaría de la impresión con la que me había impactado aquella noticia.

– ¿Cómo que se fue? ¿Quién está en sus territorios?

– Ahora todo le pertenece a Karl.

– ¿Karl? ¿Estas bromeando?

– No, ya sabrás como estará todo por allá.

– Asi que, por eso huiste.

– Sí; desde que te fuiste, las cosas se volvieron muy complicadas.

– Entiendo.

– Por cierto, ¿Quiénes eran esos chicos?

– Unos amigos.

– Oh, esos de los que me hablaste, ¿Puedo conocerlos? Me gustar…

– ¡NO!

– No es necesario que me grites, Tom.

– Mira Richelle, te prohíbo que te les acerques, ¿Me entendiste?

– Pero, ¿Qué tiene de malo?

– Mucho; ellos no saben nada al respecto.

– ¿QUÉ? No saben que tú…

– No, no lo saben y no tienen por qué enterarse; así que te exijo que hagas de cuenta que no existo y no me determines.

– Pero, Tom, ¿Ni siquiera puedo hablarte a ti?

– Bueno Richelle, ¿Es que Venecia te volvió corta de mente o qué putas? Dije que no y será mejor que no me provoques, ni mucho menos intentes desobedecerme.

– Claro, me basta con verte a los ojos para saber que no bromeas; pero, ¿Sabes algo? Me parece estúpido que quieras escapar de la persona que fuiste en esa ciudad; ¿Por qué lo ocultas? A fin de cuentas, ni siquiera el mismo Dios podría esclarecer esas manchas de tus manos; tu pecado te acompañara hasta finalizar con tu existencia, así que, no hagas esfuerzos inútiles, «Rey».

La mención de esa palabra, rompió el cerrojo que mantenía guardada aquella identidad desatada como un mecanismo de defensa para sobrevivir en ese lugar; las palabras de Richelle habían destrozado mis convicciones; sentía que no merecía estar allí en frente de ella, exigiéndole algo, como si aún tuviese algún tipo de poder; por más que no deseara admitirlo; la realidad era que mi inhumanidad estaría ligada a mi hasta el final de los tiempos y quizás, llegaría el día en que no lo soportaría más y tendría que decidir entre enfrentar o acabar con mi existencia.

Vi como aquella mujer se alejaba del vestíbulo; recordé la primera vez que la vi y lo atraído que me sentí por ella, pero, si no hubiese decidido a  seguirla aquel día, quizás, las cosas no serían como ahora…

Subí al ascensor, baje en el piso correspondiente y me dispuse a ir hasta nuestra habitación; en el momento, lo único que  no quería era hablar con Bill; me sentía tan sucio que temía contaminar su pureza y transparencia; por eso, cuando entre, fui directo al baño e internamente, rogaba porque mi pequeño no fuera a cuestionarme nada; no iba a soportar mucho; el encuentro de Richelle me quebró la poca cordura que tenía; era como si una parte de mi antiguo ser hubiese tomado posesión de mí y me aterraba que esa identidad fuera capaz de dañar a Bill de alguna manera.

Entre a la ducha y permití que el agua corriera a través de mi; necesitaba calmar esas crecientes oleadas de calor que estaban empezando a recorrer todo mi cuerpo; era una sed de sangre abismal; quería acabar con todo lo que se me parara en frente; pero, en el fondo, algo me mantenía espabilado; la conciencia de que Bill estaba afuera en ese cuarto; era razón suficiente para controlar esos turbios impulsos que pedían a gritos saciar sus ganas de pecado.

Tardé dos horas en tranquilizar un poco mis pensamientos; las sensaciones que me invadían eran una mezcla de ira y descontrol que ocasionaban la aceleración de mi pulso; pero, debía conciliar el sueño y esperar a que las cosas no fueran en el rumbo menos adecuado.

Me vestí y salí del baño; fui hasta la cama y me di cuenta que Bill no estaba allí; las luces del salón estaban apagadas…

¿Dónde demonios esta?

Encendí las lámparas y pude ver que Bill estaba descansando en el sofá…

¡Dios!

Lo que me faltaba…

Fui hasta el sillón y con sumo cuidado, levanté a Bill para llevarlo a la cama; se veía tranquilo, al parecer, él no tenía razones que le quitaran el sueño; mientras caminaba, él abrió sus ojos y cuando se dio cuenta que era yo quien lo cargaba; empezó a moverse con fuerza:

– Hey, Hey, Bill, quédate quieto, nos vamos a caer.

– Suéltame.

– No.

– Que lo hagas, pero ya.

– ¡Dios!

Estaba indignado, eso era más que obvio; Bill se encontraba furioso por el encuentro con Richelle; su rostro me lo confirmaba con creces:

– ¿Se puede saber por qué puta razón me despertaste?

– Yo te tengo una mejor, ¿Por qué demonios estabas en el sofá, ah? ¿Para qué crees que esta la cama?

– No quería dormir contigo, eso es todo.

– ¿Perdón?

– Lo que escuchaste; ahora no te vengas a hacer el digno conmigo Tom. Primero, te quedas con una rubia quien sabe haciendo que y luego, entras al cuarto, no me determinas y ahora, ¿Me quieres contigo? No seas idiota.

– Hablé con Richelle, no paso absolutamente nada.

– Me vale, has lo que quieras; yo me voy a dormir.

– Pues hazlo en la cama.

– No, ya te lo dije, quiero dormir en el sofá.

– ¿Tengo que amarrarte a la cama o qué?

– No me amenaces, no tienes derecho de elegir por mí.

No pude evitar sentirme aludido por aquella afirmación; él tenía razón, yo, no soy nadie para reclamarle; aunque peleo con todas mis fuerzas para impedir que él se vaya de mi lado; algo me tortura con frecuencia y es la posibilidad de que un día despierte y Bill se haya marchado.

