Rituales 7: Dilema

Notas de MizukyChan: Este capítulo ocurre posteriormente al one-shot “Simplemente Perfecto”. No es necesario leerlo para continuar con la lectura, pero podría gustarles.

Pero les aclaro las edades, por si acaso: Bill: 26 ½ Tom: 27 Adam: 7 ½ Pepe: 8 ½ Thomas: 2 Karmillia: 16

«Perfect Love: Rituales» Fic de MizukyChan

Capítulo 7: Dilema

Habían transcurrido ya dos años desde que Tom comenzó los entrenamientos con sus hijos, aunque solamente se había enfocado en fortalecer la resistencia física de ambos, haciendo que corrieran por largas distancias, hicieran abdominales, nadaran contra el caudal del río y también, que fortalecieran sus músculos, agitando una grande y pesada barra de metal. Sus hijos no comprendían muy bien esta clase de entrenamiento, pero como para ellos Papi Towi era una especie de héroe, accedían a realizar todas las labores que él les encomendaba.

Por otra parte, Sonja había solicitado a Gustav una colaboración especial. Como él era mejor amigo de Bill, le requirió que en forma muy discreta, pidiera al pelinegro que le relatara sus sueños o visiones, para tomar nota de ellos y analizarlos en detalle, para evitar alguna desgracia. La oficial Tappe era quien se había tomado a pecho, el ayudar a Bill a desarrollar este nuevo don de videncia, pues no olvidaba las palabras de “Aquiles” el actual líder de la manada de lobos indios, de que ellos vivían en constante temor, por no tener claridad en las visiones. Ella se propuso llevar un control escrito de cada sueño del menor de los Kaulitz, para evitar aquella guerra, que en algún momento el mismo joven había mencionado por accidente.

Fue así que en esa mañana, Gustav se sonrojaba, mientras Bill le tomaba el pelo, al contarle su último “sueño húmedo”.

—Y me corrí fuertemente en la boca de Tom. —Gimió para darle más credibilidad a sus palabras.

—¿Solo estás jodiendo conmigo, verdad, Bill? —Contra-atacó el rubio, ajustándose las gafas.

—Por supuesto que te estoy molestando, Gus. —El pelinegro estalló en carcajadas.

—Pero en serio, ¿no soñaste nada anoche? —preguntó, tratando de darle seriedad al asunto, ahora que el doctor Hans entraba a la consulta—. ¿Nada en absoluto?

Bill se alzó de hombros. Estuvo de acuerdo en contar sus sueños a su amigo, después de haber comprendido que las visiones que tenía, también podían mostrar cosas buenas, como la futura relación amorosa entre sus dos hijos mayores. Pero a decir verdad, no creía que haber visto un montón de colinas y caballos pudiera significar algo. Arrugó el ceño y dijo—. No estoy seguro…

—¿Viste algo? —indagó el doctor, sentándose tras el escritorio. Ya estaba bastante entrado en edad y siempre que podía, prefería la comodidad de una silla.

—Un lugar creo… unas colinas, pero no estoy seguro de que sea importante.

—¿Las conoces? —Insistió el viejo—. ¿Has visto esas colinas antes?

—No lo creo… He salido con Tom en las noches de luna llena, pero no recuerdo haber visto ese lugar.

—¿Algo más? —preguntó Gustav, terminando de anotar eso en su cuadernillo.

—Caballos, muchos caballos.

—¿Tenían monturas? ¿O eran caballos salvajes? —preguntó el doctor Hans, arrugando el ceño.

Bill cerró los ojos, tratando de recordar la imagen borrosa que había tenido. Luego los abrió muy grande y dijo—. ¡Sí! Todos los caballos tenían monturas. ¿Qué podría significar?

—Tal vez nada, Bill —respondió el rubio, tratando de calmar la expresión intranquila de su amigo.

La mañana avanzó rápidamente, entre pacientes y visitas hacia el albergue, que poco a poco comenzaba a tener más habitantes, por las constantes lluvias que estaban azotando al pueblo.

—Almorzaré fuera. —Anunció Gustav y tras quitarse la bata blanca, dejó a sus compañeros.

Se dirigió lo más rápido que pudo a la estación de policía, donde la oficial Tappe, lo guió a su oficina.

—¿Qué ha pasado? Luces agitado.

—Ceo que esta vez tenemos algo extraño.

—¿Es diferente a las cruces ardiendo? —indagó la mujer, sacado su propio cuaderno de notas, con los sueños de Bill Kaulitz.

—Sí. —Gustav abrió sus notas y relató—. Vio colinas que no conocía y muchos caballos, con montura. —Cerró el cuaderno y miró a la mujer.

—¿Con montura? —Repitió y el rubio asintió—. Llamaré a Georg. —Salió de la oficina y en un instante regresó con el castaño.

