The devil Inside 13

Perfect Love 2: The devil Inside (By MizukyChan)

Capítulo 13

Cuando la delicada columna de humo comenzó a elevarse, la chica cubrió su nariz y se retiró a su propio cuarto, sintiéndose excitada por lo que pronto ocurriría.

Con el pasar de los minutos, Ixchel optó por quitarse la ropa y apresurar el forzado encuentro que había planeado.

Sin embargo, en la habitación contigua, Tom se agitaba en sueños, sintiendo como su cuerpo subía de temperatura, pero no provocado por algún tipo de fiebre, sino por la llama de la lujuria, encendida artificialmente en él, mediante el pequeño incienso que todavía humeaba en un rincón oculto de su cuarto.

El recuerdo de Bill en su mente, despertaba aún más la pasión en su cuerpo y sin ser consciente realmente de lo que ocurría, abrió los ojos, cual zombie y se levantó de la cama.

Ixchel escuchó la puerta del lado abrirse y se levantó de su propio lecho, totalmente desnuda, saliendo al encuentro del mayor. Tom al verla, la movió con un brazo y siguió su camino hasta la puerta principal y sin más ropa que su pantaloncillo blanco, emprendió el galope en su caballo negro.

La mente de Tom estaba en blanco, sólo había una idea que gobernaba toda su razón: sexo. Debía llegar al único ser al que amaba y deseaba, debía poseerlo, debía entrar en su cuerpo, debía escucharlo gritar de placer, debía hacerlo suyo.

A toda velocidad, el chico llegó a la mansión Kaulitz, entró sigilosamente y caminó hasta la habitación principal. Cual felino, la oscuridad no fue impedimento para llegar hasta su objetivo. Abrió la puerta de la recámara y la cerró con llave tras entrar. Caminó hasta la cama y se acostó sobre el pelinegro, buscando sus labios, metiendo sus manos bajo la camiseta blanca que usaba su pequeño para dormir.

El menor sorprendido, se quejó y trató de luchar contra el intruso que lo atacaba de esa forma. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Tom no estaba bien, sus ojos estaban cubiertos por una extraña membrana transparente, su piel estaba caliente y por un segundo recordó los síntomas que presentó, cuando regresó de la montaña.

—¡Tom! —Gruñó, pero su voz sonó amortiguada por los labios del mayor, sobre los suyos—. ¡Para, Tom! —Trató de luchar, el trenzado había logrado quitarle la camiseta y ahora iba por sus pantalones. Lo violaría y ni siquiera estaba consciente de lo que estaba haciendo. ¿Acaso eso había ocurrido con la doncella Hallagan?—. ¡Tom!

—Mío… —dijo entre gruñidos el mayor.

Bill abrió los ojos grandemente, Tom estaba drogado, alguien lo había vuelto a hacer, alguien estaba controlando a su Tom de un modo muy sucio, sintió rabia e impotencia. Pero sabía que si su trenzado lograba completar lo que estaba intentando, al día siguiente lo lamentaría.

El pelinegro estiró la mano lo más que pudo y cogió un vaso, que siempre dejaba cerca para beber algo de agua. Con toda la fuerza que consiguió, lo estrelló contra la cabeza de Tom, quien se separó de él, totalmente cabreado, porque le estaban frustrando sus planes sexuales.

—¡Joder! —Tom se sentó en la cama, a horcajadas del menor y vio con horror, como un hilo de sangre descendía por el brazo de porcelana de Bill.

—¡Tom! —La voz del pelinegro pareció despertar al otro de su extraño sueño.

—¡No es posible! —susurró el trenzado y salió corriendo de allí.

Bill lo siguió, sin siquiera ponerse zapatos, simplemente corrió tras él, hasta el jardín justo cuando lo vio volverse un lobo y soltar un lastimero aullido. Se lanzó contra él, abrazándolo con todas sus fuerzas.

—No te vayas, no estás bien —dijo fuerte y claro, sabía que Tom podía comprenderle incluso en esa forma lobuna.

Pero el gran lobo gris sacudió su lomo, arrojando al chico lejos de él. Su mente estaba confusa y todo volvía a ser una oscura niebla. Debía correr, debía alejarse de Bill, pero algo lo llevaba a acercarse más a él, algo en su cuerpo lo forzaba a terminar lo que había empezado, debía poseer al pequeño pelinegro, debía hacerlo gemir de placer.

