Simplemente Perfecto

Notas del especial: Este one – shot está situado un año después del problema de Ixchel, por lo tanto las edades de los personajes han variado y están de la siguiente manera:

Los bellos papis:  Tom 26 años.   Bill 25 ½

Y los hijitos: Thomas cumplirá un año. Adam 6 ½  y Pepe 7 ½  

Karmillia o Kami, es la nueva integrante de la familia, la chica ciega que quedó huérfana y ellos adoptaron como doncella, para ayudar a Amanda y cuidar a Thomas. Tiene 15 años. 

Resumen: Ha pasado un año desde que el sacerdote druida le dio a Bill el anillo y la capacidad de ver el futuro. Sin embargo, tiene una visión que le espanta, pues tiene directa relación con sus hijos. ¿Podrán hacer algo para remediar la situación? ¿Será ese don de ver más allá del tiempo, una verdadera maldición? ¿O sus vidas permanecerán siendo simplemente perfectas?

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«Simplemente perfecto»

(One-Shot especial, de la serie Perfect Love)

Ya casi había pasado un año desde la muerte de Ixchel y las cosas iban bastante bien para la familia Kaulitz. Tadeus había visitado la mansión en dos ocasiones, para asegurarse de que Tom no tuviese rastro del veneno que la india había utilizado con él, pero eso no era todo. El tío del lobo, había ido en respuesta a las peticiones del trenzado, quien seguía pasando por su momento de maduración sexual y por lo tanto, tenía más deseos carnales y era más agresivo a la hora de intimar.

Tom temía lastimar a Bill en alguno de sus encuentros íntimos y rogó a su tío que le ayudara a bajar la intensidad de sus deseos, o que le diera una clave para no hacer de la experiencia, un trauma para su adorado pelinegro. Tadeus accedió a mostrarle un libro muy antiguo, con diversas poses sexuales que la pareja podría utilizar, sin riesgo de dañar al pelinegro, además de entregarles unos aceites que harían más fácil y placentera la penetración.

Tras haber conversado sobre el tema, Bill y Tom accedieron a practicar las diferentes poses y utilizar los presentes del tío, en busca de seguir disfrutando de su entrega física. Para ellos, cada noche se había vuelto una nueva y excitante aventura nocturna, donde podrían explorar sus cuerpos, hallando cada vez más fuentes de placer. Pero sin duda, lo mejor de toda aquella revolución sexual, era que aprendían y disfrutaban el uno con el otro, sin extras, sin drogas, solo ellos, mostrando su amor. Era… simplemente perfecto.

Esa noche en especial, Bill estaba nervioso y ansioso a la vez, probarían una posición que jamás habían intentado: el perro. Una, porque ambos sentían que era una especie de burla al estado lobuno de Tom y dos, porque a ambos les gustaba verse a la cara cuando sus cuerpos se volvían uno. En esta extraña pose, Bill estaría sobre sus manos y rodillas y no sería capaz de ver los hermosos ojos de su amado lobo, cuando se oscurecieran de lujuria. Aun así, lo haría.

Cenaron y como siempre, Tom llevó a sus pequeños hijos a la cama, revisando debajo de ellas, para asegurarles que no había monstruos y que él estaría en casa para protegerlos de cualquier ser malvado. Bill le dio más arrumacos a Thomas y lo llevó a la habitación de la joven doncella que lo atendía.

Una vez completado el ritual familiar, los Kaulitz subieron tomados de las manos, hasta su propia habitación. El trenzado cerró la puerta y apagó las velas, dejando solo una, en la mesita de noche.

Bill se estremeció, cuando las fuertes y callosas manos de su novio descendieron por sus delgados y pálidos brazos, en una caricia silenciosa que preguntaba ¿estás listo? A lo que él respondió, besando sus carnosos labios.

—Mmm, te amo, Bill —susurró el mayor, metiendo sus manos, bajo la tela de la camiseta de su pelinegro, para poder quitarla de su cuerpo.

—Y yo te amo a ti, Tom, mi adorado Tomi. —Se alejó lo suficiente, para dejar que el mayor le quitara también los pantalones y la ropa interior, dejándolo desnudo en solo segundos.

El trenzado siguió besándolo y pasando sus brazos, por cuanta piel pudiera, sonriendo con los ojos cerrados, cada vez que Bill se erizaba bajo su contacto. Dando pequeños pasos a ciegas, llegaron hasta la gran cama y se recostaron allí, para seguir con sus tiernos arrumacos. El pelinegro trató de desnudar al mayor, pero terminaba aferrándose a las prendas del otro, cuando cada nuevo roce le hacía gemir de placer.