—¿Están seguros? —preguntó el sheriff, cogiendo las notas del rubio, repasando con la mirada lo que tenía escrito.

—Solo lo que Bill nos ha dicho. Nada puede ser seguro… todavía —respondió Gustav.

—Acabamos de recibir una información —dijo Georg— donde se nos explica que varios pueblos aislados han sido atacados. Solo recibimos la noticia hoy, porque se han dado cuenta de que los ataques corresponden a la misma banda de ladrones. En general, cada vez que pasa algo así, los pueblos se hacen cargo con la policía local, pero han hallado rasgos comunes en los diferentes atentados y ahora han enviado alertas a todos los pueblos vecinos, en caso de ser los próximos.

—¿Entonces, es cierto? —susurró el médico—. Seremos atacados.

—No si podemos evitarlo. —Sentenció Sonja—. Con esta información que Bill nos ha dado, podremos efectuar un plan de defensa.

—¿Cómo?

—Sorprenderemos a los bandidos, antes de que entren a Berlín —respondió Georg con una sonrisa de triunfo. Pediré una reunión en el ayuntamiento.

&

En la parroquia, Tom bajó de la carreta con una sonrisa. Había pedido el día libre para repartir el resultado de su noche de caza y había llevado a sus hijos consigo.

—Ya niños, cálmense —dijo, pero la sonrisa no desapareció de sus rasgos.

—Ja, ja, ja. —Rió Kami, cuando los dos mayores la atacaron con cosquillas, mientras el pequeño Thomas estaba de pie, sujetado de sus rodillas, tratando de unirse a sus hermanos para hacer reír a la chica.

—¡Padre Tannen! —Gritó el trenzado, dando pasos firmes hasta la entrada de la iglesia—. ¡Padre Tannen! —Gritó otra vez.

El anciano, salió cojeando apenas y sonrió al ver al lobo—. Hola, Tom.

—¿Padre, está bien? —preguntó, apresurándose a coger el brazo del hombre, que parecía que se desmoronaría en cualquier momento.

—Supongo que los años no pasan en vano, Tom —respondió el anciano.

—Lo llevaré con Bill para que lo revise, ¿está bien?

—Prefiero quedarme con la gente en el albergue.

—Le ofrezco este trato, iremos al albergue a repartir carne y luego lo llevaré con Bill y el doctor Hans, ¿está bien?

—Supongo que no tengo opción —contestó el cura a lo que Tom negó con la cabeza—. Está bien.

Cuando llegaron al albergue, Tom ayudó al anciano a repartir equitativamente las porciones a las familias, de acuerdo al número de integrantes de las mismas. Los hombres que habían perdido sus casas por anegamientos, estaban trabajando para poder repararlas, mientras que las mujeres y los hijos mayores, ayudaban en las granjas a salvar los cultivos de las inundaciones. En el albergue, quedaban las mujeres mayores, que no podía efectuar trabajos pesados en las plantaciones, pero ellas se dedicaban a preparar las comidas, para que al regreso de los trabajos, todos tuvieran algo caliente para llenar sus estómagos.

Con muchos “Dios, te bendiga, hijo”, Tom se llevó al padre Tannen al hospital.

Una vez allí, el lobo se sorprendió de ver solo al más viejo de los médicos y le preguntó por su amado pelinegro. La respuesta no fue de su agrado y emprendió la marcha lo más rápido que pudo hacia el ayuntamiento.

Pidió muy encarecidamente a sus hijos permanecer en la carreta y proteger a Kami y su hermanito Thomas. Ellos, sintiéndose enormemente complacidos con la asignación de su padre, asintieron y arrugaron en el ceño, mirando en todas direcciones, en busca de algún peligro… sin hallar nada.

Tom cruzó las puertas y vio a un grupo de hombres reunidos allí, cuando uno de ellos le vio, alzó la voz y declaró—. ¡Aquí está el salvador!

Tom se sorprendió, pero a la vez arrugó el ceño, nunca le había gustado que lo trataran de forma especial, porque ciertamente eso atraía la atención de otros y algunas veces esos “otros”, podían ser peligrosos, como pasó aquella vez en que perdieron a Juliet.

—¡Tranquilos, por favor! —Pidió con voz fuerte el sheriff, en frete de toda la multitud.

—Tom… —El trenzado oyó a su pelinegro y giró el rostro para verlo, justo cuando este se acercaba a él y lo tomaba de un brazo.

—¿Qué está pasando? —preguntó el lobo, casi en un susurro.

—Problemas —respondió y bajó la mirada, sintiéndose culpable de aquella situación.

—¿Puedes acercarte un poco, Tom? —Pidió la oficial Tappe, junto al sheriff.