¿Cómo un demonio puede ir tras un ángel?

¿Si el ángel decide irse, el demonio debería resignarse?

– Tienes razón, no soy nadie para pedírtelo.

– Pero, ¿Qué demonios te pasa Tom? ¿Tanto te afecto ver a esa rubia o qué?

– Sí, me jodió la existencia.

Nunca creí que después de dejar Stuttgart, volvería a encontrarme con alguien o algo que me recordara mis días en aquel sitio; pero, no se puede escapar de aquello que se hizo mal ¿No?

Jugar a ser Dios, tiene sus consecuencias.

– ¿Es una amiga de Stuttgart?

Esa remota probabilidad de que Bill sospechara algo; me descoloco por completo; sentía que la locura de todo mi ser estaba desencadenándose de a pocos, no podía pensar con mucha claridad; algo me impedía subir mi vista y entrar en contacto con esos ojos color miel; mi cuerpo se sostenía pero no era yo quien lo hacía, entonces, ¿Por qué aun no estoy cayendo?

Sentí como una mano rozo mi mejilla y eso fue suficiente para exasperarme por completo:

– ¡No me toques!

Estaba perdiendo la razón; me sentía asfixiado; todas esas horribles sensaciones iban a provocar una crisis emocional; nada podría calmar mi tormenta.

No obstante, observé por un instante, que aquella mano que había golpeado era la de Bill; y me desequilibre por completo…

Yo no quiero hacerle daño…

Entonces, ¿Por qué?

¿Acaso no tengo permitido estar junto a él?

¿Sería mejor si le dejara libre?

¿Le estaba condenando a una existencia manchada de un intenso rojo carmesí?

Tome su mano entre las mías y deposite suaves besos alrededor de ella:

– Lo siento, perdóname, lo lamento, Dios, lo siento Bill.

Mis lamentaciones salían sin cesar; no podía detenerme, quería disculparme por arrastrarlo junto a mí; porque por más que lo deseara, era demasiado egoísta como para dejar que se marchara; estaba dispuesto a oscurecer su brillo particular con tal de que estuviese conmigo; él era mi última esperanza, ¿Cómo podría sobrevivir sin Bill?

Mi hermoso ángel, enredo sus brazos en mí y con suma delicadeza, empezó a acariciar mi cabeza; sus movimientos eran tan suaves que lograban apaciguar mi histeria; él podía tranquilizarme, él me hacía sentir seguro y en paz:

– Shhh, tranquilo, ¿Vamos a dormir, quieres?

Debajo de esas sábanas blancas, deposite toda mi entera confianza en él y me sumí en uno de los sueños más profundos que he tenido.

El día llego y con él, un montón de vistas sublimes:

Bill emocionado.

Bill sonriendo.

Bill bromeando.

Bill ansioso.

Bill enojado.

Podía observar ese deleite de criatura y saber que me pertenecía; que no importaba quien llegara a su vida, él siempre regresaría a mi…

Aquel día goce como nunca en toda mi vida; compartí a su lado y grabe sus expresiones en todo mi ser para que me recordaran la sublimidad de ese ser tan celestial que había llegado hasta mi por un poco de atención, y como resultado había adquirido mi existencia.

Cuanto le amaba…

Nadie podía tener siquiera una pequeña parte de lo que aún quedaba en mi…

Todo era suyo,

Yo era suyo.

Sin embargo, las historias de amor nunca son como las cuentan ¿O sí?

No estamos preparados para enfrentar la ferocidad de esa tormenta que se aproximaba; su ira era tan palpable que temíamos perder la vida en ello…

La llamada que Andreas había recibido era el indicio que nos alertaba de los acontecimientos que tomarían lugar ese fin de semana; la bestia llegó y estaba hambrienta, tenía sed de venganza y no repararía en nadie, hasta conseguir lo que quería…

Empacamos con prisa, bajamos al vestíbulo y los empleados llevaron nuestras maletas hasta el auto que estaba dispuesto para nosotros; subimos al vehículo y el silencio reinaba por doquier; nadie se atrevía a pronunciar palabra alguna, nos sentíamos preocupados, pero, sobre todo, impotentes.

Debíamos soportar 14 horas de viaje para llegar a Frankfurt; las preguntas comenzaron a emerger por su cuenta…

¿Y si lo de Jake era muy grave?

¿Y si la vida de Rick estaba en peligro?

¿Y si al llegar venían por nosotros?

¿Lastimarían a Andreas?

¿Atacarían a Bill?

¿Nuestros padres estarían bien?

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la melodía de mi móvil; me tensione de inmediato, al igual que Andreas y Bill; era lógica nuestra reacción, no deseábamos recibir noticias referentes a Jake, no al menos hasta que estuviésemos cerca de él…

– Hijo.

– ¿Papá?

– Si pequeño, ¿Cómo están?

– Vamos de camino al aeropuerto.

– Lo sé, acabo de cuadrar todo para que viajen en el vuelo de las 8:00 pm.

– Gracias papá.

– No tienes nada que agradecer Tom; tu madre y yo estamos con Rick, al igual que los familiares de Jake.

– ¿Cómo así?

– Estamos en el hospital.

MIERDA, MIERDA, MIERDA.

¡MALDICIÓN!

Jake estaba muy grave.

¿Y tendríamos que soportar hasta la mañana siguiente para llegar con él?

¡Qué tortura!

– ­Mira Tom, sé que todo esto es muy difícil; pero, necesito que apenas lleguen a Frankfurt, se dirijan de inmediato al Hospital general; no vayan a casa y mucho menos se desvíen a ningún lado; tienen que encaminarse sin interrupciones hasta aquí, ¿Me entiendes?

– ¿Qué es lo que está sucediendo, papá?

– No te lo puedo decir Tom; necesito de tu cooperación ¿Si?

