Nota: Sólo quería mencionarles que siempre he pensado en el doctor Hans, como el viejito que aparece en “Walking dead”
Perfect Love 2: The devil Inside (By MizukyChan)
Capítulo 9
Pasadas las once de la mañana, Bill despertó por los fuertes llantos de Thomas. Al principio arrugó el ceño, sintiendo como una migraña comenzaba a formarse detrás de sus ojos, por la falta de sueño, pero luego su instinto protector apareció y se levantó para revisar que el pequeño no estuviera generando alguna enfermedad.
Se percató que llevaba las mismas ropas de la noche anterior, pero el incesante llanto le llevó a olvidar el deseo de darse un baño antes de bajar.
—¡Amanda! —gritó descendiendo por las escaleras.
—¡Papi Bibi! —Adam corrió a su encuentro con la carita llena de preocupación—. Parece que Thomas se contagió de tu enfermedad.
—¿Qué enfer…? —No quiso terminar la pregunta. Seguramente Tom le había pedido a la mujer que no lo despertara, inventando que estaba enfermo—. ¿Dónde está Amanda?
—En la cocina —Corrió en dirección al lugar, dejando que su padre lo siguiera.
—Amo Bill. Lo siento, el bebé no ha parado de llorar —Se disculpó la anciana—. No quería molestar su descanso.
—Tal vez está enfermo. Déjame cargarlo.
El pelinegro se acercó a la mujer y cogió al pequeño en sus brazos. Thomas se agitó un segundo y luego, como por arte de magia, abrió los ojitos llorosos y guardó silencio. Bill no podía creer lo que pasaba. El bebé se llevó el pulgar a la boca y lo succionó como si todo estuviera bien en el mundo.
—¿Crees que tenga hambre? —preguntó el pelinegro a Amanda, pero ella sacudió la cabeza.
—Tomó una botella con Tom y luego otra, hace menos de una hora.
—Esto es una ironía —susurró Bill, con una sonrisa—. ¿Sólo querías estar conmigo, Thomas?
—Mi hermanito te quiere papi Bibi —afirmó Adam, acercándose al mayor y abrazando una de sus largas piernas.
—¿Hermanito? —El pelinegro arrugó el ceño y buscó una silla—. ¿Por qué le dices así?
—¿Acaso está mal, papi Bibi? ¿Thomas no se quedará con nosotros? ¿No será mi hermanito? ¿No lo quieres, papi Bibi?
Cada una de esas preguntas golpeó la cansada mente del médico, quien sólo apretó los ojos, hasta que una mano se posó en su hombro para calmarlo.
—Tranquilo Adam, papi Bibi no se siente muy bien —aclaró la confortante voz de Amanda—. ¿Quiere tomar desayuno, Bill?
—Gracias —susurró el joven.
Después de comer algo, el joven Kaulitz decidió llevar al niño con la mujer india que lo alimentó el día anterior, quizás podría preguntarle a ella, algún secreto para mantener al niño más tranquilo cuando él no estuviera cerca; después de todo, tenía que trabajar y no quería enloquecer a Amanda con los llantos de Thomas.
Así que don Neme preparó el carruaje, pues llevaría al bebé y también a Adam, para que aprovechara de jugar con su amiguito Pepe.
&
En la herrería del pueblo, Tom había trabajado en silencio, golpeando los metales, avivando el fuego y clavando cosas, para quitarse la extraña sensación que crecía a cada momento dentro de su pecho.
John lo observó tratando de descifrar qué le ocurría. En contadas ocasiones, el trenzado se había portado así de taciturno y siempre que eso ocurría, Bill estaba involucrado. Decidió actuar, cuando Tom estuvo a punto de coger con la mano desnuda, una herradura que todavía se veía roja por el fuego.
—¡TOM! —Gritó, logrando que el chico lo mirara a él—. ¿Qué demonios te pasa?
El trenzado dejó todo lo que estaba haciendo y se sentó en el piso, sin importar ensuciarse con las mugres de allí. Al ver que se pasaba la mano por el rostro en forma desesperada, su jefe se acercó y se sentó a su lado.
—¿Qué te ocurre, hijo?
—Dios, no sé qué está pasando, John —Apegó las rodillas a su pecho y hundió su cara entre ellas—. De pronto Bill me odia y no tengo idea del por qué.
—Vamos con calma, hijo. Cuéntame qué ocurrió ayer por la noche, porque ustedes destilaban amor y miel cuando te visitó en la tarde.
—De hecho todo comenzó en esos momentos —Tom alzó la vista, pero no miró a su colega, sino que fijó la vista en el fuego—. Bill vino a contarme que un matrimonio abandonó un niño y que él lo había llevado a nuestra casa.
—Santa Madre de Dios. ¿Cómo la gente hace esas cosas?
—El hombre alegó que el niño estaba maldito, John, y simplemente lo dejó.
—Y al parecer sí lo está, mira que hacer pelear a la pareja más firme que he visto en todos los años que he vivido en Berlín —dijo John, con un deje de orgullo en su voz, que sacó una ligera sonrisa en Tom.
—Anoche, a la luz de la luna, el bebé se transformó en la cría de un animal, John. Bill dice que es un lobo y que es mi hijo —Tom soltó toda la información de golpe y su jefe se quedó estático por unos segundos, sin duda, tratando de procesar la información.
—¡Eso es jodidamente imposible! —Gruñó el hombre.
—¡Exacto! Yo jamás le sería infiel a Bill. Y los hombres lobo se convierten cuando alguien te infecta, no se nace siendo un licántropo —respondió el joven, con los puños apretados.
—Dios mío.
—Y ahora, Bill me odia —Ambos hombres soltaron un suspiro.
John metió la mano en su bolcillo y sacó una pequeña petaca, ofreciéndole un trago de whiskey a su aproblemado amigo. Los dos le dieron un trago, pero fue Tom quien arrugó más el ceño, pues no estaba acostumbrado a los licores fuertes.
—¿Por qué Bill dice que es tu hijo? —indagó el hombre.
—No tengo ni idea. Él afirmó que el bebé era un lobo y por lo tanto jura que es hijo de otro lobo, o sea yo —Arrugó el ceño, sintiéndose totalmente victimizado en esta situación.
—Espera Tom —John le dio una palmadita en el brazo al ver que daba otro sorbo a la petaca—. Bill jamás te culparía de algo así sin tener pruebas.
—Pero lo hizo. Es más, ni siquiera me habló después de la transformación del bebé. Me odia y yo —Empuñó las manos y golpeó el piso fuertemente, tanto que John tuvo miedo. Él conocía el secreto de Tom, desde el incidente con Juliet la madre de Adam, pero también sabía que el chico tenía un buen corazón, que toda su fuerza estaba contenida por el gran amor que el trenzado tenía por Bill. Pero si Bill dejaba de ser la funda que contiene la espada, no habría nada capaz de controlar el poder destructor de la espada misma.
—Y dime Tom —Prefirió cambiar de tema—. ¿Estás seguro que un hombre lobo no puede nacer de esa forma? —El joven volteó el rostro para mirarlo de frente.
—La verdad es que no tengo idea —Arrugó el ceño—. Jorg Kaulitz me capturó cuando era pequeño para sus experimentos, pero lo único que recuerdo de mi padre, es que me dijo que una gran bestia me había mordido y que por eso me había convertido en esto.
—¿Nunca más volviste a ver a tu padre? —preguntó el mayor y se arrepintió al ver la sombra de tristeza que llenó los ojos ambarinos del chico, cuando negó con la cabeza.
—Bill y yo vinimos a Berlín en busca de una nueva vida, dejamos todo el pasado en ese pueblo.
—¿Y nunca has tenido encuentros con alguien de… de tu especie? —Quiso abofetearse por decir eso, si Bill lo hubiera escuchado, probablemente lo habría hecho, para ellos Tom era humano y nada más.
—Sólo un encuentro —Apretó la mandíbula y John negó con la cabeza.
—Lo siento, Tom. No quise recordarte eso —Otra vez la había cagado, cómo no recordó que fue un hombre lobo quien asesinó a la joven Juliet y que estuvo a punto de matar a Bill. Sólo le había dado un sorbo al whiskey y había dicho muchas tonterías, quizás su hijo tenía razón y debía considerar dejar ese mal hábito.
&
El carruaje de los Kaulitz se detuvo a la entrada del pueblo y con mucho cuidado, Bill bajó junto a Thomas y Adam. Caminaron observando las mercancías que los indios ofrecían para vender, muchos de sus trajes de cuero, eran de muy buena calidad y los aldeanos de la ciudad gastaban sus escasos recursos en comprarlos y así garantizarse un invierno más llevadero.
