Perfect Love 2: The devil Inside (By MizukyChan)
Capítulo 16
La mañana siguiente, en la mansión Kaulitz, el ánimo no era para nada grato, el único que parecía continuar con su alegría innata, era el pequeño Adam, pues aún no le habían contado nada sobre la muerte del viejito cariñoso que los atendía.
Don Neme había llegado a esa casa, como agradecimiento, pues los Kaulitz lo habían ayudado en varias ocasiones a no morir congelado o por la hambruna que en ocasiones traía el invierno. Al ser un hombre anciano y no contar con ningún tipo de educación ni oficio, sólo podía vivir de la caridad de las personas, pero para los Kaulitz esa no era razón para no aceptarlo en su casa. El hombre ayudaba a alimentar a los animales pequeños y era buena compañía tanto para Amanda, como para el pequeño Adam. Él se sentía feliz con ese “empleo”, pues para él no era sólo eso, sino más bien, volver a ser parte de una familia.
Al recordar al hombre, el pelinegro apretó los puños hasta que sus nudillos se tornaron blancos. Este era un ataque frontal contra su familia, habían irrumpido en su casa y no conformes con eso, habían asesinado a uno de los suyos. Sus dientes rechinaron por la presión ejercida y si la lectura de auras fuera algo comprobado, la de Bill Kaulitz brillaría de un rojo intenso, fruto de la ira.
—¿Papi Bibi? —La vocecita de Adam lo sacó momentáneamente de su letanía mental.
—Sí cariño —respondió el adulto, dejando su lugar frente a la ventana de la cocina, para sentarse en una silla, junto a su hijo. Tomándolo en sus brazos, lo puso en su regazó—. ¿Qué necesitas?
—¿Estás triste, papi Bibi? —preguntó, mirándolo con el ceño fruncido, Bill quiso reír ante lo tierno que se veía su bebé.
—No Adam, no estoy triste.
—Te ves raro —aclaró el pequeño—, pensé que estabas triste. Recuerda que papi Towi volverá muy pronto.
—Lo sé. —Besó la cabecita rubia de su hijo—. Estoy un poco preocupado, bebé, eso es todo.
—¿Es por el fantasma? —indagó el niño. Esta vez Bill lo miró intrigado.
—¿De qué hablas?
—Hace días, escuché a algunos mercaderes hablar sobre el fantasma que se come los pollos y las ovejas —contestó el chico y al ver que su padre asentía con la cabeza, continuó—, ellos dijeron que sigue atacando animales pequeños, pero que ha lastimado a los caballos. Como nadie lo ha visto, lo llaman “el fantasma” —Terminó alzando los hombros—. Pero a mí no me da miedo, porque papi Towi siempre dice que los fantasmas no existen y si alguna vez hay un monstruo, él será más fuerte que el monstruo y lo matará, para protegernos.
—Papi Towi sabe lo que dice, Adam. —Bill sonrió, recordando el ritual nocturno de su amado lobo con el niño.
—Anoche escuché ruidos feos afuera. —Confesó el rubio y arrugó el ceño—. Quise levantarme para ir a ver, pero no pude hacer nada, así que me volví a dormir.
—Oh…
Bill se quedó pensativo unos instantes, él tampoco estuvo tranquilo la noche anterior, fue por eso que pudieron ahuyentar a lo que fuera que entró en sus terrenos, aunque fue demasiado tarde.
—¿Dónde está Thomas? —preguntó el pelinegro, al ver que Amanda preparaba una charola con el desayuno.
—En su cuna —respondió la mujer.
—¿Está dormido? —cuestionó Bill, sabía que el truco de la ropa había dado resultado y el pequeño lobezno ya no lloraba por todo, pero aun así le pareció muy raro.
—No, está con los ojitos bien abiertos, mirando todo el cuarto.
Una vez más, el pelinegro se preocupó, los bebés dormían la mayor parte del tiempo, no se esperaba que estuviesen en alerta.
«¿En alerta?» Se pateó mentalmente y corrió a su cunita, cogiéndolo en brazos.
—Hola bebé —Lo saludó con voz infantil—. Tú no eres como nosotros ¿verdad? —habló casi en susurros, mientras la criatura lo miraba fijamente—. Todavía estamos en peligro, ¿cierto? Por eso estás alerta.
El bebé pestañó y emitió un bostezo, en los brazos del pelinegro podía estar en paz, así que cansadamente cerró sus ojitos y se durmió. Bill lo cargó hasta la cocina y se sentó con él en sus brazos. Pidió a Amanda que trajera su cunita y lo dejó allí, muy cerca de él. Ahora Thomas era parte de su familia y lo protegería con uñas y dientes, igual que al resto de ellos, no volvería a perder a nadie a manos de esos bastardos, ¡a nadie!