– Me estas asustando.

– Hijo, hay que guardar la calma; de nada sirve que se angustien si ni siquiera están aquí; enfócate en viajar y descansar un poco para estar alerta cuando lleguen a la ciudad ¿Si?

– ¿Ustedes están bien?

– Claro que sí, todos estamos bien y mientras ustedes lleguen y hagan lo que les pido; nada malo va a suceder ¿Comprendes?

– Sí señor.

– ¿Me harás caso?

– Si papá.

– Gracias hijo, cuida de Andreas y de tu hermano.

– Sí señor.

La llamada finalizó y sentí las miradas expectantes de mis dos acompañantes; tenía que guardar la compostura para no alertarlos en falso; necesitaba parecer tranquilo para no alterarlos más.

– Tom, ¿Qué sucedió?

– Papá llamo para avisar que los tiquetes estaban listos y que nos espera mañana en el hospital.

– ¿HOSPITAL? Dios, Jake…

– Jake está bien, es sólo que le están haciendo unas pruebas; estaremos sobre las 10:00 am allá; tratemos de no enloquecer por esto.

– Pero…

– Yo sé; pero, ¿Qué podemos hacer desde un avión?

– Tienes razón, lo siento.

– Sé que es difícil Andy, por eso, debemos descansar bien para ser un apoyo cuando lleguemos allá; por si necesitan algo.

– Si, si, si, haré lo que me pides.

Bill sólo asintió en respuesta; ambos nos tomamos de las manos y tratamos de menguar la desesperación que transitaba por nuestras mentes.

Llegamos al aeropuerto, hicimos el registro y abordamos de inmediato el avión; nuestros asientos estaban todos seguidos, por ende, aprovechamos y dormimos casi todo el trayecto.

Sentí que alguien me sacudía el brazo, abrí mis ojos y me encontré con que ya estábamos por arribar a Frankfurt; me desperté por completo y los nervios me invadieron de nuevo, estaba a punto de explotar, pero, estaba colocando todo mi esfuerzo para no demostrarlo.

El avión descendió, bajamos el equipaje y tomamos el primer taxi que encontramos; nos dirigimos de inmediato al Hospital; ninguno de nosotros se atrevía a hablar, se podía sentir la tensión del ambiente; tanto así que esos 15 minutos que nos separaban de nuestro destino, parecían una eternidad.

El taxi llego; bajamos el equipaje y procedimos a ingresar, en la entrada nos esperaba Anderson; él tomo las maletas y se marchó a casa, no sin antes avisarnos que todos se encontraban en la Sala de espera Nº3.

Caminábamos sin prisa y no porque no deseáramos llegar, sino por el temor del panorama que nos esperaba; queríamos y a la vez, no aspirábamos el cruzar esa puerta que nos conectaría con todos.

Llegamos a aquel lugar, la puerta se abrió y todas las personas que se encontraban allí colocaron su atención en nosotros; en primera instancia, divise a mis padres y a la familia de Jake; pero, mis ojos no captaban a Rick por ningún lado; cuando de repente, vi que al otro lado del pasillo, un chico con la camisa llena de sangre, corría hacia mi dirección; no podía concretar su apariencia…

Su rostro tenía moretones, y las mangas de su camisa estaban completamente rasgadas, vislumbraba cortes a través de todos sus brazos y sus pantalones tenían manchas de sangre en toda su longitud.

De repente, sentí como aquel chico se abalanzo a mis brazos y me apretaba con una fuerza desmesurada; sólo podía escuchar su llanto que incrementaba con el paso del tiempo…

Era Rick.

Mi cuerpo no reaccionaba, yo, no podía decirle nada; no sabía que era lo que había sucedido como para que él terminara en un estado tan deplorable como ese; pero, lo que me consternaba era que si Rick estaba en esas condiciones; la situación de Jake era letal.

Sus lágrimas caían por toda mi camiseta y como pude, envolví a Rick en mis brazos y sin contenerlo por mucho tiempo más; lloré junto a él…

Me sentía tan destrozado; él estaba sufriendo como nunca, parecía que se le iba la vida en ello; pronto, Andreas se unió a nosotros y la escena no pudo trastornarnos más; faltaba alguien para sentirnos completos; esos brazos fuertes que siempre terminaban por asfixiarnos, no estaban presentes; él no estaba con nosotros.

Y esa realidad me chocó tanto que no pude impedir que esos gritos de desesperación salieran de mi boca; estábamos devastados, no podía pensar en otra cosa que no fuera en todas las vivencias que había experimentado junto a Jake…

Imágenes, recuerdos, olores, sabores, sentimientos y pensamientos que me recordaban a ese grandulón que llego para fortalecer mis principios; aquel chico que juraba un día convertirse en el mejor abogado del país, bajo la premisa de que él nos defendería cada vez que nos metiéramos en problemas…

Él es el mayor de todos nosotros; su sabiduría había sido mi compañera en muchos momentos de mi vida; al igual que su complicidad, Jake nunca me abandono, él siempre estuvo para mí y yo sentía que le había fallado…

No pude evitar que le dañaran, su vida corre peligro y yo no pude hacer nada para impedirlo…

Jake, te lo suplico.

No nos dejes…

Sin ti, un «Nosotros» carece de sentido.

De un momento a otro; sentí a alguien detrás de mí, giré mi rostro y pude ver a Bill, quien derramaba lágrimas al igual que nosotros; me aleje de Rick y Andreas; fui hasta él y lo abrace con fuerza; sabía que su llanto era a causa de la preocupación, pero, sobre todo, era porque podía sentir lo mismo que yo estaba percibiendo en esos momentos.

Esa conexión que nos unía, hacía del dolor algo compartido.

