«Revoltoso» Fic Toll de MaryKaulitz
Capítulo 13
—Vamos a mi casa, Marcus puede prestarle ropa a Georg —dijo Natalie sonriendo—. Así luego salimos a cenar… —añadió.
—Vamos, yo te presto —dijo Marcus mirando a Georg, quien asintió sonrojado.
—Los invito a cenar a mi casa —dijo Bill agarrando a Tom de la mano—. Vamos a casa de Tom, luego a la mía. —sentenció.
—Genial —dijo Andreas—. Hace tiempo que no veo a tu padre —comentó.
—Eso me recuerda, lo voy a llamar —dijo sacando su celular.
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—Hola, mamá —dijo Natalie entrando a la casa.
—Cariño, ¿cómo les…? ¡¿Por qué están todos mojados?! —preguntó sorprendida—. Suban de inmediato a cambiarse —mandó señalando el piso de arriba—. Oh, a ti no te conozco. Soy Simone —Se presentó.
—Soy Georg —dijo saludándola con un beso en la mejilla.
—Bill, cariño, ¿cómo has estado? —preguntó al ver a al futuro novio de Natalie.
—Bien, gracias, ¿usted? —preguntó educadamente.
—Bien. —Sonrió—. Tom, a cambiarse, rápido —sentenció.
—Sí —refunfuñó—. Bill, acompáñame —pidió.
Bill subió junto a Tom; entraron a la habitación y se sentó en la cama a esperar a Tom que había entrado al baño. Al cabo de una media hora salió completamente cambiado.
Bill suspiró al verlo, se veía tan guapo.
«Y es solo mío», pensó Bill sonriendo.
— ¿Vamos? —preguntó Tom sonriéndole.
—Espera, ven —llamó Bill tranquilamente. Tom se acercó y se sentó sobre sus piernas, rodeando a Bill con sus brazos.
— ¿Qué? —preguntó Tom—. No, me haces cosquillas —Rió cuando Bill le dejó un par de besos en el cuello.
—Te quiero —dijo Bill mirándolo fijamente a los ojos. Siendo sincero.
—Yo también te quiero —respondió Tom, abrazándolo más fuerte, sin querer soltarlo.
Siguieron abrazados hasta que alguien subió a buscarlos.
—Ahora sí, vamos —dijo Bill dejándole un pico a Tom antes de pararse.
Tom no podía dejar de sonreír. Estaba tan feliz que de repente le salía una risita boba. Y Bill no estaba tan diferente.
—Señora Simone —llamó Bill al llegar abajo.
—Salió, dijo que iba a la casa de su jefe a buscar unos documentos —aclaró Natalie, riendo al ver a su hermano por las nubes.
—Oh, ¿ya le avisaron que saldrían? —preguntó Bill mientras salían de la casa. Natalie asintió—. Perfecto, suban al auto. Tom va a mi lado —aclaró anticipadamente.
«Nunca faltan los que me quitaban el asiento», pensó Tom riendo.
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—Vaya, ¿aquí vives? —pregunto Natalie al ver la enorme casota que tenía Bill.
—Sí, vamos, mi madre nos espera —dijo Bill entrando a la casa—. Mami, ya estoy aquí —dijo ignorando a los tres sirvientes de la entrada. Al igual que Andreas, Georg y Gustav, posiblemente acostumbrados a hacerlo.
—Hola, soy Tom —saludó a todos los empleados—. Ella es Natalie, y él es mi tío Marcus. —Los presentó con una sonrisa.
—Hola, a mí ya me conocen —dijo Chantelle sonriendo.
—Hola, jovencitos —Tomó la palabra un señor vestido de negro—. Mi nombre es Rodrigo, él es Miguel y ella es Catrina —Los fue nombrando a cada uno.
— ¡Tom! —llamó Bill al ver que no lo estaban siguiendo—. Vamos. —Estiró la mano.
—Nos vemos luego. —Se despidió con una sonrisa, caminando apresurado a coger la mano de Bill. Los demás los siguieron en silencio.
—Creo que veo cosas… —dijo de repente la única mujer entre los empleados—. ¿Se agarraron de las manos? —preguntó en voz baja.