—¡Niña, llegas tarde! —Regañó Amanda, a la joven india que entraba por la cocina, luciendo descompuesta.
—¡¿IxChel qué rayos te ha pasado?! —exclamó Bill poniéndose pie, notando el estado de la mujer.
—Lo siento mucho señor —contestó ella, con la voz temblorosa—. Nos han atacado anoche, creo que fue el fantasma.
Adam vio como la chica se aferraba a los brazos de su papi Bibi y arrugó el ceño, no le gustaba que nadie que no fuera su papi Towi, lo tocara con esas confianzas.
—Mira tu frente… —Bill se preocupó y prácticamente corrió hasta el estudio, en busca de su maletín médico. Al regresar, lo abrió y extrajo algunas cosas para limpiar y sanar la herida—. Esto dolerá un poco. —Advirtió al poner alcohol en una mota de algodón y estamparla contra la marca roja, en la frente de la india—. ¿Quién te hizo esto?
—No lo sé. Tal vez yo misma, por correr tras el fantasma —explicó a duras penas.
Amanda la observó y arrugó el ceño, algo no andaba bien, su sexto sentido femenino, le indicaba que esa jovencita no era de fiar. Quiso decir algo, pero el pequeño Thomas rompió en llanto.
Bill dejó que el bebé llorara, hasta que terminó de poner un parche limpio y blanco sobre la herida de la mujer, luego caminó hasta la cuna y cogió al pequeño en sus brazos. El niño dejó de llorar, pero tenía los ojos muy abiertos, su instinto animal lo alertaba y pese a ser tan pequeño, le indicaba que el peligro estaba cerca.
—¿Quiere que me encargue del bebé? —preguntó Ixchel, con una sonrisa coqueta.
—Ugh… —Gruñó Adam, saliendo desde las piernas de su padre—. Mejor vete a tu casa, en esas condiciones no le podrás ayudar a la abuela Amanda.
Bill se quedó sorprendido de la actitud altanera de su pequeño, Adam nunca se comportaba de esa forma con nadie de la servidumbre, con nadie en general, siempre se mostraba con un niño muy dulce y cariñoso. Pero al ver las manitas del rubio, sujetas firmemente a su pantalón, decidió que tal vez podría dejar pasar ese desliz.
—No quiero sonar grosero, Ixchel, pero creo que de verdad deberías regresar a casa. —La chica arrugó el ceño e hizo un puchero, fingiendo decepción—. Como doctor te mando ir a descansar Ixchel, y cuando te sientas mejor, irás a la estación de policía y harás la declaración de tu ataque.
—Ya lo hice —respondió ella con rapidez, sintiendo que su corazón se aceleraba.
—Bien, entonces debes dejar que ellos se hagan cargo, pero ve a descansar, luces estresada y muy cansada. —Bill le ofreció una sonrisa sincera.
La mujer se acercó al pelinegro y susurró un—. Volveré esta noche.
Adam nuevamente se molestó, por un momento creyó la chica besaría a su papi Bibi, así que pateó el suelo, muy duro.
Cuando finalmente Ixchel salió de la cocina, Bill se sentó con Thomas en sus brazos y llamó a Adam a su lado.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó con un tono de preocupación, más que de reprimenda.
—Pasa que no la soporto; no para de sonreírte como boba, ella quiere meterse entre papi Towi y tú.
—Es cierto —agregó Amanda, quien no había dicho nada, hasta ese momento.
—Pero tú sabes que yo amo sólo a papi Towi, ¿verdad? —El niño asintió—. Bien.
&
Al atardecer, a sólo un día de su destino final, Los G’s se detenían, para volver a chequear la condición física de Tom. Gustav revisó el pulso, la presión arterial y todo parecía normal, sin embargo el trenzado continuaba en su estado de inconsciencia, como si estuviera padeciendo una fiebre intensa y alucinara a causa de ella.
—Me estoy preocupando, Geo. Hemos viajado todo un día y no ha habido ninguna señal de mejora. Ni siquiera ha comido, sólo ha bebido el gua que le hemos dado.
—Tengo preguntarte algo, Gus —habló el castaño con el ceño apretado.
—¿Qué pasa?
—Necesito saber si puedes volver a sedarlo. —Su voz sonó preocupada, pero el rubio se indignó.
—¡¿Qué?! ¿Escuchaste lo que dije? Tom está mal y tú quieres volver a sedarlo. —Ahora el rubio estaba realmente molesto—. Apenas y se puede mover…
—Dime Gus, ¿puedes hacerlo?
—Te lo diré si me explicas qué demonios planeas hacer. —Gruñó el rubio, sabía que Listing amaba a la familia Kaulitz y no arriesgaría la integridad física de ninguno de ellos, aunque fuera un hombre lobo.
