Tres días para Navidad 3

«Tres días para Navidad»

Día tres. Diciembre 24

Tal como la noche anterior, los sueños de Tom estuvieron plagados de maravillosas imágenes de su niñez, recuerdos compartidos en su mayoría con la pequeña BI, y las extrañas visiones de su abuela, más conocida como “La médium” de la familia.

Pero un sueño acaparó toda su atención, sobre todo por los sentimientos y emociones que traía consigo. Era un recuerdo de cuando él tenía sólo 15 años, y tendría un partido de basquetbol muy importante. El entrenador les había dicho a todos los jugadores, que dependiendo de su participación en ese partido, serían considerados para ser el capitán del equipo.

Tom siempre soñó con llevar la liga de capitán en su brazo, era un anhelo que compartía con BI siempre que tenía oportunidad, y ella siempre repetía lo mismo “Lo conseguirás”. Finalmente la oportunidad había llegado y él se moría de nervios, así que con sólo una hora antes del juego, corrió a toda prisa a su lugar especial bajo el roble.

—Sabía que vendrías —dijo BI a modo de saludo.

—¿Cómo podrías saberlo? —preguntó Tom, sorprendido, pero aliviado de ver a la chica allí, para darle ánimo—. Yo me acabo de enterar de que llegaría justo aquí.

—Sabía que te pondrías nervioso, por eso vine a esperarte para darte algo especial —afirmó la niña, en ese entonces de 8 años.

—¿Nervioso yo? —Se burló el rastudo, aunque sí lo estaba.

—Vamos, Tomi, ven aquí —Palmeó el sitio a su lado, invitándole a sentarse.

—Entonces pequeña, ¿qué me vas a dar? —cuestionó, apretando su fina nariz.

—Te daré un beso de la victoria —comentó ella, con las mejillas sonrojadas.

—¿Un beso? —repitió, un tanto conmocionado.

—No es sólo un beso, es un beso del triunfo, recuerda lo que significa mi nombre…

—“La que trae la victoria” —Terminó él por ella.

—Exacto —Levantó el índice—. Además, tu abuela ya me lo contó todo.

—¿Qué te contó? —Insistió el rastudo.

—Lo de su visión, la razón por la que te dio el medallón —agregó la niña. Ese día llevaba dos colas, que achinaban sus ojos—. Nosotros… en el futuro.

—Esas son tonterías, pequeña.

—No me digas pequeña, no me gusta, me haces ver aún más niña de lo que ya soy —Le regañó, inflando las mejillas, pero para él fue simplemente adorable y la abrazó.

—Es que eres muy pequeñita para mí —Le besó la frente—. Y tu nombre es muy grande e imponente, por eso me gusta decirte “mi pequeña”.

—Pero estaremos juntos en el futuro, Tomi, entonces me dirás “mi amor”, o qué sé yo —agregó la niña, mirándolo a los ojos.

—Serás mi diosa.

—¿Diosa?

—Claro, ahora que lo has dicho, ganaré el partido y serás mi “Diosa de la victoria” —Trató de cambiar el tema.

—Oh, tienes razón, cierra los ojos, Tomi —Ella se sonrojó aún más.

—¿Para qué?

—Para darte el beso de la victoria —Para Tom ese momento significó un cambio en su vida. Si ganaba realmente, entonces todo lo que su abuela le había dicho, se haría realidad.

—Sí, mi diosa —susurró y cerró los ojos.

Tom quería a la pequeña Berenice como a una pequeña hermanita, pero desde que su abuela le contara de aquella visión del futuro, en la que ellos serían una pareja, su vientre sentía cosas extrañas cada vez que la tenía cerca, por eso últimamente trataba de evitar estar muy cerca de ella.

Cuando sus ojos se cerraron del todo, la pelinegra se acercó hasta el rostro de su amigo de toda la vida, y cerrándolos ella también, presionó sus labios sobre los otros y aguantó la respiración, hasta que creyó que moriría por la falta de oxígeno.

Al abrir los ojos, ambos estaban muy rojos, tanto por la vergüenza, como por la falta de aire, y no podían dejar de mirarse fijamente.

—Ganarás —afirmó la pequeña con su rostro sonrojado.

—Claro, porque la “Diosa de la victoria” lo está confirmando —había respondido aquella vez, Tom con gruesas rastas rubias.

—Vamos Tom ¡A ganar! —Gritó la pequeña.

Y tal como lo decretó, el equipo de Tom ganó el partido y él fue nombrado el nuevo capitán. Sin embargo, todo eso conllevó una nueva carga emocional en el rastudo.

Al ser un adolescente, su cuerpo se asombraba de las nuevas sensaciones que podía tener en forma física, sobre todo si las provocaba una mujer. Y el pensar que todas esas nuevas emociones se las provocaría la pequeña Berenice, le daba pánico, ella era muy pequeña y le hacía sentir pervertido.

Así que apenas terminó sus estudios secundarios, optó por ir a estudiar lejos de ella, él la quería demasiado y debía protegerla, incluso de él mismo.

Su sueño se remontó hasta el día en que se iría del pueblo, y corrió hasta el baúl del tesoro, donde dejó una carta, despidiéndose de su diosa y prometiéndole que algún día volvería, cuando ambos estuvieran preparados… para estar juntos.

Recordó el rostro lloroso de la pequeña pelinegra en el jardín de al lado, el día en que se fue, y como su pequeña manita se alzaba en el aire para despedirse.

—Eres sagrada para mí —susurró al aire.

& Fin del sueño &

El celular vibró en su mesita de noche, indicándole que ya era la hora de sacar a Scotty a su paseo matutino.

—Ahora entiendo por qué tengo esas fantasías contigo BI —susurró a nadie y partió al baño para arreglarse.

&

Con la correa de Scotty sujeta en sus manos, Tom caminó a paso firme, hacia la colina con sólo una idea en su cabeza: disculparse.

La suerte estaba de su parte, el día estaba agradable y al ser tan temprano, no había nadie cerca. Excepto aquella personita que estaba buscando.

—BI —Gritó para sacarla de su nube.

Al acercarse, Tom contuvo la respiración, ella lucía muy hermosa, con esa blusita blanca, que dejaba ver su escote y su cabello estaba rizado en las puntas. Pero lo que más llamó su atención, fue la carta celeste que tenía en sus manos. Con sólo ver el color y la letra desordenada, supo que era su carta, la que él había escrito aquella vez.

—Hola, mi diosa —Saludó al sentarse a su lado, soltando a Scotty para que olfateara el lugar—. No me esperaste —Le regañó.

—Oh… —Ella lucía triste—. Estaba pensando.

—Estabas recordando —afirmó y le pasó el brazo por el cuello, para abrazarla—. Recuerdo esa carta y todo el sufrimiento que dejé con ella.

—Lo siento, no quise… —Trató de disculparse, pero la detuvo un beso.

—Tenía mucho miedo, BI, en aquellos tiempos —Suspiró y comenzó a explicar—. Cuando mi abuela tuvo la visión sobre nosotros, me asusté mucho.

—¿Por qué?

—Eras una niña, BI, me sentía como un pervertido mirándote… con otros ojos —Confesó y se sonrojó en el proceso—. Aunque al parecer sigo luciendo como un pervertido a tu lado.

—Jajaja —Rió ella y le cogió la mano—. Para mí eras una especie de héroe, Tomi.

—No, era torpe, sólo me veía cool por la ropa ancha que usaba.

—No, Tomi, no es cierto. ¿Te acuerdas de todos los tesoros que guardamos? —Él asintió—. Cada una de esas cosas, eran aventuras maravillosas que no viví con nadie más que contigo. Ni siquiera los novios que tuve, pudieron llegar a darme alguna bella historia que recordar, por eso nunca pude tener una pareja estable. Finalmente siempre los comparaba contigo, y nadie podía ser como tú…

—Es que soy único en mi especie —Bromeó y ambos rieron.

—Sí ya sé “Cuando naciste, rompieron el molde” —BI recordó su frase célebre.

—Jajaja, ven aquí —La volvió a abrazar—. Es cierto, BI, me costó mucho dejar la ciudad, pero debía hacerlo por ti.

—No pude entenderlo —Ella le miró con molestia—. Pasé años enojada contigo, Tom.

—Me lo imagino, pero el medallón, estaba tan nervioso que rompí el broche y la carta…

—Aquí no dice nada, Tomi —Ella la levantó en sus manos—. Fue sólo una despedida, con una promesa, que nunca cumpliste.

—Pero estoy aquí…

—Pero no por mí —Ella se quejó.

—En un principio vine sólo por mamá, pero ahora… todo ha cambiado ¿sabes? —Él le ofreció una sonrisa cálida y ella sonrió con él.

—¿Por qué lo dices? —Bajó la mirada—. Ahora tienes un proyecto que hacer y luego te irás otra vez… me volverás a dejar.

—No preciosa, no esta Navidad.

—Mis padres llegarán mañana y yo regresaré a Estados Unidos en unos días —explicó—. No creo que tengamos tiempo para nosotros.

—¿Es necesario que vuelvas a Norteamérica? —preguntó él, un poco triste.

—Sólo me faltan unos meses de estudio, ya sabes que los horarios son diferentes allá. Apenas acabe, podré regresar o escoger una carrera allí, porque…

—No hay nada que te una a esta tierra, ¿cierto?

—Exacto —susurró ella, sin mirarle. Quería gritarle, que si tan sólo se lo pedía, ella dejaría todo por él, pero como siempre, Tom guardó todo en su corazón adolorido.

—Aprovechemos el tiempo —dijo él, poniéndose de pie—. Vamos a pasear este día, vamos a hacer recuerdos juntos.

Con una sonrisa, ella tomó su mano y, tras atar a Scotty, bajaron la colina.