De pronto la mano que sostenía a su hijo fue sacudida ligeramente.
—Papi Bibi, allí está el “Hijo de la gran luna” —dijo, mostrando reverencia ante ese nombre que sonaba tan místico.
—¡Pepe! —Bill gritó, quitándole toda la magia al nombre de su amigo. Bill sonrió ante el ceño fruncido de su pequeño.
—Adam —gritó de vuelta el niño indio al ver a su amiguito y corrió hasta ellos—. Has venido —comentó emocionado.
—Hola Pepe —Saludó el pelinegro y el menor le saludó con inclinando la cabeza—. ¿Está Ixchel cerca de aquí?
—Sí —Hizo un gesto, para que lo siguieran.
Caminaron hasta una carreta, donde la chica de cabellos largos, ayudaba a decorar unas telas. Alzando la vista, la joven sonrió.
—Hola señor Kaulitz —Saludó, dejando de lado sus labores.
—Hola Ixchel. ¿Podrías darme un momento?
—Claro —Al verse libres, los dos niños corrieron a jugar por ahí.
—No quiero ser indiscreto, pero puedes decirme cuánto tiempo estarán en el pueblo —preguntó meciendo a Thomas en sus brazos.
—Eso depende. Nos ha ido muy bien aquí en Berlín, pero cuando el clima se ponga más frío, emigraremos.
Bill habló con la chica por varios minutos, preguntando sobre su familia, sus costumbres, sus creencias y todas las dudas que tenía sobre su pueblo. Y finalmente tomó una decisión y preguntó.
—¿No te gustaría establecerte en un solo lugar, Ixchel? ¿Para tener tus propios hijos, tener tu propia familia, tu casa y esas cosas?
La chica se detuvo y giró para ver de frente al apuesto joven de cabellos negros—. ¿Por qué lo dices, Bill?
—Porque quiero hacerte una propuesta.
&
Tom acabó de beber la petaca de John y se quedó dormido en la herrería. Su jefe no tuvo corazón para despertarlo, no después de haber visto como el chico soltaba lágrimas mencionando el nombre de su Bill. Pero la noche había llegado y que el trenzado no llegara a dormir a la mansión Kaulitz, sólo empeoraría las cosas entre la pareja. Así que muy a su pesar, John movió al joven hasta que abrió los ojos y le entregó un té muy cargado.
Tom cabalgó lento hasta la casona. Si debía ser sincero consigo mismo, no quería llegar y enfrentar el rostro enojado de Bill. No, no era eso, no quería llegar y ser ignorado por él, eso sí que era sufrimiento.
Amanda lo esperaba en la puerta de entrada, preocupada por su tardanza y la falta de preocupación de Bill. Él sintió vergüenza, pues sabía que olía a alcohol y le pidió preparar un baño. Después de estar totalmente repuesto y limpio, subió a su habitación, donde Bill se hallaba leyendo un libro, frente a una lámpara de aceite.
—Hola —Saludó dubitativo.
—Hola —respondió el menor, para su alegría; que le respondiera el saludo era un gran logro. Aprovechando la oportunidad se acercó para darle un beso, pero Bill se levantó y gruñó—. No me toques.
—Bill, tenemos que hablar, esto no puede seguir así.
—Tienes razón, no puede. Quiero que escojas otra de las habitaciones, ya no compartiremos cama —Su tono de voz era serio, frío y definitivo.
—¿Qué? ¿Pero de qué estás hablando? —Tom se desesperó.
—Me has engañado, Tom —dijo mirando por la ventana—. Tuviste un amante y no sólo eso, tienes un hijo de ella. Creo que tengo el derecho de estar molesto, ¿no?
—¡¿Por qué mierda insistes con eso?! —Esta vez Tom dio un golpe a la pared, haciendo estremecer a Bill, quien mantuvo su postura, pese al escalofrío que le recorrió la espalda.
—Porque es cierto, ella me lo dijo.
—¿Ella? ¿Ella, quién? —Tom dio dos pasos hasta quedar junto a Bill y lo giró. Pero pese a la rabia que sentía, no fue brusco con su delgado cuerpo.
—La chica de los Hallagan, la chica del establo —escupió las palabras, mirando al lobo con intensidad, buscando hallar la verdad en sus ojos—. Antes de morir, ella me lo dijo todo, lo mucho que había disfrutado con ese ser sobrenatural, ese ser del bosque, el lobo que la hizo suya y el que le engendró un hijo, que se transforma en luna llena, tal como su padre, tal como tú.
Los ojos de Tom se abrieron grandemente, la sorpresa era evidente ante lo que estaba escuchando y por un segundo, Bill dudó. Pensó que Tom no estaría tan sorprendido, si en verdad él fuera el padre de Thomas.
—Eso… no es posible. Ni siquiera conocía a esa chica —tartamudeó las palabras—. Yo jamás te engañaría, Bill. ¡Te amo, maldita sea! Jamás estaría con otra mujer. Menos como una bestia —El pelinegro arrugó el ceño, odiaba que Tom pensara en sí mismo con un animal—. Sólo un puñado de personas, saben lo que realmente soy. Y sólo tú me has visto. Además, los hombres lobos no pueden tener hijos. Los licántropos se hacen, no nacen. ¿Cómo puedes creer en esa mujer, más que en mí?
—Si sacas las cuentas, Tom, ella quedó embarazada cuando te perdiste en la montaña, cuando estuviste allá —Pero el trenzado sólo negaba con la cabeza.
—No puedo creer que pienses eso de mí, Bill. No entiendo cómo le puedes creer a una desconocida y no a mí, a quién… —Iba a decir “a quién amas” pero al ver la mirada fría del chico, se abstuvo.
—El doctor Hans atendió a la joven cuando se presentaron los síntomas del embarazo y ella le contó la misma historia a él. Son más testigos, Tom. ¿Y tú qué tienes para ofrecerme? Una memoria perdida. Amnesia selectiva sólo de “esos” días, muy conveniente, ¿no crees? —agregó llenó de sarcasmo.
Tom negó con la cabeza, aún no podía comprender en qué dimensión extraña se había metido. Hacía un par de días él amaba a Bill y era correspondido y de pronto, le había sido infiel, tenía un hijo maldito y el ser al que más amaba, lo despreciaba. Debía ser un castigo, pero no podía saber por qué estaba siendo castigado, en verdad su cabeza tenía un espacio en blanco de esos días en la montaña y no había nada que pudiera hacer para traer algún recuerdo a su memoria.
—Si no fueras el padre de Thomas y Adam, te pediría que te fueras.
—No hace falta que lo hagas —La voz de Tom sonó seria, porque estaba tratando con todas sus fuerzas de evitar quebrarse frente al pelinegro—. Me iré.
—No es necesario, Tom, sólo cámbiate de habitación —Bill apretó los puños, esto se estaba saliendo de control.
—Soy un ser libre, Bill. Tú me diste la libertad. Puedo trabajar, soy bueno en lo que hago, no necesito de tu caridad.
—Tom…
—Si no confías en mí, no hay nada que me ate a ti. Visitaré a los niños cuando tú estés trabajando, para no molestarte.
Se levantó y salió rápidamente del cuarto, cerrando la puerta detrás de sí. Bajó las escaleras y se dirigió a la habitación de los niños. Besó la frente de Adam y cogió al pequeño Thomas en brazos.
—Ven pequeño.
Caminó con él hasta el jardín, eran cerca de las diez de la noche y la luna comenzaba a hacer efecto en el bebé, quien se transformó. Tom se limpió una lágrima y lo dejó en el piso, para proceder a cambiar de forma también. Como hacen los animales, cogió a la cría en su hocico y la llevó a su lugar favorito del jardín, y se acurrucó allí, protegiendo con su cuerpo al más pequeño, envolviéndolo para prodigarle calor, le dio unos lametones y cerró los ojos.
Por una de las ventanas de la primera planta, Bill observaba la escena, sus ojos derramaban lágrimas cargadas de dolor y se mordió una mano para no sollozar y dar gritos, rogando a Dios que nada de esto estuviera pasando. No quería que Tom se fuera de su vida, lo amaba con locura y estaría dispuesto a perdonarlo, si tan sólo le confesaba lo que había hecho.
Cuando un aullido lastimero se oyó, Bill cayó de rodillas y se desbordó en llanto. Amanda observó la escena desde una esquina, pero permaneció en silencio, derramando sus propias lágrimas, por la tristeza de aquellos a quienes amaba como a sus propios hijos.
& Continuará &
Tom se va ¿A dónde? ¿Qué le propuso Bill a Ixchel? ¿Acaso quiere vengarse de Tom pagándole con la misma moneda? No se pierdan el siguiente capítulo. Beshoshs