—Quiero dejarte solo unas horas —explicó el sheriff y al ver la cara enojada del médico agregó—, antes de viajar hacia acá, pedí los reportes policiales de los pueblos que nos quedaban de camino, hallé que en el poblado que está a media hora de galope de aquí, hubo unos ataques similares a los del “fantasma” que ha atacado Berlín. Quiero ir a chequear la información y hacer algunas preguntas entre el pueblo, pero no quiero llevar a Tom hasta allá, para no levantar sospechas y evitar algún detalle como el de anoche, ya sabes que…
—Si alguien ve que Tom es un licántropo lo matarán, o peor aún, lo encerrarán como hizo Jorg Kaulitz en su tiempo.
—Exactamente, el problema es que no quiero dejarte solo con él.
—Pero tú mismo lo has visto, Tom no ha tenido ningún tipo de evolución, si no fuera por su agitada respiración y el sudor en su frente, diría que está en coma. —Gustav se pasó la mano por sus ojos cansados—. No sé qué más puedo hacer para ayudarlo. —Terminó con un suspiro frustrado.
—Lo sé Gus, me siento igual de impotente que tú.
—Puedes ir al pueblo Geo, yo me quedaré con él. No habrá necesidad de sedarlo —comentó el rubio, después de unos segundos en silencio.
—Me temo que no puedo hacer eso —afirmó el policía y el rubio lo miró confundido—. No puedo arriesgarme a que ocurra lo de anoche, Gus. Si Tom se transforma, aunque sea una garra como ayer, te puede rasguñar o incluso matar, y cualquiera de las opciones es terrible.
El doctor meditó en las palabras de su colega, era cierto, cualquier herida causada por un hombre lobo, por mínima que fuera, traería nefastas consecuencias, en el mejor de los casos, quedar maldito con la transformación en lunas llenas y en el peor escenario, morir a manos de un Tom incontrolado, quien enloquecería después al saber lo que provocó.
—Está bien, le pondré otra dosis de anestesia. —Gustav caminó hasta su morral y sacó la jeringa preparada, después de todo, eso sólo haría dormir al trenzado.
—Estaré fuera sólo un par de horas, Gus lo prometo. Volveré antes de nuestra siguiente salida. —Y tras esas palabras, cabalgó entre las sombras que proveían los árboles del bosque.
&
Aún no se ponía el sol, cuando Georg llegó al pueblo que buscaba, era el momento ideal para entrar a una taberna, los hombres no estaban del todo ebrios y obviamente compartirían todo tipo de información, si les regalabas una copa de licor.
Bajó del caballo y caminó buscando los rostros típicos del pueblo, encontró justo al que necesitaba.
—Hola, buen hombre, ¿anda de viaje? —Saludó un tipo con bigote abundante y una barriga igual de prominente.
—Sí señor —respondió con una de sus sonrisas encantadoras—. Sólo voy de paso, quiero calmar la sed de mi larga jornada y dormir un poco, para partir otra vez al amanecer. —Georg sabía que a la gente le gustaba conocer los detalles, de esa forma confiaban en los viajeros y no eran confundidos por asaltantes.
—Te acompaño mi amigo a “Chorus”, la mejor taberna de los alrededores.
Eso era justamente lo que necesitaba, una compañía dispuesta a hablar y la taberna más famosa, para que más personas se unieran a la conversación.
—¿Y qué esperamos?
&
Lejos de allí, oculto en el bosque, Gustav preparaba el fuego para la noche. Una vez las llamas danzaban ante sus ojos, se acomodó frente a él y cogió su libro de plantas, dispuesto a encontrar el nombre real de la extraña hoja que le había robado a la mujer que trabajaba en la mansión de los Kaulitz.
Concentradamente, movió las páginas del libro una por una, hasta que se detuvo casi al finalizar el mismo.
—Bingo —susurró y al leer, arrugó el ceño totalmente molesto—. Así que era esto. ¡Maldita bruja! —Tiró el libro y se puso de pie, caminando hasta la carreta, donde Tom seguía padeciendo su extraña enfermedad—. Ya sé lo que es, amigo mío. Mañana buscaremos ayuda. Te sacaré de esto Tom y le quitaremos el disfraz a esa chiquilla malintencionada.
Tomando firmemente la mano del trenzado, se prometió a sí mismo castigar a esa mujer por jugar con cosas que tal vez ni siquiera conocía.
—¡Maldita bruja! —Gruñó con los dientes apretados.
& Continuará &
¿Qué fue lo que descubrió Gus que lo tiene tan molesto? ¿Qué información encontrará Georg en la taberna? ¿Le será de utilidad o serán sólo rumores de borrachos? ¿Podrán realmente ayudar a Tom y descubrir al “fantasma”? ¿Estarán a salvo Bill y los demás de vuelta en Berlín? No se pierdan la continuación. Beshoshs y gracias por visitar la página.