No quería que el sufriera de la misma manera en la que yo lo estaba haciendo, pero, era inevitable; nuestro lazo era irrompible, completamente inexplicable…

Pude observar como nuestros padres se acercaban para ofrecernos pañuelos y agua; los cuatro aceptamos el detalle y tratamos de guardar un poco la compostura; nos acercamos hasta los familiares de Jake y de abrazo en abrazo, quisimos darles a conocer que contaban con nuestro apoyo.

Procedimos a sentarnos y esperar por las noticias que nos dieran sobre la salud de Jake; ninguno de los presentes se atrevía a hablar; la atmósfera que nos rodeaba era demasiado pesada; nada parecía ser capaz de disuadirla; Bill se puso en pie y se ofreció para traer bebidas; todos solicitamos café y Andreas le acompaño; ambos iban caminando con la cabeza agachada y yo aproveche ese momento para acercarme y hablar con Rick.

– Hey, ¿Tú te encuentras bien? ¿No deberían examinarte?

– A mí no me sucedió nada Tom, absolutamente nada.

– Rick, sé que esto es muy complicado para ti, más que para cualquiera que se encuentre en esta sala, pero, necesito que me digas que sucedió.

Los ojos de Rick se ensombrecieron en un instante; su mirada se volvió hasta mí y no pude observar nada; estaban muertos, él no sentía nada, su sensibilidad estaba por extinguirse…

– Aun no sé qué fue lo que sucedió, todo fue tan repentino.

– Cuéntame.

– Terminamos la jornada en la Universidad; fuimos a un bar cercano y comenzamos a beber.

– Ajam.

– Estábamos por retirarnos, cuando de repente un tipo muy alto y con un físico algo estructural; se acercó hasta nosotros y nos pidió que habláramos con el fuera del bar.

– ¿Le viste?

– No, él tenía una capucha y por alguna extraña razón, no hacia contacto visual con nosotros; parecía estar escondiéndose.

– ¿Y de que hablaron?

– Sé que esto te sonara extraño, pero, aquel sujeto sabía todo de nosotros; nuestros nombres, edad, estrato, universidad, intereses, dirección de nuestras casas, números celulares; absolutamente todo.

– Pero, ¿Cómo es eso posible?

– No lo sé Tom; cuando ese tipo termino de soltarnos toda esa información; Jake se puso a la defensiva de inmediato y le amenazo.

– Dios…

– Tú sabes que Jake no tiene mucha paciencia.

– Si, al igual que yo.

– Se sintió intimidado por aquel sujeto y le mando el primer golpe.

– ¿Qué sucedió?

– No sé cómo, pero este tipo esquivo el golpe y en una maniobra increíble, hizo que el cuerpo de Jake diera contra el asfalto; fue todo tan rápido que ni siquiera pude ver el momento en que levanto su cuerpo y lo tiro al suelo.

– Y…

– Me exalté, ese chico sacó una navaja y empezó a marcar la cara de Jake; en un intento estúpido por quitárselo de encima, le di una patada en su rostro; pero, aquel hombre, se levantó de inmediato y en cuestión de segundos me dio tantos roces en el rostro que no pude responder a nada.

– Jake…

– Él se levantó y lo enfrentó; mi estado era patético, unos cuantos golpeas y ya estaba rendido en el suelo; no tenía manera de levantarme y ayudarle en algo; yo pude ver como aquel sujeto clavaba su navaja en Jake…

– Oh, por Dios.

– Y no sé nada más Tom, yo, yo no lo puedo recordar; lo siento tanto, si tu hubieses estado allí, Jake no estaría aquí…

Rick se sentía culpable por ello y tenía la errónea percepción de que nosotros le recriminaríamos por ello; lo abrace de nuevo y en un intento por reconfortarlo le dije:

– ¿Quién llamo a la ambulancia para que fueran por Jake?

– Yo…

– ¿Ves? Tu no huiste, te quedaste con el todo el tiempo y gracias a ti; él se va a salvar, todo va a estar bien; tú no tienes la culpa de nada Rick; perdónanos a nosotros por no estar con ustedes.

El llanto de Rick incremento; es como si apenas su mente estuviese asimilando todo lo que estaba sucediendo; podía palpar la carga que él llevaba acuestas; no había nada más que pudiese hacer que no fuera soportar el dolor junto a él.

En ese instante, Andy y Bill llegaron con las bebidas; las repartieron y volvieron a adoptar la posición en la que se encontraban; todos recaímos en un silencio absoluto, manteníamos la cabeza agachada y la mente en blanco; hasta que uno de los doctores a cargo de Jake salió de aquella habitación con información sobre su condición:

– ¿Parientes del Joven Jake?

Todos nos colocamos de pie y esperamos por el informe:

– ¿Cómo está mi hijo, doctor?

– Lamento informarles que la condición de su hijo es muy delicada; Jake recibió un total de 3 apuñaladas, de las cuales una dio en un punto vital cerca de su corazón.

– ¿Qué me está queriendo decir?

– El paciente será intervenido de inmediato a cirugía; por eso, necesito que usted me firme aquí.

– ¿Para qué necesita mi firma?

– Señora, es una cirugía de alto riesgo y es probable en un 80% que su hijo no sobreviva.

La madre de Jake perdió la fuerza en su cuerpo y se desmayó ahí mismo; las enfermeras intervinieron y se la llevaron hacia una sala de atención.

El padre de Jake estaba consternado, ahora era el quien debía cargar con aquella decisión:

– Señor, no hay mucho tiempo, su hijo debe ser intervenido en cuanto antes, necesito su aprobación.

La mano que sujetaba aquella pluma, temblaba en todas las direcciones, pero, logró su cometido; el padre de Jake firmo en aprobación y el doctor salió corriendo para iniciar con la operación.