Apiadándose de los deseos del pelinegro, Tom se separó de él y en menos de un parpadeo, se había desprendido de todo rastro de vestimenta. Su carne estaba sumamente dura y palpitaba de anticipación. Bill se lamió los labios, cuando la vio dar un bote.

—Quiero que me tomes, ahora.   —Mandó, con los ojos semi-cerrados por la lujuria.

Tom quería, Dios sabe que sí, pero si lo poseía así, lo dañaría. Así que se aferró al plan y se puso de rodillas en la cama, entre las piernas de Bill, inclinándose para coger la polla de su pequeño, en su boca. El pelinegro casi grita al sentir la húmeda calidez rodeando su hombría, sin aviso previo. Golpeó con su cabeza la almohada y de forma inconsciente embistió contra la boca del trenzado.

Cuando Tom sintió que los muslos de su pequeño se tensaban, se detuvo y procedió a voltear a su amando, dejándolo con la cara contra el colchón, pues estaba tan excitado que no se podía sostener sobre sus rodillas. Se levantó hasta su cajón secreto y sacó uno de los aceites que le regaló su tío Tadeus y regresó con él a la cama.

—Tommm. —Gimió Bill, al sentir como las manos de su pareja separaba sus nalgas y esparcía un líquido sobre su entrada. Él sabía lo que era, pero no podía evitar gemir, estaba sensible y sentía que se correría apenas Tom entrara en su cuerpo. Y para el mayor, esa era la idea.

El trenzado introdujo el primer dedo dentro del estrecho canal del pelinegro, sintiendo como era prácticamente engullido por el cálido túnel. Sabía que su pequeño estaba muy excitado por la mamada que acabada de darle y quería que se abriera tranquilamente para él. No pudo evitar maravillarse al sacar el dedo y ver como la rosada entrada palpitaba, esperándolo.

Repartió delicados besos por las pompas y el coxis de su pequeño, mientras dos dígitos más lo dilataban lo suficiente.

—Oh, Dios mío, Tomi si no entras ahora, me correré, te lo juro —dijo jadeante el menor, apoyándose sobre sus manos y rodillas, dejando en el aire su respingón trasero.

Ante la maravillosa visión, Tom se lubricó el miembro y se preparó para entrar. Sujetó su polla con una mano y con la otra, abrió una de las nalgas de Bill y apuntando con cuidado, entró lentamente, abriéndose paso y siendo recibido por el húmedo canal.

—¡Aaahhh!  —Gimió el menor, estaba acostumbrado al grosor de Tom, pero al sentirse sobre-excitado, esa intrusión era demasiado intensa, llevándole a empuñar las manos sobre las sábanas.

Tom estaba muy concentrado en no dejarse llevar y embestir como una bestia, porque cada vez que estaba con Bill, se sentía tan estrecho como la primera vez. Aguantó la respiración hasta estar dentro del todo. Y cuando sus bolas tocaron las pompas del pequeño, tomó aire y acaricio toda la espalda del pelinegro.

—Te amo  —dijo para asegurarle a su amante que aquella entrega, seguía estando llena de sentimientos, pese a lo carnal de la pose.

—Y yo a ti.  —Bill ladeó un poco la cabeza para verle, pero era incómodo y en esos momentos, quería más acción, así que fue él, quien se meció hacia adelante y atrás, para comenzar lo bueno.

Tom comprendió el mensaje e inició un suave vaivén, pero Bill estaba tan desesperado por buscar su liberación, que exigió más fuerza. Tom llevó las manos a los hombros de pelinegro, irguiéndose más sobre sus rodillas y empujó con fuerzas. Bill apretó los puños y se corrió sobre la sábana, gritando el nombre de Tom.

Pero Tom no se detuvo, redujo el ritmo de sus embestidas, hasta que sintió que el cuerpo de su pareja se relajaba poco a poco y luego, volvió a acelerar. Bill lo dejó hacer, sabía que a Tom le tomaba más tiempo alcanzar el orgasmo y su cuerpo estaba satisfecho por el momento, así que se dejó mecer al ritmo de las penetraciones de su novio. Sin embargo, el trenzado bajó una de sus manos y tocó el sensible miembro del menor, bombeándolo al compás de sus movimientos, a los pocos segundos, Bill estaba nuevamente erecto.

Tom sabía que dolería un poco al principio, porque acababa de tener un orgasmo, su cuerpo estaría muy sensible como para tener otro, pero él quería que su amado siguiera disfrutando de su unión. 