—Parece que ya encontró a alguien… —dijo Miguel sonriendo—. Y tiene buenos modales —agregó.
—Mamá quiere conocerte —dijo Bill riendo.
— ¿Qué? —Tom se atragantó. Todos rieron.
—Que… —Bill fue interrumpido.
— ¿Tú eres Tom? —pregunto una señora apenas entraron a la sala. Tom asintió—. Es tan lindo —dijo antes de abrazarlo.
—Sí, pero es mío —dijo Bill de brazos cruzados.
—Ay, si no te lo quitaré —dijo restándole importancia—. Por cierto, soy Amelia. —Se presentó separándose.
—Soy Tom. —Rió.
— ¡Ay, qué lindo! —volvió a abrazarlo—. Oh, chicos, Jörg está en su estudio con su secretaria en estos momentos —comentó—, así que hay que esperarlo para cenar —sentenció sonriendo.
— ¿La secretaria? —preguntó Bill frunciendo el ceño—. Creí que sería hombre…
—Oh, yo también, pero a tu padre le gustó. —Se encogió de hombros—. Algo de que le había pasado lo mismo, ya sabes… —le contó en voz baja, frunciendo el ceño.
— ¿Ya la conociste? —preguntó para cambiar de tema.
—Sí, es muy simpática —dijo Amelia sentándose en uno de los sillones. Volvió a sonreír—. Deberíamos invitarla a comer, ya que está aquí —dijo asintiendo—. Le diré a tu padre.
Dicho esto, Amelia salió de la sala, dejando a los jóvenes solos.
A los pocos minutos se escucharon pasos bajando las escaleras.
—Oh, gracias, pero mis pequeños están solos en casa —dijo una voz femenina. Natalie frunció el ceño, esa voz le parecía conocida.
—Vamos, solo un ratito, querida —habló Amelia aún desde las escaleras—. Mi hijo esta con su novio —dijo en voz baja—. Es tan lindo —hablo soltando una risita. Tom se sonrojó.
—No sé. —Nuevamente se escuchó la voz, esta vez un poco insegura. Tom miró a Natalie, abriendo grande los ojos.
—Vamos, un ratito, como dice mi señora —habló por primera vez el padre de Bill.
—Me da cosita rechazarlos, pero… —Se interrumpió la mujer al entrar a la sala.
— ¿Mamá? —pregunto Natalie sorprendida.
— ¡Lo sabía! —gritó Tom riendo, luego se sonrojó al ver todas las miradas sobre él.
— ¿Qué hacen aquí? —preguntó Simone confundida.
—Te dije que Bill nos invitó a su casa —dijo Marcus sonriendo inocentemente. No había alcanzado a soltar la mano de Georg.
Simone miró a su hermano, más específicamente a sus manos.
—Bien, no me digas nada; no quiero saber —sentenció Simone—. Pues en ese caso, me quedó a cenar —añadió sonriendo.
—Genial, así que Tom es hijo tuyo… —dijo Jörg acercándose al aludido—. Es un gusto conocerte al fin, pequeño —dijo estrechando la mano de un Tom avergonzado.
—Sí, es mi hijo —Simone sonrió—. Qué alegría que Bill sea tu hijo, es tan simpático —añadió con una risita.
Jörg y Amelia sonrieron.
—Hemos intentado criarlo lo mejor posible —dijo Amelia mirando tiernamente a su único hijo.
—Por favor —dijo Jörg de repente. Todas las miradas se dirigieron a él—. Pasemos al comedor, ahí nos cuentan cómo se conocieron y… ya saben, algunos detallitos de su relación —añadió mirando de Bill a Tom. Simone palideció.
— ¿Qué? —pregunto en un hilo de voz. Todos la miraron alarmados.
—Oh, ¿no sabías que son novios? —preguntó Jörg señalándolos. Bill golpeó su frente, maldiciendo al bocazas de su padre.
—Tom, nos vamos —sentenció Simone mirándolo duramente.
—Pero… —reclamó Tom frunciendo el ceño.
—Mamá, no creo que… —Natalie fue interrumpida.
—Natalie, espero que tu no lo hayas sabido; sino, estaré muy decepcionada de ti —dijo Simone mirando a Natalie—. Ahora nos vamos, nos vemos el Lunes, señor Kaulitz —dijo saliendo de la sala.
