Pumba se Enamora

«Pumba se Enamora»

Todo empezó hace un par de días, con unos comerciales que Pumba y yo vimos en televisión, sobre lo que los humanos llaman el día del amor, o San Valentín. Aunque meditándolo bien, tal vez se remonta al extraño programa que mi hermanito vio en Animal Planet sobre la madurez de los animales, desde que vio ese documental, le dio con que debía encontrar al amor de su vida, porque después de haber cumplido un año, ya era todo un perro adulto.

En mi perruna opinión, esas son solo tonterías, pero por una razón que desconozco, Pumba se toma muy en serio todo lo que ve en la tele, quizás sea porque es parte de la nueva generación. Y hablando de la nueva generación, creo que tendré que recurrir a la mejor ayuda canina que podría recibir. Dicen que cuando no puedes luchar contra la corriente, te debes unir a ella, veamos sí es cierto.

—¿Buddy, cómo estás?

—Hola primo, qué bueno verte tan bien, lleno de motas como siempre.

—Hey, no te burles de mis motas que son mucho más elegantes que las de los dálmatas.

Las risas no se hicieron esperar y ambos perros se acercaron y se lamieron, en señal de cariño, hasta que el más pequeñito se echó sobre sus patas traseras y preguntó—. ¿Y bien, cuál es la urgencia? ¿Por qué te fingiste enfermo para no asistir a ese evento con tus padres?

—Tampoco fingí nada, solo me eché a dormir y pretendí que seguiría durmiendo eternamente. —Puse una sonrisita de lado, de esas que me enseñó a hacer mi papá Tom y Buddy estalló en risotadas.

—No hagas eso, colega, sabes que Pumba se preocupa mucho por ti, eres su héroe, aparte de su hermano favorito.

Asentí, tampoco era que me gustara preocupar a mi panzón, pero debía pedir ayuda y esta era la única forma—. Verás, Buddy, necesito ayuda con Pumba.

—¿Qué pasa con él?

—El pobre está raro —Buddy me dio una de esas miradas que dicen “que Pumba siempre es raro” y es normal, porque es igualito de divo que papá Bill, pero en fin—. Más raro de lo habitual —agregué y entonces, él arrugó sus cejas peludas.

—¿Cómo así?

—Hace un par de noches comenzó a suspirar muy seguido, incluso creí que tenía una afección a los pulmones que no lo dejaba respirar bien, pero cuando le dije algo, se enfureció, me gritó que era un insensible y comprendí que tenía la voz con mucha potencia, así que no estaba enfermo de nada.

—Ay, Durkas, a veces me temo que eres muy despistado. Seguramente, Pumba estaba viendo alguna de las comedias románticas del tío Bill y eso le generó el ataque de suspiros.

—¿Despistado, yo? —Arrugué el ceño, ¿cómo me decía despistado a mí? Yo siempre estoy muy atento de mi hermanito… bueno, siempre que no estoy durmiendo.

Buddy me ignoró y siguió hablando—. Pero para que te quedes tranquilo, hablaré con él para ver si hay alguna razón más.

&

Esa tarde, cuando la entrevista de nuestros padres terminó, me pasaron a recoger para volver a casa. Afortunadamente, logré que trajeran a Buddy y no solo a él, pasaron a buscar a nuestra vecina, Rowena, que perrita tan encantadora, a veces me gustaría vestirla con vestiditos rosas, como si fuera una bebé humana, aaww, con solo verla me dan ganas de suspirar. Ella me recuerda tanto a Pumba cuando era solo un cachorrito, bueno, Pumbi sigue siendo igual de adorable, esos cachetotes son mi debilidad, pero obviamente no puedo suspirar cada vez que lo veo, porque él se sentiría incómodo, aaww, mi pequeñito, no quiero que crezca, quiero que continúe siendo solo un cachorro.

—¿Durkas, cómo te sientes? —Preguntó Pumba, dándome un gran lametón en la nariz—. Estuve muy preocupado en la entrevista.

—¿Por qué te preocupaste, si papá Bill no usó los zapatos gigantes?