Bill estiró una mano en la cama, para poder estabilizarse y echó todas sus rastras hacia atrás, de una forma tan erótica, que Tom se mordió el labio y le dio una nalgada, por puro instinto.

—¡Toommii! —Gimoteó el pelinegro, cual gatito lastimado y siguió arqueando la espalda, mientras correspondía a las embestidas de su lobo.

Tom estaba desesperado por la pasión que ese chico de rastas bicolores le provocaba.

—¡Mírame! —Le mandó y como pudo, el menor giró el rostro para ver a su amado—. Te amo, como no tienes idea.

Bill sonrió bobamente y susurró apenas—. Y yo a ti. —Su cuerpo colapso y se puso rígido, cuando su segundo orgasmo estalló.

Su visión se nubló, pero la sonrisa no desapareció de su rostro. Al abrir los ojos, pudo divisar unos risos dorados.

—Dios, eso fue tan intenso. —Tom, estaba nuevamente sobre él, pero esta vez, con un trozo de tela, limpiando toda su semilla del redondo trasero de su pequeño, quien ni siquiera se movió.

—¿Tomi?   —dijo girando sobre su cuerpo, para ser abrazado por su pareja.

—¿Qué pasa, cielo? Te quedaste muy callado. ¿No te gustó?  —Bill sonrió, claro que le había gustado, de pronto esa posición se había vuelto su favorita.

—Creo que Adam nos vio.

—¿Eh?   —Tom besó su frente y buscó su mirada.

—Creo que lo vi, cuando terminamos. Me temo que lo asustamos.

—Hablaré con él por la mañana, ¿está bien?  Ahora descansa, mi cielo.

Tras compartir un nuevo beso de buenas noches, ambos se durmieron.

&

Por la mañana, Tom no se contuvo y volvió a hacer el amor con su adorado pelinegro, olvidando por completo tratar el tema con su pequeño hijo de cabello claro.

Ambos adultos se fueron a sus trabajos y el asunto quedó en el pasado, pues Adam, no dio ninguna muestra de vergüenza ni asco con respecto a lo que había visto. O quizás, solo había sido la imaginación de Bill, en un momento de éxtasis.

&

Los días pasaron y una noche, Bill tuvo un sueño extraño, aún no estaba acostumbrado al nuevo don que había adquirido junto al anillo del sacerdote druida, por lo tanto solo los llamaba sueños y no visiones.

Despertó agitado, con la frente sudorosa, totalmente asustado, al grado de que Tom lo abrazó con cariño y preguntó—. ¿Tuviste una pesadilla?

—Sí.

—¿Quieres hablar de ello?

—Fue Adam. —Tom se separó para ver a su novio a los ojos, entre las penumbras de la noche.

—¿Le pasaba algo malo?

—Eso creo… —Bill se pasó la mano por la frente, estaba temblando—. Creo… —dijo con la voz trémula—, creo que lo estaban abusando sexualmente. —Tom apretó la mandíbula, Bill se percató de su cambio de energía—. Aunque no lo sé, Tomi, quizás solo fue un sueño, el niño que vi era mayor, Thomas tiene solo cinco años, pero el chico que vi en mis sueños era un adolescente. —Bill trató de proyectar la imagen del rubio en la retina de su amado y mostrarle lo que veía. Tom cerró los ojos y lo vio.

—Es Adam.

—Quizás solo fue un sueño, Tomi.

—Los últimos sueños que has tenido se han cumplido, Bill. Son como profecías o algo así. —Tom se sentó por completo en la cama y le dio la espalda a su amado, considerando lo feo de la situación—. Hablaré con los chicos, con ambos y les explicaré que no deben permitir que nadie los toque.

Bill sonrió y abrazó a su trenzado por la espalda—. Ha llegado el momento en que seamos padres y le demos “la charla” a nuestros hijos.

El mayor volteó y le dio una sonrisita de lado—. Cuidaremos a nuestra familia, Bill, nada malo le pasará a ninguno de nuestros hijos.

Instintivamente, Tom pasó su mano por el vientre del pelinegro, ocasionando una oleada de sentimientos de ternura en su pareja.

A la mañana siguiente, siendo día sábado, ninguno de los padres trabajaba, así que después del desayuno, salieron a jugar con sus hijos mayores, dejando a Thomas a cargo de la jovencita no vidente, que también se había unido a la familia.