—Creo que me tengo que ir —dijo Tom incómodo—. Luego hablamos. —Le susurró a Bill. Natalie y Marcus se despidieron rápidamente.
—Cuídate —dijo Bill dándole un beso rápido. Preocupado, los siguió con la mirada hasta que salieron de la casa.
—Lo siento —dijo Jörg mordiéndose el labio—. No sabía que… —Se quedó callado, sin saber que hacer.
—No te preocupes, esto tenía que pasar tarde o temprano —dijo Bill tratando de restarle importancia.
Todos, al igual que Bill, estaban preocupados.
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— ¡¿Qué mierda hice para que esto resultara así?! —gritó Simone al llegar a casa. Todos pegaron un respingo.
—Mamá, yo… —Tom fue interrumpido.
—Creí que te gustaba Gustav, y eso estaba bien porque tiene tu edad… ¡Pero Bill es muy grande! —Volvió a gritar Simone.
—Simone —dijo Marcus hablando por primera vez.
— ¡Tú te callas! —gritó alterada—. No creas que soy ciega, vi cómo te le arrimabas con ese jovencito. ¡No te da vergüenza! Es como un mocoso —añadió un poco más calmada.
— ¡Tiene dieciocho! Es mayor de edad y sabe perfectamente lo que quiere —reclamó Marcus.
— ¡Pero tu sobrino no! ¡Apenas tiene quince y un pervertido intenta meterle la polla por quién sabe dónde! —gritó nuevamente alterada.
— ¡Mamá! —gritó Natalie—. No es como piensas, Bill lo respeta y… —Fue nuevamente interrumpida.
—Así que tú sabías, ¿por qué no impediste que pervirtiera a tu hermano…? —dijo con voz muy baja. Tanto que daba un poco de miedo.
—Simone, ellos se quieren y se respetan. Tu hijo sabe lo que quiere; no está siendo obligado a nada —dijo Marcus, tratando de tranquilizar a su hermana.
—Tú te callas —siseó Simone—. Por tu culpa mi hijo cree que le gustan los hombres, me das vergüenza —dijo fulminándolo con la mirada. Su hermano e hijos abrieron los ojos grandemente.
— ¿Qué? —preguntó Marcus en un hilo de voz.
—Quiero que te vayas de inmediato —siseó nuevamente, intentando controlarse, inútilmente—. ¡Ahora! —gritó al ver que nadie se movía.
Pronto Marcus corrió a la habitación y en pocos minutos se encontraba frente a ellos con todas sus cosas.
— ¡Estas exagerando! —reclamó Natalie indignada, al ver a su tío con sus cosas listas para salir.
—Pronto se le pasara —susurró Marcus al oído de Natalie—. Entiéndela, se siente traicionada.
— ¿Cómo quieres que…? —preguntó Natalie frunciendo el ceño.
— ¡No se te ocurra pervertir a mi hija! —gritó Simone—. Suficiente tengo con… este traidor —dijo mirando mal a Tom.
Marcus les sonrió a sus sobrinos y salió tranquilamente. Ellos entendieron el gesto.
Déjenla desahogarse, solo está dolida. Pronto entenderá.
— ¿No habías dicho que en el amor es lo más importante? ¡Yo siento que amo a Bill! —gritó Tom.
—Tú… no-puedes-amarlo —siseo Simone fulminándolo con la mirada—. ¡Creí que confiabas en mí! ¡Creí que me contabas todo! ¡¿Cómo puedes decir que estás enamorado si yo no lo sabía?! Yo… creí que te conocía —murmuró Simone relajando los hombros—. Creí que confiaban en mí…
Se sentía traicionada, ella siempre veló por la felicidad de sus hijos. Para ella, sus hijos eran lo más importante, pero parecía que ellos no sé daban cuenta. ¿Cómo pudo ser tan ilusa? Algo debió hacer mal, ¿cómo era posible que no confiaran en su propia madre?
Pero tenía que arreglarlo, tenía que ganarse la confianza de sus hijos… y para eso necesitaba aliados.
¿Marcus estaría muy enojado?
Continúa…
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