—Ay, hermano, estaba preocupado por ti, no por los zapatos de papi Bill —respondió resoplando, lazando una baba en el proceso, cosa que me hizo reír.

—Estoy bien, pequeño.

—Hey, chicos, vamos a tomar un poco de sol. —Gritó Rowena entrando a la sala y estrellándose contra el voluminoso cuerpo de Pumba.

—Cierto, aprovechemos el buen tiempo —dijo Buddy, uniéndose a nosotros.

—¡Vamos! —Gritó mi hermanito y todos salimos detrás de él, hacia las puertas de cristal de la cocina.

Nos echamos al sol, mientras Pumba nos relataba los pormenores de la entrevista. Yo trataba desesperadamente que Buddy se lo llevara a otra parte para que le preguntara que lo tenía tan raro, pero lo cierto es que el cachorro se portó de lo más normal, jugó como nunca con Rowena y comió con abundancia de las patitas de pollo que el tío Gustav nos dio de contrabando. Mhm, como adoro al tío Gus.

Cuando los tíos G’s fueron en busca del pequeño Buddy, me escapé con él un rato y por fin, me dio detalles.

—¿Pudiste averiguar algo de mi hermanito, Buddy?

—Sí —respondió con su vocecita chillona—, era justamente lo que yo pensaba. Vio la película “La Dama y el Vagabundo” y según él, el protagonista de la historia se parecía mucho a ti, aunque la verdad no lo creo —arrugó el ceño—. El asunto es que creía que tú, estabas sumamente enamorado de una perrita de orejas muy largas y lo único que soñaba era verte comiendo tallarines con ella.

—Uuff, no me gustan los tallarines, ¿por qué comería tallarines?

—Por una escena de la película.

—Aaahh —respondí, todavía sin entender por qué un perro comería tallarines.

—No te preocupes, Pumba está bien, solo está pasando por una sobredosis de ternura, porque se aproxima el día de San Valentín y cree que todos a su alrededor están enamorados y él sueña con tener un gran amor como sus padres, lo cual es altamente improbable. —Buddy agitó la cola al escuchar la voz de su amo y tras darme un lengüetazo, salió corriendo en su dirección.

Al verlo partir, me senté en la cómoda mantita peluda que tenemos en la sala y me pregunté qué tendría que ver el amor, con los tallarines y San Valentín. En mi humilde opinión perruna, nosotros no necesitamos un día para celebrar el amor, porque cuando queremos a alguien, movemos la cola con entusiasmo, damos lametones y frotamos el hocico, no necesitamos nada más que eso, pero los humanos lo complican todo y ahora el pobre Pumba está suspirando de nuevo.

—¿Estás bien, Pumba?

—Aaawww, siiii, estoy bieeeennn —alargó las palabras por cada nuevo suspiro.

—¿Estás seguro?

—Siiiiii —nuevamente respondió con un suspiro.

Me acerqué hasta él y le dije—. Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad?

—Claro, eres mi hermano mayor, siempre me cuidas y proteges.

Asentí, orgulloso que mi pequeño pensara eso de mí—. Si te sientes triste por San Valentín, me lo contarás, ¿verdad?

Pumba se removió incómodo—. Este…

—¿Mhm?

—La verdad es que sí me pasa algo con ese día.

—¿Qué ocurre? —Insistí.

—Es que se supone que debería celebrar esta fiesta, porque ya soy un perro adulto, pero todavía no encuentro a mi alma gemela —respondió bajando la cabeza, cubriéndola con una de sus patitas.

—¿Te acuerdas lo que hablamos en Navidad, sobre ser adulto? —Pregunté.

—Sí —dijo sombrío—, pero esto es totalmente diferente.

—¿Por qué lo dices? —Presioné y me eché muy cerca de él.

—Navidad es una fiesta más bien familiar, pero San Valentín… es de parejas —contestó con la voz amortiguada, parecía que se había hundido más en la manta.

—¿Crees que a Nataly le guste el regalo, Tom? —Se escuchó la voz de papá Bill en la sala.

—Por supuesto, no te olvides de llenar la tarjeta.

—“Te deseamos un feliz día del amor y la amistad”. —Leyó, mientras escribía.