Todos nos sentamos de nuevo, rogábamos, no, implorábamos que las cosas resultaran bien y que ese 20% de probabilidad restante, jugara a nuestro favor para así tener a Jake junto a nosotros.

Divisamos como el botón de la sala de operaciones se encendía; Jake estaba luchando por su vida, y nosotros confiábamos en que ese espíritu indomable que lo caracterizaba, iba a ser suficiente para alejarlo de la muerte.

Pasaron las horas, y no teníamos respuesta.

La madre de Jake nos acompañaba de nuevo, pero, su rostro era indescriptible; parecía como si le hubiesen arrancado las ganas de vivir, no tenía alma.

La carencia de ruido era ensordecedora, todo a nuestro alrededor parecía moverse con suma lentitud; las paredes blancas se achiquitaban, las sillas estaban cada vez más cerca; nuestra  realidad era sofocante, nos estaba asfixiando sin compasión; como si quisiera recriminarnos nuestros errores todos a la vez.

El botón de aquella sala de cirugía se apagó…

Nos levantamos de inmediato y esperamos lo mejor; no obstante, basto mirar el rostro del doctor para saber lo que estaba a punto de decirnos…

Aquel señor con guantes blancos pintados de rojo por la sangre; junto a esa bata larga; daba pasos que parecían estar a 100 metros de distancia uno de otro; percibía que su trayecto hasta nosotros era eterno; él no llegaba y nuestras almas pendían de un hilo…

El doctor llego e hizo una reverencia ante nosotros para decirnos aquello que no deseábamos escuchar:

– Yo, no tengo palabras para excusarme por lo que estoy por decirles; de antemano, quiero que sepan que hicimos todo lo que pudimos, pero, la herida fue demasiado profunda y por más que lo intentamos, no logramos reparar el daño.

La madre de Jake se aproximó hasta el doctor y lo agarro de los brazos para gritarle:

– ¡Déjeme ver a mi hijo! Él está bien, yo sé que está bien, de seguro usted cometió un error.

– Señora, lo siento, pero.

– ¡NO! No lo diga, eso no es verdad, no es real, mi bebé está bien; él está bien, usted es un mentiroso.

Su hijo falleció.

Los ojos de aquella mujer se inundaron de lágrimas; sus piernas le fallaron y ella cayó al piso; su esposo se acercó hasta ella y el la tomo en sus brazos, mientras su mirada también se llenaba de ese líquido acuoso…

Giré para ver a Rick, pero, él no estaba a mi lado…

Cuando lo vi, me di cuenta de que él se dirigía hasta la sala de cirugía; Andreas, Bill y yo corrimos tras él; era mejor evitar esa escena; pero, Rick no atendía a razones; entro en aquel lugar y fue hasta el cuerpo de Jake; fuimos testigos de los reclamos de él…

– ¡LEVÁNTATE! Jake, te estoy llamando, tienes que despertar ya.

Rick comenzó a golpear el pecho ensangrentado de Jake, mientras gritaba:

– Despierta Jake, hazlo ya; no me asustes por favor, no juegues conmigo; tienes que abrir tus ojos; mírame, te lo suplico.

Me acerqué a él y lo tome por la espalda; quería retirarlo de allí, pero él se rehusaba a todo:

– ¡Suéltame Tom! Jake aún no despierta, me quedare aquí hasta que lo haga.

– Rick, tenemos que irnos.

– ¿NO ME ESCUCHASTE? NO ME IRÉ.

Andreas se acercó a nosotros y se paró en frente de Rick:

– Rick, ya es hora, vámonos.

– ¿Tú también Andreas?

– No hagas esto más difícil.

– ¿A qué te refieres? Sólo estoy esperando por Jake.

– Jake está muerto, Rick.

– ¡NO! Eso es mentira, él está dormido, ¿Verdad que sí, Tom?

No sabía que contestar, nada en la vida te prepara para una situación tan traumante como aquella; sentía como mi corazón se fragmentaba en pedazos, sin embargo, debíamos asimilar esa nueva realidad…

Un panorama en el que él no estaría.

Una cotidianidad sin sus bromas.

Una vivencia sin sus consejos.

Una vida sin Jake.

– Rick, vámonos ¿Si?

– Respóndeme, ¿Él está dormido, verdad?

– No Rick, él ya no está con nosotros.

Rick perdió la fuerza en su cuerpo y sus rodillas tocaron el suelo, llevo sus manos hasta sus ojos y sin hacerse esperar más; desgarró su garganta de gritar con tanta fuerza; sus lágrimas salían disparadas sin control; él estaba acabado…

Andreas y yo, nos sentamos a su lado y sólo esperamos el momento en el que él se calmara; mientras llorábamos en silencio…

Si nuestro sufrimiento era infernal; de seguro para Rick, el sentimiento era letal; él veía por los ojos de Jake; se amaban como hermanos de sangre; y por más que nosotros apreciáramos de sobre manera a Jake, nada se comparaba con el cariño que Rick le tenía.

Al final, Rick se desmayó en mis brazos, cansado de tanto llorar y lamentarse; perdió el conocimiento…

Entre los tres, lo levantamos y salimos de aquella sala; el panorama frente a nosotros no era mejor; la madre de Jake estaba sedada y su padre junto al hermano menor estaban llorando desconsolados; nuestros padres mantenían sus rostros inclinados y nosotros no sabíamos que hacer; había tanta pena en el aire que parecía que moriríamos en cualquier momento.

En medio de esa situación tan lamentable; decidimos que Andreas y Rick se quedarían con nosotros hasta después del entierro de Jake; era mejor permanecer unidos e impedir que Rick cometiera una locura por el dolor.

Los padres de Jake se quedaron a firmar unos papeles y mi madre Clarise los acompaño, mientras mi padre, Bill, Andreas, Rick y yo, nos dirigíamos a una casa de retiro que quedaba a las afueras de Frankfurt; al parecer, nuestra mansión no era muy segura en estos momentos; desconocía las razones, pero, era la medida que Jörg había tomado.