El trenzado caminó tranquilo hasta el frente, con Bill a su lado. A grandes rasgos, el castaño le explicó la situación a Tom, quien asentía y arrugaba el ceño con cada nuevo pedazo de información. Al terminar, Georg miró a todos los presentes y habló un poco más fuerte, para que todos oyeran.

—Y se ha sugerido que seas tú, quien entrene las tropas de reserva.

Bill mantenía la vista en el piso, nunca creyó que haber soñado con caballos, pudiera significar que serían atacados por bandidos. ¡Joder! Quizás todo eso era solo un sueño y terminarían todos burlándose del sheriff y dudando de su autoridad.

Tom se sintió un poco incómodo por la encrucijada en la que lo ponían. Él era un hombre pacífico, pese a sus instintos lobunos. Sin embargo, si lo que Sonja y Georg argumentaban era cierto, entonces era necesario luchar por proteger a quienes amaba.

—Lo siento —susurró el lobo y luego alzó un poco más la voz—. No puedo aceptar su petición. Sé que los miembros de la policía podrán entrenarlos mejor.

—Pero nosotros confiamos en usted, señor Kaulitz. —Gritó alguien desde el medio de la sala—. Confiamos en que podrá hacernos más fuertes.

—¿Y para qué quieren ser más fuertes? —habló otra vez el trenzado—. ¿Para que luego sean ustedes, los que opriman al pueblo? ¿Para que sean ustedes los que violen a las mujeres y maltraten a los niños?

—¡NO! —Gritó el hijo de John, dando un paso al costado, para hablar en nombre del grupo.

—La mayoría de nosotros hemos aprendido la lección en carne propia de lo que los vándalos ocasionan a los pueblos. —Se emocionó y su voz tembló—. Yo, perdí al amor de mi vida por causa de ellos.

«Abandonaste a Juliet al verla embarazada de sus violadores» Pensó molesto el lobo.

—No quiero que algo así vuelva a pasar. Tenemos niños y jóvenes entre nuestro pueblo, ancianos que no pueden valerse por sí mismos y ustedes, la familia Kaulitz, nos ha enseñado que no es malo tener riquezas, ni poder, siempre y cuando se usen para el bien. Ustedes, Tom y Bill, se han convertido en nuestro ejemplo a seguir y creo que hablo por todos al decir que queremos hacernos fuertes, para proteger nuestra tierra, para cuidar de nuestras familias y para poder devolverles la mano, por toda la generosidad que han mostrado a nuestro querido Berlín.

—¡Sí! —Se oyó el grito masivo de los hombres reunidos.

—Por favor, Tom. Ayúdanos a proteger lo que amamos.

El lobo apretó los puños, quería decir que no y volver a la tranquilidad de su hogar, pero al parecer, ese no sería el caso. Giró el rostro y vio como Bill tenía lágrimas en las mejillas, se acercó a él y las secó con el pulgar.

—Debes hacerlo, Tomi —susurró su amado.

Eso era todo, Bill lo había pedido y no había fuerza humana que lo obligara a estar en contra de los deseos de su pareja. Volvió a ponerse frente al grupo y alzó la voz.

—Tendremos que hacer horarios y turnos. Organizarnos para dejar tiempo para el trabajo y los entrenamientos. Debemos comenzar con…

Y lentamente los hombres fueron haciendo un círculo, mientras Sonja tomaba notas de los horarios y nombres de cada uno de los hombres y los diferentes turnos que tomarían. Tom sería quien más se sacrificaría, puesto que aparte de participar de todos los turnos, no dejaría de hacer sus cacerías nocturnas para proporcionar carne fresca a la gente que no podía obtenerla por sus medios. Y aparte de eso, seguía siendo padre y amante.

&

El cuerpo de Bill temblaba a causa del placer, enterrando sus uñas en los músculos de su amante, mientras se sostenía en los firmes brazos de Tom. El lobo yacía sobre la cama, sentado con Bill sobre él, clavado sobre su miembro, subiendo y bajando para darle placer a ambos. A diferencia de otras ocasiones, el pelinegro estaba de frente a Tom, sentado sobre él con las piernas sobre sus hombros y su polla saltando con cada nueva embestida. Formaban una perfecta “V”, donde el lobo utilizaba su fortaleza para elevar las caderas de su amado y mantener el constante vaivén entre sus cuerpos, que se acercaban cada vez más al preciado orgasmo.

Tom ya había recibido un exquisito anticipo con la boca del pelinegro, así que estaba a punto de estallar.

—¿Tócate para mí, Bill? —Pidió con la voz ronca.

El menor se soltó de uno de los brazos del lobo y envolvió su carne firmemente y comenzó a bombear. Sus movimientos eran torpes, pues estaba al límite y no podía mantener la coordinación a causa de la inmensa satisfacción que Tom le proveía.

—Bill yo… —susurró el trenzado al sentir como toda su semilla brotaba caliente y llenaba a su pequeño por completo.