Lentamente caminó hasta el humano, sus patas mostraban garras peligrosas y filosas, sin embargo, el chico en el piso no se movió ni un ápice. No le temía, lo miró directo a los ojos y dijo.

—Alguien te está controlando, Tom.

El aludido no pudo evitar creer en las palabras de ese chico de ojos avellana. Pero el impulso de su cuerpo decía lo contrario. En un súbito movimiento lanzó sus fauces y mordió lo más fuerte que pudo.

—¡Noooo!

El grito desgarrador de Bill alertó a los miembros de la servidumbre, quienes dormían en las habitaciones exteriores. Don Neme y el jardinero corrieron hasta su amo, viendo como lloraba sobre el desnudo y desmayado cuerpo de Tom.

El jardinero corrió hacia el interior de la casona en busca de vendas, pues lo primero que llamó su atención, fue la gran herida en su muñeca derecha, debía evitar a toda costa que el chico se desangrara hasta morir.

Don Neme por su parte, corrió en busca de un caballo, para alertar a los médicos, colegas del amo Bill.

Amanda, llegó junto al jardinero, a atender al trenzado, quien no recobraba la conciencia y se estremecía a causa de una fiebre, al parecer invisible, que no manifestaba el calor típico de la piel del afectado.

—Está envenenado —explicó de inmediato el pelinegro—. Amanda, necesito que traigas mucha agua, debemos hacerle una limpieza estomacal.

—Su he… herida —tartamudeó el jardinero, viendo con los ojos muy abiertos, como las marcas de la gran mordida, rápidamente dejaban de sangrar, cerrando como si el daño nunca hubiera existido.

—¿Puede limpiarla? —pidió Bill, tratando de calmar a su sirviente. Don Neme y Amanda sabían la realidad de Tom, pero este hombre nunca lo había notado en realidad.

—Sí señor —Sin decir más, el anciano tomó una tela blanca y procediendo a humedecerla con desinfectante, la deslizó por donde había estado la marca más grande. A medida que lo hacía, notó según la pequeña cicatriz, que debió ser una gran mordida. Terminó de limpiar, justo a tiempo para despejar el espacio y dejar que el amo Bill, hiciera su trabajo.

&

Pasada la mayor parte de la madrugada, Tom seguía en un estado de inconsciencia, los colegas del pelinegro observaban atentamente cada uno de sus movimientos, comprobando sus signos vitales y tratando de comprender qué era lo que había ocasionado tal reacción.

—Les aseguro que es lo mismo que pasó cuando regresó de las montañas —exclamó Bill, cayendo derrotado y exhausto en una silla, junto a la cama.

—Ya revisé cualquier marca de punción —comentó el rubio—, pero no hay nada.

—No podrán encontrar nada físico. Ni siquiera yo había visto una curación tan rápida —agregó el pelinegro—. El jardinero casi se desmayó al ver como la herida cicatrizaba en cosa de segundos.

—Vaya… —El doctor Hans se pasó la mano por el rostro, también estaba agotado—. Ninguno de nosotros había tratado con un licántropo antes.

—Sólo el loco de mi padre.

—¿Bill? —El aludido levantó la vista, hasta el más anciano—. ¿No has pensado en revisar sus documentos?

—¡¿Qué?! —La indignación del pelinegro fue patente—. Nunca compartí la afición de mi padre, por torturar a las personas.

—Pero en este caso…

—No… —Bill se calmó, comprendiendo lo que el mayor quería decir—. Dejamos todo allá. Cuando huimos, después del gran terremoto, nunca nos preocupamos de esas tierras, ni siquiera sé si todavía existe ese lugar, la mayor parte de la casa se vino abajo.

—Tal vez no sería tan mala idea ir alguna vez y traer los documentos de sus investigaciones —comentó Gustav—. Incluso podrían ayudarnos a saber qué está pasando con el pequeño Thomas.

Bill le envió una mirada furibunda, pero dentro de su corazón sabía que tenían razón. Su padre había sido un ser inhumano, pero pese a eso, fue un buen científico y seguramente los datos que recolectó sobre Tom, podrían serles útiles en una situación como la que estaban viviendo ahora.