Llegamos a ese lugar; bajamos a Rick y procedimos a instalarlo en una de las habitaciones; quizás, despertaría al día siguiente…

Mientras tanto, Andreas hablaba con mi padre en la sala; Bill y yo, fuimos a una de las habitaciones y nos recostamos por un momento en la cama; era difícil explicar la manera en la que me sentía; a decir verdad, no poseía alguna emoción en específico; sólo estaba allí…

– Amor, ¿Estas bien?

Bill me miraba con un grado elevado de preocupación en su rostro; su mano comenzó a acariciarme el rostro y yo sentía como la paz llegaba a mí; me gire para quedar frente a él:

– No lo sé pequeño; no siento nada.

– Me asusta la reacción de Rick cuando despierte.

– Sí, es obvio que quien más sufre es él.

– Dios Tom, como lo siento, yo…

– Lo sé, no tienes por qué decir nada; aunque no conocieras a Jake, sé muy bien que compartes mi dolor.

Bill se acercó a mí y escondió su rostro en mi cuello, mientras uno de sus brazos me rodeaba la cintura; poco a poco, mis ojos fueron cerrándose, y sin quererlo, nos sumergimos en un sueño profundo…

Un golpe en la puerta fue el responsable de despertarme; abrí mis ojos y vi por las ventanas que al parecer ya había amanecido; me apresure a levantarme para no despertar a Bill y procedí a responder el llamado:

– ¿Andy? ¿Qué sucede?

– Hola Tom, ¿Descansaste?

– Si, ¿Y tú?

– Si, si, si, Rick ya despertó.

– ¿Y como esta?

– Muy callado, no responde a nada, sólo asiente y hace las cosas.

– Dios…

– Lo sé, esto es jodidamente difícil.

– ¿Qué haremos?

– Pues de momento, venia avisarte que el padre de Jake está por llegar; me llamo y me pidió que nos reuniéramos en la sala que tenía que discutir algo con nosotros.

– ¿Sera sobre el entierro?

– No, no es eso. Clare ya acomodo todos los detalles, será hoy en la tarde.

– Oh, ¿Entonces?

– No lo sé…

– Ok, me alistaré y bajaré.

– Te espero.

– Bien.

Cerré la puerta y fui directo al baño; tomé una ducha rápida, escogí un atuendo cualquiera; observé a Bill mientras dormía, y me acerque para dejar un pequeño beso en sus labios; salí de la habitación sin hacer mucho ruido y empecé a bajar las escaleras.

En la primera planta estaba Rick y Andreas sentados en el sillón viendo la televisión; mi padre se encontraba en el comedor, fui hasta él y le salude:

– Papá.

– Oh, pequeño, ¿Cómo te encuentras?

– Ummm.

– Lo siento, no debí preguntar.

– ¿Tu como estas?

– Bien hijo; bueno, la verdad es que hay un asunto que tengo que resolver y debo irme por unas horas, ¿Hay algún inconveniente?

– No, papá. No te preocupes.

– Sam se quedara con ustedes por si necesitan algo.

– Gracias.

– ¿Y Bill?

– Sigue durmiendo.

– Oh, ya veo.

– Si.

– ¿Tom? ¿Hay algo que necesites?

– No papá, de momento, no necesito nada.

– Si lo llegas a necesitar, pídemelo.

– Lo sé.

– Bueno hijo, yo me voy, cuídense mucho ¿Si?

– Si, tranquilo.

Mi padre se marchó de inmediato y yo fui hasta el sillón; me senté al lado de Rick y lleve mi mano hasta su cabello y lo revolví un poco; él se volteo y me observo:

– H-hola.

– Hola Rick, ¿Dormiste bien?

– Si.

– Me alegra.

Estaba por entablar una conversación que subiera un poco el ánimo; cuando la llegada del padre de Jake nos interrumpió; lo saludamos y le invitamos a sentarse:

– Chicos, antes que nada, gracias por acatar mi llamado.

– Oh, William; sabes que siempre estaremos dispuestos.

– Si.

– Bien, ¿A qué se debe todo esto?

– Ammm, no sé cómo hacerlo, pero, fue algo que Jake me encomendó.

Los tres reaccionamos ante esas palabras, la tensión llegó a nuestros cuerpos y en un auto-reflejo; Andreas y yo, nos acercamos mucho a Rick, tendimos nuestros brazos y los colocamos en sus hombros para escuchar lo que William tenía por decir…

Tomé la iniciativa y dije:

– No te preocupes Will, hazlo como creas necesario.

El asintió y saco un sobre de su chaqueta; dentro de aquel papel había lo que parecía ser una especie de ¿Carta?

¡Ay, no!

No, no, no,

Que no sea lo que estoy pensando…

– No me pregunten por qué, pero, hace unos días atrás; Jake ingresó a mi despacho con éste sobre, y me lo entrego. Cuando le cuestione sobre éste; mi hijo me informó que era una carta que había escrito para sus «Hermanos» de otra familia; le cuestioné el motivo por el cual me lo daba a mí; y él me dijo que debía prometerle que si algún día él llegaba a faltar; yo, les leería lo que contiene esta carta.

Y bueno, aquí estoy.

Escuchaba el latir del corazón de Rick; todos estábamos sorprendidos por aquella revelación; de cierta manera, sentía alegría por aquel detalle, pero, al igual, la realidad tras esas palabras podría lastimarnos aún más…

Mire a Rick y le dije:

– ¿Quieres hacer esto? Porque si no lo deseas, Andy y yo te apoyaremos.

Rick nos miraba a ambos y se quedó pensando un momento, hasta que dijo:

– Q-q-quiero hacerlo.

