Revoltoso 12

«Revoltoso» Fic Toll de MaryKaulitz

Capítulo 12

—Vaya, y yo recriminándome por no formalizar contigo pensando que te podrías ir con… —Bill se quedó callado, sonrojado. Todos lo estaban mirando con la boca ligeramente entreabierta—. Luego hablaremos de eso, en un lugar más privado —dijo mirando a Tom a los ojos.

Tom sonrió. Por fin Bill le iba a pedir ser su novio.

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Bill miró a Marcus, Natalie, Chantelle, Andreas y Gustav, los “intrusos”, en su cita con Tom. Suspiró pensando que aún faltaban dos por llegar.

— ¿Seguro que llamaste a Georg? —preguntó Marcus un poco ansioso—. Llevamos como media hora esperando.

Se habían reunido para salir.

—Otra vez, sí, pero no es seguro que venga; dijo que primero pasaría a ver a una amiga y… —Bill fue interrumpido.

— ¿Solo era un amiga? —preguntó Natalie, para molestar a su tío.

—No sé, creo que era la ex —contestó Bill aparentando desinterés; por dentro reía al ver la cara de Marcus.

— ¿Qué? —preguntó Marcus abriendo los ojos—. ¿Tiene una ex? ¿No seré el primero? ¿Por qué nadie me dijo que no es virgen? —decía exagerando—. ¡Ya no lo quiero! ¡Solo querrá jugar conmigo! No es que no me guste la idea de jugar con él… ¡Pero quizás ni siquiera le gusten los hombres! —frunció el ceño cómicamente.

—No es como si tú fueras hombre, tío. —Sonrió Tom metiéndose en la conversación—. Puedes ignorarlo, solo quiere atención —susurró Tom a Bill.

—Cállate, déjame en mi miseria, no quiero tu lastima… yo… creí que podría ser feliz pero… —Fue interrumpido.

—Hola, lamento la espera —pregunto un apuesto castaño recién llegando.

—Oh, no hay problema—dijo Marcus sonriéndole—. No has demorado nada, acabamos de llegar, ¿verdad chicos? —preguntó mientras se pegaba al brazo de Georg. Los demás asintieron divertidos.

—Genial… y, ¿quién eres? —pregunto Georg tratando discretamente de separarlo.

Es decir, para que querría un joven de dieciocho años —de dudosa heterosexualidad—, tener pegado en su brazo a un hombre de… ¿Cuántos años tendría? Georg frunció el ceño; tampoco le importaba la edad.

—Es Marcus, mi tío —respondió Natalie—. Tiene veinticinco años, una casa para él solo, un perro, un auto y es homosexual —dijo Natalie sonriendo.

Marcus se separó de Georg, aclarando su garganta—. Eso no era necesario, Natie.

—Oh, soy Georg —Se presentó sonriendo incomodo—. ¿Y qué hace ella aquí? Nadie me dijo que vendría y a él no lo conozco… —dijo mirando de Natalie a Tom—. Bien, creo que soy el único que no encaja. —Sonrió. Bill rodó los ojos y se acercó a saludar a su amigo, después de él se acercaron los demás.

—Soy Tom, hermano de Natalie y mejor amigo de Gustav —Se presentó Tom estrechando la mano de Georg.

—Mucho gusto, Tom —dijo Georg divertido—. Soy Georg. —Miró a Natalie con una ceja alzada. Natalie le devolvió la mirada, retándolo a decir algo. Georg se encogió de hombros.

—Ya, ¿vamos? —pregunto Marcus acercándose nuevamente a Georg.

—Claro, ¿a dónde? —dijo Georg sonriendo.

—Bill quería ir al parque de diversiones —dijo Tom sonriendo.

«Se supone que iríamos los dos solos». Bill frunció el ceño.

—Vamos, será divertido —habló Chantelle agarrando la mano de Natalie. Georg miró sus manos juntas y entendió el porqué estaba Natalie con ellos.

—Genial, así podremos subir a las rueda de la fortuna —dijo Bill sonriendo. Conseguiría estar a solas con Tom aunque se le fuera la tarde.

Todos aceptaron sonriendo.

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—Vamos a la rueda de la fortuna —dijo Bill mirando a Tom de reojo. Sonrió, esa sería su oportunidad.

—No, que aburrido; vamos a la montaña rusa —dijo Tom sonriendo.

Bill frunció el ceño.

«Bueno, si él lo quiere, él lo tendrá», pensó resignado.

—Vamos —dijo Marcus aún pegado a Georg, que de hecho ya se estaba acostumbrando a que el mayor lo toquetee a cada momento.

—Bueno, pero… —Bill miró la fila e hizo una mueca—. No esperan que yo haga esa fila tan grande, ¿o sí? —pregunto con sus aires de diva.

—Si quieres quédate aquí —dijo Andreas sonriendo—. Gustav se subirá con Tom, ¿recuerdas que Simone creía que…? —Fue interrumpido.

— ¡Vamos, Tom! —dijo agarrando la mano del pequeño—. No dejemos que estos feos y horribles amigos nos dejen sin lugar.

Tom sonrió, guiñándole un ojo a Andreas.

Uno por uno iban subiendo, Bill agradeció que la cosa esa fuera grande y pudieran subir muchos a la vez, así que en poco rato ya estaban subiendo cada en su asiento correspondiente.

Marcus se acercó rápidamente a Georg, que estaba parado decidiendo donde sentarse.

— ¿Nos sentamos juntos? —preguntó sonriendo. Georg carraspeo incómodo.

—Lo siento, me sentare con… —Paso su mirada por todos los asientos—. Tom —dijo finalmente, adelantando a Bill que se acercaba a Tom.

— ¿Georg? —preguntó Bill con la boca abierta—. ¿Es en serio? —preguntó sin creérselo.

— ¿Qué? —preguntó Georg sin entender—. ¿Querías sentarte aquí? —preguntó comenzando a entender.

—Sí —respondió Bill frunciendo el ceño—. Ya quítate, está por empezar.

—Pues vete a otro lado, es lo mismo aquí que allá —dijo Georg sin darle mucho interés a Bill.

—Vamos Bill, siéntate conmigo —dijo Marcus resignado, sentándose detrás de Georg.

—No te enojes, en el próximo nos sentamos juntos —dijo Tom guiñándole un ojo. Bill sonrió.

—Déjalo, Tom. Se le pasara luego la rabieta —dijo Georg mirando a Tom con una sonrisa.

Bill bufó y se fue a sentar con Marcus. Los demás, rieron al ver a Bill resignado.

«Al menos me toco detrás de Tom», pensó Bill sentándose.

— ¡Bill! —comenzó a gritar Tom, antes de que el juego comenzara a moverse.

— ¿Qué? —pregunto Bill.

—Tengo miedo —dijo girando ligeramente la cabeza—. Quiero sentarme contigo.

—Ya sé —dijo Marcus—. Cambiemos de lugares —agregó sonriendo.

—Ya… —dijo Tom mirando a los lados; aún faltaba gente por subir. Tom agradeció que la atracción fuera tan grande que se demoraba en llenarse—. ¡Cambio! —gritó levantándose y corriendo al lado de Bill.

Georg aún no entendía que había salido mal; él había tratado de evitar a Marcus y aun así el mayor se las arregló para estar sentado junto a él.

Pronto estuvieron listos, y paso un encargado a revisar que todo estuviera en orden.

Luego de muchos, pero mucho gritos, uno que otro llanto, y agarradas de mano con fuerza para romper huesos, bajaban con las ganas de no subir otra vez.

— ¿Vamos a rueda de la fortuna? —preguntó Bill esperanzado. Ahora lo único que quería era algo tranquilo.

— ¡No! —gritó Natalie—. Vamos a ese —Señaló un bote pequeño que bajaba a gran velocidad.

—Terminaremos todos mojados —reclamó Marcus.

— ¿Y? —preguntó Chantelle—. Más divertido, ¡camisetas mojadas! —dijo riendo. A Marcus le brillaron los ojos.

—Vamos, Georgito —dijo agarrando su brazo y arrastrándolo a la fila.

— ¡¿Por qué hay filas tan grandes?! —Se lamentó Bill. Esta vez la cosa esa era pequeña.

Luego de lo que pareció un año completo de espera, estaba todos sentados en el pequeño bote —Bueno, casi todos—. No cabían todos y por votación Marcus se quedó abajo, refunfuñando al tener que separarse de su amorcito.

Cuando bajaron, nuevamente le brillaron los ojos, venían todos mojados.

—Debí quedarme abajo —reclamó Bill con todo el maquillaje corrido. Todos rieron—. No se rían —reclamó. Todo lo malo le pasaba a él.

—Vamos al baño —dijo Tom, agarrando su mano. Bill sonrió al seguirlo.

Georg frunció el ceño al mirar esas manos juntas. Hasta que se perdieron dentro del baño…

Todos estaban esperando ver la reacción de Georg.

«Seguro que el pequeño Tom creyó que Bill no veía con todo el maquillaje corrido». Se encogió de hombros. «Sí, no puede ser otra cosa, es decir… ». Se echó a reír por su propio pensamiento.

Todos suspiraron aliviados, al parecer lo había tomado bien.

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— ¿Vamos a la rueda de la fortuna? —preguntó Bill luego de muchos juegos.

—Vamos a esa —dijo Chantelle señalando unos pequeños botes sobre un lago artificial—. Es romántico —dijo mirando a Natalie sonriendo.

—Bien —dijo Bill mirando a Tom de reojo—. Será divertido.

—Pero eso es para parejas… —reclamó Andreas.

—Qué más da, vamos —dijo Tom poniéndose a la fila que, por primera vez, no era muy larga.

—Bien —dijo Georg encogiéndose de hombros.

—Será divertido —dijo Marcus poniéndose detrás de Georg.

Ya todos arriba de los botes comenzaron a moverse, como no eran a corriente pronto se separaron.

Marcus miró alrededor—. Todos se están besando —comentó a su acompañante.

—Oh mierda… —dijo Georg mirando al bote de Bill, justo detrás del suyo. Luego miró a Marcus—. No esperaras que nosotros… —Fue interrumpido por los osados labios del mayor.

Abrió grande los ojos…

—Mira, Marcus se atrevió —dijo Gustav mirando a Marcus besar a Georg—. Pues, todos se están besando excepto… —dijo sonriéndole a su hermano.

—No —Lo mandó a callar Andreas. Gustav hizo un puchero.

— ¿Uno chiquitito? —pregunto acercándose a Andreas.

—No me gustan los hombres —dijo Andreas alejando a Gustav—. Y soy tu… —se interrumpió al ver a Marcus caer al agua.

—Fue rechazado… —comentó Gustav ignorando el próximo discurso de Andreas; ya se lo sabía.

—Vamos, déjame subir —pidió Marcus a un sonrojado Georg.

—No, te aprovechaste de mi distracción. —Le reclamó Georg.

—Me correspondiste, también te gustó —dijo Marcus—. Déjame subir, para que hablemos —pidió nuevamente.

—No, yo… creo que soy heterosexual —dijo Georg frunciendo el ceño—. Soy heterosexual —reafirmó inseguro. Marcus soltó un grito afeminado.

— ¡Déjame subir! —gritó Marcus—. Creo que algo tocó mi pierna, ¡oh, mierda! Algo tocó mi pierna… —dijo más bajito, comenzando a desesperarse.

— ¿Qué? —preguntó Georg abriendo los ojos—. Es un lago artificial, no hay nada malo —dijo no creyéndole.

—Algo agarró mi pierna, ayúdame a subir —dijo estirando la mano. Georg se comenzó a asustar, estiró la mano para ayudar a Marcus a subir, cuando algo lo agarró a él también y lo hizo caer.

— ¿Qué mierda? —preguntó Natalie llegando justo cuando Georg cayó. Bill recién llegando, se encogió de hombros—. ¿Y Tom? —preguntó frunciendo el ceño. Bill solo sonrió.

Georg salió a la superficie y se abrazó a Marcus.

— ¡Es un pulpo! ¡Le vi los tentáculos! —dijo Georg gritando—. Ya que moriremos… ¡El beso me gustó mucho! Y te encuentro muy guapo —gritó en su desesperación. Todos lo miraron sorprendido.

— ¿Qué? —Marcus se atragantó—. Mierda, ¡me está mordiendo! —gritó desesperado.

— ¡Sí! —grito Bill riendo. Pronto se comenzó a escuchar una carcajada. Todos vieron emerger del agua a Tom, riendo.

—Bill, ayúdame; cuando entiendan lo que pasó me van a matar —dijo Tom nadando hasta el bote de Bill.

—Sube —dijo Bill riendo. Todos los que no estaban en el agua comenzaron a reír al entender.

— ¿Qué? ¿Fue una broma? —preguntó Marcus aún con Georg abrazado a él.

—Lo siento, tío —dijo Tom aguantando la risa—. Pero gracias a eso, él acepto que le gustas —dijo Tom sonriendo.

— ¡Estás loco! —grito Georg separándose de Marcus.

—Fue mi idea, lo siento —dijo Bill aguantando una carcajada—. Es que estábamos justo al lado cuando lo empujaste, y decidimos ayudarte a aceptar que te gusta —dijo Bill—. De nada —dijo encogiéndose de hombros.

— ¿Cómo llego tan rápido a mí? —preguntó Marcus ya más calmado, aceptando que fue gracias a ellos que ahora tenía a Georg entre sus brazos.

— ¿Se te olvido que iba a una escuela de natación? —preguntó Tom sonriendo.

—Claro y… —Fue interrumpido.

—Se les pide amablemente que se retiren de este juego, por favor —dijo un señor en un bote igual al de ellos.

—Claro —dijo Chantelle riendo—. Vamos saliendo.

Salieron del juego riendo. Georg medio enojado, medio avergonzado.

— ¿Entonces… que hacemos? —preguntó Marcus, parándose al lado de Georg.

—Ya no podemos ir a la rueda de la fortuna —dijo Bill mirando a Tom todo mojado.

—Pues, no sé… quiero ir a cambiarme —dijo Georg.

—Vamos a mi casa, Marcus puede prestarle ropa a Georg —dijo Natalie sonriendo—. Así luego salimos a cenar… —añadió.

—Vamos, yo te presto —dijo Marcus mirando a Georg, que asintió sonrojado.

—Los invito a cenar a mi casa —dijo Bill agarrando a Tom de la mano—. Vamos a casa de Tom, luego a la mía. —sentenció.

Continúa…

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