Tom se agitó en el sueño y gruñó cosas sin sentido. Bill lo miró angustiado, mientras que el rubio trató de poner oído a lo que decía. Entre los gruñidos y quejidos de dolor, logró identificar palabras como: “no”, “mujer”, “luna”, “lobos”.

—Está delirando —anunció el doctor Hans—. Continúa en su estado febril, pero sin mostrar los rasgos físicos normales de esa condición.

—Creo que está recordando algo —informó el rubio—, escuchen lo que dice, habla de otros lobos, de la luna. Creo que vio a otros como él, aquella vez en la montaña.

—¿Y por qué lo recuerda ahora? —cuestionó Bill, acercándose más a Tom, para hacer caso a Gustav y oír los delirios de su novio—. ¿Y por qué está otra vez así? ¿Creen que haya alguien tratando de hacerle daño?

—¿Puedes decirnos a qué vino Tom exactamente? —indagó el anciano—. Creí que estaba viviendo en el pueblo.

—Esta noche vino a cenar con la familia —relató el pelinegro—, y luego se retiró a su casa, pero durante la noche, apareció con una membrana en los ojos, totalmente loco, queriendo violarme —Bill no se sonrojó por lo que contaba, sabía que podía confiar en los médicos—. Cuando vi esa cosa extraña en sus ojos, supe que no era Tom.

Gustav había inspeccionado a fondo la estructura física del trenzado y no halló ningún rastro de viscosidad en sus ojos, pero nuevamente se acercó al rostro del mayor de los Kaulitz, haciendo una pausa en su nariz.

—Miren esto —señaló las delicadas fosas nasales—. Están levemente enrojecidas.

—¿Reacción alérgica? —Sugirió el mayor.

—¿Existen las alergias para un licántropo, que sana de todo mal? —espetó el pelinegro—. Seguramente inhaló el veneno.

—¡Bingo! —Gustav volvió a ponerse sus guantes de trabajo y se acercó para revisar con detalle, la pequeña zona afectada—. No hay señal de herida, tampoco lo respiró directamente, pues aquí no hay nada más que piel. Creo que pusieron el veneno cerca de él, para que lo respirara sin darse cuenta.

—Voy a decir algo y espero no lo vayan a tomar a mal, porque es sólo una teoría —dijo el más viejo del lugar—. Seguimos hablando de veneno, pero en realidad lo que le han dado a Tom es una especie de afrodisiaco.

—¿Eh? —Bill se quedó congelado.

—Porque la primera reacción de Tom fue tener sexo y como está enamorado de Bill, vino semi desnudo, directamente hasta él —explicó y esta vez, las mejillas del más delgado sí se colorearon—. La pregunta que debemos hacernos es ¿por qué están incitando a Tom a aparearse?

—¿Quién lo está induciendo a esto? —agregó el rubio—. La doncella Hallagan está muerta. ¿Acaso hay alguien más que sabe sobre la posibilidad de Tom de engendrar hijos lobo? Suponiendo que Thomas sea de Tom —se apresuró a decir, al ver la mirada furiosa de Bill.

—Gustav tiene razón —afirmó el doctor Hans—. Si alguien más conoce el secreto de Tom, eso lo pone a él y a su familia en un gran peligro.

—Están diciendo que existe la posibilidad de que alguien haya obligado a Tom a preñar a la doncella Hallagan, mediante este veneno —indagó Bill, recibiendo asentimientos de las dos cabezas de los doctores—. ¿Y esa persona… quiere obligarlo de nuevo?

—Al parecer es así.

Bill no sabía cómo sentirse, si aliviado o preocupado. Lo primero, porque eso confirmaría que Tom no le fue infiel, al menos no por su libre voluntad. Y lo segundo, porque había una amenaza sobre su amado, alguien quería manipularlo y forzarlo a embarazar a otra persona. Sonrió internamente, al pensar que pese a estar bajo la influencia del veneno, Tom había recurrido a él para satisfacer su deseo sexual y no había ido en pos de una doncella a la que poseer. Eso nuevamente mostraba el verdadero amor que se tenían mutuamente.