– Bien Will, te escuchamos.

– Claro chicos, sólo, disculpen si…

– No te preocupes, tenemos tiempo, léelo con calma ¿Si?

– Ok.

Nos quedamos en silencio por un instante; hasta que esa voz empezó a relatar:

Para el trio de idiotas que me jodió la existencia

No pudimos evitar sonreír ante esa dedicatoria; Jake siempre nos llamaba de esa manera; Will Prosiguió:

«Es extraño encontrarme a estas horas del día, escribiendo una carta que no se cuando será entregada; a decir verdad, aun no termino de comprender el motivo por el cual estoy relatando estas palabras, pero, así lo sentí; desperté esta mañana y un sentimiento de profunda angustia me invadió por completo; algo dentro de mi, me impulsaba a escribir y bueno, aquí estamos.

No sé con exactitud lo que deba decir, pero, quiero revelarles algunos detalles que desconocen; de antemano, sé que ustedes no me juzgaran, es más, aun si no estoy a su lado; puedo asegurar con toda certeza, que me apoyaran siempre.

¡Así de locos están!

He vivido a plenitud, mis días han estado repletos de un sinfín de emociones productivas; nunca he tenido la necesidad de cuestionarme sobre lo que deseo hacer con mi existencia, ni mucho menos me he preguntado sobre el sentido que debería tener mi paso por este mundo; la razón para esa seguridad, es que, cuento con unos amigos increíbles que no me dan espacio para las dudas; junto a ustedes, he vivido a toda marcha, algunas veces, riendo, unas pocas, llorando y en otras, permaneciendo en silencio, uno al lado del otro…

No tengo arrepentimientos; es decir, no he hecho nada por lo que deba lamentarme, pero, si el día de mañana, no llego a estar, quiero que tengan presente lo siguiente…

Andy:

Sé que nuestro primer encuentro fue algo estipulado por el destino; Tú en busca de tu «Rastafari inmundo» y yo, preocupado por mi «Pequeño debilucho»; ¿Recuerdas como corrimos al escuchar que Tom y Rick estaban en problemas? Ese día, al verte tan exaltado por tu único amigo; sentí complicidad a tu lado; creí que había encontrado a alguien que podría entender la manera en la que me sentía por Rick; y no me equivoque contigo, Rubio.

Tú eres el único de nosotros que sabe mantener ese cerebro funcionando aun en los momentos más complicados, ¿Qué te digo? Eres especial.

Creo en tú potencial, sé que harás cosas fantásticas y que iluminaras la vida de todos aquellos que tengan el honor de ser tus pacientes…

Nunca dudes de ti, ni por un maldito momento; tengo toda mi fe puesta en ti Andy, sé que no me decepcionaras.

Y por favor, cuida de Rick, así de la misma manera en la que ves por Tom.

Te quiero, Rubio.

Bro:

Hemos compartido tantas cosas, que no sé por cual empezar; pero, si me lo permites, deseo recordarte la más significativa para mí…

Teníamos 14 años y tú estabas sumamente molesto porque tus padres no querían comprarte esa guitarra que tanto querías ¿Lo recuerdas? Llegaste a mi casa y empezaste a quejarte por lo injusta que era esa situación; viéndote así, te propuse que cocináramos unos cupcakes y saliéramos a vender a la calle para recaudar el dinero que necesitabas.

Tus ojos se iluminaron y corriste hasta mi para abrazarme y luego en un gesto muy nuestro, chocaste mi mano y procedimos a intentarlo; y escribo «Intentarlo», porque, casi incendiamos mi casa…

Mamá nos regañó por lo que parecían ser horas; tu y yo, subimos al cuarto y en medio del silencio; comenzamos a reír con fuerza; no entendía el porqué de ese comportamiento; pero, al dejar de hacerlo, me miraste y dijiste: Gracias Jake; te quiero con el alma, Bro.

Tus palabras fueron tan sinceras que me permitieron reafirmar ese lazo que tuve contigo desde el día en que nos conocimos…

Tú tienes algo que nadie más posee, no sé cómo ponerlo en palabras, pero, si puedo explicarte que a tu lado, me siento seguro; algo me dice, que no importa el tiempo que pase, tu lealtad estará siempre presente y me siento afortunado por ello.

No me importa lo que quieras ser, si deseas volverte una estrella de rock, adelante; o por el contrario, si quieres aprovechar tus dotes de deidad y sobornar chicas en la calle; te apoyo; pero, prométeme que no te perderás a ti mismo; te necesito así Tom; tal como eres.

Yo también te quiero con el alma, Bro.

Rick:

Antes de que digas algo; te puse de último porque me es más difícil, despedirme de ti.

Llegaste a mi vida, desde los dos años de edad; creciste a mi lado, viviste junto a mí, experimentaste todo por primera vez por mí y déjame decirte que conocerte, ha sido y seguirá siendo la bendición más grande que pude recibir.

Veras Rick, yo no he sido del todo sincero contigo; no quiero que te molestes por mi cobardía, ni mucho menos que te sientas culpable por lo que estoy por decirte, pero, trata de entender que lo que tenía en juego era tu amistad; y por nada ni nadie en el mundo, pensaba arriesgar el vínculo que nos unía.

Cuando teníamos 11 años, fuimos a ver esa película de miedo que tú tanto esperabas; las escenas de terror empezaron y tú saltaste del susto y me abrazaste con fuerza; pude sentir como tu cuerpo temblaba y de cierta forma, me reconfortaba el que creyeras en mí para protegerte…

Al principio, pensaba que esos sentimientos de protección y admiración, no eran más que eso; sólo emociones que surgían por el tiempo que llevábamos juntos; hasta que, me di cuenta de que tus ojos veían por alguien más.