—Aahh, Tom. —Casi gritó el nombre al sentir como su mano se humedecía también. (PD: Hay una imagen de la pose al final)

Ya había pasado una semana y Bill jadeaba en la cama, después de haber hecho el amor con su lobo. La mano de Tom lo aprisionó por la cintura, para pegarlo a su pecho y sentir como sus respiraciones se calmaban. La habitación estaba oscura, pese a ser de día, pues las constantes lluvias opacaban la claridad de la mañana.

—Te amo, precioso —susurró Tom en el oído de su pareja.

—Y yo a ti, Tomi —respondió apenas, pues aún estaba agotado.

—¿Estás bien? —preguntó, como hacía cada día, después de haber comenzado con los entrenamientos del batallón de reserva.

—Estoy bien. —Afirmó el pelinegro, girando para asegurarle a su amado que sus palabras eran ciertas—. No sé si todo esto será verdad o solo un sueño, pero el que tú estés a cargo de esto, me da tranquilidad.

—¿Estás seguro?

Bill asintió y le besó castamente—. Ellos también confían en ti, tanto como yo.

—Tendremos que ir a un nuevo ritual a la reserva india en cosa de días.

—Lo sé…

—¿Qué pasará con los hombres?

—La mayoría de ellos ya sabe sobre ti, Tom —respondió el pequeño—. No pondrán problemas, además Georg podrá ocupar tu lugar en nuestra ausencia. Nos tardaremos menos si solo vamos nosotros.

—Gustav se va a enfadar. —Afirmó el lobo y sonrió—. Creo que le gusta una de las chicas de la tribu.

—Lo sé. —Él también rió—. Ven, será mejor que nos levantemos. Quiero rehacer tus trenzas, antes de que vamos con el padre Tannen.

&

Después de unas horas, los Kaulitz bajaban de sus caballos, para descargar las provisiones que traían para la gente del albergue. Esta vez, traían cueros y pieles de ovejas, para que las mujeres tejieran abrigos para resistir el frío del invierno que ya tenían encima.

Tom se quedó en la entrada, donde notó que unas maderas estaban mal ubicadas y procedió a moverlas y así evitar que alguien se dañara. El cura se acercó a él, llevando una taza de té caliente y le ofreció.

—Gracias, padre —dijo el trenzado, dando un sorbo a la bebida.

—Gracias a ti, hijo, por todo lo que haces. He oído sobre el entrenamiento de los hombres.

—Oh, acerca de eso… —Tom bajó la mirada.

—No debes avergonzarte, hijo mío.

—Usted sabe, padre, que no me gusta la violencia y temo que en algún momento este nuevo poder entregado a los hombres, se nos escape de las manos.

—¿Por qué lo dices, Tom?

—Porque todas estas personas son granjeras o artesanos, ninguno de ellos es de la milicia, ninguno tiene cultura de de combate. Temo que si llega a haber un enfrentamiento, habrá muchas muertes.

—¿Acaso crees que no debemos proteger a Berlín?

—Claro que no, yo los protejo. Lo siento. —Agregó rápidamente, al pensar que sus palabras habían sonado llenas de soberbia.

—Es cierto, Tom. Tú proteges el pueblo y tu familia, pero no puedes evitar que ellos tengan el mismo deseo en sus corazones. Pueden ser solo campesinos, pero sus corazones son puros, porque ustedes les han dado un buen ejemplo. Y estoy seguro que ahora harán lo mismo.

—¿Qué debo enseñarles, para que comprendan que la violencia no es buena?

—Diles que ahora no tienen opción, que era necesario alzar las armas por el bien de su libertad. Pero diles también que siempre es mejor evitar el sufrimiento.

Tom miró a Bill sonreír junto a los jóvenes y mujeres con los obsequios que tenían y supo que era cierto. Debía evitar a toda costa que su amado viera el terror de una batalla y debía hacer entender al batallón a su cargo, que el dolor de la guerra, no debía llegar a las calles de su ciudad. Debían hacer emboscadas y detener a los enemigos fuera de la ciudad.

Los engranajes de su mente comenzaron a moverse, a planificar una batalla mucho antes de que los vándalos llegaran a sus tierras, debían encontrar una forma de comunicarse a distancia, debía hacer un plan de acción. Iban a ganar, lo haría por el bien de todos.

& Continuará &

Escritora del fandom

1 Comment

  1. Waaa, debo admitir que quería poner toda la batalla en este mismo capítulo y luego me di cuenta que no tendría sentido, así que daré más detalles en la continuación, porque a la vez debo explicar cómo va el entrenamiento de los niños y por qué se está entrenando a los dos y no solo a Pepe. En fin, mil gracias por seguir leyendo, apreciaría los comentarios y por supuesto muchas gracias por visitar la página. Besitos.

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