&

Los médicos siguieron discutiendo hasta la mañana, cuando la voz de Amanda se oyó en la puerta de la habitación. Bill salió a abrir, no quería asustarla permitiéndole ver a Tom en ese estado.

—¿Qué sucede Amanda? —preguntó con una débil sonrisa, mostrando una notorias ojeras.

—La chica india está abajo, señor. Ella dijo que usted la había citado.

—Está bien. Voy contigo.

—¿Cómo está el joven Tom? —preguntó la mujer, angustiada por el chico.

—Está igual que ayer, Amanda. No quiero que Adam lo vea. Tom se repondrá, pero hasta que eso pase, prefiero que mi hijo no suba, ¿está bien? —Ella asintió.

Al llegar a la primera planta, vieron a la chica pasear por la sala, mirando las fotografías.

—Hola Ixchel —Saludó el pelinegro. La mujer se volteó y sonrió.

—Hola Bill.

Aprovechando que Amanda estaba con ellos, Bill explicó que Ixchel trabajaría en la mansión Kaulitz, tres semanas al mes y descansaría la semana de luna llena, para que ella hiciera los rituales de su pueblo. Bill suspiró, porque eso lo libraba de inventar una excusa para sacar a la chica de su casa, cuando el pequeño Thomas sufriera de los cambios en su cuerpecito.

Ella básicamente ayudaría a la mujer mayor con las labores de la casa y el cuidado de los niños. Y los fines de semana podría retirarse, porque Bill no tenía turno en el hospital durante esos días y él tomaría su lugar.

—Amanda te mostrará la casa. Yo estoy en una junta médica —Se excusó y volvió a subir a la habitación. Pero al llegar a la puerta, escuchó la voz de Tom hablando entre susurros.

—Debo irme lo antes posible.

—No, no te irás y menos ahora —Casi gritó Bill, entrando del todo en el cuarto.

—Debo hacerlo, Bill —Tom fijó su atención en la figura del pelinegro y vio la venda en el brazo del menor—. Oh, por Dios, no me digas que te mordí —Saltó de la cama, casi cayendo en el proceso y se puso de rodillas frente a Bill, cogiendo su brazo lastimado.

—No, no es eso —Bill también bajó hasta quedar de rodillas—. Me corté con los vidrios, cuando te golpeé en la cabeza —Con su mano buena, acarició las trenzas de su amado, mientras sus miradas se encontraban, llenas de ternura y preocupación por el otro.

—No puedo permitir que algo como lo de anoche se vuelva a repetir, Bill.

—No volverá a pasar, porque te quedarás aquí, Tomi. Yo te cuidaré, nadie volverá a hacerte daño.

—¿Y quién te protegerá a ti, de mí?

—Tú no me has hecho daño, amor —Tomó su rostro con ambas manos y le dio un piquito—. No estabas en tus cabales, no eras tú.

—Por lo mismo, Bill. Debo buscar una explicación a todo lo que está pasando. Gustav me dijo que si buscaba en los registros de Jorg, tal vez podría encontrar las respuestas que necesito.

—¡Gustav! —Bill exclamó molesto—. No puedes irte ahora cielo. Te estás recuperando del envenenamiento, debes descansar.

—No puedo descansar, sabiendo que puedo traer al responsable de eso a nuestra casa. Debo mantenerlos totalmente alejados de nuestra familia.

—Bill —interrumpió el doctor Hans—. Sé que me odiarás por esto, pero… Tom tiene razón.

—Está hecho. Hablaré con el sheriff para que ponga protección especial en la casa —afirmó el trenzado.

—No, Tom —Bill se sentó en el piso, abatido—. Estarás solo, es muy peligroso.

—Si ese es el problema, yo iré con él —dijo Gustav, levantándose de su lugar.

—Bien, manos a la obra.

& Continuará &

Escritora del fandom

1 Comment

  1. ¿Habrá más problemas en el viaje? Lo que menos quería Tom, era llevar a los responsables a su casa y ahora Ixchel se quedará allí, justo cuando él no esté. ¿Hará algo la chica india en contra de Bill o los niños? ¿Tendrá ella, alguna relación con la doncella Hallagan y el pequeño Thomas? ¿O sólo está caliente con el sexy Tom? No se pierda la continuación.

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