Me sentí morir en ese instante; no entendía porque me atormentaba tanto la idea de que encontraras a «Alguien» y te enamoraras de esa persona…

Traté incontables veces de sacar esos pensamientos de mi cabeza, en compañía de mujeres «Huecas» como sueles llamarlas; pero, me fue imposible…

En mi cumpleaños número 17; tú llegaste muy temprano por la mañana a mi casa, preparaste mi desayuno y te dispusiste a compartir todo el día junto a mí; disfrute cada momento a tu lado; pero, lo que más me sorprendió fue el regalo que tenías preparado…

Esa caja que contenía un anillo en el que se grababa la insignia «Always U&Me»; me explicaste que esa joya, tenía un gemelo irrepetible y para mi sorpresa, tu habías comprado el otro; éramos los únicos en el mundo, que portábamos esos accesorios que nos recordaban el vínculo que teníamos.

Allí, en esa noche, donde te veías inmensamente feliz; lo entendí; dejé de negarlo y lo acepté.

Estoy profunda e irremediablemente enamorado de ti.

No sé cuál será tu reacción a mi confesión y la verdad es que prefiero no enterarme; me asusta un poco, pero, quiero que sepas algo Rick:

Eres la gota que cae por primera vez luego de un tiempo de sequía, también eres la taza de café que tomo en las mañanas; eres el suspiro que sale de mi cuando el viento golpea mi rostro; eres mi canción favorita, eres ese saco viejo que tanto me gusta usar en los días fríos; eres el calor de mis veranos, eres tú, sólo tú.

Perdona el no habértelo dicho antes, pero, como ya lo explique; tu amistad era demasiado valiosa como para desecharla por estos sentimientos unilaterales…

Quiero que confíes en ti, siempre, alcanzaras todo lo que te propongas y por mí; tienes que ser grande; me lo debes…

Con todo el amor que puedo depositar en mi corazón, «J».

Las lágrimas salían de nosotros sin control; las palabras de Jake calaron con tanta fuerza que no pudimos evitar abrazarnos y quedarnos así por un largo tiempo…

William se acercó a nosotros y en un acto muy enternecedor, dijo:

– Gracias por amar a mi hijo; les debo su felicidad.

Beso nuestras frentes y se marchó sin más; de repente, nos miramos los unos a los otros y sonreímos; Jake había logrado calmar la angustia de nuestros corazones; aun desde ese firmamento azul, él seguía impregnándonos con su sabiduría…

Los tres nos levantamos del lugar; tomamos la carta y la llevamos hasta el patio, prendimos una pequeña fogata, juntamos nuestras manos y al unísono dijimos:

¡Buen viaje hermano!

La carta se consumió por las llamas y a medida que pasaba el tiempo; sentíamos como la carga de nuestras almas se alivianaba; Jake había revelado mucho, pero, no tenía nada que refutarle.

Apagamos la fogata y entramos de nuevo; me encontré con Bill en el comedor; decidimos sentarnos y comer algo antes de partir hacia el entierro.

La conversación no tenía un tema en particular, pero, al menos, todos nos involucrábamos; Rick parecía estar más tranquilo y eso nos reconfortaba muchísimo.

Terminamos de comer, subimos a nuestros respectivos cuartos y procedimos a ponernos nuestros trajes para ir a la ceremonia.

La iglesia estaba petada de flores blancas, los familiares de Jake llenaban el lugar; pero, nuestros puestos estaban en la primera fila junto a los padres de él; la misa empezó, cada quien dio sus palabras de agradecimiento y despedida; cuando la ceremonia termino, salimos para iniciar el recorrido hasta el cementerio…

En el trayecto, fue inevitable no derramar una que otra lagrima, es decir, la ausencia de Jake no era algo que íbamos a superar tan fácil; pero, al menos, nos encontrábamos más tranquilos.

El descenso del ataúd fue desastroso; la madre de Jake no paraba de gritar y entre Andreas y yo, tuvimos que contenerla; esa mujer estaba desesperada, como pudimos la levantamos y la sacamos de allí; tuvieron que sedarla de nuevo, al parecer, su dolor la está comiendo viva.

Las personas comenzaron a retirarse, hasta que sólo quedamos los cuatro; tiramos nuestras rosas, enviamos un beso al cielo y nos despedimos de Jake…

Al salir del cementerio, mi padre nos esperaba para llevarnos a cada uno hasta la casa; primero, dejamos a Andy, luego a Rick; y por último, entramos a nuestro hogar; tal parecía que, ya no había riesgo alguno; papá dijo que tenía todo bajo control y que más adelante explicaría el motivo por el cual había que tenido que tomar esas precauciones.

Mientras entramos, mi padre y Bill fueron al comedor a tomar una taza de café; yo les informe que subiría a mi cuarto y me cambiaría de ropa…

Subí las escaleras, entre a mi habitación, me quite la ropa y la cambie por una más cómoda; estaba allí parado, escogiendo mi atuendo, cuando de repente, escuche a mis espaldas:

Es bueno verte de nuevo, Tom.

La reacción que tuvo mi cuerpo al escuchar esa voz era indescriptible; todo mi ser empezó a temblar con fuerza, mi corazón se aceleró, mis manos empezaron a sudar, la respiración se agito por completo…

¡No podía ser real!

Se suponía que él ya no estaría…

Pero ese tono de voz tan prepotente, me lo confirmaba todo; la muerte de Jake, el sufrimiento de Rick, nuestro viaje a Venecia; todo tenia sentido, él era el responsable…

Como pude, giré mi rostro y al verle, lo único que salió de mi boca, fue su nombre:

¿Blake?

FIN Temporada 1

Hasta aquí llega la primera temporada de este rescate. Pronto seguiremos con la continuación. Gracias a nuestra querida Heilightkt484 por compartir el archivo y gracias a ustedes por la visita. 

Publico y rescato para el fandom TH

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