—¿Escuchaste eso, Pumba? —Salté de mi lugar, tenía que asegurarme de esa información. Caminé hasta la mesa en la que estaban mis padres y ladré—. ¡GUAU!

—Hey, campeón, ¿quién es mi Boy? —Preguntó papá Tom.

—¡GUAU! —¿Quién más? Yo, papi, yo.

Asomé la cabeza y claro, San Valentín ahora no era un día exclusivo de parejas, es para celebrar el “amor y la amistad”, así tenía mucho más sentido. Ahora tenía que lograr que Pumba viera algún comercial que mostrara justamente eso.

—Ugh, con lo que me gusta ver la tele —gruñí y me alejé camino al enorme plasma, ladrando para que mi padre lo encendiera, porque sería muy extraño para ellos si yo lo hiciera con el control remoto, como hacemos cuando ellos no están en casa. Mejor no asustarlo, como hicimos con el tío Andy.

&

Me tomó dos días encontrar un comercial adecuado y que coincidiera con los programas que Pumba ve. Y cuando por fin lo convencí de que no debía deprimirse porque no tenía pareja, decidimos hacer una fiesta canina con todos nuestros amigos. No sería la primera vez y cada uno sabía lo que debía hacer para que los llevaran a nuestra casa.

Los primeros en llegar fueron Rafael y Oliver. Ese par de bulliciosos ojudos, pero que Pumba adora, no podían faltar en la reunión.

—¡Ándale compadrito! —Fue el grito de Rafael, apenas cruzó la puerta de entrada.

—Hola Rafael —saludó Pumba, dándole lengüetazos en toda su negra cara—. ¿Les costó mucho venir?

—Por supuesto que no, mi estimado anfitrión de panza prominente —respondió el elegante Oliver, me acerqué a él y pregunté.

—¿Qué hicieron?

—Lo mismo de siempre —dijo—, Rafael se pone insoportable y yo me orino en los zapatos del humano Alex, eso es suficiente para que quieran matarnos y mamá nos trae con ustedes, porque nos calmamos por un tiempo después de visitarlos.

—Excelente estrategia, deberías defecar en sus zapatos la próxima vez —sugerí y Oliver me dio una mirada llena de malignidad, había aceptado la idea y la realizaría. No pude evitar sonreír.

—¿Han invitado al agraciado pequeñín de pelaje negro como la noche? —Preguntó con su vocabulario rebuscado.

—¿Hablas de Buddy? —Le brillaron los ojos—. Por supuesto, siempre se esconde en los bolsos del tío Geo cuando quiere venir a vernos.

—Me encanta porque podemos discutir los casos de “Criminal minds”, él tiene unas teorías formidables —dijo y un escalofrío me recorrió la espalda.

—¿Dónde está la belleza que tienes por vecina? —Preguntó con la voz fuerte, el loco de Rafael. A Rowena le molesta mucho que la traten de “belleza” o palabras similares, pues todavía es muy pequeña, lo más probable es que le de un coletazo este día jijiji. Mejor no le advierto para disfrutar del espectáculo jijiji.

—Rowena llegará muy pronto —respondió Pumba, riendo como yo, creo que él también quiere ver como ella le da un coletazo jijiji.

Pasaron los minutos y pronto todos nos reunimos en el jardín, la piscina tenía agua, pero obviamente ninguno podía meterse si no había algún humano observando.

Giré buscando a mi hermanito y lo vi muy divertido hablando con Rowena, tenía un brillo especial en sus ojos, como cuando mira a nuestros padres besándose. ¿Será que él…?

—Hola, belleza —dijo muy fuerte Rafael, acercándose hasta ellos.

Tal como esperaba, mi vecina se molestó mucho y ladró fuerte. Oliver y Buddy dejaron de lado su conversación sobre cadáveres y miraron para ver qué sucedía. Rowena se dio una vuelta y le abofeteó el hocico con la cola.

—Tengo nombre, pedazo de idiota, si vuelves a llamarme belleza, te arrojaré a la piscina.

No pude evitar estallar en risotadas y entre risas me acerqué hasta Rafael y le puse una pata en el lomo—. Vamos colega, te invito a comer unas croquetas.