Con un poco de vergüenza, pero temerosos de que el sueño de Bill, fuera en verdad una visión del futuro, Tom se sentó en el césped con sus dos pequeños, quienes lo miraban con mucha atención, hasta que el de los risos rubios sonrió y dijo.

—¿Vamos a hablar sobre el cumpleaños de Thomas?

¡Mierda! Ese era otro tema que Tom debía arreglar junto a Bill. Estaban muy próximos a la luna llena, en la que Thomas cumpliría un año de vida dentro de la familia Kaulitz. Carraspeó y negó con la cabeza.

—Papi Bibi y yo nos encargaremos de la celebración. Ahora quiero referirme a un tema mucho más complejo.

—¿De qué se trata, papi Towi? —indagó Pepe, adoptando el apodo cariñoso que usaba Adam con su padre.

—Se trata de sus cuerpos y del amor.

—¿Eh?  —dijeron los niños al unísono. Ambos conocían el amor de sus padres y estaban felices con ello, pero no entendían como  podían mezclarse ambos.

Cambiando de color del rosa al rojo intenso, Tom se las arregló para que sus hijos comprendieran que solo podían dejar que alguien que los amara mucho, podría tocar sus cuerpos.

—¿Cómo papi Bibi y tú?  —cuestionó Adam y el trenzado recordó que posiblemente, el chico los había descubierto en pleno acto sexual.

—Exacto.

—Está bien   —respondieron los infantes y luego salieron a seguir con sus juegos.

Tom sintió un alivio intenso de que hubiera sido tan simple y regresó con su amado, quien ayudaba en la cocina.

&

Las noches siguieron y Bill volvió a soñar con la versión adolescente de Adam. El sueño comenzó tal como lo había visto la última vez, el pelinegro pensó que lo estaban abusando, pues lo embestían por la espalda, en una pose que él había descubierto hacía muy poco. Adam estaba sobre sus manos y rodillas, siendo mecido por otro hombre detrás de él, pero esta vez había algo diferente. Adam estaba gimiendo de gusto y lo hacía más fuerte, cuando el hombre a sus espaldas, gruñía de placer. Despertó agitado y Tom con él, por su movimiento repentino.

—¿Cielo, estás bien?

—Es nuestra culpa…  —dijo y estalló en llanto.

Tom obviamente no comprendió sus palabras y abrazó a su adorado pelinegro, acariciando su espalda, para confortarlo.

—¿Qué es nuestra culpa, Bill?   —preguntó con cuidado.

—Es Adam, volví a soñar con él.

—¿El abuso?  —Tom se tensó y se separó para confrontar la mirada de su pareja—. ¿Por qué es nuestra culpa?

—Porque no es un abuso, Tomi. Está teniendo sexo con un hombre y lo está disfrutando. Oh, Dios. Es nuestra culpa, es porque nos vio.

El trenzado quiso reír, primero de alivio porque afortunadamente, su hijo no sería abusado y segundo, porque Bill se veía tan alterado pensado que era malo el amor entre dos hombres, eso era ridículo.

—¿Te estás escuchando, pequeño?  —Le dijo, acunando su mejilla con la palma de su mano—. ¿Piensas que es malo amar a otro hombre?  —Bill pareció reaccionar—. ¿Es malo que nos amemos? Y nosotros somos peores, porque yo aparte de ser hombre, soy un lobo.

Los labios del pelinegro dibujaron una silenciosa “o”, como queriendo decir, “no lo había visto de esa manera”

—¿Acaso esto está mal? —Besó la comisura de sus labios—. ¿O esto? —Pasó un dedo por el pecho desnudo del menor, haciéndolo estremecer—. ¿Qué tal esto? —Tom descendió y le dio una lamida al pene flácido de su pareja.

—Aaahhh.   —Gimió Bill, reaccionando antes los suaves contactos de su amado.

—¿Está mal, Bill?  ¿Está mal, amarte como lo hago yo?

—No, nuestro amor jamás podría estar mal.

Con esa aclaración, la pareja hizo el amor lentamente, porque Tom preguntaba en cada roce, con cada beso, si estaba mal hacerlo. Bill se entregó a su lobo y se dijo a sí mismo  que vigilaría a su Adam, para comprobar si era por su ejemplo, que terminaría en la cama con otro hombre.

&

Dos días después, Tom había organizado una fiesta para celebrar el cumpleaños de Thomas, pero no sería en casa. Toda la familia saldría al bosque, para que el más pequeño del grupo, se divirtiera en su forma de lobezno.

El jardinero y Tom prepararon la carreta y todos los demás iban en la parte trasera, cantando canciones que la joven Karmillia había enseñado a los niños y a las que Bill hacía coro, tarareando con su melódica voz.

Al llegar a las orillas de un riachuelo, Tom y Bill salieron a correr con los niños, Bill cargaba a Thomas en sus brazos y con una sonrisa le dijo.

—Ahora ya puedes cambiar, bebé.

El infante hizo un sonidito con la boca y comprendiendo las palabras de su padre, procedió a transformarse en lobezno. El pelinegro lo dejó en el piso y pronto el pequeño lobo corría tras sus hermanos. Gruñendo y aullando para que le hicieran caso.

Tom era el más rápido y Bill sonreía al verlo jugar, como si fuera uno más de los niños.

—Ahora está recuperando su infancia —dijo Amanda a su lado. Ella ya sabía toda la historia de los chicos, por ello nunca cuestionó el amor que se tenían sus amos.

—Abuela Amanda   —llamó la más joven—,   no escucho a Thomas.

—No te preocupes linda, está con sus padres. —La mujer se separó del pelinegro, algún día tendrían que explicarle a Karmillia sobre la verdadera naturaleza de sus amos, pero no era su labor hacerlo, esperaría hasta que el mismo Tom le hablara con la verdad.

Bill se quedó a un costado, observando los juegos de sus hijos con su padre, sonriendo de vez en cuando, porque Thomas llegaba y le lamía la mano, como invitándolo también a jugar.  

No había ninguna razón para creer que su hijo amaría a otro hombre, se veían tan inocente jugando con Pepe y Thomas, no podía pensar en alguna situación que hiciera que su pequeño cambiara de parecer y se enamorara de alguien, que podría hacerle daño. Sacudió la cabeza ante su propio pensamiento, Tom jamás le haría daño a él, y si su hijo iba a amar a un hombre, el mismo Tom se aseguraría de que jamás dañara a Adam. Quedándose más tranquilo ante esas mismas ideas, regresó hacia la carreta para ayudar a las mujeres con la comida.

—¡A comer!  —Gritó Amanda a los hombres, que no habían parado de correr tras una pelota de cuero, juego que Pepe les había enseñado, desde que llegó a la mansión.

Tras lavarse el sudor en el mismo riachuelo, todos se sentaron sobre unas mantas, para comer los aperitivos. Bill cogió al pequeño Thomas y tras apretarlo contra su pecho con cariño, le dijo—.  Ahora vuelve a ser tú, cielo.  —El lobo le dio un lametón en la nariz y cerró los ojos, para volver a ser un bebé.

—Kami te va a alimentar, pequeño diablillo. —Afirmó el pelinegro, entregándole la criaturita a la chica no vidente, quien sonrió de lado.

—Así que también estuviste jugando, ¿no es así? —murmuró la joven al bebé. Ella era ciega, pero tenía otros sentidos muy desarrollados y se había dado cuenta de ciertas cosas “especiales” que pasaban dentro de la familia Kaulitz.

Ajenos a todos estos pensamientos, los hombres de la familia comían hambrientos después de haber quemado tantas energías. Bill observó a sus hijos, como Adam sonreía cuando probaba algo rico y se acercaba a Pepe para darle a probar. Veía como el morenito miraba al rubio con ojitos brillantes, cada vez que compartía algo con él y su corazón se infló.

—Prueba Bill, esto está delicioso. —Tom estaba a su lado, sosteniendo un trozo de postre, en una cuchara, listo para darle en la boca a su amado. Bill sonrió y sus ojos brillaron, aceptó la comida y la saboreó con ganas.

Sus pequeños, eran igual que ellos. Y se amarían igual que ellos.

Las imágenes del sueño revivieron en su mente. Adam en sus manos y rodillas, siendo embestido por un hombre que gruñía de placer, manos morenas que acariciaban su espalda y un ronco “te amo” saliendo de sus labios.  Era Pepe.

Y luego Adam, con una enorme sonrisa y cara de placer, volteando el rostro para corresponder con un “y yo a ti”.

Una pequeña lágrima salió de sus achocolatados ojos, Tom la borró con su pulgar y besó sus labios—.   ¿Estás bien?

—Estoy bien, todo es… simplemente perfecto. 

Fin del Especial

Escritora del fandom

1 Comment

  1. Espero les haya gustado  ver cómo serán los niños más grandes y a Thomas lo vimos como un lobito, porque su misión saldrá mucho más adelante en la historia.
    Beshoshs a todos y mil gracias por pasar a leer este especial.

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