&

La pareja recorrió cada uno de los lugares que más les gustaban cuando eran niños, y se tomaron fotografías en cada una de las vitrinas con árboles navideños que encontraron. Las sonrisas estaban a flor de piel y las personas que les miraban, sonreían por su jovialidad y el cariño que se demostraban.

Comieron en un restaurante y regresaron bastante tarde a casa. Simone había sido invitada a la casa de una de sus amigas a tomar el té. Así que los chicos estaban solos.

—¿Quieres ir a tu casa? —preguntó el trenzado, tomando su mano—. Luces cansada.

—Lo estoy, pero no quiero encontrarme con Estella —dijo arrugando la nariz.

—Subamos a mi cuarto —Sugirió él, y ella se tensó de inmediato—. No es lo que crees.

—¿Seguro?

—Tú podrás descansar, mientras yo avanzo en el proyecto —explicó levantándose y extendiéndole su mano, la cual ella aceptó de inmediato.

—Los pies me están matando —Se quejó ella.

—Pero hay una solución —En un firme movimiento, Tom cogió a BI en sus brazos y la cargó subiendo las escaleras. Ella reía como loca de puro nerviosismo, pero no se negó.

Al llegar, él la depositó en la cama, como mucha suavidad y le dio un ligero beso en los labios, pero ella lo retuvo, aprisionándolo por el cuello. Tom se acomodó mejor, para seguir besándola, pero luego se separó con lentitud y besó la punta de su nariz.

Él no podría hacerle algo así a BI, ahora no tenía nada estable, incluso podría perder su empleo, si no presentaba un buen proyecto, no quería que lo suyo fuera sólo un “romance navideño”, él quería algo serio, quería… amarla.

—No haremos nada forzado, eres demasiado importante para mí —Ella sonrió, pensaba de la misma manera, pero había disfrutado aquel beso—. Descansa.

La pelinegra se acomodó en la cama, quitándose los zapatos con los pies, y apretando la almohada de Tom, aspirando su aroma y sonriendo con ello. Nunca se había sentido tan a salvo como ahora, cerró los ojos y se durmió.

Mientras tanto, el trenzado encendía su laptop y se concentraba en lo que había llenado su mente todo ese día: su diosa de la victoria. Tecleó y tecleó sin cesar por mucho tiempo, todo tenía sentido y si los jefes no acepaban su proyecto, podría decir que se había liberado de trabajar en ese lugar sin sentimientos.

Miró el reloj, habían pasado dos horas y no las había sentido, escuchó un pequeño ruidito a sus espaldas y giró, quedándose con la boca abierta.

Volvió a mirar el laptop, tragando grueso «No es real, no es real, no es real» Se dijo mentalmente, hasta que unos delicados brazos le abrazaron por la espalda.

—¿Terminaste? —preguntó la chica, besando su mejilla.

—¿Estás vestida? —contestó el trenzado, golpeándose mentalmente por su comentario.

—Jajaja —Ya estás desvariando.

—Lo siento.

Ella lo forzó a girar y allí estaba completamente vestida, sonriente y hermosa. Se acercó a su rostro y posó sus labios sobre los otros.

—Ya terminé —corrigió su respuesta anterior.

—Qué bueno, muero de hambre —Gruñó ella.

—¿Vamos a preparar algo? —Ella asintió y tomados de la mano, bajaron a la cocina.

&

En otra ciudad, el gerente de Recursos Humanos estaba aburrido de revisar los trabajos, en su opinión, “mediocres” que había recibido ese día. Estaba molesto, porque en primer lugar, no llegaron los 20 que debían, y en segundo lugar, todos eran demasiado comunes, no había nada que resaltara, que llamara la atención, que fuera una idea innovadora. Su ceño estaba completamente arrugado, cuando abrió el último de todos.

—Tom Trumper —Leyó el nombre.

Sus ojos recorrieron cada una de las palabras dispuestas allí, con sincronía y armonía, era un deleite leer aquella historia.

“… y justo ahora tres días antes de Navidad el mejor de los presentes ha llegado a mi vida, un recuerdo, un recuerdo ha vuelto a mi vida y viene con un sello especial, viene con el beso de la diosa de la victoria…”

Los ojos del gerente seguían leyendo y cada vez le gustaba más el concepto de “Hacer recuerdos”. La campaña veraniega no estaría adornada de hermosas modelos, semi-desnudas. Este concepto, iría enfocado a las familias, para que juntas… atesoraran recuerdos.

La idea era única, noble, quizás un poco idealista, pero ¿no era eso lo que se buscaba en esas fechas? ¿La ilusión? ¿La unidad? ¿El amor verdadero?

Sí, esa era la mejor de las ideas. Tom Trumper, realmente había sido tocado por la diosa de la victoria.

F I N

Sí, terminó esta parte, porque los chicos deben reconciliarse como es debido ¿no creen? Así que vendrá una segunda parte jejeje. Estén pendientes y no olviden comentar, hay muchas visitas, pero muy pocos comentarios. Háganme feliz dejando su opinión.

Hay una continuación, se llama «Tres días para San Valentín« y no se la pueden perder.

Escritora del fandom

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