—¿Croquetas? —El cambio en sus facciones fue instantáneo—. Acepto.

&

En un punto del jardín, una Rowena muy alterada no dejaba de pasear de un lugar a otro. El bulldog inglés caminó tras ella, hasta el área de las flores y con el hocico sacó una. La dejó caer junto a la perrita y sonrió.

—Discúlpalo, ¿sí? Es un poco torpe y comilón, pero es mi amigo y yo quería disfrutar este día con todos… mis amigos.

Rowena se detuvo y miró la flor que yacía frente a sus patas, suspiró y sonrió—. Eres muy dulce, Pumba. Ese tonto tiene suerte de tener a alguien como Oliver para que lo vigile siempre y más suerte por tener a alguien como tú para que lo excuse.

—No siempre es tan idiota, solo cuando estás tú, porque eres muy hermosa. —Ella gruñó—. Y no te enojes porque es cierto, te lo digo yo que te he visto toda la vida.

Ella suspiró y se acercó hasta el bulldog, le dio un lengüetazo y sonrió—. Supongo que me puedo acostumbrar a los elogios.

—Tienes que hacerlo, como papi Bill —sus ojitos brillaron—, a él siempre le dicen cosas lindas, porque en realidad es muy hermoso, para ser humano, pero a él no le importa, porque solo ama a una persona, a su alma gemela aaawww.

Rowena se quedó mirando a su vecino y mejor amigo y sus mejillas se calentaron—. Lo quieres mucho, ¿verdad?

—Por supuesto, ellos creen en el amor y algún día, yo encontraré el amor.

La perrita cocker spaniel sonrió y se acercó más al otro, pasó su hocico por su mejilla y luego le dio un besito perruno.

Pumba estaba tan sorprendido que se quedó estático y se dejó besar. Sintió un montón de cosas raras en la panza, pero no era como cuando quería ir al baño, o como cuando tenía un gas que peleaba por salir. Era una sensación desconocida, pero mil veces más placentera.

Cuando Rowena se separó, tenía las mejillas rojitas y bajó las orejas, un poco avergonzada—. Me gusta mucho ser tu amiga, Pumbi.

¿Pumbi? Así solo lo llamaban quienes más lo amaban, sus padres y Durkas.

De pronto, Pumba sintió que su corazón latía con mucha fuerza, este era el mejor día de su vida. Estaba celebrando San Valentín, el día del amor y la amistad y al parecer, había encontrado el amor. Soltó un gran suspiro y ladró con muchas ganas.

—¡Te quiero, Rowena!

&

No podía creer lo que mis ojos habían visto. Rowena, nuestra vecina, nuestra amiga de toda la vida, le había dado a mi hermanito su primer beso y él estaba feliz. Sentí humedad en mis ojos y noté que era una lágrima.

—Por Dios, estoy hecho un abuelo —dije muy bajito.

—¿Eh, qué dijiste, compadre? —Preguntó Rafael, quien masticaba glotonamente a mi lado.

—Nada, nada, ¿cómo están tus croquetas?

—De lo mejor —respondió, enterrando nuevamente la cara en el plato—. Deberíamos llamar a los demás para que prueben estas delicias.

—Después, Rafa, después. Dejemos que los demás disfruten del día, ya se preocuparán de la comida cuando les de hambre.

—Bueno, como quieras. Lo que es yo, me estoy dando un festín.

Bajé la mirada y vi la cara sucia del perro negro y no pude evitar sonreír—. Feliz día del amor y la amistad, Rafa.

—Sí, feliz día para ti también, compadre, pero solo de la amistad, ¿eh? No es que no seas un buen partido, pero a mí me van más las perritas.

—Serás idiota. —Sonreí.

Es cierto, nosotros celebramos el día de la amistad, dejemos que Pumba y Rowena, celebren el día del amor.

& FIN &

¿Les gustó? Me pareció tierna la idea de que Durkas nos contara que estaba preocupado por su hermanito y su tristeza por San Valentín, así que escribí esto. ¿Me regalan un review?

Escritora del fandom

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *